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El gilipollas: Versión de él

en Confesiones

Hacía ya tres años que vivía solo, mi ex y yo nos divorciamos, de bastante buen rollo por cierto, y yo había puesto algo de distancia consciente que ella se había portado bastante bien y que era merecedora de rehacer su vida.  Los hijos ya habían volado del nido y por ese motivo había decidido mudarme a una ciudad cercana pero lo suficientemente lejos para poder empezar de nuevo. Dicen que al caballo y al hombre los doma el tiempo, y ese mi caso, muchos de los que estáis leyendo esto, pensaréis que si follamigas, putas, drogas y rocanrol. Todo falso, al menos en mi caso, trabajo, cine y lectura. No llevaba una vida de fraile, pero casi.

Llevaba mucho tiempo sin ver a Mayka, estaba más delgada, y sus ojos estaban surcados de ojeras, se nota que llevaba tiempo mal, su ropa estaba arrugada y una maleta delataba que llevaba un tiempo durmiendo en la calle. Me quedé mirándola, siempre me había caído bien, era una mujer simpática, desde que nos juntábamos con nuestra cuadrilla de amigos, y recuerdo lo bien que se portaba con nosotros, perdí todo contacto con ella cuando puse tierra por medio. Y me dio lástima verla sola y desangelada, por lo que di la vuelta y me senté con ella en el banco. Al principio le costó reconocerme, había engordado y llevaba barba. Cuando le dije quién era, se echó las manos a la cara y comenzó a llorar. Me contó todo lo que le había pasado, a los seis meses de irme ella había ingresado en la cárcel por un delito de alzamiento de bienes cometido por su marido. Pudo librarse porque demostró que no tenía nada que ver en la estafa. Pero no se libró de diez meses de prisión preventiva, cuando salió no tenía nada porque todo había sido embargado, sin familia y sin amigos había decidido irse una vez el juez desestimó su causa. Pero el mal ya estaba hecho, perdió su trabajo, su vida y todo cuanto le rodeaba. Nos abrazamos otra vez y me la llevé a casa.

Mi casa es pequeña, un ático con dos habitaciones muy pequeñas, con un baño independiente eso sí, una cocina americana y un cuarto salón. Las vistas son bastante cutres, pero está totalmente pagada con el dinero de la venta de la casa del divorcio. Está a medio amueblar, la verdad es que no hay gran cosa un sillón un sofá y una tele que no veo mucho. Cuando llegamos, le di una copia de las llaves y le pedí que se instalara. Necesitó una hora de ducha para entrar como decía ella en vereda, le había dejado unas toallas  y una camiseta para que pudiera lavar su ropa. Cuando, con un ligero toque en la puerta le avisé que tenía que irme a trabajar. Ella sólo contestó un simple “ok”.

Mi trabajo es a veces realmente absorbente, por lo que puedo estar trabajando hasta las tantas, no pensé que iba a demorarme tanto con el último cliente, pero es cierto que llegué a casa pasadas las once de la noche. Al abrir la puerta, había un olor a limpio que hacía tiempo que lo había hecho, la casa estaba realmente limpia, mi ropa estaba lavada y planchada. Además había hecho la cena. Ella estaba dormida en el sofá con la tele puesta. Pude verla con la cara limpia y su labio babeando. Seguía siendo muy guapa y yo no pude evitar mirarla de arriba abajo, deteniéndome en su culo que estaba totalmente expuesto, no llevaba nada debajo de la camiseta que le había dejado, la postura en la que dormía dejaba ver la parte inferior de su culo, apenas nada, pero lo justo para provocarme un empalme de campeonato. La desperté y la mandé a la cama.

Esa noche me costó bastante conciliar el sueño, con esta situación procuré darme una ducha para bajarlo pero era imposible sabía que sólo había una forma me hice una paja, pensando en ella. En mi imaginación ella estaba a cuatro patas y la embestía por detrás mientras me pedía que la follara duro, al tiempo que le daba azotes. Imaginarme esta situación hacía que me la sacudiera más y más fuerte apretando más mi polla, mi imaginación la hacía ver el bamboleo de sus tetas con cada embestida mientras ella mordía la almohada, ella berreaba en mi imaginación mientras yo me corría esparciendo mi semen por toda la mampara de la ducha. Me quedé tan relajado que esa  noche dormí como un bendito.

A la mañana siguiente, me desperté con una sonrisa en la boca, no podía dejar de pensar en su culo. Ella había hecho el desayuno y estaba planchando su ropa, cuando salí de la ducha. Había preparado una nota con todo lo que necesitaba para limpiar la casa y comida, le di dinero para que pudiera comprar lo que necesitara. Me asomé a la terraza y vi que su ropa estaba hecha polvo, probablemente era de hacía años. Le dejé mi número y le di doscientos euros para que se comprara un teléfono para que me llamara si necesitaba algo.

