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Cuando comenzó todo - Capítulo 8

en Fantasías Eróticas

Capítulo 8

 

La frase de Raúl me dejó de piedra. ¿Acaso lo sabía? No respondí al instante, sino que me demoré unos instantes para calibrar la situación. Si lo sabía y le mentía… no creo que fuera una manera agradable de iniciar una convivencia. Pero si confirmaba sus sospechas… Bajo sus gafas de sol él se mantenía expectante, mirando a las dos chicas que se bañaban juntas. Su expresión era serena, tranquila, pero despierta.

 

- Estuve paseando por la playa.- Decidí decir una verdad a medias.

- ¿Hasta dónde llegaste?

- Pues… no lo sé exactamente, es una playa enorme.- Definitivamente sospechaba que yo les había visto.

 

No dijo nada durante unos instantes. Apuró el cigarro, suspiró y lo apagó en la arena, dejándolo allí. Una guarrada, vamos. Después se giró y me miró.

 

- ¿Nos viste tú?

- ¿Qué?

- Tío, no me gustan estos juegos, ¿nos viste o no?

- Mira, yo… a ver, os vi sin querer, ¿vale?- No tenía sentido alargar una mentira con un tipo así.- Escuché ruido y me asomé, nada más, pero paso de líos, ¿vale? Yo no he visto nada.

 

Raúl no respondió. En sus facciones y su postura se apreciaba claramente la tensión, hasta que, al final, bajó los hombros y me puso una mano en el mío.

 

- Joder tío… eres buena gente.- Dijo, aliviado.

- No me gusta meterme en la vida de los demás…- Respondí yo.

- Es que… joder, la he cagado, ¿sabes?

- De verdad, no tienes por qué…- No quería saber nada más, cuanto menos, mejor.

- Isa es fantástica, está tremenda y es una loba en la cama, ¿y esas tetas? Ufff… son un regalo tío.

- Raúl, que no…

- Y somos liberales, hemos ido a locales y hemos hecho tríos, bukkakes, de todo.- Ostias, empezaba a interesarme lo que decía.- Nunca ha tenido ningún problema en que me folle a otras tías delante de ella, ¿sabes? Tengo la ostia de suerte con ella, pero… joder, con Vanessa la he cagado.- Así que, en efecto, era la camarera colombiana a la que se estaba follando.- Ya la cagué el año pasado porque me la follé a espaldas de Isa, pero éste año la zorra me ha buscado. Hija de puta…

 

Qué cabronazo. Aquel idiota tenía con Isa todo lo que un hombre podía desear: una chica preciosa, sexual, activa, abierta, liberal, que le permitía follarse a otras chicas… y el muy subnormal se había dedicado a ponerle los cuernos. Hay que ser gilipollas para hacer éso. Sentí unos impulsos tremendos de decírselo a Isa en cuanto pudiera y devolverle un poco de justicia poética.

 

- No sé… a lo mejor deberías decírselo a Isa, si estáis tan bien…

- Qué va… no jodas, me montaría un consejo de guerra y me mandaría a tomar por culo, y no hay nada que más me podría joder que verla empalada por otro maromo.

- ¿Pero no erais liberales?- Aquello sí que no tenía sentido.

- Sí, bueno… pero ella nunca se ha follado a otro que no sea yo, eso no se lo permito.- El muchacho era una joyita, un cabrón ególatra y egoísta de campeonato.

- Ya… bueno, por mi parte no tienes de qué preocuparte.- Por más que quisiera joder a aquel tipo, la verdad es que no me apetecía meterme en un problema de pareja, y mucho menos con mis vecinos de tienda.- Pero no le hagas ésto a Isa, no creo que ella se lo merece.

- Eres un tío legal.- Me dio un puñetazo en el brazo que teóricamente debería haber sido suave, pero que me dejó marca.- Bueno, ¿y a vosotros qué? Menuda fiesta os pegasteis anoche, para que ella sea tan recatada bien que gemía.

- El alcohol nos afectó un poco.- Me resultaba un poco incómodo hablar con él de Marta.- A Marta no le gusta mucho saber éso, así que no se lo digas o se molestará.

- No te preocupes tío.- En realidad, él ya se lo había dicho a ella y sabía de sobra que le molestaba.- ¿Y a ti? Te mola, ¿verdad?

- ¿El qué?

- Que la oigamos gemir.

- Pues… no… ¿por qué?

- “¡Gime, zorra! ¡Que te oigan todos!”- Exclamó, imitándome. ¿Tanto se había oído? Mi rostro debió enrojecerse.- Vamos tío, te pone que la escuchen, ¿verdad?

