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El Chat

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EL CHAT

Hola, me llamo Ramón y soy un chico de 32 años, pelo rapado, mido 1.76, peso 73 kilos y estoy fibrado. Os voy a contar lo que me pasó una noche de calentón que me metí al chat cuyo nombre hace referencia al popular barrio madrileño gay.

Éramos muchos los que buscábamos un rabo con el que entretenernos aquella noche. Después de un par de horas flirteando con chicos, di con uno que quería comerme la polla. Yo al estar tan sumamente cachondo, accedí, sólo que le dije que en vez de en la noche, que mejor por la mañana. Nos dimos el msn y después de intercambiar algunas fotos, nos dimos los números de teléfono y me dio su dirección: C/ San Cugat del Vallés nº15; 1º C, Metro Fuencarral.

Charlamos un poco más, yo le dije a Pedro (así se llamaba el chico), que si se tragaría todo mi néctar, el cual me respondió que por supuesto, es lo menos que esperaba. Pensé que estaría de coña. Nos despedimos hasta las 10 de la mañana, hora en que le follaría la boca sin compasión.

Toda la noche la pasé empalmado pensando en la mamada que me haría y con muchas ganas de pajearme pero me contuve pues quería disfrutar mañana de lo lindo.

La mañana llego, me levanté y me quité el pijama para meterme en la ducha, mientras me enjabonaba todo muy bien, mi polla estaba morcillona, deseosa de soltar todo el semen que tenía en mis cojones. Me puse cómodo con un chándal y andando.

Después de media hora de trayecto en Metro, llegué a la estación, y al salir, miré el plano zonal para ver como se iba. Al final, no me perdí. A las diez menos cinco, yo estaba llamando al telefonillo de Pedro. Subí las escaleras y me recibió con un pico, él estaba en boxer y una camiseta. A los dos se nos podía apreciar cierto bulto en la entrepierna.

Me llevó al salón, se puso de rodillas y empezó a desabrocharme el cordón del pantalón del chándal para después, bajármelo con mi slip deportivo hasta las rodillas. Mi polla, no muy gorda pero de 17cm, oscura de piel y muy peluda junto a mis huevos es lo primero que vio Pedro, luego, sin mediar palabra, me la comió casi hasta la mitad y al cabo de poco tiempo, comprobé que tenía garganta profunda pues me podía babosear hasta mis huevos con mi polla entera dentro de su boca.

Empezó a juguetear con ella, me daba pequeños mordiscos en el tronco, se la comía entera provocándome un placer indescriptible, le daba besitos al glande y con la lengua, sin tocar más, me rozaba el frenillo, esto hizo que mi cipote empezase a lubricar a base de bien, lo cual parecía excitar a Pedro pues no dejaba que una gota se escapara.

Al tiempo, yo me fui poniendo más y más cachondo, así que le cogí su cabeza e hice que se comiera mi polla dura, le empecé a marcar yo el ritmo de la comida, Pedro, en cada embestida mía, daba una arcada, pero no se quitaba, así que seguí con mi placer.

Pedro, se había bajado los boxer y se estaba pelando su pinga, la cual era oscura, pequeña y gorda, como sus huevos que chocaban contra el suelo. Al poco tiempo, yo empecé a gemir brutalmente diciéndole que me iba a correr, lo que hizo que me la comiera succionando más fuerte y mas deprisa, yo no podía más así que dejé soltar mi primer trallazo de lefa en la garganta de Pedro, después de éste fueron cuatro mas cargados de la exquisitez de los machos, el semen.

El no dejó de comérmela con lo cual, mi polla seguía erecta. Le pregunté si el no se corría y me dijo que no porque le gustaba que se lo follaran. No me lo pensé tres veces, le di la vuelta y le puse a cuatro patas, y sin lubricante ni condón se la metí de una sola vez, Pedro se retorció del dolor pero yo no pare de empujar su culo, me lo estaba follando muy a gusto. Le cogí de su manguera y empecé a pajearle hasta que de repente note las contracciones de su ano, símbolo de que se iba a correr, en eso, apreté mi ritmo y ya no me lo follaba, le estaba partiendo el culo en dos. Pedro puso la alfombra perdida de su blanco semen, yo no paré de follármelo hasta que mis espermas correteaban por su esfínter.

Me quedé ahí, dominándole con mi polla en su culo un rato, hasta que los dos recuperásemos el aliento. Luego se la saqué y le pedí ir al baño para limpiarme.

Pedro me acompañó al metro y luego se fue a por el pan y el periódico. Llámame cuando me necesites –me dijo- y nos dimos un apretón de manos.

Yo bajé las escaleras del metro pensativo, egoístamente, me encantó correrme en su boca y su culo y que se tragara como un buen perrito todo lo que salía de mi polla, pero por otra parte, me quedé pensativo y tenía una sensación de rechazo pues Pedro ya tenía sus 37 años, supuestamente, ya era bastante maduro como para saber que las cosas que acabábamos de hacer dan muchísimo morbo, pero en los tiempos que corren hoy por hoy, es muy peligroso y más si es totalmente anónimo como pasa en el chat, cualquier día, Pedro cogerá el VIH.