miprimita.com

Diálogos con la mujer adúltera

en Hetero: Infidelidad

Diálogos con la mujer adúltera

Luisa y Luciano son matrimonio, ambos con 48 años.  Residentes en una ciudad grande, llevan la vida habitual de una pareja que viven ya solos, pues el único hijo que tienen se ha independizado.  Rutina matrimonial completa,  hermanados, se llevan bien, rara vez discuten, pero la pasión es nula.  No se desean mutuamente y pasan las semanas e inclusos los meses sin tener relación física y cuando se produce es un acto más bien frío, de compromiso.

Luisa se ha acomodado a esta situación y no le preocupa.   Se cuida más bien poco, digamos lo justo para ir decente y eso que podría sacarle mucho partido a su físico. Es mujer de buena estatura, no ha cogido demasiado peso,   tiene el rostro agraciado, puede decirse que es mujer guapa.   Largas piernas, aún tersas,  unos lindos ojos negros y lo que más destaca de su anatomía son los senos,  grandes,  usa una talla 110 y bien firmes todavía.  Son la envidia de algunas de sus amigas y la admiración de sus maridos.

Luciano se busca un poco la vida por otros sitios.  Le gusta algo más sexo y dada esa situación de enfriamiento con su esposa, no se lo pide.  Se arregla con alguna amante,  en concreto un par de señoras del grupo de matrimonios con los que alguna vez salen a cenar y tomar unas copas.  

Pero a veces los acontecimientos vienen sin ser esperados y pueden romper de improviso esa monotonía de nuestras vidas.   Eso les ha sucedido a Luisa y a Luciano y aquí  reproduzco los hechos. Y para conocer tales hechos, nada mejor que leer las largas conversaciones de los  esposos.

-                 Luisa, mira….   Anuncian aquí un curso corto de informática para gente con pocos conocimientos.  Te podría venir bien.

-                 Ya… Sabes que nunca me ha interesado demasiado.

-                 Sí, lo sé.  Pero es bueno estar al día.  Tienes mucho tiempo libre, te vendrá bien ocuparlo. Aprenderás a navegar por Internet, usar redes sociales, etc.  Es una hora y media al día y solo dura un mes. La academia no está lejos de aquí.

-                 Lo pensaré, Luciano.

Al final Luisa se anima y acude a inscribirse en la Academia.  Como dice su marido, está relativamente cerca, unos 20 minutos andando, también le vendrá bien un paseo.  Tras el primer día de clase, llega a casa al caer la tarde.  Su marido ya  está de vuelta del trabajo.

-                 ¡ Hola… mujer informatizada…¡¡  Qué tal te fue?.

-                 ¡ Jajjjjaaaaaaa…¡.  No te rías… Pero bien en general, pensé que se me iba a dar peor.  Hemos dado los primeros pasos, manejo de herramientas básicas, del ratón, etc.

-                 ¿ Y los compañeros, que tal?-

-                 Pues bien….ahhhh….Por cierto… Hay un conocido mío,  Lorenzo.  Alguna vez te he hablado de él…¿recuerdas?.

-                 Si, sí.  Claro. Era compañero tuyo en los tiempos de estudiantes. Fue algo novio tuyo, según me has contado alguna vez.

-                 Bueno….jajajajaaja.   Fue poca cosa.  Eran otros tiempos,  muchos tabúes, mucha moral mal entendida…  Nos llevábamos bien,  nos gustábamos…  Pero nunca nos atrevimos a nada importante.

-                 Alguna cosita hubo, creo…

-                 Bahhhhhhhhh.   Unos besitos en una fiesta de fin de curso, aprovechando un rincón algo oscuro del salón.  Nada importante.  Yo no tenía ni idea de darme besos con un chico…En fin, no hubo otra cosa, ni siquiera tocamientos por ningún lado.

-                 ¿Y no habías vuelto a verlo hasta ahora?.

-                 Casi nada. Alguna vez me he cruzado con él por la calle, pero jamás había vuelto a hablar.  Iba con su mujer o yo contigo y ni siquiera le dije adiós.

-                 ¿Está casado, entonces?.

-                 No… Se ha separado hace unos cinco años. Vive solo.

-                 ¿Es de nuestra edad?.

-                 Un poquito mayor, debe tener unos 53 años, creo.  Pero se mantiene muy bien.

-                 ¿Y como ha sido el encuentro?.

-                 Pues muy natural.  Nos hemos saludado cortésmente,  me  ha preguntado por mi vida, yo por la suya, etc.  Bueno… en cierto modo ha sido como recuperar un pequeño reflejo de la juventud.  Al encontrarnos y hablar,  reconozco que aún se mantiene a pesar de los años esa cierta atracción mutua, de caernos bien, de simpatizar.  Además, te diré: en la clase compartimos ordenador y mesa cada dos alumnos.  Pues enseguida me invitó a sentarnos juntos,  estamos en la misma mesa en la parte final de la clase.  El entiende más que yo de informática y me guía bastante, me ayuda y me viene bien.

-                 Pues me alegro, querida, que hayas encontrado una persona conocida que te haga más llevadero el curso.

Cada día, al volver a casa, Luisa le cuenta todos los detalles a su marido.  Él parece muy interesado en conocer como evoluciona esa antigua amistad con Lorenzo.

-                 Me trata muy bien mi amigo.  Ya te digo que está muy pendiente de todo.  De ayudarme en clase,  también compartimos un café en el descanso.

-                 ¿Y no te ha hablado de los viejos tiempos?.

-                 Claro, un poco.  Lo hemos recordado entre risas.  Aquellos bailes con solo 19 años,  incluso aquel beso. ¿Sabes…?...Se le encendieron un poco los ojos al mencionarlo. Se nota que le sigo gustando.  ¿No te parece mal?.

-                 No, hija, Para nada, faltaría más.  Encantado de que mi mujer le guste a los hombres.

El curso va avanzando y ha pasado la primera semana.

-                 Pues ya manejo bien el ordenador, marido… Cuando quieras nos ponemos con el tuyo y ya verás.

-                 Vale….Otro día me enseñas tus progresos.  Pero ahora, cuéntame como va tu “relación” con ese Lorenzo.   ¿Solo te habla o se atreve a algo más?.

-                 Pues se va atreviendo a otras cositas…ajajajaa.   A decirme, por ejemplo, que ha sido una lástima nuestra juventud, tan puritana, con tantos prejuicios,  la pena de no haber llegado a nada conmigo en aquellos años.

-                 O sea, que claramente te ha dicho que le pesa no haberte follado…

-                 Jajajajaa…..Pues sí, sí.  Más o menos….

-                 ¿Pero ahí se queda todo?.

-                 Bueno,  algún otro detalle.  Por ejemplo,  me coge mucho las manos cuando estamos ante el ordenador,  como para explicarme mejor una cosa.  Aprovechando el uso del ratón, me pone su mano encima de la mía.   Si salimos o entramos del aula, o vamos a la cafetería,  me sujeta de la cintura un momento o me coge del brazo por el pasillo.

