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La chica

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LA QUINCEÑA

Cuando a Luis le ofrecieron un cambio de destino en el Banco donde trabajaba,  no dudó en aceptarlo.  Tenía que abandonar su ciudad de siempre y el domicilio de sus padres.  Pero decidió que ya era hora de volar un poco, ya tenía 28 años. Además, la nueva ciudad tampoco era tan distante y el nuevo destino suponía un importante ascenso en su vida laboral, y también un buen  aumento de sueldo.

En esa ciudad de su  nuevo destino vivía una prima de su madre, Lucía,  que al conocer la noticia se ofreció enseguida a alojarlo en su casa.   La madre de Luis también hizo lo posible por convencerlo, ya que el chico era algo desastroso para organizarse en cuánto a cuestiones domésticas, siempre había estado bajo el cobijo de la madre.

-          Mira,  hijo, tendrás todo dispuesto: comida, tu ropa, etc.   Solo en un piso te comería la porquería a la semana.  Ya sabes que son buena gente, los conoces. Si luego no estás a gusto, tiempo habrá para mudarte.

Dicho y hecho.  Luis se trasladó y se presentó en casa de esos tíos lejanos con su maleta.

Lo recibieron muy bien.  La tía, una mujer de 45 años,  siempre fue una mujer muy presentable.  Agraciada de cara, muy simpática,  había engordado un poco, pero se mantenía en buena forma.  El marido estaba muy avejentado, era algo mayor, tenía 55 años, pero ya jubilado por enfermedad,  no era ni sombra de lo que Luis recordaba de su adolescencia, cuando alguna vez las familias se visitaban.  Anda muy deprimido después de su enfermedad,  y apenas se comunica con la gente. Está en su mundo.

La sorpresa se la llevó con Anita, la única hija del matrimonio.  Hacía ya al menos 6 o 7 años que no la veía, y claro, la recordaba muy niña. 

-          ¡Caray…¡  ¿Pero esta es Anita?.

-          Soy yo, soy yo…sí….ajajajaa  -la chica tenía mucho desparpajo-.

-          ¿Qué edad tienes ya?.

-          18, ya camino de los 19…

-          Vaya, vaya, estás muy guapa….

La chica era alta, bien proporcionada y de rostro bello, morena, ojos muy bonitos.   Unas caderas ya bien marcadas,  el pecho aún poco desarrollado, pero  se adivinaba duro, desafiante.

El joven se acomodó muy bien.  La tía era muy atenta, así como el marido y la niña.  Se sentía como en su casa: su ropa siempre limpia y planchada,  las tía era también buena cocinera;  disponía de su propia llave para entrar y salir cuando quería,  le acondicionaron una buena habitación, con mesa de estudio para sus papeles y ordenador, etc.

Tiene su horario hasta el mediodía.  Cuando llega  sobre las 15,30 horas suele comer solo, ya que la familia lo hace algo antes.   El tío se ausenta nada más llegar, tiene costumbre con algunos amigos de jugar largas partidas de dominó en un bar cercano, es el mejor momento para él.   La tía algunas tardes  hace algún trabajo fuera de casa,  como cuidar a alguna persona mayor o  tareas domésticas. Queda también con alguna amiga.  La chica tiene sus clases por la mañana y por la tarde permanece en casa o hace deberes,  o también sale a dar una vuelta.

Luis tiene ya su experiencia con mujeres, no es un novato. Ha tenido algunas amantes, algunas jóvenes, alguna también madura.

El nuevo inquilino capta pronto que la chica es muy sensual,  muy femenina.   Suele pasearse por la casa con ropa atrevida, con la mayor naturalidad.  Está en la edad en la que comienza a ser consciente de sus encantos  y lo aprovecha.  Ahora, que es verano, suele ponerse  una amplia camiseta, escotada y corta.  Por arriba, sin el sujetador, se le ven los pechos con mucha facilidad. Por abajo,  nada más agacharse,  todo el trasero apenas cubierto por un pequeño tanga.  De vez en cuando,  Luis, desde su habitación oye alguna bronca de la madre con la hija.

-          ¡ Ana….¡  ¡Ya te he dicho mil veces que no puedes andar así por casa…¡  ¡ Ahora hay otra persona aquí viviendo,  y vas exhibiendo continuamente las tetas y el culo,  no seas tan guarra….¡

-          No será para tanto,  máma….no seas tan estrecha.

-          Ni estrecha ni nada.  Si no te vistes adecuadamente, lo hablaré en serio con tu padre.

Pero la chiquilla sigue a su aire.  Y Luis no es de piedra,  claro.   Bueno,  -se dice a sí mismo-, a nadie le amarga un dulce, así que al menos los ojos se me alegran.  Especialmente cuando la madre y el padre están ausentes, el descaro de la chiquilla es tremendo,  anda salida como perra en celo.  Se pasea en bragas y sujetador o se sienta con su camiseta corta enseñando muslos sin reparo alguno.  Luis se hace muy buenas pajas a su costa.

Los viernes Luis no viene a comer, tiene costumbre de quedar con los compañeros a la salida del trabajo y se toman unas cañas con sus tapas.  Lucía suele salir a alguna de sus tareas y Ana tiene también en los viernes alguna actividad extraescolar.  El padre, a esa hora, en su partida de dominó. Así que cuando llega, con unas cañas de más, se suele echar un buen sueño en el sofá, con la TV de fondo.

