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Gordo en vacaciones (3)

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GORDO EN VACACIONES (3)

ÚLTIMO CAPÍTULO: FINAL INESPERADO

 

Tras quitarse la minifalda, y quedando solamente con la calza como única prenda que le cubrían aún sus partes más privadas y ocultas, tomó la posición como de estar sentado directamente sobre mi cara, para dejarme todo su enorme trasero a milímetros de mi rostro.

Con un gran cucharón en su mano derecha la llenó de ensalada de frutas, y con su izquierda se abrió la calza por detrás, dejando caer el postre directamente sobre su culo y por dentro de la prenda.

Mis ojos se abrieron descomunalmente, porque ni había siquiera imaginado esa posibilidad, pero ahora mi mente ya se estaba adelantando a pasos agigantados a lo que seguiría a continuación.

Estaba completamente seguro que no iba a salir de esa cama sin tener alterado completamente todo mi sistema nervioso, pero eso en realidad me importaba muy poco porque estaba disfrutando absolutamente de todo y con todos mis sentidos.

La fruta se deslizó por dentro de la lycra, manchándola con sus colores.

 

Úrsula acercó su traste lentamente a mi rostro, y cuando ya estaba resignado a que debería hacer algún esfuerzo como antes para llegar a semejante manjar, ella se sentó literalmente sobre mi rostro, aplastando con su culo la fruta contra mi boca y nariz embadurnándome con su pulpa y sus respectivos líquidos.

Intenté lamer y chupar todo el jugo posible que le chorreaban por los gordos muslos. Se lo hice notar, levantó uno de ellos y los puso a disposición de mi lengua que la secó rápidamente. A continuación realizó lo mismo con el otro, que sin ningún sacrificio de mi parte igualmente lamí y chupé hasta dejarlo igualmente limpio.

El sabor era básicamente de jugo de naranjas con mezcla de otras frutas. Todas ellas estaban allí parcialmente visibles dentro de la prenda transparente, y yo intentaba distinguir a qué fruta correspondía cada uno de los trozos que estaban apretados contra sus nalgas.

Me introduje un pedacito dentro de la boca al azar con la prenda incluida. La chupé, y sentí el sabor del durazno. Cuando creí quitarle todo el jugo, la apreté con mis labios, y seguí succionando hasta absorber casi toda la pulpa, pasando a continuación a realizar el mismo trabajo con otra fruta, y luego otra, y después una más, y continué haciéndolo con ganas de quedarme con toda la porción disponible. Manzana, ciruela, frutilla, naranja, ananá, pera y kiwi fueron fácilmente absorbidas por mi golosa boca, que de tanto en tanto se sorprendía por un arrebato de locura de Úrsula, que me refregaba su agujero nuevamente por sobre la boca y nariz, el cual me hacía desesperar por no poder romperle la calza y saborear la fruta que se le impregnaba en el mismísimo orificio anal con cada embestida.

El sólo pensar en que la gorda parecía que estuviera defecando la fruta que yo me estaba engullendo, me hizo casi llegar al éxtasis. Al ver un gran bulto sobresaliendo de su calza por el trasero, me resultaba por demás erótico teniendo en cuenta lo excesivamente caliente que estaba.

La única fruta que no pude hacer pasar por la prenda de lycra fue la banana. Le quité todo el jugo que tenía impregnado de otras frutas, y la chupé conociendo de antemano que ni una sola gota propia se desprendería de allí, simplemente porque no la tenía.

Fue en el momento en que pensé que ya había consumido todo lo disponible, que Úrsula se bajó repentinamente la calza por detrás, dejándome al borde de un ataque cardíaco por lo imprevisto de la situación, y por ver lo muy profundo de su raja de donde continuaba goteando el líquido frutal.

"Vocé ainda quer mais?" Preguntó como si hubiera otra respuesta a su pregunta, y nuevamente se dejó caer sobre mi boca que comenzó a chupar desesperadamente en todas direcciones mientras la lengua estaba enloquecida lamiendo cada parte de ese delicioso trasero.

