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Mi Diario de un Despertar Zombie -Empieza el Viaje

en Lésbicos

No paso ni media hora cuando los gritos de Lissett me despertaron de mi sueño, y cuando abrí los ojos pude ver la razón de ellos.

Cassandra intentaba maniobrar la camioneta mientras esquivaba a la mayor concentración de Zombies que desde que esta locura empezó había visto.

A pesar de que Cassandra tenía pericia con el volante, pero eran tantos Zombies que si no salíamos de allí pronto, nos terminarían rodeando y por más “mataburro” que tengamos, no podríamos continuar.

Flor vio a un grupo de zombies que en otro momento hubieran sido un grupo de liceo de puras chicas y chicos, todos pequeños y delgados, que si los atravesábamos podríamos subirnos la isla y retornar por la avenida para buscar otro camino.

Tal vez la camioneta sufría daños, pero serian mucho menores que intentar atropellar a una persona adulta, yo al entender que pasaría, tape los oídos de Lissett y le pedí que me mirara a los ojos fijamente.

Cuando el primer estudiante choco contra el “mataburros” de la camioneta, pude escuchar sus huesos romperse y su grito oscuro y ronco, no de dolor, sino de impotencia por no poder tomarnos.

Lissett empezó a llorar nuevamente, y solo pude abrazarla fuerte contra mi pecho, pude ver como una de las estudiantes quedaba enganchada de la camioneta, y era arrastrada por ella, mientras subíamos la isla y por fin teníamos cancha libre para buscar otra vía de escape de la ciudad.

Juan le iba diciendo a Cassandra que caminos tomar para salir de Caracas, a pesar de que estaba realmente herido, pero todos parecían estar llenos de zombies, incluso los que habían tomado la vez que se consiguieron a María.

Dando vueltas, por fin pudimos conseguir un camino despejado, bueno, relativamente despejado en comparación con los otros, por la Rinconada, tomando una vía que le dicen la Mariposa, la acostumbraba a usar los ladrones para pasar carros robados, o eso fue lo que dijo María, quien a la final, dio la idea de que camino usar.

Por momentos perdí mis esperanzas de que la situación no fuera igual en los estados vecinos a la capital, hasta que un carro pequeño venía del lado contrario a la carretera desolada y se paró frente a nosotros, su parachoques estaba destrozado, y había un agujero en el parabrisas.

De su interior una pareja de adolescentes de no más de diecisiete salían con sus manos en alto, para intentar demostrar que no eran un peligro, en el auto quedaban un niño y otra chica tal vez de su misma edad.

La chica estaba espelucada, asustada, con sangre en su camisa, aunque no parecía que fuese de ella, y el chico tenía su ropa completamente sucia, pero no tenía heridas visibles, aunque por lo parecido que eran, más que pareja, parecían hermanos, muy delgados y trigueños.

-Buenas! Estamos perdidos, queremos entrar a Caracas a buscar a nuestros padres, y realmente no tenemos idea de cómo hacerlo, ¿Pueden ayudarnos?- Hablo la chica, con su voz asustada, pero que sonaba sincera, además de que por su acento, venían de los Andes, tierra de Anni.

-Voy a salir a ver qué es lo que pasa.- Dijo Cassandra martillando su pistola por lo bajo.

-Yo te acompaño, no quiero que los mates.- Dije yo, aunque en el estado que estaba no podría hacer mucho, no quería que nada malo ocurriera innecesariamente.

-Tonta… no soy como mi familia.- Me dijo.- Pero es mejor prevenir.- Me dijo alargando su mano, y dándome otra pistola más pequeña que saco de debajo de su asiento.

Agarre el arma, y con cuidado me baje, apartando a Lissett con delicadeza, sin levantar el arma todavía.

En cambio Cassandra que aunque no fuera como su familia, estaba curtida en esto, si se bajo de la camioneta apuntando al chico y haciéndolos retroceder.

-Por favor, no nos hagan daño, venimos con nuestro hermanito, y la novia de mi hermano que esta herida.- Nos grito desesperada la chica.- Solo queremos que nos ayuden a llegar.- Termino de decir entre lagrimas y tirándose al suelo de rodillas.

-No pueden entrar a Caracas, la ciudad está muerta, al igual que tus padres, es mejor que se regresen y busquen algún refugio.- Le dijo Cassandra, con voz fuerte y dominante, sin ápice alguno de compasión aparente.

