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Cornudo sin carácter. 5

en Hetero: Infidelidad

CORNUDO SIN CARÁCTER  5

EL CAMPING.

 

Marta no tardó en echarse novio. Bueno, en liarse de forma más o menos estable con uno. Nos hablaba de él con frecuencia. Desde luego no había dejado las visitas al viejo. Pero menos. Antes de que llegara el verano le conocimos en persona. 

Fuimos un fin de semana. El primer día normal. Al segundo ya comenzó a tirar los tejos a mi novia. Marta riéndose. Y a actuar de alcahueta. Lo mismo que hizo con Javier. Estaba deseando que su novio se follara a mi chica. No lo entendía ni lo entenderé. Puso todo de su parte. Desde las innecesarias conversaciones en las que contaba demasiadas cosas intimas de mi chica, hasta provocar situaciones más o menos embarazosas. (Picantes como decía ella) Y a mi novia, aunque estuviera yo delante, no se cansaba de ensalzar a su noviete, de contarla lo bien que follaba, lo bien que lo hacía, lo maravilloso que era…

Un día estábamos los cuatro en su casa y Marta algo bebida, se pasó. Prácticamente le dijo que se la podía follar delante de mí, que yo no haría nada. Vamos le contó la verdad. Que yo era un cornudo y encima consentidor. Mi novia sonreía como si no estuvieran hablando de ella y no dijo nada de nada. Yo tampoco. Me limité a agachar la mirada.

Le contó que Javier me la follaba y yo miraba. Que me gustaba meter mi “colita” en su coño encharcado. O peor aún, que mi  novia me hacía meterla la lengua en el coñito después de que se le hubiera llenado Javier de leche. Ella se calló que el viejo era su conquista y que ella era su putita, y por supuesto, que ella lo había empezado todo. El tipo me miró primero con cara de incredulidad, como alucinado, luego de perdonavidas, hasta con cierto desprecio.

Después de contarle eso, no necesito decir que facilitaba todo lo que podía las cosas. Bueno más que facilitar casi la empujaba a sus brazos. Y pasó lo que tenía que pasar. Que un fin de semana que yo no pude ir, se folló a mi novia. Y se hicieron amigos no, se hicieron inseparables colegas.

Un puente, el noviete nos invitó a su casa. (Vivía en un piso compartido pero se quedaba libre una habitación y nos la prestaba). Ya la primera noche lo dejó bien claro. “Oye, que me la voy a follar”, dijo mientras estaban agarrados por la cadera. Un morreo y un “nos vemos luego”, adornados con una preciosa sonrisa de mi novia.

Cuando volvimos a casa Marta y yo le encontramos en la cocina. En pelotas liándose un porro. Un beso de saludo a Marta y sin mirarme siquiera, un despectivo: “ahí la tienes, si te la quieres follar ya te la he llenado de leche”. Y la risa de Marta. Visto y no visto. Darme la vuelta un segundo y Marta ya está desnudándose sin que él ni la mire. Y yo desde la puerta mirando a mi novia. Dormida profundamente. Desnuda. Encima de la cama, algo abierta de piernas. Y mi polla despertándose con una de esas irresistibles y vergonzosas erecciones.

No pude aguantarme. Tenía que penetrarla. Para colmo, la cama chirriaba. Y la voz del chulo putas ese… “Joder tía es verdad, el muy cabrón se la folla con el chocho usado. Que cerdo.” y las humillantes risas de Marta.

El intercambio de parejas empezó a ser habitual cada vez que nos veíamos. Lo del intercambio de parejas es por decir o llamarlo de alguna forma. Bueno no era exactamente así. Él se follaba a las dos y yo… a ver si lo sé decir o explicar. No era algo pactado. Él llegaba se follaba a mi novia o a la suya. Daba lo mismo. La que primero pillara. El caso era meterla y punto. Y la que quedaba libre pues para mí. Muchas noches él se follaba a una y yo a la otra, pero si él terminaba antes, o simplemente le apetecía cambiar de coño, no por nada, sino simplemente por humillarme, pues yo tenía que cederle el agujerito.

