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Spin Off: Tercera Parte

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Spin off: Tercera parte.

Mis problemas empezaron al cabo de unos días. Vino el amo a la finca sin avisar, daba unos gritos terribles, estaba furioso. Yo procuré seguir a lo mío evitando como siempre el no meterme en problemas, pero mi intuición me indicaba que era algo relacionado con trece. No tardé mucho tiempo en enterarme, la gobernanta me dijo que le acompañara con el gesto muy serio, más de lo normal. Mi cara se desencajó cuando me acompañó hasta la puerta que en su día mi cicerone, me dijo que mejor no supiera lo que ocultaba. Entre en ella, cuando un golpe seco me tiró al suelo dejándome sin sentido. Cuando recobré el sentido, estaba desnuda y suspendida en el aire con un entramado de cuerdas que recorrían todo mi cuerpo, entonces una luz se encendió, la sala parecía más bien un quirófano, el pánico en mis ojos era algo más que evidente. Entonces el amo hablo.

-        Doce, tu amiga Trece y tú, habéis quebrantado la única norma por la que no perdono ni perdonaré. Os habéis reído de mí, habéis abusado de mi confianza y ella ha escapado y lo peor de todo, tú lo sabías todo y no lo hiciste saber.

-        No amo, se lo juro yo no sé nada, lo único que me dijo es que le había vendido a un amo joven y muy guapo.

-        Calla, nadie te ha dicho que hables, dijo la gobernanta mientras me daba un latigazo en la espalda haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

-        Ahora dime, dijo el amo, ¿qué sabes de todo esto?, aún estás a tiempo.

-        Se lo juro, no sé más que de lo que le he dicho antes.

-        Mientes, dijo el amo con voz severa, contesta, antes de que pierda la paciencia.

-        No, es la verdad, yo no sé nada.

-        Gobernanta, haz lo que tengas que hacer, pero esta zorra ingrata tiene que confesar.

-        Así será amo. Déjelo a mi cargo.

-        Eso espero, ahora he de irme.

-        Muy bien, ahí te quería ver yo puta, ¿qué pensabas que ibas a quitarme el puesto?, ¿dónde está tu amiga ahora?….¿crees que te va ayudar?, contesta.

-        Gobernanta, no sé lo que ha pasado, se lo juro, no sé por qué estoy aquí.

-        No mientas…tú lo sabías, sabías que se iba a escapar con el cabrón del niño que se la ha llevado y has hecho que el amo esté sometido a un chantaje.

-        No, no lo sé, no sabía nada.

No me dejó hablar más, me amordazó para que no se oyeran los gritos, primero comenzó a dame fustazos por todo mi cuerpo, para acto seguido quitarme la mordaza, para volver a preguntarme, pero era cierto, yo no sabía nada. Pero la gobernanta no se daba por vencida, cogió unas agujas largas y finas, para atravesarme los pezones. No podía gritar porque estaba amordazada, pero lloré como no lo había hecho en la vida, pero la cosa no quedaba en eso, sino que cogió una especie de pizas metálicas unidas a una cadena con unas pesas al final y las acopló a mis labios vaginales, para tirar de ellos con fuerza. Volvió con  la misma pregunta, pero yo no sabía nada de lo que me decían, luego cambió la fusta por un cinturón de cuero ancho, pero ni por esas, pero lo que sí me dolió fue cuando me pegó con el puño americano en las costillas, noté como algo crujía en mi interior. Me tuvo así un largo periodo de tiempo, me liberó de las agujas y de las pesas. Al final me soltó, caí como un peso muerto, mis piernas no sentían nada, estaba jodida y lo sabía. Pero la gobernanta, me dejo tirada como un fardo y apagó la luz. Necesitaba descansar, mi mente estaba confusa, ¿por qué Puri me hacía esto?

Hacía frio pero el sueño pudo más, pero, no, la cosa no quedaba así, una vez pude conciliar el sueño, me despertaron con un el brutal sonido de una bocina y encendiendo las luces. Esta vez, no fue la gobernanta, fue Gustavo, uno de los gorilas del amo, quien levantándome en vilo me agarró del pelo y metió mi cabeza en una bañera llena de agua helada, vi el final cerca, cuando mis pulmones ardían debido a la falta de oxigeno, me sacó y volvió con la pregunta dichosa.

