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Lynne 16: No es ningun juego Parte 1ª

en Dominación

Capítulo 16.

No es ningún juego 1 Parte 1

"¿Puedo entrar? por favor, señorita."

"¡No! Vete por detrás, tendré que darte un manguerazo antes de que puedas entrar dentro.

"Sí, señorita." Contesté educadamente mientras bajaba los escalones y me dirigía al callejón trasero de la casa del Ama, con la mente llena de imágenes de lo que había hecho esa noche.

La gente habla del lado asqueroso de Sydney o del lado oscuro de la sociedad. Nunca supe realmente que querían decir hasta esa noche. Era como si hubiera echado un vistazo a otro mundo.

Quizás era por eso por lo que el Ama me había entregado a Lexy por una noche. No me sentía tan horrible o tan extraña como me había parecido antes. No después de lo que vi y experimenté cuando pasé una noche en las sombras con Lexy.

 

Apenas habían pasado tres semanas desde aquella noche de la fiesta en el garaje y habían ocurrido tantas cosas. Como en el caso de las 14 horas en que Lexy me había tenido. Ahora que esa noche con Lexy estaba superada de repente, igualmente de repente estaba exhausta.

Tuve que protegerme los ojos del brillante sol de invierno cuando doblé la esquina tambaleándome y subí por el estrecho callejón tras la fila de grandes casas caras y antiguas. No estaba segura de cual era la casa del Ama. Pero luego pensé en lo grande que era, con corredores y habitaciones por todas partes.

La mazmorra donde me habían encerrado estaba obviamente en un sótano o bodega remodelado, pero mientras miraba la callejuela y la fila de casas contiguas me preguntaba cuantas pertenecerían al Ama.

Las casas eran de finales del siglo XIX, con una altura de cinco pisos incluyendo lo que parecían áticos. Las casas a lo largo de todo el bloque estaban juntas, cada una compartía una "pared común" con la siguiente. Me pregunté cuantas de estas casas estarían unidas por corredores para formar la casa del Ama.

"¡Entra aquí!" Me gruñó una voz desde detrás de una verja alta de hierro ondulado que había sido abierta parcialmente. La voz era de uno de los hombres de aspecto feo y desaliñado a los que Lexy y yo habíamos chupado para el Ama la noche anterior. "¿La Noche Anterior? ¿Había sido realmente solo una noche antes cuando habíamos estado de rodillas y chupado a los hombres mientras el Ama miraba?" Me parecía que hacía una semana.

"¡Entra aquí jodida zorra estúpida!" Me gritó de nuevo. Me había perdido en mis pensamientos pero el tono de su voz y la expresión de su cara me sacaron de golpe de mi ensueño.

"Lo siento." Dije dócilmente mientras me apretaba tras él. Apestaba a cerveza y sudor y cigarrillos.

Me agarró del brazo y me arrastró por un pequeño patio pavimentado. Se abrió una gran puerta de roble en forma de arco y me pasó a otro hombre de los de la noche previa que me agarró del brazo y me soltó en una sala grande y desnuda. No había nada absolutamente en la sala. Ni una pieza de mobiliario. Solo un suelo desnudo de cemento y paredes de bloques de arenisca, y algunos focos que soltaban una luz blanca brillante desde el techo de madera.

En el otro extremo de la sala se abrió otra puerta de roble en arco y Kelly entró y la mantuvo abierta para la Mujer Rubia, mi Ama.

Es una mujer sorprendentemente atractiva. Eso fue lo primero que había notado respecto a ella en la fiesta de hacía unas semanas, cuando empezó todo esto. Y cada vez que la había visto desde entonces parecía tan magnífica como aquella primera noche.

Esta vez iba vestida con una falda corta de cuero negro y un suéter negro ajustado de manga larga de lana que acariciaba su cuerpo. Su suave pelo rubio caía sobre los hombros y bajaba unas pocas pulgadas por su espalda.

Si llevaba maquillaje nunca parecía que fuera mucho. No lo necesitaba. Su piel era naturalmente suave y tersa. Sus ojos azul profundo y sus labios rojos eran suficientemente incitantes sin maquillaje ni sombra de ojos o pintura de labios como necesitan la mayoría de las mujeres.

"¡Ponte de rodillas, puta!" Me dijo airado el hombre que me llevaba mientras me empujaba contra el suelo. Aterricé pesadamente en el frío suelo de cemento. Mis manos se estrellaron sonoramente contra el suelo mientras intentaba amortiguar mi caída. Gruñí ruidosamente a causa del dolor y la sorpresa de mi inesperado impacto.

"¿Dónde están tus zapatos, Lynne?" Preguntó el Ama mientras caminaba hacia mí. Miré hacia ella, con temor y reverencia.

"¡Ponte sobre tus jodidas rodillas, puta!" Me gritó el hombre con impaciencia.

"Gracias, Trevor." Dijo el Ama mientras él me agarraba del pelo y me forzaba a ponerme de rodillas.

El áspero cemento rozó con dureza mi piel mientras me arrodillaba delante de ella. Se detuvo a unos pies delante de mí y mis ojos siguieron el rastro incitante desde sus zapatos negros de tacón alto a las medias completas de seda que acariciaban sus piernas largas y esbeltas, hasta la parte alta de sus muslos y por encima de su falda y blusa hasta su cara y sus ojos.

No sé si era porque estaba tan cansada o si mi mente estaba perdida en la belleza de la mujer que estaba ante mí pero no le contesté. Seguí de rodillas delante de ella, mirándola, admirando todo lo que la rodeaba.

"¿Dónde están tus zapatos, Lynne?" Preguntó de nuevo con una voz que me arrancó del trance en que me había colocado su presencia.

