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Cuando comenzó todo - Capítulo 11

en Fantasías Eróticas

Capítulo 11

 

Aquella tarde fue la primera más o menos tranquila que pasamos en el cámping. Por suerte, parecía que el polvazo en las duchas había dado por concluído el enfado anterior. Marta se había disculpado, había aceptado que su “venganza” era excesiva y que no tenía razón de ser. Eso, en ese momento, me bastó, y estaba totalmente convencido de que no había pasado nada más en las duchas. No habría dado tiempo, y no creo que Toni fuera tan buen actor.

 

A pesar de todo, tampoco me dio por pensar en lo morboso que había sido follar allí, con posibilidad de que alguien nos pillara y, sobre todo, nos oyera, ¿habría estado Toni pendiente de ello? ¿Nos habría espiado? Él me había dado el consejo de entrar, así que debía imaginarse o esperarse lo que iba a pasar… Sea como fuere, no me dio por pensar en ello aquella tarde.

 

Pero tampoco hablamos más del tema. Marta y yo habíamos quedado en conversar sobre ello, pero a medida que pasaba el rato y se enfriaba su morbo su actitud se volvía más reacia a tratarlo. En algún momento intenté sacar la conversación, pero ella parecía ponerse nerviosa y rehuía hablar de ello. No es que se enfadara, como antes, más bien era como si no supiera muy bien qué debía pensar de sí misma.

 

- No… no quiero hablar de ello, por favor.- Era el tipo de cosas que decía, con el rostro sonrojado y los ojos temblorosos.

 

Yo quería decirle que no tenía que sentir vergüenza, que debía aceptar sus fantasías y que no eran para nada malas o raras, pero a Marta no suele gustarle que le insistan (ya lo habéis podido comprobar), así que directamente evité el tema hasta que éste se enfrió. Más tarde, aquella noche, me arrepentí profundamente de haberlo dejado enfriar, porque cuando quise follar con ella y la incité a que gimiera más alto, ella me respondió que no quería que la escucharan.

 

En fin, supongo que es algo normal. Una chica de un ámbito rural y tradicional, con una vida más o menos estable, un novio con quien planea casarse y una salud sexual bastante satisfactoria dentro de lo que podría considerarse normal… se encuentra de repente gozando de fantasías como ser vista o escuchada por otros, follar en lugares públicos o sentirse dominada. Aquello rompía completamente sus esquemas, y yo no sabía muy bien cómo intentar equilibrar la balanza hacia el lado de la aceptación.

 

Finalmente, tras un polvo dentro de lo “habitual”, y mientras escuchábamos el jolgorio de los que disfrutaban de otra fiesta en el bar, me dormí pensando en que, tal vez, no era justo para ella tratar de forzar la situación para que aceptara sus fantasías. O, tal vez, ¿era yo quien estaba tratando de imponer las mías?

 

 

A la mañana siguiente nos levantamos bastante tarde. De hecho, yo lo hice después que Marta, y cuando salí de la tienda me encontré con que habían colocado la mesa de Isa y Raúl entre las dos parcelas, y las dos chicas estaban tranquilamente desayunando. Marta llevaba una camiseta beige con media manga que le había comprado en un parque de atracciones y unos pantalones largos (la brisa refrescaba a primera hora), e Isa una camiseta masculina sin nada debajo, probablemente estaría en bikini.

 

Le di un beso a Marta y saludé a Isa, pero ésta sólo dijo un tímido “Hola” y esquivó un poco mi mirada. Supuse que estaría avergonzada por lo del día anterior… y la verdad es que también me resultaba un poco incómodo estar con ella.

 

- Hola cariño.- Me dijo Marta mientras me echaba un poco de café en una taza.- Por cierto, ha pasado Toni y me ha recordado que habías quedado en bajar a echarle un ojo a su ordenador.- Lo dijo con cierto tono de reproche.- Te recuerdo que estamos de vacaciones.