Tiene llave de la casa, para entrar y salir a su antojo. Pero casi  siempre llama al timbre, no quiere sorprender a ninguno de la familia en alguna situación inadecuada. Pero esta tarde, sabiendo que no están, abre con su llave.

Una vez dentro de casa, en el pasillo, se dispone para ir al baño, pero al pasar por delante de la puerta del salón, que tiene cristales,  se sorprende con la presencia de Ana, que no le ha visto entrar.   Está tirada en el sofá, prácticamente desnuda, ya que tiene una bata puesta pero totalmente abierta.  Con el sonido de la TV no se ha enterado de su presencia.  Se está masturbando con entusiasmo,  los ojos cerrados, concentrada, abierta de piernas.  Tiene una mano en su sexo y la otra en uno de sus pechos.

Luis, algo asustado por esa invasión a la intimidad de la chica,  retrocede en silencio hasta la puerta, la cierra tras de sí y se queda en el pequeño porche del jardín de la casa. Se fuma tranquilamente un cigarrillo, a la  espera de que la niña termine. 

Ha sido solamente como un flash,  un segundo de la visión de la chica estimulándose.  Pero le han quedado unos detalles que no se quita de la mente. En primer lugar, le ha sorprendido el pubis peludo de la chica, es muy morena y luce un triángulo espeso de pelo negro.   A lo mejor le gusta llevarlo así, o quizás se debe a que es jovencita y aún no domina las técnicas depilatorias del coño.  En segundo lugar los bonitos pechos, que son pequeños aún, pero se adivinan tremendamente duros y con unos pezones exquisitos, muy grandes y salientes. Sin darse cuenta, está teniendo una erección tremenda.

 Tras unos diez minutos,  ahora llama al timbre.  Se ha quitado la chaqueta y se la cuelga del brazo delante de su cintura para evitar que se le note la erección.

Aparece Ana, abrochándose la bata. 

-          ¿No has ido a la clase de hoy, Anita?

-          No. Me llamó el profesor, que salía de viaje.

La chica está sudorosa.   Luis piensa que quizás no ha terminado o bien que necesita más de un orgasmo para relajarse.  Con algo de sorna le comenta su estado.

-          Estás como algo sofocada.. ¿ te pasa algo?.

-          No, no.  Es que estaba haciendo algo de ejercicio en la bicicleta.

Luis se sonríe para sus adentros.  Ana nunca usa la bicicleta estática de la madre, pero le hace gracia la ocurrencia de la chica.

-          Voy al baño un momento.  ¿Me haces un favor, Ana?.  Ponme un cafetito, anda,  que tras los vinos que he tomado, me sentará bien.

-          Vale, ahora mismo. Yo también tomaré otro.

El joven va al baño, pero más que otra cosa por la necesidad de masturbarse.  Tiene el miembro a reventar, como un palo.  La chica le ha producido una excitación terrible.  Se coloca delante del lavabo, se desabrocha el pantalón y se saca el miembro totalmente vertical.   Varias sacudidas al pene, siete u ocho son suficientes.  Un potente chorro de esperma termina en el espejo.  Luis baja enseguida la cabeza del pene y los siguientes chorros, ya más menguados, acaban en el lavabo.

-          Joder, que asco, como he puesto todo… Como me pone esta chiquilla…

Se refresca la polla en el lavabo y después limpia todo cuidadosamente.  Cuando sale se sienta en el sofá, donde había estado Ana tocándose.  Se da cuenta de la mancha que hay sobre la tela, la chiquilla ha mojado el asiento con sus flujos. Enseguida le llega el olor de la hembra. Cierra los ojos y aspira el aroma femenino.

-          Que olor más persistente tiene esta niña, caray.  Que rico…

Ana llega con una bandeja y café para los dos.   Se agacha delante de él para colocar la bandeja sobre la mesita.   La bata es algo escotada y además lleva desabrochado el botón de arriba, así que al agacharse muestra totalmente desnudos los pechitos duros.  Ella lo sabe bien, es traviesa y quiere jugar.

Después se toman el café y como era de esperar y por insinuación de Lucía,  hablan de sexo.  La chica le cuenta que es virgen, pero que ya quiere terminar con esa situación, pero los chicos que conoce no le gustan demasiado,  le gustaría comenzar con un chico algo mayor.   Luis se hace algo el tonto, y le aconseja que no tenga demasiada prisa, que es aún muy jovencita.

Desde ese día la chica se muestra cada vez más atrevida.    Está provocando descaradamente al hombre.   Luis acostumbra en las tardes de verano a echarse un rato la siesta cuando llega del trabajo.    En una de esas tardes, que no están los padres,  siente a Ana en la ducha y después se presenta en su habitación,  solo con la toalla enrollada sobre su cuerpo.  Se sienta a su lado en la cama,  con la excusa de que está algo aburrida y enseguida se tumba a su lado.

-          Ana, no deberías entrar aquí, no es correcto, y además así, medio desnuda..