"Lo siento, Ama." Contesté nerviosamente para ganar tiempo mientras intentaba recuperarme y recordar que había pasado con mis zapatos.

Después de unos segundos angustiosos de silencio le conté lo de la vieja que quería mis zapatos. Me hizo algunas preguntas sobre lo que había hecho para Lexy la noche anterior y luego me preguntó que eran todas esas manchas de mi vestido.

"Corridas y orina, Ama."

Disfrutó escuchándome contar lo que me había ocurrido con los cinco jovencitos.

"....... y después de correrse en mi boca me hizo tumbarme de nuevo en el suelo y se colocó encima de mí y me meó. Principalmente en el estómago y el pecho pero también en la cara y en el pelo."

"Necesito mear." Oí que decía Trevor detrás de mí. No quería mirarle así que miré a mi Ama intentando ignorarle y esperando que no le dejara hacerlo.

"Yo también necesito mear." Dijo Kelly con una sonrisa lasciva.

El Ama se divirtió dejando que sus palabras quedaran en el aire. Disfrutó viéndome suplicar con los ojos que no les dejara hacérmelo. Pero la mirada de sus ojos me decía que iba a dejarles.

"Limpiadla con la manguera, esterilizadla y luego ponedla en una jaula." Estoy segura de que mi cuerpo se dejó caer aliviado cuando le oí decirlo.

Kelly le abrió la puerta y se fue sin volver a mirarme. "¡Quítate tu asquerosa ropa, zorra!" Me espetó Trevor mientras abría las puertas metálicas de un gran armario empotrado en la pared. Desenrolló una gruesa manguera de incendios de plástico negro mientras yo me alcanzaba la espalda y me bajaba la cremallera del vestido.

Me hicieron salir desnuda y poner mi vestido sucio en un gran cubo de basura en la parte de atrás cerca de la valla. Ninguno de ellos quería tocar mi vestido.

Luego me hicieron ponerme en mitad de la sala y Trevor apuntó hacia mí la boquilla de la manguera de incendios. Trevor y Kelly intercambiaron sonrisas justo antes de que el tirara de una palanca que mandó un chorro de agua fría por la manguera que me golpeó como un puñetazo en el estómago.

La fuerza del agua hacía daño pero la frialdad gélida del agua dolía aún más. Grité y chillé y salté y le supliqué que parara. Pero cuanto más hacía todo esto más disfrutaban haciéndomelo.

De repente el agua empezó a golpearme con mucha menos presión. Trevor me dijo que abriera las piernas para que pudiera limpiarme mi sucio chochito. Luego Kelly me dijo que me diera la vuelta, me doblara y separara los carrillos de mi trasero y Trevor me regó el trasero y entre los carrillos de mi trasero.

Estaba helada y dolorida y humillada para cuando terminaron de limpiarme con la manguera. Trevor cerró la manguera y se la tiró a Kelly y le dijo que limpiara la sala y a mí me dijo que le siguiera.

Me condujo a través de la puerta y bajamos por un largo corredor. Yo estaba desnuda y tiritando mientras le seguía.

Nos cruzamos en el corredor con otra mujer que no había visto antes. Estaba vestida con uno de los trajes rojos de esclava que Kelly había llevado puesto antes. Inclinó la cabeza y dijo "Lo siento, Señor." cuando Trevor la empujó, y se rió en silencio para sí misma cuando me vio.

Trevor me dejó en una sala que parecía casi tan desnuda y fría como la sala de la manguera. Había un baño en una esquina y un retrete en la otra y una alcachofa de ducha. En la pared opuesta una pequeña palangana.

El agua caliente me escoció al principio en la piel fría pero sentaba bien. Trevor me hizo enjabonarme con jabón industrial para las manos y restregarme una y otra vez.

"Tenemos que esterilizarte después de lo que hiciste la noche pasada, sucia puta." Dijo con suficiencia mientras observaba como me lavaba los restos dejados sobre mi cuerpo y dentro de él por la noche anterior.

Después de lavarme una docena de veces en la ducha, Trevor me hizo tumbarme sobre el frío suelo mientras me aplicaba un enema. No fue en absoluto delicado cuando me insertó el tubo. Odiaba que fuera él el que me aplicara el enema, si tenían que aplicarme uno hubiera deseado que fuera Kelly. Pero con todo lo que odiaba la mirada en la cara de Trevor cuando me aplicaba el enema, odiaba aún más la mirada que me lanzaba cuando me observaba sentada en el retrete.

"Una esclava no tiene dignidad, Lynne." Me había dicho el Ama.

Me hizo inyectarme tres veces, luego tuve que volver de nuevo a la ducha. Sentí como si ellos estuvieran realmente 'esterilizándome'.

Tuve que hacer gárgaras en la boca con un limpiador bucal de fuerte sabor antiséptico unas cuantas veces y luego limpiarme los dientes cuatro o cinco veces y luego gárgaras de nuevo con un limpiador bucal con sabor a menta y luego volverme a lavar los dientes.

Trevor me dio crema de afeitar y una maquinilla para que me afeitara el coño.

Realmente no necesitaba afeitarme por allí abajo todavía, creo que solo quería observarme mientras lo hacía. Después de que me hube afeitado me dio una crema para aplicarla a la suave piel de mi coño. Dijo que protegía a la piel de la irritación, probablemente lo hacía, pero parecía disfrutar viéndome aplicarme la

crema en el coño y la piel de los alrededores, pero no tanto como disfrutaba yo aplicándomela.

Trevor me bañó con algo que olía muy bien y me dio una esponja rosa suave para que me lavara con ella. Me sentía tan bien dentro del agua caliente, con el vapor rodeando mi cuerpo.

