Álbum de fotos:

Miro tu foto, tu sonrisa. Te veo, pareces feliz. No se me va de la cabeza. No puedo evitar seguir pensando en ello.

Cuando te hice esas fotos ya estabas follada. ¿Verdad? Ya te habías acostado con ese hijo de puta. Ya me habías puesto los cuernos, ¿a que sí, a que me habías puesto los cuernos...?

Lo pienso cada vez que miro esa foto. No puedo evitarlo. Y mi polla reacciona. Obscenas palabras me llenan la mente. Sin quererlo salen de mi boca. "Zorra", "puta", "guarra"; y cuanto más las digo, más me excito.

Vuelvo a mirar tu foto. Estoy solo. Un vaso en la mano. Bebo. Miro y remiro la foto. Y te hablo. Como si pudieras oírme, como si pudieras responderme.

Ya te había perforado el coño ¿verdad, puta? ¿Te lo había taladrado ya, guarra?

Y tú posando para la foto, tan sonriente, como si nada hubiera pasado. Zorra. Tu coño, mi coño, ya estaba follado y tú tan feliz. Claro, como te había gustado...

No puedo evitarlo. No puedo dejar de pensar en ti. Mi mano ya acaricia mi pene duro, erecto. Hace tiempo que salió del pantalón. Cierro mis ojos. Te veo allí, no sé dónde, pero estás allí, tumbada, completamente desnuda. Y miro entre tus piernas. Ya sabes, yo lo hacía siempre antes de entrar en ti. Y veo tu coño. Tu coño recién follado, tu coño incluso irritado.

Me le imagino. Nunca le he visto. No sé ni quién ni cómo es, pero me le imagino. Es fácil recurrir a lo tópico. A veces me le imagino como un tío cachas -¡cómo no!- bien armado. Otras como un tío vulgar, o como un auténtico patán. Da igual, según tenga el día, pero siempre, siempre, me le imagino metiéndote su polla de mil formas, sobándote obsceno las tetas. Y al final, me le imagino en medio de tus piernas, empujando con ganas, descargando sus cojones.

Me vuelvo loco. Tengo que cambiar de foto. Peor aún. Te veo en la playa. La tortura. ¿Intencionada? A veces creo que sí. Te veo en bikini. Tu famoso bikini verde. Son las fotos que me enviaste cuando estaba trabajando fuera. "Mira lo que me he comprado, ¿te gusta cómo me sienta?", decías en tu correo.

¡Qué zorra!. Bien te callaste que el famoso bikini no era un simple bikini, que también tenía a juego una segunda braguita, y que era un mini tanga. Si por delante eran parecidos, pero por detrás... si por detrás dejaba al aire todo tu culito. De eso me enteré más tarde, cuando ya lo habías estrenado sin decirme nada.

Te las hizo tu hermana, o eso me dijiste. Vete tú a saber si no te las hizo aquel cabrón antes o después de follarte. A lo mejor te las hizo el día que estrenaste el tanga. Paseabas por la playa. Y ligaste. Normal. Con ese cuerpazo... con ese culito al aire...

Te veo en la playa. En la playa y con el mar de fondo, sonriendo, para variar. De medio cuerpo, de cuerpo entero. Allí están tus pezones, dibujándose perfectamente bajo el sujetador. Sí, sí…, el frio, el aire, decías siempre riéndote.

Tu braga subida, sujeta en las caderas. Aprisionando los labios de tu coño. En una tienes las piernas un poco cruzadas, haciendo que los muslos te lo taparan un poco. Zorra. Ese verano te los habías depilado. Fuiste a aquella estheticienne para que te lo depilara.

Ese mismo día tenía que salir de viaje mientras tú ibas a la playa. "Te tengo una sorpresa, arranca, venga vamos".

Sólo me lo enseñaste. Fugazmente, no había tiempo. Te reías y te burlabas mientras en el coche, camino del aeropuerto, conduciendo yo, te apartabas las braguitas y me lo enseñabas. Casi me da un infarto cuando te lo vi completamente rasurado. Mi polla se puso a mil. Y eso que no sabía que mientras estarías en la playa con un su`per tanga enseñando tu culito. Tuve que aliviarme en los W.C. del aeropuerto, aunque eso nunca te lo dije.

Tenías razón. La braga del bikini te lo marcaba demasiado. En una de las fotos, se distingue perfectamente tu rajita. Y me enciendo. Seguro que ese hijo de puta fue el primero en disfrutar de tu sexo depilado. Sin un solo vello. Te comería el chocho. Tan lisito. Su lengua te haría gemir de placer. Zorra, te calentaría a tope. Asegurándose de que te tenía a punto. Sí. Así cuando estuvieras bien caliente te haría lo que le diera la gana. Te sobaría a tope. Luego te metería bien metido el rabo. Hasta adentro, hasta las bolas. Y tú gritarías de gusto. Te retorcerías de placer. Te correrías. ¡Zorra!

Ese hijo de puta empujaría con ganas. Para él no eras más que una guarra. Una zorra a la que meter su polla, un puto agujero donde descargar sus cojones. No le importabas nada. A él le daba igual que tuvieras novio. Eras solamente una zorra más a la que follarse.

Y lo imagino. Lo llevo imaginando durante muchos días y durante muchas noches.

No puedo dejar de imaginar su polla, erguida, desafiante. Escupiendo semen como una manguera. Llenando tu coño. ¿Llenando tu coño? Y un día lo pensé. ¿Por qué se iba a limitar a tu coño?.

Te imagino arrodillada, delante de su cuerpo. Después de haber usado tu boca. Después de haber jugado con tus labios rodeando su capullo. No querías que yo lo hiciera dentro. Pero seguro que a él le permitirás que te manchara la cara. Me comen los celos. No paro de repetírmelo. A mí no me lo permitías. Supongo que a él por lo menos eso. Tal vez luego, el muy cabrón te hiciera de todo, te usara más que yo. Sí, sospecho que hasta se corrió dentro de tu boca y como una buena puta te lo tragaste.