Eso las noches que no me mandaban a por cervezas y se cepillaba a las dos juntas. Porque los fines de semana que yo no podía ir, sabía perfectamente que dormían los tres juntos y que mi a novia se la pasaba por la piedra. Él, o alguno de sus amigos. Sí. Mi novia decía que un tío más o menos daba lo mismo. Y él simplemente decía a sus colegas que estaba disponible, que era una tía abierta. (Supongo que en privado les diría que era una puta, que te la podías follar tranquilamente, que lo de que tenía novio… pues que daba igual que su novio era un calzonazos y un cornudo.)

Hablé con Javier. Me lo confirmó. Marta andaba medio liada con un “elemento”. No le gustaba. No porque le hubiera quitado a su putita. Marta iba menos, pero seguía yendo de vez en cuando a su casa y se la seguí follando. No la gustaba el chaval. Le conté lo que Marta estaba haciendo, de alcahueta. Y Javier muy seco me dijo que cortara las alas a mi novia. Que lo pusiera fin o me iba a arrepentir. Todos los reproches fueron para mi novia. Ninguno para Marta. En vez de pensar en lo que me decía, fue lo primero que pensé.

Justo cuando me armé de valor para hablar con ella, el novio de Marta lo propuso. Tenía un conocido en las islas. Podía conseguirnos curre a todos. Fácil. Pagábamos el billete. Allí nos conseguía curre. Dormíamos en un camping. Y nos buscábamos la vida. A la aventura. Currar a media jornada y divertirnos, vivir el resto del día. Plan perfecto. Marta acababa de cumplir los 22. A mi novia la quedaban un par de meses. Las dos dijeron que sí. Yo no contaba, creo que ni me dejaron votar.

Y así fue. Llegamos, montamos la tienda de campaña alquilamos un coche entre los cuatro y a vivir.

Poco que decir. Fiesta, fiesta y por las noches, lo mismo que antes: él tipo se cepillaba a las dos. Pero ahora a mí me arrinconaba más. Estaba en su terreno. Y era verdad. Se movía como pez en el agua. Era su ambiente. Se desenvolvía como si llevara allí toda la vida. Y se aprovechaba de ello. Las tenía embobadas. Y a mi novia más follada que antes.

La de veces que le vi joderse a mi novia en la duchas del camping… o en la arena de la playa… Además, esas vacaciones, todos íbamos a playas nudistas. No porque fueran las mejores playas de España, no, sino solo porque a él le gustaba lucir a las dos jamonas que llevaba a su lado.

Tomábamos el sol. Nos bañábamos… Y por la tarde a las calas, a las zonas más apartadas. Y allí, el niño se dedicaba a presumir de tener a su lado a dos tías macizorras… de agarrarlas por las cinturas y sobarlas o acariciar las nalgas… y subir la mano y magrear las tetas a las dos al tiempo…

Discutí con ella. No, no eran ataques de celos, ni de cuernos como decía Marta burlándose de mí. Era otra cosa. Me ninguneaba, me ignoraba. Si vale lo de verla follar con otro ya hasta me parecía normal, pero es que pasaba olímpicamente de mí. Eso era lo que me dolía. Y yo no entendía por qué me hacía eso.

Y ella se burlaba. Y permitía que lo hiciera Marta. Y sobre todo permitía que él lo hiciera. Estábamos allí “por la cara”, gracias a que él las había conseguido el trabajo de gogós en la discoteca. Si, lo de bailar medio en pelotas en una discoteca la mitad de las noches con un mini tanga. A veces con las tetas al aire o completamente en pelotas pintarrajeadas con unos maquillajes súper horteras. Para mí no era excusa. Ni tenía por qué estarle agradecido. Pero ella no paraba de restregármelo por los morros.

Claro para ellas era fácil. Enseñar un poco de más y ya está… Mira bastaba con ver cómo se la comían los tíos. Allí mismo, en el chiringuito de la playa, haciendo top less, con esas tetazas al aire… Con el mini tanga…

La “discusión” fue vista y no vista. Ellas podían hacer lo que quisieran, tenían suficiente “encanto” como para conseguir curre o ligarse a un tío sin necesidad de enseñar las tetas. “Y cuando quieras te lo demuestro” dijo Marta presumida y falsamente herida en su orgullo.

De ahí al “¿qué te apuestas?, no hubo ni medio minuto. No dije nada, su novio respondió que vale que a ver si era verdad. Sin apostar ni un céntimo, solo por verlo.

