miprimita.com

Dominación

en Dominación

DOMINACION.

Estoy casada hace varios años. Mi vida se desarrollo sin mayores sobresaltos hasta que sucedió lo que hoy me atrevo a confesar.

Soy una mujer alta, de buen físico, delgada, y según los hombres, aun atractiva. Mi personalidad me ha traicionado durante mi vida. Soy tímida y muchas veces he aceptado decisiones de mi entorno por no saber decir que no en el momento preciso.

Mis relaciones sexuales se fueron espaciando en el tiempo. Con mi esposo eludíamos el tema. La monotonía se instalo en nuestras vidas. Mi marido me instaba a descargar mi insatisfacción buscando alternativas pero yo no me decidía a frecuentar amistades o concurrir a un gimnasio para mantener la forma física hasta que ocurrió un imprevisto que cambio mi vida.

Mi esposo sufrió un accidente automovilístico que lo postro en cama por un largo periodo. Para su rehabilitación necesito de los servicios de una kinesióloga que comenzó su tarea concurriendo a nuestro domicilio tres veces por semana.

Era una mujer alta de complexión atlética. Muy locuaz y amena. Enseguida congeniamos y su visita era un placer para mi soledad. Su mirada encerraba un halo misterioso que parecía hurgar en mis pensamientos, y no sé porque yo trataba de desviar la mirada cuando se posaba en mis ojos, ¿temía que leyera mis necesidades o pensamientos?

Con el transcurrir de los meses me fui sincerando y encontré en Gloria una confidente maravillosa. A pesar de mi timidez termine confesándole mis frustraciones y las angustias por mi vida monótona y aburrida. Recuerdo que sonrió y me aconsejo dar un cambio total para recuperar el tiempo perdido.

“Yo voy a lograr que ello suceda cuando te sienta dispuesta, y esa oportunidad esta al llegar”, me dijo.

Fue una tarde de verano en que ocurrió lo que paso a relatar. Mientras merendábamos, luego de la sesión de rehabilitación con mi marido, y cuando El se ausento a su trabajo, me propuso masajearme pues me notaba contracturada y sumamente tensa. No sé si me ruborice avergonzada pues temía mostrarme desnuda, algo que jamás lo había hecho ante otra persona que no fuese mi esposo o porque temía demostrar mi excitación recordando sus palabras de tiempo atrás, agrego sin esperar mi respuesta. “Quédate tranquila, será un secreto entre las dos, tu marido no tiene porque enterarse”. Entonces acepte.

Fuimos al dormitorio y luego de desnudarme, pudorosa me cubrí con una salida se baño para ocultar mi cuerpo. Pero Gloria me ordeno quitarme totalmente la ropa y a pesar de mi vergüenza le obedecí. Era incapaz de contradecirla, su personalidad era avasallante para mí. Me coloco de bruces sobre la camilla. Cubrió mis glúteos con una toalla y comenzó desde arriba hacia abajo con movimientos circulares y concéntricos hasta llegar a la cintura. Era maravilloso sentir sus manos cálidas untadas con aceite deslizándose sin pausas. Mi mente estaba en blanco, solo quería disfrutar de los masajes que eran una caricia para mi cuerpo. Estaba absorta con mis pensamientos y casi no me di cuenta cuando retiro la toalla y comenzó a masajear los glúteos. Los movimientos profundos abriendo y cerrando los glúteos, hacían que se abriesen los labios de la vulva y comencé a excitarme y sentir el chasquido de los jugos que fluían de la vagina. Estaba cachonda. Estire mi mano tratando de impedirle continuar con los masajes intentando sacar sus dedos que se insinuaban en mi vagina pero ella no se detuvo y continuo con sus movimientos.

“Date vuelta”, me dijo con voz imperativa “Yo sé lo que necesitas”.

Gire, y obedecí su orden. No atinaba a contradecirla, era su esclava. Se situó sobre mi cuerpo y de arriba abajo comenzó con sus masajes. Se apodero de mis senos mientras yo cerraba los ojos y se aceleraba mi respiración. Mis pezones endurecieron. Mi concha estaba encharcada por los jugos que fluían de la vagina. Ya no podía disimular mi excitación. Luego desde abajo masajeo las piernas hasta llegar a la pelvis y merodeo la entrada de la cueva apoderándose de los labios mayores para luego acariciar el clítoris. Abrí mis piernas incitándola a seguir, y comencé a gemir. Me introdujo primero dos, luego tres y finalmente su mano en la concha lubricada por mis jugos e inicio un masaje erótico intenso y profundo. Goce y tuve un orgasmo maravilloso entre gemidos y expresiones obscenas de calentura y placer que no pude contener.

Me levante temblando y sollozando, avergonzada por haberme sometido a su voluntad traicionando a mi esposo pero a la vez agradecida a Gloria por haberme proporcionado un placer desconocido e impensado hasta ese día que no quería reconocer íntimamente.