Kelly entró en el baño mientras me estaba secando con una toalla blanca grande y esponjosa y dijo "Tu cuerpo está ahora limpio, Lynne, pero sigues siendo una sucia putilla."

"Sé que lo soy Señorita." Contesté sin darle importancia. "Y tú también lo eres." Dije para mí.

"¿Quiere que me ocupe de la zorrita ahora, Señor?" Preguntó educadamente a Trevor.

"Sí, ya he visto bastante a esta zorra." Dijo mientras me miraba de arriba abajo. "¿Crees que es atractiva, Kelly?"

"No, no lo creo, Señor." Contestó Kelly rápidamente.

"No. Ni yo lo creo. Hay montones de jóvenes putas realmente calientes por todas partes, por qué malgastamos nuestro tiempo con putas viejas de 30 años como esta jodida zorra."

Kelly me roció con un perfume muy agradable y me aplicó capas de maquillaje en la cara. Base, polvos, colorete, pintura roja de labios, mascarilla.

No podía dejar de pensar en lo que Trevor había dicho. Solo tenía 32 años pero me sentía como una puta vieja mientras miraba a Kelly. Era tan joven y excitante y guapa sin todo el maquillaje que parecían creer que yo necesitaba. Me sentía como una puta vieja y odiaba sentirme así.

Kelly me cepilló el pelo y me dio uno de los pequeños uniformes blancos de esclava para que me lo pusiera. Me enrollé a la cintura la faldita corta y blanca abierta por detrás y me la até con un nudo cerca de mi cadera derecha. Kelly me enrolló el pañuelo blanco de seda fina en la parte de atrás del cuello cruzándolo sobre mi pecho, envolviendo mis pechos en el material y atándolo con un nudo tras mi espalda. Luego me ató alrededor del cuello un collar de cuero negro con remaches dorados y enganchó en él una correa y me llevó de vuelta al vestíbulo.

El collar se me clavaba en el cuello cada vez que Kelly tiraba de la correa mientras me hacía cruzar un laberinto de vestíbulos y bajar algunas escaleras.

Pensé que me estaba llevando a la Mazmorra pero cuando abrió la puerta y me empujó en la habitación tirando de la correa, la barbilla se me cayó de asombro cuando miré a mi alrededor.

La luz de la sala era de esas amarillas de sodio. Pero no era la extraña luz amarilla lo que me había hecho mirar a mi alrededor atónita, eran las filas de "celdas de prisión".

Kelly pudo ver la expresión de mi rostro. "Esto no es ningún juego, Lynne." Dijo mirándome con más afecto del que había mostrado desde que la traicioné. "Si sigues con esto tienes que darte cuenta de que es muy real. Lo que hacemos aquí es muy real. No fingimos ser esclavas, no jugamos a juegos en que imaginamos que somos esclavas. SOMOS esclavas, Lynne. Completa y totalmente sometidas al Ama. Le pertenecemos en todos los sentidos, nos posee como posee a su perro. Y hace lo que quiera con nosotras....... Incluyendo mantenernos en jaulas."

Kelly se quedó en silencio, su lección había terminado. Miré alrededor de la sala. Había cinco "jaulas" a cada lado de un estrecho pasillo. El suelo era de cemento crudo y las paredes eran grandes bloques de cemento. Las jaulas eran de unos 5 x 5 pies (1,5 x 1,5 m) con barras en la parte delantera y entre ellas. Cada celda tenía un pequeño camastro, un retrete y una palangana. No había ventanas por ninguna parte y estaba segura de que la Sala de las Celdas estaba bajo el nivel del suelo.

El techo bajo era del mismo cemento gris y frío que el suelo, con un pequeño respiradero y un gran garfio de hierro en cada una de las celdas.

Podía sentir que las paredes se cerraban sobre mí mientras Kelly me conducía lentamente entre las filas de celdas. El pasillo entre ellas brillaba inquietantemente a la tenue luz amarilla que se esparcía desde mamparas de hierro fundido en el techo. Y el débil sonido del agua goteando en algún sitio rebotaba en la cavidad de cemento donde guardaban a las esclavas.

Kelly tenía razón, todo era muy real.

Había alguien tumbado en el camastro de una de las celdas de mi derecha, pero se tapaba con una cobertor de forma que no podía verle claramente, y no se movía ni decía nada.

"Aquí es donde pasamos el tiempo cuando el Ama no nos utiliza." Dijo Kelly mientras bajaba por el pasillo entre las celdas. Se paró al fondo del pasillo y se apoyó contra la pared de bloques de cemento. Seguí tras ella como una oveja. No me había esperado esto. No sabía realmente lo que me había esperado, pero no era esto.

"¿Todavía estás segura de que es esto lo que quieres, Lynne?"

No estaba segura, necesitaba tiempo para pensar pero no lo tuve, como nunca lo tenía cuando tenía que afrontar la decisión de si era este tipo de vida el que realmente quería. La puerta se abrió y Trevor penetró bruscamente en la habitación con un manojo de llaves en la mano que tintineaban sonoramente mientras se movía.

"Mueve tu jodido culo de puta para arriba, Kelly, el Ama te necesita."

"Sí Señor." Dijo Kelly rápida y educadamente y casi salió trotando de la sala. Obviamente sabía que no debía hacer esperar al Ama.

"Kelly..." la llamé. Se detuvo y se volvió con expresión ansiosa en su rostro.

"¿Qué Lynne?"

"¿Cuál es tu celda?"

"Esa." Dijo señalando la última de la izquierda. "Frente a la tuya." Salió corriendo de la sala ahora que la había retenido.

De repente Trevor me agarró del brazo y me arrastró a la que sería mi celda. La gran puerta de barras de hierro chirrió ligeramente cuando Trevor la abrió y me empujó dentro.