Al día siguiente aparecieron en el chiringo de la playa con unos bañadores de cuerpo entero. Parecidos a los de natación. Dos chicas recataditas. Envueltas las piernas en las toallas, como si fueran unas faldas o un pareo. La verdad es que estaban guapísimas. Y los bañadores… Uff, casi eran peores que llevar las tetas al aire. Menuda figura las hacía… y los pezones destacando. El novio de Marta me hizo una apreciación que creo muy acertada…. “Esas dos putas se los han estado toqueteando”. Era la primera vez que las llamaba putas en ese tono. Y la primera vez que empecé a confirmar lo que le importaban.

Apenas maquilladas. Peinadas normalmente. Tímidas. Y se sentaron en una mesa. Había dos matrimonios. A por los tíos.

-. A que nos follamos a los papás, dijo Marta.

Me pareció excesivo. Una broma vale, pero si las mujeres les pillaban aquello podía desmadrarse… Las llamadas al sentido común no tuvieron éxito. Unas miraditas. Un acercarse cuando las mujeres se fueron al agua con los niños… Y una conversación rápida. Coqueteos ñoños y cursis. Falsas vergüenzas…

-. ¿Queréis tomar un Martini?. No un vermut no, un Martini, como los de James Bon. Yo os lo preparo… Martini, hielo, gotitas de limón y una buena dosis de ginebra.

Se acercaron a la barra del chiringo. Más ocultos de miradas indiscretas. Y empezó. La verdad, sí me excitó ver cómo las sobaban los culitos con disimulo. Cómo ellas apartan las manos de los “papás tocones”, para acabar cediendo y permitirles unos más que descarados sobeteos. Y poco a poco se van aproximando. Y ellas fingiendo estar afectados por los Martinis… -. Es que no bebemos… El de Marta metía la mano bajo la tela del bañador. Era gracioso ver moverse la tela haciendo la forma de la mano.

Las miradas de conquistadores triunfantes de los tíos… El dejarse agarrar por las cinturas, porque mareadas, por el alcohol, se pueden caer al suelo…

Y ya aprovechan para sentir sus pechos y restregarse un poco contra sus cuerpos. Algún beso. Martinis sin parar. Manoseos más o menos descarados.

Y si hubiera un sitio más tranquilo… Y ellas dicen que hay unas cabinas, unas casetas, donde se alquilan los vestuarios…y tiene las llaves de los suyos…

Claro, los papás, ven el cielo abierto… Y como quien no quiere la cosa, se van a las casetas. A las de detrás de los baños. Picaron el anzuelo. Ellas delante. Ellos detrás, disimulando y mirando para todos los lados por si aparecen sus mujeres.

Yo ya sabía el sitio y por donde mirar. Me lo dijo mi novia.

Una vez dentro de la caseta, fue impresionante ver cómo la morrea con ansia… cómo la saca las tetas por encima del reducidísimo escote del bañador tan ajustado. Y se las come con ansia, como si nunca hubiera visto ningunas.. Y mi novia fingiendo estar mareada, indefensa… dejándose besar, lamer el cuello, sobar el pecho que tiene fuera. De vez en cuando dejándose tocar el coñito. Y guiñándome un ojo cuando el otro no podía verla. No era la primera vez que la veía follar con otro claro, pero siempre me pone ver los preliminares, los juegos iniciales. Y no puedo negar que ver cómo el tío la va bajando su bañador hasta desnudarla entera me puso a mil.

-. La pobre niña… se nos marea… siéntate preciosa.

-. Es que no tengo costumbre… dice, y la polla tiesa y regordeta del papá queda a la altura de su boca.

-. Bésala…

Un besito y una risa tonta. Y otro besito y otra risita. Y mi novia fingiendo que no se ha comido nunca ningún rabo.

Y lo mejor de todo, el tío enseñando a mi novia a hacerle una mamada…. En cierto modo fue gracioso ver como se la come haciéndose la inexperta mientras las tetas la bailan al ritmo de los meneos de aprendiz.

-. ¿Me dejas tocarla? No es solo curiosidad, es que mi novio no me deja… me dice que no está bien que las tías toquemos esto…

Sublime. La interpretación de niña mojigata es excelente, se merece un Oscar a la mejor actriz. Como si fuera la primera polla que veía, la primera que tocaba, la manosea, la toquetea. Y el tío con unas caras de gusto que te mueres. La rodea con la mano y empieza a subir y bajar…

-. ¿Así os hacéis pajas los tíos? Pregunta con voz de estar algo mareada. El tipo pone cara de “esta tía es boba” pero no dice nada. Por supuesto que no. Qué va a decir.