Me le imagino disparando chorros y chorros sin parar. Cierras los ojos. Sabes lo que te espera. El semen impactando en tus mejillas, resbalando por el mentón, goteando sobre tus pechos. O no. O tu sujetando y elevando tus pechos y el muy hijo de puta corriéndose directamente sobre tus tetas.

El ha terminado. Tú te levantas y caminas rápido hacia el baño, a limpiarte. Verá tus nalgas moverse al correr, vera tus tetas balancearse. Su sonrisa de triunfador -yo también sonreiría-. ¡Menuda tía acaba de follarse!

Camina detrás de ti, pero sin prisa. Espera a que te metas en la ducha. Y se recreará mirando cómo lentamente vas enjabonando tu cuerpo, cómo pasas la esponja entre las piernas, cómo enjabonas tus tetas.

Conmigo lo hacías así. Sé que después de hacerlo, cuando te lavas, no puedes evitar ver cómo tus pezones se encabritan de nuevo. Él está en el lavabo, seguro que mirando tus pechos.

Y te les tocas. Les mueves al frotarlos con la esponja. Son grandes. Sabes que dentro de unos años se caerán. Pero ahora, sabes que todos los hombres los desean. Y te excitas. Sin que él te vea, con disimulo, te acaricias el coño. Le ves. Él a ti no. Está de espaldas. Te gusta su culo.

Tal vez sí... decides salir de la bañera y acercarte por detrás besando su nuca. Restriegas tus tetas en su espalda. Puta, sé cómo lo hacías conmigo. Seguro que se le puso dura otra vez. Sí, seguro que te la volvió a meter... lo juraría aunque sólo sean imaginaciones mías.

Sé que él se daría la vuelta y devolvería tus besos. A quien amarga un dulce, pensará, si ya te ha follado una vez, con dejarse hacer y que se le vuelva a poner... es suficiente. Zorra, parece que con uno no tienes bastante… pensará.

¿Sabes? A veces cuando miro desnudo tus fotos bebo más de la cuenta. La furia y la desesperación me dominan. Bebo. Bebo y justo en ese momento cuando la realidad comienza a distorsionarse y la imaginación se desborda te veo.

Si, te veo desnuda, a cuatro patas. Te miro de frente. Tu carita. Dulce. Estás esperando, resignada. Él está detrás de ti. Soberbio, chulo se sujeta ese enorme trabuco por la base. Obsceno, Asqueroso, te apunta. Veo cierto gesto de temor pero ni te mueves. Sabes que te va a penetrar. Por si a caso te lo anuncia. "So zorra, te voy a ensartar. Te la voy a enhebrar".

Le veo acercarse con esa sádica sonrisa colgando de sus labios. Seco. Brusco. "Toma puta", grita. Su pene desaparece dentro de ti. El empujón ha sido brusco, violento, terriblemente brusco y violento. Todo tu cuerpo se ha ido hacia adelante. Tus tetas han salido disparadas, balanceándose de delante atrás. Tu carita de susto, de sorpresa, Tu grito desgarrador. Y tu confesión medio llorosa. "¡Me has reventado el coño!"

Y su sonrisa de triunfador de pacotilla. "Toma, puta", repite de nuevo. Vuelvo a ver una y otra vez el mismo gesto, los mismos gritos, tus mismas caras, esas que tan bien conozco, que me sé de memoria. Y ese cabrón dale que te pego, venga a follarte como un animal. Venga a darte viaje tras viaje, sujetándote por las caderas, para que no te escapes, para que no huyas de sus embestidas.

Mi pene, está duro como una piedra, imaginando medio borracho cómo te folla ese energúmeno, cómo te destroza el coño, cómo te folla, te folla, te folla. Sí, so puta, me pongo furioso y me excito más aun porque sé que él te folla como yo nunca me atreví, como yo nunca pude hacerte.

Una mano sujetando la cadera. "Toma zorra". Hasta adentro. La otra mano no se está quieta, te soba y de vez en cuando, azota tus nalgas. Cada vez con más fuerza. Hasta dejártelas completamente coloradas, cabalgándote como un animal.

Y yo muerto de celos, de envidia. Vuelvo a imaginar tu cara, pero ahora cargada de lujuria, de vicio, chillando a voz en grito, como yo nunca te hice chillar, suplicándole sexo, como nunca me pediste a mí. "Fóllame, fóllame cabrón"...

Y él te folla con ansia, con ganas. Tú lo deseas así. En el fondo ya sabes que para él sólo eres una puta más de las que se ha tirado.

En mis sueños, le veo enroscar la mano en tu cabellera y tirar de tu cabeza hacia atrás mientras te cabalga por la espalda a cuatro patas. "Toma zorra, toma puta", repite incesante su obscena letanía. Y tú solo gimes, mi amor, tú solo gimes mientras recibes esos tremendos empujones, mientras te ensarta de esa forma tan animal.

Puede hacerte lo que quiera. Correrse dentro o fuera de tu coño. Ahora eres su puta. Nada más. La zorra que se abre de patas para recibir su potente aparato. A él no le importas nada, ya te lo he dicho una y mil veces mi amor. Tú sólo eres su puta, pero antes tú eras mi novia. Ahora tan sólo eres un recuerdo, un recuerdo que me mortifica y me excita al tiempo. Te miro por última vez y lo repito en voz alta. Cuando te hice esas fotos ya estabas follada. ¿Verdad Puta?. No puedo evitarlo, mi pene dispara su carga. Recojo y guardo cuidadoso tu álbum de fotos.

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