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Cornudo sin caracter. 2

en Hetero: Infidelidad

CORNUDO SIN CARÁCTER 2

 

LA PRIMERA NOCHE DE MARTA CON MI NOVIA.

 

Una noche, Marta le contó a mi novia el “incidente” del centro comercial. Se lo contó como si fuera el gran secreto de su vida. La verdad es que era bastante fuerte. Y confesó que la había excitado la “aventura”.

Yo no sé si creérmelo o no. Como fantasía sexual me pareció fantástica, pero… Dudo mucho que eso pasara de verdad. Ni remotamente. A lo mejor, exagerando el tema, lo de meterla en el cuarto y hacerla devolver todo, si fue verdad, pero no lo demás. Tal vez algún guarda de seguridad la cacheara, pero si la cachearon, seguro que fue una mujer. Luego lo demás, pues imaginación. Pero mi novia dijo que lo había dicho Marta y punto. De su prima no dudaba. Todo lo que decía era cierto. ¿Para qué o porqué inventarse una historia así?

Bueno,  el caso es que esa misma noche, en la cama, mi novia se imaginó en la habitación, en la garita de los guardas, como quiso llamar a aquella sala. Y en vez de Marta, se imaginó que la chica desnuda era ella. Y luego se imaginó a Marta desnuda con las manos sobre la cabeza mientras los guardas aprovechaban el cacheo para tocar sus pechos. Las imágenes se mezclaban. Se superponían. Se excitaba pensando que era ella, pero también se excitaba imaginado a su prima desnuda en manos de otros. Y se dio cuenta de que el cuerpo de Marta despertaba en ella ciertas sensaciones. Y no solo era curiosidad por saber qué se sentía al tocar los pechos de otra mujer. O jugar con “lo de abajo”. Había algo más. Y ese algo más, mezclado con las sórdidas escenas que estaba imaginando, hacía que su mano se moviera cada vez más y más, que su cuerpo se agitara en la cama, que respirara un poquito más fuerte…

Ni se había dado cuenta de que su prima estaba en la puerta. Si, bajo las sábanas y a oscuras, pero era evidente lo que estaba haciendo. Marta la estaba viendo tocarse. Su cara no mentía.

No la dijo nada. Simplemente se metió en la cama con ella. Esa fue su primera noche.

Tras la sorpresa inicial vinieron las negativas. Con el “anda, no lo niegues, que te he visto… serás putita”… Empezó a tocarla. En un primer momento mi novia la detuvo. Pero Marta era mucha Marta y la sabía convencer y engatusar. Sobre todo con su labia. La perorata de Marta y sus caricias fueron surtiendo efecto.

-. “Que esto es normal entre chicas, que se hace mucho, que no significa que seas lesbiana, ni que no quieras a tu novio, que no pasa nada y además mira, probamos, y si no te gusta… pues mira lo dejamos y ya está… Venga no seas tonta, que sé que tienes ganas… que no pasa nada, si yo también me toco alguna noche… Y el toque final… Mira, si quieres tócame tú, verás que no pasa nada”… Y Muy hábilmente la cogió la mano y se la llevó a su entrepierna.

Con timidez mi novia empezó a tocar el chochito de Marta. No la sorprendió encontrarla desnuda. Tampoco que estuviera mojado. Ella también lo estaba.

Mi novia decía que no. Pero lo decía con la boca pequeña mientras Marta jugaba con esas suaves caricias en sus pechos y guiaba la mano de mi novia. En esas zonas que tanto la gustan. La embelesaba esa especial suavidad, el saber tocar ahí abajo, sus besos. Lógicamente Marta sabía dónde y cómo tocar. Al fin y al cabo era un cuerpo como el suyo. Y claro mi novia, pues no la mandó parar.

¿En qué pensabas cuando te tocabas? Preguntó Marta. Mi novia no contestó. Marta no insistió. Aunque se lo imaginaba. Siguió con esas especiales caricias. Era cuestión de tiempo. La conocía muy bien. Y un besito. Y los dedos que se internan entre los labios. Y no necesitó mucho más.

