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La Detective Caso “Twitterland” Capitulo I

en Lésbicos

CAPITULO I

Solo gemidos salían de la habitación, mientras en la cama dos seres fusionados en placer se entregaban lo mejor que tenían para darse, entre besos, caricias y lamidas.

Completamente desnudas, Laura Cuevas y su pareja, Ana Ramos aprovechaban el poco tiempo que tenían juntas para darse placer a la máxima potencia, usando sus cuerpos como herramienta, sincronizadas en un torbellino de pasión desenfrenada, y el amor más profundo.

Laura sentía que explotaría en cualquier momento, desde lo más profundo de su vientre latía el inminente orgasmo, haciendo que todo su cuerpo se tensara aguardando el brutal final, provocado por la mortal combinación de la lengua y dedos de Ana, acariciando su clítoris y penetrando en su interior al mismo tiempo, compartiendo el ritmo entre embestidas.

Cuando el orgasmo la golpeó, la vista de la Detective Laura se nublo y de su boca solo pudo gritar ahogadamente el nombre de su amante, de su pareja, de la razón por la que todavía respiraba en la actualidad.

Ana disfrutaba cuando eso pasaba, la hacía sentir que pasara lo que pasara, Laura era suya, y aunque sus agendas las alejaban a veces por días enteros, ese fuego todavía era muy fuerte entre ellas dos.

Subiendo hasta quedar sobre ella, Ana se encontró frente a esos preciosos ojos verdes que adoraba con eterna devoción, besándola dulcemente.- ¿Repetimos?- Pregunto juguetonamente, haciendo un puchero con sus labios.

-Eso no se pregunta.- Respondió Laura, sonriendo y sintiéndose afortunada, cuando extendió sus brazos para abrazarla, una fuerte puntada de dolor en su hombro, que aunque ya bastante recuperado, había necesitado de muchas horas de difícil terapia física para recuperar un estado, siquiera aceptable de movilidad.

Ante la mueca de dolor, Ana se apresuro a revisar el hombro de su pareja, incorporándose, y sentándose a su lado.- ¿Te lastimaste? ¿Qué sientes?- Preguntó Alarmada Ana, sabia lo duro que había sido la recuperación de Laura, y que su hombro jamás estaría completamente sano.

-Tranquila querida, solo es la prótesis que a veces me molesta, mejor sigue en lo que estabas.- Le contestó Laura acariciando el rostro de Ana con sus dedos, y brindándole una dulce sonrisa.

Ana devolvió esa sonrisa e inclinándose, beso cada una de las cicatrices en el hombro de su pareja, y subió por su cuello para hacer lo propio con la otra secuela de su ataque, sintiendo como el cuerpo de Laura se estremecía con por el contacto con sus labios.

Laura no había tenido la oportunidad de sentir complejo alguno por sus cicatrices, ya que desde el primer momento, su pareja le había dejado bien claro que poco le importaban, ni siquiera el horroroso pentágono que tenia dibujado para siempre en su pecho, cortesía del bisturí del finado psicópata adorador de Horus, y antiguo jefe de Ana, el Doctor Ángelo Colmenarez.

Cuando las caricias estaban empezando a subir de nivel, los teléfonos de Laura y Ana empezaron a sonar casi al mismo tiempo, lo que para desgracia de ambas, no era buena señal.

-Contesta mi bella, yo me daré una rápida ducha.- Exclamó Ana, mientras salía de su cama completamente desnuda, Laura solo pudo disfrutar del movimiento de sus glúteos y suspirar cuando vio el identificador de llamadas.

-Aquí Cuevas.- Contestó, sabiendo que esta noche seria dura, aunque lo que más pesar le daba, era que volvería a estar alejada de Ana, quien sabe por cuánto tiempo.

-Cuevas, es Lucena, estoy debajo de tu apartamento.- Terminó de decir, el Comisario General del CICPC, y mentor Laura, sorprendiéndola, desde ese caso donde caso donde casi mueren ambos, no había salido al campo en misión oficial, y que el mismo la hubiera buscado, no era augurio de algo bueno.

Se puso un jean negro ajustado que acaba de lavar, una camisa blanca manga larga, que tapaba su placa y su arma de reglamento, y su chaqueta de cuero negra, ya que el frio de Caracas en las noches de Enero siempre era brutal.

Ya habían pasado un par de años desde que Laura Cuevas se enfrento al caso más difícil de su joven carrera como agente en el CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas).

