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El hombre del traje gris

en Trios

En la posada del fracaso 

 

Donde no hay consuelo ni ascensor 

El desamparo y la humedad 

Comparten colchón 

Y cuando por la calle pasa 

La vida como un huracán 

El hombre del traje gris 

Saca un sucio calendario del bolsillo 

Y grita 

 

Quién me ha robado el mes de abril 

Cómo pudo sucederme a mí 

Quién me ha robado el mes de abril 

Lo guardaba en el cajón 

Donde guardo el corazón

La chica de B.U.P. casi todas 

Las asignaturas suspendió 

El curso que preñada 

Aquel chaval la dejó 

Y cuando en la pizarra pasa 

Lista el profe de latín 

Lágrimas de desamor 

Ruedan por las páginas de un bloc 

Y en el escribe 

 

Quíen me ha robado el mes de abril 

Cómo pudo sucederme a mí 

Pero, quién me ha robado el mes de abril 

Lo guardaba en el cajón 

Donde guardo el corazón 

 

El marido de mi madre 

En el último tren se marchó 

Con una peluquera 

Veinte años menor 

Y cuando exhiben esas risas 

De instamatic en parís 

Derrotada en el sillón 

Se marchita viendo falconcrest 

Mi vieja, y piensa, 

 

Quién me ha robado el mes de abril 

Cómo pudo sucederme a mí 

Quién me ha robado el mes de abril 

Lo guardaba en el cajón 

Donde guardo el corazón.

Joaquín Sabina, ¿Quién me ha robado el mes de Abril?

Es una persona gris, a fe que lo es, esas personas que por mucho que mires siempre las ves en escala de grises, no son cenizos, son gente que ves todos los días, pero que nunca reparas en ellos. Esta es la historia de Pepe, (¡joder! es que hasta su nombre de pila es corriente), un hombre que toda su vida ha sido del montón, nunca ha sobresalido en nada, estudió informática, trabaja como programador de software. Tenía tan claro que se iba a quedar sólo en la vida que cuando sus padres murieron, vendió la casa que tenían en una barriada buena de Madrid para irse a vivir a un pequeño apartamento. No conoce a los vecinos, se limita a pagar la comunidad religiosamente, tanto si hay derramas como si hay una cuota normal, de él los vecinos llegaron a pensar que era un terrorista y uno de ellos llegó a denunciarlo a la policía por sospechoso.

Pasa tan inadvertido que hace poco le ofrecieron suscribirse a su propio gimnasio y eso que lleva más de diez años en él. En materia de sexo, ni siquiera sabe lo que es estar con una mujer desde hace muchos años. No tiene habilidades sociales de ningún tipo, es muy educado, pero sólo responde cuando le preguntan, lleva años trabajando en la misma empresa y no tiene amigos en el trabajo. Un antiguo jefe, acérrimo de las teorías del coaching, llegó a amenazarle con el despido si no interactuaba más con los compañeros, pero cuando descubrió que nunca había pedido aumentos, que no tomaba vacaciones, que nunca ponía objeciones a trabajar más horas, no se pone enfermo y que encima nunca había presentado tarde un proyecto, al final lo encajó como un “mal menor” dentro de la empresa.

Todos los días ejecuta la misma rutina, se levanta a las cinco de la mañana, limpia la casa, que de por sí está como una patena, más que nada porque apenas hay muebles en ella. Se va corriendo al gimnasio que hay al lado de su casa, bicicleta, cinta, pesas y aislado del mundo con sus cascos puestos, por supuesto sólo y nada de clases ni entrenadores, al terminar su rutina, se ducha, si es día par se afeita y una vez vestido se va a currar. Es un buen trabajador, echa las horas que tiene que echar, tanto si son ocho como si son veinte, como hemos dicho antes, nunca protesta, se pone los cascos y programa sin levantarse de su asiento sólo interactúa con algún compañero si es estrictamente necesario y normalmente mediante correo electrónico, se levanta de su silla sólo para ir al servicio y para sus paradas programadas que son un café de máquina a media mañana y el almuerzo. Cuando se le pregunta sobre su trabajo, es educado y se expresa con corrección, pero fuera de este ámbito, nuestro protagonista suele responder con monosílabos al resto de preguntas. Sus compañeros se refieren a él como el “androide”. Cuando termina de trabajar, se vuelve a casa en su coche, un viejo Volvo 360 blanco que heredó de sus padres. En conclusión, se puede decir que nuestro protagonista vive en un eterno “día de la marmota”.

Lo que Pepe no sabe, o no quiere saber, es que vivir es estar sometido a un cambio constante en la vida, es la evolución y la adaptación a los mismos lo que nos ha hecho una especie distinta de las demás, nos adaptamos a cualquier situación, aunque seamos poco dados a salir de nuestro círculo de comodidad, al final lo abandonamos o bien porque anhelamos algo mejor o bien, porque las circunstancias nos abocan a ello. En el caso de nuestro protagonista, nunca antes le ha pasado ni lo uno ni lo otro. Nunca hasta aquella mañana, debía de ser una más, pero se encontró al llegar a su trabajo con las puertas cerradas y todos sus compañeros en la calle protestando. Lo que todos temían se había cumplido, y es que la empresa de servicios informáticos había sido adquirida por una empresa de capital riesgo hacía un año, y esto no suele traer nada bueno. Tal y como se imagina el lector, ocurrió lo normal, un expediente de regulación de empleo, todos los programadores a la calle y subcontratar personal hindú que hace lo mismo cobrando una tercera parte. Por primera vez en muchos años, nuestro protagonista tiene que cambiar su rutina y se encuentra con una caja de cartón donde guarda sus cuatro cosas y sobre con la carta de despido y el resguardo del ingreso en su cuenta corriente de la indemnización integra más un bonus adicional que se le adeudaba.

