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De esclava a emperatriz (4: aprendiza)

en Grandes Series

Ciudad de Raven.

Un año después.

 

 

 

 

-¡¡Traidor!!

La lluvia caía en el descampado al este de la Torre Raven. Normalmente se utilizaba para las justas ducales, los entrenamientos de las tropas o como campamento provisional si el Duque había recibido invitados con séquitos multitudinarios. En aquellos momentos la lluvia embarraba un solar rodeado de guardias armados y en cuyo centro se levantaba un cadalso.

-¡Stahl, hijo de puta...! -gritaba la señora Irina-. ¡¡Stahl, traidor...!!

E'lari observaba con tristeza y miedo, protegida de las inclemencias por el palio de sedas y lino bajo el que la comitiva del Duque asistía a la ejecución. La quinta ejecución de aquella mañana. Unos quinientos de los habitantes de la ciudad esperaban al otro lado del cordón de seguridad, obligados a asistir al espectáculo.

-¡Acuérdate, cabrón! -se desgañitaba la ogresa mientras el verdugo le ajustaba la soga al cuello-. ¡La traición se paga! ¡¡La traición...!!

Lord Viktor Stahl, nuevo Duque de Raven, asintió con confianza y una sonrisita en los labios. El verdugo accionó el mecanismo.

-¡¡... se pagaaAAAGGGGHHHH...!!

El cadalso entero crujió cuando el pesado cuerpo cayó a plomo por el hueco. El rostro cetrino de la señora Irina se quedó inerte tras unos instantes de agonía. Sus ojos muertos clavados en un rostro hermoso. Clavados en E'lari.

-Mi señor -susurró el nuevo Senescal al oído de lord Stahl-, con ésta ya hemos finalizado la... renovación -se pasó una lengua por los finos labios-. Todos los leales al Duque Negro han sido eliminados de vuestro Consejo.

-Excelente -aseguró Stahl, su mirada fija en el enorme cadáver balanceante.

E'lari sintió una mano apretando su cadera. La mano del nuevo Duque se aseguraba de mantener a la joven elfa cerca de él. E'lari, asqueada por la visión del rostro desencajado de la señora Irina, cerró los ojos y ahogó un sollozo. La mano la atrajo más hacia lord Stahl.

-Excelente -repitió el antiguo capitán-. Repartid vino entre los guardias. Repartid pan entre los asistentes -se giró hacia la elfa y le sonrió cual lobo-. Cinco días de celebración para cumplir la semana de la muerte del tirano.

E'lari se obligó a sonreír. Hacía frío, pero no por eso su hermoso cuerpo tiritaba dentro de su vestido de muselina y terciopelo, un vestido que se ajustaba tanto a su talle que sus pechos parecían estar ofreciéndose a cualquiera. Tiritaba de temor.

-La caída de un malvado hechicero -añadió el hombre de cabello castaño, piel curtida y bronceada, sujetando el delicado rostro de E'lari hasta dirigirlo hacia el suyo propio- debe celebrarse por todo lo alto. Y los oprimidos deben alegrarse de ello.

E'lari asintió mientras se dejaba besar con luctuosidad. Viktor Stahl conocía el cuerpo de la joven tan bien que sabía cómo hacer para que se excitara. Mientras ella se sentía traicionada por su sexo -que se hinchaba y humedecía por voluntad propia-, pensó en que nadie celebraba nada. Nadie se alegraba de la caída del tirano. Lord Raven era amado, respetado y temido a partes iguales. A lord Stahl sólo le temían.

-¿Ha quedad claro? -le preguntó al Senescal.

-Sí, mi señor -respondió el hombre con una mal disimulada mirada de deseo hacia E'lari. Y añadió antes de marcharse-: Inmediatamente, señor.

-¿Ves, mi preciosa E'lari? -preguntó Stahl separándose de la joven y volviendo a mirar hacia el cadalso. Los cuervos ni siquiera se atrevían a comenzar su propio festín-. Ahora la paz reinará el Ducado, reinará en todas las tierras de alrededor. Juntos -volvió a mirar a la elfa-, tú y yo, hemos acabado con un hombre oscuro, malvado y terrible.

Una lágrima se escapó del ojos almendrados de E'lari.

-Sí, mi señor.

-Juntos, no lo olvides.

Había amenaza en esa declaración.

-Por supuesto, mi señor.

-Y ahora -continuó el humano-, ve a la Torre. Continúa con tus estudios, elfita mía -ensanchó su sonrisa-. Necesitaré de tu poder para asegurar mi... nuestro trono.

-Gracias por acordaros de esta joven elfa, mi señor.

Sin darse cuenta, E'lari había vuelto a utilizar el lenguaje propio de los esclavos del Reino-Bajo-La-Roca. En dos días lo había hecho medio docena de veces.

Stahl sonrió distraídamente, le palmeó las nalgas y se olvidó de ella, sumido de nuevo en la contemplación del cadáver de la ogresa. E'lari se marchó todo lo rápido que se atrevió sin llegar a correr. La lluvia seguía cayendo y cuando salió de debajo del palio, el agua caló sus huesos como si quisiera ahogarla por los crímenes cometidos. El agua se mezclaba con sus lágrimas mientras trotaba a paso vivo hacia la Torre por entre guardias, sirvientes y animales. Sin esquivar charcos de barro, sin esquivar bultos. Perdió los zapatos, perdió la chaquetilla, perdió el tocado. E'lari quería huir y no podía. No, los cuervos no se comerían el cuerpo de la señora Irina.