-                 ¡ Vaya….¡.  Esto se anima, eh.

-                 Quizás no debería contarte estas cosas, marido.  Pero ya sabes que me gusta ser sincera.

-                 No te preocupes, tú cuéntame todos los detalles. Como te dije, me siento feliz de que despiertes admiración.

La segunda semana de curso va pasando y la esposa va contando día a día sus progresos informáticos y… amorosos.

La tarde está algo fría.  Luisa llega a la hora habitual.

-                 ¡Holaaaaaa….¡. ¿estás en casa, Luciano?.

-                 ¡ Síiiiiiiiiiii…¡.  Estoy en la ducha, ahora salgo…¡

-                 Vale, mientras tanto, voy cambiándome de ropa y preparando algo de cena.

El matrimonio está ahora en la cocina,  cenando con tranquilidad.  Luciano nota a Luisa algo más nerviosa que otros días.

-                 ¿Todo bien en el curso, Luisa?.

-                 Sí, todo bien… Bueno…hoy ha ocurrido algo con Lorenzo.  Me da apuro contarlo.

-                 Cuenta, sin miedos…

-                 Verás, como la tarde está algo desapacible, me dijo que me traía en el coche.  Acepté y me ha dejado en la esquina.   Al despedirse me dice:  dame un besito de despedida, que no es pedir mucho… Vale, le dije,  no pasa nada por eso. Yo pensando en el típico besito en cada mejilla. Pero el puñetero cambió la cara y sin darme tiempo a reaccionar pegó su boca a la mía.

-                 ¿Cómo has reaccionado, te apartaste?

-                 Bueno, no sé como decirte…  No me aparté bruscamente porque creo que hubiera sido descortés y  algo propio de mujer ñoña.  No he respondido al beso con gran intensidad,  solo he abierto ligeramente la boca y me he dejado besar unos momentos.   Digamos que me he dejado llevar.

-                 ¿Pero te ha gustado…?.

-                 Sí, no te lo tomes a mal… Me ha gustado, más de lo que hubiera imaginado.

-                 Bien, bien… Lo estás haciendo creo que muy bien.

-                 Luciano.. ¿te das cuenta de lo que dices?.. Eres mi marido y estás aprobando que me haya besado otro hombre. Eso es muy fuerte.

-                 Puede ser, no sé… Ya hablaremos del tema, no te preocupes.

El curso llega a su mitad.  Y la información diaria que suministra Luisa se ha convertido para ambos en el momento más divertido del día.

-                 Bueno,  Luisa, dame noticias de ese “noviazgo”….ajajajajaa.

-                 Jajajaajaja…. Mira que eres morboso….Esto no es normal, Luciano.

-                 Pues posiblemente no sea normal, pero me gusta.  Cuenta.

-                 Hoy lo que ha sucedido es más fuerte,  te lo advierto antes de contarlo.

-                 No hay problema, lo soportaré. Adelante.

-                 Ya sabes que nos sentamos los dos en la misma mesa. Son mesas con paneles delanteros y laterales, es decir, no se ve nada debajo.  Además estamos al final, la profesora también de espaldas a nosotros se sienta delante de su ordenador y nos va explicando mirando a la pared donde se proyectan las imágenes.

-                 Ya veo,  bien elegido el sitio. Continúa.

-                 Hoy me he llevado esa falda que te gusta, la azul, la cortita.

-                 Sí,  me gusta, te queda bien. Quizás algo corta ya para tu edad, pero luces bien las piernas.  Ya sabes como te miran los amigos cuando salimos y llevas esa falda.

-                 Sí…  Y claro, cuando me siento se me sube a  medio muslo.   Pues así estábamos en clase.  Hoy había un asunto algo más complicado, que no acababa de manejar bien.  Lorenzo procuraba tranquilizarme,  poniendo su mano sobre la mía o en mi hombro.   Yo de reojo me daba cuenta que estaba más pendiente de mis piernas que del ordenador y eso me divertía.  Así que me dije… le endulzaré la tarde.  Yo me despreocupé totalmente de la falda y la dejé a su aire.  Me removía de vez en cuando algo en la silla y la falda me daba igual.  La tenía casi arriba del todo. No se me veían las bragas de casualidad.

-                 Un juego bien erótico, desde luego.  Es afortunado tu amigo.

-                 Bueno…  Pues en un momento dado, me pone la mano en la rodilla, como sin querer, mientras me seguía explicando.  Nada dije, por supuesto.  La retiró enseguida.

-                 Claro,  estaba tanteando el terreno.  Todos los hombres actuamos así, para ver la reacción de la mujer.

-                 Pues mi reacción fue de total aceptación.  Seguí enseñando piernas de forma descarada.  Al ratito me volvió a poner la mano, pero esta vez ya no en la rodilla, sino en todo el muslo, y allí la quedó fija unos instantes, luego ya comenzó a acariciarme suavemente el muslo, arriba y abajo.

-                 ¿Solo una pierna?.

-                 Sí, solo una, porque yo las tenía cruzadas y por tanto solo me tocaba la de arriba.  La falda estaba tan subida que se me veía hasta la cadera desnuda.  Me sentía como una chiquilla traviesa…Yo notaba a Lorenzo impulsivo,  deseoso de mí,  algo nervioso, agitado…

-                 ¿Cómo son sus manos?

-                 Masculinas, fuertes… Pero al mismo tiempo suaves,  transmiten una sensación maravillosa, de relax,  de complacencia.  Estaba tan a gusto que tuve una reacción increíble, inesperada para mí, algo que nunca hubiese pensado que llegaría a hacer.

-                 ¿Qué fue?

-                 Pues que sin darme cuenta, de forma como instintiva descrucé las piernas.   Y las abrí ligeramente.

-                 ¿Qué hizo él?.

-                 Pues lo que hubiera hecho cualquier hombre en esa situación.  Comenzó a acariciarme los muslos por su cara interna, buscando el calor de la entrepierna. Arriba, abajo….no llegó hasta la braga porque en esa posición de sentada era difícil, pero todo lo arriba que pudo.  Mientras me acariciaba me abrí aún más.   Yo apoyé un codo en la mesa y la mano en la frente, como concentrada en el ordenador, pero en realidad estaba ocultando mi rostro a cualquier mirada indiscreta, porque tenía la cara ya descompuesta, con la mirada fija…la boca entreabierta y a punto de gemir.  De verdad, Luciano… No pensé que pudiera sentir yo esa sensualidad.  Tienes que perdonarme, pero tengo algo de cargo de conciencia, me siento como  sucia, como una golfa.

-                 Luisa, todas las mujeres lleváis en vuestro interior una golfa.  Pero la mantenéis oculta a causa de la educación, los tabúes, la represión.  Pero basta que llegue el momento oportuno y el hombre oportuno que os haga despertar, para que aparezca esa faceta de putillas…

-                 Pues será eso, hijo, será eso…

-                 ¿Y cómo terminó el asunto?

