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Un delicioso castigo para Lauri

en Orgías

UN DELICIOSO CASTIGO PARA LAURI

David no podía creer lo que estaba viendo en la pantalla de su ordenador. Apenas hacía cinco minutos que había abierto aquel mail, pero le daba la impresión de que había pasado toda una eternidad. El breve texto del mensaje iba dirigido a Lauri, su novia. Esto no le extrañó, ya que muchas veces ella usaba la dirección de correo electrónico de él. Sin embargo aquel texto iba acompañado de una docena de fotografías. En ellas se podía ver a Lauri, tan guapa como siempre, en lo que a David le pareció una sucesión diabólica. Primero aparecía vestida y sola, sonriendo a la cámara con una pose insinuante. Después salía cada vez con menos ropa, hasta que acabó totalmente desnuda. En las últimas seis fotos ya no salía sola. Dos tíos diferentes se la estaban follando por todos los lados y en todas las posturas. En la foto número 12 ella aparecía con su guapa carita pringada de semen.

El bueno de David sacó de inmediato una serie de conclusiones. Primera, y más evidente, que su novia se la había estado pegando con, al menos, un par de tíos. Segunda: que aquellas fotos eran recientes, ya que ella lucía en el muslo derecho, cerca de la ingle, el tatuaje que él le había regalado por su 22 cumpleaños, que fue exactamente hace 15 días. Tercera: a juzgar por la carita de placer de ella, no había sido forzada, sino que se entregó con total libertad. Cuarta: que ella debió conocerlos en algún chat de internet, ya que solo así se explica que ellos supiesen de esa dirección de correo. Y quinta: ella no les había dicho para nada que tuviese novio, por lo que ellos mandaron confiados las fotos que habían sacado a la dirección de mail que suponían era de ella.

Apagó el ordenador, encendió un cigarrillo, se tumbó sobre la cama y sintió que el techo se derrumbaba sobre él. Desde que empezó a salir con Lauri, dos años atrás, ella había sido la única chica en su vida. Nunca le había sido infiel, ni siquiera de pensamiento, a pesar de que era un chico aceptablemente solicitado por el sexo contrario. Se desvivía por ella, hasta el punto de que no despreciaba ningún trabajo por horas a fin de ayudar a su novia a pagar el alquiler. Ella se había marchado de la casa de sus padres una semana antes de que se conociesen. Vivía sola y siempre andaba con problemas económicos, pese a que compaginaba sus estudios universitarios con cualquier trabajo que pudiese encontrar. Pero después de lo que acababa de ver, David comprendió de inmediato que todo se había acabado. Las cosas nunca podrían volver a ser como antes.

(***)

Justo en ese mismo momento, en otro punto de la ciudad situado a una media hora del lugar en el que se encontraba David, Lauri se estiró voluptuosamente en la cama. Miró el reloj de su mesita, viendo que marcaba las 9:30. Era sábado, pero en junio (mes plagado de exámenes) eso no importaba. Se había quedado estudiando hasta tarde y, por añadidura, ese viernes había sido rico en emociones. A las 10 de la mañana había empezado a hacer el examen más complicado del curso. Salió a las 11:30, contenta, casi eufórica, de lo bien que le había salido. Se lo había currado duro y pensó que se merecía celebrarlo, pero su novio estaba trabajando. Así que, sin pensárselo demasiado, agarró el móvil y llamó a Carlos, aquel chico que había conocido en uno de los chats calientes que solía frecuentrar en el ordenador de su novio, mientras esperaba a que él acabase su trabajo nocturno en un pub.

Quedaron a tomar café en un bar. Al cabo de media hora se fueron al piso de ella, acompañados de un amigo de Carlos. Fuese por la alegría que ella tenía por el examen, fuese por las tres cervezas que había tomado o fuese por estar con dos chicos guapos, el caso es que, casi sin darse cuenta, Lauri perdió la cabeza .... y las bragas. Durante dos horas sus amigos se dedicaron a darle placer, no dejando "agujerito sin tapar". No le importó lo más mínimo el hecho de que aquellos dos le sacasen fotos, ya que eso solo hizo que aumentara su excitación. Llegó a su casa a las tres de la tarde, saciada sexualmente, comió algo y se puso a estudiar, con la inevitable compañía de un café con hielo. Así pasó el resto del día, hasta que a las dos y media de la madrugada no pudo más y se acostó.