No veía ni siquiera un solo vello tampoco en esa parte de su cuerpo, y no podía ver más allá de la prenda que dejaba al descubierto semejante raja hasta su agujero negro.

Ya no pensaba en absoluto en mi miembro que continuaba de la misma forma, estando al borde mismo del colapso.

Introduje la lengua lo más profundo que pude, y noté cómo su orificio me invitaba a penetrarlo. Latía enloquecidamente cada vez que la punta de mi lengua lo rozaba. Hice presión allí, y apenas logré meter la puntita pero como el esfuerzo que hacía por llegar era descomunal, muy a mi pesar mío desistí de continuar con el intento.

"Úrsula, tengo ganas de orinar." Dije cuando finalicé de secarle todo el ano.

"Ainda asim? Vocé no poderá esperar um poco mais? Ainda no finalizo con vocé." Me dijo como para que me dejara de molestar que todavía tenía más cosas en mente.

Tomó nuevamente el cucharón, la cargó con más ensalada de frutas, y esta vez, se abrió la calza por delante, y la descargó directamente en su entrepierna.

Los latidos de mi corazón se incrementaron porque adiviné como iba a terminar esa acción, finalmente iba a conocer sus genitales que hasta ese momento eran todo un misterio absoluto para mi.

Úrsula giró 180 grados, dejándome el bulto tremendo, ahora de su entrepierna, producto de la fruta jugosa que desprendía cuantioso líquido por doquier a meros milímetros de mi boca,.

Lamí desesperadamente todo lo que estuvo a mi alcance. Desde ambos muslos hasta su panza que sobresalía majestuosa por sobre la prenda, ella se encargaba de ponerlo todo en mi boca y por ende, yo ya no debía hacer más esfuerzo que chupar, lamer y mordisquear.

Puso finalmente todo el bulto frente a mi boca y lo apretó hacia adentro de ella con ímpetu hasta que mi paladar se vio inundado por una cuantiosa cantidad de esa mezcla de líquidos.

Seguí chupando una y otra vez. Manzanas, naranjas, frutillas, duraznos, peras, kiwis, ananás y ciruelas no se resistieron a la tentación de ingresar a mi boca a través de la lycra después de mucho esfuerzo de prensar, triturar y chupar con los labios con mucho ímpetu. Un duro y compacto trozo de banana quedó abandonado en el camino por no poder extraer de él nuevamente ni siquiera una pequeña muestra que pudiera ingresar a mi cavidad bucal, era inútil, ni siquiera podía intentar aplastarlo ni desmenuzarlo. Al hallar un segundo, me resigné a que iba a ser imposible probar banana en el día de hoy, así que lo chupe secándolo otra vez, y de repente, noté que Úrsula se retorció de una forma que no había visto anteriormente.

Seguí buscando más fruta, pero ya no era lo mismo. Ella no reaccionaba de la misma forma. Posiblemente cuando estaba chupando y apretando con los labios la banana le debería estar rozando alguna parte sensible, y entonces busqué nuevamente aquel trozo duro e indeformable del plátano que había tenido en la boca hacía unos segundos y comencé a repetir la tarea.

Lo lamí, apreté con los labios, chupé y comencé a succionar comprobando que efectivamente la banana debería estar tocando una parte muy puntual de la gorda, porque la estaba literalmente matando de placer.

Mordisqueé, tironeé hacia mí y volví a succionar con mucha fuerza, como para intentar esta vez por lo menos hacer pasar a mi boca aunque más no fuera una partícula de esa fruta rebelde, la menos jugosa que haya conocido jamás, y que seguía en franca resistencia.

El trozo de banana era diminuto pero me tenía intrigado el placer que le ocasionaba. Hasta pensé que la gorda estaba operada finalmente, y la banana le estaba penetrando los labios vaginales. Entonces lo tomé nuevamente con los labios, y en lugar de succionarlo para mi, empujé y lo aplasté contra su cuerpo como para que le terminara de penetrar la vagina, si eso era lo que en realidad acontecía.