Sí, mi novia terminó por contestar. Jadeando la preguntó: -.”Marta de verdad te gustó... -casi ni se atrevía a decirlo- si, lo de los vigilantes”… Y Marta entendió a la primera. La conocía muy bien. Y respondió que sí, que la gustó.

De nuevo se lo fue contando sin dejar de tocarla, pero ahora se lo contaba con todo lujo de detalles, incluso los más morbosos.

Sus gestos, su respiración, las reacciones del cuerpo de mi novia la iban indicando si la estaba gustando, cómo y por donde seguir, cuándo dar un respiro o aumentar el tono del relato o de las caricias… Y así hasta que consiguió que su prima se corriera como una loca.

-. La verdad, me gustó mucho, me dijo mi novia cuando me lo contó, las sensaciones fueron… “raras”, distintas, diferentes… pero me gustó.

Cuando se recuperó del orgasmo, estuvieron hablando un buen rato. Estaba alteradísima. Su “primera tortilla” Que si una nueva experiencia, que si la había gustado, que si había sido tan distinto, que patatín, que si patatán… Hasta que el sueño las pudo. Un dulce beso en la boca y un “me debes una”, dijo Marta.

A la mañana siguiente, la tía Carmen se fue al trabajo dando el habitual portazo para despertarlas. Marta se metió en el baño cuando estaba preparando el agua. No dijo nada. Dejó que la mirara mientras se duchaba. Al terminar se envolvió en la toalla pero Marta se la quitó. Se peinó con las tetas al aire y Marta se acercó desde detrás,.

Marta la quitó el cepillo y suavemente empezó a peinarla haciéndola notar sus tetas en la espalda. S fue acercando más. Terminó acariciándola y restregando su peludo pubis contra las nalgas. (Eso lo probaría yo, debía ser su especialidad). Quiero que veas las caras que pones, la susurró mientras la masturbaba frente al espejo acariciando sus pechos desde atrás.

El juego fue relajante. Curioso. No fue un orgasmo espectacular, pero sí muy morboso. Sobre todo porque podía ver cómo los dedos de Marta jugaban con su coñito. O estiraban o retorcían sus pezones.

Esa noche, ninguna se puso el pijama. Sabían lo que iba a pasar. Y terminó pasando claro. Aunque esta vez la que tuvo que contar cositas al oído mientras jugaba entre las piernas de su prima fue mi novia. Supongo que la contaría alguna de nuestras aventuras.

No sé cuántas noches “especiales” hubo ese verano, doy por sentado que muchas. Eso sí, sé que una de las mejores, y de la que más consecuencias tuvo, fue la del día fueron a una playa.

No era la suya, la de su pueblo claro. Por si alguien reconocía a Marta. Fueron a otra que tenía fama de ser un poco más atrevida, vamos que no era la típica playa donde iban las familias con niños. Nada más llegar, se quitaron el sujetador. Habían ido a hacer top les y a mirar a los tíos. Lo habían hablado por la noche mientras se acariciaban. Si los chicos iban a la playa “a ver tetas”, ¿por qué ellas no iban a poder ir a ver culos o pollas?. Dicho así resulta completamente lógico. Y si me apuras hasta justo.

Pasaron así la mañana. Mirando y mirando. Riéndose y haciendo comentarios entre ellas. Dándose un atracón visual de muy señor mío. Y permitiendo que los chicos se lo dieran a su costa claro. Sobre todo cuando se daban crema una a la otra. Casi se mueren de risa cuando Marta la extendió la crema por las tetas y al que estaba cerca, se le puso tan tiesa que se tuvo que ir al mar a darse un bañito. “Alguna ventaja tenemos que tener las tías ¿no?, dijo mi novia. Porque ella estaba con el coñito chorreando, “pero no se nos nota”.

Luego fueron ellas a refrescase al agua y riendo se quitaron lo de abajo. Nadie las veía, pero ellas sabían que estaban completamente desnudas. Y era suficiente. La sensación “era maravillosa”. Y como nadie las veía… o eso pensaban ellas, pues algún sobeteo que otro se dieron. Y algún morreo. Y por supuesto, un muy pero que muy intenso repaso al coñito.