Nada más tirarse de la cama se dirigió a la ducha. Aunque no hubiese querido acordarse de lo que había sucedido ayer con aquellos dos tíos, el delicioso dolorcito que tenía repartido por todo el cuerpo se encargó de recordárselo. Tenía doloridas las piernas, los brazos y, como no, el coño y el culito. Pero no sentía remordimientos por ello. A fin de cuentas no era la primera vez que le era infiel a su novio. "Son cosas que pasan", era la teoría de Lauri al respecto. Él no tenía por qué enterarse de nada de lo sucedido y santas pascuas. En los dos años que llevaban juntos esto había pasado al menos media docena de veces, por lo que no era cuestión de hacer un drama de ello.

Se desnudó, vio en el espejo reflejada su atractiva figura, abrió el agua caliente y se dispuso a disfrutar de una reparadora ducha. Ella no podía imaginarse lo que pululaba por la cabeza de su novio en ese momento.

(***)

David seguía tumbado en la cama, vestido, mirando al techo, con expresión ausente. Había fumado casi media cajetilla, sin apenas interrupción. No podía quitarse de la cabeza la imagen de su novia, por lo que trató de recrearla, hasta en los más mínimos detalles. Lauri no era alta, 1,60, morena, con el pelo liso y brillante un poco por debajo de los hombros, delgada, ojos marrones y profundos. En la cara tenía siempre una expresión divertida y de ella destacaba su estupendo pecho. Eran unas tetas de la talla 100, que siempre atraían las miradas de los hombres. Su piel tenía un delicioso color tostado natural. Las piernas eran atractivas, con unos muslos duros y firmes, lo mismo que su estupendo y provocativo trasero.

¿Qué había hecho él para merecerse aquello? No lo sabía, pero sintió una punzada en el pecho cuando recordó de nuevo las fotos de su novia exhibiéndose y follando con dos tipos a los que él no conocía de nada. Otra pregunta pasó por su cabeza: ¿cómo era posible que después de dos años él no se hubiera dado cuenta de como era ella? Pero rebuscar en el pasado no conducía a nada: las cosas estaban como estaban. Gradualmente, David notó como todo el amor que sentía por su novia se estaba convirtiendo en odio. Había oído muchas veces aquel dicho que decía que "del amor al odio no hay más que un paso", pero nunca se lo creyó. Hasta ese día, claro.

Desde luego lo más fácil sería dejarlo con ella, ya que tenía las pruebas en el PC, al alcance de la mano. Pero esto le pareció demasiado simple a David: ella le había hecho mucho daño y tendría que pagarlo. Durante un segundo una sensación de culpa pasó por la cabeza del chico: a lo mejor él no daba a su novia suficiente diversión y ella se lo tenía que buscar con otros. Sin embargo descartó esta explicación, imaginándose además que aquella infidelidad no habría sido la primera. Recordó el viaje por Europa que ella había hecho dos meses antes. Apenas estuvo una semana fuera, pero a saber lo que habría pasado. Después de lo que acababa de ver, David no tenía ninguna duda de ello.

Por su mente pasó una idea fugazmente. Sonrió, se levantó de la cama, cogió el móvil y una vieja libreta de direcciones y se puso manos a la obra.

(***)

Lauri salió de la ducha y se secó con cuidado su brillante y sedoso pelo. Miró hacia los apuntes, libros y papeles que había sobre la mesa. Hizo un rápido cálculo mental, llegando a la conclusión de que iba a andar bien de tiempo para el último de sus exámenes, que era el viernes próximo. Lo llevaba bien preparado y no iba a escapársele otra buena nota. Estudiaría durante el resto de la mañana, pensó mientras se ponía unas pequeñas bragas blancas, y pasaría la tarde con su novio, hasta la hora en la que él empezaba a trabajar en un pub.