Supongo que lo hice, porque la banana se hundió dentro de su entrepierna. Quedé mirando con sorpresa, cuando nuevamente la banana apareció muy lentamente para ubicarse en el lugar que ocupaba un segundo antes.


Continué chupando por varios minutos más cuando de pronto mi vi sorprendido cuando la banana comenzó a soltar líquido caliente dentro de mi boca.

Recién en ese instante, me percaté de qué era en realidad lo que había estado chupando durante un largo rato. El semen de Úrsula era muy espeso y de poca cantidad, apenas lo que ocuparía la capacidad de una cucharita pequeña de té, pero no tuve dudas de lo que había sucedido, mismo antes de saborear el delicioso esperma, porque ella lanzó una interminable cantidad de gritos enloquecidos, al mismo tiempo que una docena de espasmos salvajes y desesperados casi me hacen temer por mi propia vida, ya que cabía la posibilidad de que perdiera el equilibrio y se me cayera encima.

Cuando se hubo calmado, me dio el verdadero postre y directamente del plato.

Se bajó completamente la calza, dejando a la vista de mis ojos lo que tanto había anhelado.

Definitivamente, Úrsula no tenía ni un solo vello corporal fuera de su escasa cabellera verdadera. Veía que había afeitado muy bien todo rastro de pendejos alrededor de su aparato genital.

Los testículos eran minúsculos, casi como si fueran dos nueces pequeñas, siendo los más diminutos que había visto jamás hasta entonces. Su pene, ahora encogido, me hizo suponer, que la calza de lycra era la culpable de mantener esos pequeños genitales aprisionados dentro de su propio abdomen, habiendo logrado mantenerlos ocultos de mi vista durante tanto tiempo y haciéndome incluso dudar de su existencia.

Lejos de darme por vencido por el cansancio que me inundaba, abrí la boca lo más grande que pude y lo miré con la cara que suelo poner cuando pido por favor.

Sonrió e introdujo ambos pequeños testículos al mismo tiempo dentro de mi boca, los que saboreé secándoles hasta la última gota allí depositada. Mezcla de traspiración con restos de semen y bañados en los jugos de la ensalada de frutas y los últimos trozos de ésta, hacían las delicias de mi paladar.

Luego fui directamente y sin escalas por su desaparecido miembro, el cual lamí delicadamente para quitarle todo rastro de esperma. Me hubiera gustado que esto fuera una fantasía para sentir nuevamente su erección en ese momento sin tener ninguna prenda de por medio fastidiándome, pero por supuesto que eso no ocurrió, y su órgano no volvió a emerger. Bueno, esas son las partes negativas de estar relatando situaciones reales.

"Úrsula, por favor, no aguanto más. Estoy al borde de orinarme encima." Dije ya no sabiendo qué hacer, si seguir manteniendo inconscientemente erecto mi pene y tratar de retener la orina, que dicho sea de paso era muy excitante, pero ya insoportablemente torturante, o bien lograr concentrarme en aflojar todo y dejar fluir mis líquidos.

La obesa, se salió de encima mío, y fue donde mi miembro.

"Quítame las esposas, por favor, Edson." Dije como para que se percatara que ya estaba hablando muy en serio, y que quería que todo terminara en ese momento.

"Ainda soi Úrsula." Dijo simplemente, y me tomó el pene a punto de explotar por primera vez con su mano y se lo metió en la boca.

Creí explotar literalmente, pero algo no andaba bien para mi. Sentí los espasmos y sacudidas propias de la eyaculación apenas sentí que mi verga se metía en su cavidad húmeda y caliente, pero sentí la sensación de que ni una gota de semen salió por ella.

Úrsula seguía introduciéndose muy lentamente mi pene en su boca hasta que sentí tocar fondo. Había llegado a las puertas de su garganta. Repentinamente y en ese momento, deslizó ambas manos por debajo de mis nalgas, me los tomó con fuerza y me empujó hacia arriba, cuando noté que mi glande fue apretado por algo muy estrecho dentro de su boca. Adiviné que era el comienzo mismo de su garganta, y exactamente en ese momento empujó violentamente su cabeza hacia mi.

