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Cuando comenzó todo - Capítulo 7

en Fantasías Eróticas

Capítulo 7

No hace falta que os diga el mar de contradicciones y dudas que se arremolinaron en mi cabeza en ese momento. Por una parte, sentía una pizca de culpabilidad por el alivio de comprobar que Marta no era la que estaba siendo follada por Raúl en el pinar. Por otra, era imposible que fuera la que debía ser, Isa, porque no había tenido tiempo de llegar más rápido que yo al camping y mucho menos de iniciar una conversación con Marta como si no hubiera pasado nada.

Saber aquello me llenaba de contradicciones, porque nunca me había encontrado en una situación similar. No podía evitar sentir pena por ella, y una rabia inconmesurable hacia su novio. Una chica tan guapa, tan simpática y extrovertida, a la que se veía tan feliz… joder, hacerle aquello era una putada propia de un grandísimo hijo de...

Pero en realidad, tampoco conocía a Isa de nada, no éramos amigos, al menos por el momento, y sentía que era un tema privado en el que yo no debía meterme. ¿Quién era yo para tratar delatar a Raúl? Nunca me había gustado inmiscuirme en ese tipo de temas, porque uno siempre sale escaldado.

- ¡Hola cariño!- Me saludó Marta con la mano, sacándome de mi ensimismamiento.- ¿Vienes de dar un paseo?

Las dos chicas me miraban sonrientes, vestidas cada una con un pantaloncito corto y una camiseta de tirantes muy parecida, blanca la de Marta y negra la de Isa.

- Buenos días.- Forcé una sonrisa y levanté una mano a modo de saludo.- Sí, me apetecía darme un paseo por la playa desierta, que es un lujo que en casa no tengo.-

- ¡Pues aprovéchalo!- Exclamó Isa.- Raúl se marcha a correr todas las mañanas. Donde vivimos hace igual, pero aquí siempre hace rutas mucho más largas.- Qué cabrón el colega.

- Ah… sí… lo vi marcharse esta mañana.

- ¿No te gusta correr? Algún día puedes ir con él.- Dijo Isa.- Yo es que paso, me da tanta pereza madrugar para eso… Además, seguro que entre chicos os entendéis mejor, ¿no?

- A José no le gusta mucho correr.- Respondió Marta, riéndose y pellizcándome la tripa. Nunca me había molestado demasiado eso, pero delante de Isa me resultó muy embarazoso que lo hiciera.

- Oye, que tu novio no está tan mal.- Reclamó Isa. Cada vez me caía mejor la muchacha.

- ¡Pues anda que el tuyo!- Marta seguía riendo. Era increíble que, de repente, hablaran entre ellas con tanta naturalidad cuando el día antes mi novia casi no la podía ni ver.

- ¿Qué vamos a hacer hoy?- Le pregunté a Marta, interrumpiendo la conversación de la que había quedado rápidamente apartado.

- Pues… desayunar, bajar a la playa… bañarnos, tomar el sol… no sé, cosas de vacaciones, ¿no?

- Qué graciosa.

- ¿Os importa que me baje con vosotros? La verdad es que es un coñazo estar en la arena sóla- Preguntó Isa. Marta frunció un poco el ceño, lo que me resultó más acorde con su forma de ser, pero respondió afirmativamente.

Y así hicimos. Tras un desayuno en que Isa también se unió a nosotros delante de nuestra tienda, a la sombra de un árbol, nos pusimos los bañadores y nos encaminamos a la salida del camping. Allí, tras cerrar la cancela, nos encontramos con Toni, que estaba de nuevo aparcando su todoterreno. Se acercó a saludarnos con una sonrisa enorme en su rostro, pero lo que dijo fue de todo menos un saludo.

- ¡Joder colega!- Exclamó dirigiéndose directamente a mí, pero mirando a las dos chicas que caminaban a mi lado.- ¡Deja algo para los demás!- Para mi sorpresa, Isa comenzó a reírse, a pesar de que a Marta aquella confianza tan exagerada le debió chocar un poco, a juzgar por su expresión de sorpresa.

Lo cierto es que ambas otorgaban una visión impresionante. Isa estaba espectacular, pues llevaba únicamente la parte superior del bikini (que esperaba fervientemente no tardara en desaparecer) y un pareo que cubría la inferior. Marta llevaba un atuendo algo más discreto, con su camiseta de tirantes encima del bikini y una falda larga de verano.

- Jajaja, no seas tonto Toni, si tú siempre consigues lo que quieres.- La respuesta de Isa me sorprendió todavía más.

- No todo…- Dijo él, pero rápidamente cambió de tema.- Tened cuidado hoy con la playa, decían que había corrientes.

- Vale.- Respondí yo.

- Hoy Mike y Vanessa han venido temprano.- Dijo Toni, señalando una moto vieja pero muy bonita que había aparcada bajo la sombra de un pino.- Pasaos luego por el bar para recuperar sales.- Tras decir aquello empezó de nuevo a reírse. Estaba claro que el tipo era un guasón.

Se alejó en dirección al edificio principal del camping, y mientras yo caminaba tras Isa y Marta, que iban charlando de nose qué crema nueva para la cara, até cabos. Si Raúl no se estaba follando a Marta ni a Isa, no había muchas más opciones. No parecía que aquellos gemidos fueran de una madura como Emma, sino de una chica joven, y Toni había confirmado que Vanessa había llegado temprano con su hermano. ¿Es probable que nuestro vecino de parcela se estuviera follando a la camarera colombiana?