Vi como cerraba la puerta de mi celda, oí como echaba la llave y luego sus pasos mientras bajaba por el pasillo y salía de la sala donde estaban las celdas. Y luego se hizo el silencio. La celda frente a la mía, la celda de Kelly estaba a unos 4 pies (1,20 m), y podía ver a la mujer tumbada en la celda contigua a la mía a través de las barras entre las dos celdas.

"¿Se han ido?" Susurró la mujer desde debajo de su cobertor.

"Sí." Contesté cautelosamente. De repente se apartó el cobertor y una joven bella y rubia vestida con uniforme de Esclava Roja se dirigió hacia mí.

"De modo que tu eres Lynne." Dijo recorriéndome con los ojos mientras hablaba.

"Eh... Sí..." No estaba muy segura de que decir. Era una mujer sorprendentemente atractiva. Veintipocos años, unos 5 pies y 6 pulgadas (1,65 m), pelo rubio largo que le caía por detrás hasta la parte de arriba de su culito redondo. Era rubia natural. No pude evitar notarlo cuando se levantó del camastro; pero me preguntaba por qué no estaba afeitada.

"Yo soy Cherie." Dijo con una voz suave y sensual mientras se aproximaba a las barras que nos separaban.

Todo en ella era perfecto. Piernas largas y esbeltas, pechos grandes y firmes, piel suave e intachable y ojos del más exquisito azul pálido que había visto nunca. Pero no era una belleza solo ornamental. También tenía un aura increíblemente sensual y seductora en torno a ella.

"Tienes unos ojos preciosos, Cherie." Dije para mí misma mientras rodeaba las barras con sus manos suaves y delicadas. Deseaba rodear sus manos con las mías. De repente me vi pensando en lo que Trevor había dicho.

"Hay montones de jóvenes putas realmente calientes por todas partes, por qué malgastamos nuestro tiempo con putas viejas de 30 años como esta jodida zorra."

Sé que soy una mujer atractiva pero también sé que no tenía nada excepcional como lo tenían Cherie y Kelly. Si fuera el Ama y tuviera mujeres como Kelly y Cherie con las que jugar no estaría ni remotamente interesada en una mujer como yo. No había punto de comparación.

"He oído que pasaste una gran noche con Lexy." Dijo Cherie con su deliciosa voz. "Sí... Cierto." Dije preguntándome cuanto sabría de mí.

Cherie notó mi incomodidad. "No te preocupes, Lynne." Dijo de una forma que hizo que me flaquearan las rodillas. "Se corre la voz de lo que le pasa a todo el mundo."

"¿Cuántas esclavas tiene el Ama?" Pregunté. "Somos ocho, que yo sepa. Kelly, Desley, Rebecca, Kim, Colleen, Mónica, Kirsty y yo."

"¡OCHO!" Dije atónita de pensarlo. "Pero........ ¿Rebecca no es un Ama?"

"Solo es una esclava como el resto de nosotras. Solo que se le permite hacer de Ama algunas veces. Es muy buena con el látigo." Cherie tenía una sonrisita maliciosa en la cara. No pude evitar sonreír a mi vez.

"¡Ocho!" Dije de nuevo sorprendida ante la idea.

"Siempre hay sitio para una más. Esa es una de las razones para que Kelly te odie tanto. Ella y Desley se han convertido últimamente en poco más que ayudas de cámara. Se pasan la mayor parte del tiempo haciendo el trabajo de la casa y cosas por el estilo. El Ama hace un tiempo que no juega realmente con Kelly y está preocupada. Desley acaba de cumplir 40. Sabe que ya ha pasado su mejor momento pero lo ha aceptado. Le queda poco tiempo aquí y lo sabe, no hay nada que pueda hacer ella."

"¿Qué hay de ti, cómo...?"

"¿Cómo acabé aquí?" Volvió a sonreír. "Era activa sexualmente desde muy joven, tanto con hombres como con mujeres. Pero cuanto más duramente intentaba encontrar 'satisfacción' más frustrada resultaba. Hacía algo de trabajo de modelo, sobre todo lencería y ropa de baño, y conocí al Ama en una función privada para nuevos diseñadores en el Hilton."

"Estaba pasando un conjunto realmente mínimo de braga y sujetador y vi su cara entre la gente. Nunca había notado a alguien como la noté a ella. Había algo en ella, la forma de mirarme, era como si fuera la única persona que hubiera en la sala y que estuviera pasando modelos solo para ella."

"Había pasado ropa interior y lencería ante cientos de hombres y mujeres antes, pero era la primera vez que me ponía húmeda. Cuando volví al camerino la parte delantera de las bragas que estaba pasando tenía una gran mancha de humedad. Tendrías que haber visto las miradas del personal entre bastidores en el camerino."

"De todos modos la merodeé más tarde en la recepción pero ella me ignoró, lo que me hizo desearla aún más. Antes de que me diera cuenta estaba trabajando como prostituta para ella y haciendo todo tipo de cosas que nunca me hubiera imaginado. Pero finalmente había encontrado lo que buscaba, lo que había estado perdido de mi vida. Finalmente me tomó como esclava y he estado aquí desde hace unos seis meses... Y no.... No sé su nombre."

"¿Pasáis mucho tiempo aquí?" Pregunté mirando alrededor de su celda.

"No. Solo dormimos aquí normalmente. Pero si hacemos algo que moleste al Ama o a alguno de sus amigos puede encerrarnos en nuestra celda durante días. A veces lo hace solo para divertirse. Pero es como te dijo Kelly, Lynne. No es un juego. Es muy, muy real..."

