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En la playa y después del bosque. 2 Después del ..

en Dominación

En la playa y después del bosque.

2- Después del bosque.

 

No sé cuánto tiempo ha pasado. Anochecerá en menos de una hora.

 Me vuelvo. Por fin. Les veo salir del bosque. Viene llorosa. Aun con lágrimas en la cara.

 Tiene varios chupetones en las tetas. Los ojos rojos, irritados de haber llorado. Él sonríe. Por fin tiene la polla flácida.

-.Te, te, te, ¿te ha follado? pregunto estúpidamente tartamudeando. Sé que es más que evidente. Baja la cabeza. Mira al suelo. Asiente lloriqueando. Un débil sí se escapa de su boca.

Él pasa de sus gimoteos. Sigue sonriendo. Se ha levantado algo de viento. Sé que se ha follado a mi novia y en lo único que pienso es que se le agita a él la melena más que a ella.

Mi polla está tiesa desde que les he visto acercarse. Y desde que me lo ha confirmado, aún más dura que un palo.

 -. ¿Qué te ha dicho tu novio? La pregunta.

 -. Me ha preguntado que si me has… que si me has follado…Responde avergonzada y rompe a llorar.

 Se vuelve hacia mi sonriendo prepotente.

 -. ¿Qué si te la he follado? Pregunta en tono burlón. Me la he follado, claro que me la he follado… Me la he follado hasta hartarme... Y la he hecho algo más… Ya verás, ya…

-. Ven aquí, guarra, la dijo volviéndose hacia ella. Ponte ahí, la dice señalando con el dedo. La da la vuelta colocándola de espaldas a mí. Baja la mano por la espalda agarrando las nalgas.

 -. Venga apóyate en la piedra.

 Obedece dócil. La reclina. La coloca con el culo en pompa. Separa un poco las piernas. Sus labios asoman por debajo. Un meneo a su cadera y sus tetas se balancean. Sonríe. Le divierte el juego. Separa las nalgas.

 -. Mira, me dice, acércate.

 Me enseña lo que la ha hecho. Su ojete está enrojecido. Veo algo de sangre entre sus nalgas.

 -. ¿Qué te parece? ¿te gustaría darla por el culo? ¿Si? Pues venga aprovecha que ya lo tienes abierto, me dice. Vamos joder, métesela.

Me agarra la polla y tira de mi con fuerza obligándome a colocarme detrás de ella. No puedo contenerme. La acerco, la coloco. Empujo. Entra, pero con dificultad. Ella solloza, gimotea. Sé que llora. Con una mano se abre las nalgas tratando de ayudarme.

Empujo, saco, empujo, saco, empujo. Lo hago despacio. Constante pero despacio. Presionado. Buscando que se dilate y pueda entrar mejor. No logro que entre toda.

El allí, mirando. Solo fuma. No para de fumar. Yo sigo empujando, despacio, cuidadoso. Alucino por la escena. No es real, no puede serlo. Estoy obedeciendo y dando por el culo a mi novia solo porque él me lo ha ordenado. Y ella gimiendo y tocándose con una mano. Sigo presionando, pero no he logrado metérsela entera.

Veo como su polla revive. Y explota: -. Quita de ahí joder, no me extraña que esta zorra quiera mas. Aprende joder.

De un solo empujón me separa de ella y me tira al suelo. Mi polla ha hecho plof, como un corcho al salir de la botella. Ella ha gritado. La ha hecho daño.

La coloca como él quiere. Es duro, violento con ella.

-. Ven aquí, me ordena gritando.

Casi estoy encima de él.

Apunta su polla. Apoya la cabezota en su esfínter. Es mucho más grande que el agujero. Agarra las nalgas y las separa con los dedos. Empuja y solamente consigue meterla la mitad. Un grito. La ha hecho daño, mucho daño. Es un bestia. Vuelve a darla fuertes y violentos envites. La hace chillar. Gimotea, llora escandalosamente. La está doliendo. Pero ella no le dice que pare. Solo se toca más y más.