Ya no había cuervos en el Ducado de Raven.

Todos habían huido de allí.

Todos salvo E'lari.

Entro en el edificio. Las señales del golpe de estado ya se estaban desvaneciendo gracias al empeño de los sirvientes. El levantamiento de Stahl contra lord Raven había sido tan fulminante y sangriento que casi nadie había osado hacer nada. La mayoría de los soldados se habían quedado tan estupefactos que para cuando habían querido -o podido- reaccionar, el hecho ya estaba consumado y el cadáver de lord Raven, el Hechicero de Sangre, el Azote de Demonios, el Quebrantador de Reyes, lucía empalado en el hall de entrada. No lo habían retirado de allí hasta que la tarde anterior, cuando la peste se había vuelto ya insoportable.

E'lari se había dado cuenta de inmediato que Viktor Stahl era diez veces más cruel que lord Raven, diez veces más sádico y diez veces más malvado. Y ni la mitad de caballero.

La joven elfa corrió por las escaleras hasta el único lugar en el que se sabía a salvo: el antiguo laboratorio del hechicero. Agotada, sudorosa, empapada y llorosa, cerró la puerta. La candó con un simple hechizo y se apoyó en la madera. Sollozando ya desconsolada, E'lari rompió en lágrimas y su cuerpo fue resbalando hasta caer al suelo. Se aovilló, abrazándose con tal fuerza que sus uñas acabaron rasgando las costuras de las sedas. La pena se derramó de sus ojos, cayendo a mares por su boca, barbilla y goteando hasta sus generosos pechos. Lloró como nunca había llorado porque el primer hombre que había sido verdaderamente bueno con ella había muerto. Y había muerto porque ella le había matado. Porque era tonta, porque era débil, porque no era más que una cría elfa de apenas cuarenta años y que sólo servía para que los varones la usaran como juguete de placer...

Un crepitar la despertó. E'lari parpadeó entre legañas y mocos a la luz de la hoguera apagada. El paradójico hecho la despabiló lo suficiente como para olvidarse por un instante de ella misma, de sus situación y de su tristeza. La estancia estaba bañada en el anaranjado resplandor del fuego... y ninguna llama quemaba leña en el hogar. Extrañada, se sorbió los mocos y se restregó la cara. Se medio incorporó, arrodillándose sobre el piso de madera y escrutando el laboratorio. El resplandor ígneo ganaba en intensidad. La joven elfa gateó lentamente hasta allí. Un calorcito emanaba del hueco, un calorcito agradable que caldeaba tanto su piel como su espíritu. Conforme se acercaba, los ecos de una cantarina risa llegaban hasta sus oídos. Cada vez más extrañada, se detuvo justo enfrente.

Ante sus anonadados ojos tanto el resplandor como la risa ganaron en intensidad. El vello de su nuca se erizó. Sus ahora entrenados sentidos reconocieron la magia arcana.

-E'lari...

Sus oídos no la traicionaron. Una voz sensual, femenina, grave y susurrante había pronunciado su nombre.

-¿Q-quién...?

-Ayúdame, E'lari...

La luz fue tomando la forma de las llamas, llamas naranjas y rojas que no obstante no eran reales. Aunque la joven podía notar su calor lamiéndole la piel.

-Yo...

-Ayúdame, y yo te ayudaré...

-¿A-ayudarme...? ¿Cómo...?

-Justicia...

-¿Just...?

-Venganza...

-P-pero yo no...

-Te han hecho daño. A mí también. Si nos unimos...

-¿Qué?

-... pagarán.

Por la mente de E'lari desfilaron sin siquiera llamarlas las peores imágenes enterradas en su memoria.

Vio a los soldados enanos que tras matar a sus padres, la capturaron y la violaron uno detrás de otro cuando todavía era una niña.

Al brutal Brokun destrozando su trasero sobre la mesa de la reina enana para regocijo de todos.

A los tres jóvenes escuderos del rey Rundor que la asaltaron junto a las cocinas, la desnudaron y la obligaron a felar sus vergas sin dejarle respirar.

Al amable Mayordomo del Reino-Bajo-La-Roca azotándola con saña mientras masturbaba el anciano colgajo que tenía entre las piernas.

Al capitán Viktor Stahl poseyéndola con dureza y sin pedirle consentimiento a pesar de sus buenas palabras.

A Stahl la verga entre sus pechos, arrodillada bajo la mesa, esperando a ser rociada de semen durante una cena con importantes invitados del Duque Negro.

A Stahl empalando al Duque Negro después de sorprenderle haciéndole el amor a E'lari entre sus cálidos brazos.