Cherie se calló de repente mientras se abría la puerta de la sala de las celdas. Kelly sujetó la puerta para el Ama que entró lenta y elegantemente por el pasillo hacia nosotras.

Cherie se trasladó de las barras hasta el centro de su celda y cayó de rodillas con la cabeza inclinada. Yo la imité enseguida.

"Lo hiciste muy bien la última noche." Oí que el Ama decía mientras yo miraba al suelo de cemento frente a mi celda.

"Gracias, Ama." Dijo Cherie con excitación.

"Algunos de mis huéspedes comentaron favorablemente el entretenimiento que nos ofreciste la noche pasada, Cherie. Pero Kelly me dice que vio que tuviste un orgasmo mientras entretenías a alguno de mis huéspedes."

"No Ama, no tuve ninguno." La voz de Cherie era una mezcla de incredulidad y pánico. "No lo tuve, Ama. Me dijiste que no lo tuviera y no lo tuve. Te lo prometo Ama, te obedecí en todo momento..."

"Quizás Kelly esté equivocada, Cherie."

"Sí, Ama, lo está. Te obedecí Ama, siempre lo hago y siempre haré lo que..."

Hubo un tenso silencio durante lo que pareció mucho tiempo. Vi a Kelly con el rabillo del ojo. Disfrutaba viendo a Cherie retorcerse.

"Te creo, Cherie." Dijo el Ama con calma y Kelly lanzó a Cherie una mirada de odio. "¿Te has masturbado desde que te bajaron aquí esta mañana?"

"No, Ama." Dijo Cherie con lo que parecía una sorpresa auténtica de que el Ama lo hubiera pensado siquiera. "Me dijiste que me dejarías masturbarme hoy o mañana y he esperado tu permiso."

"¿Quieres masturbarte, Cherie? ¿Quieres restregarte ese húmedo coño tuyo y hacer que te corras?"

"Lo que yo quiera no importa, Ama. Necesito correrme pero nunca me masturbaría sin tu permiso."

"Tienes mi permiso, Cherie. Puedes tener un orgasmo y luego dormirte. Tienes ante ti una gran noche."

"Gracias Ama, gracias..."

El Ama no escuchó las patéticas expresiones de gratitud de Cherie. Se volvió hacia Kelly que de repente pareció pálida y nerviosa. "Espérame en la mazmorra, Kelly."

"Sí, Ama." Dijo Kelly con voz temblorosa mientras salía precipitadamente.

El Ama se dio la vuelta hacia Cherie de nuevo y pasó las manos entre las barras y acarició con dulzura el suave cabello rubio de Cherie. "Eres una mujer muy bella, Cherie. Pero no eres tan bella como crees. Te sobrestimas."

"Y la belleza en crudo no es en sí misma bastante para mantener mi interés en ti o en cualquier otra esclava. Si quieres ser más que solo una decoración temporal por aquí es mejor que aprendas esa lección."

"Siento haber hecho cosas en el pasado para hacer que dudes de mí, Ama." Dijo Cherie. Su ojos se avivaron con pasión. "Pero seré lo que quieras que sea. Haré lo que quieras que haga..."

"¡Bien!" Dijo el Ama bruscamente. "De momento quiero que seas una buena putita y te calles y vayas a dormir. Puede que tenga planes para ti esta noche."

"Gracias Ama. Seré una buena putita...."

Cherie y yo seguimos de rodillas mientras veíamos marcharse al Ama.

Ambas saboreábamos cada momento de la visión que teníamos de ella.

Mientras disfrutaba de la última imagen del Ama antes de que cerrara la puerta tras ella me di cuenta de que nadie había dado señales de saber que yo estaba allí.

Todo el tiempo que el Ama y Kelly y Cherie habían estado hablando nadie me había ni siquiera mirado. ERA como si yo no estuviera allí.

"Cherie..." Dije suavemente mientras me levantaba y caminaba hacia las barras que separaban nuestras celdas. Pero Cherie no contestó. Se limitó a poner un dedo en los labios indicándome que me callara y se tumbó en su camastro.

Me tumbé en el mío por primera vez y me puse de lado y observé a Cherie a través de las barras que nos separaban. Estaba tendida sobre la espalda con los ojos cerrados, las manos acariciando su estómago y bajando por su cuerpo. Cherie tenía permiso para masturbarse y no iba a perder tiempo para hacerlo.

Me pregunté lo que le habrían hecho a ella la noche pasada mientras veía sus manos vagar por su cuerpo. ¿Y cuánto tiempo le habrían hecho esperar algo de placer para sí misma? A juzgar por el suave sonido de gemidos ya estaba haciendo lo que le habían hecho esperar demasiado tiempo.

Vi como deslizaba sus manos bajo su pequeña falda de esclava y enterraba sus dedos en el húmedo montículo de pelo rubio entre sus piernas. Tres dedos se deslizaron con facilidad dentro de ella y pronto estuvo retorciéndose sobre la cama y gimiendo ruidosamente.

Cherie bajó su otra mano y separó sus labios y empezó a correrse sonoramente en cuanto se restregó su hinchado clítoris. Su cuerpo se encabritó salvajemente y su cabeza empezó a agitarse de un lado a otro del placer que sus dedos le producían. Era muy escandalosa cuando se corría, gruñendo y quejándose salvajemente a cada espasmo del éxtasis que había esperado tanto tiempo y necesitaba tan desesperadamente.

Gradualmente los ruidos de la celda de Cherie se hicieron más suaves y menos frenéticos.

El salvaje gruñir y quejarse dio paso a ruidos de gemidos más callados que lentamente se desvanecieron en suaves sonidos como de lloriqueo y luego se hizo el silencio.