-          ¿ Es que te vas a asustar?  ¿Sabes?.. Estoy caliente…

-          Tú estás caliente casi de forma permanente, cielo…

-          Pues sí, quizás…

La chica juguetona, se mueve continuamente a su lado, se sienta, se tumba,  se ríe.  Se le abre de vez en cuando la toalla y muestra el sexo peludo.   Juega también con la sábana que cubre a Luis hasta la cintura,  quiere ver su miembro.  Luis está desnudo con la polla ya dura como un palo.  Se sujeta la sábana, pudoroso.

-          Anaaaaaaaaaa,  por favor……Esto no está bien…

-          Anda, enseñámela… Nunca he visto una polla en directo…

Al final termina apartando la sábana,   y agarrando la dura polla a pesar de la oposición de Luis.  Lo hace apretando muy fuerte, dada su falta de experiencia.

-          Cuidado, cuidado, Ana, que no es de goma, es de carne y es mía. Me duele…

La chica afloja la presión y sigue acariciando el miembro viril con más  ternura.

-          Joderrrrrrrr…..¡¡¡.  Que grande y que durá está… ¿y todo esto entra dentro de una mujer, sin que le duela?.

-          Claro, cielo, ten en cuenta que las chicas os dilatáis y entra perfectamente.

-          Pues que ganas tengo ya de que eso ocurra, joder….

Ana se acomoda un poco encima de él y comienza a besarle. Luis se sorprende de lo bien que lo hace.  Besa con la boca abierta, usando muy bien la lengua.

-          Joder, Ana, serás virgen, pero besas como una profesional.

-          Es que aunque no he follado todavía,  me he morreado bien con algunos compañeros.

-          Ya veo, ya,  menuda forma de besar, cielo…

Luis, bastante animado ya, pasa la yema de los dedos de abajo a arriba por la abertura jugosa de la chica, que está totalmente abierta. A llegar arriba de la rica almejita se encuentra un obstáculo inesperado.  Es el clítoris, grande, duro, que sobresale un poco de los labios mayores.

-          Joder, que chiquilla esta, que peculiar es.

Luis está a punto de saltar sobre la chica, abrirla bien y colocarse entre sus muslos y que sea lo que tenga que ser.  Pero le salva la eyaculación.  A pesar de las caricias inexpertas de Ana,  acaba corriéndose, vaciando totalmente sus testículos y lanzando varios chorros potentes, que saltan hacia arriba y caen sobre su pecho y su vientre. Ella lanza un aullido de admiración.

-          ¡  Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…¡  ¡Qué bonito..¡.  No sabía que salía con tanta fuerza.  ¿Y esto es lo que queda preñada a una mujer?.

La chica pasa los dedos por el esperma, asombrada.

-  Pues sí cariño, eso es lo que os queda preñadas.  Ahí están millones de espermatozoides.  Eso es el semen, el esperma o la lechita, si quieres darle ese nombre.

-          Me encanta. Me gustaría recibir ese chorro dentro.  Que guarra soy, verdad…

Con la eyaculación Luis se controla.  Se enfría y recapacita.

-          Venga, déjalo ya, esto ya es mucho. No puede ser, Anita, lo siento. No quiero ni pensar que tus padres se enterasen de esto.

Se levanta para vestirse, con las protestas de la chica.   El chico empieza a sentirse agobiado, acosado por la chiquilla.

A Luis le gusta madrugar los sábados y domingos.   Le encanta pasear, hacer deporte.   Lucía también se levanta pronto, pero el padre y la hija siempre tardan más en aparecer.  Después de ducharse y ponerse la ropa deportiva,  el chico acude a la cocina.  Por allí anda siempre Lucía con sus tareas domésticas.  Ambos desayunan juntos los fines de semana y charlan un buen rato, con la puerta cerrada para no molestar a los otros.

Este sábado Luis acude a la cita del desayuno como siempre.

-          Buenos días, Lucía.

-          Hola, buenos días. Siéntate, ya te tengo preparadas las tostadas.

-          Gracias.

El joven está esta mañana algo más silencioso.  Ella lo nota.

-          Estás preocupado por algo, creo… No dices nada.

-          Bueno… en fin… no sé… quizás.

-          ¿Dime que te pasa? ¿Son problemas del trabajo?.

-          No, no…. No es eso.

-          Pues dímelo, por favor, no te cortes. Yo soy como tu mamá.

-          Verás… Estoy pensado que quizás me vaya de vuestra casa…

Ella se queda demudada,  la desagradable sorpresa se le nota en el rostro, está algo pálida.

-          ¿ Pero.. pero… por qué…?.  ¿Es que no estás a gusto aquí, con nosotros?.

-          Sí que lo estoy, sí.

-          ¿Entonces?.

-          Verás, Lucía. Te lo diré claramente.  Si sigo aquí, acabaré follándome a tu hija, y no debo. No podría hacer esa faena a esta familia, después de haberme acogido como a  un hijo.

-          Ah… era eso…. ya, ya.

Quedan ambos en silencio un largo rato.  Al final ella habla, despacio,  pero serena.

-          Verás,  te contaré algo.

-          Dime…

-          A mí me desvirgaron a los 15 años, la edad que ahora tiene Ana.  Y fue un hombre también maduro, incluso más que tú, tenía 38 años.

-          Vaya, que precoz has sido.

