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Cuando comenzó todo - Capítulo 3

en Fantasías Eróticas

 

Capítulo 3

El cabreo de Marta se alargó bastante aquella tarde. Más aún cuando en la comida únicamente conocimos a Vanessa, la camarera colombiana y, siempre según Marta, me quedé flipado mirándola.

 

Vanessa era, como había dicho Toni, un amor de chica. Era dulce, simpática, divertida… te preguntaba por todo y no dejaba que ni uno ni otro nos sintiéramos incómodos. Pero no podía evitar estar también como un tren: si Isa era una belleza exuberante y con unas tetas perfectas, Vanessa era más bien menuda, con apariencia dulce y con un culo de infarto, aunque con unas tetas menos prominentes.

 

Comimos algo bastante típico, un filete con unas patatas y una ensalada fría, y finalmente Marta pareció perder el ceño cuando, tras traernos el postre, Vanessa se sentó con nosotros y empezó a charlar sobre todo con ella. El restaurante estaba prácticamente vacío, a excepción de un tipo que debía ser un pescador tomando un vino en la barra. En realidad apenas era la 1 del mediodía.

 

- Así que vos sois camarera también.- Dijo mientras nos servía unos flanes caseros.

- Sí.- Dijo mi novia, aún desconfiada de que otra belleza se sentara con nosotros.

- ¡Eso está chévere!- Exclamó la colombiana.

 

Marta sonrió, y ambas empezaron a charlar sobre pormenores de su trabajo: lo babosos que eran algunos hombres, lo pesadas que eran algunas señoras, lo buenos que estaban los chicos jóvenes...

 

Yo, por mi parte, me relajé. Marta, con el pelo húmedo y un vestido de verano bastante corto, con escote y estampado de flores, estaba radiante riendo cuando Vanessa decía alguna cosa graciosa. Por su parte, la joven colombiana tenía un “salero” y una labia que la hacían tremendamente atractiva, no sólo por su físico exótico. El tal Toni debía estar satisfecho, se le había llenado el camping de bellezas, y aquello también me animaba a mí. Iban a ser unas vacaciones muy interesantes.

 

- ¿Me sirves otra copa, guapa?- Barruntó el otro cliente, con malas formas. Vanessa se quejó algo, y después se giró hacia nosotros y dijo.

- Esperen un minutito… ¡ya voy!- Se alejó a saltitos meneando el culo bajo sus vaqueros apretados.

- Estoy muy cansada… y si me dejo me tiene hablando toda la tarde.- Dijo Marta, bostezando.- ¿Por qué no pagas y nos vamos a dormir un poco?

 

Acepté y dejé el dinero en la mesa mientras Marta se acercaba a decirle a Vanessa que nos marchabamos. La colombiana protestó sonoramente, pero después nos pidió que dejáramos a la cena, que el bar estaría mucho más animado, y que descansáramos bien.

 

- Es simpática, ¿no?- Dije sin mala intención mientras subíamos a la tienda, pero Marta me lanzó una mirada furibunda que terminó con el buen rollo que había recuperado.

- A ti te parecen simpáticas todas.

- Joder Marta…

- ¿Joder qué?

- Nada…- Cuando se ponía así, era mejor no insistir. Ya se le pasaría, y entonces podría hablar con ella mejor de eso. No me gustaba que se estuviera poniendo tan celosa por nada.

 

Como era de esperar, no hubo mamada en la tienda, ni paja, ni nada parecido. Ella entró, se quitó el vestido, se puso una camiseta y se dejó la parte de abajo del bikini seco. No habría sexo de reconciliación aquella tarde, o de agradecimiento por llevarla de vacaciones y organizarlo todo, ya que estábamos.

 

En realidad tampoco hubiera podido dar mucha guerra, pues yo caí dormido también nada más tumbarme. El cansancio del viaje y del madrugón me volvió de golpe, y apenas me tiré en el saco me sumí en un profundo sueño.

 

Cuando desperté, la escasa luz natural me dio a entender que la tarde estaba llegando ya a su fin, y un vistazo al móvil me confirmó que eran poco más de las 8 de la tarde. Aún desperezándome y empapado en sudor, me di cuenta de que Marta no estaba. Eso me sorprendió un poco, pero pensé que se habría despertado antes y se habría ido a dar un paseo o al baño.