-        ¿Qué sabes?, contesta y no tendrás que sufrir más.

Pero yo no podía contestar, estaba vomitando el agua que había tragado. No había terminado toser, cuando repitió la misma operación. Al final acabé desmayándome, sin que obtuviera ninguna respuesta al respecto. Recobré el sentido con un dolor en el cuerpo terrible, volví a escuchar la voz de la gobernanta. Estaba atada de pies y manos, de manera que mis orificios estaban expuestos totalmente, no podía ver a la gobernanta, pero un ruido me sobresaltó, era un ladrido, un gran danés del amo estaba con ella, pero hasta que no me montó como si fuera literalmente una perra, no adiviné su propósito. Su polla me taladró las entrañas como si fuera un cuchillo, mientras me clavaba las uñas y me jadeaba llenándome de babas la espalda, era algo realmente asqueroso. Entonces la gobernanta hablo:

-        Trece, por favor, has sido la mejor de las chicas, cuéntaselo todo al amo. No quiero hacerte daño.

-        Se lo juro, no sé nada, tiene que creerme.

-        Seguro, que hay algo que has pasado por alto, piensa un poco.

-        No, todo lo que sé se lo dije al amo ayer, lo único que puedo decir es que se despidió y me dijo que nos veríamos ahí fuera.

-        Luego, ¿tú sabías algo?

-        No, no la entendí…

-        Si lo entendiste, sé de sobra que eres muy lista, mucho más que el resto.

-        No gobernanta, se lo juro, yo no sé nada.

-        Bueno, si no sabes nada, por qué me lo ocultaste ayer.

-        Creí que era una forma de despedirse.

-        Esa escusa es muy pobre para alguien tan inteligente.

-        No sé más. Ya se lo dije, ella vino encantada con el invitado que le había tocado y no sé todavía el motivo. Sólo decía que era guapo y que la follaba muy bien.

-        ¿Lo juras?…

-        Sí, es lo único que sé…A lo mejor lo conocía de antes, pero no lo sé, ella nunca me dijo nada.

-        Hablaré con el amo. ¡Vamos negrito!.

Pude escuchar la voz de la gobernanta y la del amo cambiando impresiones, se notaba que la voz del amo se notaba cada vez más irritada y subía de tono. Mientras notaba como me ardía la espalda debido a los arañazos, al mismo tiempo que me corría el esperma del animal por mis piernas. No pude verlo porque estaba de espaldas a la puerta, pero por el ruido que hizo el amo debió entrar dando una patada a la puerta. Tenía la cara roja, estaba como congestionado, ahora sí que veía que era mi fin. Entonces el cabrón de él se dirigió a mí con la voz muy furiosa.

-        Estos inútiles, no han sabido sacarte ninguna información, pero yo si sabré….o me dices lo que quiero saber o vas a lamentarlo.

-        Sólo sé lo que le acabo de decir a la gobernanta, nada más…

-        Piénsalo bien, aún estás a tiempo. Dijo mientras rebuscaba algo en un cajón.

-        Se lo juro señor, no sé nada más.

-        Bueno no será que no te lo he dicho..

Lo que estaba rebuscando en el cajón era unas pequeñas tenazas, dirigiéndose a mi cara me puso un abrebocas, el hijo de puta me sacó una muela de cuajo, no sabes lo que me dolió, pero estaba tan débil que me volví a quedar sin sentido. Cuando desperté otra vez estaba atada con los con una especie de guantes que impedían doblar mis dedos, dejándolos totalmente extendidos. Entonces volvió a preguntarme.

-        Habla, puta….

-        No sé nada, nada….

-        Muy bien tú lo has querido.

