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La leche nuestra de cada día.

en MicroRelatos

Estela salio de su casa a las nueve de la mañana para ir, como todos los días, al gimnasio. Al llegar al cruce de carretera vio a un muchacho haciendo auto stop. Abrió la ventanilla y le preguntó a donde iba

–Al centro comercial- respondió tímidamente el joven.

–Sube, te llevo. Y qué ¿a pasar la mañana?

-Si, voy todos los días desde hace un año.

-(…)

-Cosas mías…

Ya en camino el joven comento:

–Nunca me han hecho sexo oral.

-Bueno… no se…. Si puedo ayudarte…. Contestó Estela visiblemente acalorada.

Aparcó en el arcén junto a unos árboles y le dijo:

–A ver, jovencito, qué tienes ahí. Y se la chupó alegremente, a conciencia, disfrutándolo…

-Esto va… muy rápido…. Creo que ya… alcanzo a decir conteniendo el orgasmo. -¿Puedo correrme en tu boca? Estela levanto la cabeza y le miró a los ojos.

–Por supuesto, me encantaría- y se amorró al pilón y se lo tragó todo. –Ya esta ¿Nos vamos?

- Si... claro.

-Hace un año tuve un accidente en ese cruce cuando iba al gimnasio, estuve un mes en coma. Dijo Estela con ese aire de haber superado un trauma. –Me salté el stop, arrolle a un motorista y me estrellé contra un árbol.

-Vaya, pero ya estas bien ¿no?

-Bueno… ahora tengo una memoria de 24 horas y una pequeña debilidad por… eso… ya lo has comprobado.

-Si, lo se, yo era el muchacho de la moto. Dijo mientras se bajaba del coche.

Al día siguiente Estela salio de casa para ir al gimnasio. En el cruce había un joven haciendo auto stop, abrió la ventanilla y le preguntó:

-¿A donde vas?

-Al centro comercial. Respondió tímidamente el joven