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Si, me lo contó ella.

en Hetero: Infidelidad

Si, me lo contó ella.

Verás a ella no la hacía mucha gracia, por no decir que no la gustaba nada el sexo oral. Bueno miento, la gustaba que yo la comiera el potorrillo, pero no la gustaba comerse una polla. Que conste que eran frases de ella, que a mí me daba vergüenza decírselo así. Como mucho la decía házmelo con la boca o cómeme el pene.

Verlo si, y la ponía muy cachonda verlo en las pelis, pero lo de hacerla ella no. Ni hablar.

Bueno a lo que vamos.

El caso es que me lo dijo. Me lo contó todo. Había sucedido, le conoció en una comida de empresa… bobadas. El caso es que estaba colgadita, completamente entregada.

Una noche después de hacer el amor, o sea de follar como bestias, se pusieron a hablar. Yo me la imagino tumbada a su lado, las sábanas revueltas, con las piernas aun algo separadas y apoyada su cabeza en el pecho de él. Como se ponía conmigo después de un buen polvo. Naturalmente completamente desnuda. Con sus enormes tetas esparramadas.

Y salió el tema. Claro supongo que él llevaría ahí la conversación. A mi después de follarme a una tía, no se me ocurre ponerme a hablar de lo que hace o deja de hacer con su novio.

Bueno, pues que según ella, se puso muy pesado. Sí, que la insistía en que se lo hiciera con la boca. Ella le contestó que no la hacía gracia, que no la gustaba, pero él la replicó que si a mí me comía la polla, por qué no a él también, que él también quería follarme la boca. Además no era justo. Él, la había comido el coño hasta hacerla gritar de placer. Y ella nada.

A grandes rasgos, que parece ser que la “discusión” fue más o menos así.

Supongo que entre argumentos y algún que otro sobeteo en el lugar adecuado la convenció. Y mi queridísima novia se puso a la faena.

Pues… no sabía ni cómo empezar a contármelo. Yo estaba alucinando. No es muy normal que tu novia te cuente sentada en un bar, como le come la polla a su amante. Si, que te diga tal cual, como le chupa el rabo al tío con el que te está poniendo los cuernos. Eso sí, todo muy civilizado y sin despeinarse.

Y empezó. Agachó un poco la cara. Supongo que de vergüenza.

Pues imagínate… (Eso, encima tenía que imaginármelo y poner imágenes) después de hacerlo (yo suponía que estuvieron toda la noche follando), pues salió el tema y me convenció. (Yo no la había pedido explicaciones, pero ella no sé por qué, quiso contármelo con todo lujo de detalles).

Me di la vuelta, y... El se quedó tumbado. Tenía la cabeza en la almohada y yo me giré y me puse entre sus piernas. Como si hiciéramos un 69, pero él no me hacía nada. Bueno sí, me tocaba un poco el culo, me lo acariciaba… De vez en cuando metía la mano entre mis piernas y me sobaba el coñito… o me metía uno o dos dedos y jugaba un poco con ellos…

Y yo mientras pues se la tocaba… Primero un poco con la mano. No la tenía tiesa del todo. Le daba besitos alrededor o en la barriga… Luego pues cerré los ojos y p’a adentro. Ya sabes que me da un poco de asco, pero ya que estaba decidida pues adelante. Como hago contigo.

No sé, pensé que iba a ser distinto, pero no, más o menos era lo mismo que contigo. El tacto de su capullo, el sabor parecido… bueno era distinta la forma claro. Ya te dije que la tiene más pequeña que la tuya. Si bastante más pequeña, pero más regordeta. Y los huevos son enormes… muy peludos. No tienen pelo por ningún lado, casi ni en las piernas, pero menudas melenas tiene ahí…

Me llamó la atención. Es la primera vez que la tenía tan cerca de la cara. Si se la había visto claro, y tocado unas cuantas veces, pero tan de cerca no la había visto. Me hizo gracia la forma de sus huevos. Así tan gordotes, tan redonditos… Y se lo dije. Sonrió. Lámelos me dijo. Eso contigo no lo he hecho nunca, ya lo sé, pero lo hice.

Le pasé la lengua varias veces. Le abrí un poco las piernas y se los lamí enteros. Mientras, se la meneaba un poco, muy despacito. Luego nada, volví a subir por todo el “palo” y volví a meterme el capullo en la boca. Se lo besaba, se lo lamía como él me pedía. Le oía gemir  Me hacía gracia.

En ese momento, me pregunté qué cara tendría y me fui girando. Me gustó ver cómo respiraba, cómo jadeaba cuando yo se me la metía en la boca y le acariciaba el capullo con la lengua.  Luego empecé a lamérselo todo desde abajo.