-. Tranquilo que la gusta, dice como para calmarme.

Ojiplático miro su cara de sádico mientras la sujeta por las caderas y la da tremendos empujones. Escucho sus gritos de dolor mezclados con jadeos y berridos de placer. Se retuerce. Llora. Las tetas van de un lado a otro.

-. ¡Mira y aprende joder!, me grita. ¡Y deja de cascártela maricón!

Ella vuelve la cara un instante. Ve como me masturbo. Ni sé cuándo he empezado a tocarme, solo sé que no puedo parar. No puedo dejar de tocarme.

La escena parece que le excita aún más. Nos insulta a los dos. Nos humilla. La llama puta y zorra. A mi maricón, cornudo, picha floja.

-. Toma puta, toma rabo, la grita sin parar. Sus frases obscenas, sus insultos hacen que me masturbe más y más rápido. Escuchar sus tremendas obscenidades me excita, me enloquece.

Para un momento. Toma aire. Le veo sujetar su cadera con un brazo.  Con el otro agarra las tetas. Y empuja con fuerza. Un grito desgarrador. Y entonces le veo levantarla como si no pesara. La tiene ensartada en su polla. Está literalmente empalada. Jamás había visto nada parecido. La folla por el culo en el aire. Es tremendo. La hace subir y la suelta. Al caer ella sola se perfora el culo gritando. Patalea, se retuerce, grita llorando. Increíble. Pero lo más increíble de todo es que ella no para de masturbarse, de tocarse el coño. Y él gruñe de placer.

Dos mirones se han acercado. No me sorprende con tanto jaleo es imposible pasar desapercibidos. Menudo espectáculo. No se cortan. Se masturban mirando.

La vuelve a poner apoyada en la piedra, casi a cuatro patas. Ella gime, él acelera la forma tan brutal de follarla. La levanta con cada empujón. Los pechos van y vienen como locos. La azota con la mano abierta. Tiene las nalgas rojas. La estruja las tetas en cuanto se las agarra. Pellizca y retuerce los pezones. Chilla, aúlla de dolor.

Contemplo ensimismado sus asombrosos empujones. Y a pesar de los azotes y el daño que la hace en las tetas, ella jadea, gime, chilla. Y cuando llega, grita como una loca.

 -. No puedo más, para, para, para… Por favor, me matas, dice a voces. Pero inmediatamente cambia de opinión. Sigue, sigue ¡por favor! No aguanto, no puedo aguantar más… ¡Me voy a correr!... ¡Si sigues así soy capaz hasta de mearme encima!

 Y él dale que te pego sin hacerla ni caso. Efectivamente, la veo mearse la mano cuando se corre. Esa forma tan brutal de correrse me es nueva, nunca la había visto tener esos orgasmos tan intensos, nunca había perdido así el control sobre sí misma.  

 Él está a punto. Lo pregona. -. Me voy a correr so zorra…. Espera puta, ¿dónde lo quieres? Y se lo pregunta arrastrando obscenamente la palabra puta… Puta… ¿te lo vas a comer como antes o lo quieres en la cara? ¿O prefieres entre las tetas? Vamos zorra que tu novio quiere verlo…Vamos puta que está esperando…

Vuelve hacia mí su mirada. -. Puta… tu novio está deseando ver cómo me vacías los huevazos…

Se arrodilla sin contestar y abre la boca. Él se pone como si fuera a mearla. Tiene el culito irritado por tantos azotes. Se pone de rodillas, apenas sentada sobre talones.

 Se masturba impaciente, aún se retuerce de gusto, tiembla. Otra vez los espasmos, los temblores agitan su cuerpo. Se está corriendo otra vez.

 Él la agarra la cara y se la coloca enfrente. Tiene la polla sucia. Con manchas oscuras y rojas. Sé lo que es.

 -. Ven aquí, me ordena. Más cerca. Quiero que veas como tu novia se come su mierda. Acércate vamos. A ver si luego te atreves a la besarla en los morros, dice restregando su polla por las mejillas y manchándola toda.