Entonces cogió una especie de tridente, lo puso sobre mis nalgas y lanzó una descarga sobre mi cuerpo, mi cuerpo se volvió a resentir, me dolía mucho. Me dio un par de descargas más, volvió con las preguntas que había hecho, pero yo no podía decirle mucho más. Cada vez que le respondía de igual manera, él me daba otra descarga, me dolía mucho. Pero lo peor vino a continuación, cuando el amo volvió a coger las tenazas y me arrancó una uña de cuajo, yo me derrumbé, lloraba imploraba clemencia, pero el amo no cedía en su empeño para acto seguido arrancarme otra uña más. Entonces la gobernanta dijo algo que me sorprendió.

-        Amo, no sabe nada, después de la paliza que le hemos dado, debería haber cantado hasta la biblia, recuerde que es una esclava ejemplar.

-        Tú también…

-        Amo, no es mi intención llevarle la contraria, pero con todo lo que le hemos hecho debería haber hablado antes, está muy débil, si la matamos tendremos un problema.

-        Está bien, no merece la pena, ponla a la venta.

-        No creo que sea un buen negocio venderla en este estado, vamos a recuperarla un poco y por lo menos ganará un buen dinero por ella.

-        Está bien gobernanta, haz lo que estimes oportuno, llévala a la clínica y avisa al médico.  Cuando esté en buen estado organiza una subasta, pero entre los más pervertidos del mundillo, no quiero volverla a ver.

-        Así se hará amo.

El amo salió airado de la sala y la gobernanta me desató, sólo acerté a darle un apagado gracias, pero me había salvado la vida. Estaba hecha un eccehomo, no me podía tener en pie. La gobernanta me sentó en una silla de ruedas y me llevó a la clínica, allí me una de las esclavas me hizo unas primeras curas.

Estuve más de diez días delirando con unas fiebres altísimas, perdí cerca de diez kilos. Según alguna compañera, estuve más fuera que dentro, mi cuerpo estuvo amoratado entero durante mucho tiempo, la paliza fue tan bestial que estuve en la clínica varios meses, el resultado final de la paliza, una muela menos, tres costillas rotas, infinidad de moratones por el cuerpo, una infección de caballo y dos uñas arrancadas de cuajo. Durante mi convalecencia, me raparon al cero mi hermoso cabello negro, pero era necesario para que no me enfriara mucho cuando me lavaran.

Llevaba seis meses y ya empezaba a hacer vida normal, pero me había vuelto desconfiada y huraña, siempre iba a mí bola, pero había algo que me rondaba la cabeza y tenía que hacerlo me gustara o no estaba en deuda con una persona. Cuando por fin reuní fuerzas para hablar con franqueza a la gobernanta. Entrando en el despacho de esta ella me miró de arriba abajo y con su típica frialdad me dijo:

-        ¿Qué quieres?

-        Darle las gracias gobernanta.

-        ¿Por qué?

-        Si usted no hubiese intervenido a última hora, yo estaría muerta.

-        Bueno, no es que ahora estés mucho mejor.

-        ¿Puedo agradecérselo a su manera?

-        Ahora no tengo el chichi para ferias, tengo un problema y no pequeño.

-        Si puedo ayudarla.

-        No creo, si te pido que no digas nada no lo dirás a nadie, ¿verdad?.

-        Sabe que puede contar conmigo para lo que sea.

-        El amo se muere y tiene la intención de liberarnos cuando salgamos.

-        ¡Qué buena noticia!, dije con unos ánimos renovados.

-        En serio, ¿tú sabes lo que nos espera ahí fuera?

-        Sí, un mundo maravilloso.

-        Y cruel al mismo tiempo, dijo ella. Seríamos cono ovejas en medio de una manada de lobos, no tenemos papeles que nos acredite como personas, con lo que no puedes ni tener un techo en el que cobijarte. ¿De dónde vamos a sacar dinero para pagar nuestra comida?, no es nada maravilloso.

-        Bueno, el amo sí que lo tiene.

-        Tiene mucho, pero no está a nuestro alcance. –Dijo ella con un deje de amargura.

-        Yo sí sé donde guarda muchos billetes.

-        ¿cómo?

-        Lo que oyes, tiene un compartimento secreto en su mesa.

-        ¿Cómo lo sabes?

