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Cuando comenzó todo - Capítulo 4

en Fetichismo

Capítulo 4

 

Yo no me lo esperaba. Marta no se lo esperaba. Y el silencio se hizo dueño del bar durante unos instantes. En los escasos segundos que duró aquel impasse interminable, sentí las miradas de todos los presentes, que aguardaban expectantes nuestra respuesta. Como es normal, aquello no me hacía sentir precisamente cómodo, y tenía la extraña sensación de que la propuesta de Raúl no era algo del todo extravagante para ellos. En especial, Hans y Emma nos miraban con cierta intensidad, mientras que Toni se mantenía en un segundo plano, Isa nos sonreía y Raúl mantenía una mueca triunfante.

 

- Ah… bueno…- El alcohol y la vergüenza hacían que Marta fuera incapaz de decir lo que quería decir sin miedo a molestarlos. Y era, por lo que me parecía a mí, que no, así que decidí salir en su ayuda.

- Creo que esta noche no… yo aún estoy muy cansado, y no nos gustaría mañana levantarnos muy tarde.- Noté que en los rostros de Emma y Hans se dibujaba una ligera decepción, mucho más palpable en Raúl, quien echó una mirada a Marta, posiblemente pensando en lo mucho que le hubiera encantado verla desnuda.

- ¡Anda, animaros!- Isa me agarró del brazo y se abrazó a mí, intentando convencerme. Noté sus pechos envolver mi brazo, y cómo mi poya reaccionaba rápidamente a aquel tacto blando e increíble. Para Marta fue demasiado, se puso en pie, me cogió del otro brazo y tirando de mí, dijo con no mucha cortesía.

- Nos vamos a descansar, hasta mañana a todos.

 

Así pues, quizá por tonto o por caballero. O por ambas cosas, o por corresponder con buena intención a los sentimientos de Marta, me quedé sin ver a Isa desnuda, a Raúl devorando las curvas de mi novia y, quizá, quién sabe qué más. Sin contar, claro, que probablemente me tocara comerme la bronca por el arrimón de Isa, y que eso derivaría en otra noche sin sexo.

 

Aguardé pacientemente el diluvio, pero para mi sorpresa, Marta no dijo nada. Se aferraba a mi brazo con fuerza para no caerse, mareada por el alcohol y con la dificultad de una oscuridad casi total, rota sólo por unas lamparitas de suelo que marcaban el camino.

 

Cuando llegamos a nuestra tienda, abrí la cremallera y entré primero. Después entró Marta, agachándose, y cerró la tela tras de sí. En ese momento, mientras yo abría los sacos, me tocó el hombro.

 

- ¿Qué pasa?- Dije mientras me giraba, para encontrarme sólo de frente con una mano que me empujaba y me hacía perder el equilibrio y caer sentado.

 

La miré, semiagachada y en penumbra, y contemplé cómo se desnudaba ante mí. Impávido, observé cómo se dibujaba el contorno de su figura al contraluz de la tenue iluminación externa, hasta que ella se agachó y, desesperada, aferró mis bermudas y mis calzoncillos y los arrastró hacia abajo, hasta sacarlos por los pies, y dejando finalmente mi polla a su merced.

 

Rodeó entre sus dedos los 15 centímetros de mi miembro y sin pensarlo se lo metió en la boca. Yo lancé un gemido que me supo a gloria y en que casi podría haberse escuchado un “por fin” mientras sus labios y su lengua calientes y húmedos se deshacían en mi glande y los costados.

 

- Mmmm… deliciosa… es mía… esta polla es mía… toda para mí… ufff… para nadie más… - Decía mientras me la chupaba. ¿Acaso lo decía por Isa? ¿Estaba tratando de demostrarme algo?

 

Unos minutos después y tras lamerme los huevos y pajearme, la apretó para comprobar su dureza, se sentó a horcajadas sobre mí y se la clavó de una vez. Estaba como un charco, empapadísima.

 

- Oh… por favor… qué dura… ¿te gusta? ¿Te gusta ella… verdad?- Preguntó, y sin darme tiempo a responderme me dio una bofetada.- ¡Dímelo! ¡Ahhh!

 

Estaba completamente enloquecida, jamás la había visto de aquella forma, cabalgar tan brutalmente, decir cosas como aquellas o incluso abofetearme.

 

- ¡Te gusta mucho! ¡Cabrón! ¡Te la pone así de dura mirar sus tetas! ¡Ahhh!- Me arañó el pecho mientras se ponía en cuclillas y seguía cabalgando. Estaba poseída, completamente, y si seguía así yo no aguantaría mucho.- ¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!- Empezó a contraerse entonces en un tremendo orgasmo, y yo intenté tapar su boca porque aquel grito iba a escucharse en todo el camping y aledaños, pero ella me quitó la mano y continuó gimiendo hasta que su cuerpo se relajó.

 

Quedó tumbada sobre mí, pero sus caderas seguían moviéndose despacio, subiendo y bajando en mi polla.

 

- Te van a escuchar…- Le dije, a la vez excitado y asustado por que no se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

- Quiero que me oiga.- Empezó a acelerar sus movimientos, y me puso la mano en el cuello como si quisiera ahogarme.- ¡Que sepa que esta polla es mía! ¡Ahhh!

