miprimita.com

Cuando comenzó todo - Capítulo 2

en Fantasías Eróticas

Capítulo 2

 

El agua estaba aún bastante fresca, ya que era primeros de junio, pero la verdad es que a mí me sentó genial. Marta se bañó conmigo, jugamos durante un rato, nos salpicamos, nos reímos y la hice saltar desde los hombros un par de veces, pero no tardó mucho en empezar a tiritar de frío, porque la brisa tampoco es que fuera demasiado calurosa.

 

- Creo que me voy a ir a tomar el sol, ¿vale?- Me dijo.

- Yo me quedo un rato más.- Respondí. Marta me sonrió.

- Si es que eres como un niño chico.

 

La observé mientras salía del agua, y me lamenté profundamente de que no hubiera ningún hombre cerca para verla, porque su cuerpo empapado y brillando al sol y su precioso culo eran una delicia. Aún en bikini, Marta estaba espectacular. No tenía nada que envidiar a la morena que tomaba el sol un poco más allá.

 

Marta se tumbó boca abajo, se deshizo el nudo del bikini para broncearse bien la espalda, pero con cuidado de que no pudiera verse nada, y se puso a leer un libro. Su extrema precaución incluso cuando no había nadie que pudiera verla me desilusionó, pero entonces percibí movimiento a la izquierda. La morena se había dado la vuelta y ahora tomaba el sol boca arriba.

 

Mi novia no podía verme, así que me hundí en el agua haciendo como que nadaba y me relajaba, y de vez en cuando trataba de echar un vistazo a la chica, pero era imposible. Como os he dicho, no uso lentillas y obviamente no me meto en el mar con gafas, así que apenas veía los prominentes montes de sus tetas como una forma borrosa. Mierda.

 

Intenté dejar de observar, pues podía ser demasiado obvio o incluso Marta podía cazarme, y me puse a nadar, pero mi alma voyeur estaba demasiado ansiosa por deleitarse con aquellos pechos. Quería ver la forma de sus pezones, su tamaño exacto, su contorno, su perfil… uff… noté como la polla se me ponía dura, y eso podía ser un problema, así que opté por salir cuanto antes del agua y planeé una pequeña estrategia para verla.

 

Me pondría en la toalla de la izquierda, boca abajo, y pondría la cara mirando hacia ese lado, como si estuviera dormido. Tenía gafas de sol graduadas, así que no sería demasiado obvio. Seguramente Marta no se daría cuenta y desde allí podría apreciar un poco mejor las tetas de la morena.

 

Pero mi gozo en un pozo. Cuando llegué a la altura de nuestra sombrilla, Marta estaba en la toalla de la izquierda, y había estirado la otra a su derecha. Imposible cambiarla de sitio sin atraer sus sospechas. Lancé una mirada a la morena antes de tumbarme. Se había sentado y se estaba estirando. Me cago en… si tuviera puestas las gafas habría sido un espectáculo tremendo.

 

Tardé poco en aburrirme de estar allí tumbado, sin poder mirar a la morena, con Marta leyendo y sin nadie cerca que pudiera lanzar una mirada a su culo. El cansancio del viaje poco a poco se fue apoderando de mí, pero estaba incómodo y también frustrado, y no quería estar mucho tiempo más en la playa. Me apetecía darme una ducha, comer y echarme a dormir. Seguro que otros días…

 

De repente, mientras cavilaba sobre el resto de las vacaciones y Marta pasaba una página más, una voz femenina nos sorprendió.

 

- ¡Hola chicos! No tendréis fuego, ¿no?

 

No me lo podía creer. Me di la vuelta. Pues sí. Allí estaba, agachada ligeramente para asomarse por debajo de la sombrilla, más cerca de mí que de Marta. Pude ver sus tremendas tetas colgando, efectivamente algo más pequeñas que las de mi novia pero increíblemente bien posicionadas, con los pezones marrones acorde con su piel muy erectos. Me quedé embobado durante un instante, algo que, a juzgar por el carraspeo de Marta y su cara de enfado, ella también percibió.