-                 Pues afortunadamente llego el final de la clase…Y hubo que levantarse y salir.  Me acompañó hasta el autobús sujetándome por la cintura.  Es curioso, pero apenas hablamos.  No hacía falta…había en el ambiente como una carga, no sé, de sensualidad, de deseo….y eso bastaba, sobraban las palabras.   He venido todo el camino como drogada, como borracha, en una nube, por poco me paso de la parada del autobús.

-                 Estás descubriendo sensaciones nuevas.  Es increíble.  Aprovéchalo.

-                 Luciano, por favor… Que ese hombre me quiere ya llevar a la cama, cualquier día me lo propone ya sin miramientos.

-                 Pues no lo dudes, acepta la propuesta.

-                 Madre míaaaaaaaaaa….. ¿Pero qué dices?.  ¡¡¡ Que eres mi marido, joder….¡¡¡

-                 A ver, Luisa, hablemos esto con madurez, quita de tu mente tus miedos y tus prejuicios de siempre… Dime… ¿recuerdas la última vez que tuvimos sexo tú y yo?.  ¿Cuánto hace, un mes, dos, tres?.  ¿Y como fue, cuánto duró?  ¿Diez minutos, quizás?.

-                 No lo recuerdo, de veras…Lo siento…

-                 No sientas, nada, Luisa.  Es la realidad.  Somos como dos hermanos. Somos  aún jóvenes pero con una vida sexual muerta.  No es justo, sobre todo por tu parte, eres mucha mujer, aunque tú no lo sabes. Mereces algo más, descubrir nuevas ilusiones, nuevas sensaciones.  Yo además, no soy un santo, y creo que lo sospechas aunque nunca dijiste nada.

-                 ¿Me has sido infiel, verdad?.

-                 Repito, que se que lo sospechas…

-                 Te has acostado con Margarita, eso siempre lo he sospechado, sí...

-                 Con Margarita y también con Eulalia..

-                 ¡¡  Joder…¡¡¡….¡¡Con Eulalia, también…¡¡¡.  Y parece una mosquita muerta, la jodía… ten amigas para esto…¡¡¡.

-                 Pues ya ves,  no me debes nada.  Te mereces la revancha.  No seas tonta.  Yo lo admitiré, solo con dos condiciones.

-                 Dime cuales…

-                 Primera:  Que aunque tengas una relación con Lorenzo, nunca te separes de mí.  ¿Podrás lograrlo?.

-                 Sin duda.  Sigo siendo antigua para una separación.  Tú eres el hombre con el que comparto y compartiré mi vida. Aunque me enamore algo de él, seguiré a tu lado.  Además está toda nuestra familia que me merece mucho respeto. ¿Y la otra condición?

-                 Que él nunca sepa que yo lo admito… Soy cornudo consentido pero solo para ti.

Luisa no contesta. La impresión es muy fuerte,  calla y otorga.  Sin afirmar de forma expresa, ambos han llegado a un mutuo acuerdo.

A partir ya de ese día,  la explicación diaria, con su fuerte componente erótico, su atrevimiento, sus rasgos casi novelescos,  se convirtió sin que se dieran cuenta en el aliciente que sacaba a sus vidas del tedioso transcurrir de los días.  Incluso ya establecieron un ambiente adecuado para el intercambio de información, un rito. Acababan de cenar, recogían la cocina,  se instalaban en el salón con una copa cada uno, relajados,  mientras Luisa contaba despacio,  con todo lujo de detalles,  el suceso del día.  Luciano escuchaba, preguntaba,  hacía repetir a Luisa alguna cosa… Luisa aprendía a sentirse más mujer, se volvía más atrevida al contarlo.   Luciano disfrutaba en lo más íntimo del gozo de su propia mujer.

-  Mañana vendré algo más tarde, Luciano.  Es el cumpleaños de Lorenzo, me ha dicho que me invita  a tomar algo después de la clase…¿Vale?.

-  Vale, mujer,  sin problemas, yo te espero ya cenado. No tengas prisa.

En la  tarde, ya noche, del día siguiente, Luciano ha cenado solo,  ha dejado todo en perfecto orden.  Prepara el salón, con el licor que toman a esa hora y espera a Luisa, que llega al poco rato.

-                 Ufffffffff….vengo algo agitada, marido.  Disculpa, me doy una ducha y estoy contigo, vete preparando el hielo y las copas.

-                 Vale, mujer, pero dime..¿como ha ido?.

-                 Muy bien, enseguida te cuento…

Vuelve Luisa de la ducha, ya con el pijama puesto.  Se sienta, sonríe al marido,  se relaja, toma un sorbo….  Le gusta hacerse rogar, se siente protagonista…

-                 Vamos, mujer, que me impaciento…

-                 Jajajajaaja…. Vale, allá voy.  Terminamos la clase y hemos ido a tomar unas tapas como merienda-cena, por allí por el barrio de la academia, hay buenos bares.   Hemos paseado bastante tiempo, me ha llevado todo el tiempo agarrada por la cintura o con el brazo por mis hombros, como si fuésemos pareja.  Menos mal que por esa zona no tenemos a nadie conocido.

-                 Bueno,  tampoco hubiera sido el fin del mundo… Hubieras dado que hablar a quien fuese  y poco más…

-                 Me he sentido como una reina, chico…  Tan mimada, él tan caballero, tan atento. Nos hemos tomado varias cervezas, yo me he cargado un poquito pero estaba  muy a gusto… Mira, estando en uno de los bares, de pie en la barra, a mi lado,  dejó caer la mano cintura abajo, disimuladamente, y me palpó bien el culo…

-                 ¿Dijiste algo en contra?.

-                 Pues no abrí la boca, solamente me apreté más contra él…

-                 Pues ya lo dijiste todo….ajajajaaa.

-                 Luego ya fuimos al coche, para traerme a casa. Al subir, yo toda coqueta, me desabroché un par de botones de la blusa…  Se me veía el sujetador. Él no dejaba de mirar de reojo mientras conducía.  Yo le apartaba la cara entre bromas y le decía… mira adelante, adelante….ajajajaaa.   

-                 Lo has hecho muy bien, mujer, de veras…

-                 ¿Sí?... Pues espera que te sigo contando.   Enseguida me di cuenta que no veníamos en dirección a casa. Le pregunté que donde íbamos.  Me dijo que a dar una vuelta, que le apetecía pasar un rato más conmigo, pero en sitio más tranquilo. Al final acabamos en ese polígono industrial, el del sur, ya sabes, que está muy tranquilo.  Estaba lloviendo un poco y ya apenas había luz.  Con la lluvia dentro del coche se estaba muy a gusto.  Aparcó en una calle muy solitaria.   Comenzó a acariciarme primero el pelo, la cara.  Luego me agarró por la nuca, me atrajo hacía él y comenzamos a besarnos como locos.

-                 ¿Besa bien?

