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Lynne 25: LA ÚLTIMA HUMILLACION

en Dominación

Lynne:

CAPÍTULO 25. LA ÚLTIMA HUMILLACIÓN.

  "Date prisa, Lynne."

Lynne no necesitaba que le metieran prisa. El orgasmo ya estaba a punto en su interior cuando se restregó su húmedo e hinchado clítoris. "Me corro, Ama... Me estoy corr..." Las palabras de Lynne fueron cortadas por los sonoros gruñidos y gemidos que hacía mientras se corría en el suelo a los pies de su Ama.

 Lynne estaba todavía retorciéndose en éxtasis en el suelo cuando dos hombres la agarraron de los brazos y la arrastraron fuera de la sala. En medio de la neblina y la desesperación de su orgasmo les suplicó que la dejaran pero la ignoraron. Todavía tenía un dedo dentro y todavía estaba emitiendo sonidos de estarse corriendo cuando los dos hombres empezaron a arrastrarla escaleras abajo. Para cuando llegaron al primer piso el orgasmo de Lynne se había esfumado y los únicos ruidos que hacía ahora eran patéticos sonidos de lloriqueo. Los sonidos que solo puede hacer una puta barata a la que se le ha negado el completo disfrute de un orgasmo. Lynne estaba jadeando todavía y aullando como una perra en celo cuando la tiraron sobre el frío y duro suelo de cemento. "Puedes usar a la 'Perra' si quieres." Le dijo uno de los hombres antes de cerrar una gran puerta de roble y echar el cerrojo por fuera. Lynne estaba todavía respirando pesadamente mientras miraba alrededor de una sala que nunca había visto antes. Era de unos 20 x 20 pies (unos 3,5 x 3,5 metros) con suelo de cemento desnudo y paredes de bloques de cemento. Había una cama doble en una esquina y una caseta de perro en la otra con un poste de flagelación en el medio y algunos otros instrumentos de tortura alrededor de la sala; una de las paredes tenía látigos y cuerdas y cadenas y un surtido de otras cosas colgando de ella. Lynne escuchó un ruido y miró hacia la caseta del perro de donde salió a rastras una mujer. "¿Le gustaría utilizarme, Ama?" Dijo la mujer con voz sumisa. Lynne la miró pero al principio no la reconoció.

"¿Therese?"

"Ya no tengo nombre, Ama. Soy solamente 'La Perra'. Estoy aquí para servir a las esclavas. Es para lo único que sirvo, soy su esclava, Ama, y puede usarme de la forma que prefiera."

Lynne miró a Therese, la mujer que nadie quería y que el Ama había comprado en la subasta. Estaba a cuatro patas delante de la caseta, llevando solo un tanga y un minúsculo sostén, ambos marrones de piel de imitación. Y un collar antipulgas negro rodeándole el cuello. Sus tetas eran más grandes de lo que Lynne recordaba y su pelo corto marrón oscuro exhibía ahora un corte al rape con los pelos de punta.

"¿Qué te han hecho...?"

"Me han encontrado una utilidad, Señorita." Dijo Therese sonriendo. Lynne la recordaba como una mujer razonablemente atractiva, y, aunque le resultaba difícil utilizar la palabra 'atractiva' para describir el aspecto que Therese tenía ahora, le gustaba su aspecto.

Mientras miraba a Therese, Lynne se daba cuenta más que nunca que no había motivo para analizar por qué estaba donde estaba; por qué disfrutaba si la trataban como una fulana barata; por qué deseaba ser esclava.

Therese había aceptado voluntariamente someterse a la última humillación. Era esclava de las esclavas; y ahora la llamaban 'La Perra'. Pero era lo que quería; era como quería ser tratada. Con qué derecho se la podía juzgar. No hacía mal a nadie; y ¿qué validez podía tener el argumento de que se estaba haciendo daño? Era una mujer madura, inteligente y educada, graduada en psicología. ¿No tenía derecho a elegir su propia vida?, tanto si otros pensaban que se estaba haciendo daño como si no. Therese era realmente feliz siendo 'La Perra'. Serlo satisfacía todas sus necesidades y se sentía satisfecha como persona. ¿Cuántas personas 'normales' eran felices realmente? ¿Cuántas personas 'normales' llevan vidas que les satisfagan? Lynne no iba a juzgar a Therese y no le importaba si otros decidían juzgarla a ella.