-          Sí, y Ana es igual. Lleva mis genes, somos las dos muy hembras.  Yo tenía claro que quería un maduro que me desvirgase,  no quería niñatos.

-          ¿ Y quien fue?

-          Un vecino, era soltero como tú.  Tenía un apartamento en nuestro edificio. Muy guapo, me ponía a mil.   Yo coqueteaba con él cuando lo encontraba en el vestíbulo o en el ascensor.  Yo también le gustaba, estaba segura.  Un día, viniendo de clase, estaba él sentado solo en la terraza de un bar.  Al verme pasar me invitó a tomar un refresco; yo acepté encantada.  Y al final acabamos hablando del tema,   me dijo ya sin reparos que si quería acostarme con él.  No lo dudé, le dije que sí, aunque, claro, dada mi edad tenía algo de miedo.

-          ¿Te folló en su casa?.

-          No.  No era prudente que algún otro vecino me viera entrar o salir de su apartamento.  Así que me llevó a un hotel. Todo un caballero, reservó la mejor habitación.  Conocía mucho al recepcionista, para que no pusiera alguna pega de ir con una menor.  Me lo hizo maravillosamente, paciente, tierno,  todo un señor.  Guardo un recuerdo imborrable de mi primera vez, acerté bien, no como otras, que lo han hecho con chicos de su edad inexpertos y ha sido un fracaso.

-          Ya, ya…

-          Bueno, visto lo dicho, ahora te diré algo, y no te alarmes.

-          Dime.

-          Quiero que te folles a mi hija, mejor tú que cualquier otro.  Va a hacer dieciséis años, ya tiene edad de consentimiento sexual, no debes de preocuparte por eso.

Luis no puede articular palabra, se queda con la boca abierta.

- Sí, estoy convencida. Mira, Ana está a punto.  Si no es hoy, es mañana.  Pero a los dieciséis no llega entera.  Y desde luego prefiero a un hombre de verdad, que me la desvirgue como tiene que ser, antes que un capullo.   ¿Te atreves?.

-  No sé que decir, de verdad….Me coges tan desprevenido…

-  Pues si lo dudas, es que te apetece. Además la deseas, me he dado cuenta como la miras.  Tendrás suerte, es una gran mujer.

-  Pues claro, soy  hombre, no soy de piedra. Y tu hija está buenísima.

-  Te diré algo más, aunque soy egoísta.  No quiero que te vayas.  En esta casa hace falta un hombre, mi marido no está para nada, ya ni siquiera puede conducir.  No sabes lo que feliz que nos hace que nos lleves con el coche a la compra del fin de semana o a cualquier otro sitio. O que arregles todas las cosas de casa, tan apañado que eres para el bricolage.  Y además,  seré sincera, el dinero que nos das nos viene muy bien.  Mi marido tiene una pensión pequeña,  con tu aportación comemos todos.  No nos dejes, por favor.

La mujer está prácticamente suplicando, con los ojos humedecidos.  Luis le tiene mucho cariño a ella y a la familia; no se atreve a negarse.

-          Está bien, Lucía, vale…. Yo también soy afortunado, que duda cabe.

-          Gracias, cielo, gracias.

Lucía se levanta y le da un beso cariñoso.

-          ¿Y cuándo te la quieres tirar, dime?

-          Bueno, este viernes… Es el mejor día de la semana, que vosotros estáis más tiempo ausentes.

-          Vale, vale.  Oye: ten cuidado no me la quedes preñada, ponte preservativo.

-          No.

-          ¿Nooooo..?.  No me jodas, que preparas la faena.

-          Verás.  Que a  una mujer la desvirgue un preservativo es algo espantoso, antinatural.  La primera vez que entre en ella una polla tiene que ser desnuda, sin funda. Pero me controlo bien, tranquila. No me correré dentro.

-          Vale, tu sabrás….

Llega el viernes.  Luis como siempre acude después de comer,  tras tomarse las cañas con los compañeros.  El padre ya se ha ido y Lucía está recogiendo.  Luis se da una ducha y como es habitual se va a su habitación a dormir un poco.   Oye la voz de la madre,  hablando a su  hija.

-          Cariño, que me voy.  Tardaré bastante.  Si sales come algo antes.

-          Vale, mamá.

Lucía le ha dado a entender a su hija que tardará, para que ella se relaje y actúe en consecuencia. 

Luis sabe bien lo que va a pasar, que la chica aprovechará la ocasión.  La siente irse al baño y ducharse, ella es muy cuidadosa para eso, siempre está super aseada y perfumada.

Efectivamente,  al poco rato asoma ella por la puerta entreabierta. Lleva la batita ligera de andar por casa.  Toca en la puerta con precaución.

-          Toc, toc….  ¿Puedo pasar, no molesto?.

-          Pasa, pasa, cariño…

Como hace otros días se acomoda en la cama a su lado.   Con cierto miedo de ser rechazada.

-          ¿Me vas a echar también hoy?.

-          Pues no, cielo, ya ves.  Hoy te voy a dar la caña que necesitas, que estás más salida que una burra.

-          Jajajajaja… Sí que estoy salida, pero no creo que me vayas a dar caña, no tendré esa suerte.