-                 Maravillosamente bien.  Besos profundos, limpios, húmedos,  entrelazando nuestras lenguas.  Besos largos, no apartaba su boca de la mía, estaba medio asfixiada pero encantada de la vida, de veras.  Me entregué a sus besos totalmente, jadeando, que locura, marido.

-                 Con esa calentura, supongo que pasó a los tocamientos, y con ese escote, ya me dirás…

-                 Pues sí…  Con la blusa muy abierta comenzó a tocarme el escote, por encima del sujetador. Seguíamos besándonos.  ¡¡ Y con ese buen rollito, cuando me di cuenta, me había sacado fuera una teta….¡¡.

-                 ¡ Vayaaaaaa telaaaaa…¡¡¡.  Mi mujer dándose besos en un coche con otro hombre y con las tetas fuera….

-                 Noooooo, las tetas no… Solo una teta….jajajaaja.

-                 ¿Y por qué no la otra?.

-                 Ahora te cuento. De momento te explico como me sacó la teta derecha.  Metió bien la mano bajo el sujetador…agarró totalmente el pecho con la mano, tiró de él hacia arriba y cuando lo tuvo fuera apartó la copa del suje y allí me quedó yo… con mi tetona fuera.

-                 ¿Cómo reaccionó?.

-                 Pues cuando la tuvo fuera, apartó primero la mano para verla.  Se quedó como boquiabierto, mirando.  Ya sabes que cualquiera que me ve nota que las tengo grandes, pero verlas desnudas es otra cosa, mis tetas son de cine…¿verdad?,

-                 Lo son, lo son, sin duda.   Y tus pezones más aún.

-                 Pues precisamente tenía el pezón totalmente revolucionado.  Duro,  saliente, en punta.   Comenzó a acariciarme el seno,  lo masajeó bien, apretándolo. Mucho rato, no se cansaba de disfrutarlo.  Yo relajada, me dejaba hacer.   Comenzó a darme un masaje en el pezón, con la palma de la mano en círculos.  Ya sabes que los pezones son uno de mis puntos preferidos, así que imagina como estaba.

-                 ¿Te lo chupó?.

-                 Pues claro y a fondo.  Después del largo masaje, se agacho y me echó la boca. Comenzó a lamer, a succionar, mientras seguía alrededor acariciando con la mano. Casi me corro.

-                 ¿ Y por qué no lo hiciste?.

-                 Pues verás… en aquel momento, con él agachado y enganchado a mi teta,  yo veo venir por la parte de arriba de la calle un coche con las luces azules.  Un coche de la policía local, haciendo una ronda.  Enseguida nos apartamos y me compuse la ropa.

-                 ¿Os pidieron documentación?.

-                 No.  Solamente pararon a nuestra altura y sin bajarse del coche preguntaron si necesitábamos algo.  Le dijimos que no, que gracias y siguieron.  Se darían cuenta que éramos una pareja pasando un buen rato.  Pero la verdad, nos enfriamos y decidimos regresar.

-                 Ya…  Quizás por una parte bien.

-                 ¿Por qué?.

-                 Porque te hubiese follado allí en el coche y aunque hubiera sido divertido y placentero, no tiene el suficiente glamour de  la cama.  Tienes que prepararlo mejor, yo te ayudaré a todos los detalles-

-                 ¿De veras, no te importa?.  Tú entiendes más de eso, me vendrá bien tu ayuda.

-                 Bueno, y cómo ha sido la despedida, dime…

-                 Pues aquí, en la esquina, como otros días, un besito dentro del coche al despedirme, pero esta vez me ha dicho seriamente que el curso se acaba y nuestras oportunidades también (él claro, no sabe que tú estás de acuerdo).  Por eso me ha dicho que organice todo para pasar una tarde juntos en los próximos días.  ¿Qué opinas?.

-                 Pues que perfecto, el próximo fin de semana, hoy es lunes y tienes tiempo.

Desde aquel momento el matrimonio se dedica con entusiasmo a preparar el encuentro.  Luciano convence a su mujer de que necesita peluquería,  masaje,  manicura y ropa íntima adecuada, que no repare en gastos.

-                 Es tu noche, querida, la noche de tu vida, tu auténtica noche de bodas.

Luisa ha ido toda la tarde al salón de belleza.  Primero peluquería, un corte de pelo, más cortito que la media melena. Le hace algo más madura, pero más señora, más elegante.  Manicura de pies y manos,  con uñas postizas de porcelana,  primorosamente pintadas.  Y totalmente desnuda, en la cama de masaje, una chica le ha dedicado mucho tiempo a una limpieza e hidratación completa de piel.  Luisa queda sorprendida del cambio. Han salido todas las escamitas, células muertas del sol de verano y su piel está ahora totalmente tersa, suavísima.  Sobre todo las largas piernas han quedado espectaculares. 

A la salida del salón se ha ido a una tienda de lencería.  Ha elegido un salto de cama, o picardía,  de color grafito, con unos ribetes rojos en el escote.  Es precioso.  Tras mirarse en el espejo del probador se ha encontrado bellísima. La prenda es casi transparente,  muy cortita, tapando justo el culo.  Tirantes muy finos y mucho escote.  Con sus grandes senos resulta de un erotismo impresionante.  También una braguita alta y estrecha, haciendo juego.

Y por último, a una zapatería.  Siguiendo los consejos de su marido, ha elegido un zapato de tacón alto de aguja.  Lleva una pulsera atada al tobillo.  Es zapato abierto, con tiras, para lucir los pies. 

-  Voy a quedar como una actriz de cine, nunca lo hubiera imaginado.

Al llegar a casa,  Luciano la encuentra deslumbrante con el corte de pelo.

-                 Enhorabuena, querida,  no pareces la misma. Estás realmente bellísima.

-                 Pues espérate que me ponga el conjunto, ya verás…

-                 Nooooooooo… de eso nada.  Esa primera sorpresa es solo para tu amante, ahora perteneces a él.   Se estropearía el encanto si te ve otro hombre primero, incluso yo mismo.  Es un secreto solo entre él y tú.

-                 Ya, pero no me hubiera importado que me disfrutaras tú antes.

-                 Pues no, ya te digo.  Todo esto es dedicado a tu amigo y debes estrenarlo todo para él. Así que no me enseñes nada, tú con decirme que te queda todo muy bien, me basta.  Ahhhhh, te falta un detalle, Luisa.

-                 ¿Qué me falta?

-                 Depilarte el coño, hija…

-                 ¿Depilarmeeeeeee?...  No lo he hecho nunca, tú lo sabes.  No sabía que eso hay que hacerlo.

-                 Pues sí.  Verás… en primer lugar se lleva depilado, incluso las jóvenes. Pero además, como bien sabes, las maduras ya tenéis un vello más escaso, algún vello blanco, etc.  Queda feo. Mejor aseadito de pelo, bien rasurado.

-                 Uuffffffffffffffff, no se si me apañaré, nunca lo hice.  Cierto que la chica del salón de belleza me dijo que si quería depilación integral, pero le dije que no, deberías habérmelo advertido.

-                 Se me pasó, pero no te preocupes te lo haré yo.

