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Calores de verano

en Amor filial

CALENTURAS DE VERANO

Eran la 7 de la mañana de un día de verano y me desperté con una calentura inusual para mi entre la piernas, mi marido intentó levantarse de la cama para ir a trabajar pero le puse la pierna encima y le abracé por detrás, a los pocos segundos ya estaba yo boca arriba con las piernas abiertas con el pequeño camisón levantado hasta la cintura y mi marido arrodillado ante mí con el pene metido dentro de mi vagina, bombeando en mi interior, yo me movía como una serpiente buscando aumentar mi placer y encontrar el orgasmo. Pero no habia pasado un minuto cuando mi marido dando un suspiro, se apartó, sacó la verga de mi vagina la cogió con una mano apoyándose en la cama con la otra en ese momento empiezan a manar cuatro o cinco chorros de esperma con tan poca fuerza que no llegan a levantarse de la abertura de su glande chorreando a lo largo de su pene hasta los testículos. Entonces sin decir nada se levanta de la cama y se va rápidamente hacia el baño, se asea y en unos minutos sale vestido despidiéndose.

Hasta luego cariño, que hago tarde.

Me quedé como casi siempre, con la calentura, en la misma postura que me dejó, sin siquiera haberme quitado ni la braguita negra que llevaba puesta. Dejó la puerta de la habitación semiabierta, cosa que me vino bien para que corriese un poco de aire.

En casa solo estaba mi sobrino Pablo de 17 años pasando unos días lejos de la ciudad con nosotros, como era muy temprano y siempre se levanta muy tarde, no cerré la puerta y con confianza empecé a tocarme por encima de la pequeña braguita. La rajita estaba totalmente señalada en la braga a causa de los jugos sexuales que había manado durante la penetración de mi marido, empecé a tocarme por fuera levantando el culo y llegando con el dedo hasta la hendidura del ano cubierto por la braguita, cuando llevaba un ratito levanté el culo y me quité las bragas dejándolas sobre la mesita de noche. Continué la masturbación abriendo el chochito con una mano y acariciando el clítoris lentamente con la otra.

Cundo llevaba unos minutos masturbándome, miro hacia el espejo que había colgado en la pared y a través de él veo a mi sobrino, mirándome por la rendija de la puerta, de pié y vestido con un slip, no se había percatado que lo podía ver perfectamente a través del espejo y estaba mirando con toda tranquilidad. Al verlo cerré las piernas instintivamente escondiendo mi chochito totalmente húmedo, que estaba encarado totalmente hacia donde estaba él mirando. Reprimí la sorpresa ayudado de mi excitación y empecé a abrir las piernas otra vez y a continuar masturbándome ahora para el espectador inesperado. Era como si estuviera exhibiéndome para una película o en un parque, eso aumentaba mi excitación.

Mientras me masajeaba el clítoris me introduje los de dos de la obra mano en el interior de mi vagina con la intención de excitar a mi sobrino y al tiempo a mí misma, entonces miré al espejo observando lo que estaba haciendo Pablo, en ese momento se estaba sacando por el lateral del slip su pene y pude verlo en todo su esplendor. Tenía un pene grande, bastante mas grande que el de mi marido, apuntando hacia arriba, casi pegado a su abdomen, empezó a moverlo de arriba abajo con una mano mientas con la otra se apoyaba en el lateral de la puerta.

Los flujos de mi vagina empezaron a hacerse mas abundantes mientras miraba a mi sobrino masturbándose con el espectáculo que yo le proporcionaba, empecé a tener un largo orgasmo que me hizo dar unos suspiros seguido de unos gritos contenidos. Me quedé inmóvil sin pensar en Pablo unos segundos y le mire por el espejo, seguía meneando su verga ahora con mas fuerza buscando correrse. Me levanté de pronto con intención de cortarle el rollo y el salió rápidamente hacia su habitación.