Si ya estaban algo calientes, lo del baño en vez de enfriarlas, las terminó de encender.

Se habían tocado entre ellas. En la arena al darse la crema, pero sobre todo dentro del agua. Se habían atrevido a quitarse el bikini y a tomar el sol. Y se lanzaron más. Y más. Y se picaron la una a la otra. Cogieron las toallas y fueron a las piedras, a la zona más alejada, donde se hacía “el nudismo”.

Terminaron completamente desnudas paseando de un lado a otro. Sabiendo que las miraban. Claro, lo mismo que ellas miraban a los chicos. Sobre todo a sus pollas… Por supuesto con las gafas de sol puestas, para que no se notara tanto. Y como no, también cuchichearon. “Ese me le pido yo. A ese me le follaba siete veces”… Y risas y carcajadas…

Marta fue la más valiente. “Joder no aguanto más. Vigila, dijo. Disimuladamente comenzó a tocarse el coñito. Un pequeño orgasmo la sacudió. Pero fue peor. En vez de calmarla la excitó más aún.

Llegaron a casa “descosidas”. Había que quitarse la arena y la sal de la playa. A la ducha. En cuanto la tía Carmen se fue, nada más oír cerrar la puerta, directas al ataque. Lo deseaban desde que se vieron desnudas en la playa. Lo necesitaban. Primer round. Primera confesión. “Si se me acerca alguno, me abro de piernas”. Dijo Marta. “Y yo también” dijo mi novia mientras se masturbaban bajo el agua de la ducha.

Marta siguió preguntando. Era el momento justo. Preciso. Ese instante que precede a los orgasmos. Cuando se pierde la voluntad y el control y si eres hábil puedes conseguir lo que sea.

-. ¿En serio? ¿Te dejarías follar por un desconocido? ¿Te atreves?, ¿Quieres hacerlo?..

Mi novia estaba que se derretía. Casi ni podía respirar. Y Marta volvió al ataque.

-. ¿Te acuerdas del moreno de la playa?... Menudo aparato le colgaba… Y no dejaba de mirarte las tetas… Teníamos que habérnoslo follado… habernos ido detrás de las piedras y…

-. Marta… ¿tú lo has hecho?...

-. En esa playa no pero en otra que me sé… Si quieres te llevo… Es fácil… ponemos las toallas… Nos quitamos lo de arriba… o vamos sin ello… Un poco de crema… Un par de miradas y esperamos…

-. No te decía eso… te decía si lo habías hecho con una buena polla…

Marta se rio. “Claro que si”…

-. Sigue…

Marta no sabía si el “sigue” se refería a contar cómo se lo harían en la playa o a que no parara o a lo de la polla gorda... De cualquier forma, fue lo último que dijo mi novia. Luego ya no pudo hablar más. El orgasmo fue brutal.

Mientras recogían las toallas y los bañadores, Marta volvió a sacar el tema de la playa. Se moría de ganas por ver a como se follaban a mi novia.

-.¿Llevamos esto o lo directamente lo dejamos aquí? Dijo enseñando a mi novia el sujetador del bikini.

Mi novia dudó.

-. No sé… me daría vergüenza… la contestó.

-. ¿te daría vergüenza el ir a la playa a?… ¿No te atreves? ¿te arrepientes?

-. No… es que … me vas a ver…

-.¿Ahora te va a dar vergüenza hacerlo conmigo delante, que te vea?

-. No sé… es que me da un poco de “palo” hacerlo delante de ti… “ese” –osea yo, su novio- dice que soy un poco guarra follando… que soy muy escandalosa…

Marta se volvió riendo y la abrazó con fuerza. Una mano en el culete. La otra apretando uno de sus pechos.  

-.¿Guarra follando?, tú lo que eres es una auténtica puta, dijo Marta. No la dejó contestar. La empujó hasta la pared. Un morreo que fue bajando por el cuello... los pechos… el abdomen… hasta llegar a su coñito.

