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Un día muy duro

en Dominación

UN DÍA MUY DURO;

Hoy apareces por la puerta acompañado de tu mujer. Para ti, es simplemente tu guarra. A veces es “esa guarra”. Ella lleva una gabardina. Tiene gafas de sol. Obviamente ese no es su pelo. La has puesto una peluca. Debajo sé que la tienes desnuda.

Paseas por la oficina con aire curioso. Ella ha saludado educadamente. Me gusta su voz. Permanece de pie. En silencio. No se mueve. Seguramente me estará mirando de arriba abajo.

Me dices que está desnuda, pero no me la dejas ver ni me la enseñas. Diría que se ha sonrojado.

Levantas el dedo índice y apuntas con él delante de tus zapatos. Con ese gesto la indicas que se te acerque. Obedece y se coloca delante de ti.

Desabrochas un par de botones de la gabardina, entre el pecho y del vientre. La altura justa. Separas la tela solo lo necesario para poder meter la mano por el hueco. Veo como la manoseas. Tu codo está en ángulo casi recto. Sé dónde la tocas. Se queja. Me dices que es porque la pellizcas un pezón.  Ella asiente.

Te separas un poco y estiras el brazo. Seguro que ahora la tocas en la entrepierna. Un pequeño temblor, un pequeño gemido. Sonríes. Jadea. Suavemente, bajito, casi susurra. No, susurra no, ronronea. Se mueve despacio. La gusta. No finge. Estoy completamente seguro de que no está fingiendo. Un casi imperceptible temblor en el labio inferior la delata. La masturbas y se está corriendo.

Sacas los dedos. Me los acercas a la cara. -. Huele… huele maricón…verás cómo huele a puta, me dices…

Están húmedos. Yo huelo a sexo. A sexo femenino. Los acercas a mi boca y me fuerzan. Los lamo.

Te sientas en el borde de la mesa.  La colocas frente a ti. Me mandas mirar. -. Fíjate bien lo que hace… es para que aprendas cuando te toque, me dices.

Con sumo cuidado desabrocha el cinturón y los botones. Te baja la bragueta. Separa con delicadeza los bordes del pantalón. Te levantas solo lo justo. Baja despacio tus calzoncillos. Como si descubriera un tesoro. Te la saca. Aún está medio fofa. Acaricia tus huevos. Por el gesto diría que los adora.

-. Por cierto, ¿Te molesta que te llame maricón? No contesto sé que me va a dar igual.

-. Pues ¡¡¡ de rodillas maricón!!!, me ordenas déspota señalado tus partes con el dedo.

Obedezco. Ella se sienta a mi lado.

La sujetas por la base. Me apunta a la cara. Abro la boca. Colocas la mano en mi nuca. Empujas mi cabeza hacia adelante. Solo un poco. La noto endurecerse en mi boca.

Me la metes hasta la garganta cuando quieres. Me provocas arcadas. Me ahogas. Luego me retiras la cabeza. Me haces lamerla. Mi lengua la tiene que recorrer entera. Naturalmente debo lamer tus testículos. Todo tiene que ser con mi boca, con mis labios, con mi lengua. No puedo tocarla con la mano.

Ella tiene que ver cómo te la chupo hasta que tú digas basta. Si lo hago mal, golpea mi cabeza.

La ordenas algo. No lo puedo ver. Me la has metido hasta lo más profundo de mi garganta. Tengo los ojos cerrados tratando de soportar la asfixia.

Me sujeta la cabeza.

Con la otra mano, ella te retira la piel descubriendo completamente el glande. Comienzo a notar un sabor raro. Agrio. De textura “rasposa” … Tu polla está dura, muy dura. Tiembla con la más pequeña caricia. Jadeas, tur espiración parece ser más intensa por momentos. Intuyo lo que va a pasar.

-. No te lo tragues, es mío, me dice susurrando al oído y apretando amenazante mis partes…

El primer chorro entra como un obús en mi boca. Procuro no tragarlo. No puedo. Es imposible no hacerlo. Algo tengo que tragar o me ahogaré. La sacas bruscamente y dos chorros golpean mi cara. Uno justo en mi ceja, casi da de lleno en el ojo. Vuelves rápido a apuntar a mi boca y a meterla.