Al cabo de unas horas entré en su habitación con intención de despertarle y curiosear, estaba tumbado boca arriba totalmente dormido y con un gran bulto debajo del pantalón, me dio lástima y no le desperté, recogí la ropa sucia del suelo para lavarla entre la que había un calzoncillo totalmente mojado de una sustancia viscosa que delataba que había descargado su semen y se había limpiado con el.

Salí de la habitación y antes de poner la ropa en la lavadora me llevé el slip mojado a la nariz para oler aquel fluido que con toda seguridad había salido de los testículos de mi joven sobrino. Aquello me excitó e hizo que pasara una mañana de trabajo sin quitarme de la cabeza aquel trozo de carne que vi entre las piernas de Pablo.

Por la tarde, estábamos los tres viendo la televisión, con una jarra de horchata y tres vasos para mitigar el calor, mi marido sentado en el sillón ante el televisor, mi sobrino y yo en el sofá un poco mas retrasados en el salón. A los diez minutos de película mi marido estaba ya con el cuello doblado roncando. La película era "el Cartero siempre llama dos veces". Al llegar a la escena de la mesa, miré de reojo a mi sobrino sentado junto a mí, tenía los ojos abiertos como una lechuza para no perder detalle. Yo no podía dejar de pensar en la escena de su pene tras la puerta y en el olor de su semen derramado en el slip, al cabo de unos minutos le susurré un comentario sobre la película y le puse la mano sobre su rodilla acercándola a la orilla del bañador.

El llevaba solo un bañador ancho y yo iba vestida con un vestido ancho y fresco que cubría una braga tanga que me había puesto para salir de compras por la tarde y que no se me notara bajo el pantalón vaquero. Como me sentía coqueta con ella no me la cambié, como si algo me dijera que iba a enseñársela a mi sobrino.

No quité la mano de su rodilla en un buen rato hablando sobre cosas intrascendentes y viendo la película, el bulto del pantalón era como una tienda de campaña. Me lancé y sin dejar de hablar lo cubrí con la mano y lo agarré diciendo bajito

¿Qué es esto que tienes aquí cariño? ( el se ruborizó y contestó)

No lo sé, mirando la película y con el calor se me a puesto así.

Le acaricié sobre el bañador y retiré la mano para mirar otra vez el bulto con el bañador puesto. Tenía el pene totalmente erecto, y yo tenía ganas de comérmelo. Le pasé la mano por el borde del pantalón en la entrepierna y subí hasta aquel tronco erguido y apartando el pantalón lo dejé salir al aire, era de un tamaño agradecido color sonrosado en el tronco y el glande un poco mas rojizo, precioso, lo cogí con las dos manos y miré de frente la abertura vertical perfectamente dibujada.

Lo empecé a menear de arriba abajo, controlando los ronquidos de mi marido, que estaba a dos metros escasos del escenario lo que me producía mas excitación. Me levanté y sin pausa me puse de pie ante mi sobrino y dándome la vuelta mirando hacia la televisión me levanté la falda por detrás mostrándole el culo cubierto por el tanga, acercándoselo hasta su cara y delante de su nariz aparté el hilillo del tanga inclinando el cuerpo para que pueda ver mis dos aberturas perfectamente

¿Lo ves mejor ahora que esta mañana, cariño?

Pablo no contestó a la pregunta, pero le dejé mirar durante unos segundos y con las manos sosteniéndome la falda y el tanga agache el culo flexionando las rodillas hasta dejar la abertura de mi vagina tocando la punta del hermoso glande, en ese momento me dejé caer despacito sobre él clavándolo hasta el interior de mi vagina. El recorrido de aquella polla por las paredes de mi vagina fue el mas largo que nunca había experimentado, apretando los músculos vaginales contra ese tronco, me lo metí todo dentro y me senté encima de mi joven sobrino quedándome inmóvil. El me rodeó con sus brazos tímidamente, yo le cogí el dedo una mano y le llevé sobre mis senos, lo ensalivé y lo puse sobre una de las aureola imprimiéndole un movimiento de rotación que el continuó realizando, un dedo de la otra mano lo dirigí hacia mi clítoris levantando un poco la presión sobre aquel pene, abrí los labios de mi vagina y lo coloque en la posición deseada, moviéndole el dedo alrededor de mi pepitilla que tenía el tamaño de un garbanzo.