 

- No, no fumamos, lo siento.- Respondió con un tono no muy amigable.

- Vaya, qué putada.- Dijo la chica.- Raúl, mi novio, se ha largado a pescar y se ha llevado mi mechero, ¿puedo sentarme con vosotros un rato?

 

Yo miré a Marta, sorprendido. Su expresión era de sorpresa, mezclada con incomodidad. Estaba claro que no le hacía ni puñetera gracia que aquel bellezón en top-less se sentara a nuestro lado, pero tampoco tenía razones para decir que no sin parecer borde.

 

- No claro, adelante.

- ¡Genial! Es que me aburro ya de estar sola, voy a por mis cosas.

 

Mientras se alejaba, yo no pude disimular una sonrisilla tonta. Nunca había podido imaginarme aquello, así que estaba gozando de felicidad.

 

- ¿Quién se cree que es esa tía? - rumiaba Marta en voz baja, y entonces me lanzó una mirada furibunda.- Y a ti ya te vale, ¿no? Te voy a tener que comprar un babero.

 

Su respuesta me dejó un poco frío, pues estaba muy enfadada, pero el regreso de la chica volvió a distraerme. Estiró su toalla a nuestros pies y después se acercó a mí para presentarse.

 

- Soy Isabel, encantada.- Dijo mientras me daba dos besos. Yo hice el ademán de levantarme, pero ella no me dejó, se inclinó a besarme en la mejilla dejando sus tetas a apenas unos centímetros de su cara. Yo estaba flipado.- Pero llamarme Isa, ¿vale?

- José, igualmente.

- Yo soy Marta, su novia.- Se apresuró a decir mi chica cuando ella se agachó a darle dos besos. Pude notar cómo se ruborizaba al ver sus pechos desnudos ante ella.

- ¿También os quedáis en el camping?- Preguntó Isabel mientras se sentaba.

- Sí, y creo que al lado vuestro, ¿sois los que estáis en la parcela 21?- Dije. Darme cuenta de aquello me reportó una felicidad extrema. Era increíble pensar que iba a dormir a unos metros de aquella morenaza, ¡ojalá les escuchara follar algún día!

- ¡Ostras! ¿Estáis en la 22? ¡Genial! El camping empezaba ya a ser aburrido, es guay tener gente de nuestra edad por aquí, podíamos hacer cosas juntos.- Dejó caer ese “cosas” con un tono un poco extraño, pero no le di mayor importancia. Marta, por su parte, no hablaba.

- Claro, estaría bien, ¿lleváis mucho tiempo?

- Vinimos el año pasado y nos encantó, pero en julio hay mucha gente, así que en cuanto yo pude coger vacaciones en la clínica él se pilló unos días en el taller. - Hemos llegado antes de ayer.

- ¿De qué trabajas Isa, si puedo preguntar?- Me intrigaba eso de la clínica.

- Pongo tetas.- Se cogió los pechos entre las manos y los levantó.- Parecen naturales, ¿verdad?.- Obviamente, yo no pude evitar quedarme embobado mirándolos. La cara de Marta era un poema, pero Isa mantenía la pregunta en el aire, esperando respuesta.

- Sí… lo parecen, ¿no?- Murmuré, y Marta me dio un codazo. En ese momento Isa comenzó a reírse.

- ¡Es que son naturales!- Las soltó, y sus tetas volvieron a su posición normal después de un ligero rebote.- Todos caéis, jajaja. En realidad soy higienista dental.

 

Yo tuve que esbozar una sonrisa forzada a la fuerza, porque no podía demostrar a Marta que me estaba encantando la conversación. Isa siguió hablando.

 

- Raúl es mecánico, hace unos meses montó un taller con su hermano y les va también que han cogido a un chico nuevo, por éso hemos podido cogernos estas vacaciones, ¿y vosotros?

