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En torno al culo

en Textos educativos

EN TORNO AL CULO

En todo buen ejemplar destaca la simetría. El equilibrio en sus formas. Las curvas, la globosidad, la clara definición de cada una de sus áreas, de sus zonas (caderas, nalgas, pliegues, muslos…) pero unidas en un todo. Uniforme, terso, saludable, guardando la proporción con la cintura y los muslos.

El triangulo perfecto, equilátero, tridimensional, la pirámide, el sagrado templo. Y el círculo... perfecto, primigenio, duplicado y circunscrito. De nuevo la geometría se une a la anatomía para crear la belleza, la proporción, en equilibrio con la divina devoción al culto de nuestros arcaicos instintos animales tan humanos como el hambre.

El culo atrae con su presencia. Aun cuando se insinúa, afloran los deseos, la posesión compulsiva, un canto de sirena, un vació in saturable arraigado en nuestro interior, que ansía lo visible y que anhela lo oculto.

El culo esta para exhibirlo, mostrarlo, lucirlo con gracia y grácil. Es un alarde de género, exaltando el dimorfismo, una tarjeta de visita, un escaparate de lo nuestro, una provocación de poderío. Y cuando pasa a nuestra vera, lo hace marcando el ritmo, orgulloso, seguro, diciendo: mira, mírame! Porque el culo se exhibe y exige la mirada -aunque la recrimine- por eso disimula mientras se contonea. Cuando miras un culo, este siempre se va, se aleja, caminando bamboleante… aunque diga en silencio, ven, sígueme. Y tú lo sigues, lo observas. Consciente o inconscientemente las miradas se escapan y el culo las atrapa.

Tiene ese magnetismo, esa intrínseca atracción que lo hace ineludible. Al igual que la comida activa nuestras glándulas salivares, la visión de las nalgas activa instintos remotos alojados en el ser desde el principio de los tiempos.