Ella se coloca un poco encima de él y aparta la sábana que cubre a medias el cuerpo desnudo del hombre.   Aparece el miembro vigoroso, erecto,  que siempre asombra a la chica.

-          ¿Te pones así siempre por mi culpa?

-          Pues claro,  cariño.  Me estimulas a tope y mi haces empalmarme con facilidad.

-          ¿Me ves mujer o niña?

Luis baja la mirada a la entrepierna de la chica, que descuidada la muestra sin recato.

-          ¿Con ese felpudo que tienes ahí,  tú crees que eres niña?

-          ¿Te gusta peludo o quieres que me lo afeite?

-          Está bien como está, déjalo.

El joven pasa el brazo por la espalda de la chiquilla, atrayéndola hacía sí, y comienza a regalarle una larga sesión de besos profundos.

-          Síiiiiiiiiiiiiiiiii, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii  -exclama ella, entusiasmada---  Hoy sí, hoy te veo con ganas.

Él la despoja de la batita, y la queda totalmente desnuda.  La chica comienza a jadear y a sudar de la emoción.   Luis está boca arriba, también desnudo, y ella se coloca a horcajadas encima de uno de los muslos de él.   Se roza descaradamente, mientras sigue besando como una loca.     Luis siente el roce suave de su vulva entreabierta, su humedad y también la fricción más dura del clítoris de la chiquilla, que está al máximo de deseo.

De momento, Luis siente un fuerte chorro de líquido sobre su muslo.

-          Joder, hija…. Si hasta eres eyaculadora, que bárbaro, que mujeraza….

-          ¿Eso de eyaculadora que es? –pregunta la chica en su inexperiencia-.

-          Pues mujeres, como tú ahora, que durante la excitación y el sexo,  lanzan grandes chorros de líquido, mojándolo todo.

-          Ah, no lo sabía.  ¿Y eso es bueno o malo?

-          Es buenísimo cariño, buenísimo, eso tiene un erotismo precioso.

-          ¿Sí?.  Pues si es bueno, toma, toma…..ajajajaa

Ana,  ya muy desvergonzada, vuelve a soltar otro chorro, que gotea por el muslo de él, hasta la sábana.    Luis le agarra los pequeños pechos, preciosos, turgentes, deliciosos.   Y entonces ella se dispara con su primer orgasmo, dando suelta total a su frescura de hembra, a su tremendo deseo. Más líquido, gemidos interminables, porque el orgasmo es muy largo, y se deja caer como desmayada sobre el hombre de él.   Luis sabe bien que ahí no termina el acto,   adivina, y acierta, que es multiorgásmica y tiene para mucho todavía.

Dura poco ese pequeño relax.  La chica vuelve a los besos.  El hombre se incorpora un poco y la pone boca arriba,  abierta; ella se deja hacer, relajada, con los brazos extendidos,  esperando anhelosa.

Luis va a guiarse por sus experiencias con algunas otras chicas a las que ha desvirgado.  También por los consejos de la madre, que le pidió que fuera cuidadoso. 

Se coloca sobre ella y agarrándose el miembro con la mano lo desliza una vez y otra por la rajita empapada.   Los labios íntimos de la chica están hinchados, y no deja de fluir su jugo.  Cuando llega a la parte superior de la fresca hendidura,  él le castiga fuerte el clítoris,  apretando la cabeza de su falo contra la protuberancia femenina. Ella entonces vuelve a soltar sus chorros.  El hombre se arregla para seguir besándola y también para bajar con su boca a los pezones femeninos que están duros como piedras.  Ella suda de la emoción y del deseo. Todos sus poros se abren.  Levanta continuamente las caderas, buscando el roce del miembro masculino.  Luis hace lo posible para controlar a esa potrilla desbocada.

No tarda mucho en venir el segundo orgasmo,  aún más fuerte que el primero.  Anita suelta no ya un gemido, es casi un aullido persistente, mientras se agarra fuerte al cuello de Luis atrayéndolo hacia ella.  Al tiempo levanta todo lo que puede las piernas y las pasa por la cintura del hombre, en un abrazo de pasión desbordada.   Luego vuelve a relajarse, dejando caer las piernas y los brazos.

Luis descabalga ahora de entre las piernas de la adolescente y se queda de lado, pegado a ella.   La respiración de la chica se va calmando poco a poco.     Decide que ahora tiene que hacer un receso, dejar que ella se recupere y vuelva a sentir el deseo.

La acaricia despacio y le habla con ternura.   Pasa las manos con suavidad sobre sus pechos, su vientre.   La piel es suavísima, de color canela, uniforme en todo el cuerpo de la chica, salvo la mancha oscura de su poblado pubis.  Luis se ha follado ya a bastantes mujeres, jóvenes o maduras, y le sorprende que la que más vello tiene en el coño de todas es una de solo quince años.  Pasa la palma de la mano sobre el pelo rizado, espeso, muy negro.

-          Me gusta tu coño, cielo, es precioso.

-          ¿De veras?...Pues estoy algo acomplejada,  tengo mucho pelo ahí.

Es cierto, no solo es la mata espesa del mismo coño, que parece camuflado tras ese bonito seto,  sino a ambos lados,  en la cara interna de los muslos en la zona cercana al sexo hay también bastantes pelos.