-        Hace un año, me mandó limpiar la mesa del amo, quise esmerarme para que usted no se enfadara, froté por una zona determinada, moví una especie de botón oculto, en él había billetes, de color morado, lo menos diez o doce montones. Cerré y lo dejé como estaba.

-        Si está ahí, tendríamos más que suficiente para empezar las dos de nuevo. -Dijo ella con otro semblante.

-        Creo que nos merecemos ese dinero con creces. Y más después de la paliza que sufrí.

-        Tenemos que estar preparadas, al amo le queda menos de una semana de vida, se le oído al médico, pero ¿dónde lo podríamos esconder?.

-        Yo sí lo sé, volví a decirle.

-        Bueno, veo que eres una caja de sorpresas.

-        Tengo un sitio perfecto, en el colchón, debajo más concretamente, en la funda, el problema son las cámaras de vigilancia.

-        En eso te puedo ayudar yo, el amo no quiso que le pusieran cámaras en su despacho. Esta tarde, te mandaré a limpiar el despacho, coges el dinero y lo metes en la bolsa de la basura, acto seguido pasarás a limpiar mi habitación y lo meterás en mi colchón. Otra cosa más, si te pillan, yo mismo te mataré para que no me delates.

-        Correcto gobernanta.

-        No me vuelvas a llamar a sí, mi nombre es Cristina.

-        Como desees.

El plan salió según lo previsto, salvo por una cosa, yo me jugaba el pellejo y ella no. Le tenía gratitud, pero no tanta, así que dividí en tres montones el dinero y yo me quedé con dos. Dejándole a ella uno. Eran fajos de quinientos euros, una pequeña fortuna.

Los días transcurrían, y no pasaba nada, la gobernanta me mantenía informada, pero el amo no se moría, yo sólo quería salir de allí, el ambiente era irrespirable, no lo soportaba más. Entonces pasó; iba yo para el gimnasio cuando una compañera, me pidió que le llevara la cena al amo. Así hice, sentía curiosidad por ver como alguien tan poderoso estaba en el umbral de la muerte, en eso somos iguales, tanto amos como esclavos. Cuando llegué, él estaba sondado. Empezaba a darle la cena tuve un pequeño descuido, se cayó algo de sopa en su pecho el me dijo secamente:

-        Estúpido saco de mierda.

No lo pensé más, cogí una almohada y se la puse en la cara para asfixiarle, al final lo maté, maté al hijo de puta que tanto me había hecho sufrir y que casi me acaba conmigo y no me arrepiento lo más mínimo, un cabrón menos en el mundo. La cena me la comí yo, para que nadie sospechara y con las mismas me fui a mi cuarto sin decirle nada a nadie. Me quedé dormida con una honda satisfacción, aunque a veces pienso que le hice un favor y le  acorté el sufrimiento al que estaba sometido. Al día siguiente, la que se encargaba de llevar el desayuno, se encontró al amo muerto.

El resto pasó muy rápido, se nos reunió a todas en el salón y se nos dio una carta donde se nos acreditaba nuestra libertad, tal y como me había dicho la gobernanta, se nos dio una hora para asearnos y recoger nuestras cosas, no querían vernos por ahí en la vida. Nosotras dos fuimos las más rápidas en salir de allí, los escoltas se partían de la risa cuando nos vieron salir corriendo de allí. Por fin era libre, era dueña de mi destino y esclava de mis decisiones, pero eran mías. Yo decidía, una vez paramos a recuperar el resuello debido a la carrera que habíamos hecho, llegamos a una carretera, allí andamos unos diez kilómetros hasta llegar a un pueblo cercano que tenía una pequeña estación de autobuses situada a la entrada del mismo. Todo iba conforme a lo pactado, al pasar por la ventanilla preguntamos por el próximo autobús en salir, era el de Madrid, una vez más la suerte nos sonrió, una ciudad grande donde poderse esconder entre la multitud. Compramos unos bocadillos y algo de beber para iniciar el viaje, menos mal que iba con la gober…bueno con Cristina porque yo no tenía ni idea de nada de lo que veía además nunca había usado el dinero, no sabía si las cosas eran caras o baratas, o si lo que me prometían era cierto o falso, tendría que aprender por cojones. Pero era libre.