Ira, rabia y tristeza. Tres ingredientes que amalgamaron juntos dentro del corazón de la joven elfa. Había sido maltratada, usada, violada tantas veces que su cuerpo ya no la pertenecía. Incluso en aquellos días presentes en los que era la concubina oficial del nuevo Duque de Raven, lord Viktor Stahl, el humano la hacía acudir a su antojo para ser el recipiente de su insaciable verga.

-Lo haré.

-¡Oh, encantadora, E'lari...!

-¿Qué he de...?

Una mano de piel rojiza, de dedos largos y delicados, surgió de entre las fantasmales llamas. Los dedos, esbeltos y rematados en uñas pintadas de carmesí, se extendieron como incitándola a cogerlos.

E'lari alargó su propia mano. Sin dudarlo ni por un instante, estrechó aquellos dedos y la risa volvió a sonar, esta vez mucho más cerca, mucho más potente. Mucho más... oscura.

La joven tiró y cayó hacia atrás, trayendo tras de sí un brazo, un torso desnudo, una melena negra como el azabache, unas alas de murciélago, unas piernas bien torneadas, una cola rematada en una punta de flecha. Un olor. Un aroma a azufre, a rosas, a sándalo, a carbón, a humo, a mirra. Y a sexo.

Reculó hacia atrás, más impresionada que asustada, cuando la aparición infernal se irguió ante ella en todo su esplendor. El rostro femenino, increíblemente hermoso y sensual, de ojos amarillos, facciones angulosas y labios semiabiertos y generosos, le dedicaba una sonrisa de triunfo tan intensa que E'lari temió haber cometido un error.

-¡Aaaahhhhhhhhhhhhhhh, por fin...!

Mientras el demonio se desperezaba con lascivia, E'lari se retrepó, juntando las piernas a su cuerpo y abrazándose a ellas. La intrusa destilaba tanto poder que la elfa sentía todo su cuerpo hormiguear. Aquel ser captó la turbación y centró su atención en la joven.

-¡Oh, vaya! -exclamó con aquella voz de terciopelo caliente-. Una pequeña y hermosa elfa...

La súcubo, pues no podía describirse de otra manera, se acercó con pasos medidos. Una pierna tras otra, cimbreando las caderas, sus rotundos pechos desnudos moviéndose al son de los pies, los pezones oscuros y duros apuntando desafiantes hacia adelante y desafinado a la gravedad. La cola se agitaba delicadamente a un lado y a otro, rozando los muebles, el suelo, los libros, los frascos de cristal, sin llegar a tirar nada. Sin dejar de sonreír, el ser se acuclilló frente a E'lari. El sexo del demonio, sin rastro de vello y de labios tan gordezuelos como los de la boca, se abrió y dejó entrever un clítoris hinchado y húmedo.

-Pequeña y hermosa elfa... -repitió el ser.

-S-soy E'lari...

-¡E'lari! Elari... -la diablesa paladeó el nombre y se lamió los labios-. ¿Sabes que significa “Joya Perfecta” en el idioma antiguo de tu pueblo?

La cola restalló hacia adelante junto al rostro de la joven. E'lari dio un respingo y cerró los ojos. Inmediatamente sintió el cartílago suave y cálido rozándole la mejilla, llevándose los restos de lágrimas, mocos y saliva con él.

-Sí... una pequeña y hermosa joya perfecta...

E'lari abrió los ojos y se encontró con el atractivo rostro a escasos centímetros del suyo. Despedía un aroma a sexo tan abrumador que a la joven se le cortó el aliento, momento que la súcubo aprovechó para reír con diversión y acariciarle la boca con la punta de la cola.

-Mi nombre es impronunciable para una garganta mortal -ronroneó la aparición, dejándose caer al fin de rodillas, abierta de piernas sobre los piececitos de E'lari-, pero tú puedes llamarme Dassil, joven maestra...

-¿J-joven maes...?

La diablesa bajó su pubis hasta que los abultados labios vaginales se sentaron sobre los pies de E'lari. La joven elfa notó la caliente humedad de la entrepierna de aquel ser resbalando por su piel.

-¡Ohh, sí...! -medio gimió la llamada Dassil-. ¿Acaso no has sido tú quien me ha liberado del cautiverio?

-¿C-cau... cautiverio...?

La diablesa acercó más, hasta que los abultados pechos rozaron la tela del vestido de E'lari y se apretaron contra ella. La joven elfa podía sentir los pezones de Dassil, duros, erectos, listos para ser chupados. Los dedos de sus pies se perdieron entre los labios vaginales. El aliento de la sensual boca lamió su oído cuando el demonio susurró.

-Estaba cautiva, pequeña y hermosa joya perfecta -la cálida lengua acarició el borde de su oreja-. Mi anterior maestro, lord Raven, no me dejaba salir muy a menudo, ¿sabes?

-¿Lord Raven te tenía presaaaaooohhhhh...?

Un calambre de placer la recorrió de arriba a abajo cuando unos dientes perfectos mordisquearon la base de su cuello. Los pies nadaban entre fluidos sexuales, pues Dassil no había dejado de frotar su entrepierna contra ellos.

-¡Sí...! -exclamó la súcubo con un puchero y un mohín-. Mi anterior maestro me utilizaba para conseguir... hmmm... conocimiento, ¿sabes, pequeña... -un nuevo lametón en el cuello-... y hermosa... -unas manos abrazaron sus caderas-... joya... -se deslizaron hasta sus nalgas por encima del vestido-... perfecta?