-          Debería depilarme, como hacen mis amigas, pero no me apaño bien,  la última vez que lo intenté me hice varios cortes con la cuchilla.

-          Es que es difícil que te apañes sola con tanto pelo y tan fuerte,  eso tendría que hacértelo alguien.

-          ¿Me lo harías tú, me depilarías el coñito?.

-          Pues claro cielo, si hay que hacerlo se hace,  y verás como no te corto.

-          Jajajajajaaaaa, que cabronazo eres.  Estaré encantada.

Siguen charlando de forma tierna, muy compenetrados.  Ella pregunta cosas muy simples, en el  fondo es ingenua e inexperta.

-          Oye, Luis, dime… ¿ya no soy virgen?.

-          Sigues siendo virgen, cielo.  Aún no te he penetrado.

-          Pues yo me lo he pasado muy bien,  me he corrido dos veces y he eyaculado mucho, como tú llamas a eso de soltar líquido.

-          Claro, cariño. El sexo es variado y puede ser muy placentero, sin llegar a la penetración. 

-          Ya veo, ya. ¿ Y cuándo dejaré de ser virgen, entonces?.

-          Pues en cualquier momento, mi vida,  eso sucede de un segundo a otro.

-          Ahhhh…. ¿Crees que me dolerá?.

-          No te preocupes, será muy fácil, ni te vas a enterar.

Luis ha decidido hacer coincidir la desfloración de la chiquilla con el momento de su tercer orgasmo.  De esa forma, habiendo ya sentido dos antes,  tiene garantizado que tendrá un buen recuerdo de su primera vez. Y por otra parte,  en el momento del orgasmo estará como flotando,   abierta,  los músculos vaginales relajados, en esa situación de medio desmayo en la que cae cuando se está corriendo.  La rotura del himen en esa situación será pan comido.

Pasada una media hora,  el hombre  decide que hay que comenzar de nuevo la tarea.   Se coloca de nuevo entre sus muslos.  Vuelve a rozar la raja  húmeda con la cabeza de su dura polla, que no ha bajado ni un momento de la erección.  Pero ahora combina con otra técnica, la del sexo oral.  Luis es un buen experto comedor de coños, sabe bien como llevar a una mujer al cielo.

Se baja al peludo sexo femenino.  Coloca sus manos extendidas una a cada lado del húmedo coño.  Las aparta, apretando al mismo tiempo y el sexo se abre, mostrando su rosado interior.  Ahora saca totalmente su lengua y bien extendida, plana,  la coloca sobre la abertura vaginal, dejándola ahí unos segundos para que ella se acostumbre al tacto y al calor.   La chica asombrada, tiene los ojos muy abiertos,  está extasiada, expectante, curiosa de todo lo que le está sucediendo. 

Luis sube ahora así la lengua, apretándola contra el coño.  Muy despacio. Va saboreando cada milímetro del órgano sexual que le ofrecen.  La chica que tenía la cabeza algo erguida para mirar lo que le estaban haciendo, la deja caer sobre la almohada, mirando al techo.  Agarra la cabeza de su amante y la aprieta fuerte contra su entrepierna.  Vuelven los gemidos muy fuertes.

Luis ahora se retira, no quiere que se corra tan pronto.  Quiere llevarla al límite, ponerla medio loca.  Espera unos segundos a que se relaje el sexo y luego sube para volver a rozarlo con su miembro.

La hembra, porque la quinceña es una auténtica hembra,   está ahora como en el limbo,  perdida, los ojos en blanco, la boca muy abierta, gozando como una burra en celo.

Mientras lame ese jugoso coño, a veces Luis tiene que detenerse para apartar uno de esos pelos rizados de su boca.  Pero  no le importa, está gozando mucho sintiendo la mata de pelos en su lengua.   Cuando se acerca  al clítoris ella le obsequia con fuertes chorros de líquido, que esta vez no caen en la sábana, sino directamente en la boca del hombre, que lo traga todo con entusiasmo, al tiempo que piensa con que comparar el olor y el sabor de ese jugo.  Llega a la conclusión que no hay nada que lo iguale, no es dulce ni salado, ni amargo ni ácido, es, sencillamente olor y sabor a coño fresco, algo exquisito.   Siente que si dura esta situación acabará corriéndose sobre la sábana antes de  penetrar a la chiquilla.

Decide acelerar el ritmo.  Los lengüetazos son más rápidos ahora.  Le aprieta fuerte los pechitos menudos.  Ella abre más la boca y comienza el largo gemido que él ya conoce bien,  el del orgasmo…

--  Ahhhhhhhhhhhhhh,   ooohhhhhhhhhhhhhhhh, que rico, que rico me viene, que gustooooooooooooooooo…….

Es el momento. Luis sube, se agarra la polla, la coloca en la parte inferior de la hendidura resbaladiza,  da  un empujón….. ¡¡ Adentrooooo….¡¡.  Ha metido la cabeza del falo y un par de centímetros, y se detiene.

Ha sentido perfectamente la breve resistencia del himen, pero muy escasa, ante la fuerte dilatación y lubricación de ella.

En ese momento de la desfloración nota como el gemido de la chica cambia de tono, se vuelve como más gutural, más primitivo.

-          Agggggggggggggggggggggggggg,,,,uuuffffffffffffffffffffffffffff…..