-¡No están muertos!- Grito el chico, que intento moverse hasta Cassandra, yo intuyendo la reacción, me adelante poniéndome entre ambos, con las manos abiertas.

-Calma, calma, todos estamos alterados.- Intente decir, al tiempo que miraba a Cassandra con ojos de reprobación.- Lo que intenta decir mi amiga con su hermoso tacto, es que la ciudad está repleta de zombies, si tus padres están vivos, seguro ya salieron de la ciudad a buscarlos.- Les dije volteándome para mirarlos a ambos, intentando tranquilizar la situación.

-No entienden, no hay donde buscar, los primeros heridos de Caracas los repartieron entre varias ciudades, hasta llegar a nuestra tierra.- Respondió el chico con lagrimas en los ojos.- Tuvimos que salir huyendo como pudimos, dejándolo todo, incluso a nuestros tíos que nos cuidaban.

-Hasta donde sabia, las únicas zonas de defensa que todavía quedaban estaban en San Cristóbal, y el llano, claro, también hay reportes de gente en playas y en la gran sabana.- Les dijo Cassandra.- ¿Por qué no fueron hasta San Cristóbal? ¿Vienen de allá no?

-No.- Le respondió la chica desde el suelo.- Estudiamos en Barquisimeto, y no hay zona de la ciudad que no esté en guerra con esos seres.- Justo cuando la chica decía eso, Paula se bajo de la camioneta como posesa.

-¿De qué parte de Barquisimeto vienen?- Les pregunto también entre llanos Paula, mientras era detenida por María que también se bajo con ella.

-No importa de dónde somos, este, oeste, norte, sur, toda la ciudad, todo el estado está tomado por zombies, saqueadores y psicópatas.- Respondió la chica herida que salió del asiento trasero del carro, con un vendaje empapado en sangre en su brazo, muy blanca y demacrada.

Paula estallo en llanto, pero antes de que pudiera moverme hasta ella, María la envolvió en sus brazos para consolarla, un pequeño sentimiento de celos me invadió, pero la tensión que todavía había, sobrepasaba todo.

-¿Fuiste mordida verdad?- Le pregunto María, todavía con Paula en sus brazos, haciendo que los chicos se sorprendieran.- Todas acá hemos perdido a alguien por eso.- Termino de decir, como explicándoles porque lo sabía.

-Si…- Contesto la chica cabizbaja.- Fui mordida por mi hermanita, cuando intentábamos salvarla… pero fue demasiada tarde.- Su voz se convirtió en un hilo, y pude notar claramente como sus ojos estaban inyectados de sangre, y pequeñas venas se marcaban en su rostro y cuello.

-No te queda mucho tiempo.- Contesto María, mirándola fijamente.- Sabes eso, eres un riesgo para tus amigos, deben dejarte… y si fuera yo, preferiría que me mataran de una vez.- Las palabras crudas pero llenas de sentimientos de María fueron un baño de agua fría para los chicos.

-Lo sé.- Contesto valientemente la chica.- Pero no tenemos armas, y ellos no quieren abandonarme a mi suerte, aunque se los he pedido.- Término de decir, cuando su novio se voltio para ir hasta ella y abrazarla.

-No te abandonaremos Ney, eres el amor de mi vida.- Le contesto entre lagrimas, haciendo que mi corazón se arrugara al ponerme en la situación del chico.

-Estamos hablando mucho para el tiempo que nos conocemos.- Dijo de golpe Cassandra, que todavía apuntaba a los chicos.- Acá estamos todos expuestos, y esa chica esta próxima a convertirse.

-No me gusta reconocerlo, pero tienes razón.- Dijo Flor.- Si quieren seguir su viaje a Caracas, pueden hacerlo, pero sin que me quede nada por dentro, pierden su tiempo, y peor, ese niño que anda con ustedes morirá.- Flor también había cambiado con todo esto, la chica dulce se convirtió en alguien fuerte y dura.

-Aunque tenga razón….No tenemos donde más ir.- Respondió la hermana del chico incorporándose.

-No me quiero arrepentir por esto, pero pueden venir con nosotras.- Les dijo Cassandra que de la nada bajo su arma.- Pero la chica mordida se queda, puede convertirse en cualquier momento.- Aunque me sorprendió que Cassandra fuera quien lo dijera, también entendí que mientras más seamos, más posibilidades tendremos de sobrevivir, y tal vez de todas nosotras, era la única que era capaz de decirle eso sobre Ney.