- Ya… no te preocupes, además nos va a invitar a comer hoy otra vez.

- ¿Otra vez? Madre mía.- Dijo Marta, llevándose una mano a la cabeza. Isa se echó a reír.

- Seguro que quiere que le borres el porno o algo.- Comentó, entre risas.

- No sé.- Respondí yo.

 

Desayuné con ellas charlando de temas sin importancia. Raúl, como era de esperar, se había ido a “correr”, literalmente. Cuando terminamos, ellas decidieron bajarse conmigo e irse a la playa.

 

- Te esperamos allí.- Dijeron mientras yo me quedaba como un imbécil esperando a que llegara Toni.

 

Saludé a Mike, que salió del bar para colocar unas sillas, y éste sólo me hizo un además con la cabeza y una mueca que bien podía haberse entendido como de desprecio. ¿Qué coño le pasaba a aquel tío? En ese momento llegó Toni con su todoterreno. Lo aparcó y fue directo a saludarme.

 

- Ey, buenos días, ¿llevas mucho esperando?

- No no, 5 o 10 minutos.

- Vale, muchas gracias por hacerme este favor.- Me dijo mientras me conducía a la oficina.

- No hay de qué.- Respondí. Tal vez era buena idea llevarme bien con él.- Por vuestra comida bien merece la pena.

- ¡Jajaja! Así me gusta.- Me dio una palmada en el hombro.

 

Me condujo a su despacho, me dejó que me sentara en su silla y encendió el ordenador. Era un ordenador de sobremesa que tenía ya unos añitos, y con poco mantenimiento por lo que parecía. En seguida vi el problema después del lento arranque del sistema operativo: nada más abrir Internet aparecían decenas de ventanas de publicidad que prácticamente bloqueaban el ordenador.

 

- Vale… ya sé lo que es.

- Un virus, supongo… ¿tiene solución?

- Sí, claro, pero no sé si tendré que formatear.- Le dije.- ¿Algún dato que necesites salvar?

- Aquí tienes un pincho, si tienes que hacerlo… hay una carpeta que se llama Clientes. Ahí tengo todos los registros, con salvar ésa me vale porque la documentación importante la tengo en el ordenador de casa.- Me dio un USB.

- Muy bien.

- ¿Cuánto tardarás?

- No sé… una o dos horas, depende.

- Muy bien.- Se apartó de la mesa.- Tengo que irme a trabajar entonces, te dejo puesto el ventilador y te cierro para que nadie te moleste, ¿vale?

 

Empecé con la limpieza. Era un problema de libro: antivirus obsoleto, acceso sin seguridad a alguna página poco recomendable… Sonreí para mí, hasta Don Dueño Perfecto veía porno. Tras un análisis me di cuenta de que sería muy difícil eliminar todo rastro de virus del PC sin formatearlo, así que, como suponía, me tocaba ahora ponerme a copiar la carpeta que Toni quería salvar.

 

Dentro había varios documentos de Word y Excel, nada fuera de lo normal, así que tras comprobar que estaban limpios los metí en el USB. En ese momento me llamó la atención el nombre de una carpeta que aparecía en las carpetas recientes. Se llamaba Register, y por fuerza tenía que ser la carpeta almacén de algún tipo de programa multimedia. Pero, ¿qué programa de vídeo podía usar Toni? Si por lo que parecía no tenía ni idea casi de usar el ordenador más que para los documentos e Internet, mucho menos para un programa así.

 

Abrí la carpeta, pero estaba vacía. Efectivamente, pertenecía a un programa de vídeo, y su nombre hizo que diera un respingo: era algo así como SpyCamController (el nombre es inventado). ¿SpyCam? ¿Cómo coño sabía manejar Toni un controlador de cámaras espía? El ordenador no tenía webcam, así que estaba claro que era un monitorizador de cámaras que estaban en otro sitio.

