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Tiburón

en Sadomaso

TIBURON

Se quedó mirando un rato a través del cristal y entró en el bar.

-hola. ¿Dais cenas?

La camarera se quedó mirándolo de arriba abajo, con prepotencia, casi con desprecio. Miró la hora y se tomo su tiempo para responder.

-es un poco tarde. A partir de las once cerramos la cocina.

-son las once menos cuarto…

-es un poco tarde…

-vale, ¿me das de cenar o no?

-no quedan albóndigas, tenemos…

-quiero una ensalada y un filete que se salga del plato. Y un vaso de tinto. Rapidito preciosa.

Se sentó en una mesa y se encendió un cigarrillo. La camarera se movía airosa dentro del mostrador. Se fijó en ella, observándola sin interés al principio y con capricho un poco mas adelante, con deseo. La imaginó retozando con él. Montándolo, cabalgándolo desbocada, jadeante mientras él le estrujaba esas enormes tetas. En verdad que eran enormes. Dios!!! Y parecían tan firmes y duras…

La camarera se acercó a traerle un vaso de vino. Caminaba con un andar saltarín pero sus tetas no se balanceaban sino que vibraban a cada paso manteniéndose inhiestas y con los pezones despuntando en su camiseta escotada, señalándolo, provocándolo, apuntando directamente a su deseo.

Mientras cenaba no dejaron de cruzarse miraditas picaras, al principio con una falsa timidez y poco a poco con más intención. Se sonreían y se mantenían la mirada largo rato. Cuando Alejandra le trajo el café él le rozó la mano mientras le cogía la taza y ambos sonrieron con miradas de deseo.

Serian las doce y media cuando la cocinera se marchó y ordeno a Alejandra que recogiera la barra, limpiara el suelo y cerrara el local. Alejandra cogió un manojo de llaves y cerro el bar, pasó sonriendo junto a él y entró en la cocina. Este se levantó de la mesa y la siguió. Se apoyó en el marco de la puerta y se quedó mirándola un momento, fue hacia ella y comenzó a besarla apasionadamente, bajó las manos y le agarró del culo, con fuerza, manoseando aquel carnoso culazo tierno, abundante… metió la mano por dentro del pantalón de algodón y de las bragas, y directamente le alojó los dedos en la abertura de su entrepierna, sin demoras, sin merodear por los aledaños.

Tampoco parecía que Alejandra necesitara precalentamiento, tenía toda la panocha empapada. Sacó los dedos con la misma rapidez con la que se los había introducido y ante la sorpresa de Alejandra se los metió en el culo. Ella misma se sorprendió de la facilidad con la que entraron y de la sensación que le producían. Sacó la mano del pantalón y dejó de besarla, la miró sonriendo mientras se olía los dedos. Se soltó el pantalón y lo dejó caer, se bajó los calzoncillos y se tocó el erecto órgano, frotándolo, agitándolo…

-chúpamela. Le dijo mientras la empujaba por la cabeza hacia abajo. Alejandra se amorró al pequeño pero grueso pene y comenzó a chuparlo torpemente, pasando la lengua y mirándolo en un fallido intento de parecer sensual. Él la empujó más contra sí haciendo que se lo metiera en la boca. Apenas le cabía en la boca que mantenía abierta grotescamente con los labios tirantes abarcando el grueso miembro.

Cogiéndola con las manos a los lados de la cara le sujetó la cabeza mientras envestía con su miembro en la baca de esta, luego la alzó y la besó de nuevo, febril, baboseándole toda la cara. Le quitó la camiseta y el sujetador y se quedó mirando sus portentosos pechos, se los manoseo y los estrujó, se los chupo y le mordió los pezones. Le dio media vuelta y la recostó sobre la vitroceramica de la encimera. Se quedó mirando aquel magnifico culo en pompa, se agachó y se lo chupó, le limpió toda la raja pasándole la lengua de arriba abajo. Se incorporó y agarrándose el cipote se lo clavó en el ojete, con cierta dificultad pero… comenzó a envestir en él brutalmente, como poseído por una fuerza sobre humana.

Para Alejandra esa era la primera vez que practicaba el sexo anal y ella misma se sorprendió del placer que le procuraba. Aquella extra gruesa herramienta le estaba reventando el culo y lejos de molestarle le estaba dando más gusto del que jamás hubiera recibido o imaginado que pudiera sentir. Jadeaba poseída, convulsa mientras él bombeaba sobre ella y le manoseaba la parte de las Tetas que sobresalía por los lados desparramadas sobre la vitroceramica.

Su cuerpo parecía arder, gemía extasiada mientras él la sujetaba por los pelos de la nuca y se incrustaba en ella con vigor. Alejandra sintió un súbito calor en la tetas y se percató de que sin querer habían puesto en marcha la vitroceramica, comenzó a gritar e intentó levantarse pero él tenia todo el peso de su cuerpo sobre ella y no podía moverse. Intentó zafarse de él pero la mantenía sujeta por los pelos de la nuca y seguía perforándola y aplastando sus pechos contra la abrasadora encimera. No era calor lo que sentía, se estaba quemando. Sintió sus pezones encogerse ante el dolor y chillaba desgarrándose la garganta.

Comenzó a ver el humo que salía de su pecho y escuchaba el crispear de las ampollas que se tostaban a medida que brotaban… los gritos de dolor se mezclaban con los alaridos del aterrador pánico que entumecía sus músculos. Él en cambio jadeaba entre el delirio, poseído, y cada vez con mas fuerza, brutalmente entraba y salía de ella.