 Ella se deja hacer. Desde abajo mira la polla. Acaricia sus huevos, y sin siquiera limpiarla con la mano, se la mete en la boca, se la chupa, se la lame ansiosa. 

 Sigue medio llorando, pero el hipo, se confunde con los jadeos de placer.

 -. Mira cómo se toca el potorro. Espera zorra…. Deja de tocarte el coño. La levanta, la zarandea. ¡Que dejes de tocarte el chumino, so puta!

 Sus tetas van de un lado a otro. La tira al suelo y se coloca en medio de sus piernas. No deja que las cierre. Coge un puñado de arena y se lo restriega por el coño.

 Sin mirarnos, dice en voz alta que es mejor así, porque si se toca, la dolerá, sobre todo si se toca el clítoris. Coge otro puñadito de arena en la mano y nos lo muestra al mirón y a mi. La arena cruje al rozarse apretada entre los dedos. Separa los labios vaginales y deja caer un chorrito directamente en la vulva.

 -. Esto está mejor, a estas zorras hay que tenerlas calientes. Si las dejas que se corran, pierden fuelle, así están más putas.

 La vuelve a colocar como antes y la manda abrir la boca. Se lo mete, bueno más bien se lo incrusta completamente en la garganta. Se suceden las arcadas, sus intentos de vomitar. La ahoga. Pero él a lo suyo. Se retira casi hasta sacarla y cada vez que empuja, parece que la mete más adentro. Prácticamente la tiene entera. Sujeta la cabeza por la nuca con las dos manos. Se la tiene empotrada en la tráquea. Sus labios se aprietan contra los testículos.

 Así hasta que llegan sus espasmos. Veo como al incrustarla la polla en la garganta tensa sus nalgas. Echa la cabeza hacia atrás. La tremenda melena cuelga, se menea al viento. Vuelven los empujones y otra vez sus tremendas arcadas. La ahoga, la asfixia. De su garganta sale un joderrrr alargando la “r”. Un jodia puta, dicho cargado de lujuria, de placer.

 -. Ni lo vas a saborear. Te voy a mandar mi lefa directa al estómago so puta, dice con voz gutural. ¡Vacíame los huevos! Traga zorra la grita.

 Más que gemir, gruñe al llegar.

 Cuando se la saca de la boca la hace vomitar. Vomita bilis. Saliva. Babas mezcladas con semen.

 Apenas puede respirar. Está desarmada, rendida, extenuada.

 Un mirón viene hacia ella. Se la está tocando. No necesita ni hacer ni decir nada. Sabe para qué se acerca, sabe lo que quiere. Jadeante y rota, se deja manejar y no necesita que la digan nada. Abre la boca y espera sumisa para recibir su corrida.

 Los otros mirones se arriman. No hay peligro. Y ella no dice nada. Parece que no la importa. Y si la importa no dice nada. Uno se corre en su espalda. No le ha dado tiempo a llegar. El otro se acerca más.

-. Prepárate zorra, que ya va.

Apunta. La baña la cara. Ella abre la boca para que entre algún chorro. El resto cae llenándola la cara y las tetas. Flipo. Hay un tercero: Le veo vaciar los cojones de leche mientras ella se los acaricia y recibe otra descarga directamente en la cara. Lo que no puede tragar, la escurre y cae resbalando por la barbilla sobre sus pechos.

-. Te dije que, si no las dejas correrse, se vuelven más putas, me explica presumido con aires de superioridad.

Cuando nos quedamos solos, vuelve a colocarse delante de ella. Se la sujeta. ¿Otra mamada? No. Peor aún. Es más humillante todavía: se pone a mearla. Primero en la frente. Luego de arriba abajo y de abajo a arriba. Para. Da la vuelta a su alrededor. La empuja con el pie y cae de bruces. Como si supiera que tiene que hacer se separa las nalgas. Su ojete está destrozado. Con sangre al rededor. Y él apunta allí la meada. También la moja los labios.

