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Paja en Moncloa

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PAJA EN MONCLOA

Una tarde de verano pasaba por el intercambiador de Moncloa y me dirigí a sus servicios. Me estaba fijando en un nuevo comercio que habían puesto cerca y de repente en un segundo plano, aparece un sujeto con camisa blanca y gafas a lo tipo "Mama Mía", me digo a mí mismo: "uy que fashion la maricona ésta".

Bueno, el caso es que llego a los servicios y me dispongo a hacer con que estoy haciendo pis, los servicios estaban desiertos pero no tardando mucho, entran dos chicos, uno de ellos se pone a mi lado. Cuando pasa un rato, le miro de reojo y es la fashion que he visto fuera, así que paso de él. Miro para atrás y hay un chico de camiseta azul con que secándose las manos pero claro, tontería es si no se oye el motor del secador, le miro a la cara y me hace un gesto para pasar con él a un privado.

No hago caso y sigo en el urinario, se me acerca la fashion de nuevo y me susurra "ven que te la como", pero no me da la gana de seguirle, pues además que no me gusta, no me parece plan de yo enseñar mi rabo a todo el Mundo y que el Mundo se ponga cachondo y yo no vea nada.

Ya me empiezo a cansar y decido que si en cinco minutos no pasa nada, me iré con los huevos cargados a casa. Pensado y hecho, el chico del secador se me pone al lado y me enseña su polla morcillota, muy apetecible por cierto, yo le enseño la mía, me mira a la cara y me sonríe, yo le observo, tiene cortado el pelo al 1, castaño y con piercing en la cara, la verdad, un chico muy normal, pero que me ha gustado.

Él se va a un privado donde me está esperando, yo disimulo un poco y con un poco de descaro me meto donde está él, cierro la puerta y echo el cerrojo. El chico de la camiseta azul ya tiene su rabo sacado, se está pajeando, yo me bajo la cremallera de mis pantalones de nilo y saco mi polla, me pongo a pajearme con él, no tardando mucho, el chico se pone mirando al váter y empieza a correrse, una buena corrida, si señor.

Yo tardo un poco más, apenas me salen dos perlas de lefa, pero no me importa, le miro y me vuelve a sonreír. El chico intenta sacudirse su mano llena de lefa, yo le hago un gesto con la mano que se espere, abro mi bolsa y saco un paquete de pañuelos de papel, le doy uno, sus labios me lo agradecen en silencio, yo le digo que no hay de qué.

Me espera a que me limpie yo también, una vez listos los dos, por gestos le pregunto que quien sale primero, él me responde que le da igual, que yo por ejemplo, así que abro la puerta y le digo con un gesto que hasta luego, abro y me voy del servicio.

 

Éste relato está dedicado a él, por ser tan majo y guapín.