Acabó de vestirse, con una camiseta y unos pantaloncitos cortos, se sentó delante de los papeles con un buen vaso de zumo de naranja, abrió uno de sus libros y se dispuso a leer. En ese momento sonó el móvil. Era David. "Da gusto tener un novio tan majo, que está coladito por mis huesos", pensó ella. Charlaron unos cinco minutos y acabaron quedando a las seis de la tarde en casa de él. Todo era perfecto para Lauri: estudiaría hasta esa hora, después tendría sexo y cena con David y, por último, podría chatear un poco en el ordenador de él.

Sin embargo, tal vez por primera vez en su vida, las previsiones de aquella chica inteligente y atractiva no se iban a cumplir.

(***)

David se dio cuenta de que la voz de sus amigos, al otro lado del móvil, denotaba una enorme dosis de sorpresa. Sin embargo los tres acabaron aceptando. Eran colegas de David desde hacía muchos años, habían compartido muchas juergas juntos y, en fin, no iban a negarle un favor, por raro que les pareciese lo que él les pedía. David sonrió satisfecho cuando acabó de hablar con el último de ellos. Lo más difícil ya está hecho, se dijo mientras marcaba el número de su chica.

Ella se mostró encantada por la invitación de él. David no era ningún cínico, pero se esforzó en que su voz no presentase ningún matiz diferente, que delatase nerviosismo, mala leche o cualquier otra emoción. Después de esto se vistió. Había quedado a las doce con los amigos a los que acababa de llamar, para tomar unas cervezas con ellos y poder explicarles detalladamente el plan que tenía y lo que ellos debían hacer.

(***)

A las cinco y media Lauri salió de casa, guapa y arreglada, como siempre. Cogió el autobús de siempre, que la dejaba a 20 metros del portal en el que vivía su novio. Se había puesto un vestidito de verano, estampado, que dejaba al descubierto buena parte de sus apetitosos muslos. Las sandalias que llevaba combinaban a la perfección con el vestido, bajo el cual se insinuaban (sin llegar a marcarse) sus estupendos senos.

Miró el reloj al bajar del autobús. Eran las seis en punto. La puerta del portal estaba abierta. Torció a la derecha, por aquel pasillo en penumbra y fresquito, y se encaminó al ascensor. Su novio vivía en el sexto piso. Lauri alargó su mano hacia el botón del ascensor, pero en ese momento tres figuras, que habían permanecido ocultas en la semioscuridad, se abalanzaron sobre ella. Agarraron sus brazos y Lauri solo pudo sentir como un trozo de tela húmedo era aplastado contra su rostro. Aspiró algo con un fuerte olor químico y ... todo se desvaneció a su alrededor.

(***)

Los tres amigos de David la llevaron en volandas hasta el coche que tenían aparcado delante del portal. La dejaron, como un trapo, en el asiento de atrás, durmiendo plácidamente. Uno de ellos dio tres toques al botón del portero automático que correspondía al piso de David, el cual apareció a los dos minutos. Se puso al volante, arrancó y salieron zumbando. Los tres amigos tenían una expresión excitada y alegre. A fin de cuentas la parte más divertida del trabajo estaba por llegar.

- ¿Sin problemas? -preguntó David.

- Sin problemas -respondió Jorge, estudiante de químicas, que tenía fácil acceso a sustancias tales como el éter.

- No le hemos hecho ningún daño -añadió Fidel, que trabajaba de pincha discos en una discoteca.

- Eso ya se lo haréis después -contestó David, con una expresión fría como el hielo.

Sus amigos no podían salir de su sorpresa. Hasta ese día David y Lauri eran, a sus ojos, una pareja ejemplar. Ahora resultaba que él les pedía que secuestrasen a su novia (anestesiándola con éter), que la llevasen al piso de Luis (el tercero de la banda, economista en paro) y que la sometiesen a una intensa sesión de sexo y de vejaciones. David mintió a sus amigos, contándoles que ella le había pedido muchas veces algo así, ya que se excitaba solo de imaginárselo, y que ese día por fin él se había decidido a hacerle semejante "regalito".