No tiene claro si el gemido es de dolor o de placer, o mezcla de ambas cosas.

-          Ya estoy dentro, cariño.  Ya eres mía, ahora sí.  Ya no eres virgen…Aguanta.

-          Sí, lo noto, sí –dice ella entre fuertes jadeos-.

-          ¿Te ha dolido?.

-          Ha sido como un pequeño pinchazo…noto bien la polla metida.

-          ¿Te molesta, quieres que la saque?

-          Noooooooooooooooooooooooo…..¡¡. Ni se te ocurra sacarla ahora….¡¡

-          Jajajajajaja, pero que putita eres….

-          Sí, soy tu putita, toda tuya.

Luis está apoyado ahora sobre sus brazos estirados, colocados a los lados de ella.  De esa forma la mira y controla sus reacciones.  Empuja un poco más y mete medio miembro en la cavidad femenina.  Siente perfectamente la estrechez de la vagina,  como un abrazo tierno sobre su polla.  Espera, paciente, a que se vaya dilatando más.  La sensación es deliciosa.  Muy concentrado para evitar correrse dentro de la chica.

Ella ahora baja una mano y toca los órganos sexuales de ambos, tan íntimamente unidos.

-          Me la tienes metida casi toda y eso que es grande…

-          Falta un poquito, cielo, poco a  poco.

-          Métela toda, ya no pasa nada, estoy muy abierta para ti.

Otro empujón y el pubis de Luis choca ya contra el clítoris de ella.  No hay  nada más que meter; a pesar del buen tamaño del miembro,  la chica aguanta de maravilla.

-          Que lindo, que bien… Me siento toda llena, es algo difícil de explicar.

Luis sigue apretando fuerte,  estático.  Permanecen así un buen rato,  disfrutando ambos del placer mutuo.

-          ¿Quieres otro orgasmo, Anita?.

-          No, ya no, no puedo con otro,  me siento agotada.  Aunque estoy muy a gusto.

-          Entonces te la saco ya,  te estoy follando sin preservativo y no conviene arriesgarse mucho.

-          Como quieras, vale… sácala ya….

Ella se incorpora un poco y mira a su entrepierna, para ver salir lentamente al grueso pollón, todo mojado.

-          No me puedo creer que todo eso me hayas metido, joder, que fuerte…

Se deja caer sobre la almohada, exhausta, pero también atenta y pendiente de su amante.

-          ¿Y tú, no lo has sentido?

-          No cielo, yo me he controlado, de lo contrario puedo quedarte embarazada.

-          Vale, pero así no te puedes quedar, ven,  yo te lo hago.

Luis se coloca boca arriba y ella masajea su pene,  esta vez ya con algo más de soltura que la primera vez.   Está durísimo y ella se sorprende.

-          ¿No te duele?.

-          Un poco, de la erección, pero ahora cuando me corra se me alivia.

Pocas caricias femeninas hacen falta.  El potente chorro de semen sale otra vez proyectado hacia arriba.

-  Me encanta ver como sueltas la leche, cielo,  que fuerza.

Ella vuelve a untar sus dedos en el esperma, como la primera vez, pero ahora lo  lleva a  la boca y lame un poco su mano.

-          Me gusta el sabor, no se como alguna de mis amigas dice que es asqueroso, será que no se lo  hacen bien y no se calientan.

-          Serás una gran amante, Anita,  no tengo dudas.

-          ¿Sí?.. Gracias, gracias a ti por hacerme mujer. ¿No te irás de nuestra casa, eh?  ¿Te quedarás conmigo?.

-          Pues claro, mi vida,   no te preocupes por eso.

-           

Anita se acurruca contra su hombre con una sonrisa tierna y agradecida.  Cierra los ojos.  Luis la abraza y se da cuenta que se ha quedado profundamente dormida.

Han pasado cuatro meses y Ana ya cumplió los 16 años.   Luis la obsequió para su cumpleaños con un pequeño viaje, a la costa.  La familia reside en una ciudad del interior y Ana no conocía el mar.  Disfrutó enormemente, viendo nuevas cosas pero también dando rienda suelta a su sexualidad con la libertad que supone estar en un hotel a solas con su amante.

También ha madurado mucho,  está más equilibrada, más responsable.

Ahora, en un nuevo sábado, coinciden a primera hora Luis y Lucía, como es habitual, para compartir el desayuno mientras el padre y Ana duermen.   La madre ya está trabajando en sus cosas por la cocina y sirve los dos desayunos..  Pero esta mañana, Luis observa que ella no se ha puesto la ropa habitual, sino que sigue con el camisón de dormir,  una prenda algo estrecha y bastante corta.   Lleva los muslos descubiertos hasta la mitad.  

Luis la observa de reojo y piensa que la señora se mantiene bastante bien para sus 45 años,  es guapetona,  con mucha frescura,  algo opulenta, pero con el cuerpo bien firme.   Cuando ella se pone de espaldas a él para ir disponiendo el desayuno,  Luis observa con detalle.   No lleva ropa interior, los pechos, bastante grandes se mueven libres y bajo la tela del camisón se marcan perfectamente las nalgas desnudas.