 

Al salir de la tienda y mirar alrededor, la vi a lo lejos. Estaba en el piso inferior del camping, con una bolsa de la compra a sus pies y charlando animadamente con Toni. Llevaba aún su camiseta y sólo la braga del bikini, por lo que parecía que no llevaba nada debajo.

 

El hombre parecía muy contento y hablaba con muchos gestos, ante los que ella reía. Él, además, de vez en cuando posaba su mano en su hombro o en su brazo, y eso no me hizo ni puñetera gracia. Me puse una camiseta limpia y me dispuse a bajar a reunirme con ellos. A poner espacio, como quien dice, pero mientras me vestía ellos ya se habían despedido y me encontré con Marta subiendo de frente.

 

- ¿Ya te has despertado?- Me dijo mientras le recogía la bolsa. Pesaba muchísimo y estaba llena de hortalizas. Su rostro era apacible y sereno, y ya no parecía enfadada en absoluto.

- ¿Y ésto? ¿Cuánto te ha costado? Nos dijo Toni que aquí era más caro…

- ¡Qué va! Si me lo ha regalado todo.- Exclamó ella, feliz.- Dice que es lo menos que puede hacer por nosotros.

- Oh, qué bien, ¿no?

- ¡Sí!- Me dio un beso en los labios.- Anda, date una ducha que vas a ensuciar esta camiseta, voy a preparar una ensalada de hortalizas para cenar, ¿te parece? Y luego nos bajamos a tomar algo al bar.

 

Bueno, la idea no era mala, y en realidad tampoco tenía, como ella, motivos para estar mucho más celoso. Tenía la impresión de que estaba un poco sugestionado, quizá porque por entonces ya leía relatos y frecuentaba estas webs, o por las múltiples ideas y fantasías que se habían agolpado en mi cabeza, así que opté por relajarme y empezar a disfrutar de unas vacaciones que nos merecíamos.

 

Mientras cenábamos, sentados en una toalla y disfrutando de la brisa marina y del silencio del camping aún casi vacío, Isa apareció únicamente cubierta con una toalla de ducha. Un chico alto, de pelo corto moreno, con un cuerpo trabajado en el gimnasio y un tatuaje tribal desde el hombro a medio brazo, la acompañaba también vestido únicamente con una toalla anudada en su cintura.

 

- ¡Anda! Por fin os pillamos.- Exclamó la chica, acercándose a nosotros.- Que aproveche.

- ¡Esa cenita sana!- Exclamó su acompañante. Nosotros les saludamos.

- Os presento, éste es Raúl, mi novio. Raúl, ellos son José y Marta.- El chico, que parecía el malote sacado de una serie de adolescentes, me estrechó una mano con cierta violencia y me dedicó una sonrisa, antes de situarse entre Marta y yo para agacharse a darle dos besos. Su toalla de microfibra apenas cubría su entrepierna, y no fui capaz de ver si se abría cuando se agachó. Joder, ¿habíamos venido al camping de los supermodelos?

 

Miré a Isa, que se estaba secando el pelo con otra toalla, y ella me dedicó una sonrisa y… ¿me había guiñado un ojo?

 

- Bajáis luego al bar, ¿no?- La pregunta de Raúl era, en realidad, una afirmación.

- Sí, después de cenar.- Respondió Marta.

- Jaja, es que nosotros pasamos de cocinar, ¡que estamos de vacaciones!- Reí sin ganas. El tío no me parecía simpático en absoluto, más bien un chulo de los de toda la vida.

- Nosotros vamos a vestirnos y bajamos a cenar allí, en un rato os vemos.- Dijo Isa, tirando de él hacia su propia tienda.

 

Me di cuenta mientras se alejaban de que Marta seguía el culo de Raúl con la mirada, y de que sus mejillas estaban un poco sonrojadas. Algo molesto, decidí pincharla.

 

- ¿Ahora quién es la que babea?- Mala idea, me lanzó un pellizco al muslo que me dejó señal y su rostro volvió a fruncirse.

 

Poco después, mientras recogíamos las cosas de la cena, Raúl e Isa pasaron delante de nosotros. Él iba vestido con unas bermudas vaqueras y una camisa abierta, que dejaba al descubierto su torso, y ella son un top y unos pantaloncitos cortos. Vamos, como si fueran de fiesta. Supuse que Toni no les diría nada mientras no hubiera familias en el camping.

 

- ¡Hasta ahora!- Nos saludaron.

- Madre mía, ¿has visto cómo van?- Me preguntó Marta.