AL retirarse me beso en la boca y me expreso que había encontrado una mujer mucho más sensual de lo que había pensado. “En otra oportunidad experimentaras otras alternativas ya que tu sexo dormido ha despertado”. “Necesitas una sesión de sexo bizarro para entrar en un mundo desconocido”, agrego como despedida.

Sus palabras me intrigaron. Me di cuenta que influía sobre mi persona como nadie antes lo había hecho pero no fui capaz de preguntarle a que se refería.

Cuando concurrió la semana siguiente a rehabilitar a mi marido la sesión transcurrió como si no hubiese pasado nada. Yo estaba avergonzada pero esperaba que se refiriese a las palabras vertidas cuando se despidió. ¿Qué habría querido decir? Cuando se retiraba la acompañe hasta la puerta y debe haber visto mi ansiedad, porque me espeto de golpe.

“Zorrita quieres probar lo prohibido, estas intrigada por lo que te dije la vez anterior”.

Mi negativa no fue muy convincente. Entonces continuo “Te espero el sábado en mi domicilio a las 16 horas, no te vas a arrepentir”.

“No creo que vaya”, le respondí bajando la cabeza dudando de mi decisión.

“Estoy seguro que vendrás”, fue su lacónica respuesta

Durante los días siguientes trate de olvidarme de su invitación, pero a medida que se aproximaba el día del encuentro crecía mi ansiedad. Había decidido no ir pero Gloria me llamo el viernes para recordarme la cita. En principio trate de excusarme, pero Gloria insistió. Su personalidad y mi debilidad de carácter o mi curiosidad pudieron más.

Fragüe un encuentro con unas amigas del colegio secundario y me dirigí al domicilio de Gloria en el barrio de Almagro. Llegue puntualmente y cuando pulse el timbre del portero eléctrico, me contesto la voz inconfundible de la masajista invitándome a pasar al departamento del último piso.

Me recibió con un beso diciéndome, “Estaba segura que vendría mi zorrita preferida”.

“¿Porque creías que vendría?”.

“Eres una putita en potencia y deseas una experiencia diferente”. Sus palabras directas me sonaron brutales al decirlas.

Ofendida amague con irme pero me retuvo de la mano y me introdujo al departamento sin hesitar. Nos sentamos a platicar y degustar una bebida espirituosa, que me puso alegre, desinhibida y locuaz. Me confesó que supo desde el primer día que era una mujer ardiente y sensual que estaba desperdiciando las maravillas que me ofrecía el sexo. Acto seguido me sugirió una sesión de masajes y experiencias de las que no me iba a arrepentir, y cachonda como estaba acepte. Debía obedecerla y dejarme llevar por los sentidos según me explico.

Me acompaño y pasamos a una habitación donde el mobiliario se circunscribía a un diván y una camilla. Sobre las paredes se veían cuadros con figuras de actos sexuales donde los protagonistas cubrían sus rostros con un antifaz que evitaban su reconocimiento. Le pregunte intrigada y su explicación me pareció convincente. “Es la forma de gozar plenamente del sexo puro sin mezclarlo con los sentimientos”.

Gloria me facilito un antifaz que cubrió mis ojos. Quería disfrutar. Gloria ejercía sobre mí un poder absoluto. Era su sumisa, estaba para complacerla. Luego de quitarme la lencería erótica que había comprado para la ocasión quede totalmente desnuda. Me recosté sobre la camilla esperando las manos sabias de Gloria que comenzó a acariciarme. Mi concha se humedecía por el deseo. Colocándome al borde de la camilla separo mis piernas. Escuche que se abría la puerta de la habitación y alguien se acerco. Una lengua se ocupo del clítoris, no era la de Gloria pero ya no me importaba. Los lengüetazos se insinuaban en la vagina y comencé a gemir de placer. Sentí otros pasos que se acercaban y la voz de Gloria que me ordenaba girar la cabeza y tomar el pene que acariciaba mi mejilla. Lo atrape entre mis manos y lo introduje en mi boca. Apenas me cabía. Estaba desaforada y lo mame con fruición. No sabía de quien era pero solo quería disfrutar. Sentí que unas manos rudas acariciaban mis tetas y pellizcaban los pezones. Eso no era todo, un hombre se situó entre mis piernas y me cogió. Su enorme verga se introdujo en mi concha sedienta y comenzó un bombeo acompasado dilatando las paredes de la vagina mientras yo lo ayudaba con los movimientos pelvianos para hacer mas intimo el contacto. Sentí cuando el semen cálido inundo mis entrañas. Jadeaba y gemía de placer “Que maravillosa sensación experimente cuando mi orgasmo coincidió con su eyaculación”.

Gloria me insto a cambiar de posición. Uno de los hombres se situó de espaldas sobre el diván.

“Móntalo y cabalga como una amazona” Fue la orden de Gloria.

Me coloque a horcajadas y luego de montar sobre su verga, cabalgue.