"¿Qué puedo hacer para darle placer, Ama?" Preguntó suavemente Therese, ahora conocida como 'La Perra'. "Puedes comerme el chocho, Perra. Eso es lo que puedes hacer por mí." A Lynne le habían interrumpido el orgasmo pero ahora tenía a la mujer conocida como 'La Perra' para que se ocupara de eso en su lugar.

"Sí, Ama." Replicó Therese rápidamente mientras se arrastraba hacia ella con Lynne todavía tendida en el suelo.

"En el suelo no, zorra estúpida." Le soltó Lynne. "En la cama."

"Sí, Ama." Therese ayudó a Lynne a levantarse y la siguió hasta la cama. Lynne se tumbó sobre su espalda con los pies todavía en el suelo. Therese se arrodilló entre sus piernas y enterró su cara en la entrepierna de Lynne.

"Lámeme el ojete." Ordenó Lynne y Therese obedeció. Lynne disfrutó de la lengua de Therese en su chocho y su culo tanto como pudo soportar. "Ahora quiero correrme, Perra." Jadeó Lynne desesperadamente mientras retiraba la cabeza de Therese y se erguía en la cama sobre las manos y rodillas con el culo en la cara de Therese. "Ahora clávame la lengua en el culo todo lo que puedas, Perra." Gimió Lynne mientras se pasaba las manos entre sus piernas y se restregaba el clítoris.

"Oh, mierda. Eso es, Perra. Clávame la lengua en el ojete. Sí, eso es... Eso está bien, Perra..." Gritó Lynne cuando se corrió. Enterró la cara en la cama pidiendo a la Perra que le lamiera el ojete mientras el orgasmo le rasgaba el cuerpo. El orgasmo de Lynne fue tan intenso, tan feroz, que perdió el control y se meó en la cama.

Finalmente remitió la absoluta bestialidad de su orgasmo y se pasó la mano por detrás y retiró a la 'Perra', y disfrutó de los últimos momentos de placer para ella sola; luego se dejó caer exhausta sobre la cama.

"Mierda, fue increíble..." Jadeó Lynne al cabo de un rato y se dio la vuelta para mirar a Therese que estaba acurrucada en el suelo mirando a su Ama.

"¿Le ha gustado, Ama?" Preguntó Therese humildemente. "Si fracaso en darle placer puede avisar a su Ama y tendrá que echarme a las calles. No se me dará una segunda oportunidad; su Ama lo dejó muy claro; y usted o alguna de las otras esclavas pueden hacer que me echen a la calle en cualquier momento que quiera. Por favor no haga que me arrojen a la calle, Ama. Soy suya para hacer lo que guste, Ama; haré todo lo que quiera, todo."

"Me ha gustado, Perra." La cara de Lynne se iluminó un momento. Vivir día a día

al antojo de las otras esclavas era un existencia humillante y desquiciante para la mujer conocida como 'La Perra'. Pero la entusiasmaba de una forma que nunca antes había experimentado. Lynne podía decir solo con mirarla que Therese había encontrado el lugar que le correspondía.

"Ponte de pie y déjame que te eche un vistazo, Perra." Therese se levantó inmediatamente y se dio la vuelta lentamente para que Lynne pudiera mirarla. Lynne notó la palabra 'Slave' (Esclava) tatuada en su nalga derecha y justo encima del omóplato derecho.

"Quítate las bragas y el sostén." Therese se quitó las bragas de piel de imitación y se desenganchó el sostén y los tiró hacia su caseta. Su coño estaba afeitado y la punta de su clítoris sobresalía entre sus labios brillantes de humedad. Sus tetas eran solo de tamaño medio pero ya caían un poco; sus pezones eran pequeños pero tiesos y de un color rosa oscuro, su culo estaba bien pero podía perder algunos kilos.

"Tienes el culo un poco gordo, y tus tetas caen un poco."

"Siento tener el culo gordo y las tetas caídas, Ama. Hago todo lo que puedo para perder algo de peso y mejorar, para resultar más apetecible a mis Amas."

"Bien, será mejor que te des prisa en perder algo de peso de tu culo gordo. No me gusta."

"Sí, Ama, lo haré, Ama."

Lynne disfrutaba insultando y menospreciando a Therese; pero en realidad la atraía y le gustaba.

"Me gustaría ver como te corres, Therese."