Al día siguiente,  Luisa se da una ducha, se humedece bien el pubis, coloca una toalla sobre el sofá y se espatarra siguiendo las instrucciones de su marido, que lleva la espuma de afeitar y una maquinilla.   Aplica bien la espuma en toda la zona, y despacio, muy despacio, va depilando a la esposa.  Con cuidado, no quiere que haya el menor corte,  cualquier zona enrojecida queda fatal.  Tiene que quedar la piel perfecta.  A medida que retira el vello y la espuma van quedando libres los dos grandes labios íntimos de la mujer, que los tiene gordezuelos.  Entre ellos asoma un poco el labio interno. El sexo está impoluto, ni rastro de un vello.  Reluciente. Luciano acaba la operación,  pasa unas toallitas húmedas y después una crema hidratante.  Se queda admirando su obra….

-                 Tienes un coño de revista, hija.  ¿Quieres verlo?.

-                 Vale…

Luciano coge un pequeño espejo y lo arrima al sexo para que ella pueda observarlo.

-                 Ahhhhhhhhhhhh…. Sí que  queda bonito….ajajajaa.  Me gusta hasta a mí…Que lindo depilado, parezco una niña…ajajaja

-                 Así se disfruta mejor, no estorba el vello, sobre todo para el sexo oral…

-                 ¿Crees que me hará el sexo oral?.

-                 Joder, Luisa. A veces pareces tonta.  Te hará todo eso y mucho más.

Luciano nota que el coño de su mujer se mueve algo, parece abrirse solo.

-                 Solo de pensarlo te estás humedeciendo, jodía putona….ajajajaa

-                 Sí, la verdad, me gustaría que me follaras ahora o me lo comieras.

-                 Ya sabes que no puede ser,  estás reservada ahora  a otro hombre.

-                 Vale, vale… tendré que aguantar hasta el sábado.

-                 Solo faltan dos días,  ya mismo lo tendrás entre tus muslos.

-                 ¿Cuánto tiempo puedo estar con él?.¿Me das permiso para quedarme más tiempo?

-                 Cariño… estarás desde la tarde hasta el día siguiente, toda la noche.

-                 ¿Toda la noche?.

-                 Pues claro.  No te vas a levantar, vestirte y venirte en lo mejor.  Lo correcto es pasar la noche los amantes juntos, dormir, despertarse, sentirse el uno junto al otro,  abrazarse y repetir el amor.  Puedes venirte ya a media mañana del domingo. Tú cuéntale que yo estoy de viaje y esa noche dormiré fuera de casa, así no sospecha. 

-                 Sabes, Luciano…. Cada día me siento más puta, más caliente, se me hacen las horas interminables…

-                 Es lo correcto,  que sientas un profundo deseo; a la fuerza o por compromiso no se hacen estas cosas.  Gozarás como nunca lo has hecho.  Es la aventura de tu vida,  entrégate a fondo, sin miedos.

-                 Eso haré… además, él lo hace tan bien, es tan caballero tan detallista.

-                 Esa es una de las razones por las que he accedido a tu infidelidad.  Porque no hay cosa peor que una mujer se decida a ser infiel y que lo haga con un patán. Tiene que ser un hombre, en toda regla. El amante perfecto y creo que Lorenzo cumple esas condiciones.

-                 Eso espero yo también…No quiero salir encima frustrada de esta historia.

-                 Será maravilloso, no lo dudes.

Ha llegado la tarde del sábado. Lucía, algo nerviosa, no lo puede evitar, se va preparando.  Un vestido elegante, bien maquillada, perfumada.  En una bolsa lleva su equipaje de noche:  el picardía, braguitas, zapatos, perfume, desodorantes, cremas…. Ha quedado a las ocho de la tarde con Lorenzo que la recogerá en el coche en la esquina, para marchar a su casa. Han estado deliberando si sería mejor un hotel o en la casa propia de Lorenzo. Al final han elegido su casa, estarán más cómodos. 

Ha pasado el sábado y la madrugada del domingo  y a media mañana, aparece Luisa de regreso.  Luciano ha dormido esa noche solo y ha dormido poco, también algo nervioso.

Al entrar en casa Luisa le da un beso y le dice que se vaya al salón, que ahora vuelve, que se va a cambiar de ropa y le contará despacio todo lo sucedido.

Tras unos cuántos minutos,  Luisa sale del baño y aparece en el salón.  Luciano da un respingo, se pone de pie, alucinado.  Luisa se ha puesto el conjunto completo de la noche, su picardía, su braguita, los altos zapatos.  Está impresionante, Luciano jamás hubiera imaginado ese cambio.

-                 Tal como tú dijiste, marido,  él ya me estrenó con este conjunto.  Ahora ya también puedes verlo tú…

-                 Gracias, Luisa,  no tengo palabras…

Luciano se vuelve a sentar.  Tiene preparadas dos cervezas sobre la mesita y un aperitivo.  Se sienta Luisa frente a él, con el picardía tan corto, hace un cruce de piernas y los muslos se ofrecen con todo su esplendor.  Luciano está mudo. Luisa, segura de sí misma, sonríe y agradece su admiración.  Luisa toma la copa de cerveza, bebe un poco y decide comenzar su relato.

-                 Comienzo a contarte todo, marido… ¿Te parece bien?...

-                 Espero ansioso, cariño…

-                 Pues procuraré detallarlo todo, sin omitir nada, como a ti te gusta.  Como sabes me fui de aquí sobre las ocho, me recogió en la esquina.   Yo iba ya vestida de calle, con ese vestido negro algo cortito y tan elegante. En una bolsa llevaba mi equipo de noche: el picardía,  zapatos,  braguita, cremas, etc.  Dejamos el coche en el garaje y no subimos de momento a su casa, fuimos a dar una vuelta por su barrio. 

-                 ¿Había mucha gente?.

-                 Sí, tiene buen ambiente.  Cafeterías, terrazas, muy animado.  Recorrimos varios sitios, tomamos varias cervezas, comimos un poquito. 

-                 Y te llevaría agarrada, claro..

-                 Muy agarrada…  Unas veces cogidos de la mano, otras abrazada por la cintura, con el brazo por mis hombros…uffffff… Nunca lo hubiera pensado, pero yo,  bien relajada,  estaba muy a gusto.  Por allí nadie me conoce, pero si alguien me vio, de verdad no me importaba nada.   Paseamos, nos sentamos en una mesa exterior.  Regresamos ya sobre las diez o más.  Entramos por el garaje para recoger mi bolsa con mis cosas íntimas.  Mientras tapeamos por los bares yo le había advertido como lo tenía organizado.  Él me subiría a casa y luego se marcharía a la calle unos veinte minutos,  para que yo sola pudiera prepararme y darle la sorpresa.

-                 ¿Y le gustó la idea?