 

No pude más, me estaba volviendo loco. Imaginar que Raúl o Isa, o Toni, o los dos holandeses o todos la estuvieran oyendo incluso desde el bar, comentando lo bien que gemía, fue una sensación que descontroló todos mis impulsos. La empujé y violentamente hice que se pusiera a cuatro patas.

 

- Sí, sí, sí, fóllame así, hazme tuya, demuéstrale a ese cabrón, que soy tuya.- La agarré de la cintura y se la metí de golpe hasta el fondo.- ¡¡¡Joder!!!

 

Me encantaba esa postura, el sentir que la dominaba e imaginar la silueta de su espalda desembocando en su precioso culo con la visión de mi polla entrando y saliendo. Le di un azote y ella respondió con un grito de placer, así que empecé a darle más, y más, mientras la follaba duramente.

 

- ¡Grita! ¡Gime zorra! ¡Que te oigan todos!- Le decía, y ella respondía aumentando el volumen de sus gritos hasta que no pude más, y en una rápida sucesión de empujes descargué todo mi semen en su interior. Cuando saqué mi polla, su coño latiente lo expulsó mientras su culo también se tambaleaba.

 

Dulcemente, sabiendo que el juego había terminado, la ayudé a tumbarse, la limpié con una toallita higiénica, y la tapé. Ella se quedó dormida casi al instante, y yo, también algo perjudicado por el alcohol, hice lo propio, sin pensar en lo que acabábamos de hacer ni preguntarme quién era "ese" cabrón al que tenía que demostrarle algo.

 

Me despertó el sonido de la cremallera. Aún era de noche, y me sorprendió ver a Marta levantándose. Estaba vestida con su camiseta y un pantalón corto de chándal.

 

- ¿Dónde vas?- Miré el móvil y la iluminé.- No son ni las 3...

- Me hago mucho pis.- Dijo. Su voz sonaba algo quejumbrosa por el alcohol y los gritos, pero se le había pasado un poco la moña.

- ¿Quiéres que vaya contigo?

- No no, puedo sóla, tranquilo.- Me dijo con una sonrisa.- Llevo el móvil para ver mejor, y si necesito algo te llamaré, tú duérmete.

 

A pesar de que no me hiciera mucha gracia y me daba miedo que se cayera o algo, el cansancio y el efecto del alcohol aún hacían presa en mí, y la somnolencia empezó a vencerme. De repente, unos minutos después una voz femenina susurró algo desde el otro lado de la tela. Aún adormecido, pregunté.

 

- ¿Ya has vuelto?

 

La cremallera se deslizó rápidamente hacia arriba y alguien se asomó a la tienda.

 

- Soy Isa.- Murmuró, pero yo no me enteré muy bien y la iluminé con el móvil.

 

Su cuerpo me despertó. Estaba vestida con su top y sus pantaloncitos cortos, pero el top se había mojado y se transparentaban sus tetas. Me quedé con la boca abierta y sentí que de nuevo mi polla se endurecía.

 

- ¡Ay! ¡Que no veo!- Se quejó, así que aparté la linterna y la dejé enfocando a un lateral para darnos luz sin cegarnos.

- Lo siento.- Me disculpé.

- No… tranquilo.- Ella sonrió.- ¿Dónde está Marta?

- Subió al baño.- Respondí.

- Ah… bueno, entonces mañana hablaré con ella.- Dijo, compungida.

- ¿Pasa algo? Puedo decirle lo que necesites.

- No… quería disculparme.- Dijo Isa.- Creo que tenía que haber adivinado que lo del baño desnudos no le iba a gustar, sabiendo que no hace top-less.

- Ah, tranquila, no pasa nada.

- Es que Raúl es muy… impulsivo, y como aún somos pocos pues a Toni le da igual que seamos un poco fiesteros.

- Tranquila, de verdad, no tienes que darme explicaciones.

- Eres un sol.- Me lanzó una sonrisa, y entonces noté que su mirada se tornaba… extraña, pícara.- Y menuda fiesta os habéis pegado, ¿no?- Mi polla subió un poco más.

- ¿Nos habéis oído?

- Todos.- Un poco más…

- Mierda… es mejor que no le digáis nada.

- No te preocupes.- No me miraba a los ojos.- Te gusta… ¿no?

- ¿El qué?

- Que os oigan.

- ¿Qué?- La pregunta me pilló desprevenido, y ella empezó a reírse.

- Tranquilo, mañana hablamos, ¿vale? Descansa.- Fue a cerrar la cremallera, pero, sin saber muy bien por qué, yo lancé una última pregunta. Ojalá no lo hubiera hecho.

- ¿Y Raúl?- Ella volvió a asomar la cabeza.

- ¡Ah! Se está pegando una ducha, él sí se ha bañado.

- Ah vale, hasta mañana.

 

Isa cerró la cremallera y se marchó a su tienda. En ese momento, me di cuenta de que estaba desnudo, y de que el calor me había hecho desprenderme casi por completo del saco. ¿Me habría visto? Debí ruborizarme a la vez que mi corazón se aceleraba y mi polla terminaba de ponerse totalmente enhiesta. ¿Sería por éso que había dicho…?

 

Y entonces caí en la cuenta. Habíamos estado hablando durante casi 5 minutos, y según el móvil eran las 3:20. Cuando Isa se había ido eran las 2:50. Lo recordaba porque había dicho que casi no eran las 3. No se tardaba tanto en mear. Y sí, también caí en la cuenta de eso.

 

Las duchas estaban en los baños.