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Las Calles de Madrid

en Gays

Después de 15 meses sin escribir absolutamente nada, no han sido pocas las voces que se han alzado para animarme a volver a hacerlo. Muchas gracias a todos, espero que os guste mi relato número cuarenta y uno, Las Calles de Madrid.

Buenas, acabo de volver de fiesta del mítico barrio gay español, Chueca. Había estado todo el día fuera de casa por lo que no pude ni dejar la mochila en casa. Sobre las cuatro de la mañana ya iba entrando el sueño así que me despedí de los colegas, pedí los bártulos en el ropero del garito y me dispuse a volver andando pues estaba completamente borracho. Por la noche me gusta callejear por el viejo Madrid en vez de ir por las grandes avenidas. A medio camino me paré para ponerme la radio del teléfono móvil he ir escuchando algo de música pero cuando cierro la mochila y me pongo el manos libres, me doy cuenta que hay un chico mirándome fijamente en la acera de enfrente. Yo le devuelvo la mirada, y vaya chico, que polvo que tenía el muy cabrón, uno ochenta, chinos marrones claritos, zapatos, camiseta blanca ajustada y el pelo engominado.

Sigo mi camino pero el gominitas se me adelanta y se cambia a mi acera volviéndose de vez en cuando para mirarme, yo le sigo y él empieza a andar más rápido, dobla una esquina, anda rápido, se gira hacia mí, se vuelve, sigue andando, saca las llaves y me las muestra claramente, sigue andando, yo me aparto un poco de las fachadas para ver a donde va. No más de dos edificios, le veo que se para y abre la puerta de un portal. Sujeta la puerta con un pie y cuando me acerco, veo que se está tocando el rabo morcillón sobre sus pantalones mientras se muerde su labio inferior morbosamente.

Me acerco y paso dentro con él, cierra la puerta, me coge la muñeca y me lleva a oscuras escaleras abajo. Junto al cuarto de luces me empieza a besar el cuello y a manosearme la barba, yo ni corto ni perezoso, le cojo de la camiseta y le meto mis manos por dentro para tocarle su torso, espalda atlética... nos buscamos las lenguas y nos fundimos en un beso guarro para ver quien alcanza antes la campanilla del otro, mientras se desabrocha el pantalón, se saca la polla del calzoncillo, me coge de la cabeza y me empuja hacia abajo, ¡come cabrón, trágatela! –me dice- y yo como buen muchacho obedezco. Al principio con una mamada normalita, lengüetadas en el glande, jugueteos con mis labios pero nada del otro mundo hasta que me suelta "hijo de puta, te voy a enseñar yo a comer rabo", me desabrochó el mío con ansia y se clavó mi cipote hasta su garganta, su barbilla golpeaba mis pelotas en cada envestida que me daba... pfff que mamada... creía que me corría.

Pero el tío no era listo ni nada y cuando empezó a chispear aquello, se la saco de la boca, se metió una mano en el bolsillo y sacó una goma. Agárrate bien de la barandilla pues lo vas a flipar chaval –me dijo-. Yo temiendo que me pudiera hacer daño con su rabo hinchado, le hice caso y me agarré fuerte a los barrotes negros de la escalera. Agáchate más... me abrió el culo con sus manos y empezó a lamerlo moviendo la lengua alrededor de mi ojete, me dio tanto gustazo que no podía reprimir el gemido hasta que se levantó ferozmente y me dio un cachete en el culo, me agarró del cuello con la otra mano y me dijo: "o te callas o en una de las envestidas tendrás que ir al hospital por dos motivos so gilipollas, una con el culo roto y otra por la brecha que te voy a hacer contra los barrotes, así que calladito no te pasará nada, ¿me has entendido mamarracho?. Asentí.

Él siguió dilatándome pero yo no podía más, me retorcía y estaba ansioso porque me follase, en una de las lengüetadas suspiré y miré hacia arriba, me di un susto grande pues pude ver una silueta gris, era un chaval de no más de 20 años que se estaba tocando el rabo sobre el chándal blanco Nike que llevaba, también pude observar su sudadera de Lonsdale y sus Airmax 300. La verdad es que la situación no podía ser más morbosa, un pijillo comiéndome el culo mientras se masturbaba y un bakala mocoso pajeándose mientras nos observa.

El chico de los chinos seguía comiéndome el trasero echándome gapos en el ojal. Así estarás bien lubricado. Aquí empezó la pelea pues tenía un rabo muy ancho y aunque me había comido el agujerote estupendamente, nosé porqué me daba que me iba hacer daño, pero me equivoqué, con todo lo malote que parecía hablando, por sus hechos se le veía que era un trozo de pan, me puso el capullo sobre el ojal y muy poco a poco me la fue metiendo mientras me besaba la espalda y pellizcaba los pezones. Una vez que ya estaba completamente dentro empezó a bombear sin piedad, tan rápido me la metía a veces que se le salía y la volvía a meter con la furia de un Dios, por supuesto yo, veía las estrellas cada vez que esto pasaba pues el tope era mi tripa.

No al mucho rato, noté como me caía algo caliente del techo y cuando miré, el bakala se estaba corriendo en la barandilla... mmmmm, pensé, hormonas recién horneadas, así que me lamí la cara e intenté llegar a los barrotes para lamer la leche que resbalaba por ellos.

Mientras tanto, el engominado me había cogido del rabo, y a medida que me iba metiendo más y más, a mi me masturbaba más rápido hasta que soltó un gemido que se escuchó en toda la escalera, supe que se había corrido y entre eso y lo del malote del chándal, me puse cardiaco y manché el negro mármol del suelo y las paredes con goterones de lefa recién salidos de mí.

Cuando volví a mirar para arriba, el chico ya no estaba, sólo quedábamos mi violador y yo... que seguíamos unidos. El engominado me la sacó y sacó de su bolsillo unos pañuelos mojados, me ofreció uno y me limpie la polla y el culo. Cuando nos vestimos los dos, éste me dio un abrazo y me susurró al oído, "éste será nuestro pequeño secretito. ¿Me has oído bien?".

Salí del portal y cogí de nuevo rumbo a casa, sólo que ésta vez más contento ya que unas castañuelas pues... ¿quién tiene sexo en un portal totalmente borracho sin esperarlo?.