-                 Mucho…ajajajaaa.  Se quedó entusiasmado y pensando en qué consistiría tal sorpresa.  Así que me dejó en el piso y salió a dar un paseíto.  Yo primero recorrí un poco la vivienda, para tomar contacto con el lugar y sentirme más cómoda. Es un apartamento, de solo dos dormitorios, como vive solo,  le basta.  Muy bien amueblado, todo bien organizado, limpio, la cocina impecable.  En el dormitorio una cama amplia y ya dispuesta, es decir,  abierta la ropa y con unas sábanas perfectamente planchadas.  Se veía que lo había preparado todo bien.

-                 Sigue..¡me tienes en ascuas….¡.

-                 Jajajajajaa….vale, sigo.  Tras tomar contacto con el apartamento, me dediqué ya a mi persona.  Aunque iba bien duchadita de casa, como habíamos paseado un par de horas y hacía algo de calor anoche,  me di otra ducha rápida.  Me enjaboné con cuidado el coñito con el gel perfumado, para que estuviese bien rico.   Me puse mi desodorante,  un buen lavado de boca,  la crema hidratante de nuevo en las piernas para que estuvieran relucientes….Y los zapatos…El picardía,

las braguitas a juego.  Me miré en el espejo y me dije que merecía sobresaliente.

-                 Matrícula de honor,  no es para menos…

-                 Pues así preparada, le di una llamada al móvil para que subiera.  Yo me puse en el salón. Entró con su llave y al verme se quedó como mudo…Yo había adoptado una postura algo ensayada,  una mano apoyada en la mesa y la otra en la cadera, con una pierna adelantada.  Le sonreí para tranquilizarlo y además hice un movimiento así como propio de vedette…ajajajaa.   Moví el cuerpo a un lado y a otro de forma rápida, agitando los pechos.  Al no llevar el sujetador, se me movían de forma escandalosa, casi se me salen por los lados del picardía….Entonces él ya no aguantó más…ajajaaa.

-                 ¿Qué hizo?.

-                 Pues se vino hacia mí.   Me abrazó fuerte y sus besos vinieron derechos a mi boca.  Con una pasión desconocida.  Me besaba en la boca, el cuello, los hombros, al tiempo que me apretaba fuerte.  Yo le desabroché los botones de la camisa y se la hice quitar, quedando con el torso desnudo.  Metía sus manos por todos lados,  subiendo el picardía se agarró a mis caderas, bajó las braguitas un poco y me apretó muy fuerte las nalgas.  Yo me notaba ya muy húmeda.

-                 Que lástima no haberte grabado un video, Luisa.

-                 Pues sí, hubiera sido bonito para poder recordar esos momentos.   Sigo…  En ese momento, no se si las piernas me fallaron  o que me pasó, pero  me vine de rodillas al suelo y él conmigo.  Sin darnos cuenta, estábamos los dos echados sobre la alfombra,  mientras llovían besos por todos lados.  Me acabó de quitar la braguita, se quitó sus zapatos con los mismos pies y se echó encima de mí, abriéndome.  No se había aún quitado el  pantalón, solo desabrochó el cinturón y se bajo la ropa lo suficiente para dejar su miembro fuera.  Yo allí, bien abierta, con una pierna para cada lado, recibí el peso del hombre que como loco buscaba poseerme.  Me bajé los tirantes del picardía y lo dejé caer para que salieran los pechos que no paraban de agitarse. 

-                 ¡¡ Vaya escenita,  cariño…¡¡¡

-                 Uuuffffffffffffffff….. de película porno total….ajajajaja.  Ya sabes que cuando me excito enseguida pido que me dediquen tiempo a mis pechos y a mis pezones.  Así que yo le decía sin cortarme un pelo…las tetas, las tetas… tócame las tetas, chupame los pezones, cielo, por favor, por favor….Asíiiiiiiiiiiiiii………………

-                 Vaya guarra que estás hecha, Luisa….ajajajaa.

-                 Putona total….lo reconozco.   Así que él, siguiendo mi petición me agarró un pecho con cada mano y apretaba, masajeaba,  y llevaba su boca de un pezón a otro, lamiendo, sorbiendo….Como tenía las dos manos ocupadas, no podía agarrarse el miembro para dirigirlo a mi entrada, por eso sentí varias puntadas en los alrededores de mi sexo, hasta que encontró el orificio.  Así de repente,  estuve penetrada, hasta el fondo.   Su polla dentro de mí me produjo una sensación increíblemente  gozosa.  Ahora me relajé ya un poco, dejé de agitarme con los pechos y me concentré en la sensación de tenerlo  en mi interior.  Yo me había abierto y humedecido totalmente y la penetración fue instantánea,  fácil.  El emitió un sonido ronco de placer.   Me abracé fuerte a su cuello y le rodeé con mis piernas levantadas.  Alcancé el orgasmo de inmediato, con fuertes contracciones y jadeos.  ¿Puedo decirte algo, sin que te molestes?.

-                 Claro, no te preocupes.

-                 Pues el mejor orgasmo de mi vida, jamás había alcanzado nada igual contigo, perdóname.  La intensidad, la duración, todo….Me quedé sin aliento, medio desmayada, allí tirada en la alfombra.

-                 Yo me alegro de eso, Luisa… Para eso hemos organizado ese encuentro, para que lo disfrutes al máximo.

-                 Pues así ha sido, Luciano.  Algo delicioso.   Él notó muy bien que me había corrido y me descabalgó echándose a  un lado.   Se incorporó un poco y se acabó de desnudar del todo, quedando echado boca arriba con el miembro apuntado al techo. Yo me coloqué de lado, apretada a él.  Le pasé  una pierna por encima de las suyas y un brazo por encima de su pecho.

-                 Pero tú no estabas desnuda del todo todavía…

-                 ¿Cómo que no?...  Aunque llevaba el picardía puesto es como si no llevara nada, porque estaba totalmente subido hasta la cintura, luciendo coño y culo, y por arriba tenía las tetas fuera, ya me dirás….

-                 Bonita escena, ya que soy cornudo total, me hubiera gustado estar presente para aplaudir…

-                 Jajajajajaa…¡¡… No seas tonto…  Bueno, yo le pregunté si se había corrido. Me dijo que no, que la noche era larga, que se reservaba, que un hombre ya de esta edad tiene que controlarse si quiere aguantar tiempo haciendo el amor.  Yo en un gesto de hembra agradecida le acaricié un poco el pene y los testículos, pero poco,  pues no quería producirle la eyaculación.

-                 Es un buen amante, sin duda, sabe sacrificarse para dar gozo a la mujer.

-                 Es un amante perfecto, ya verás a medida que te cuente más. Ahora fui yo la que me quedé de espaldas, abierta, relajada. Él se incorporó un poco y ahora dedicó atención a mi cuerpo.  Ten en cuenta que la penetración había sido tan rápida que ni me había visto el coño.  Ahora le prestó mucho cuidado,  lo acarició, le pasó los dedos, se los llevó a la boca húmedos,  aspiró mi olor… Yo tenía el sexo realmente hinchado, coloradito de la excitación.  Me dijo que lo tenía precioso, que le encantaba que lo tuviera tan cuidadito, tan terso y suave…

-                 ¿Ves?.. Hicimos bien en depilarlo.