El placer de tener algo bien apretado en la punta de mi verga y que de pronto esa sensación recorrió todo el trayecto hasta el final mismo del glande, y sentir absolutamente toda la cabeza apretada por el comienzo de su garganta, hizo finalmente que un hilito de semen comenzara a emanar de mi miembro en dirección a su estómago sin pasar por su boca.

Nunca había tenido una eyaculación de esta forma, tan retardada, parecía en cámara lenta, y tampoco la había tenido tan interminable. El hilo de esperma seguía saliendo sin cesar, aún después de largo rato de haber terminado con mis espasmos y convulsiones.

Su boca succionaba, su paladar me apretaba el miembro y su lengua acariciaban mis testículos, pero ni una ni las otras iban a conocer el sabor de mi semen.

Estoy seguro que parecerá increíble, pero lejos de finalizar, mi semen continuaba aún emanando. Sin prisa pero sin pausa. Posiblemente un poco más cantidad de lo habitual, pero definitivamente demasiado más prolongado que nunca.


Los aros de goma estaban realizando su trabajo y gracias a ellos, en esta ocasión, estaba experimentando uno de los placeres más extraños.

Cuando finalmente finalicé de vaciarme, aunque aún seguía goteando, le pedí nuevamente por favor que me dejara libre porque no podía aguantar más la orina.

Lejos de cumplir con mis súplicas, siguió chupándome el pene y succionándolo fuertemente.

Sin querer creer qué era lo que se proponía, y como si yo fuera el tipo más ingenuo del mundo pregunté:

"Pero quieres que te orine en la boca?"


Asintió repetidamente con la cabeza.

"Oh, Dios." Pensé.

A mi me gustaba todo lo relacionado con los gordos. Quiero decir que mearnos encima, olernos la orina, y hasta probarla, apenas conociendo su sabor estaba todo bien, me excitaba sobremanera, pero nunca se me había ocurrido tragarla toda.

"Estás seguro?" Dije negándome a reconocer que efectivamente eso era exactamente lo que él quería.


Nuevamente asintió varias veces con la cabeza como respuesta.

Sin aguantar más, aflojé el músculo que retenía mi orina ya que no soportaba más, y lejos de salirme los chorros del líquido dorado desesperadamente, comenzó a despedir un hilito de líquido, exactamente igual a como había eyaculado, y nuevamente sin prisa pero sin pausa.

Miré atónito sin poder creer cómo Úrsula se tragaba mi meada. Lo veía pasar por su garganta lentamente y parecía saborearla.

Eufórica, chupaba y succionaba como una desesperada, como si aquello fuera el líquido vital necesario para seguir viviendo.

Cuando la última gota salió despedida de mi uretra, Úrsula se quitó lentamente mi pene de su boca tomándolo con suavidad para evitar dañarme.

Cuando todo el pene que aún seguía con algún grado de erección aunque muy disminuido quedó nuevamente al aire libre, la gorda tomó ambos aros que tenían apretados mis genitales, los estiró y los quitó.

Respiré aliviado, y noté que Úrsula me tomaba el miembro y se lo iba a llevar a la boca nuevamente, ya que despedía el último y cuantioso vestigio de semen y orina que habían permanecían atrapados con la presión, y que fluyeron de repente sin previo aviso inmediatamente a posteriori de quitarme los aros.

Chupó delicadamente, succionó hasta estar seguro que ninguna gota más saldría de mi miembro ahora totalmente encogido dentro de su cavidad bucal, y acto seguido se acercó a mi rostro y me besó en la mejilla.

"Vocé gostó?" Preguntó sabiendo de antemano que mi respuesta era única e incambiable.

Tomó las llaves de las esposas y grilletes de sobre la mesa de luz, y finalmente me liberó.

Me masajeó ambos tobillos y se acostó a mi lado para hacer lo mismo con mis doloridas muñecas.

Nos besamos apasionadamente por primera vez. Nuestras lenguas se entrelazaron en una irrefrenable búsqueda de exploración mutua no dejando ningún sector sin conocer.