-Hmmm...

-Pero no le guardo ningún rencor, ¿hmmm...? -aseguró Dassil mientras sus manos agarraban el trasero de E'lari y apretaban, metiendo la tela del vestido entre las nalgas-. Siempre fue correcto en su... ahhhh... trato, aunque nunca aprovechó su posición para obtener mis... ohhh, hmmmm... mis bendiciones.

-¿Obtener tus...?

E'lari se dejaba hacer, moviendo los deditos de los pies lo suficiente como para sentir el lascivo sexo de la diablesa deslizarse sobre ellos. Notaba la entrada de la vagina, notaba el abultamiento del clítoris, notaba la depresión del ano. Y desde luego que notaba su propia entrepierna humedeciéndose como respuesta. De la boca de la súcubo sólo surgían gemidos y jadeos de placer. La contestación reverberó en la mente de E'lari sin llegar a ser pronunciada.

-Sexo, joven maestra.

Tras declarar aquello con una pequeña carcajada, Dassil separó su rostro de la tersa piel de E'lari y se irguió. La joven elfa se enfrentó entonces a dos pechos grandes y perfectamente esculpidos. No pudo evitar que su rostro quedara atrapado entre ellos. Eran cálidos, eran suaves. Olían a una promesa de bienestar y éxtasis. Los lamió con deleite.

-Soy pecado carnal.

Un pezón rozó la comisura de su boca, e inconscientemente E'lari lo atrapó entre sus labios y lo mordió, obteniendo a cambio un prolongado y sensual gemido. Apretó con los dientes y el gemido de placer se incrementó. Sintió con un escalofrío cómo los dedos de Dassil rozaban las entradas de sus intimidades por encima de las capas de tela. La cola del demonio se enroscó en su cadera hacia su talle y se introdujo en el escote del vestido. La punta rozó los sensibles pezones de la elfa y E'lari se sintió electrificada.

-Soy el deseo de todo hombre o mujer.

E'lari alargó sus propias manos hasta atrapar las nalgas de la súcubo. Las apretó con un sonido húmedo y las obligó a bajar, haciendo que los dedos de sus pies se introdujeran en el interior de la diablesa. Dassil gimió con sorpresa y se abrazó a la joven con manos y cola, obligándola a enterrar la cara entre sus pechos, atrapándola en una presa de la que la elfa ni podía ni quería escapar.

-Soy tu sueño y tu pesadilla.

E'lari no dejó de chupar y morder los pezones y la carne de aquellos hermosos senos. Mientras su propio sexo se hinchaba y pedía a gritos ser penetrado y no simplemente acariciado con telas y más telas de por medio, la joven introducía los dedos de sus pies en los cada vez más abiertos vagina y ano de la súcubo. Los movía, los sacaba, los volvía a meter. Sentía los cálidos fluidos escaparse de aquellas cuevas de pecado, impregnar su piel y fluir hasta empapar el suelo. La diablesa gemía como una loba en celo mientras restregaba sus atributos contra el rostro de E'lari y se dejaba fornicar.

-Y te serviré para lo que desees...

La condición implícita en el tono del pensamiento alertó a la mente de E'lari lo suficiente como para detenerse -de lamer y morder, al menos, porque no detuvo la doble penetración- y preguntar.

-¿Siempre que...?

Le contestó la divertida risa de la diablesa. Alejó los pechos del alcance de E'lari lo suficiente como para poder inclinar su rostro y besar con lascivo abandono la boca de la elfa. Las lenguas jugaron, los dientes mordieron y los labio pelearon. La saliva caía de ambas bocas, resbalando por la barbilla de E'lari y cayendo hasta el canalillo de sus propios pechos. El escote, empapado, rozaba y excitaba los pezones de la joven, quien empezó a desear liberarlos de su prisión de raso y seda.

-Hmmm... ahhh... -la súcubo separó su boca de la E'lari, aunque un hilo de saliva las mantuvo unidas durante unos segundos-. Siempre que me des poder, pequeña y hermosa joya perfecta.

-Poder...

-¡Aaahhhhhh, síiii...! ¡Ahí, ahí dentro, por los Nueve Infiernoooos...!

Dassil volvió a abrazarse E'lari, apretándose contra ella tanto que los pies de la joven quedaron atrapados por los muslos de la diablesa. Las rojas caderas empezaron a moverse violentamente. Ano y vagina se abrieron a los dedos, permitiendo por completo su penetración mientras el clítoris se frotaba con saña contra la delicada piel del empeine.

-¡¡Aaaaaaaaaahhh...!! ¡¡Aaaahhhhhh...!!

Los gritos y gemidos de la súcubo eran tan intensos que E'lari, por primera vez en su vida, se sintió verdaderamente poderosa. Tenía sobre ella a un ser de inmenso poder y estremecedora belleza, y no obstante parecía estar rendido por completo a ella. La joven elfa poseía el cuerpo de la fémina infernal, mordía sus hermosos pechos, penetraba sus agujeros y arañaba sus nalgas.