No había pasado un minuto de locura cuando mi marido da un ronquido y se da la vuelta sobre el sillón, nosotros nos quedamos inmóviles como una estatua, solo se oían las palpitaciones de nuestro corazones que cabalgaban como dos caballos desbocado por el susto. Mi marido volvió a tomar el ritmo y nosotros también respiramos con mas tranquilidad.

Me levanté desclavándome de aquel ariete y me bajé las bragas lanzándolas al suelo, me coloqué de cara a mi sobrino y arrodillándome a horcajadas sobre él con las rodillas sobre el sofá me hinqué nuevamente el pene y empecé a cabalgar. Mis fluidos vaginales chorreaban sobre el pene dejándolo totalmente mojado mientras mi sobrino se agarra a mis glúteos yo empujo arriba y abajo follándolo con desesperación. Su pene está perfectamente acoplado a mi vagina rozando con los movimientos de vaivén mi abultado clítoris, mientras con uno de los dedos noto como busca por detrás el pequeño agujerito de mi culo mojado también por los fluidos vaginales que empapan todas las partes de mi sexo, cuando lo encuentra, me mete su dedo un poquito, moviéndolo hacia dentro y hacia fuera con el mismo ritmo que yo lo estoy follando a el. Eso me excita tanto que no tardo apretar el culo rítmicamente siguiendo las contracciones de un orgasmo de los mas placenteros que había sentido jamás.

Antes de que se corra el, me levanto y arrodillándome ante su sexo empiezo a masturbarle con las dos manos con la intención de ver la abertura de su glande de cerca, es como un capullo de rosa totalmente mojado por mis jugos, le acaricié el glande con la mano cerrada mirando de reojo a mi marido, casi sin miedo de que nos pille, seguí moviendo el pene de arriba abajo cuando de repente mi sobrino echo la cabeza hacia atrás y su pene se contrae y levanta con fuerza, soltando por el agujero un chorro de leche espesa que recojo con la boca par que no unte el sofá, con rapidez cojo un vaso de la mesa y encarando el glande hacia el interior salen cuatro o cinco chorros con una presión inusual para mis ojos desde hacia tiempo, esperé a que el pene vaciase todo el esperma y me metí en la boca el glande para limpiarlo de restos de semen, aún tenia el primer chorro dentro de la boca, aparté la cabeza y lo escupí en el vaso.

Mi marido dio otro ronquido y levantó la cabeza incorporándose en el sofá con un bostezo, nuestra postura era muy comprometida, mi sobrino sentado con el pene fuera del pantalón, las braguitas en el suelo y yo arrodillada con el pene de mi sobrino en una mano y en la otra un vaso con esperma. Rápidamente dejé el vaso sobre la mesa, mi sobrino escondió el pene aún semierecto me bajé la falda de un golpe y me levanté en el mismo momento que mi marido se dio la vuelta diciendo.

Menuda siesta me he pegado, he soñado y todo

¿Cariño quieres una horchata? (le dije reflexivamente)

¡Sí gracias¡ (contestó)

Cogí la jarra y vertí el líquido blanco sobre el esperma del muchacho llenando el vaso hasta arriba, con una cucharilla lo mezcle con fuerza y se lo deje sobre la mesa, mi marido se levantó y cogiendo el vaso dio un sorbo largo, paró a respirar y de otro sorbo se bebió todo el vaso con la leche de mi sobrino.

Mientras se bebía la horchata yo miraba con complicidad a mi sobrino, que tenia una mancha de fluidos sobre el bañador mientras yo apartaba la braguita tanga con el pié, arrastrándola hacia debajo del sofá mientras dejaba un reguero de jugos vaginales en el suelo. Me senté en el sofá junto a mi sobrino, esperando a que mi marido se fuera a orinar como hace siempre, para poder organizar aquel escenario y borrar todas las huellas de aquel alboroto sexual. Cada vez que lo pienso aún siento una excitación especial.