-. Si, mira es así… la sujeta la mano y la va guiando, explicando cómo se masturba una polla. Y ella sonriendo y toda contenta preguntando con voz tontorrona ¿lo hago bien?.

El caballero ni puede ni contestar. Otra vez las caras de placer.

-. ¿Más rápido?

-. Si cariño… y más rápido.

Un guiño de ojo y un tirón hacia abajo. Casi le rompe el “frenillo”. El grito silenciado, el gesto de dolor, la cara de “te mato hija de puta” la rabia contenida y mi novia con cara de susto: ¿te he hecho daño? Perdóname, perdóname, dándole besitos en el capullo. Casi ni pude contener la risa.

-. ¿Puedo tocar esto de aquí abajo?... y toca y acaricia los cojones… y “sin querer”, los aprieta. Un gesto de dolor y un -. uhííí perdóname… y otros besitos y todo en calma de nuevo.

Su cara de resignación, y su voz cargada de paciencia…

-. Sigue, pero despacito…

Hasta que ya se conoce que no aguanta más.

-. Ven cariño… levanta…

Y mi novia, la ingenua niñita, se deja manejar. La desnuda del todo. Sin prisas. Ya sabe que puede hacer con ella lo que quiera. La coloca y se sienta él. Morreos, sobeteos por todo el cuerpo. Y veo como la mano se va internando entre los muslos. Y la respiración de mi niña se va acelerando. Se va relajando. La conozco. Esto ya no está siendo un juego. Está empezando a disfrutar. Y el tío la pasa sus dedos mojados por los labios y se los hace chupar. Saben a ti guarrilla… y como si fuera una polla se los come con ansia. Las caras. Los gestos han cambiado. Ahora el que controla el cotarro es él. Y ella está dejándose llevar. La gusta. No hay más que verla. No finge.

-. Así que tu novio no te deja hacer estas cositas… y un “no… no es que  no me deje… lo hacemos poco”… dijo susurrante. Y me vas  decir que no te folla bien verdad…

-. … házmelo tu…

-. Pues vamos a enseñar a ese niñato… le vamos a poner unos buenos cuernos, salta el tío, ¿verdad que si so puta? ¿Verdad que quieres un buen rabo?

-.Si… sigue…

Sus dedos debían estar haciendo maravillas. Mi novia estaba completamente entregada.

Se deja levantar.

-. Dala unos lametones bonita, que se moje bien… verás que bien te entra…

Mi novia dócil, se arrodilla y se mete la polla en la boca.

-.Aprendes rápido... Venga levanta.

Ella sola se la va clavando… despacio…

-. Es que la tienes muy grande y gordota…. Y me duele…

Y la muy mentirosa contándole y adulándole que ella apenas tiene experiencia, que solo lo ha hecho con su novio, que han reñido y por eso se ha venido con su amiga… y que solo con su novio, pero pocas de veces…. Vamos casi por estrenar.

Y el tío se vuelve loco y dale que te pego… y la otra fingiendo un orgasmo… y cuando él va a llegar, su ingenua suplica… “no lo hagas dentro podrías”…

Y el tío que se arranca por bulerías… ¡Toma puta!… Veo perfectamente como mi novia abre los ojos de par en par. Como con cara de susto. Toma aire y… ¡Se está corriendo!. Lo sé. No está disimulando. La está gustando. Sus gemiditos. Sus jadeos, esa forma de respirar entrecortada…

-. Y el cállate puta, que nos van a oír.

Y le sujeta la cara. Mirándole sorprendida la oigo perfectamente cómo le dice: “Me voy a correr”. Como si eso fuera imposible. “Ya lo sé zorra”, se limita a decir el tío y se agarra a él con fuerza. Los ojos en blanco. La boca entreabierta, esos gritos contenidos… Y su aviso, “te voy a preñar so zorra, te voy a echar toda la corrida dentro del chumino”…

Cuando terminó, la dejó allí sentada, resoplando, cansada.

Ya no le importa si está o no mareada… le da igual todo. Se ha corrido y le entran ahora las prisas y se tiene que ir… Lógico a ver si su mujer le va a echar en falta… Pero lo más increíble… la deja su teléfono en un papel….

-. Cuando quieras ponerle más cuernos a tu novio me llamas.