 

Úrsula se quitó la peluca y las pestañas postizas, y me cargó hasta el baño mientras seguíamos besándonos sin despegarnos las lenguas.

Nos duchamos juntos enjabonándonos mutuamente y al mismo tiempo. Le comí el ano nuevamente en la ducha, y me preguntó si quería sentir su lengua en el mío.

Sentí ese gordo y áspero músculo ir y venir por mi raja. Era una sensación que no había experimentado antes. Lamió por todo alrededor de mi orificio y me lo besó.

.

Volvió a lamerme el ano repetidamente, y literalmente me lo comió, con lengua, labios y hasta dientes que mordisqueaban suavemente sobre mis nalgas.

Rodeó mi agujero con su lengua que comenzaba a presionar por entrar a mis entrañas.

 

Terminamos de ducharnos. Comprobé que no le quedaba jabón con mi lengua, como ya es una constante, y ante mi sorpresa, él hizo lo mismo en mí.

Sonreí.

 

Volvimos al dormitorio, y la cama estaba hecha todo un desastre. Cambiamos las sábanas, e introduje las sucias en el lavarropas junto con todas las prendas de Úrsula.

Edson se volvió a poner la peluca y las pestañas, se maquilló un poco, se pintó los labios, y nos acostamos. Nos abrazamos y besamos dulcemente, y así mismo nos entregamos a los brazos de morfeo.

 

 

 

 

 

De pronto desperté sobresaltado, sin saber qué hora era y sin intentar siquiera averiguarlo fui al baño a orinar.

 

 

 

Al volver, miré a la gorda que roncaba sonoramente sobre mi cama, y sonreí. Sus labios dibujaban una sonrisa que me hizo enternecer. Era la primera vez que compartía mi lecho con un obeso totalmente anónimo y con aspecto de mujer. Uno que había encontrado apenas ese mismo día, y que ya desde el mismo instante en el que hubo el primer contacto físico con el apretón de manos, me hizo anhelar tenerlo a mi lado como si nos conociéramos de años, con el agregado extra de que parecía realmente una mujer obesa.

Ni un solo vello en el cuerpo, ni siquiera en los genitales que estaban prolijamente afeitados. Tamaño de pechos que podrían hacer morir de envidia a muchas mujeres ya que eran totalmente naturales. Nada de siliconas ni cosas raras. Tetas de verdad, como deben ser, gordas y riquísimas con pezones grandes, gigantes como a mi me gustan y exquisitamente sabrosos. Un culo infartantemente redondeado, con una raja profunda e igualmente deliciosa. Unos muslos fuertes, igualmente lampiños y todo con el agregado de poseer un bronceado oscuro y permanente en toda su piel, incluso en sus partes más íntimas y escondidas, por lo que sospechaba que era asiduo concurrente a alguna playa nudista de Brasil.

Pero no deseaba suponer más, ni siquiera imaginarme, y mucho menos preguntar para no averiguar más nada de ella que lo poco que ya sabía. Todo para que Edson siguiera siendo mi obeso anónimo. Ya me quedaba claro que el final iba a ser irreversible, pero sin sorpresas esta vez, por lo que nuevamente me dispuse a disfrutar al máximo sin condiciones ni reproches de ninguna índole.

Cierto era que nunca había fantaseado con una mujer obesa y ahora tenía prácticamente a una a mi entera disposición. Una que me había prometido ser mi mujer por el resto de las vacaciones. Sin pedirme nada a cambio, solamente buscando compensarme lo amable que había sido con ella. La llamo "Ella", sí, porque él me había dicho que quería ser mi "putinha" y que me refiriera a él como si fuera una mujer.

Pero seguía siendo anónima, y yo quería que se mantuviese así.

No conocía de ella nada más que su nombre. Y sinceramente, en esta oportunidad no quería saber absolutamente más nada. Ni de qué ciudad era oriunda en el país norteño, ni qué ocupación tenía, ni con quién compartía su casa o su vida, o absolutamente nada de nada. Simplemente quería disfrutar de esta gordota así, sin tener la oportunidad de enamorarme otra vez. Por eso necesitaba mantenerla lo más anónima posible.