Podía creerse lo de “joven maestra”.

-¡¡Aahhhh...!! ¡¡Aahhh...!! Me corro... ¡¡Me corrrrrooooooohhh...!!

El grito de éxtasis de la diablesa fue un bálsamo para el espíritu de E'lari. Sonrió con la cabeza metida entre los senos de Dassil y, aunque su propio cuerpo suplicaba por ser penetrado, la mente de la joven elfa ya había obtenido la satisfacción sexual que anhelaba. No habría alcanzado el clímax físico, pero el anímico había rozado cotas épicas.

-¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH...!!

Tras una serie de convulsiones de extraordinaria intensidad -nunca antes E'lari había sentido tan de cerca el éxtasis de otra fémina-, el cuerpo de la súcubo se relajó en entre sus brazos. La cola se desenroscó, mustia como una verga recién exprimida, saliendo del vestido y deslizándose al suelo. Las alas se replegaron a la espalda hasta desaparecer bajo la piel y los brazos se soltaron de su agarre. Dassil jadeaba intentando recobrar el aliento.

-¡...! ¡...! ¡...!

-¿Estás bien, demonio?

-S-sí... joven... joven maestra...

La súcubo se deslizó -fluyó, más bien- hasta acurrucarse en el regazo y entre las piernas de E'lari. Apoyó la cabeza en el pecho de la elfa. La joven la rodeó con los brazos, insegura sobre qué hacer.

-Pero llámame Dassil -ronroneó la diablesa, haciéndose más hueco entre los muslos de E'lari-. Siempre que me necesites, llámame.

-¿Y para qué te puedo...?

La súcubo la cogió de las manos y las puso sobre sus propios pechos. Restregó su trasero contra la entrepierna de la elfa y ésta notó cómo la cola serpenteante de Dassil se colaba bajo la falda de su vestido y presionaba contra su empapadísima ropa interior. Suavemente, juguetona.

-Para enseñarte conocimiento prohibido...

Se llevó uno de los blancos dedos a la boca y lo chupó con deleite.

-Para encargarme una muerte espectacular...

La punta de la cola apartó la tela de la ropa interior.

-Para que te aconseje en un asunto delicado...

Cogió la otra mano de E'lari y la deslizó vientre abajo hasta su sexo.

-Para que te revele el paradero de una maravilla de poder...

La cola rozó los labios vaginales y el ano con mucha suavidad.

-Para obtener un placer inigualable...

E'lari sintió a la vez su sexo penetrado por la cola de la súcubo, sus propios dedos dentro del de Dassil, la dureza de un pezón en la otra mano y una lengua recorriendo, anhelante, su barbilla. Los jugos vaginales escapaban de ambas féminas sin dar muestras de detener su flujo.

-¡Ahh...! ¡Ahhh...!

-¡Hmmm... síiihhhhh...!

La joven inclinó la cabeza para besar esa boca de mujer, atrapando los labios entre los dientes, mordiendo y lamiendo a partes iguales, absorbiendo el aliento cargado de gemidos y jadeos de placer que escapaban de Dassil. Apretó un pecho, tiró del pezón con fuerza hasta hacer gritar a la súcubo, quien no sólo no hizo por apartarse sino que obligó a E'lari a meter los dedos aún más dentro de su vagina.

-¡Ahhhh...! ¡Ahhhh...! ¡No... no pares...!

- ¡¡Hhmm...!! ¡¡Hhhhmm...!! ¡¡Hhhmmm...!!

La cola entraba y salía del sexo de la elfa cada vez más deprisa. Cada vez iba más adentro y parecía que cada vez se ensanchara más. E'lari luchaba por no separar su boca de la de la súcubo y dejar que los gritos provocados por la vigorosa penetración escaparan de sus labios.

-¡¡¡HHHMM...!!! ¡¡¡HHMMM...!!! ¡¡¡HHHHMM...!!! ¡¡¡HHMM...!!!

-¡Ahhhh, sigue, joven maestraaahhhh...!

Frotó con fuerza el clítoris de Dassil, obligándola a obtener más placer del que ella le estaba dando, como si aquello fuera una competición y la perdedora fuera aquella que alcanzara antes el clímax.

-¡¡¡HHMM...!!! ¡¡¡HMMM...!!! ¡¡¡HHHHMM...!!! ¡¡¡HHMM...!!! ¡¡¡HHMMM...!!!

-Mmme encantaammmhh... ¡Siguemm...! ¡Sigueemmmhh...! ¡Asíihmmmm...!

Los fluidos bajaban por la cola desde el sexo de E'lari, empapando las nalgas de Dassil y los muslos de la elfa. Apretó las piernas para sentirlos mejor, señal que interpretó la diablesa para que incrementara aún más la velocidad de la penetración.

-¡¡¡HHHMM...!!! ¡¡¡HHMM...!!! ¡¡¡HHMMMM...!!! ¡¡¡HMMM...!!! ¡¡¡HHHMM...!!!

-¡Bésameehhh...! ¡Penétrameeehh...! ¡Hazme tuyaahhh...!