"Naturalmente", había explicado a sus amigos por la mañana, "mejor con alguien de confianza. Por eso pensé en vosotros". Las reglas de lo que debían hacer eran sencillas: no debían cortarse un pelo, aunque él estuviese allí, viéndolo todo. Ella estaría con los ojos vendados siempre y ellos tres deberían tratarla de puta para arriba, pudiendo follársela todo lo que quisieran. Cuanto más duro sea el "tratamiento", más le gustará a ella, dijo David a modo de conclusión.

(***)

Cuando Lauri se despertó eran las siete y media, aunque ella no podía saber eso. Estaba tumbada en el suelo, sobre una mullida y suave alfombra. Su mente estaba confusa, por lo que trató de concentrarse. En pocos segundos adivinó unas cuantas cosas. Tenía los ojos vendados y no podía ver nada, y sus manos estaban atadas a la espalda, por lo que parecía un pañuelo de seda. Su cuerpo estaba totalmente desnudo. Pero no podía saber donde estaba, ni como había llegado hasta allí. Solo se acordaba de que iba a casa de su novio y .... ahora se encontraba de esta guisa.

Trató de incorporarse y oyó una voz masculina que decía:

- Vaya, parece que la putita se está despertando.

No tuvo tiempo de replicar, ya que uno de aquellos tipos lanzó a su cara el contenido de un vaso de agua. Lauri se estremeció con aquello, pero aquel líquido fresquito en su rostro hizo que se disipasen de su cabeza las últimas brumas. Una mano fuerte jaló sus cabellos, obligándola a ponerse de rodillas, al tiempo que una voz, diferente de la primera que oyó, sonó al lado de su oreja:

- Ni se te ocurra gritar ni quitarte la venda de los ojos, puta, o lo lamentarás. Si eres buena y nos das satisfacción a todos no te haremos demasiado daño.

Acto seguido sonaron unas risas a unos metros de ella y Lauri se dio cuenta de la situación en la que estaba metida, sin saber cómo ni por qué. Por lo visto allí había dos o más tíos, dispuestos a hacer con ella lo que quisieran. Convencida de que toda resistencia sería inútil, decidió resignarse a su suerte, notando como sus manos eran desatadas.

- ¡Ponte de pie, perra! ¡Las manos en la nuca y las piernas bien abiertas! -ordenó una voz a su espalda.

Lauri vaciló un instante, pero sus dudas se disiparon cuando recibió un fuerte azote en las nalgas, que sonó como un disparo. Emitió un pequeño grito y se apresuró a obedecer. Delante de ella otra voz dijo, con tono amenazador:

- Cómo vuelvas a gritar o te muevas, zorra, te aseguro que te arrepentirás.

Ella asintió con la cabeza, asimilando rápidamente las reglas de aquel perverso juego. Tuvo que morderse el labio para no gritar cuando sus pezones fueron pellizcados y estirados con fuerza.

- Menudas tetas que tiene esta puta. Y el resto del cuerpo no está nada mal -dijo otra voz, al tiempo que una mano ágil se introdujo entre los muslos de ella, llegando a su entrepierna-. Y la muy cerda está empapada, se ve que esto la excita.

Lauri sintió un poco de vergüenza. Estaba siendo tratada como una mierda, pero esto la excitaba, hasta el punto de que era verdad que su sexo estaba ya mojado y sus pezones erizados. El rubor cubrió sus mejillas y su temperatura corporal aumentó cuando otra mano se unió a los toqueteos. Dos pellizcaban sus pezones, otra sobaba su sexo y otra más se deslizaba entre sus nalgas, hasta que sintió un dedo empezar a acariciar su ano.

Un gemido se escapó de su boca. Ella solo deseaba que aquellas manos siguiesen tocando su cuerpo, ya que nunca había estado en una situación tan morbosa y excitante como aquella. El miedo inicial había dado paso a un deseo irrefrenable.