Mi novia tenía ladeada la cabeza. Los ojos cerrados. Jadeaba. La boca entreabierta. Los pezones de punta… Su cara era la de la entrega total. Marta supo que había ganado.

No se vistieron en todo el día.

Esa noche mientras Marta la acariciaba ahí abajo, osea el coñito, recordaban lo de la playa. Hablaban de lo que habían hecho y lo que pensaban hacer al día siguiente. Mi novia confesó que la gustaban las pollas grandes, bueno no era así exactamente, es que la gustaría probar a hacerlo con un pene más grande de lo habitual… Volvió a preguntarla si había probado a hacerlo con una polla… “ya sabes”…, y Marta riendo, volvió a repetir que si… Además había estado bien… muy bien. Mi novia quería probarlo. La “picaba” la curiosidad por saber qué se sentía, si sería diferente… Incluso había experimentado metiéndose cositas. Cada vez más gruesas y la había gustado. La contó que en el súper, el del autoservicio, se la ocurrió. Lo típico: una bolsa de zanahorias y fue escogiendo las de diversos calibres. Las lavó y esa misma noche, fue probando tamaños.

Marta se partía de risa. “Ven anda ven… espera”… El grueso mango de un cepillo se puso en acción. A mi novia la gustó. Mucho más, muchísimo más que con las zanahorias, sobre todo porque antes, para “humedecerla un poco” Marta la había lamido su coñito, y eso de sentir una lengua de mujer en sus partes la puso como loca.

Sin sacarla el cepillo del coñito, moviéndolo muy despacito, para que se relajara… Marta la contó de nuevo lo de los almacenes y cómo terminó aquello. ¿De verdad el enano cabrón –mote que habían puesto a uno de los vigilantes- la tenía tan gorda?, dijo mi novia. Marta nunca había hablado de que fuera ni gorda ni grande, solo que estaba muy dura pero ahora ya sabía otro punto débil de mi novia. Y empezó a explotarlo. -. Uffff no te imaginas… tener en la mano esa súper morcilla… pensar que en cualquier momento me iba a reventar el coñito con ella… menudo pollón tenía ese enano, dijo Marta juntando los dedos de las manos haciendo un círculo que simulaba el diámetro del pene…

-. Serás exagerada…

Y entre risas, sin dejar de mover el cepillo, la volvió a preguntar si se atrevería a hacérselo con otro tío que no fuera yo (su novio). Y la respuesta fue la misma: sí. Pero esta vez fue un poco más allá. Estaba “desatada”, desinhibida, necesitada de sexo.

-. “Marta… Me vuelves loca… Pero necesito un tío que me folle…. como sigas así voy a tener que vestirme y bajar a buscar a un cabronazo que me la meta”…  dijo mi novia casi rozando el orgasmo.

Marta sonrió. Susurrando al oído, como el demonio de las tentaciones, se lo insinuó…

-.”Anda… mala puta… No hace falta que te vistas… si quieres llamo a unos amiguetes… son unos salidos que te mueres… esos por un polvo se nos plantan aquí en cinco minutos”…

Mi novia abrió los ojos de par en par. Y con las dos manos sujetó la mano de Marta. “Me he pasado pensó”. Pero Marta se equivocó. Mi novia comenzó a  correrse a lo bestia. Se retorcía. Gemía como una loca. Jadeaba, respiraba aceleradamente o se detenía tomando aire a bocanadas…

-.” Llámalos por favor… pero no pares… diles que vengan… que nos follen… que me la metan… que…que me hagan lo que quieran”…

El orgasmo fue espectacular. Agotada sobre la cama. Respirando a bocanadas. Cansada. Rendida. Con el coñito abierto. Los brazos separados del cuerpo “para no darse calor”. Marta la hizo una foto con el móvil. “De recuerdo”.

Marta esa noche no llamó a ningún “amiguete” para que se follara a mi novia, calculó que su madre podría volver en una media hora, pero si la habló de Javier, “El Viejo”, y cuando volvió a su cama, sin que ella se enterara, le mandó la foto. En ese momento oyó el ruido de la cerradura.

Se hizo la dormida.

Continuará.

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