No cabía duda de que E'lari iba a perder la carrera. Sentía el clímax tan cercano que apenas podía concentrarse en masturbar a la súcubo. Su sexo se abría a la cola de Dassil, acogiendo quizá demasiado de ella. La sentía enroscarse dentro, presionando el interior y haciendo que la vagina se abriera completamente a su paso.

-¡¡¡AAAHH...!!! ¡¡¡AAHH...!!! ¡¡¡AAHHHH...!!! ¡¡¡AHHH...!!! ¡¡¡AAAHH...!!!

-¡¡Síiihhh...!! ¡¡Síihhhhhh...!! ¡¡Ahhhhh...!! Másss... ¡¡MÁAAAAASSS!!

Soltó por fin la boca de la diablesa, dejando que los gemidos de intenso gozo escaparan libres. Mientras tal placer amenazaba con sumirla en la inconsciencia, comenzó a sentir una picazón en el trasero. Su ano se abría con voluntad propia, deseoso de recibir lo mismo que su compañera estaba obteniendo. E'lari frotó el clítoris de la súcubo con más velocidad y más fuerza. Que aprendiera.

-¡¡¡AAAAAAHHHH...!!! ¡¡¡SIGUEEEEHHHH...!!! ¡¡¡AAHHHHHHHHH...!!!

-¡¡¡AHHH...!!! ¡¡¡AAAHH...!!! ¡¡¡AAAHH...!!! ¡¡¡AAHH...!!! ¡¡¡AAHHHH...!!!

La cola hizo lo mismo, engordando de alguna manera e incrementando su embestida. La joven elfa notaba sus propios flujos y los de Dassil mezclarse, salpicar y espumear. Sentadas sobre un lascivo charco creciente, ambas féminas daban el todo por el todo para lograr que la otra alcanzara el clímax antes.

-¡¡¡J'V'N MAEEEHHHH...!!! ¡¡¡STRAAAAHHH...!!! ¡¡¡SÍIIIHHHHH...!!!

-¡¡AHH...!! ¡¡¡AAHH...!!! ¡¡AHH...!! ¡¡¡AAH..!!! ¡¡¡AHH...!!! ¡¡AHH...!!

E'lari tiraba de uno de los pezones de la súcubo con fuerza, modulando los gemidos de placer de Dassil. Sus dedos pellizcaban labios y clítoris con una habilidad que desconocía poseer. La cola la penetraba con tanta violencia que el placer había quedado tan atrás que ya no sabía ni lo que sentía. Notaba su bajo vientre hincharse y contraerse conforme la cola entraba y salía de ella. Sintió al demonio estremecerse entre sus piernas, hollando la antesala del clímax. Pero a E'lari el orgasmo también se le acercaba con la velocidad y potencia de un peñasco cayendo a plomo por un precipicio.

-¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH...!!!!

-¡¡¡AHH...!!! ¡¡AHH...!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH...!!!

Su último pensamiento antes de ahogarse de placer fue para lord Raven.

Quizá fueron segundos, quizá fueron horas. Cuando E'lari por fin se despabiló se encontraba de alguna manera en el regazo del demonio. Seguían en el suelo, contra el escritorio del hechicero muerto, sentadas sobre una alfombra echada a perder por los fluidos vaginales vertidos y con el trasero frío. Dassil acariciaba el cuerpo semidesnudo de la joven elfa con mucha suavidad, pasando expertos dedos sobre los enormes pechos -que de alguna manera se encontraban fuera del vestido-, besando dulcemente el cuello de porcelana y pasando la cola por entre los muslos empapados y temblequeantes.

-Hmmmm...

-¿Despierta ya, joven y hermosa joya perfecta?

-Hmmm... sí...

Las yemas acariciaron los pezones, provocando un respingo involuntario y una suave carcajada demoníaca. La piel de la súcubo era suave y tersa, sin imperfecciones. Despedía un calor muy agradable y olía a rosas.

-Tú y yo juntas podemos... hmmm... hacer mucho. Mucho.

-¿Sí...? ¿Cómo qué?

E'lari se dejó arrullar por el abrazo de Dassil. Los demonios eran criaturas de oscuridad, malvadas hasta la médula y absolutamente egoístas. Eso había oído. Pero también lo había oído de lord Raven y era el único hombre... no, la única persona que se había preocupado por la joven elfa.

-Eres una elfa, joven maestra -dijo la diablesa mientras continuaba besando y acariciando-. Estás sintonizada para las artes arcanas. Yo puedo abrirte un mundo de poder, de respeto, de logros -y añadió-: Puedo darte el mundo, si lo deseas.

-¿Acaso sabes qué deseo, demonio?

-Llámame Dassil, por favor -le reprendió con un pellizquito en los pezones-. Sí, sé qué deseas. ¿Acaso no existo debido precisamente a los deseos de los mortales?

-Bueno, no sé, yo...

-Confía en mí -ronroneó con voz grave y seductora-. Siempre puedes confiar en mí.

-Claro -lo dejó la joven-. Vale.

La súcubo reinició las caricias y los besos, incrementando la sensualidad de sus movimientos. La cola se enroscó en los muslos. La lengua lamió el cuello. Los dedos acariciaron pechos y vientre.

-Por ejemplo...

-¿Hmm...?