Les noto resbalar pegajosos, densos.

Por fin parece que se termina… Han sido unos segundos eternos. Parecía no tener fin. Algo de tu corrida sobresale entre mis labios. Me mandas abrir la boca. Te burlas de mí.

Sin que la digas nada me sujeta la cabeza y me morrea. Su lengua hurga en mi boca tratando de apropiarse de todo tu semen.

Te muestra sonriente lo que ha capturado su lengua. Me lame obscena el rostro manchándolo con tu leche y su saliva. Se la ha corrido todo el carmín.

Ella se pone frente a mí y me levanta. Me quita la corbata. Rasga mi camisa. Todos los botones salen disparados. Desabrocha el cinto y tira de él. Ha roto varias trabillas. Abre el primer botón. Luego tira, arranca los otros y rompe la cremallera. Todos sus movimientos son bruscos. No hay delicadeza ni cuidado. Con esas gafas oscuras tan grandes no puedo ver la expresión de su rostro. Solo una medio sonrisa que pudiera significar cualquier cosa.

Me gira. No me quita, desde atrás, tira y arranca mi camisa. Intencionadamente la rasga, la hace girones. Me coloca en la mesa, los brazos apoyados; me baja todo al tiempo, pantalón, calzoncillos. Pisa la ropa. Tengo que levantar la pierna y tirar. Aún tengo los zapatos. Uno se queda enganchado dentro del pantalón. Casi me caigo al suelo.

Me recoloca. Su mano acaricia mis nalgas. Baja y se mete entre las piernas por debajo. Su mano está caliente.

Palpa mis genitales. No los acaricia. Ni los soba. Solo los palpa, como comprobando que están ahí. Sujeta mi polla. Ya está dura. La menea poniéndola aún más dura de lo que ya está. Me hace gemir.

Con mi corbata me tapa los ojos.

Me da un par de fuertes y sonoros azotes con la mano. Luego con mi cinto.

Ahora te oigo decir: -. puta desnúdate.

Sé que te obedece. Restriega sus tetas en mi culo. Siento un pringoso y húmedo lametón en la nalga mientras su mano aprieta con fuerza el tronco de mi polla. Pasea su pezón duro por el camino de saliva que acaba de dejar en mi glúteo.

Después me pone a cuatro patas. Tu mujer se sienta a horcajadas sobre mi, pero a la inversa, osea mirando hacia mi culo. El suyo está cerca de mi cabeza. Restriega su coño en mi espalda. Se frota. Me hace sentir la humedad de su sexo.

Es ella quien separa mis nalgas. Algo de lubricante. Sé que no es por mí, sino por ti, para facilitarte la entrada.

Sus dedos hurgan en mi agujero extendiendo el lubricante. Me separa las nalgas supongo que dejando mi ano bien visible. Lo apruebas con un escueto pero autoritario “si”...

Tu mujer se levanta. Dejo de sentir su peso. Se debe colorar detrás de mí. Sí. Vuelvo a sentir sus manos en mis nalgas. Me introduce, primero un dedo untado en lubricante, luego dos y los hace girar a derecha e izquierda dentro de mi abriéndome. Empuja. Empuja hasta que no puede entrar más. No es muy doloroso. Si algo molesto. Su otra mano masajea mi polla y mis testículos. Me hace jadear otra vez.

Un zumbido. Siento como un pellizco. Sé que lo ha hecho con una goma elástica de las que se usan en la oficina.

Ella sigue jugando con mis partes… Las manipula… Ahora sé lo que va a hacer… me aprieta. Vuelve a dar otra vuelta con la goma en torno a mis testículos. Es como si me los atara. Sé que así me costará trabajo correrme.

Mientras lo hace, me dices que te está chupando la polla. Lo hará hasta conseguir una nueva erección.

Me vuelve a colocar con los brazos en la mesa. Tira de mis riñones hacia atrás. Como suele decirse mi culo está en pompa. Un par de sonoros azotitos.