-                 Sí, por supuesto.  Pues bien, ahora nos levantamos y cogidos de la mano nos fuimos ya a la cama.  Allí reposamos un rato muy largo, charlando, abrazados, comentando el primer polvo,  con comentarios graciosos, tiene mucho humor y nos reíamos mucho.  La situación tenía todo lo deseado,  cariño, ternura, pasión y también era divertido.  El tiempo corría sin darnos cuenta.

-                 ¿A qué hora era ya todo eso?.

-                 Quizás por la media noche, pero no recuerdo bien, como te digo el tiempo se me olvidaba.  Pero sin saber si fue mucho o poco tiempo,  en un momento determinado, tras el relax y la charla, nuestros cuerpos volvieron al deseo, yo me volvía a sentir húmeda con sus caricias y besos continuos.  Él me dijo que se había vuelto a empalmar y yo curiosa levanté un poco la sábana para verlo…..Jajajajaaja. Sí, allí estaba otra vez, con el miembro duro.

-                 ¿Puedes adelantarme cuántos orgasmos sentiste en toda la noche?

-                 ¡¡¡ Cuatro….¡¡¡. Y el último el más sorprendente, ya verás.

-                 Estupendo, me alegro. Continúa.

-                 Bueno, en ese momento que te decía, me dio un cachete en el culo y me dice que me ponga de rodillas en la postura del perrito.  Yo obedecí, aunque algo cortada, pero al momento me sentí cómoda poniéndole el culo.   Me agarró de las caderas, yo apoyé la cabeza en la almohada para levantar más el trasero y él me penetró hasta el fondo.  En esa postura la penetración es más perfecta, más profunda, la polla se ajusta más al coño.  Me bombeaba sin prisas, cambiando el ritmo, lentamente unas veces,  parándose y quedando el miembro allí introducido (creo que se paraba de vez en cuando para evitar correrse),  luego otras veces me la metía y me la sacaba con ritmo frenético. Yo aguantando allí agachada pero feliz. En esa posición, con las tetas colgando y él de vez en cuando metía las manos por debajo y me las amasaba bien.  Luego hizo algo que me sorprendió.  Sacó la polla, se humedeció bien los dedos en mi flujo,  la volvió a meter y al mismo tiempo deslizó el dedo pulgar húmedo en mi culo.  Entero.  Pensé que me estaba preparando para la penetración anal, pero no dio tiempo. Porque yo ante aquel estímulo doble comencé a culear siguiendo su movimiento,  sentí de nuevo que un calor tremendo me invadía (estaba sudando),  que me temblaban las piernas… y lo más fuerte: que me oriné.  Sentí perfectamente la meada por mis piernas abajo mientras me corría como una loca.   Me dejé caer sobre la cama para desengancharme y me aparté un poco para ver que había debajo sobre la sábana: una gran mancha de líquido.

-                 Perdona, cariño  -le dije-,  pero creo que me he meado.

-                 No, no..  –me respondió-  No es eso, has tenido una eyaculación, la eyaculación femenina que se llama. Pocas mujeres la tienen y solo cuando tienen un orgasmo muy fuerte, a ti te ha pasado y me siento orgulloso de habértelo producido. Mira mójate los dedos, huele, y verás como no es pis… huele rico, a tu coño fresco…

-                 Yo jamás sentí nada igual, cariño..Es precioso todo lo que me estás haciendo sentir.

-                 Pues yo tampoco he conocido a ninguna mujer hasta ahora que lo haya sentido.

-                 Como ves, marido mío, estábamos felices los dos, ante estas experiencias y tanto placer. El seguía sin correrse,  creo que estuvo a punto pero como me adelanté y me aparté, no le dio tiempo, pero creo que se alegraba, así podía seguir.

-                 Me cuentas una aventura realmente apasionante, Luisa.  Siento envidia sana, de veras.  La sexualidad más completa, enhorabuena.

-                 Gracias, querido.   Después de aquello me volví a derrumbar exhausta. Ahora sí pasó bastante tiempo, quizás más de una hora.  Nos fumamos un cigarrillo.  Volvimos a charlar y a reírnos tan felices.  Allí, sintiendo nuestro calor mutuo, nuestros cuerpos desnudos, era la dicha total.  La intensidad del acto había sido tan fuerte que yo notaba perfectamente que el olor cálido de mi sexo llenaba la habitación como si fuese el mejor ambientador.

-                 El mejor afrodisíaco, sin duda..

-                 Pues sí, porque a pesar  de ir ya algo cansados, él volvió a despertar y a despertarme a mí.  El miembro no lo tenía ahora totalmente erecto,  pero aunque sí lo bastante para volver a penetrarme, no lo hizo.  Ahora pensó en otra cosa.

-                 Cariño, -me dice entre besos-, ya has tenido los dos primeros con la penetración, ahora el tercero tiene que ser distinto, con la boca..

-                 ¿Con la boca?...Uffffff… que alegría….ajajajaa. Sí, Síiiiiiiiiiiiiii.

-                 Como ves yo no me cortaba un pelo…

-                 Ya veo, Luisa.  Con lo recatada que has sido, y lo puta que te has vuelto de golpe….

-                 Jajajajajaa… Y yo contenta de ello y tú también que te lo estoy notando, puñetero. Te  noto la erección que estás teniendo.

-                 Me está encantando de veras..

-                 Bueno, sigo.  Tras dos orgasmos yo estaba ya algo agotada, pero la situación y el cariño que me daba me mantenía aún deseosa.  Me puso de espaldas, me abrió del todo, me dijo que me relajara, se tumbó   en la cama entre mis piernas y allí se puso a darme sexo oral sin ninguna prisa.

-                 ¿Lo hacía bien?.

-                 Un maestro, en serio.  Sin ninguna prisa, todo el tiempo para mí.  Lametones suaves, arriba abajo con la lengua muy húmeda.  Luego más rápidos en el clítoris, ponía la lengua dura y la entraba en el coño…Metía un dedo o dos mientras me sorbía los labios internos… Que goce, Luciano, no lo puedes imaginar… Y aquello duraba, duraba….  Y aunque más despacio, con algo más de trabajo, me vino el tercero orgasmo.  Algo más pequeño en intensidad, pero al ser con esa novedad de la boca,  fue muy dulce. Terminé y esta vez me quedé reposando como dormida, mientras él se levantaba y colocaba un poco la cama a mi alrededor.  Pasado un ratito, me fui espabilando y curiosamente tenía sensación de hambre…jajajaa.