¿Te gusta? ¿Lo hago bien? Ummm si… me decía jadeando…

Me animé. Le abrí las piernas y me coloqué en medio. Le miraba las caras que ponía. Empezaba desde abajo, desde las rodillas. Iba subiendo y besando y lamiendo sus mulsos hasta llegar a esa zona, a donde comienza la bolsa de los huevos. Se los acariciaba con la yema de los dedos, se los besaba, se los lamía. Paraba uno segundos y luego iba subiendo con la lengua por su polla sin dejar de mirarle hasta que llegaba al capullo. Dejaba un ratito allí la lengua y luego me lo metía en la boca. Menudos jadeos. Menudos suspiros. Le hacía temblar y convulsionarse entero.

¿Lo hago bien? Ummm si… me dijo otra vez. ¿De verdad? Que si joder, que lo haces de maravilla… Si a ti no te lo hacía, y apenas tenía practica, decía que tenía “instinto”… que parecía una experta.

Me subí restregando todo mi cuerpo contra su pene. La tenia durísima y estaba deseando follar con él.

Estuvimos morreándonos un poco y me subí a horcajadas encima de él. Pero no me dejó cabalgarle. Sigue me decía, me está gustando mucho… lo haces mejor que una profesional… Me hizo gracia lo de profesional. Eres mi putita, me dijo…

Me hizo reír y me gustó. Y jugaba con su pene. Mira... tu putita te va a agarrar tu polla… tu putita se muere de ganas por que te la folles… y me seguía la corriente… Vamos putita, tócame aquí, o trae tus tetas que te las como… hasta que no se cómo se me ocurrió decírselo.

¿Te pone llamármelo? Que si te gusta, que si te excita llamarme puta y eso… Puso cara de sorpresa… (Yo también la estaba poniendo en ese momento. Jamás de los jamases me había hecho o dicho nada semejante) y me dijo que sí. Bueno no me dijo nada, asintió con la cabeza… Y le dije: hazlo… llámamelo… soy tuya…

Y… no sé… yo se lo había pedido, si, pero nunca había hecho algo similar… Era la primera vez… El caso es que entre jadeos me dijo algo así como vamos so puta, ponte a chuparme ese rabo ahora mismo…

Fue… no sé como explicártelo… fue como si hubiera dado a un interruptor. Me puse a mil por hora. Estaba caliente a tope.

Volví a ponerme como antes. Me encantaba oír como gemía. Y sobre todo, me encantaba oír como me decía burradas. Sabía que estaba gozando. Vamos puta, chúpame el rabo… Cómetelo zorra…

El caso es que para hacérselo mejor le giré.

Yo me bajé de la cama y me puse de rodillas en la alfombra. Él con las piernas colgando por fuera de la cama y todo aquello, allí, preparado para mí. Y me dije, esta es la mía, te voy a hacer ver las estrellas. Con las manos le acariciaba los muslos y las nalgas. Y con la boca ya sabes. Se lo lamía entero. Todo. Desde la puntita del capullo hasta los huevos.

Menudos jadeos. La locura. Le temblaba todo el cuerpo.

Me gustaba verle así, me calentaba yo sola. Pero lo que más me ponía a mil eran las burradas que me decía. Se lo volvía pedir, hasta se lo supliqué.  Fóllame, por favor, fóllame. ¿No quieres follarte a tu putita? Estoy muy caliente… soy una zorra, necesito que me folles… Cada vez le decía más barbaridades. Jódeme… tengo el coño ardiendo… úsame… Soy tuya…

Y él nada. Si estás caliente hazte una paja. Vamos, tócate, so puta. Tócate el coño. Quiero ver cómo te tocas el coño guarra. Me daba algo de vergüenza pero lo hice. Ahora tócate las tetas. Eso es. Ahora agáchate y sigue chupándome el rabo so zorra.

Con una mano le tocaba a él, con la otra, me tocaba yo y con los labios, pues le besaba la polla.

El caso es que después de un ratito me dijo que cambiábamos de posición.

Me sentó a mí en la cama. Él se puso delante de mí y me la colocó a la altura de la boca. Empezó a metérmela en la boca como si me estuviera haciendo el amor, bueno como dicen en las pelis guarras, como si me follara la boca. A veces me sujetaba la cabeza. Y me obligaba a metérmela entera en la boca. Casi hasta ahógame. Toma guarra, traga polla.

Otras me hacía lamérsela igual que antes. Y me decía sin parar, entre jadeos, tócate puta, quiero que te corras como una cerda mientras me la comes. Yo lo hacía. Estaba cachonda a tope. No paraba de tocarme, aunque él no me lo ordenarse.

Le dejaba hacerme de todo. Le dejaba que de vez en cuando empujara hasta metérmela entera. Si hasta me hacia cosquillas con los pelillos en la nariz.

Así estuve un rato. Lamiéndole todo, chupándole la polla, los huevos… parando unos segundos cuando él me lo mandaba para restregarse la polla contra mis tetas.