"¿Cómo le gustaría que me corriera para usted, Ama?"

"Me da igual... túmbate y tócate con el dedo..."

"Sí, Ama." Dijo Therese sin entusiasmo mientras separaba las piernas y se metía rápidamente dos dedos en su interior.

"¿Puedo meterme un dedo en el culo, Ama?"

"Sí, Perra, puedes hacerlo."

Therese se deslizó el dedo medio de la otra mano en su agujero. Lynne observó como el dedo de Therese desaparecía entero hasta el nudillo. Observó como 'La Perra' se llevaba rápidamente hasta el borde del orgasmo.

"¿Puedo correrme ahora para usted, Ama?" Preguntó Therese sin aliento.

"No, todavía no." Dijo Lynne con voz de fastidio. "Te corres con demasiada facilidad. Quiero ver como juegas con tu cuerpo un poco más."

"Sí, Ama." Jadeó Therese intentando no correrse. Lynne observó como Therese se metía cuatro dedos dentro y luego también el pulgar.

"¿Puedo meterme la mano en el coño por favor, Ama?" La voz de Therese era temblorosa y llena de desesperación.

"Sí." Lynne vio como los dedos de Therese desaparecían en su coño; vio la expresión de su cara. "Métete toda la mano en tu coño sucio y grande." Dijo Lynne con una voz súbitamente apasionada, presa de nuevo de su propia pasión.

El rostro de Therese se contorsionaba con una mezcla de placer y dolor mientras forzaba su mano dentro de ella, hasta que solo se vio la muñeca.

"¿Te gusta tener la mano metida en el coño, Perra, la mano entera en tu sucio coño?" Jadeó Lynne.

"Sí, Ama, me encanta."

"¿Quieres correrte ahora, Perra?"

"Quiero correrme cuando usted quiera que lo haga, Ama. Quiero correrme para usted." Lynne observó como Therese se metía el puño e intentaba retener el orgasmo. Lynne había visto vídeos de mujeres que podían meterse el puño o que alguien se lo metía; pero nunca había visto hacerlo en directo. Mirar como lo hacía Therese hizo que su propio coño goteara. Se lamió los dedos y empezó a restregarse el clítoris.

"Córrete cuando te lo diga, Perra." Gimió Lynne.

"Sí, Ama."

Lynne se pasó una mano por detrás y se deslizó un dedo dentro del culo mientras se acariciaba furiosamente el clítoris; sus ojos fijos en la mujer que estaba en el suelo delante de ella con la mano entera metida en el coño.

"Ahora, Therese, córrete ahora..."

"Sí, Ama." Gritó Therese. "Me estoy corriendo para usted, Ama..."

Las dos mujeres se corrieron a la vez, gritando y gruñendo y chillando mientras se retorcían en el suelo y en la cama. Lynne vio que Therese tenía la mano metida en el coño todo el tiempo mientras se corría. "Tiene la mano metida en el coño. La muy puta tiene toda la mano metida en el coño." Jadeaba una y otra vez Lynne mientras se retorcía en la cama.

Estaba totalmente exhausta cuando finalmente su orgasmo se disipó, y se quedó dormida; la imagen de Therese, con la mano metida en el coño y con solo la muñeca visible, permanecía en su mente; pero fueron imágenes de Kristy las que llenaron sus sueños.

Cuando se despertó Therese la había tapado con una colcha y estaba tendida en el suelo junto a ella, observándola.

"¿Hay algo que pueda hacer por usted, Ama?"

"No, Therese, ya has hecho más que suficiente." Dijo Lynne sonriéndola.

De repente la puerta se abrió de golpe y entró Mónica vestida como solía hacerlo Rebecca; grandes botas negras de cuero; falda y sostén de cuero negro; y llevaba una fusta. La fusta golpeó el culo de Therese.

"Vete a tu caseta, Perra." Therese se apresuró a arrastrarse por el suelo y meterse en la caseta.

"Hola Mónica..." Dijo Lynne sentándose y sonriéndole.

"Cierra la boca, puta." Le soltó Mónica y Lynne gruñó cuando la fusta golpeó la suave piel de su trasero desnudo. "Levántate." La fusta mordió tres veces más la piel de Lynne mientras se ponía en pie rápidamente.

"Agáchate, zorra." La voz de Mónica estaba llena de ira. Lynne se agachó sobre sus manos y rodillas y enseguida sintió el aguijón de la fusta otra vez en su culo.