-                 Claro, había sido mucho el esfuerzo…

-                 Se lo dije y nos fuimos a la cocina, donde nos sentamos para beber y comer algo. Yo me compuse el picardía y él se puso una toalla alrededor de la cintura para estar más decente para comer.  Partió un buen plato de jamón, riquísimo por cierto.  Y para beber sacó una botella de vino dulce de Málaga, también exquisito.  Total, que nos pusimos manos a la obra, el plato lo liquidamos de inmediato y casi también la botella de vino. Ya sabes, ese vino entra muy bien, pero tiene su graduación y sin darte cuenta te has cargado.  Así que tras terminar de comer, yo entré al baño a hacer un pis (ahora de verdad),  me aseé el coñito en el bidé porque lo tenia realmente destrozado y a la cama, y ahora sí me dormí, por lo menos yo.  Sabes que tengo un sueño profundo, pero si encima estoy algo borrachita, ya no hay quien me despierte aunque me pase un tren por encima.  Y así, dormida,  sucedió lo más sorprendente de la noche…

-                 Cuenta, estoy realmente intrigado..

-                 Verás, soñé que él me volvía a follar, pero era un sueño perfecto en el que yo notaba también un tremendo placer.

-                 Increíble….

Ahora Luisa se ha levantado y se sienta un momento en el sofá al lado de su marido.  A Luciano tras el pantalón corto de andar por casa se le nota una tremenda erección.  Lucía le baja la ropa lo suficiente para dejar el miembro fuera.  

-                 No hagas nada, ni digas nada, solo déjate hacer.

Lucía se pone de pie delante de su marido, mete las manos bajo el picardía y se baja la braguita, sacándola por  los pies. Luego se acomoda de rodillas sobre el sofá, encima de su marido.  Se agarra a su cuello, como si nada estuviera sucediendo. Ella seguirá hablando, contando su experiencia,  sin hacer referencia alguna a lo que ahora sucederá.  Es como si fuese una continuación de su propia aventura. Ambos desean escenificar el relato que Luisa cuenta. A ambos les apetece tener ahora sexo, pero ninguno lo menciona, solo actúan.

-                 Pues veras,  marido mío, te sigo contando… ehhhhh…. Esto……sí…..como te decía…..ahhhhh……

El relato de Luisa se entrecorta.  Lo que está sucediendo ahora es que el miembro de su marido se lo ha encajado ella sola, hasta el fondo.  Se queda quieta un momento para adaptarse a la dura polla y una vez que ya tiene su vagina dispuesta y húmeda, se deja caer con todo su peso, clavándosela totalmente.  Se baja los tirantes del picardía y descubre los senos, que quedan allí delante de la cara del marido. Él solo los mira, extasiado, no los toca, tiene los brazos apoyados en el sofá y siguiendo las instrucciones de su mujer, nada dice, nada hace.  Ella manda.

-                 Bueno, sigo.  Verás.  Yo estaba totalmente dormida.  Y como te digo era el sueño perfecto,  nunca tuve uno tal real.  Con todo detalle el me poseía, encima de mí, y yo me iba excitando poco a  poco…Era delicioso.

-                 ¿Cómo podía ser eso, cariño?

-                 Pues muy sencillo….Que me estaba haciendo el amor de verdad, yo dormida…y en ese estado de media consciencia me parecía un sueño, pero me estaba follando de nuevo, deberían ser ya las siete de la mañana.

Luisa inicia ahora un suave movimiento encima de su marido.  Atrás, adelante…un poquito arriba y abajo.  Siguen sin comentarios, sin el más mínimo gesto que no sea esa penetración que gozan sin apenas expresarlo.

-  Él cuando me desperté me lo contó todo, tal como sucedió.  El tenía el sueño más ligero y se levantó para beber agua y asearse algo. Cuando volvió yo estaba allí de espaldas, roncando suavemente, abierta de piernas.  Me encontró bellísima y me deseó de nuevo.  Se sentó en la cama,  estuvo largo rato mirándome.  Me pasó los dedos por el sexo, comprobó que estaba fresco, pero no lo suficientemente húmedo para la penetración. Así que me aplicó la lengua otro rato.

-                 Aaaagggggggggggggg  -a Luciano se le escapa sin querer un gemido como de angustia, pero en realidad de placer.-.

-                 ¿Te pasa algo cariño?  -pregunta Luisa-.

-                 Nada, nadaaaaaa, sigue, sigue contando.

-                 Pues después de eso, de darme un poco de boca,  viendo que estaba ya preparada, se colocó encima de mí, pero sin aplastarme, para no interrumpir mi sueño.  Apoyándose en sus rodillas y en los brazos estirados,  me volvió poseer.  Largo rato. Él me sentía gemir incluso dormida. Sabía que disfrutaba. Y eso a mí me parecía un sueño y en esa situación sentía un placer infinito.

-                 Síiii…..sí…siiiiiiiii….

-                 No tengo idea de cuánto duró. Pero seguro que me la metía durante tiempo. Pasadas dos o tres horas desde el tercer orgasmo, yo estuviera ya dispuesta para el cuarto.  Como buen amante ya conocía mis reacciones previas al orgasmo,  mi ansiedad, mis músculos tensos,  el chorrear de mi vagina…

Luisa ahora acelera el movimiento de su culo sobre el miembro de su marido.   El marido sigue mirando los senos que ahora se mueven encima de su cara.  Luisa sigue contando pero con voz ahora muy ronca y entrecortada.

-                 Sí, sí… el sabía que yo me iba a correr dormida.. Y sabía que estaba a punto. Uuuffffff… Y  lo que hizo fue sincronizar su orgasmo con el mío.  Ehhhh,  síiii…eso es……sincronizado….ahhhh, al mismo tiempo….síiii…..lo hacía muy bien, tan buen amante….ahhhhhhhhhhhh... yo dormida y corriéndome y él vaciando todo su esperma en mi coñooo….Era rico….muy ricooo…..síiiiiiiii….

Ambos están reproduciendo el momento con el mayor detalle.  Ambos quieren sentir en real lo que Lusa está contando.    Los dos sincronizan también sus orgasmos.  Luisa salta ahora más deprisa sobre su marido mientas se corre sin control.  Luciano nunca la  había visto así.   Y se siente muy feliz de que Luisa goce también con él y al tiempo que ella gime en su placer le suelta un potente chorro de semen en lo más íntimo.   Ella tiene esa suerte,  ha sido inseminada por dos hombres en pocas horas.

Pasados unos momentos ella se levanta. No le dice nada de lo  que acaba de ocurrir, solo le da una palmadita en el hombro como en señal de aprobación.

    .- ¿No te importa que me vaya a dormir?   Estoy agotada...

No espera respuesta y Luciano la ve salir del salón, pasillo adelante, camino del dormitorio. Con sus zapatos de aguja y sujetándose el picardía por debajo de los pechos para que no se le caiga la prenda.  Va algo insegura, tambaleándose..

En el suelo ha quedado la braguita.  El marido la coge con delicadeza y la lleva a su nariz, huele a la hembra.  Con la prenda en las manos y con el miembro aún fuera, goteando,  se deja caer de lado en el sofá;  también ha dormido poco esa noche y necesita como Luisa reponer fuerzas con el sueño. Todavía algo consciente se dice para sí mismo que vendrán  nuevos tiempos para el matrimonio y que esos tiempos serán gozosos.