(***)

David estaba sentado en un sillón, en una de las esquinas de aquella habitación, a menos tres metros del cuerpo inmóvil de su novia. Tenía en la mano una lata de cerveza y podía ver perfectamente la escena de sus tres amigos desnudos, con las pollas a punto, rodeando la pequeña pero contundente figura de ella. Solo temía que sus colegas no se atreviesen a ser demasiado duros con su chica, pero uno de ellos disipó sus dudas cuando descargó un buen cachete en las nalgas de ella, añadiendo:

- ¿A que esperas, zorra? Arodíllate y cómenos la polla, y más te vale hacerlo bien.

Ella hizo caso al instante. Hincó las rodillas en la alfombra y, a tientas, encontró las tres pollas. Cogió una con cada mano y se metió la tercera de ellas hasta la garganta. David disfrutó mucho viendo como ella trataba de acompasar sus movimientos, a fin de tener contentos a los propietarios de aquellos tres miembros. "Si no fueses tan puta, no tendría que hacerte esto", pensó mientras daba un buen trago a su cerveza.

Desde luego la escena era de lo más excitante. Su novia manejando las tres pollas de sus amigos, sin sospechar que él estaba allí. Dejó la lata de cerveza en el suelo y empezó a tocarse, por encima del pantalón, el bulto que ya emergía en su entrepierna.

(***)

Lauri seguía con su labor, procurando no ahogarse cuando uno de aquellos tipos agarró su pelo y se la metió de un golpe hasta la garganta. Al rato cambiaron y otra polla, algo más pequeña, se introdujo en su boca. Aquellos tres penes estaban tan calientes que a ella le ardía la boca, al tiempo que se sentía cada vez más mojada.

- No es mala mamadora esta zorra -pudo oír.

Unos minutos después fue la tercera de las pollas la que ocupó la boca de Lauri. Aquello era un pollón de dimensiones más que respetables, pensó Lauri sin dejar de pajear los otros dos miembros. En ese momento la cogieron por los pezones y, sin demasiados miramientos, fue obligada a levantarse. Trató de no quejarse, temiendo algún castigo, pero lo cierto es que estaba cada vez más excitada. Ella no era de piedra. La colocaron de pie, inclinada hacia delante, doblada por la cintura en ángulo recto. Apoyó sus manos en una pared, a ambos lados de las caderas de uno de aquellos tíos, el cual aprovechó para meterle la polla en la boca de un golpe. Detrás de ella pudo escuchar:

- Menudo polvo que tiene esta puta. Vamos a darle lo que se merece.

La verdad es que ella era de la opinión de que las mejores folladas son las que se hacen de pie, pero aquella situación la desbordaba. Los labios vaginales de Lauri se vieron acariciados por una dura verga, que los recorrió adelante y atrás varias veces, hasta que se clavó en su coño de una forma algo violenta. La polla que tenía en la boca ahogó su gemido y empezó a ser follada a todo trapo. El tío que la estaba follando se la metía entera, hasta los huevos, de cada vez, al tiempo que propinaba azotes a sus nalgas, las cuales ya estaban ardiendo. Sus duras y grandes tetas se bamboleaban, al ritmo que marcaba quien la acometía por detrás.

Ella se sentía morir, más aún cuando el tercero de los tíos, colocado a un lado de ella, decidió unirse a la fiesta. Una de sus manos fue a buscar su hinchado clítoris, mientras que la otra encontró a la primera su culito. Un dedo mojado entró de golpe por allí, provocando en ella un delicioso escalofrío que ascendió por su médula espinal. No pudo más y estalló en un brutal orgasmo. Si no cayó al suelo fue porque las manos del tío que la follaba la agarraban con fuerza de las caderas, pero aquella explosión de placer la dejó medio grogui.

