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La mujer de Pedro, mi socio. (Cuernos ajenos)

en Hetero: Infidelidad

La mujer de Pedro, mi socio. (Cuernos ajenos)

-. ¿Me preguntas si he visto follar en directo?

Verlo, verlo… Pues… Sí, y no.

Vamos a ver. No lo he visto, pero sí han follado a un palmo de mi…

Fue en el apartamento de Benidorm. Estábamos en la feria. El día fue magnifico. Triplicamos las ventas del año anterior. Y nos fuimos de cena, Pedro, mi socio, Susana, su mujer, y Segis. Segismundo es el “medio socio” este que nos hemos echado. Nos complementamos y nos pasamos clientes. Es como si yo vendo botellas y Segis los tapones.

El caso es que nos agarramos una borrachera tremenda. Sobre todo, Pedro.

Imposible coger el coche. “Pues tengo un apartamento aquí”, dijo Segis. Venga todos a dormir, bueno a seguir allí la fiesta.

Nos bebimos todo lo que tenía. Entre los tres llevamos a Pedro borrachísimo a la cama y le acostamos vestido.

Segis, Susana y yo seguimos bebiendo. Abrimos el sofá cama del salón. Bueno más que cama era una tabla rígida con un colchón de goma espuma que hacía las veces de cama en casos de urgencia.

A dormir los tres. Yo en una esquina, Segis a mi lado, y Susana, la mujer de Pedro, al otro, cerca de la pared.

Casi nada más apagar la luz empezaron los susurros, el cuchicheo, las risitas pícaras. Yo haciéndome el sordo, como que me estuviera ya durmiendo.

Estaba ya prácticamente dormido, y de repente escucho con claridad: “Ten cuidado no te oiga”, decía ella provocadora animándole a no sé qué. Seguí fingiendo, pero con los cinco sentidos alerta.

“No te preocupes, con el pedo que lleva está dormido como un tronco” decía Segis por mí.

Algún que otro besito. Se oía perfectamente. ¡Empecé a alucinar! ¡Susana y Segis se estaban morreando!

Segis se giró. Algo se notaba. Se estaban metiendo unos morreos de impresión. Y deduzco que unos buenos manoseos. Si porque poco, pero algo se movía el sofá. Y algún gemidito se la escapaba a Susana.

Y vino la calma. ¿Se habrán dormido? Me pregunté extrañado. Un pequeño movimiento y abrí los ojos. Por la sombra en la pared la vi incorporarse, bueno más bien sentarse en la cama, quitarse el niqui, y… ¡el sujetador!

Ummm.

Al reclinarse un poco vi la sombra de las tetitas. No muy grandes, pero si con unos pezones que me parecieron ya súper puntiagudos.

Luego vinieron unos raros movimientos. Vi las sombras de sus tetas temblar en la pared.

Mi polla se puso dura casi al instante.

Segis muy despacio se da la vuelta.  Noto su culo pegado al mío. Empuja un poco, apartándome. Sigo fingiendo estar dormido y cedo.

Sé que la está tocando. Sé que ella le está tocando a él.

Oigo el “riss” de una la cremallera. Jadeos. Suaves gemidos… Respiraciones agitadas… Inspiraciones profundas…

¿Será capaz? ¿Bueno serán capaces? Pensaba.

Con mucho cuidado, despacísimo, Segis se pone encima. La sábana se tensa un poco. Una profunda inspiración. Una pequeñísima sacudida. Juraría que acaba de metérsela. Se notan leves y movimientos en el sofá cama. Suaves y rítmicos temblores.

Se la está follando. Seguro. Increíble, pero este cabronazo de Segis se la está follando. Despacito, muy despacito… Lógico… No vaya a ser que me despierte…

Veo las sombras. Es una silueta sin forma. Están cubiertos por la sábana. Veo “ese bulto” como muy despacio sube y baja. Baja y se hunde por el centro, se levanta en ocasiones por la cabeza, por los hombros.

Le imagino empujando la polla, lento, pero con todas sus fuerzas. Hasta las bolas, hasta el final, empujando con potencia, presionando su pubis contra el clítoris…

Ella gemía con un iiihhhh apenas audible… Parecía un ratón de dibujos animados. Casi me muero de risa al imaginarlo. Tuve que morderme el labio por el ataque de risa tonta. Pero lo logré. Me contuve.

Cuando Susana se corrió dijo, muy cursi ella, “me vengo me vengo”… y otra vez el iiiiihhh entrecortado, jadeante, pero ahora un poquito más alto y más, muchísimo más prolongado. Segis lo hizo de otra forma. Un empujón más fuerte. Gruñe en silencio.

Y de repente susurrando en voz baja pero insistente: “no te lo hagas adentro, no te lo hagas adentro” Se lo pide, se lo suplica. “Por favor adentro no, adentro no”. Segis no hace caso, será “hijo puta” pienso sonriendo con malicia...

Un golpe seco que hace moverse el sofá. Parón. Calma. Segis no parece moverse. Los pequeños temblores seguro que son los de Susana.

Se vacía entero. Susana no puede chillar, no puede hacer nada. Y la cama se deja de mover, y Segis de temblar. El muy cabrón se ha corrido.

No entiendo lo que cuchichean. Susana por el tono de voz parece mosqueada.

Segis se ríe de ella: “vete y lávatelo, como si te sirviera de algo”.