Mi novia como atontada asiente con la cabeza. Prepotente se agarra el paquete y la dice: toma despídete, y dócil se mete la polla que la acaba de follar en la boca.

-.Límpiala bien… muy bien… eso es… menudo pedazo de puta estás hecha la dice.

Ni se inmuta. Solo lame su polla.

Un besito de despedida. Sonríe y se marcha. Sin mirarme siquiera me hace un gesto con la mano para que entre. Me cruzo con el papá.

Allí sique. Sentada, con las piernas abiertas, con el coño rezumando semen.

-. Joder…ese tío me ha dejado… no hacer falta que siga.

Mi polla está a tope. Sonríe con malicia.

-. Ven aquí anda ven aquí… No me deja tocarla. Solo mirar su coño irritado por el que fluye el semen del papaíto… Agarra mi polla y comienza a masajearla. Sabe que no tardaré en vaciarme.

Cuando volvemos a vernos en el camping Marta cuenta su aventura. Naturalmente las dos han ganado la apuesta. Las dos se han llevado a un papá  al huerto.  Risas.. Marta nos contó que el suyo fue muy rápido. Más pendiente de si venía la mujer que de otra cosa. Mi novia no, mi novia estaba muy satisfecha. La había follado muy bien. Se la había trabajado a conciencia. Si, la había sobado como “dios manda”, la había follado con ansia… con fuerza, llamándola puta cada dos por tres… Y lo mejor de todo, la había llenado bien lleno el coño. Menuda corrida… Pregúntale a este, que lo estuvo viendo todo, la dijo a Marta… luego entró y me encontró con el coño lleno y al rojo vivo… dos meneítos y pajilla.

Marta se rio. El novio volvió a mirarme con su típico gesto despectivo, de perdonavidas. Se limitó a decir entre dientes algo así como serás cornudo…

Pero es que ahí no terminaba la cosa… Se había vuelto a encontrar con él, justo antes de volver al campin. Al montar en los coches.

Se saludaron… -.Hombre que casualidad… . Miró hacia los lados con disimulo. Ven que tengo aquí el coche… y mira que quiero decirte una cosa… y se subió.

Un morreo. Un buen sobeteo en las tetas por encima el bañador. Y ya no hubo disimulo. Ni jueguecitos de calentamiento. Directamente al asunto.

El risss de la cremallera.

-. Mira, mira bonita…. Y me enseña su polla. Toda tiesa. Dura como un poste…. Me hablaba como si fuera una niñita pequeña, con ese tono de voz suave, tranquilo…

Otra vez a morrearme. Coge mi mano y me la acerca a sus cojones.

Están llenitos de zumo para ti… Acarícialos… pero despacito preciosa.

Me saca las tetas del bañador y me sujeta por la nuca. Abajo. Y me empuja…

-. Agáchate preciosa… agáchate… eso es bonita…

Me la restriega por los labios hasta que abro la boca. Y otra vez a decirme bobaditas con ese tono de voz.

-. Sigue tocando las bolitas cariño… lo haces muy bien… Anda bonita... Si… Muy bien bonita… Sigue así chiquitina… Lo haces muy bien preciosa…. Te vas a ganar un premio mi amor… Si… te vas a beber un zumito…. Vamos cariñín… Vas a ser buena y te lo vas a beber todo… Eso es tesoro… bébetelo todo…

Y… Zas… una súper corrida en la boca. Me sujetó con fuerza y apretó para que no levantara la cabeza, aunque pude mirar de reojo. Ni un solo ruidito. Solo los míos. El tío tenía cara de póker, como si no fuera con él la cosa y se estaba corriendo a chorros. Menuda corrida. Creo que fue más bestia que la que me echó del coño.

Me la hizo exprimir a tope. Hasta que no me tragué la última gota y se desinfló del todo no dejó de sujetarme la cabeza.

Se la miró. Sonrió y se colocó tan campante. Y sin comerlo ni beberlo me colocó las tetas y me veo con un billete en medio del escote.

-. Para que te tomes unas cañas…

Y me bajó del coche.

Flipé. Con el sabor de la corrida aun en mi boda le vi marcharse. El premio no era “el zumito”… era la propina… Asique… Ya sabéis quien invita… dijo mi novia sonriendo.