Para y vuelve a ponerse delante. Ella se coloca otra vez. Apunta a los pezones y cruza sus pechos. La ha meado enterita. Y ella ni se inmuta. Sigue llorando, hipando de vez en cuando, pero ni se aparta ni se altera. Ni siquiera protesta. No dice nada.

-. Venga, a lavarte zorra la dice burlándose y mirándome por encima del hombro. Ignorándome recoge sus cosas.

La espera de pie. En cuanto ella regresa, la manda tumbarse y abrir las piernas. Con el empeine del pie la arroja arena al coño. Se lo pisa y se restriega moviendo la planta del pie. Ya sabes, la dice, no vaya a ser que a este se le ocurra follarte.

 Me mira. Se gira hacia ella. -. Espera, espera. No te levantes. Ábrete bien el chocho, guarra.

 Vuelve a coger arena, pero ahora con la mano y ahora, meticulosamente, no solo se la echa entre los labios, sino que también se la mete adentro.

 -. Ahora sí que no le van a entrar ganas de metértela. Si quiere desahogarse que se la casque o que te la meta por detrás, a ver si aprende a joderte el culo de una vez.

 A lo lejos oímos gemidos y grititos. Vuelvo la cara. Una de las parejas está follando. A lo mejor animados por la escena.

 Se va. Se mete en el agua. Se sentó mirando al mar con la mirada perdida, sin vida, sin voluntad. Como en estado de shock. Era un zombi, un fantasma. Estaba como hipnotizada.

 Al rato le veo salir del mar y alejarse.

 Casi es de noche. Seguimos sentados en la toalla. A lo mejor llevamos más de una hora así, sentados, sin decirnos nada. Llora. Gimotea. No entiendo nada.

 De reojo la veo tocarse hasta que repentinamente se levanta.

Ni adiós ni… nada. Solo un no le digas nada a mi padre.

Me quedo allí solo mientras la veo alejarse desnuda. A mi lado ha dejado su ropa metida en la bolsa. Arrastra la toalla. Camina con alguna dificultad. Normal, te acaban de reventar el culo, so puta sonrío irónico. Me arrepiento inmediatamente, pero ni me muevo. Mi polla revive. No lo entiendo. Tengo que tocarme. Solo mencionar, solo el pensar que acaban de joderla el culo, el recordar las escenas, sus gritos, hace que me toque más y más rápido. Me corro retorciéndome en el suelo mientras repito una y otra vez la palabra puta. Puta… Puta…

Cuando regreso al camping no está. Lo intuía. En cierto modo lo sabía. No sé dónde está, pero si con quien. Y lo que hace endurecer mi polla, sé lo que está haciendo. Pienso en levantarme e ir a los servicios, ¿para qué? Aquí mismo joder. Sé perfectamente lo que está, o mejor dicho, lo que la están haciendo. Dentro de mi cabeza diría que hasta la oigo gemir y gritar. Cierro los ojos. La veo. Las imágenes son reales. Como si otra vez lo estuviera viendo en directo. La oigo gemir. La veo. Allí, en el bosque. A cuatro patas, recibiendo pollazos que hacen balancear sus tetas. Me da la sensación de que si estiro la mano se las puedo tocar. Y lo hago sobre su ropa.

Esperé cuatro días en la tienda. El sábado por la noche regresó. Casi de madrugada.

 Estaba despierto sentado a la entrada de la tienda. Venía envuelta en la toalla. Se la quitó. Se desnudó allí mismo, delante de mí.

 Había luna llena. Se la veía perfectamente todo. No la importaba que pudieran verla.

 -. Por favor, ¿me dejas entrar?

 Se tumbó a mi lado. Silencio. Olía mal. Sé que olía a él. A su semen. A su… Si tenía que ser a eso. Le había visto mearla de arriba abajo.

 Al rato lo soltó a bocajarro sin mirarme. No hablaba conmigo. Es como si hablara al techo.