- Bueno, un poco.

- No tienes de qué avergonzarte, es una pasada que otros tíos deseen a tu hembra.- Tenía razón, claro, pero es que no me sentía nada cómodo hablando con él de eso. Era una fantasía íntima que pocas veces había compartido más allá del anonimato de Internet.

- Sí… está bien.

- Mira, tenemos confianza, ¿no?- Ninguna, pero me vi obligado a asentir con la cabeza.- Pues no te cortes en mirar las tetas de Isa. Es una lástima que Marta no quiera quitarse el bikini.

- Ya, ese es el problema.

- Se me está ocurriendo una cosa.- Dijo él después de quedarse pensativo un instante.

- ¿Cuál?- De nuevo, no me hacía ninguna gracia que Raúl fuera mi interlocutor en aquel tema, pero él conocía mucho más del mundo liberal que yo, y el morbo de que le viera las tetas a Marta me superó.

- Confía en mí tío.

 

Raúl se puso en pie, se quitó las gafas de sol y las dejó sobre la toalla, y mientras se encaminaba al agua, al lugar donde las chicas se estaban bañando, me indicó con una mano que fuera con él.

 

- Tú hazle a Marta lo mismo que yo le voy a hacer a Isa.

- No sé si es buena…

- Confía en mí.

 

Y claro, no confiaba, pero confié.

 

Entramos en el agua. Estaba fría y había algunas olas con las que Marta e Isa estaban jugando. Sus cuerpos saltaban para evitar hundir las cabezas bajo el agua, provocando que sus pechos botaran con cada salto. Pude dedicar medio segundo a ver cómo lo hacían las tetas de Isa antes de que fuera demasiado evidente.

 

- ¡Por fin os animáis!- Exclamó Isa, agitando los brazos para que nos acercáramos a ellas.

- ¡Tiburón!- Gritó Raúl, y a tres metros de ella se lanzó al agua en dirección a su novia.

 

Marta y yo nos quedamos mirando a Isa en los dos segundos que tardó en caer derribada y sumergirse en el agua. Justo después, un haz de agua salpicada, risas, cosquillas y pataleos revolvió la arena a su alrededor. Mi novia me miró, sonriente, y yo decidí seguir el plan de Raúl y lanzarme hacia ella.

 

- ¡Tiburón!- Grité, pero supongo que mi salto no fue ni tan espectacular ni tan rápido como el de él, porque cuando llegué a Marta ella ya me estaba esperando.

 

Intenté derribarla, pero ella se revolvió y, en su lugar, cayó sobre mí y fue ella la que me mantuvo bajo el agua haciéndome cosquillas. Yo tragué un poco de agua salada, y en cierto momento incluso boqueaba porque ella parara. Escuchaba su risa y sus cosquillas me estaban matando, pero de repente ella se detuvo, apartó rápidamente los brazos y se irguió.

 

Yo me levanté, tosiendo y riéndome a la vez, y entonces me quedé mudo. Isa estaba ante mí, con la cara blanca y casi en shock. La parte de arriba de su bikini había desaparecido, y de hecho flotaba unos metros más allá. En su lugar, sus tetas preciosas habían quedado completamente a la vista, con los pezones marrones y no muy grandes erectos. Raúl la miraba desde apenas tres metros de distancia, ¿había sido él? ¿Ese era su plan? Su expresión de picardía le delataba. Isa, por su parte, se había llevado una mano a la boca y trataba de disimular la risa.

 

Fue un momento, porque rápidamente Marta se recompuso y se tapó los pechos con el brazo izquierdo, completamente roja.

 

- Marta…- Fui a decirle, acercándome a ella, pero mi novia me asestó un bofetón con su mano derecha que me hizo ver las estrellas.

- Eres un auténtico gilipollas.- Me espetó, y apartándome se fue a por el bikini y salió del agua.

 

Me quedé parado. ¿Yo? Isa me miró, encogiéndose de hombros, y salió tras ella, llamándola. Por su parte, Raúl se acercó a mí riéndose.

 

- Joder, pues las tiene cojonudas, te debes poner morado también.

- ¿Qué coño has hecho tío? Te has pasado.

- ¿No querías exhibirla? Pues ya lo has hecho.

- Sí claro, pero no así.

- Bah tío, ya se le pasará, ya verás como esta noche te la follas de puta madre pensando en que yo le he visto las tetas.- Dijo.- Tú díselo y verás.