(***)

David, con una frialdad impropia de él, seguía mirando tranquilamente aquella escena. Vio como a su amigo Fidel, que tenía la polla en la boca de su novia, se le crispaba el cuerpo, emitía un profundo gemido y sujetaba con fuerza la cabeza de ella. Se corrió en su boca y Lauri tuvo que afanarse en tragar toda su leche para no ahogarse. Algunas gotas se escapaban de sus labios, cuando el tío que la estaba penetrando dejó su puesto al tercero del grupo, el cual empezó a metérsela con fuerza.

Sus tres amigos hicieron que la chica se arrodillase sobre la alfombra, quedando a cuatro patas. El que se acababa de correr se sentó en un sillón, a fin de recuperar las energías. Los otros dos siguieron bombeando su cuerpo, uno por el coño y otro por la boca. David sentía que la polla le iba a explotar bajo sus pantalones, pero siguió impasible, sin que su rostro revelase la más mínima emoción.

(***)

Arrodillada en el suelo y con la boca pringosa aún, Lauri continuaba disfrutando de aquella especie de violación. Seguía sin poder ver nada, pero lo sentía todo. La polla que la estaba follando ahora debía ser la más grande, a juzgar por la presión que notaba en su interior. No tardó en volver a correrse de nuevo, estimulada por aquella deliciosa brutalidad de sus "acompañantes". En lo más álgido del placer pudo sentir como algo cremoso y caliente se extendía por dentro de su coño, como si creciese dentro de ella. Acabó inundada de semen y se derrengó como muerta sobre la alfombra, sacándose la polla que estaba en su boca.

Pero aquel tío no estaba para pausas, así que se arrodilló encima de ella, colocó su pene entre sus espectaculares tetas y empezó a moverse.

- ¡Joder! ¡Que cubana más ricaaaaa!

No necesitó moverse mucho. Su polla, bien engrasada, se deslizaba con facilidad entre aquellos dos preciosos pechos. En cada acometida el glande llegaba a rozar los labios de Lauri, la cual sacaba la lengua, tratando de chupar lo que pudiese.

(***)

David estaba incómodo, pero no por lo que sus amigos le estaban haciendo a su novia, sino por la presión de su polla dentro de sus pantalones. Así que se la sacó, se puso cómodo, empezó a meneársela despacio y siguió contemplando el espectáculo. Sabía que Lauri era sexualmente muy fogosa y ardiente, pero en aquel momento daba la impresión de que estaba fuera de si. Pudo ver como, cuando el tío estaba a punto de correrse, ella abrió la boca todo lo que pudo, recibiendo en su boca toda la descarga de semen.

Debió tragar bastante, pero no por eso dejó de relamerse, ni de lamer aquella polla hasta dejarla sin rastros de leche.

- Uuuuummm, que ricaaaaaa -escapó por los labios de ella, aún algo pringados de leche.

- Me alegro que te guste, guarra -respondió el que se acababa de correr, quitándose de encima de las tetas de ella.

David observó como sus otros dos amigos, ya recuperados, tomaban el relevo. Cogieron a la indefensa chica por los brazos y la hicieron darse la vuelta, hasta que quedó tumbada boca abajo en la alfombra. El problema era, no ya que ella no opusiera la más mínima resistencia, sino que, a juzgar por la expresión que se dibujaba en su carita, estaba disfrutando de aquello.

(***)

Lauri sintió un escalofrío cuando oyó decir:

- ¡Ufffff! ¡Vaya culo! -resopló uno de quellos tipos-. Me están entrando unas ganas de follármelo...

- Vamos a ello -terció el otro-, que seguro que esta puta lo está deseando.

Y era verdad que lo estaba deseando. Con su novio había practicado el sexo anal muchas veces, pero nada comparable a que aquellos brutos le rompiesen el culo en aquel lugar desconocido. Tuvo un instante de preocupación, ya que no era normal que una chica como ella estuviese tan excitada en medio de aquella situación. Su pensamiento se interrumpió bruscamente cuando unas manos separaron sus nalgas, al tiempo que unos dedos empezaron a tantear la entrada de su pequeño agujero posterior.

Gimió profundamente cuando los notó introducirse y recordó la primera vez que lo hizo con su novio. En aquella ocasión, se excitó tanto durante la preparación de su culito, que no pudo evitar correrse antes de que él la penetrase.