Susana se levanta tapándose el pecho un brazo. Se descubre para abrir la puerta. Entra algo más de luz por la puerta. Durante un par de segundos la veo completamente desnuda, veo sus tetas con claridad. Y su tupido coñito. Le envía una mirada cargada de mala leche y sale corriendo al W.C. Seguro que va a lavarse el potorro. La veo salir. Veo el temblar los carrillos del culete. No me había fijado bien, pero esta Susanita tiene un buen culito.

Oímos ruidos en el baño. “Eres un cabronazo”, le digo. Segis pregunta si les he oído. “Claro que me he enterado de todo maricón”. Segis no dice nada, solo risitas.

Cuando oímos girar el picaporte de la puerta, silencio. Y yo de nuevo a fingir… Susana se ha puesto una camiseta. No he podido volver a verla desnuda. Lástima.

Al día siguiente, el comentario: la resaca de Pedro, mi socio. Caritas de buenas personas… risas… Susana tan campante. Como que no ha pasado nada. Segismundo obviamente tampoco decía nada ni se comportaba de forma diferente. Yo menos claro. Pero cada vez que la miraba no podía evitar pensar que hace unas horas, se la han follado a menos de medio metro de mí, que la muy puta ha puesto los cuernos a su marido con su socio durmiendo al lado...

Segis al oído me dice: esta noche llévate a Pedro… la voy a estrenar el ojete.

No dije nada, pero pensé que se iba a quedar con las ganas. Sabía que esa noche tenían que estar en Madrid…

Postdata:

Benidorm. Feria. En el stand, antes de la apertura al público.

Aquí estamos otra vez… a ver qué tal nos sale este año…

Y allí apareció Segis, tan chulo como siempre con su asqueroso olor a tabacazo negro de puritos, y presumiendo de aventuras con las mujeres, y, como no, de su magnífico rabo, el que las vuelve locas. Pedro y yo nos reíamos: “El semental del Mediterráneo” le llamábamos. Es así y hay que aguantarle.

En cuanto nos quedamos solos empezamos a hablar de cómo nos va la vida… y por supuesto, de lo del año pasado… de lo del apartamento. Yo me he cambiado de ciudad, llevo la otra delegación. A Pedro le veo de vez en cuando. Hablamos a diario claro, pero ya casi ni nos vemos. Susana sé que está embaraza. Segis me dice que también lo sabe, sonriendo irónico. Me mosquea esa mirada. Iba a preguntarle, pero en ese momento, Segis sacó el móvil. “Toma, mira estas fotos”.

En la primera su famosa polla. Enorme. Y desde arriba, diría que hasta descomunal. En la siguiente foto sale una mujer: era Susana. Solo es su cara. La tiene sudorosa, los ojos medio cerrados, babeante, despeinada, con el rímel corrido, cara de estar medio atontada.

La siguiente, la polla, supongo obviamente que la de Segis, corriéndose en la boca de Susana. El gesto de asco, volviendo, girando un poco la cara, los ojos apretados pero la boca abierta, con un chorro entrando.

Las otras son parecidas, ojos cerrados, apretados y boca cerrada con una súper corrida, una buena lefada en la cara, en toda la cara. Un chorro en cada ojo. Un par de ellos la cruzan la cara. El resto en los labios y alrededor. Parece estar milimétricamente dirigida. Como si hubiera apuntado con sumo cuidado. Vamos que parece que estaba más preocupado de dejar la leche en su debido sitio que en correrse.

La última es Susana sonriendo, con toda la cara llena de leche. La gotea semen por el mentón.

“Segis, eres un guarro, eres un cabrón” y Segis como si no fuera con él la cosa.

-. “Joder tío el día menos pensado te va a pillar Pedro” ….

-. “Eso es lo que la pone perraca” me contesta tan fanfarrón.

En sí las fotos eran más que vulgares. No tenían ningún atractivo especial. El único aliciente, saber que eran reales y que conocía a la protagonista. Aunque lo que de verdad me llamó la atención fue el pelo corto y teñido. Hacía tiempo que no la veía. ¿de cuándo serían?

De lejos les veo venir. Susana lleva el pelo teñido de ese color y corto. Las fotos son recientes. Tienen que serlo.

Susana lleva una barrigaza tremenda. La queda un mes más o menos.

Pedro nos da un abrazo súper efusivo. Se alegra de vernos. Susana nos saluda.

Apenas puede andar. Camina espatarrada como si acabara de montar a caballo.

Segis al verla caminar la pregunta qué tal está… le da la impresión que esto del embarazo parece incomodo… Susana le mira con cara de ser la víctima de una broma pesada.

Charlamos unos minutos hasta que se anuncia el desfile de apertura… Hay que ir a currar.

Susana se despide de Pedro con beso en la boca. “Adiós cariño, mi amor”, dice cursilona y pegajosa. A nosotros nos da un simple y cortés beso de despedida: “iros a trabajar que yo os espero en el hotel” …

Disimuladamente Susana vuelve la cara hacia nosotros. Sonríe, pero no a Pedro… Pedro está ya preparando papeles.

Me sorprendió el cinismo de Segis al verla montar en el coche… la guiña un ojo y sonríe al verla caminar con dificultad.

Me susurra al oído: ¿a qué no sabes qué ojete he estrenado antes de venir?

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