"No te dirijas a mí de esa forma, puta."

"Lo siento, Señorita." Lynne dijo entre el dolor. "Por favor, lo siento..."

Sintió el aguijón de la fusta unas cuantas veces más antes de que Mónica le dijera que se levantara. Lynne había pensado que Mónica era su amiga; pero ahora supo que ella no tenía amigos en este mundo.

"Lo siento, Señorita." Volvió a decir Lynne, a salvo del miedo a la fusta, mientras se ponía en pie y miraba a Mónica. Hizo una mueca de dolor cuando la fusta se estrelló con fuerza contra la cara interna de su muslo.

"Cierra tu jodida boca, puta." Lynne vio la expresión de los ojos de Mónica y supo que cosa era mejor que volver a decir que lo sentía: no decir nada más. "Vuelve a agacharte, puta, obviamente necesitas que te enseñen a cerrar el pico." Mónica agarró a Lynne y la dobló sobre la cama; con las manos descansando sobre la cama; con el culo al aire.

Lynne cerró los ojos y tensó el cuerpo esperando el aguijonazo de la fusta en su culo. Pero en lugar de un dolor abrasador sintió la punta de la fusta recorriendo con suavidad el interior de sus muslos y las nalgas.

"Cuando a una puta como tú se le dice que se calle, Lynne, se limita a hacerlo hasta que se le dice que puede hablar." ¿Entendido?" Esta vez la voz de Mónica era distinta, más suave y con un punto de ternura.

"Sí Señorita, entendido." La fusta golpeó con fuerza la suave piel del trasero de Lynne y gritó.

"Nadie te ha dado permiso para hablar, puta." La fusta golpeó de nuevo, esta vez en el interior del muslo.

"Está claro que no lo entendiste, Lynne; pero a mí me gusta porque me gusta golpear un culo gordo con la fusta. Y tú tienes un culo gordo, ¿verdad Lynne?"

A Lynne no le habían dado permiso para hablar, pero gritó cuando la fusta le volvió a golpear. "Te hice una pregunta, puta. Contesta cuando se te haga una pregunta?"

La fusta le golpeó el culo tres veces en rápida sucesión. "Sí, Señorita, tengo el culo gordo. Un culo gordo de puta."

No había forma correcta de responder: si no contestaba la castigaban por no contestar; si contestaba la castigaban por hablar sin permiso.

"Ven conmigo, mísera fulana." Dijo Mónica y Lynne se levantó y la siguió hasta la puerta. "De rodillas, puta, como te corresponde."

Lynne gateó tras Mónica mientras la llevaba por los familiares corredores y entraba en uno de los baños que había usado anteriormente.

"Prepárala." Dijo Mónica a Cherie. "El Ama quiere verla."

"Sí, Señorita." Respondió Cherie cortésmente, la cabeza inclinada. 'Se ha convertido en una verdadera y jodida zorra desde que el Ama la dejó asumir el papel de Rebecca como asistente suya. Es peor de lo que lo era Rebecca. Zorra.'

Cherie estaba vestida con el minúsculo uniforme de doncella francesa que Kelly solía llevar. Kelly y Rebecca ya no estaban, habían sido vendidas en la Subasta. Cherie y Mónica habían asumido los roles que las otras mujeres tuvieron un día.

Cherie bañó a Lynne, la secó y roció su cuerpo con un perfume dulcemente oloroso. Luego la vistió con un uniforme limpio y blanco de esclava, y le pintó la cara con gran cantidad de maquillaje. Cuando Mónica volvió le puso el collar y la correa.

Lynne gateó en silencio tras Mónica, la cabeza agachada mientras la bajaba por unos cuantos corredores. Mónica le dijo que se levantara cuando llegaron a una puerta que Lynne no recordaba haber visto antes. Mónica le puso una venda y una mordaza de bola antes de llevarla dentro de la sala y hacer que se arrodillara en el suelo.

"Realmente te lo pasaste bien en la Gold Coast. ¿Verdad putilla?" Dijo el Ama con aquella voz suya. Lynne se humedeció solo de oír hablar a la Mujer Rubia. "Me pregunto que estará haciendo ahora tu pequeña amante lesbiana. ¿Todavía deseas entregarte a mí como esclava mía?"