- Sí.- Respondí. Ambos nos habíamos quedado muy impresionados.

 

Bajamos al bar ya de noche, un rato después, pues Marta había tardado un poco en arreglarse. Ella llevaba un vestido precioso blanco, de verano, y yo unas bermudas y una camiseta.

 

De camino al bar nos encontramos con Miky, que cargaba con unas cajas en dirección a un cobertizo que había cerca de la piscina. Nos saludó, pero siguió su camino sin decirnos nada. La música del bar se escuchaba perfectamente. Allí no había nadie viviendo cerca y, si todos los clientes estaban en la fiesta, no molestaría que el volumen fuera un poco alto.

 

Finalmente en la fiesta del bar conocimos a todos los demás residentes del camping que nos quedaba por conocer. Allí estaban Emma y Hans, el matrimonio holandés. Ella, de unos 40 años en apariencia, era una mujerona rubia con unos pechos enormes y una sonrisa perenne en la cara, sin ningún gramo extra; él, en cambio, era un señor más cercano a los 50, con el pelo blanco y con bigote, y la cara algo picada y roja. Ambos llevaban ropa bastante informal, de hecho ella seguía con el bikini debajo de la blusa y él llevaba un bañador con una camisa hawaiana también abierta. A juzgar por la copa que tenían en la mano y sus risotadas, ambos llevaban ya un rato bebiendo.

 

También conocimos a Mike, el hermano cocinero de Vanessa. Era un poco más mayor que ella, pero también menudo. Su apariencia era la del típico chico rebelde, pero con rostro angelical. Eso sí, era más bien parco en palabras, e incluso un poco borde, sobre todo conmigo. Apenas me dio la mano, aunque a Marta le plantó un abrazo y dos besos y todos los buenos modales latinos del mundo.

 

Vanessa estaba en la barra, pero nos saludó con alegría, e Isa y Raúl, que estaban hablando con ella, hicieron lo propio. Fue Toni quien nos recibió formalmente.

 

- ¡Por fin está aquí nuestra nueva pareja de guapos!- Exclamó, abriendo los brazos y abrazándonos a los dos en conjunto. Su abrazo de oso me sorprendió y me dejó sin aire al mismo tiempo.

- ¡Y tan guapos!- Añadió una voz femenina potente, probablemente Emma.

- Hoy es vuestra fiesta de bienvenida, así que bebed lo que queráis, que invita la casa.- Nos dijo el dueño del camping.

- ¡Genial!- Marta parecía encantada por el recibimiento, aunque a mí me incomodaba un poco ser el centro de atención.

 

La fiesta fue animada y, con ayuda de Isa, Vanessa y Toni, y del inestimable alcohol, pronto perdimos la vergüenza. Además, como el grupo era más bien pequeño, no tardamos en hacer una especie de mesa redonda.

 

Hans y Emma, a quienes parecía encantarles hablar y pisarse el uno al otro cuando contaban sus batallitas, nos relataron los otros camping en que habían vivido, desde la Costa Azul de Francia hasta este e incluso en su Holanda natal. Pero preferían España por el clima, la comida y la gente.

 

Finalmente, tras un último brindis, y mientras Vanessa y Mike empezaban ya a recoger todos los vasos y botellas vacías, Raúl se puso en pie. Se notaba por sus movimientos y su desparpajo, aunque no le faltaba de base, que estaba bastante bebido.

 

- ¿Y si nos marcamos otro “a la luz de la luna”?- Preguntó con un grito.

- ¡Ohhh! ¡Sí! ¡Vamos!- Exclamó Isa saltando de alegría.

- ¡No no no no no!- Respondió Hans mientras se reía y apuraba el último vaso.

- Nosotros estar demasiado borrachos hoy, y prefiero follar a morir en agua. Emma parecía decepcionada, pero secundó su decisión.

- ¿Qué es éso?- Preguntó Marta a Isa con curiosidad.

- Un baño a la luz de la luna.- Le respondió Isa.- Es genial, ¿no lo habéis hecho nunca?

- ¡No! Pero seguro que es la caña, ¿vamos?- Marta parecía animada, y algo bebida. - Yo no dije nada, porque me imaginaba cómo iba a ser aquel baño, y en cuanto ella lo supiera iba a negarse. Finalmente, fue Isa quien se lo dijo, como no podía ser de otra forma.

- Pero hay que bañarse desnudos.