Los dedos de Cherie brillaban con sus jugos, la respiración todavía pesada a causa del esfuerzo que su cuerpo había realizado. Me di la vuelta para dormir viendo que Cherie se daba la vuelta para dormir.

Estaba exhausta por la noche que había pasado con Lexy y no sabía cuanto tiempo podría dormir. Pero me desperté súbitamente atemorizada. Alguien estaba encima de mí chillándome, un hombre... un hombre que nunca había visto antes.

Estaba medio despierta cuando me tiró del camastro al suelo.

"¡Ven aquí, puta estúpida!" Me gritaba mientras palpaba buscando la hebilla del collar que tenía alrededor de mi cuello.

Me desperté completamente después de golpear el frío suelo de cemento. Enganchó una correa metálica a mi collar y me forzó a ponerme en pie y me arrastró fuera de mi celda vestíbulo abajo.

"Te tocó cargar con ella, Simon." Dijo Trevor mirándome y riéndose mientras caminaba hacia nosotros por el vestíbulo.

"Sí, es la primera vez que veo, bastante corriente."

"Es lo que todo el mundo dice." Dijo Trevor mientras se cruzaba con nosotros.

Simon me llevó a un cuarto de baño y me dijo que me arreglara porque tenía que ir arriba. Me lavé la cara con agua fría, me volví a aplicar el maquillaje y el perfume y me cepillé el pelo.

Eché algunas miradas a hurtadillas a Simon mientras me cepillaba el pelo. Tenía bastante buena presencia, joven, probablemente al comienzo de la veintena, con pelo corto decolorado y un pendiente de plata en la oreja izquierda. Resultaba bien con su camisa de seda blanca y sus pantalones negros mientras estaba allí sujetando mi correa.

"¡Vamos Zorra!"

Miré hacia arriba y vi a Trevor en la puerta. Sujetaba una correa plateada metálica enganchada al collar que rodeaba el cuello de una mujer muy atractiva. Estaba vestida con uno de los uniformes rojos de esclava. Era joven y esbelta, con pelo rubio largo. Pensé que era Cherie en un primer vistazo pero no era ella.

"¡Te has puesto demasiado jodido maquillaje, como siempre, Mónica!" le gritó Simon a la mujer del extremo de la correa.

"No te quejarías si hubieras visto a la puta sin todo ese maquillaje puesto." Dijo Trevor y los dos hombres se rieron como hacen los hombres.

"Las quieren arriba ahora, Simon." Dijo Trevor mientras tiraba de la correa de la mujer y desaparecían vestíbulo abajo.

"Discúlpeme Señor." Dije ansiosa, no muy segura de que decir.

"¡Qué!" Me ladró Simon con voz frustrada y casi enfadada.

"Yo... yo... necesito usar el retrete Señor."

Una mirada presuntuosa se extendió lentamente por su cara. "No querríamos que te mojaras delante de todo el mundo como hiciste la última vez. ¿Verdad Lynne?"

"No Señor."

"No querríamos tener que poner periódicos en el suelo por miedo a que vayas a mearte otra vez, delante de todo el mundo ¿verdad Lynne?"

"No Señor." Mis ojos se movían nerviosamente por toda la habitación buscando a alguien que no fuera él.

Tiró de la correa y el collar se me clavó en el cuello y di un alarido. "¡Mírame cuando te esté hablando, puta!"

"Lo siento Señor." Le miré a los ojos y vi cuanto estaba disfrutando.

"Sigamos. No queremos que te mees delante de todo el mundo otra vez ¿verdad Lynne?"

"No Señor. No queréis que me mee delante de todo el mundo otra vez."

"¿O queremos?" Dijo con una sonrisa casi depravada en su rostro. Quería retirar la mirada pero sabía que no podía. Tenía que estar allí y mirarle. "No me harían otra vez eso." Intenté decirme a mi misma. Pero no podía leer su cara. No estaba segura.

"Vale Lynne. ¡Pero date prisa!" Dijo con aquella expresión aún en su cara.

"Gracias, Señor." Dije humildemente mientras me daba la vuelta y caminaba hacia el retrete. Pero Simon se quedó quieto y el collar me agarró de la garganta cuando alcancé el final de la correa.

Simon se rió de mí y luego me llevó al retrete. Me levanté la falda y me senté. Me observó y escuchó todo el tiempo. No quería mirarle pero sabía que tenía que hacerlo.

Cuando terminé cogí papel del dispensador y me sequé, me levanté y tiré de la cadena y me estiré mi pequeña falda de esclava.

"¡Límpiate adecuadamente, sucia putilla!" Me chilló mientras me arrastraba al lavabo y mojaba una toalla de mano en agua caliente.

"¡Levántate la falda y abre las piernas!" Separé los pies y me levanté la parte delantera de la falda. Se me escapó un grito cuando me agarró entre las piernas con la toalla caliente y se me volvió a escapar cuando me restregó con rudeza la suave piel de mi entrepierna con la toalla. Cuando terminó de refregarme entre las piernas tiró la toalla en un pequeño cubo blanco junto al lavabo.

"Nadie querrá volver a usar esa toalla, ¿verdad Lynne?"

"No Señor." Contesté humildemente cuando me tiró otra toalla para que me secara con ella. También terminó en el cubo al lado del lavabo.

"Puedes bajarte la falda ahora, Lynne. He visto bastante." Me bajé la falda mientras tiraba de la correa y me llevaba de vuelta al corredor. Me llevó por un par de tramos de escaleras arriba y por una puerta que se abría a la sala de estar donde Lexy y yo habíamos entretenido al Ama.

Estaba sentada en el sofá con una mujer que no había visto antes. Tomaban café como viejas amigas. Mónica y Cherie estaban de pie delante de ellas manteniendo sus pequeñas faldas de esclava en el aire para mostrar lo que tenían que ofrecer.