 -. Me he convertido en su puta, me dijo. Para siempre. Te quiero, pero tienes que saberlo. Tienes que saber que me ha hecho de todo. Y no solo es que yo me haya dejado, es que me ha encantado. Nunca le he dicho que no a nada. Ni cuando me ha hecho follar con otros solo para divertirse o me ha entregado por dinero.

 Si me dejas lo entenderé. No puedo culparte. Te quiero muchísimo. Pero si me dejas estar a tu lado, recuérdalo, siempre seré su puta. Le pertenezco. Soy suya. Soy suya y puede hacer conmigo lo que le dé la gana. Cuando y donde quiera. Me va a follar siempre que le apetezca. Me ha dicho que lo va a hacer incluso en nuestra propia cama, delante de ti. Simplemente porque se le antoja o para humillarte, para que veas cómo me corro y lo puta que soy.

 No dije nada. No pregunté nada. Empezó a hablar y a contarme lo que la había hecho, como se la había follado, como a veces la hacía daño, como le gustaba vejarla y humillarla, maltratarla, pero, sobre todo, me contaba que se había hecho el dueño de su mente y de su cuerpo y la volvía loca de placer.

 Me contaba que obedecía ciegamente. Que hacía lo que él quería. Que se entregaba a otros en cuanto se lo mandaba. Habían llegado a sodomizarla encima de la mesa de un bar mientras él bebía cerveza sin parar de reírse. Luego le había seguido hasta su casa. Nunca la dejó vestirse. Siempre estaba desnuda, accesible para él o para sus amigos. Cocinaba, limpiaba… Se dejaba hacer de todo. Era su más que su puta, era su esclava.

 -. No sé por qué lo he hecho. No me preguntes. Ni yo lo entiendo. Pero tenía que hacerlo. Es como si una fuerza superior a mí me empujara. Es lo único que sé.

 Me lo dijo susurrando y llorando.

 -. Tú decides. Y hazlo pronto, porque al amanecer vendrá a buscarme. Me volverá a llevar al bosque.

 Cuando te vayas, pasarás por el camino donde le dejamos el primer día. Allí estaré atada a un árbol, desnuda, con los ojos vendados. Me va a dejar así, completamente indefensa, para que cualquiera pueda violarme, y si decides ir y parar, me encuentres usada y sucia. Si vas pronto podrás soltarme… si no… ya sabes lo que pasará. Volveré con él hasta que encuentre a otra o se canse de mí.  

 Silencio. Sé que estaba llorando, no hacía falta mirar.

 -. Tú escoges si quieres soltarme o esperar para ver cómo me violan y me usan. Según él es lo que harás. Lo dudarás y lo pensarás mil veces. Pero al final vas a ir y no podrás aguantarte. Me verás allí desnuda y te esconderás. Así podrás ver lo que me lo hacen. 

 Verás cómo me violan y te cabrearas porque gritaré de placer. Sabrás que me corro, que gozo con cualquiera, que disfruto incluso más que contigo y mientras te la tocas me llamarás mil veces puta. Luego en cuando estés solo y nadie te vea, excitado y fuera de control, saldrás de tu escondite.

 Veras mi coño irritado y rebosante de semen. Te dará asco. Mucho asco. Pero no te aguantarás y me la meterás. Gritaré, suplicaré, diciéndote que me duele, que por favor que pares, que no puedo más. Te dará igual y me violaras tú también. Me la clavarás completamente rabioso y enfurecido. Me follarás como un animal, como si no me conocieras de nada y luego me dejarás allí. Abandonada. Sé que volverás arrepentido, pero no sé si luego me llevarás o no contigo.

Ya sé que te parece irreal, que te suena a cuento chino, pero sé que es así. No son fantasías mías ni me he metido nada. Me lo ha dicho él. Por muy absurdo que te parezca sé que es así. Todo lo que me ha dicho él es verdad. No sé por qué, pero siempre acierta. En muchas cosas es como si pudiera ver el futuro, como si supiera perfectamente lo que va a pasar.