Gloria me hizo inclinar sobre el pecho de mi cabalgadura y lubrico con su saliva mi ano. Supe lo que me esperaba. Me puse tensa y contraje el esfínter temiendo el dolor que podía sentir.

“No por ahí no, no lo he hecho nunca”, “Se que duele mucho”, alcance a decir.

“Relájate” fue la orden de Gloria, mientras me propinaba nalgadas que colorearon mis cachetes. “No temas es solo el primer momento, luego disfrutaras”.

Mi culo en pompa se aflojo y abrí mis piernas. Con mis manos separe los glúteos para facilitar la penetración. Era esclava de los deseos de Gloria en una sesión de sexo extremo.

El segundo hombre me enculo. Cuando atravesó el esfínter no pude contener un grito de dolor. Su polla rígida se introdujo profundamente en el recto hasta que sentí el golpe de sus testículos contra mis nalgas, había entrado totalmente. Esa verga dura me empezó a dar dolor y placer al mismo tiempo. Entre jadeos y gemidos bombeo mi jinete entrando y saliendo del culo hasta que eyaculo y lubrico mis intestinos como nadie lo había hecho. Estaba en trance, solo quería sexo y mas sexo. Cuando tuve un nuevo orgasmo, desfallecí reclinándome sobre el pecho viril de mi hombre de frente que seguía bombeando mi vagina llenándola de semen.

Me levante temblando y sin fuerzas. Me quite el antifaz que cubría mis ojos y por primera vez observe a mis amantes. Ya no me importaba guardar el anonimato. Eran dos jóvenes atléticos. Me arrodille y tome con mis manos sus vergas las que se pusieron nuevamente rígidas ante mis caricias. Sentí que iban a eyacular y Gloria me ordeno tragar el semen cálido que fluyo a borbotones. Lo hice y deguste el sabor agridulce como jamás lo había hecho con mi esposo.

Mareada y exhausta ante tanta entrega me levante y luego me deje caer en el diván. Gloria presurosa me abrazo y mientras me besaba elogio mi iniciación en la nueva vida sexual.

“No me equivoque cuando me imagine que eras una zorrita necesitada de estímulos para gozar de la vida”, “De ahora en mas recuperaras el tiempo perdido”, concluyo.

Me bañe y me acicale frente al espejo para recomponer mi imagen de mujer seria, tímida y recatada aunque mis ojeras por tanta lujuria y sexo duro me delataban y me parecían indisimulables muestras de lo sucedido y todos se darían cuenta de lo que había pasado, pero me equivoque.

Al llegar a casa mi marido me pregunto si había disfrutado de la reunión y no sospecho nada de lo sucedido por lo que me acosté rendida y feliz durmiendo plácidamente hasta la mañana siguiente.

A partir de ese día comencé una doble vida con la complicidad de Gloria con quien compartimos periódicamente veladas de sexo que disfruto sin tabúes ni remordimientos.

Mas de munjol

Vacaciones en el Caribe

Fin de semana en Entre Ríos

Una respuesta inesperada

Comprendí a mi mujer

Hoy me confieso

Adaptandonos a una experiencia maravillosa

Confusión

Pasión otoñal

Pasión otoñal

El asalto

Prostitución (final)

El campo como testigo, prostitución

Seré bisexual?

Vacaciones en Pinamar

El congreso médico de sexología

Venganza

Recuperando el deseo

Recuerdos de mi juventud

La empleada doméstica (2)

Bodas de plata

Descuidada por el marido

La profesora de piano

La hermana mayor

Mi padrastro (2)

Mi padrastro

La empresaria

El dentista (hipnosis)

La consulta

El odontólogo

El pintor

La sobrina

La mucama oriental

Vencí mis prejuicios

Mi novia y yo

Insatisfacción

Mi tía

La entrega

El pasajero

Silvia y Antonio (4)

Silvia y Antonio (3)

La prima de mi mujer

Silvia y Antonio (2)

El aviso clasificado

Silvia y Antonio

Mi profesora particular

La patrona y el domador

La travesía (2)

La travesía (1)

Dama de compañia

Desilusión y reencuentro

Mi amante y su mujer

Mi pasantía en Houston

Estela, su madre y yo

La madre de Estela

Mi amiga Estela

La vecina del 19 H (6)

La vecina del 19 H (5)

La vecina del 19 H (4)

La vecina del 19 H (3)

La vecina del 19 H (2)

La vecina del 19 H

Mi sobrina cumple su palabra

Gheisa

Mi primer amante

La clase de yoga

Fantasías matrimoniales

Los nuevos inquilinos

Atención a domicilio

Me iniciaron en una orgía

Renacer del sexo en el matrimonio

La casona del tigre

Sumisión

La empleada doméstica

La profesora particular

En la piscina

Autosatisfacción compartida

El domador

Despedida de soltera

Luna de miel en Bangkok

Swingers

Mi amante y su esposa

Vacaciones en el campo

Mi suegra

Mi primera novia

La confesión de mi esposa