Intuyo que coloca tu polla, que la guiará hasta mi agujero. La noto. Está justo en mi entrada. La mueves “acomodándola” Noto la presión y cómo mi esfínter se dilata un poco. Creo que ha entrado la cabeza de tu capullo. Bruscamente empujas. Ya sé lo que significa esa expresión: me la has “clavado” de golpe. Tu polla entra decidida casi hasta la mitad de mi recto. Acabas de traspasar mi esfínter. Le has estrenado. Grito.

Te retiras y vuelves. Vuelves con más fuerza. Ahora entras más en mí. Aprieto los dientes con fuerza. Empujas cada vez más adentro, cada vez más fuerte.

Duele. Gimoteo. Te pido que pares. Lo suplico por favor. Creo que lloraré de dolor y de vergüenza mientras ella me insulta.... “maricón… cobardica… nenaza no aguantas nada”…

Tengo que hacer auténticos esfuerzos para resistir tus embestidas y no desplomarme sobre la mesa. Algunas veces mi polla tiesa y dura como un palo choca contra el borde. Me excita… No sé cuánto aguantaré. Sé que cederé y terminaré aplastado en la mesa con tu polla barrenándome a placer.

 -. Para terminar un día tan jodido no está mal que te den por el culo ¿verdad que no?, me dices en tono burlón al oído.

Sé que ella sonríe, más que nada porque si descargas en mi culo, de eso se librará ella.

Me penetras profundamente y al retirarte me azotas. A ella la oigo jadear. A lo mejor esa puta se excita mirando y se está masturbando viendo como me das por el culo… O simplemente está esperando que la ordenes ponerse delante de mi para que tenga que lamer su sexo mientras tú sigues sodomizándome…

Pero no. No pasa nada de eso. Simplemente paras y tiras de mi hacia atrás. No la sacas de mi ano. Ella se coloca en el borde de la mesa. La corbata se me ha caído un poco y puedo verla. Su boca con el carmín corrido y sus oscuras gafas de sol.

Guía mis manos por sus muslos para que la acaricie. Está abierta, completamente espatarrada con su agujero en el borde de la mesa.

Agarra mi polla y tira con fuerza de ella. Me arrastra. Te arrastra a ti también. La lleva hacia su entrada. Penetro en ella con enorme facilidad. Mi polla resbala en sus jugos. Está calada.

Gime desde el primer momento.

Dejas que se acople a mí. Se mueve con las caderas en círculos, no sé cómo lo hace, parece un molinillo. Me absorbe el rabo, le oprime, tira de él.

No creo que aguante. Su coño me estruja la polla, la tuya ha reanudado sus movimientos y me revienta el ojete. El coctel es brutal.

Gime escandalosa. Se retuerce, se abraza, no sé por dónde mete la mano, seguramente choca con tu cuerpo, pero lo consigue y clava las uñas en mis nalgas, las rasga, las araña.

Esto es una locura. Tu empujas y te empotras en mí. Mi cuerpo se echa hacia adelante y consigues que mi polla se incruste en su cuerpo. Es como si tu dirigieras la follada… Me empujas con fuerza y yo caigo sobre ella. La taladro al tiempo que me taladras tu a mí.

Me sujetas por las caderas. Te retiras y yo salgo de ella. Empujas de nuevo y de nuevo entro en ella… Casi hasta respiramos acompasados. Mi polla es la prolongación de la tuya. Es una cadena de lujuria.

Se está corriendo como una loca….

Y de repente, me sujetas aún más fuerte, me atraes a hacia ti con todas tus fuerzas. Aprietas, juntas los cuerpos con violencia. Me da la sensación de que me atraviesas. Te noto tan adentro que creo que me la vas a sacar por la boca. Grito: ¡¡“me rompes”!!.

Noto pequeños “botecitos” en tu polla. Te vas a correr dentro de mi cuerpo. Yo dentro del suyo. No puedo aguantar más. Aunque luego tenga que limpiar mi propio semen a lengüetazos…

csdsumiso@hotmail.com

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