Aceptar el dinero. Eso era tanto como prostituirse. En ese momento si me pinchan no sacan ni una gota de sangre. Pero ella lo negó tan ricamente. No había dicho nada. Fue él el que de improviso se lo metió en el escote. No la dio tiempo a decir que si, ni que no. ¿Qué iba a hacer, tirarlo al suelo?.

-. Vamos a ver, dije, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, le haces una mamada a un tío y te da un billete, eso es lo que hacen las putas.

Ni caso, ni inmutarse. Repitió otra vez los mismos argumentos y se quedó tan campante.

El novio de Marta me miró con cara de cínico, diciendo en voz alta algo así como “tío te pasas, solo era una apuesta, y la has llamado puta descaradamente”. Manta sonriendo con sarcasmo le dio a razón con la cabeza.

Fue acabar las cervezas y ver cómo el novio de Marta la agarraba por la muñeca. Ven aquí “puta”, dijo con recochineo, te voy a follar yo un poco. Mi novia dio un último trago y sonrió.

Luego te veo, me dijo mirándome con cara de cabreo y se fue tan campante. Marta seguía tan tranquila en la mesa. Como si no fuera su chico el que acababa de llamar puta a mi chica y se la estaba llevando para meterla la polla. Cuando terminó la cerveza se levantó y ni me dijo adiós. Me quedé allí solo. Plantado como un idiota. Hasta que decidí volver a la tienda. Obviamente Marta no me dejó ni arrimarme a ella.

No volvimos a verles hasta el día siguiente a la hora de desayunar. Ni sé ni me quiso contar dónde y con quien pasó la noche.

Lo malo es que el novio de Marta se quedó con lo de “agacharse”… y… anda que no hizo agacharse a mi novia. En cualquier sitio. Era estar en la toalla y decirla: “ven aquí, agáchate bonita” y ver como su polla se hundía en la boca de mi chica.

Decía que se le ponía tiesa y le daba vergüenza. Mi novia sonriendo decía que era “para aliviarle y que no fuera al agua empalmado”. Increíble, no le daba vergüenza follarse a una tía (habitualmente mi novia) como una puta en la playa delante de todos, bueno lo de follarla era lo más suave, lo habitual era hacerla que se tragarse su polla, pero ya ves, al niño le daba vergüenza que le vieran con el pito tieso…. Exhibirla no, y sobarla menos.

Se lo dije claro. ¿Pero no te das cuenta que eso es una payasada, que le da igual que le vean con la polla dura, que lo que quiere es follarte y humillarme? Y ella sonreía, como diciéndome que sí, que había tardado tiempo en darme cuenta…  Y me calmaba con el habitual “no seas tonto”, que a quien quiero es a ti, y me acariciaba… y premio: un buen polvete. Mimosona. O muy guarra, según viera ella mi estado de enfado. Luego pues claro. Aquí no ha pasado nada, borrón y cuenta nueva y a empezar de nuevo. Lo que tocara.

Insistí. Y un día ya fue descarado.

-.Te la estás ganando con tantos celos, dijo mi novia. Me estás cabreando…A lo mejor hay que darte una lección.

Esa tarde, en la playa no se separó de él. Parecía su pareja. Morreo. Toqueteo. Todo el tiempo. A mí no me dejó ni acercarme. Al atardecer recogimos para irnos y nos vestimos. Ellas no se vistieron, solo se pusieron una camiseta. Debajo nada. Como hacían muchos días. En un momento, ella le cogió de la mano y se le llevó al “rinconcito”. (Donde solían ir las parejas a follar. Un poco apartado pero lleno de mirones).

Había otra pareja dándole al asunto. No pusieron buena cara, pero mi novia dijo algo así como ¿os importa? Sin esperar respuesta extendió la toalla y se le abrazó con los brazos por encima del cuello. Al hacerlo se la levantó la camiseta. Medio culito al aire. Dejo que la sobara un poco y él la quitó la camiseta. Ya he dicho que debajo no llevaba nada. Impresionante. Una cosa es verla desnuda y otra ver cómo se desnuda. Y si la desnuda su pareja aun es más morboso. Adivinas lo que la va a hacer. Lo que va a pasar.

Un buen morreo. Era ella quien llevaba la iniciativa.

Se dejó poner a cuatro patas, con las tetas moviéndose de un lado a otro como el badajo de una campana. Sabía que esa postura me ponía a mil por hora. Era la postura de “la vaca”, si, porque tenía las ubres colgando, decían Marta y ella riendo. Y él, pobre víctima, qué podía hacer. Pues comenzar a calzársela. Delante de los otros. Y de cualquiera claro. A él no le importaba, y ella quería darme en los morros.