Su talento, y capacidad fueron premiados dentro de la fuerza, logrando ser la Inspectora en jefe del nuevo departamento especializado en homicidios de algo rango, siendo la primera vez que una mujer tomaba un cargo tan importante, y la más joven en lograrlo.

Su pareja, también había logrado un ascenso, aunque más por causalidad que por meritos propios, ya que al morir su antiguo jefe, y provocado a la fuga de talento que Venezuela atravesaba, no quedaba quien más se encargara de la dirección del departamento forense en la morgue, así que la responsabilidad cayó en sus jóvenes hombros.

Entro al baño donde todavía desnuda bajo la ducha Ana pasaba sus manos enjabonando sus preciosos senos, que aunque eran pequeños, siempre despertaban su morbo.- Ya me voy, el Jefe esta abajo esperándome.- Exclamó, metiendo su cabeza dentro de la ducha y besando rápidamente a su pareja, que todavía estaba asombrada por la noticia del Jefe Lucena buscándola.

Laura suspiro cuando salió de su apartamento, todavía con el olor de Ana en su piel, y el sabor de sus besos en sus labios, aparto su pesar, y bajo lo más rápido que pudo hasta la entrada del edificio, para encontrarse con el Jefe Lucena al volante de una camioneta oficial del CICPC.

-Jefe.- Saludó Laura, mientras entraba en la camioneta, y miraba el serio rostro de Lucena, era la primera vez desde que casi pierde su brazo, a manos de Ángelo Colmenarez, que el Comisario en Jefe del CICPC estaba tras un volante.

-Cuevas, disculpa que te sacara de tu día libre.- Exclamó Lucena mientras arrancaba a toda velocidad, abandonando Bello Monte antes de que pudiera preguntar siquiera a donde se dirigían.

-¿Cuál es la situación?- Pregunto Laura, mientras veía a Lucena esquivar los pocos carros que en la madrugada transitaban, adentrándose en una de las zonas más exclusivas de la capital, los Campitos, que básicamente era una montaña de grandes y lujosas casas apiladas una al lado de otra.

-Hace una hora fuimos avisados del asesinato de dos cuerpos, mujer y hombre, de veinte y cuarenta años respectivamente, ambos fueron encontrados en la casa, propiedad de los padres de la chica.- Le contestó Lucena, mientras seguían subiendo la montaña, y el nivel de las casas iba subiendo, para convertirse en preciosas mansiones.

Casi al final de la cuesta, aparcaron en una preciosa casa estilo victoriano, al frente de esta, la liza calva iluminada por los faros de la camioneta la hicieron reconocer al Detective Gil, la mano derecha de Laura, y el mejor sabuesos de todo el CICPC.   

-Jefes.- Saludó Gil con respeto, mientras abría la puerta de Laura, y la ayudaba a bajarse.- Gutiérrez está revisando el perímetro con la novata, entrevistando a los vecinos más cercanos.- Expuso mientras guiaba a Laura al interior de la enorme casa.

-No creo que consiga mucho, este tipo de casas están muy aisladas unas de otras, muchas veces, aunque vivan continuo ni se conocen.- Aseveró el Jefe Lucena.- Cuando era adolescente trabaje de jardinero en muchas de estas casas.- Terminó de decir, sorprendiendo tanto a Gil, como a Laura, ambos sabían de los origines humildes del Jefe, pero poco había hablado de ello.

Nada más entrar por la puerta principal, Laura vislumbro su material blindado, y cerradura inexpugnable de alta calidad, aunque al echar una rápida mirada en el gran salón principal, lleno de piezas de arte hermosas, un espectacular candelabro, y una escalera largas como de las numerosas novelas que en su juventud vio por televisión, se dio cuenta que el término “alta calidad”, se quedaba muy corto.

-Obviamente, el móvil no fue el robo.- Exclamo Laura, mientras observaba un jarrón con detalles de oro y diamantes, que para sus cálculos, podría valer más que su apartamento.

-Créame Cuevas, de eso podemos estar seguros.- Contestó con oscuridad en su rostro Lucena, mientras subía las largas y lujosas escaleras hacia la segunda planta.

Laura y Gil subieron tras sus pasos, maravillándose con los detalles de lujo, que incluso superaban a los de la sala principal, mientras se adentraban en los pasillos de lo que solo se podía comparar con un museo europeo.