Durante los días restantes, seguía mi rutina diaria, pero no podía quitarme la imagen de su culo de mi cabeza. Sugerir es más perturbador que enseñar. Durante los días restantes, llegué a un acuerdo con ella, le daría una cantidad al mes para que hiciera las cosas de la casa. No me molestaba su presencia, con los días iba notando su mejoría física, su cuerpo había recuperado su forma, su pelo volvía a ser ese color castaño tan bonito y sus ojos volvían a brillar. No comentábamos nada sobre su situación con su marido, ella ya había solicitado el divorcio y como no había nada que repartir, el trámite fue rápido. Era una mujer libre, ese día me preparó una cena especial para celebrarlo, se arregló con lo mejor que tenía que era un vestido blanco estilo ibicenco, era un vestido que le quedaba bien, se había puesto muy morena imagino que en sus ratos libres tomaba el sol en la terraza del ático. La verdad es que se me había olvidado lo guapa que era. Terminamos la cena y subimos a la terraza a fumar un cigarro. En ese momento, me confesó que nunca pudo imaginar que yo fuese el único que le ayudara sin pedir nada a cambio. Me contó como todos sus amigos le habían dado de lado, y que el marido de mi ex hasta le había insinuado que le ayudaría a cambio de sexo, cosa que me hizo reír por dentro. Honestamente, en un divorcio procuras quedar bien, pero cuando ves que te han sustituido por alguien supuestamente mejor, no deja de ser algo magnifico. Me abrazó, en un momento mágico, una noche estrellada y los dos en la soledad de la ciudad.

Vimos el amanecer charlando de nuestras cosas, entonces tuve una idea loca. ¡Vámonos a la playa!, ella loca de contenta preparó enseguida una cesta con lo necesario, salimos en mi coche hacia una cala que conocía y que tratándose ya del mes de octubre no habría nadie. Ese fue mi gran error. Nada más llegar ella se despojó de la parte de arriba del biquini y se puso a tomar el sol hasta quedarse dormida. Entonces pude recrearme en sus pechos, eran más grandes de lo que jamás hubiera pensado con unas areolas grandes y rosadas, y me acordé de que no solía llevar grandes escotes, quizá no le gustaban, o quizá era alguna imposición familiar, pero era una lástima que no se lucieran como es debido, baje la mirada, estaba todavía muy delgada a pesar de todo. Vi que el vello púbico se le asomaba por encima del ombligo y por los lados de la braguita, su me  quedé mirando y me puse como loco, tanto que tuve que irme a bañarme con el agua ya fría del mar para poder rebajar la tensión.

Cuando volví, me encerré en el cuarto de baño para machacármela como un loco. Me la imagine tumbada comiéndole un coño frondoso setentero, mientras ella se masajeaba las tetas, me la imaginaba corriéndose en mi cara, yo disfrutaba de su carnosa vagina, mi lengua la penetraba, la lamía, succionaba su clítoris, lo meneaba de un lado a otro. Era glorioso el momento en el que me corría lanzando un chorro de esperma disparado hacia el espejo. Lo limpie con papel higiénico y me duché.

El tiempo pasó, yo seguía con mis sueños húmedos, una vez ella me hacía una cubana, otra vez me la follaba por el culo, esta era muy recurrente quizá demasiado, en esta vez yo le comía el culo dejándolo lubricado y la follaba ella me rogaba que por el culo no, lloraba pero la inmovilizaba poniéndome encima y los lamentos acababan en ruegos que siguiera follándomela, por favor sigue, sigue y yo me corría entre estertores. Entonces ella me reclamaba que la follara como un hombre, que no quería maricones. ¡Sé un hombre de una vez! me decía. Me gustaba tanto que hacía tiempo que no veía videos porno, ni me conectaba a webcams.

Pasaban los días, y mis miradas hacia ella eran cada vez más lascivas, pero la razón, era más fuerte, había descubierto en Mayka una compañera ideal. Cada vez teníamos conversaciones más divertidas y distendidas, nos apuntamos al gimnasio. Ella ya no dependía económicamente de mí, durante su estancia en la cárcel había aprendido a coser y se dedicaba a hacer arreglos de ropa a todas las vecinas, como no podía hacer nada legal disponía siempre de mucho dinero en efectivo. Todo fue bien hasta la noche buena donde de común acuerdo decidimos emborracharnos para que la noche pasara rápido. Ella se pasó de frenada y empezó a vomitar. La acosté en su cama, pero estaba tan llena de vómitos que la metí en la ducha totalmente desnuda y por fin podía verla completamente desnuda. Pero no era capaz de hacer nada con ella, sólo la duché, el lave pero no podía evitar magrearle de arriba abajo, mis manos masajearon su culo, sus tetas, mis dedos jugaron con su vello abundante, no pude evitar darle un lengüetazo, pero me contuve de hacer nada más. No era lícito aprovecharse de ella. Una oleada de vergüenza recorrió mi espalda y me fui de su habitación tras dejarla con el camisón puesto.

Al día siguiente no era capaz ni de mirarle a los ojos. No estaba bien lo que le había hecho, porque lo de anoche, era una violación en toda regla y yo no era así. Ella notó que algo iba mal, al día siguiente a pesar de la resaca, me preguntó por lo que pasó la noche anterior, yo con cara de vergüenza le dije lo que había hecho. Simplemente dejó caer el camisón y con cara traviesa mientras se agachaba y me bajaba los pantalones del pijama dijo antes de meterse mi polla en su boca. — ¡Mira que puedes llegar a ser gilipollas!

FIN.