"Todas están afeitadas excepto Cherie." Dijo el Ama mientras Simon me llevaba dentro de la sala y me colocaba en el rincón cercano a la puerta. "Cherie tiene un pelo rubio tan bonito en el coño que hice una excepción con ella. Estoy segura de que puedes ver la razón, Kylie." El Ama pasó el dedo ligeramente sobre la franja de pelo rubio bien arreglado y cuidado entre las piernas de Cherie. Pero Kylie, la mujer que estaba sentada con el Ama no dijo nada, se limitó a sonreír nerviosamente.

Kylie parecía fuera de lugar aquí. Era joven, al inicio de la veintena si acaso, y tenía un aspecto tan "normal". Era esbelta con pelo castaño, tetas medianas y una apariencia general muy como la media. No es que fuera poco atractiva, solo que su aspecto era muy plano y muy inocente.

Era extraño verla allí sentada. Llevaba una blusa totalmente blanca, falda negra cortita y medias negras. Pero la parte extraña era la etiqueta que llevaba enganchada en su blusa. Obviamente trabajaba en uno de los supermercados o almacenes de la cadena.

"Cheri y Mónica pueden entretenernos un rato y luego puedes elegir con cual quieres jugar Kylie." Cherie y Mónica sabían de alguna forma lo que el Ama quería decir y se cogieron de la mano y se pusieron sobre una alfombra frente al sofá donde estaban sentadas el Ama y Kylie. El resplandor cálido y rojizo de sus caras, causado por la chimenea que estaba tras ellas, simplemente se añadía a la belleza de las dos jóvenes mujeres. Cherie pasó las manos suavemente alrededor de la cara de Mónica y empezaron un largo y delicado beso. Las manos de Mónica soltaron rápidamente la pequeña blusa de esclava de Cherie y cayó al suelo dejando al descubierto las grandes y firmes tetas de Cherie para que todos nosotros las disfrutáramos.

Cherie hizo enseguida lo mismo mientras sus lenguas seguían bailando con pasión siempre creciente. La tetas de Mónica solo eran de tamaño medio pero tenía unos pezones muy grandes de un color rojo profundo y rico. Estaban erectos y duros y Cherie bajó la boca y empezó a chuparlos y a morderlos. Mónica dejó escapar un suave y apagado gemido mientras Cherie le succionaba el pezón con la boca.

Ambas mujeres engancharon sus bocas en otro beso, más apasionado y desesperado que el primero. Luego se pusieron de rodillas sobre la alfombra mientras se besaban y exploraban el cuerpo de la otra con las manos.

Era a la vez tan atractivo y seductor el modo en que hacían el amor que deseé desesperadamente tirarme en la alfombra con ellas. Era tan sensual la forma en que se quitaban mutuamente sus pequeñas faldas de esclavas y las tiraban. Luego rodaron suavemente por el suelo y se enrollaron la una en la otra, en la posición del 69, lamiendo y chupando frenéticamente cada una el coño húmedo de la otra; sus pequeños uniformes rojos de esclavas esparcidos por el suelo a su alrededor.

"…sta es de la que te estaba hablando, Kylie." Dijo el Ama sin mirarme. "Se llama Lynne, tiene 32 años, y no está mal para su edad ¿no crees?"

Simon agarró mi correa y me llevó adelante y me colocó frente a ellas, con Mónica y Cherie gimiendo suavemente a mis espaldas.

Me había quedado cautivada por todo lo que las dos bellas jóvenes rubias estaban haciéndose mutuamente. De cada dulce beso, de cada tierna caricia y de cada suave gemido que hacían. Pero el Ama y Kylie solo las miraban de vez en cuando, como la gente mira la tele cuando están sentados charlando y tomando café.

Era todo tan extraño. Una mujer como Kylie no encajaba allí. Y actuaba como si no perteneciera a esto. Estaba nerviosa y era casi tímida la manera en que me miraba.

"¿Te gusta eso?" Preguntó el Ama mientras se inclinaba y me levantaba la parte delantera de la falda.

Kylie parecía tan cortada mientras miraba mi coño, pero también había lujuria en sus ojos, una lujuria que no cuadraba en una mujer joven e inocente como ella.

"Lynne tiene un bonito chocho ¿verdad?" Dijo el Ama con indiferencia. "Ábrete y enséñale a Kylie tu chocho, Lynne." Se apartó del frontal de mi falda y tiró del nudo que había cerca de mi cadera y mi pequeña falda blanca de esclava cayó al suelo a mis pies. Bajé las manos y separé todo lo que pude mis labios vaginales. El Ama siguió diciendo lo bonito que era mi chocho y lo grande que era mi clítoris. Cuanto más hablaba más resbaladizos se tornaban los labios de mi chocho y más difícil me resultaba mantenerlos separados.

"También tiene unas bonitas tetas, Kylie." Dijo el Ama haciendo una señal a Simon. Este tiró del nudo que ataba la pequeña blusa de esclava a mi alrededor y la soltó en el suelo con mi falda y mis tetas se soltaron delante de mí.

Los ojos de Kylie vagaron nerviosamente por mi cuerpo. No me miraba abiertamente. Era casi como si me echara miradas de reojo. Estoy segura de que se dio cuenta de lo grandes que eran mis tetas y lo tiesos que estaban mis pezones pero no dijo nada. Se limitó a echar miradas nerviosamente a mi chocho rosado y húmedo y a mis grandes tetas.

"Ahora date la vuelta y enséñale a Kylie el precioso agujero de tu culito, Lynne." Dijo el Ama sonriendo a Kylie.