Con eso en la cabeza clavé la sombrilla en la arena mientras las chicas extendían las toallas alrededor. Fue cuando Isa se desanudó el pareo y lo dejó sobre su toalla cuando mi mente se concentró de nuevo en ellas. Sin pensárselo, Isa se deshizo el nudo del bikini y dejó que cayera por sus brazos, dejando de nuevo al aire sus maravillosos pechos ante los que sólo pude, con mucha fuerza de voluntad, tratar de apartar la mirada. Marta no decía nada, incómoda.

- Ufff… qué a gusto.- Murmuró Isa, y girándose hacia Marta, añadió.- ¿Me das crema?

Yo no dije nada, atónito pero expectante. Me recosté en mi toalla tras quitarme la camiseta y traté de buscar una postura discreta pero que me permitiera observar la escena. Isa se puso de rodillas, en una posición no totalmente de espaldas a mí sino en diagonal, y se inclinó un poco hacia delante. Sus tetas pendían en todo su esplendor, como una visión maravillosa y sensual.

Marta se arrodilló tras ella, muda y algo sonrojada, posíblemente tragándose la incomodidad. Se dio crema en las manos y las puso sobre la piel de nuestra vecina, y así, poco a poco, comenzó a extender la protección solar blanca sobre su espalda, en una suerte de masaje que rápidamente se convirtió a mis ojos en una escena de un morbo tremendo.

Tuve que colocarme de forma que no se apreciara bajo el bañador mi incipiente erección, porque ésta amenazaba con delatar la excitación que ambas me estaban provocando. Los dedos de Marta se deslizaban con suavidad y cierta presión por la espalda de Isa, primero por el centro, de arriba a abajo, después en los hombros y haciendo un poco más de presión, a modo de masaje, lo que despertó un suspiro en Isa.

- Oh… ostras…- Murmuraba.

Después, y quizá con intención, no puedo saberlo y la verdad es que en ese momento me costaba mucho pensar que fuera así por parte de Marta, comenzó a acercar sus dedos a sus costados, deslizándose por esa zona tan sensible y provocando que la piel de Isa se pusiera de gallina. Volvió a suspirar, y creí correrme allí mismo, sin tocarme, cuando casi sus yemas rozaron el nacimiento de sus pechos.

- ¡Ufff! Como sigas así te voy a pedir que me des también por delante.- El rostro de Isa estaba ligeramente sonrojado. Marta, en cambio, sonrió y se puso en pie, restregándose la crema en los muslos.

- Ahí te das tu solita, maja.

- Qué mala… ¿quiéres que te de yo a ti?- Preguntó Isa mientras comenzaba a darse en el pecho. Me giré para no mirar, porque me estaba poniendo malísimo.

- No, a mí me da mi querido novio.- Me dio un golpecito con el pie para que me pusiera de rodillas he hiciera lo propio, pero para mi pesar, ella no se quitó el bikini.- ¿Quiéres que te de yo a ti?- Dijo después de que le diera bien de crema por la espalda.

- Creo que no porque todavía no voy a bañarme.- Si iba con la polla así iba a cantar demasiado.- Voy a leer algo de noticias en el móvil.

- Joder, cariño, que estamos de vacaciones, ¿no puedes dejar la puñetera tecnología ni por un momento?- Pareció molestarle bastante la excusa.

- Déjalo, vamos a darnos un baño nosotras, ya verás como se anima rápido.- Dijo Isa poniéndose en pie y quitándole hierro a la situación, aunque casi tuvo que llevarse a rastras a Marta al agua, porque aún tenía palabras que decirme antes de zanjar el tema.

Observé cómo se alejaban y se metían en el agua. Tras un ratito charlando, empezaron a jugar entre ellas, a hacerse ahogadillas y a nadar. La escena era excitante, pero en la distancia no se apreciaban los detalles y pronto mi atención volvió a otro lugar: el móvil de Marta. Lo saqué de la bolsa de la playa, pues en ella llevábamos los móviles de los dos y no despertaría ninguna sospecha, e inclinado encendí la pantalla sin desbloquearlo. Efectivamente, había leído los mensajes, pues la notificación había desaparecido, pero no había ninguno nuevo. Sentí otra vez la tentación de desbloquearlo y ver la conversación, pero finalmente me mantuve firme y no lo hice.

- ¡Hola!- La voz de Raúl casi me hizo saltar del susto he hizo que se me cayera el móvil.- ¡Eh! Tranquilo jaja.

El chico estaba de pie delante de mí, con un bañador deportivo azul marino que revelaba un prominente paquete y su torso desnudo luciendo sus abdominales y sus músculos. Llevaba unas gafas de sol que impedían ver con claridad cuál era la expresión de su cara, lo que me incomodó un poco.

- Buenas.- Le saludé.

- ¿Puedo sentarme con vosotros?

- Claro.- Estiró su toalla al lado de la mía y se sentó, mirando a las dos chicas que jugaban y reían en el agua. Yo hice lo mismo.

- Sí que se lo pasan bien.- Comentó.

- Eso parece…- Me cortaba bastante su presencia, y más aún saber lo que había estado haciendo aquella mañana a espaldas de Isa.

- Y eso que no parecía que Isa le cayera muy bien a tu novia.

- Bueno, es algo reservada al principio, pero luego se suelta rápido.

- Eso es bueno saberlo.- No respondí, ¿a qué coño se refería?

Durante un instante ambos permanecimos en silencio, pero entonces Raúl cogió la bolsa de Isa, sacó un cigarrillo y un mechero y lo encendió.

- ¿Te molesta que fume?

- No mucho.

- Puedes decírmelo si te molesta.- Su actitud era claramente incisiva, directa. No era el tono amable que tenía con Marta.

- No te preocupes.

Otro minuto de silencio mientras fumaba. Aspiró el humo varias veces y luego lo exhaló, suspirando. Finalmente, sin dignarse a mirarme, lanzó la bomba.

- ¿Te paseaste por el pinar esta mañana?