Lynne asintió con la cabeza en la dirección de la voz del Ama. Mónica le quitó la venda a Lynne, y Cherie le quitó la venda a Kristy. Las dos amantes se miraron completamente asombradas. Las dos llevaban el mismo uniforme minúsculo y blanco de esclava. Las dos estaban de rodillas enfrentadas a unos cuantos pies de distancia. La mujer que ambas deseaban como Ama estaba sentada mirándolas arrodilladas a sus pies.

El Ama se rió sosegadamente. Disfrutaba con las expresiones de confusión y desconcierto de los rostros de las dos putas que tenía a sus pies.

"Ambas fuisteis enviadas allí por la misma razón. No planeé que os enamorarais mutuamente y os convirtierais en amantes lesbianas; pero me divierte que lo hayáis hecho." El Ama hizo una pausa mientras disfrutaba viendo como se miraban las dos mujeres.

"Desde luego el problema es que yo no quiero ni necesito dos esclavas más; solo quiero una. ¿Está alguna de vosotras dispuesta a renunciar y dejar que la otra se convierta en mi esclava?"

"Yo no, Ama." Dijo Kristy rápidamente.

"Yo tampoco, Ama." Añadió Lynne antes de que Kristy hubiera terminado.

"No esperaba que lo hiciera ninguna de las dos. Las dos sois unas putillas egoístas que tienen mucho que aprender. Así que ¿a cuál debería escoger para que sea mi nueva esclava?"

"Elíjame a mí, Ama, haré lo que sea para agradarla." Suplicó Kristy.

"Yo también haré lo que sea para agradarla, Ama." Dijo Lynne molesta de que otra vez Kristy le hubiera tomado la delantera.

"¿Por qué debería escogerte a ti en lugar de a Lynne, Kristy?"

"Porque soy más joven que ella, Ama, más guapa y tengo mejor tipo. Ella tiene el culo gordo y le cuelgan las tetas." Lynne miró a la mujer de la que creía haberse enamorado.

"¿Por qué debería escogerte a ti en lugar de a Kristy, Lynne?"

"Porque tiene el pecho plano y una expresión sin gracia. Sin todo el maquillaje que lleva no resultaría atractiva en absoluto. Pero lo más importante, estoy convencida de que puedo darle placer mejor de lo que puede hacerlo ella." Kristy miró a Lynne de la forma en que ella la había mirado.

"Creía que erais amantes." Dijo el Ama en tono de burla.

"Eso fue un error, Ama." Dijo Lynne rápidamente.

"El mayor error de mi vida." Añadió amargamente Kristy.

"Ya basta. Vuestras míseras disputas de amantes no me interesan." Interrumpió el Ama. "Solo quiero a una de las dos y no me importa quién sea. Así que haremos una pequeña competición. La ganadora será mi esclava. El destino de la perdedora quedará en manos de la ganadora.

El Ama hizo una pausa durante un instante, Lynne y Kristy estaban demasiado confusas para entender lo que estaba pasando; y lo que el Ama había querido decir.

"Habrá 13 asaltos en la competición; que ya ha empezado." Dijo el Ama con suficiencia.

Lynne y Kristy se miraron una a la otra con una mezcla de expresiones, ninguna se había enterado de gran cosa. Las dos seguían todavía aturdidas, no se habían recuperado de su reencuentro.

Estaban en la sala que tenía una sofá delante de la chimenea, donde Lynne había hecho cosas con Lexy y donde Kristy había entretenido a su esposo y al Ama con un gran Doberman. Ninguna se había enterado del comentario del Ama sobre que la competición ya había empezado; hasta que el sonido de una voz familiar en un rincón de la sala retiró su atención centrada la de cada una en la otra.

"Has sido una putilla ocupada mientras has estado fuera, Kristy." La voz del Ama provenía de una gran televisión situada en la esquina de la sala.

La imagen de la pantalla era la de Kristy en el suelo a los pies del Ama.

"Lo siento, Ama." Kristy se miró y escuchó a sí misma.

"Me voy dentro de unos minutos, Kristy, pero quiero ver como tienes un orgasmo. Date prisa y córrete para mí."

"Sí, Ama." Lynne vio como Kristy rodaba sobre su espalda y se levantaba la minúscula falda de esclava; lo mismo que había hecho ella. Se hizo una pausa con la imagen mostrado un primer plano del húmedo coño de Kristy en la pantalla.