Reconozco que ese es un gran problema mío, porque habitualmente encuentro a la persona obesa que me atrae, y cuando la conozco mejor, inevitablemente me enamoro de ella. Ahí comienzan mis complicaciones. Disfruto la compañía de mis gordos y siempre sucede algo que me impide seguir con la relación. En este caso específico, ya sabía el desenlace de antemano, Edson iba a volver a su país al finalizar las vacaciones, y seguramente nunca lo volvería a ver en el futuro. Esto también era insólito y totalmente novedoso en mis relaciones hasta ese momento. Todas las veces anteriores fui incapaz de vislumbrar cómo irían a progresar mis relaciones, y nunca tuve real noción de cómo iban a terminar, porque sinceramente siempre pensé que las relaciones que comenzaba irían a ser para siempre. Ahora contaba con la ventaja de poder disfrutar de mi gordo mientras estuviera aquí, por el lapso de tiempo conocido y limitado. No iba a haber quejas al respecto, porque las reglas estaban fijadas de antemano, claras y concretas. Nada de suspenso en esta oportunidad, ni de finales sorpresas.

Ahora, como lo único que quería era paz y tranquilidad, y como en el camino nunca puedo desaprovechar ni descartar un gordo, y mucho menos cuando se me ofreció casi en bandeja en esta oportunidad, prefería que siguiera siendo tan anónimo como hasta ese momento.

De todos modos, su carita no dejó de enternecerme.

Me metí nuevamente a la cama que estaba caliente. Le rocé el torso desnudo con los dedos, y era su cuerpo el que despedía ese calor. Deseé en ese mismo instante que fuera invierno en vez de verano, para poder calentarme junto a ella en una noche gélida. La sola sensación me hizo erizar todo el cuerpo.

Abracé esa humanidad y los ronquidos no cesaron.

Besé su mejilla, y continué con sus párpados y frente.

Quité completamente la sábana que la cubría, y dejé al descubierto su tremendo cuerpo sabroso que yacía de perfil y de frente a mi, apoyado sobre su costado izquierdo. Su transpiración brotaba de sus poros a raudales. Lo sequé con la lengua, y me detuve en sus rodillas que permanecían apoyadas una sobre la otra. Le levanté la pierna derecha para despegarle los muslos, y lamí allí. Observé que sus testículos estaban apretados contra su vientre, y su miembro estaba completamente oculto dentro de su abdomen.

La sensación causada por ver sus órganos genitales masculinos, aunque diminutos, cuando ya me estaba haciendo a la idea de que la persona que tenía en mi cama y a mi entera disposición era una de las gordas más lindas que jamás había visto, me llenó de morbo y excitación nuevamente.

Hurgué con lengua y labios en su zona púbica, aspirando el aroma que despedía, ya que el hacerlo siempre me proporcionaba una excitación extra.

Metí dentro de mi boca un testículo, lo chupé como quien lo hace con una golosina, frotando la lengua contra él, y acto seguido realicé el mismo procedimiento con el gemelo. Una vez finalizado, y sin avizorar que mi huésped fuera a despertar, hurgué con dos dedos por sobre ellos buscando el orificio de su pene. Introduje ambos hacia ese agujero, buscando despertar una cabecita que ya conocía como deliciosa. Fui muy profundo, localicé su glande, lo tomé con las yemas de mis dedos y comencé a frotarlo delicadamente.

Estaba en ese trabajo, y volví a mirarle su rostro.
Seguía durmiendo profundamente.

Me vino a la mente una fantasía que nunca había realizado.

Sería posible hacerlo eyacular sin despertarlo?

Podría ser. Yo mismo he tenido pérdidas de semen estando profundamente dormido. Mis sueños me han excitado en más de una ocasión en forma desmesurada, invariablemente teniendo a un obeso como protagonista en el cien por ciento de los casos, y he despertado con la cama mojada, habiendo eyaculado dentro de mi sueño.


Cómo sería su eyaculación en esos términos? Sería capaz de hacerlo aún durmiendo?

No perdía nada con intentar.