- Yo soy informático, y Marta…

- ¿Informático? ¡Qué suerte! ¿Puedo dejarte la tablet para que me la arregles? Te pago lo que sea, es que la trajimos para hacer fotos y creo que Raúl le había metido un virus o algo. No me gustaría perder las fotos que tenemos allí, ¿sabes?- Uffff… inmediatamente me imaginé el tipo de fotos que tendrían.

- Claro, no pasa nada.

- Pero estás de vacaciones…- Protestó Marta en voz alta. No quería parecer borde, pero empezaba a verse excesivamente acosada por la presencia de Isa.

- Oh… lo siento, perdonad, ya la arreglaré, estarás cansado de pantallas, ¿no?- Dijo la muchacha, compungida.

- Sí… pero bueno no pasa nada, eso en un rato os lo miro, y con una cerveza lo tenemos resuelto.- Noté la mirada de Marta perforarme, pero también cómo el hecho de que yo hubiera puesto el precio le hacía relajar ligeramente los hombros.

- ¡Muchísimas gracias!- Exclamó Isa, y después miró a Marta.- ¿Y tú, de qué curras?

 

Mi chica se quedó callada un momento. Isa era higienista, así que tenía estudios y había conseguido un trabajo mejor del que ella tenía. Estoy seguro de que en ese momento se sentía demasiado comparada con ella.

 

- Soy camarera de un restaurante de lujo.- Dijo al fin.

- ¡No me extraña! Aunque pensé que serías modelo o algo, menuda figura tienes.- Las palabras de alabanza de Isa la descolocaron un poco.

- Gracias…

- ¿No haces top-less? Si tomas el sol así te va a quedar marca, y tienes unas tetas preciosas tía.- Se señaló el moreno perfecto de sus pechos. Para llevar dos días habían cogido muy buen color.

- No, gracias, no me gusta desnudarme tanto.

- Bueno, ¡ya te animarás! Cuando veas a las viejecitas hacerlo sin vergüenza… jajaja.

 

Marta se revolvió en la toalla.

 

- Creo que estoy un poco agobiada del calor.- No hacía calor para nada, se estaba muy agusto.- José, vamos a darnos una ducha y a comer, que tienes que dormir.

 

De esta forma, Marta daba por zanjada una situación en la que no estaba cómoda para nada. Yo me molesté un poco, y con el enfado sentí que estaba recibiendo un poco de su propia medicina por tontear con Toni y Miky. Aunque para ser justos, no sé si se podía decir que ella hubiera tonteado.

 

- Claro, habéis llegado hoy, ¿no?

- Sí, y él está muy cansado.- Dijo Marta.

- Pues que descanséis, esta noche si os apetece os presento a Raúl y nos tomamos algo en el bar, en la terraza se está muy bien cuando se mete el sol.

- Ya veremos... - Respondió mi novia.

- ¡Hasta luego guapos!- Isa cogió las cosas y se alejó de vuelta al lugar donde estaba.

 

Marta no dijo nada mientras terminábamos de recoger la sombrilla y las toallas, pero cuando estuvimos lo suficientemente lejos, comenzó a soltar su enfado.

 

- Vaya guarra, ¿no? Ahí exhibiendo sus tetas y tocándoselas delante del novio de otra, ¿qué dirá su novio? ¿Y quién se cree que es ella para decirme que yo tengo que enseñar las mías?- Noté que estaba algo roja, pero no sabía si era por el enfado o por el rubor.- Y tú eres imbécil, te quedaste sin mamada por hoy, majete.

- ¿Por qué? Si yo no he hecho nada.- Protesté.

- Mirar, babear y seguirle la corriente, ¿te parece poco?

 

Hundí los hombros, pero en realidad mi mente se había evadido de su enfado. Isa era espectacular, estaba buenísima y tenía una forma de ser muy extrovertida y sensual. Se me había pasado el cansancio, pero tenía unas ganas tremendas de irme a dormir, que pasara la tarde y llegara cuanto antes aquella noche.

 

Mi nuevo objetivo en las vacaciones sería ver a Isa follando con su novio.