Simon seguía sujetando la correa mientras me daba la vuelta, me doblaba, me pasaba las manos por detrás y separaba los carrillos de mi trasero para Kylie. No podía ver su cara, pero podía sentir sus ojos en mi agujero.

Mónica y Cherie gemían suavemente en el suelo frente a mí, mientras estaba allí doblada exhibiendo una parte de mí que ninguna mujer debería mostrar nunca. Creo que hubiera podido correrme solo estando allí de esa manera si el Ama me hubiera dicho que lo hiciera.

"¿Qué piensas de Lynne, Kylie?"

"Está muy bien." Dijo tímidamente Kylie. "Pero ¿podías retirarla para que pudiera ver a las otras dos, por favor?"

"Quítala de en medio por favor, Simon." El Ama parecía defraudada. Decepcionada de que Kylie no estuviera impresionada conmigo.

Era la primera vez que Kylie había hablado y su voz tímida y suave me pareció tan fuera de lugar como ella. Simon tiró de mi correa y me llevó de nuevo al rincón cercano a la puerta y me dejó allí, desnuda, con la correa colgando en mi costado. Pero de todas formas nadie se ocupaba de mí. Toda la atención estaba enfocada en Mónica y Cherie.

"Quiero que vosotras dos os corráis para nosotras." Dijo el Ama con voz suave pero firme. "Sí Ama." Dijeron entrecortadamente, sus voces llenas de urgencia y pasión.

Kylie, la pequeña e inocente dependienta parecía todavía más fuera de lugar ahora mientras se agitaba nerviosa en el sofá, sus manos inquietas en su regazo. Sus ojos reflejaban las emociones en conflicto que recorrían su joven cuerpo. Un cóctel de nerviosismo y vergüenza mezclados con excitación y expectación, mientras observaba a las dos mujeres en el suelo, delante de ella.

Mónica estaba de espaldas sobre la alfombra con Cherie encima de ella, las caras enterradas entre las piernas de la otra. "Méteme la lengua dentro, Cherie." Jadeó Mónica con una voz que era poco más que un susurro. Pero el ruido que dejó escapar cuando Cherie clavó la lengua profundamente dentro de Mónica hizo eco de forma persistente en la sala.

"Estoy a punto, Cherie... Estoy a punto de correrme..."

"A mí me falta poco, Mónica..." Gimió Cherie ruidosamente. "Lámeme el agujero del culo."

Mónica levantó la cabeza entre las piernas de Cherie, su cara cubierta con los jugos de Cherie. Recorrió con la lengua el exterior del agujero de Cherie. "Oh, sí, joder..." Gritó Cherie cuando sintió la lengua de Mónica clavándose en el rosado y prieto agujero de su culo.

"Oh, dios, Cherie no puedo esperar mucho más...." La voz de Mónica temblaba de desesperación.

"Ya casi estoy, Mónica, restriégame el clítoris mientras me lames el agujero..."

"Por favor, Cherie, no puedo esperar... córrete conmigo, no puedo esperar... por favor..."

"Voy a correrme Mónica... voy a correrme..."

"Me estoy corriendo, Cherie, OH JODER, me estoy corriendo..."

Sus palabras se convirtieron en ruidos mientras cada una se follaba la cara de la otra y se gritaban. Eché un vistazo a Kylie. La pequeña e inocente dependienta seguía intentando mirar a otro lado pero no podía. La visión de las dos bellas mujeres retorciéndose en éxtasis sobre el suelo delante de ella impedía que se echase atrás.

El orgasmo de Mónica había explotado en su interior un instante antes de que lo hiciera Cherie. Y el suyo había llegado a la cima y luego descendía antes, pero Cherie se había corrido de nuevo justo cuando su primer orgasmo había empezado a remitir. Su segundo orgasmo fue aún más intenso que el primero. Se revolcaba salvajemente, empujándose con fuerza contra la cara de Mónica, sus ojos salvajes y su cara contraída por las oleadas de placer que amenazaban con no dejar nunca de machacar su cuerpo y su alma.

Gradualmente cedió la intensidad del orgasmo de Cherie y finalmente desapareció. Soltó un último sonido lastimero y se dejó caer sobre Mónica y las dos mujeres quedaron tumbadas en una tela de araña de brazos y piernas disfrutando el reflujo del placer que habían compartido.

"¿Cuál quieres?" Preguntó con calma el Ama. Aunque no había nada en calma o relajo en Kylie. Sus ojos inyectados en fuego, su cara arrebolada, su respiración agitada.

Cherie y Mónica son las dos unas mujeres impresionantes. Las dos jóvenes y esbeltas, con largo pelo rubio que caía sobre sus cuerpos mientras yacían sobre el suelo juntas. Cherie tiene los pechos más grandes que Mónica, pero Mónica tiene unos pezones increíblemente grandes. Cherie tiene una franja de pelo dorado serpenteando camino de los labios de su coño, y Mónica está completamente afeitada, con un clítoris que destaca invitador entre sus labios rosados.

¿Cómo elegir entre ellas? Mónica lleva mucho maquillaje pero le sienta bien y Cherie tiene una belleza natural que traicionaría el maquillaje.

Las dos son mujeres jóvenes, impresionantemente bellas y sensuales. ¿Cómo elegir una por encima de la otra?

"La de arriba." Kylie soltó las palabras en un susurro tembloroso. Tan pronto lo hizo cambiaron las expresiones en los rostros de Cherie y Mónica. Mónica sonrió y cerró los ojos y suspiró aliviada. Pero la cara de Cherie se llenó súbitamente de lo que solo podía describirse como miedo. Pude ver las lágrimas brotando de sus ojos. Parecía aterrada. Yo no lo entendía. ¿Por qué la descolocaba tanto que la pequeña e inocente dependienta la hubiera elegido?