E'lari sólo se dejaba hacer.

-Sé que antes estabas deseando que lord Raven poseyera tu trasero a la vez que mi cola te penetraba por delante, joven maestra.

La elfa se sobresaltó.

-¿¡Cómo...!?

-Chssss... ya te lo he dicho: conozco los más íntimos y oscuros deseos de los mortales.

-P-pero...

E'lari sintió enrojecer su rostro de vergüenza. Dassil no sólo no se río, sino que prosiguió con sus lametones y caricias. Prácticamente todo su cuerpo era una caricia.

-No sólo querías mi cola en tu dulce coñito, pequeña y hermosa joya perfecta -aseguró la diablesa-. También querías un buen rabo en el culo.

E'lari no contestó. No podía, pues no le salían las palabras.

-Puedo satisfacerte por completo, joven maestra.

Y entonces la joven elfa sintió algo colándose entre las nalgas, presionando poco a poco su ano. Algo duro pero muy suave, tan cálido y tan húmedo como su propia entrepierna.

-¡P-pero...!

Su ano se abrió al empuje. Lord Raven había educado correctamente aquel agujero, y ahora podía abrirse sin problemas, dilatarse ante el menor aviso de penetración. Increíblemente suave, apretado lo justo, profundo, cálido...

-Ah... Ahh...¡Ahhh...!

E'lari no podía creerlo, pero una verga gruesa y larga se le estaba colando por detrás, abriéndola con inmenso placer. Se quedó totalmente rígida, atónita y sin saber cómo reaccionar mientras algo la sodomizaba. Pero tras ella sólo estaba Dassil, y la diablesa era una... una fémina. ¿No?

-¡Ahhhhh...! ¡AAAAAAHHHHHHHH...!

La desconocida verga la empaló hasta el fondo, hasta donde nunca jamás creyó que podía llegar un miembro masculino. Gruesa, suave, cálida. Su entrepierna comenzó a chorrear fluidos en cuanto su ano completamente dilatada acabó de alojar todo el tronco. Apenas dolía y el placer era tremendo, pero a la vez era inconcebible.

-¡Ahh...! ¡Ahh...! ¡Ahh...!

Comenzó a jadear sólo del esfuerzo mental de imaginarse lo que tenía en su interior. Dassil la abrazaba -los dedos agarrando con fuerza los pechos, las piernas inmovilizando sus muslos, la cola presionando contra la entrepierna- y le daba besitos tiernos en el cuello.

-Te gusta, ¿verdad, joven maestra?

-¡S-sí...! ¡Ahhh...! ¡Ohh...!

-Relájate...

-Ahhhhhhhhhhh... Ahhhhhh...

-No te asustes, pequeña y hermosa joya perfecta -susurró Dassil con una lengua juguetona entre los pliegues de la oreja-. Soy deseo. Soy lo que quieras. Mi carne está hecha de pecado.

E'lari sintió cómo la verga que llenaba su recto se encogía, se retraía como si estuviera saliendo. El pubis de Dassil continuaba pegado a las nalgas de la joven.

-¡Ooooooohhhhhhhhhhh...!

-Mi cuerpo es de mujer, pero puedo cambiarlo por lo que desees, joven maestra -continuó explicándole-. Un jugoso coño para que te comas, unas tetas para que juegues, un culo para que violes, una polla que te taladre -se rió-. O dos pollas, si quieres.

-¡N-no, no...! ¡Con una... con una es suficieeeeeaaaahhhhh...!

La verga volvió a crecer en su interior. Le llenaba de carne y de placer.

-Querías que lord Raven te enculara, pequeña y hermosa joya perfecta. Bien -y la voz se agravó hasta ser la de un hombre. Un hombre de piel oscura y cuerpo atlético-, aquí tienes el rabo de tu señor. Exactamente lo que deseabas, E'lari.

-¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH...!!

La verga entraba y salía -o más bien crecía y se encogía- despacio, deleitándose en cada centímetro del interior del trasero de la joven. E'lari, encogida con la piernas contra el cuerpo, atrapada por los brazos de Dassil, era sodomizada con algo parecido al amor: con suavidad, con ternura.

-¡¡AAAAAAHHHHHHH...!! ¡¡AAAAAAAHHHHHHHH...!!

-Eso es, pequeña -susurró la voz de lord Raven en su oído-. Todo para ti...

Su ano se abría por completo a aquel miembro. Sus labios vaginales, hinchados y enrojecidos, dejaban escapar todo un torrente de fluidos. Se sentía excitadísima. Cada vez que la verga tocaba fondo y la notaba rellenando el interior de su trasero, su sexo daba un paso más hacia el clímax. Se vendría una vez más, la segunda en lo que llevaba de día. Hacía días -semanas, la verdad- que el placer no era tan intenso, tan abrumador, tan... tan necesitado.

-¡¡AAAAAHHHHHHH...!! ¡¡AAAAAHHHHHHH...!!

-¿Un poco... ahhhh... más deprisa, niña? -lengua cálida, voz arrulladora.

-¡¡SÍIIIIIIIIIHHHHHH...!! ¡¡¡AAAAAHHHHH...!!!