Visto y no visto. Se formó rápidamente un pequeño corrillo de mirones. Entre los cuales estábamos Marta y yo. Aunque Marta, aleccionada por su prima, también quería darme una lección. Me tocó, me excitó y cuando me tenía a punto…

-. Cornudito, tú a pajearte, me dijo, como esos de ahí.  Y la muy guarra se lía con otro tío y se pone a follar a unos metros de mi novia. Eso sí, detrás de unos arbustos. Varias parejas hicieron lo mismo.

Y obedecí incapaz de resistirme. Sin quererlo, me junté al grupito de salidos mirones que se la meneaban mirando cómo se cepillaban a mi novia. No podía apartar la mirada. No era la primera vez que veía como se la follaban, pero ese día había algo nuevo. Sentí como que había bajado un escalón más. Y de nuevo esa extraña y terrible sensación se apoderó de mí. Y me quedé quieto allí mirando. Bueno quieto no, porque no paraba de cascármela.

No puedo negarlo, fue fascinante oír como gemía… Cómo se la meneaban las tetas, como el hijo de puta la empujó la cabeza aplastándola contra el suelo. Una especie de tobogán. De ángulo recto, con el culo hacia arriba. Y él la saca. Parsimonioso la acerca a su agujero. Coloca la punta y empuja. Un chillido. Nada de teatro. Chilló de verdad. Desde atrás se veía perfectamente cómo entraba la polla, como los cojones la rebotaban en sus labios, y como la empujaba logrando penetraciones muy profundas.

Y ella gimiendo y gritando que la gustaba, que siguiera… Vi como una de sus manos desaparecía. Volvió a aparecer entre sus piernas. Se estaba acariciando el clítoris. Menudo espectáculo. Toda la peña mirando a su alrededor y meneándosela. 

Cuando llegó, va el tío y la saca. Chulo prepotente se acerca y se pega a sus nalgas. Se la menea. El semen sale disparado. Toda la corrida por la espalda. Y uno de los mirones ni corto ni perezoso se acerca. Se la está meneando a toda velocidad. Él asiente con la cabeza, más que dándole permiso, invitándole. Y el fisgón va y hace lo mismo. Toda la lefa en el cuerpo de mi novia. La rodean varios. Otro la agarra del pelo se le enrosca en la mano y la levanta. Con la otra mano se sujeta la polla apuntándola. La ducha va directa a la cara. Cerró los ojos e intentó apartar la cara. Tiró con fuerza de su coleta y evitó que la apartara. Algo fue a caer en sus pechos. Cuando terminó la soltó el pelo y se apartó.

Pero eso no fue lo alucinante. Es que otro se acercó. Pensé que venía otra ducha, pero me equivoqué. Ese más atrevido, la empujó y la colocó como antes. Si en la misma postura. Sin más, va y se la mete. Zas. Y mi novia se limitó a gemir de gusto. Y un sigue… Mimoso… Lascivo… Y mirándome con esa cara de mala uva, todo el rostro manchado de semen.

Lo repitió… -.”Sigue… sigue metiéndomela”…

Cerró los ojos. La boca entreabierta, con un rictus de placer indescriptible… Gimiendo cada vez que la empujaban… Otro se la acerca… se arrodilla frente a ella y veo como la apunta. Dirige perfectamente la corrida. Ni se inmuta. Ya no aparta la cara. Lasciva, saca la punta de su lengua. Se moja los labios. Se relame… Justo cuando empieza, el de atrás para de follársela y se acerca a toda velocidad. Un chorro por cada lado. Creo que fui el único que no se corrió encima de ella. No me dejaron.

No quise volver al camping con ellos. Me fui a tomar cervezas. A emborracharme si podía, a pasear solo por la playa... Cada vez que lo recordaba se me ponía como una piedra. Una tía borracha, bastante gorda y fea pagó el pato. A cuatro patitas, en la postura de la vaca. Me la follé con ansia, con ganas, como se follaron a mi novia. Y me corrí de gusto en su coño.