"La ganadora aquí será la que se haya corrido más rápidamente para mí." Dijo el Ama y la imagen de Kristy en la pantalla continuó mientras se metía dos dedos dentro de ella y se restregaba el clítoris con el otro.

"Date prisa, Kristy." Decía la voz del Ama.

"Me corro, Ama... Me estoy corriendo para usted..." El cuerpo de Kristy se arqueó y gruñó sonoramente mientras se corría. La imagen de la pantalla cambió súbitamente y Lynne apareció en el suelo a los pies del Ama.

"Has sido una putilla ocupada mientras has estado fuera, Lynne." Decía la voz del Ama.

"Lo siento si hice algo mal, Ama."

"Me voy dentro de unos minutos, Lynne, pero quiero ver como tienes un orgasmo. Date prisa y córrete para mí."

"Sí, Ama. Gracias, Ama." Lynne y Kristy vieron en la imagen de la pantalla como  Lynne rodaba rápidamente sobre su espalda y se levantaba la minúscula falda de esclava. Vieron como se separaba los labios con una mano y se restregaba el clítoris con la otra.

"Date prisa, Lynne." Decía la voz del Ama, lo mismo que había dicho a Kristy.

"Me corro, Ama... Me estoy corr..." Las palabras de Lynne fueron cortadas por los sonoros gruñidos y gemidos que hacía mientras se corría, y luego la pantalla se quedó en blanco.

"¿Quién se corrió más aprisa para mí?" Les provocó el Ama planteando la pregunta. Ni Kristy ni Lynne estaban seguras. Las dos se habían corrido muy rápidamente, como todas las esclavas hacían para su Ama; ¿pero quién se había corrido antes?

"Una de vosotras ya tiene un punto. Quedan 12 puntos a repartir." Dijo el Ama provocándolas nuevamente. "Sacadlas de aquí."

Mónica y Cherie sacaron a las dos mujeres de la sala. Ambas seguían recorriendo las imágenes en sus mentes, mientras las bajaban por escaleras y corredores y las metían en la sala de las jaulas. A Lynne la pusieron en la misma jaula de siempre. A Kristy la pusieron en la jaula al lado de la suya; en la que solía estar Mónica.

Las dos mujeres se sentaron en sus catres mirándose mutuamente a través de las barras que las separaban. "Yo me corrí primero." Dijo Kristy con voz rencorosa.

"No lo creo." Dijo Lynne con brusquedad; pero sonaba poco convincente; odiaba admitirlo pero también creía que se había corrido antes Kristy.

"Voy a disfrutar decidiendo tu destino cuando gane esta pequeña competición." Dijo Kristy con amargura.

"Te he visto sin maquillaje, Kristy. Seré yo la que decida tu destino."

"Y yo te he visto sin sostén y con las tetas colgando hasta las rodillas puta vieja." Replicó Kristy bruscamente.

"Me parece recordar a una puta plana como una tabla que no podía apartar los ojos ni las manos de mis tetas." Dijo Lynne con suficiencia.

Kristy estaba apunto de replicar con un comentario sobre lo poco apetecible que era el 'culo grande y gordo de puta' de Lynne cuando vio que Lynne se dejaba caer precipitadamente de su catre y se arrodillaba a la puerta de su celda. 'Mierda.' Renegó para sí Kristy. No había oído abrirse la puerta de la sala de las jaulas, ni había oído a la gente que entraba; y Lynne había sido la primera en adoptar la posición de rodillas a la puerta de su jaula; Kristy hizo lo mismo con rapidez.

"Estas son las dos de las que te estaba hablando, Zaheer." Dijo el Ama a un hombre de piel oscura con un traje caro de tres piezas. Le seguía una esbelta y atractiva mujer asiática con largo pelo negro. Iba vestida con solo un tanga de cuero y una serie de pinzas plateadas y brillantes en los pezones; la cadena hacía un bucle por debajo de sus pechos y se balanceaba ligeramente mientras caminaba; las pinzas estaban firmemente enganchadas a sus pezones.

Cherie entró tras la asiática. Estaba completamente desnuda a excepción de una cadena de oro alrededor de su cintura y un anillo de oro brillante en su clítoris.

"¿Qué crees que valdrían en los mercados de Pakistán o Irán, Zaheer? ¿Cuál de las dos valdría más?"