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Los Servicios de mi Trabajo

en Gays

LOS SERVICIOS DE MI TRABAJO

Hola, os voy a contar lo que me pasó hace unos años en los servicios de mi curro. Yo trabajaba en una gasolinera muy concurrida de la provincia de Toledo (España). Un día, me pidió un compañero que doblara porque él tenía una boda.

Para ser exactos, entré a currar un miércoles a las 7:30 de la mañana y fiché mi salida a las 22:00. Como siempre hacía, recogía los bártulos de mi taquilla y me dirigía hacia los servicios para tomar una buena ducha pues aunque de la gasolinera me iba directamente a casa, no me gustaba ir oliendo mal.

Le pedí las llaves de las duchas a mi jefe, el cual es el que me relevaba y me dirigí hacia los servicios.

Abrí la puerta y encendí la luz, dejé mi mochila sobre el banco y me dispuse a desnudarme, me quité la sudada camisa, me desabroché el cinturón y me bajé los pantalones. Me quedé en calzoncillos y calcetines, me dirigí hacia las duchas, abrí el grifo de una de ellas para que corriera el agua y saliese pronto caliente. Me di media vuelta y me senté en el banco hasta que empezara a salir vaho, cuando esto sucedió, me quité mis calcetines y me puse unas chanclas sin abrochármelas para no hacer contorsionismos a la hora de bajarme los calzoncillos.

El vaho ya se había adueñado del cuarto, me levanté, cogí mis jabones y me dispuse a entrar en la zona de duchas. Dejé sobre las repisas el gel, el champú, el cepillo de dientes y la pasta de dientes. El agua me caía sobre el pelo mientras que yo me lo tocaba lentamente para mojarlo bien, abrí más el grifo del agua fría y me empecé a relajar lentamente. El agua caía sobre mi cuerpo.

Tenía los ojos cerrados mientras me lavaba el cabello cuando de repente me di un susto al oír una voz ronca, los abrí rápidamente y pude ver a un hombre ya medio desnudo, sudoroso también y que se dirigía a mi con tono amable...

Hola, ¿cómo está el agua?

Bien, la he puesto fresquita para relajarme después de una dura jornada de trabajo, respondí.

¿Te importa si me pongo aquí?, me dijo.

No, para nada, de hecho es mejor pues el agua es de termo y así no hay problema de que a media ducha te quedes sin agua caliente, le dije.

Estupendo respondió.

Yo cogí mi gel de ducha, abrí el tapón y me eché en la mano para enjabonarme.

¿Me puedes dar un poco por favor?, lo olvidé en el camión. Se dirigió hacia mí.

Claro, dije, acércate que te echo. El hombre se acercó a donde yo estaba y puso sus manos en forma de cuenco. Al acercarse, se me fueron los ojos a sus abdominales y de ahí, sin querer bajaron hasta su sexo, moreno, algo morcillón y con unos huevos de espanto. El camionero se percató de a donde le miraba y al darle morbo, su polla morcillota empezó a coger forma. Yo, alucinado de semejante miembro no me daba cuenta que tenía mi bote de gel boca abajo y estaba derramando el gel sobre sus manos.

El hombre me dijo, con esto me sobra para enjabonarme entero, si quieres, lo utilizamos para los dos. Yo cuando me di cuenta de lo que pasaba, me puse rojo como mi polla lo estaba, roja y bien dura con una gotita de líquido preseminal en la cabeza. Yo asentí con la cabeza dejando el gel en la repisa.

El camionero empezó con mi cuerpo, desde el cuello hasta los pies, y, al subir se detuvo en mi ano, el cual empezó a dilatar muy bien con el gel en su mano. Le quité algo de gel de su otra mano y empecé a hacer lo mismo en su cuerpo deteniéndome en su falo grande, gordo y venoso, descapullándoselo hasta que no podía más.

El juego empezó, la cabeza de su pollón estaba en la entrada de mi culo cogiendo postura para ponerse a penetrar el agujero tan apetitoso que veía, mientras, el camionero, parecía un vampiro pues me agarró del cuello con sus colmillos y me mordía tan tan fuerte que apenas estaba atento para cuando su polla entrara en mi pequeño ojete.

Cuando me quise dar cuenta, esos 19cm de carne dura los tenía dentro de mi. El señor me hizo poner las manos sobre los azulejos y poner el culo en pompa.

No te quiero hacer daño chico, sólo que pasemos un agradabilísimo rato juntos, si te duele lo más mínimo me dices, ¿vale? Vale, le respondí.

El vaivén empezó muy suavemente pudiendo notar como me iba abriendo cada vez más mi culo. Una vez que yo creía haber dilatado bien, le agarré de sus nalgas e imprimiendo fuerza, le pedí que me partiera en ese momento.

A tus ordenes chico, respondió y sin esperar una envestida más, empezó a abrirme agresivamente mi culo pudiendo saber yo que todavía no había dilatado bien pues noté un aguado dolor pero no le dije nada pues me estaba dando muchísimo morbo y a la vez, placer.

Tío, me tengo que pajear, necesito correrme ya, dije. El camionero me sujeto las manos con las suyas y me respondió "tu no te vas a tocar la polla ni dos segundos, cuando tu cuerpo no aguante más, tu polla ya se encargará de expulsar tu lefa al exterior" y al decirme esto, me empezó a meter más rápido y mucho más fuerte, pudiendo notar sus cojones golpearme violentamente.

Me estuvo follando alrededor de los 8 minutos, yo apenas ya notaba su miembro y me relajaba a cada minuto que pasaba. Al rato, el camionero me la sacó de golpe y se fue de la ducha. Yo me quedé sin saber que hacer hasta que le vi que traía el banco que estaba fuera, lo metió en la sala de duchas y me hizo tumbarme levantando mis piernas hacia arriba, poniendo así, la postura del misionero.

Él me la volvió a meter pero la sensación había cambiado. Entre el nuevo dolor, el agua tibia cayéndome sobre mi pecho y mi polla reventona, en poco tiempo y sin tocarme, la lefa de mi rabo empezó a saltar por los aires cubriéndome por completo.

El señor sacó su polla recubierta de mierda y sobre si chorreante de lefa. Los dos nos metimos en la ducha y mientras nos enjuagábamos, nos besamos efusivamente.

Al vestirnos, estuvimos hablando hasta darnos el número de móvil para que cada vez que el señor del camión pasara por allí por la noche, nos ducharamos juntos.

Todo siguió igual durante cinco meses hasta que una vez nos pilló mi jefe y me echó del trabajo.

Actualmente soy camionero, como mi amante.

 

 

 

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