Lucía coloca los desayunos en la mesa y se disponen para tomarlo y charlar un rato como suelen hacer.    Cuando ella se sienta en la mesa lo hace sin cuidado alguno de estirar la pequeña prenda y los muslos se exhiben en su totalidad.  Luis se da cuenta que ella quiere agradarle y ya se atreve a hacerle algún comentario atrevido.

-          Hoy no te has quitado el camisón…

-          Sí, perdona,  me he liado con las cosas que tengo que hacer y ya me he retrasado con la ducha y cambiarme.

-          Pues te queda divinamente, muy sexy.

-          ¿Tú crees?  ¿No estoy algo gorda?.

-          No, solo algo rellenita, pero eso sienta bien.  ¿No te pones nada debajo para dormir?.

Ella se hace ahora la pudorosa.

-          Ayyyyy….  ¿Es que se me nota que no llevo nada?.

-          Se nota perfectamente que no llevas ropa interior, pero tranquila, que no me molesta.

-          Anda, cuéntame detalles de cómo vas con mi hija…

-          Pues bien,  aprende rápido.  Se ha convertido en una gran amante.

-          ¿Te hace ya de todo?.  ¿Se atreve con la mamada?.

-          Claro que se atreve y lo hace de maravilla,  tragando incluso todo.

-          Joder, con la niña….  Esta me adelanta, seguro. ¿Estás contento entonces?.

-          Sí, claro, mucho, donde iba yo a encontrar nada mejor.

Siguen desayunando en silencio,  mientras Luis, ahora sin recato mira a Lucía de arriba abajo.  Ella se da cuenta.

-          Que me vas a poner colorada…jajajaaa

-          Tienes unas tetas de escándalo,  me encantan.

Ella halagada, le obsequia moviendo el cuerpo de forma rápida de  un lado a otro, de tal forma que los pechos se agitan de forma escandalosa,  marcándose totalmente bajo la tela.

-          Jajajajaajaja…. Me estoy volviendo tan putita como mi hija.

Luis le pasa una mano por el muslo, acariciando despacio.

-          Me estás poniendo muy cachonda,  mucho…

-          Es lo que quiero, cariño.

-          ¿Y si me pongo cachonda del todo, que puede pasar?.

-          Pues ahora lo verás.

Luis, que ya se ha empalmado totalmente, no anda con remilgos.  Coge la silla en la que está sentado y la pone arrimada a la puerta cerrada que separa la cocina del resto de la casa.  Se sienta en ella y le dice a la madura que se acerque.

-          Ven, con la puerta así atrancada,  si alguien viniese, no podría entrar y daría tiempo a apartarnos.

Se baja el pantalón deportivo dejando fuera el miembro, que apunta al techo.

-          Ven Lucía, siéntate aquí sobre mí.

Ella está caliente totalmente y muy necesitada, porque hace ya muchos meses que su marido no cumple con ella.  Se pone a horcajadas sobre las piernas del chico y se levanta el camisón totalmente, dejando libres incluso los abundantes pechos.   Se deja caer con todo su peso  y ella misma se inserta el grueso falo hasta el fondo.

-          Ummmmmmmmmmmmmmmm…. Pero que ganas tenía, cariño, que falta me hacía esto….

Luis se agarra a las poderosas caderas de la mujer,  y ella le mete los pechos bamboleantes en la cara.

-          Tenemos que terminar pronto,  estamos corriendo mucho riesgo.

-          Sí, sí…-dice ella entre jadeos-,  eso, muérdeme las tetas….. Así cielo, asíiiiiii….ahoraaaaaaaaaaaaaaaaaa………………..

La mujer se desvanece en un profundo orgasmo, mordiéndose los labios para no gritar.  Luis le regala una de sus copiosas eyaculaciones que golpea con fuerza en lo más profundo de la mujer.   Con rapidez se incorporan para colocar todo.

-          Joder, que calentón, Lucía.  Y no me he puesto preservativo,  puedo quedarte preñada.

-          No, cielo, tranquilo.  Tengo ligadura de trompas, no pasa nada. Pero esto ha sido visto y no visto… Para la próxima hay que planificarlo bien, nada de prisas. Tenemos que estar solos y tranquilos.   ¿Quieres repetir otro día?.

-          Quiero repetir muchos días, muchos….

-          ¿No será demasiado para ti, la chica y yo?.

-          Espero poder aguantar,  tú empieza desde hoy a ponerme más ración de comida…ajajajaa.

-          Y vitaminas, si te hacen falta, también….ajajajaa. Por cierto, ¿no querías irte de esta casa?.

-          Uuuffffffffffffffffffffffff, creo que me quedaré muchos años, muchos…ajajajaa.

-          Gracias.  Voy a lavarme el coñito, que me escurre que no veas, estás hecho un toro, vaya corrida que te has pegado, hijo….Ya no estaba acostumbrada a estas cosas. 

Chorreando semen y jugos por los bonitos muslos,  la madre se encamina al baño.   Luis sigue en la cocina y no sabe si está soñando o es realidad lo que le está ocurriendo.   Al mirar hacia abajo y ver a su miembro ya semiflácido, pero aún con alguna gota de semen en la punta, se dice, que sí, que es verdad.    Porque a veces, aunque no sea muchas,  la vida nos sonríe y nos premia con lo mejor de lo mejor.