- ¡A cuatro patas, perra! -le dijeron, acompañando la orden con un fuerte azote en una de sus nalgas.

Lauri se incorporó, aún con dos dedos dentro de su culo. Esos dedos fueron sustituidos por otros, muy mojados, haciendo que ella jadeara de gusto. El placer que la proporcionaron cuando se movieron dentro de ella, hizo que le temblasen las rodillas. Pero ella sabía lo que iba a pasar, así que prefirió relajarse y disfrutar de lo que le esperaba.

No tardó en llegar. Una polla dura como la piedra se apoyó en su ano y empujó con fuerza. Lauri sintió como aquello le taladraba hasta entrañas, provocándole un dolor agudo. Dejó escapar un grito, pero no por ello aquella vara se detuvo. Entró hasta que ella sintió como los huevos del tío rozaban sus nalgas abiertas. Chilló de nuevo, mordiéndose los labios. Ella había tenido muchas experiencias sexuales, pero nada comparado con aquello: sentirse vejada, forzada, casi humillada, indefensa, privada del sentido de la vista, entregada ante un grupo de desconocidos.

Tal y como ella esperaba, acabaron follándosela por los dos lados la mismo tiempo. Su cabeza daba vueltas y perdió la cuenta de los orgasmos que tuvo (¿fueron muchos o fue uno solo, largo e interminable?). Los tíos se iban rotando, cambiando de agujeros, pero siempre se sentía llena. En medio de aquel remolino de placer que la arrastraba pudo notar como su culito y su coño se veían inundados de mareas de líquido caliente. Sintió como resbalaba fuera de ella y como su boca se llenaba de un delicioso líquido espeso y pringoso. Acto seguido se desplomó sobre la alfombra, exhausta.

(***)

Su novio no movió ni un músculo durante toda aquella espectacular escena. Sus deseos de venganza habían dado paso a una cierta preocupación: era evidente que su novia necesitaba muchísimo sexo, seguramente más de lo que él podía proporcionarle. En ese momento, mientras ella aullaba de placer, se convenció que aquella chica valía un montón y que no iba a encontrar otra parecida.

Su excitación había subido hasta límites insostenibles, así que se acercó hasta el cuerpo de su novia, que yacía inerte en el suelo, la cogió del pelo y metió su polla dura e insatisfecha en la boca de su novia. Se corrió casi al instante, notando la deliciosa succión que ella hacía en su miembro. Se lo tragó todo, emitiendo una especie de ronroneo, que él conocía muy bien. Le dejó la polla bien limpia, pero no dijo nada. Después se subió los pantalones y volvió hacia el sillón en el que había estado sentado todo el rato.

(***)

Detrás de la venda negra que cubría sus ojos, Lauri notó el sabor de aquel semen que llenó su boca. No le cabía duda que era de él. Entre un millón de sabores ella podía distinguir cual era el sabor del semen de su novio. En ese momento lo vio todo claro: él estaba allí y lo había consentido todo. No podía saber si aquello había sido un regalo o un castigo, pero eso era lo de menos: ella había disfrutado como nunca en su vida.

Así que, mientras tres pares de manos ponían torpemente las prendas en su sitio, intentando vestirla, se atrevió a decir:

- Podéis decirle al cabrón de mi novio que me ha encantado la sorpresa que me ha preparado.

Los tres amigos de David no supieron que responder, pero Lauri sintió que unos labios bien conocidos para ella la besaban dulcemente. Después su novio le susurró al oído:

- Te quiero, putita -dijo, dejando traslucir en su tono de voz la admiración que le habían causado la perspicacia y la agudeza de su chica.

- Yo también te quiero -respondió ella.

El mundo se detuvo en aquel momento, mientras unas manos suaves y cariñosas retiraban la venda negra que había cubierto sus ojos todo aquel tiempo.

(***)

David sonrió, al tiempo que pensaba: "efectivamente, las cosas nunca volverán a ser como antes. En adelante, serán mejores".