Estaba tan bella desnuda en suelo, recostada sobre la mullida hierba la tenue luz de la luna iluminando su piel satinada, aterciopelada jugando con los claroscuros y el aroma a sexo flotando en el ambiente al llegar a este punto siempre me arrepentía, y desearía tocarla con un dedo y devolverle la vida para matarla otro día.