No paré un segundo de frotarle el glande. Con uno y luego con dos dedos, muy suavemente. Sin ningún movimiento brusco. Siempre con delicadeza, intentando transmitirle que lo único que deseaba era satisfacerlo a él.

Lentamente su miembro fue ganando tamaño, y comenzó a despedir unas gotitas producto de su excitación.

Me salivé la mano y continué frotando, ahora con la lubricación como aliada, intentando introducir mi mano lo más dentro posible de su abdomen, para tomar más de su pene escondido. Salivé ahora mi otra mano, y le unté mi segregación a sus testículos, que comencé a masajear con delicadeza.

Mientras ambas manos estaban a la obra, me acerqué con la boca a su pezón derecho, y comencé a lamerlo de igual forma, despacio, sin ningún apuro, y suavemente para evitar despertarlo.

Su respiración seguía normal. Nada hacía prever que estaba siendo consciente de la tarea que yo le estaba realizando en sus partes más íntimas y ocultas.

Fui consciente en ese momento de lo peligroso que podría ser esta situación, me refiero a estar durmiendo con un desconocido total. Qué sucedería si yo fuera un degenerado? Seguramente lo estaría violando. Por supuesto que eso nunca lo iría a hacer, pero el solo pensamiento de esa posibilidad, me excitó de una manera descomunal.

Chupé por casi largos treinta minutos, hasta que de repente su respiración se agitó, su interior emitió un par de gruñidos y un par de espasmos nerviosos sacudió su humanidad, en el mismo instante que apenas dos escupidas de esperma saltaron a mi boca.

Recién cuando su pene se hundió nuevamente dentro de su vientre, levanté la vista para regalarle una sonrisa, cuando me sorprendí gratamente que él seguía durmiendo. Hubiera jurado que se había despertado con todo ese despilfarro de excitación.

Prometí preguntarle qué había soñado en esa oportunidad.

 

 

Toda su permanencia en Piriápolis, la pasamos en casa sin salir durante el día, excepto para comprar provisiones para alimentarnos.

Durante las noches en cambio, salimos con mi automóvil para realizar lo que suelen hacer los novios en lugares apartados y reservados.

En una oportunidad, estuvimos abrazados y besándonos en el muelle, frente al mar y con la luna llena como única testigo.

Fue la primera vez que me efectuaron sexo oral dentro de un vehículo, y también fue la primera ocasión que yo besé, lamí y chupé un hambriento agujero anal en las mismas condiciones.

En otra ocasión, y a las cuatro de la mañana, fuimos a una playa apartada a unos 10 kilómetros al este del balneario principal, y caminamos descalzos sobre la arena, y terminamos haciendo el amor en la orilla con las pequeñas olas rompiendo contra nuestros ardientes cuerpos.

 

 

 

 

Llegó finalmente el día de su partida.

Se demoró unos minutos en el baño, por lo que supuse que iba a evacuar antes de realizar el largo viaje de regreso a casa.

Sentí correr agua por el inodoro. Escuché que abría una canilla, por lo que visualicé que se estaba aseando las manos, y finalmente salió.

"Eu iá estoi prontinho prá partir." Dijo no pudiendo disimular su tristeza.

Nos despedimos con un beso de lengua que debería ingresar al libro de los records por lo prolongado.

Subimos a mi vehículo y llegamos en pocos minutos a la terminal de autobuses.

Acompañé a Edson a sellar los pasajes, y lo observé mientras aguardaba en la fila de espera.


Llevaba la misma musculosa amarilla y el mismo par de bermudas azul claro con que lo había conocido cuando bajó del autobús que lo traía al balneario.

Ahora muchas cosas habían cambiado.

Seguía siendo un gordo anónimo, pero mis sentimientos eran muy diferentes a cualquier otro anónimo. Había compartido muchas cosas con él, pero siempre noté una gran preocupación por él hacia mi, que no se puede medir con palabras.

Ahora mirándolo, finalmente podía desnudarlo con la mirada, y no imaginármelo sino "verlo" literalmente desnudo, ya que conocía cada milímetro de ese impresionante cuerpo obeso de hombre macho, que se había transformado en forma tan increíble en el de una mujer y me había hecho sentir sensaciones que nunca hubiera ni siquiera imaginado que iría a sentir en mi vida.