Por la mañana les encontré dormidos. Todo normal. Ni se comentó lo del día anterior. Aquí no ha pasado nada. Pero si había pasado. Al menos para mí. Y para ella claro, porque ahora se la notaba que actuaba más segura, más decidida. Sabía perfectamente que había marcado su territorio. O tragaba o… para casa. Y yo no tenía valor para dejarla. Estaba súper colgado por ella.

Cada día me sentía peor. Más de una noche, en medio de ese concierto de jadeos me dieron ganas de coger mis cosas y marcharme… todo el camping me miraba o esa sensación tenía yo. El cornudito. Como me llamaba Marta de vez en cuando. Y mi novia no hacia ni decía nada.

Ella era partidaria de la liberación, de hacer con su cuerpo lo que le daba la gana... a mí me quería no paraba de repetírmelo y yo sinceramente lo creo pero la gustaba hacerlo, la gustaba joder con otros tíos. Y restregármelo por las narices. Por lo demás pues un pequeño defecto tenía que tener me dice, si no, sería la novia perfecta, te aburrirías de mí.

Estaba deseando que se terminaran las putas vacaciones.

Una tarde cogieron el coche los tres. A mí me dejaron en el camping. Volvieron casi por la noche. Venía oliendo a alcohol y con la ropa interior en la bolsa de la playa. Naturalmente bien follada. Antes de que dijera nada ya se encargó Marta de pregonarlo. Esa noche, antes de ir a la discoteca a currar me lo contó. La habían propuesto ir a una fiesta privada, una sesión especial. Era bailar completamente desnudas, pintadas y maquilladas por todo el cuerpo y las caras por supuesto, parecido a lo que hacían pero sin lo de abajo y solo para unos tipos. En la misma discoteca, en la sala VIP.

Y se lio. Discutimos.

-. ¡Estás celoso!

La llamé puta. Sabía perfectamente que pagarían muy bien pero que también habría toqueteos y puede que algo más.

-. Te estás vendiendo so puta, te prostituyes.

Menuda bofetada.

-. Cobro por desnudarme y que me vean. Lo hago porque hay hijos de puta babosos que pagan por ver a una mujer desnuda. Y entérate de una vez, follo con quien quiero y cuando quiero. Lo hago porque me apetece, porque me da la gana…

Segunda bofetada. 

-. …¡y que sea la última vez en tu vida que me llamas puta!... me lo llamaste cuando lo del papito, y no hice nada, pero se acabó. No te vuelvo a pasar ni una. Por cierto el baile es mañana… ¡y voy a ir!

Me volví furioso a la tienda. Fuera de mí cogí la mochila de ese cabronazo y la tiré al fondo de la tienda. Unas papelinas blancas se cayeron de un bolso. Bolsitas. Pastillas. Ya sabía lo que era aquello. Ahora entendía muchas cosas. Los contactos en la isla. Los trabajitos en las discotecas. Normal que se conociera a todos. Era un puto camello.

Me puse a fisgar en sus cosas. Sí. Confirmado a lo que se dedicaba.

A la mañana siguiente desperté a mi novia. Estaba resacosa. Agotada. Toda la noche bailando me dijo. Y una mierda. Había dormido desnuda, como casi siempre, y con las piernas algo separadas, tenía el coño enrojecido. A esta se la han estado follando toda la noche pensé.

La hice espabilar y la dije que tenía que hablar muy seriamente con ella. Otra vez lo de los celos no… No, no es eso… mira: y la enseñé las papelinas.

La discusión fue muy corta. Breve. No tenía valor para dejar a mi novia por ponerme cuernos. Pero si lo dije muy claro. No quiero estar con una puta jonki. Acabarás con problemas, la dije. Era la frase de Javier.

Regresé solo en el avión.

Una semana más tarde me llamó por teléfono:

-. ¿Puedes venir a buscarme? Mi vuelo llega a las 4. Tenías razón. Sí. Tenías razón en todo, en lo de las papelinas y en lo de la sala VIP. Si, además de bailar tenías que hacértelo con ellos. No. Marta se queda. No, ya sabes cómo es Marta y si hay dinero de por medio más todavía.

Me dio la razón pero no me contó si al final se la habían follado por dinero o  no. Deduje que sí, Curioso. Por primera vez en la vida me daba la razón al cien por cien, y no solo había discutido con Marta sino que además estaba en desacuerdo con lo que ella hacía. Debí aprovechar ese momento y hacer que se apartara de Marta. A lo mejor todo volvía a ser como antes. No lo hice. No supe aprovechar el momento.

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