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Venirse arriba. Y terminar abajo. CAP. 5º

en Dominación

Venirse arriba. Y terminar abajo.

 

CAPITULO QUINTO: PARTICIPAR Y LLEGAR ABAJO.

Un día, de forma inesperada, la puerta del armario se abrió. Me vi en un espejo: desnudo, atónito, amordazado, con la polla tiesa y las manos atadas a la espalda… patético. Y él riéndose de mi me sacó tirándome de la polla, arrastrándome…

Así que te gusta mirar ¿eh?... mira viejales como me calzo a “tu secre”.

Ella estaba desnuda, sonriendo maliciosa, algo incorporada apoyada sobre los codos en la cama, completamente abierta de piernas. Sus labios estaban algo hinchados, brillando por sus jugos. Y lo vi, claro que lo vi, pero no de lejos, no, ahora lo vi a medio metro…

Y luego, cuando terminó, me empujó entre sus piernas, y sin que me lo mandara ninguno de los dos, lamí ansioso el chochito recién follado y sudoroso, rebosante de lefa. Él se reía y ella jadeaba corriéndose de nuevo. Bastó un leve roce con la sábana para que mi polla empezara incontenible a dar botecitos y empezar a escupir chorros de semen.

No paraban de reírse. Se reían de dos cosas: de mí y de la situación. Y ya cuando me corrí, las carcajadas y los insultos fueron mayúsculas.

Supongo que fue al ver tensar mi cuerpo, con la cara enterrada entre sus piernas y los gritos de ella, no creo que me oyeran ni un gemido.

-. “Pero si este hijo-puta se está corriendo”, dijo él burlón. Un fuerte tirón de pelos me levantó. En menos de un segundo ella me tenía levantada la cabeza, sujeta por el pelo como si acabara de cortármela y sus ojos se clavaron en mi polla, aun dura y escupiendo sus últimos chorritos…

Se rio de mi a la cara. Burlona. Con cara de niña cruel.

Me empujó y me dejó tirado en el suelo. Atado no podía levantarme.

La idea fue de ella y fue ella quien me lo mandó. Prepotente y sin dejar de sonreír, se acercó y le empujó hasta ponerle a mi altura. Sujetándosela me la fue a meter en la boca: Su voz sonó autoritaria: “se la vas a chupar en agradecimiento”. “Sí, se la vas a hacer como agradecimiento. Que sí, le vas a agradecer el haberse follado a tu secretaria, y le vas a dar las gracias por haberla llenado el coño de leche… y sobre todo por haberte permitido que la probaras recientita” …

La miré incrédulo. Alucinando. Tenía que darle las gracias por todo eso y limpiarle la polla…. La tenía frente a mí. A escasos centímetros. Aun escurría. Una gotita caía del glande…

Cerré los ojos y me olvidé del asco y de todos los perjuicios. El deseo de obedecerla era superior a todo eso. Y el miedo a que me dejara aún más. Abrí la boca. “Quita maricona” ... Sonó una humillante y sonora bofetada… “A mí no me la chupa un viejo verde” …

Ella riéndose agarra la polla por la base, tira de ella y la acerca aún más a mi cara. Con la otra mano sujeta mi cabeza.

-. “Tú te callas. Y tú, dale las gracias y abre la boca”, dijo dirigiéndose a mí.

Y le di las gracias y la abrí claro… Y volvió a metérmela… Y se la lamí y se la chupé hasta que después de un buen rato, como poco veinte minutos, se volvió a poner dura. La sentía crecer en mi boca. La sentía hacerse grande e invadirme. De vez en cuando ahogarme. Me dolía la lengua y la mandíbula…

Y ella a su lado, picándole. -. “¿ves cómo al final te gusta que te la chupen? Si las pollas no tienen ojos joder, son solo perjuicios tontos” le decía…

Sabía perfectamente lo que iba a pasar. Y pasó, claro que pasó… Me tuve que comer su polla, y cuando llegó, ella sujetó mi cabeza y me tuve tragar toda su corrida. Enterita, enterita…

Cuando le vino, me la empujó con todas sus ganas. Hasta la garganta. Me ahogaba y ella me tenía muy bien sujeta la cabeza. Me dio una tremenda arcada, que casi me hace vomitar…

Ella decía riéndose a carcajadas: “no sé por qué tantos asquitos, total… qué más te da beberla de mi coñito que cuando sale de la fuente” … y los dos a reírse y a besase mientras mis nauseas me revolvían el estómago y luchaba por no echar allí hasta la primera papilla.

-. “Ya te acostumbraras”, dijo burlona mientras agarrada de la cintura se iban al baño a ducharse.

Y efectivamente me fui acostumbrando a todo. A mirar, y a chupar su polla y tragar sus corridas, a ser su esclavo mientras él se llevaba la mejor parte: follársela, ser su amante y yo solo un espectador. Para recoger cualquier migaja tenía que hacer cosas vejatorias, humillantes….

La caída cuesta abajo ya fue imparable… Mirón, mamporrero, cornudo, ridículo, ... Y un día… pasó lo que tenía que pasar. No sé si es tocar fondo, porque siempre hay algo más… nunca se acaba de caer.

Un día, ella tenía ganas de más. Se la notaba. Estaba enfadada conmigo y no sé por qué. El negocio estaba fatal, pero yo no tenía la culpa. Pero cada vez tenía menos dinero y había que recortar algún capricho. Solo eso. Eso la dije por la mañana. Yo conocía perfectamente sus enfados…

A mitad del polvo, paró y se levantó. Me agarró de mis genitales y tiró con fuerza hasta arrastrarme a la cama. Me tumbaron de bruces.

Y comenzó otra tortura. No podía verles, pero sí oírles… Sumiso, atado en la cama boca abajo… Mientras ellos follaban a mi lado. Solo pude echar una miradilla de reojo. La vi. Seria. No jadeaba. Estaba absorta, mirando al techo y él empujando, a su ritmo, pasando de ella, a lo suyo. Estaba como ausente. Estaba tramando algo. Y nada bueno para mí. Y de repente lo dijo: “fóllatele”. Y su noviete paró en seco. La miró. Se salió de ella y riendo se subió encima de mí.

Primero sentí su aplastante peso. Luego hurgar con su polla entre mis nalgas… su “no puedo tía me meo de risa” … y ella mirándome a la cara, sentada en el sillón, masturbándose lo ordenó… ¡desvírgale el culo! ¡joder reviéntaselo!… quiero oírle gritar, quiero ver como se lo partes… Vamos coño, que él me partió a mí el mío y no se anduvo con tanta bobada. A ver si vas a ser tu menos. ¡Vamos joder!

Y su novio, obediente y herido en su orgullo lo hizo. Abrió mis nalgas y la colocó allí. Se ayudó un poco con la mano. Solo para apoyar la cabezota de su rabo. Lo suficiente. Luego vinieron los empujones y su tremenda fuerza. Cuando estuvo seguro de que ya no se le saldría se lo dijo: “Mira, no te lo pierdas, le voy a partir el culo para toda la vida. ¡allá voy! Y lo hizo. Lo hizo como una auténtica bestia mientras ella se masturbaba con una tremenda carita de sádica viciosa. Y yo, su juguete, su esclavo obediente, sin resistirme ni decir nada, permití que me metieran una polla y me destrozaran el ojete”.

 

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