Justo al final, en una puerta con un gran lobo gravado a mano, de una exquisita técnica, y espectacular diseño amenazador, el Jefe Lucena se detuvo, y pareciendo buscar aire, abrió con suavidad, pasando a su interior.

Laura fue golpeada por el penetrante olor de la sangre, mientras sus ojos se ajustaban a la incandescente claridad de la habitación.

Cuando su vista se acostumbro, pudo detallar que la habitación era una especie de estudio de grabación, combinado con un centro de computación de alta tecnología, con varias cámaras de gran calidad frente al centro de todo, la cama, que en otro tiempo debió estar impecablemente arreglada con una fina tela de blanco perfecto, aunque eso Laura solo lo pudo suponer por una pequeña fracción de la cabecera, que no estaba manchada con sangre.

Justo en medio de la enorme cama, dos cuerpos reposaban desnudos, entrelazados como dos amantes perpetuos, ambos sobre un gran charco de su propia sangre.

Laura camino hasta la cama, para observar mejor los cuerpos, y lo primero que pudo detallar fue el precioso rostro de la chica, la mirada fija permitía ver sus profundos ojos azules como el océano, mientras que su piel era un inmaculado marfil, perfilada y sin imperfecciones.

-Ya Arias tomo fotografías, justo ahora está interrogando a la señora de servicio.- Exclamó Gil, viendo que Laura se contenía de acercarse más a los cuerpos para no contaminar la escena, a lo que la agente contestó solo asintiendo sin siquiera mirarlo, concentrada en cada detalle.

El cabello castaño de la chica estaba empapado con su propia sangre, Laura sin tocar la cama, utilizó un lapicero para mover uno de los mechones que tapaban su cuello, vislumbrando un pequeño pero profundo corte cerca de la clavícula.

Sin decir nada, retiro el brazo inerte de la delicada chica, del cuello del hombre, su piel morena contrastando a pesar de la palidez, con unos kilos de más, y su cabellera cortada al cero.

-Ambos cuerpos tienen la misma herida con algún objeto punzante en la base del cuello.- Exclamó Laura luego de comprobar el mismo corte en el hombre, mientras levantaba su rostro hacia la luz parpadeante de una de las cámaras que estaban frente a la cama.

-Señores, no estamos solos.- Exclamó sombría Laura mientras se acercaba a la cámara y comprobaba que había estado grabando en todo momento, con toda ese equipo, la agente sabia que se trataba de una grabación en vivo.

El Jefe Lucena entendiendo inmediatamente de que se trataba, saco su Glock 42, y disparó a la cámara con enorme precisión, dejándola inservible.- Maldita sea, no se me ocurrió revisar las cámaras, eso significa que el asesino seguramente nos vio llegar a la escena.

Laura que no se inmuto ante el disparo, camino directamente hasta el ordenador que era usado como terminal principal, para descubrir la pagina de Twitter de la chica abierta, que transmitía un Twitcam en vivo, siendo seguida por varios miles de personas.- Jefe, el problema no es que el asesino nos vio llegar, es que todo el mundo vio el asesinato.- Contestó Laura, escuchando al fondo varias sirenas acercándose.

Laura revisó la duración del video, y el Twitcam llevaba exactamente en vivo tres horas y media, eso le daba la hora de la muerte, y aunque le faltaba ver el video, sabía que no sería un problema en lo que la gente lo empezara a viralizar, y que el circo que se armaría, se convertiría en una gran ola de destrucción que caerá sobre su equipo, solo era cuestión de tiempo.

Lista de Personajes

Laura Cuevas: Inspectora en Jefe del CICPC de la división de homicidios de alto perfil, tiene 32 años, graduada con los mayores honores de criminalística, viven con su pareja Ana Ramos.

Ana Ramos: Forense de la Morgue de Bello Monte, tiene 30 años, es pareja de Laura Cuevas.

Jefe Lucena “El Jefe”: Es la máxima figura del CICPC, y por ende, del equipo de trabajo de Laura Cuevas, tiene 51 años.

Agente “Gil”: Segundo al mando del grupo investigador de Laura Cuevas,  tiene la misma edad del Jefe, el mejor sabueso de  todo el cuerpo. 

Agente “Gutiérrez”: Mujer de 44 años, investigadora, y especializada en trato a testigos, se encontraba de vacaciones al momento del asesinato.

Agente Arias: Hombre moreno de dos metros y 46 años, con un chiste para toda ocasión.

Valentine: Dominatrix venezolana de 32 años,  principal sospechosa en la investigación.

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