-¡Jamás!- Grito el chico.- Mi novia ira con nosotros, o no iremos a ningún lado.- Termino de decir completamente colérico el joven enamorado.

-No seas tonto Alex, tú también eres el amor de mi vida, y te quiero demasiado a ti y a tu familia como para aceptar que se sacrifiquen por mí, que ya no tengo oportunidad.- Dijo con voz dulce Ney, pero con semblante horriblemente decaído, sosteniendo el rostro suavemente de su novio, y separándose de él para despedirse del niño que se había bajado, que tal vez tenia la misma edad de Lissett.

La chica que se había acercado a ella rodeando el carro, se unió al abrazo, aunque su hermano Alex parecía todavía en estado catatónico.

-Vamos a darle, ya puedo escuchar gemidos a lo lejos.- Dije, en realidad no escuchaba nada, pero Cassandra tenía razón, estábamos demasiado expuestas aquí.

Para sorpresa de todos, la chica mordida cayo de golpe desplomada en el asfalto, mientras empezaba a convulsionar, nunca había visto alguien convertirse en Zombie desde que todo esto había pasado, por lo que mi sorpresa fue mayúscula.

El chico Alex que arrodillo y abrazo a Ney buscando levantarla, pero a la final cayo rendido llorando desconsoladamente cuando la chica dejo de respirar.

Todos los presentes estábamos inmóviles, observando una de las imágenes más tristes y fuertes que desde que todo esto había pasado habíamos tenido la desdicha de vivir.

Pero de golpe, la chica mordida abrió sus ojos, Cassandra fue la única que pudo ver algo, pero cuando llego corriendo hasta ella, ya era demasiado tarde, Ney había arrancado un gran tajo del cuello de su novio Alex, haciendo que un gran chorro de sangre saliera cual cascada.

Su hermana grito desconsolada intentando separarlo, mientras Aura que de la nada corrió desde dentro de nuestra camioneta, había llegado hasta el niño para cargarlo y alejarlo del peligro.

Cassandra sin pensarlo dos veces le metió un tiro entre los ojos a Ney, haciendo que esta cayera por fin, y para sorpresa de todas, sin perder medio segundo, le disparo a su novio también en la cabeza, provocando que su hermana buscara atacarla, pero no contaba con su velocidad, y la esquivo fácilmente.

-Tontas, si no nos hubiéramos puesto cursis le habría metido un tiro a esa chica mucho antes de que esto hubiera pasado.- Grito Cassandra, con sus ojos visiblemente cargados de lagrimas, por más dura que fuera por fuera, era visible que todo esto también le afecto.

-¡Maldita!- Grito la chica, mientras buscaba embestirla, pero ya era controlada por Flor.

-Cálmate niña, aunque duela, ella tiene razón, ustedes mismos se buscaron este fin.- Le dijo Flor.- Como dijo mi amiga, todos hemos perdido amigos, hermanos, madres, padres… tienes que seguir adelante por el niño.- Termino de decir Flor, haciendo que la chica empezara a reaccionar.

A lo lejos, esta vez, si pude escuchar los gemidos de un par de Zombies que se acercaban por nuestro lado de la carretera, seguramente alertados por el alboroto causado con el disparo.

Juan salió de la camioneta ayudado por Anni.- Vámonos, estamos perdiendo demasiado tiempo.- Dijo firmemente, aunque todavía de muy mal semblante.- Paula, maneja el carro de la chica, que en esas condiciones no puede manejar… María, acompáñala.- Terminó de ordenar Juan que como siempre, ponía orden a todo, aunque no aguanto y tuvo que sentarse de nuevo en la camioneta.

Todas asentimos, incluyendo la chica, que antes de montarnos, se presento.- Mi nombre es Doyexi.- Nos dijo, cuando para nuestra sorpresa, estiraba su mano hasta Cassandra para saludarla.

Este primero dudo, pero acepto el saludo para luego montarse rápidamente en la camioneta, los zombies parecían ser frescos, porque estaban acercándose ya hasta escasos metros de nuestros vehículos.

En esta oportunidad íbamos mucho más cómodas, aunque en mi cabeza crecía un gusanillo de duda, al pensar que Paula y María iban a durar mucho tiempo solas en ese carro, aunque sabía que no era momento de eso, mi mente no dejaba de dar vueltas, hasta que el cansancio empezó a vencerme de nuevo, y caí en un sueño que espero, no tenga Zombies o psicópatas.

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