 Te quiero y no puedo engañarte. Piénsalo. Por mucho que quiera no puedo obligarte a nada. No puedo reprochártelo. Pero si dices que sí, si me llevas contigo, no habrá marcha atrás. Es terrible lo sé, pero será como él dice. Él quiere que lo sepas.

 Antes de traerme, me lo ha dicho, me lo ha contado mientras me follaba a la puerta del camping. Quiere que sepas que soy una puta, que acabo de entregarme a él, y que mi coño está lleno de su leche y que si no me echas de la tienda te lo cuente.

 Intentó coger mi mano para acercársela a su sexo. Sin duda quería que mis dedos se humedecieran. No la dejé retiré la mano. Pero no hice nada más.

 Al rato volvió a hablar. Nos casaremos en meses de seis meses y seré tu esposa, pero te casarás con su puta. El día de nuestra boda, en cuanto termine de ponerme el vestido, me quedaré sola en la habitación. Y entrará él. Me manoseará, manchará adrede mi ropa interior blanca. Tendré que bajarme las braguitas y abriré mis labios para él. Me tocará. Y cuando esté a punto, meterá unas hojas en mi coño y me subirá las bragas. No dejará que me corra. Ya sabes, para que esté más caliente.

 Tendré que sacársela. Lamer sus huevos como a él le gusta. Me girará me colocará a su antojo. Empujará ya sabes por dónde. La meterá y la sacará hasta que su polla salga sucia.

 Luego se la chuparé hasta que consiga que se descargue en medio de mis tetas. Así iré al altar. Caliente como una cerda. Sucia, oliendo a su semen. Pero solo tú lo olerás, solo tú lo sabrás.

 Cuando el cura diga eso de puedes besar a la novia, tú lo harás, y sabrás que mis labios han estado chupando su polla llena de mierda. Mi boca guardará el sabor de su rabo. Esa misma noche, en nuestra noche de bodas, delante de él, tú me desnudarás. Verás las bragas y el sujetador sucio. No habrá nada limpio ni puro en mí. Estaré toda manoseada. Le enseñarás mis tetas y las lamerás. Reconocerás el sabor de su semen en mis pezones. Solo entonces bajarás mis bragas y verás las hojas.

 Tienes que comértelas. Olerán y sabrán a mí. Tu polla no volverá a erguirse. Desde esa noche, él me follará. Y tú tendrás que ver como mi coño se llena con su leche. Un día, y otro y otro… Te excitarás mirando. Pero no podrás tocarme. Tu polla no te responderá y los huevos te dolerán. Solo podrás descargarte si te masturbas mirando como él me destroza el coñito o cuando me entregue por dinero para que cualquier cerdo me sodomice delante de tus narices. Así todos los días hasta dejarme preñada.

 Sabremos que estoy en cinta porque desde ese momento, tu irás perdiendo pelo. Cuando nazca su cría, estarás completamente calvo. Y solo entonces podrás volver a follarme. Solo entonces podremos tener a nuestro hijo. Piénsalo mi amor. Piénsalo bien. Ya sabes lo que te espera si me llevas contigo.

 Silencio.

 Pasó alguien con la linterna camino de los baños. Supongo que me la vería al contraluz. La tenía tiesa como un palo y mi mano subía y bajaba lentamente.

 Pensaba en lo que me acababa de contar, en que mi novia se había convertido en la puta de un desconocido, en lo que decía que la habían hecho, en cómo la habían follado. Pero sobre todo pensaba en lo que tendría que hacer si me casaba con ella. Me la imaginaba vestida de blanco, con el escote de su vestido de bodas roto, con sus enormes tetas fuera y él riéndose, con su polla tiesa y sus gigantescos cojones sentado en un sillón esperando, tomándose una copa de champan, mientras yo le preparo a mi mujer para que se la cepille… ¿qué haría yo después de entregársela?… ¿quedarme? ¿Irme? ¿meneármela como un loco desesperado?...

 Silencio.

 Sujetó mi mano y me llamó por mi nombre.

 -. Eso no es necesario. Si no te doy asco, todavía puedes follarme.

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