La verga incrementó sus movimientos. Chapoteaba tan fuerte que creaba sonidos de succión. Las humedades ascendía por entre sus nalgas, descendían por el suelo. La alfombra ya no aceptaba más líquido. El miembro crecía y la abría, se encogía y ella quería más. Así una y otra vez, un ciclo cada segundo, minuto a minuto. Y el orgasmo se acercaba.

-¡¡¡AAHHHH...!!! ¡¡¡AAAHHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!! ¡¡¡AHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!!

-Muy bien... lo haces... ahhh... muy bien, E'lari... ohhhh...

-¡¡¡AAAHHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!! ¡¡¡AHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!! ¡¡¡AAHHHH...!!!

De nuevo era lord Raven poseyéndola, dándole el placer que ella necesitaba, no sólo el que él quería. Ella lo pedía, ella lo deseaba. No era un enano humillándola. No era lord Stahl usándola. Sintió las puertas del clímax y deseó que lord Raven se derramara dentro de ella antes de cruzar la meta.

-¡Ahhhh...! Niña, me voy a... ¡me voy a correeeeeeerrrrrr...!

-¡¡¡AAAHHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!! ¡¡¡AAAHHH...!!! ¡¡¡AAHHHH...!!! ¡¡¡AHHH...!!!

Dicho y hecho, la simiente de lord Raven llenó su recto. La sintió escapar de su ano, la sintió bajar por su sexo, la sintió mojarle la espalda. E'lari dejó de gritar de placer para gritar de victoria. Sólo durante dos segundos. Después, sólo hubo clímax.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH...!!!

Aquella corriente eléctrica que sólo lord Raven podía crear volvió de nuevo a recorrer su cuerpo. Se convulsionó de placer, gritando con toda la fuerza de sus pulmones, sosteniéndose en unos brazos de piel oscura que abrazaban sus grandes pechos, atrapada entre unas piernas atléticas y con una enorme verga de ébano nadando en fluidos sexuales dentro de su trasero, empalándola y haciéndola suya.

-¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHH...!!

-Eso es... eso es, pequeña, preciosa E'lari...

-¡HHHHHHHHHHHHHH...!

Poco a poco el orgasmo fue remitiendo. Cada pequeño movimiento -una respiración, un abrazo, la verga remoloneando en su interior- provocaba una nueva convulsión, pero cada vez con menos fuerza. Casi no sentía su sexo, casi no sentía nada que no fuera estar entre los brazos de lord Raven.

Unos minutos después ya fue capaz de hablar. Las manos de piel negra se tornaron esbeltas y rojas. Su trasero dejó escapar todo el semen de su interior en cuanto el miembro masculino desapareció. Una cola se deslizó de nuevo por sus muslos.

-Ha... estado... ha estado muy... muy bien...

-Lo que deseabas, joven y hermosa joya perfecta...

-Sí...

E'lari hizo ademán de ir a levantarse y Dassil la dejó ir. Se puso de pie apoyándose en el escritorio -todavía se encontraba algo mareada-. Tenía el vestido destrozado, y la alfombra sobre la que lo habían hecho tampoco tenía mejor aspecto. Quizá sintió algo de vergüenza, quizá algo de culpabilidad y tal vez también algo de miedo. Pero lo que dominaba era la satisfacción. ¿El vestido regalo de lord Stahl? Mejor echado a perder que tener que volver a ponérselo. ¿La alfombra del laboratorio? No le gustaba en su laboratorio. Porque ahora era suyo.

-Todo tuyo -confirmó Dassil.

La diablesa se había levantado también. Sobre su piel carmesí no quedaban rastros de fluidos sexuales. Lucía espléndida, lucía pecaminosa. Y le sonreía. Con una mezcla de servilismo y algo de desdén. Lo segundo no le importaba. Lo primero era nuevo. Ella, la joven elfa esclava, era la nueva ama.

E'lari miró a su alrededor y recapacitó sobre sus anteriores pensamientos. Su laboratorio. Sus libros, sus tarros de ingredientes, sus artefactos ignotos. Lord Raven apenas le había enseñado las bases de las artes arcanas, no era más que una neófita, una simple aprendiza que ahora lord Stahl usaba para afianzar su dominio, pero...

-Yo te abriré la puerta al verdadero conocimiento, pequeña y hermosa joya perfecta -prometió la súcubo, acercándose con pasos seductores-. Al verdadero poder.

Una llamarada de calor interno caldeó el cuerpo de E'lari. Anticipación, promesas de justicia y soberanía, satisfacción y, por sobre todo ello, la certeza de ser ella misma la artífice de su propia seguridad. Dentro de ella nacía el poder.

-No me vuelvas a llamar así, Dassil.

La miró con desafío en los ojos, con un sentimiento duro que ya por fina descubría en su interior. La súcubo detuvo su aproximación y, sorprendida, enarcó una fina y hermosa ceja.

-A partir de ahora ya no soy E'lari para ti.

Una sonrisa se insinuó en los sensuales labios granates. La diablesa comenzó una genuflexión, la cola recogida, las alas plegadas, la cabeza de salvaje melena negra inclinada.

-A partir de ahora me llamarás “maestra”.