Era extraño realmente verlo allí, parado, y saber que esa misma persona era una mujer en la intimidad. Parecían verdaderamente dos personas completamente diferentes. Hasta en la forma de hablar, de moverse, de sentir. Úrsula parecía aún más fogosa que Edson. Ella era más puta, para decirlo de una forma más explícita. Sinceramente disfruté más y me hizo gozar más la mujer gorda que el hombre gordo. En mi subconsciente, sabía que eran la misma persona, pero era como que se habían desdoblado en dos. Como Batman y Bruce Wayne, como Superman y Clark Kent, o como Spiderman y Peter Parker; las mismas personas, pero con personalidades totalmente diferentes.

 

 

Nos despedimos con un abrazo, muy fuerte, terriblemente cargado de energía, como ocurre habitualmente con mis abrazos a gordos cuando estos son de despedida, pero entendiendo que finalmente estaba llegando el epílogo que estaba programado para esta relación.

Subió al autobús. Busqué la ventanilla dónde pude verlo. Y nos miramos a los ojos.

Ninguno de los dos quería esta separación.

Vi como disimuladamente se secó un par de lágrimas que brotaron de sus ojos, y yo dejé caer las mías sin siquiera intentar enjugármelas.

Cuando el transporte encendió su motor, alcancé a distinguir que me tiraba besos disimulados con sus labios, y cuando comenzó a moverse el vehículo, puso sus labios sobre el vidrio de la ventanilla, y estampó allí un beso que guardé de recuerdo en mi memoria hasta el día de hoy.

Tuve que extraer mi pañuelo del bolsillo para secarme la catarata de lágrimas que despedían mis ojos en ese momento, y no pude dejar la terminal, hasta tanto el autobús que transportaba a Edson no se perdió en el horizonte.

 

 

EPÍLOGO

 

Volví a casa. Estaba exhausto. Tenía dos días más para reponerme de estas vacaciones antes de volver a la ciudad e internarme nuevamente en mi rutina laboral.

 

Fui al dormitorio, eché un vistazo a la cama que había soportado a mi gorda favorita sobre ella, y me tiré sobre el colchón cayendo rendido completamente y durmiéndome casi en el acto por el resto del día.

Cuando desperté, ya hacía seis horas que Edson se había marchado, y yo estaba empapado de transpiración.

Fui al baño a refrescarme y fue en ese mismo momento que vi un sobre de carta apoyado encima de la repisa debajo del espejo.

 

 

____________________________________________________________

"Adorado Zesna

Si vocé está lendo isto, quer dizer qui eu finalmente estou volvendo a meu Brazil.

No ten o valor de dizer le mirando a sua cara o sentimiento que ten hacia vocé.

Muito poucas vezes meu havía acontecido de ter a sensaciao de conhecer a la persoa que eu quer ter prá compartir com ela o resto de minha existencia.

Vocé no imagina o dor tremendo de le deixar sosinho, prá voltar a minha ciudade.

Talvez seja melhor assim, talvez no deví haver viajado nunca a Uruguai, ainda assim talvez no deví haverme enamorado de vocé, porem o fiz.

Mais eu ter esperanca de voltar a vé lo em alguma otra ocasiao.

Sim vocé sente que podería ser isso possivel, gostaría qui me chamar algúm dia ao telefono xxx-xxxx.

No quiz importunar a vocé con essa misiva de ninguem modo.

Lamentávelmente um no pode dominar suos sentimentos e ainda muito menos em cuanto o amor chega.

Disculpa.

Úrsula."

 

 

Como había dicho más de una vez antes de llegar a Piriápolis: sol, playa, paz y tranquilidad.

Mi piel estaba igual de blanca que cuando había llegado al principio de mis vacaciones.

Ni sol, ni playa, ni mucho menos paz ni tranquilidad.

 

 

FIN DE ESTE RELATO REAL

Gracias por los comentarios.

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