 

Sentí un nudo en el estómago. ¿Y si tenía las cámaras espías repartidas por el cámping? Aquello no es que fuera de ser un hijo de puta, es que era algo ilegal. De repente recordé su consejo para que me follara a Marta en las duchas.

 

- Joder.- Dije sin darme cuenta mientras buscaba el programa para ejecutarlo. El ordenador iba lento de cojones.- Vamos, joder.

 

De repente escuché la voz de Toni hablando con alguien. Por lo que decía parecía que eran nuevos clientes. El programa tardaba la vida en abrirse.

 

- Tenemos muchas parcelas libres, así que podéis…- Estaba diciendo en ese momento.

 

Finalmente se abrió una ventana, pero aún seguía cargando y no aparecía nada de lo que había dentro. Ese programa era de pago, pero estaba crackeado.

 

- Creo que me he dejado los papeles en la oficina.- Dijo.- Dadme un segundo…

 

Mierda, mierda. Por fin cargó la ventana. Aparecían seis cámaras: una que me estaba enfocando a mí directamente, posiblemente situada encima de la puerta, en una lamparita. Decidí no mirarla para que no se diera cuenta de que le había cazado. Otra enfocaba al parking desde una de las farolas. Otra la piscina, seguramente desde otra farola. También la placita de los aseos, y las dos últimas…

 

- Hijo de puta.- Murmuré.

 

Una enfocaba a las duchas de los chicos, y la otra a las duchas de las chicas. Aquello era una locura. De repente, escuché cómo se abría la manilla de la puerta. Acojonado, cerré como pude la ventana y me recompuse.

 

- ¿Cómo vas?- Preguntó Toni, con el rostro sonriente, pero debió darse cuenta de que estaba respirando muy rápido.- ¿Estás bien?- La cara le cambió un poco.

- Sí… sí, sólo con un poco de calor.- Respondí, y sonriendo añadí.- Tengo ganas de ir a la playa con las chicas.

- Jajaja, no me extraña.

- ¿Nuevos clientes?

- Ah, sí sí, ¡eh! ¿Podéis asomaros un momento? Que os presento.

 

En el umbral de la puerta aparecieron un chico y una chica que debían tener 30 y tantos. Él, un poco más gordo que yo, calvo y con barba, con cara de bonachón, y ella alta, delgada, con poco pecho pero una cara bastante bonita, rubia.

 

- Estos son Ana y Jorge, van a quedarse en la parcela 24.- Dijo Toni, situado entre ellos y yo.- Éste es José, de la 22, está arreglándome el ordenador porque es que soy un desastre.

- Encantados.- Dijeron ambos casi al unísono. 

 

Parecían bastante agradables, y por un momento tuve la tentación de decirles que no se registraran, llamar a la Guardia Civil y tirarle el chiringuito al cabrón sonriente. Seguramente habría grabado un montón de material que estaría subiendo a Internet o algo así… Joder, seguramente nos habría grabado.

 

- ¿Lo has limpiado ya?- Me preguntó Toni antes de ir a hacerles el registro.

- No, he salvado los datos en el USB, pero no he podido formatearlo aún.- Le dije, fingiendo todo el buen rollo del mundo.- Aún tardaré un rato.- Si podía, haría una copia de seguridad del disco duro para tenerlo como prueba.

- Bueno, pues déjalo, he traído el portátil de casa.- Dijo.- Vete a bañar con ellas, ya otro rato me lo haces.

- No me importa hacerlo ahora.

- De verdad, no pasa nada.- Dijo. Su expresión era sonriente, pero firme, y sus palabras sonaron mucho más reales que la ironía que se suponía que eran.- ¡Larga de aquí, hombre!

 

Le di a apagar el ordenador a regañadientes. Seguramente se habría dado cuenta de su error e iba a formatearlo. Saludé a Jorge y a Ana y salí todo lo rápido que pude de la oficina, acelerando aún más el paso en dirección a la playa.

 

En mi mente, recoger a Marta y a largarnos de ese puto cámping.