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Inesperadamente tú 16

en Lésbicos

Érika:

Me sentía muy fuera de lugar en ese momento, quería irme para que pudieran hablar bien pero a la vez no me quería separar de Elizabeth, no quería dejarla sola y cuando me dijo que no me fuera sentí un gran alivio y pude estar tranquila.

La situación se puso un poco tensa cuando Fabiola dijo que todos tenían que saber sobre el regreso de Elizabeth, claro que tenían que saberlo pero no sabía si Elizabeth estaba lista para hacerlo.

–Estas lista? –dije aprovechando que Fabiola hacia unas llamadas.

Tomó mis manos y me miró fijamente con la mirada algo triste.

–No lo estoy, pero lo tengo que hacer –Suspiro –tengo mucho miedo.

–No se si te sirva de consuelo –Rei –Pero aquí me tienes a mí para cualquier cosa.. claro si tú lo quieres.– dije nerviosa –o también me puedo ir..

Giré mí vista a otro lado algo apenada y Elizabeth puso su mano en mí mejilla y me hizo mirarla.

–No quiero que te vayas –dijo con una sonrisa –Me das esa seguridad que necesito y creo que sí te vas no la tendré.

Sonreí tontamente y sentí la mirada de alguien y  noté que se trataba de Fabiola que me examinaba muy detalladamente y solo sentí como el calor se me subió a la cabeza, en ese momento debía parecer un tomate.

Elizabeth se dió cuenta de que nos miraba y no dijo nada solo le sonrió a su hija y se volvió a sentar en su lugar.

–Hice algunas llamadas y tu caso se resolverá pronto –Dijo acomodando unos papeles en su escritorio. –ahora quiero que vayamos a casa para que conozcas a mí familia..

Elizabeth la miró sorprendida pero solo pudo asentir para después mirarme a mi y yo puse mí mano en su hombro y sonreí.

–Tu también puedes ir –Dijo Fabiola mirándome –he visto que eres un gran apoyo para mí madre así que pues también eres bienvenida..

–Gracias –sonrei tontamente y miré a Elizabeth que me miraba de manera extrña y solo pude sonreír tímidamente.

Después de unos minutos me encontraba en mí coche camino a casa de Fabiola y a mí lado venía Elizabeth completamente perdida en sus pensamientos.

–Estas bien? –Pregunté tomando su mano con cuidado.

–Si, bueno son demasiadas emociones –dijo tomando mí mano con fuerza –No se que haría si no estuvieras conmigo –suspiró –Pero se que puedes tener cosas más importantes que estar conmigo..

–Nada es más importante que tú– mí cara me debía delatar en ese momento porque sabía que eso no lo debí decir.

Un silencio invadió el coche pero jamás soltamos nuestras manos y seguimos el camino detrás del coche de Fabiola.

Al llegar después de unos minutos de manejar a las afueras de la ciudad, nos bajamos del coche y Fabiola se acercó a nosotras con una gran sonrisa.

En ese momento yo estaba impactada al ver el tamaño de aquella casa y lo bonita que era.

–Te gusta eh?! –dijo Pedro el primo de Fabiola.

–Que? No!! –dije tontamente..

–No te gusta la casa? –dijo confundido

–Ahh si claro que sí..

Pedro miró a Elizabeth y después me miró a mí y solo golpeó de manera discreta mí hombro y sonrió de manera cómplice.

Mí cara debía ser completamente roja en ese momento, Elizabeth y Fabiola no notaron la pequeña conversación que Pedro y yo tuvimos y respiré un poco más tranquila.

Entramos a la casa y miraba con asombro cada detalle de aquel lugar, era increíble y perfecto para vivir cómodamente.

–Llegué familia!!! –grito Fabiola con una sonrisa perfecta en su cara.

De repente de algún lugar que supuse era la cocina salió un pequeño gritando feliz y corriendo hacia Fabiola.

Lo tomó, lo cargó y el niño se aferró a ella de una manera increíble lo que me causó mucha ternura y una gran sonrisa.

El niño que debía tener alrededor de 4 años nos miraba de manera curiosa y Elizabeth lo miraba con lágrimas en los ojos y con emoción enorme.

–Te presento a mí pequeño Carlitos –besó la mejilla del niño y el solo seguía con su mirada en Elizabeth.

–Hola Carlitos –Dijo Elizabeth con la voz entrecortada. –Soy tu abuela..

El niño la miró y negó haciendo un puchero y aferrándose al cuello de Fabiola.

Fabiola solo abrazó al niño y se disculpó llevándolo a la cocina nuevamente, en ese momento una niña de aproximadamente 8 años bajó por los escalones de la casa metida en su celular, no se había dado cuenta de nuestra presencia.

Elizabeth cubrió su boca cuando ella nos miró y es que era la misma imagen de Fabiola los mismos ojos igual de intensos.

–Quienes son? –Pregunto la pequeña –Mami sabe que están aquí?

–Si pequeña –dije yo porque Elizabeth no era capaz de hablar –la estamos esperando.

––Yo te conozco –Dijo la peque sorprendida acercándose a Elizabeth quien sólo la miraba –Tu eres mí abuela Elizabeth –dijo muy segura.

Elizabeth solo asintió y la niña se abrazó a ella y me mató todo lo que la niña le dijo a Elizabeth.

–Supongo que es un sueño más de todos –dijo aferrada a Elizabeth –Asi que tengo que aprovechar y abrazarte mucho como dijo mami Fabiola.

Elizabeth sollozaba en silencio mientras abrazaba a la niña y yo observaba todo con lágrimas en los ojos, era tan fuerte escuchar aquello.

En ese momento apareció Fabiola con el niño en sus brazos y a su lado una mujer muy guapa que venía limpiando sus lágrimas.

Fabiola al ver la escena se quebró y se soltó a llorar, la escena era muy conmovedora pero me alegraba que Elizabeth estuviera regresado a esa vida que ella quería.

La chica y Fabiola se acercaron y se sentaron justo frente a nosotras viendo como la niña seguía aferrada a Elizabeth.

–Es tu abuela –dijo Fabiola viendo a su pequeña.

–Pero ella estaba en el cielo –dijo la niña

–Pues Diosito la mandó de regreso con nosotros porque se portó mal allá arriba –Dijo Fabiola haciendo reir a la niña y a todos en la sala.

–Que bueno que viniste –Dijo la niña dándole un beso a Elizabeth en la mejilla.

–Señora Elizabeth, un gusto conocerla –Dijo la chica desconocida para mí. – Siempre me han platicando tantas cosas sobre usted.. estoy demasiado impactada de verdad me sorprende todo esto...

–Claro lo entiendo perfectamente hija –Dijo Elizabeth sonriendo.

–Tu padre y tu madre lo saben? –preguntó La chica con una sonrisa.
–Que tengo que saber? –Se escuchó desde la entrada y Elizabeth solo cerró los ojos al escuchar aquella voz sin atreverse a voltear.

–Pasa algo hija?

Fabiola solo miró a esa persona con algo de miedo y sentí el corazón latir a toda prisa cuando supe de quien se trataba.

–Nada malo papá...

 

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