Estaba a tope. No paraba. Hacía todo lo que se me ocurría. O me dejaba llevar. Me metía su polla en la boca y le acariciaba las nalgas con la otra mano… Obedeciéndole tocándome y tocándole dónde y cómo él me pedía… y lo que más me gustaba oyéndole gemir como un loco. Yo era su puta y hacía lo que él quería.

Y cada vez se la sentía más y más dura dentro de mi boca. En serio, durísima. Hasta se la mordía. Sin pasarme claro. Me metía entero el capullo y le mordía con suavidad el tronco.

Me gusta, me decía, qué bien lo haces so zorra… quien te habrá enseñado… para no gustarte comer pollas hay que ver qué bien se te da….

Yo sabía que estando así de dura no iba a tardar mucho en correrse y se lo dije. Además… ya sabía algo a semen. Por favor cuando te corras dímelo… no quiero que la primera vez lo hagas dentro de mi boca.

Me dijo que si con la cabeza. Sé que un poco a regañadientes. Y empezó a jadear a lo bestia.

De repente se retiró bruscamente de mi. Y se la agarró. No me dejó que yo lo terminara.

Sabía lo que iba a hacerme y pensé que bueno que solo era cuestión de medio minuto. Cerré los ojos y esperé.

Fue alucinante. A ti no te he visto nunca correrte así. Jadeaba… Gemía… más que gemir eran alaridos.

Me voy a correr su puta. Y aquello empezó a escupir. Mira noté como me daba en la cara. Un chorro caliente. Viscoso. Espeso. Con un olor fortísimo. Luego mientras sentía cómo resbalaba, bueno más bien escurría, noté el segundo chorro. El tercero… Y luego ya todos los demás a los pechos. Me dejó las tetas todo pringadas. Entre lo que resbalaba de la cara y lo que me echó allí tenia las tetas todas caladas.

Cuando acabó estaba reventado.

Me hubiera gustado correrme a mí también pero no sé. No pude.

Me quedó un poco alucinada. Menuda corrida se pegó el tío. La sensación de notar aquello caliente resbalando por mi cuerpo fue muy curiosa. Por un lado agradable. El calorcito y eso. Por otro lado súper extraña. Viscoso. Con ese olor… pero no me desagradó tanto como yo esperaba, no fue tan terrible.

Abrí los ojos y me vi en el espejo. Madre mía no veas cómo me había puesto. Me impresionó. Tu nunca te has corrido así. Vale, es verdad que nunca te he dejado que lo hicieras así, pero es que aluciné al ver todo lo que había encima de mis tetas. Vale de esta te has librado, me dije, pero la próxima vez que le chupes la polla, prepárate, que te vas a tragar todo esto y puede que más.

Luego pues nada. Él se fue a la ducha y yo la bañera. Y poco más, bueno si, que entró en el baño y me dijo: Ni te muevas… estás preciosa. ¿Me dejas? Dijo enseñándome el móvil. No sabía qué hacer y no dije nada. Bueno, hazlo. Y me dejé sacar un par de fotos.

Ahora el que no sabía ni qué hacer ni qué decir era yo. Acababa de contarme como le había mamado la polla a otro tío. Como me había puesto los cuernos y yo allí, inmóvil sin decir nada de nada. Pagué las cervezas y nos fuimos.

Nos levantamos y agarrados de la cintura nos fuimos a casa. En estado de shock.

Apenas recuerdo de qué hablamos por el camino. Estaba completamente K.O.

Sé que no paró de decirme cosas. Y de vez en cuando, me recordaba aquello de que ella se entregaba a tope. Sí, a tope. Estaba muy enganchada… Y claro… tenía que entenderlo. Si, entenderlo, debía ser mi obligación comprender que mi novia la gustaba follar con otro más que conmigo, y tenía que entender que estaba tan colgada por el otro, que no solo le había permitido que la metiera la polla en la boca y que se corriera encima de ella mientras la llamaba puta a voces, sino que también se dejaba follar como una zorra cualquiera y si se presentaba la ocasión, como yo ya se lo había abierto, y su polla al ser más pequeña la entraba mejor, pues también le dejaba darla por el culo. Vamos que no se privaba de nada...

Y tu tranquilo, me decía. Ya se me pasará el capricho… porque a mí, me quería con locura y el otro solo era un capricho… Ya se cansaría.

Y yo como un idiota, atontado del todo, diciéndola a todo que si.

Se iba de cena con él. Esa noche, no solo se la iba a follar otra vez. La iba a volver a convertir en su puta. Y ella iba a estar encantada por volver a serlo. Tanto que no pondría ningún límite. No me lo dijo pero yo lo sabía. De hecho, no solo no se había puesto ropa interior, iba a ir a cenar sin nada debajo, sino que incluso, por primera vez en su vida, se había depilado el coño, y todo, solo porque él se lo había pedido.

La miré de reojo mientras esperaba. La brillaban los ojos. Estaba preciosa. No pude evitar imaginármela con esa carita llena de semen.

Vete, es aquel que viene. Escondido, desde la esquina. La vi subir en el coche.

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