Los españoles tenemos una máxima que se suele cumplir con una frecuencia aterradora: “las desgracias nunca vienen solas” y nuestro amigo no va a salir indemne de ella. El pobre, vuelve a casa perplejo, es la primera vez en su vida laboral que vuelve a casa antes de tiempo. Absorto en lo ocurrido, no puede reaccionar a tiempo cuando un coche que se ha saltado la señal de stop y lo empotra contra la cristalera de una oficina del BBVA. El día no puede ser peor, despedido y con múltiples fracturas. Nunca antes se ha encontrado tan abandonado, en una cama de hospital, sin que nadie le consuele, haciéndose sus cosas encima porque no puede hacer nada sólo. No tiene ninguna ropa, no se ocupan de él, a las enfermeras a veces se les olvida pasar a verlo en su ronda, porque no se queja, no pide nada y sólo hay una enfermera mayor que lo asea cuando está de guardia, aunque no entiende el signo de aprobación que hace la ATS ya casi anciana cada vez que le lava y le cambia el pañal. El día del alta es un drama, no encuentran su ropa, ha desaparecido su cartera, algún desalmado le ha robado todo mientras dormía, al final le consiguen algo de ropa de la beneficencia. Se encuentra sólo, en una silla de ruedas a una distancia de al menos tres kilómetros de su casa y sin nadie se ocupe de él, el mundo es así de duro, pero con Pepe es un hijo de puta redomado.

Está así, en la puerta del hospital…esperando. Está perdido, analiza la situación, ve cómo la gente entra y sale. Durante horas, nadie repara en él. ¿Nadie?...no, una sin techo, con la cara sucia y que huele fatal sí se da cuenta de lo que le pasa. Se acerca y mientras le ofrece el cartón del “tío de la bota” que el rechaza, le pregunta.

¾                ¿No sabes a dónde ir?, si quieres te llevo al albergue de las monjas de la caridad, allí por lo menos cuidarán de ti hasta que te puedas valer.

¾                ¡Tengo casa! – Responde Pepe de forma casi grosera.

¾                Ya tío, ¡como yo!, si tuvieras casa no llevarías ahí todo el día plantado. Bueno, insisto, si quieres te llevo al albergue.

¾                ¡No quiero ir a ningún centro de acogida!, ¡sólo quiero irme a casa!…−Protestó Pepe, casi a punto de llorar.

¾                Bueno, vale…..¿Quieres que te lleve a casa?

¾                No puedo pagarte nada…

¾                No quiero dinero, las personas estamos para ayudarnos, ya sabes “hoy por ti…” por cierto, me llamo Raquel.

¾                Yo soy Pepe.

Nuestros protagonistas emprendieron su viaje hasta la casa de Pepe, ella hablaba también poco, más bien nada, algo que él le gustó. Empujaba su silla con bastante diligencia y con una fuerza que nadie podía imaginar. Estuvieron callados la hora que duró el viaje hasta que llegó a su apartamento. Les abre el portero que alucina en colores de ver a “D. José” hecho una mierda en una silla de ruedas empujada por una pordiosera. Entran los dos en la casa, Raquel Le acomoda en la cama y se despide de él diciéndole:

¾     Ya está todo yo me voy pero si necesitas algo, antes… ¿te vas apañar?

¾     No lo sé…–duda unos instantes y ocurre algo difícil de imaginar– ¿si no tienes nada que hacer, podrías quedarte unos días? –Nadie, en su sano juicio lo haría, pero ante la desesperación de quedarse sólo en su estado, por un lado y por otro, que no le va a costar nada, al final se decide por hacerle la oferta, aunque quizá porque aún no ha expulsado todos los calmantes de su cuerpo.

¾     Acepto, pero antes me gustaría lavarme, ¿te importa?

¾     No, si quieres ropa limpia, coge algo de este armario.

Agradecida, lo primero que hace es asearse, quiere sentirse limpia, se quiere limpiar concienzudamente, nota con alivio cómo el agua caliente recorría su cuerpo como si de un bálsamo de fierabrás se tratara que le hace sentirse bien consigo misma, algo que no le ocurría desde hacía tiempo. Tras un rato disfrutando la sensación cierra el grifo y empieza a frotarse con gel y estropajo con tanto brío que el cuerpo se le queda todo rojo pero dejando impoluto cada milímetro de piel. Conocedora de las inclemencias de la calle, toma una decisión drástica, indagando en los cajones del armario del baño, se encontró con una cortadora de pelo, (¿de veras pensáis que Pepe iba a ir al barbero?), con ella se cortó toda parte de vello que había en su cuerpo, en la cabeza, axilas y pubis, para terminar rematando la faena con espuma y cuchilla.

El resultado era descorazonador, porque entre las marcas propias de vivir en la calle, los kilos que había perdido y sus pechos caídos por la obligación médica de quitarse las prótesis de las que estaba tan orgullosa, hacen de ella una figurante de la lista de Schindler. Nada más ver el resultado, se sentó en el retrete y lloró amargamente. ¿Cómo narices había acabado así? Llevaba dos años viviendo en la calle, había tenido suerte de que no le había pasado percances graves, hasta lo del otro día. La vida se había cobrado con creces todo lo que ella había abusado de ella, ella no era un parásito, había trabajado de todo durante un montón años, había hecho de todo, desde cuidar ancianos, coser, vender tarjetas de crédito, seguros, ropa, hacer arreglos para la ropa que vendía,  pero la crisis se había cebado con ella, todo había degenerado en una depresión, sola y sin nadie a quien recurrir, lo demás vino solo.

Un ruido seco y fuerte la sacó del trance, salió envuelta en lo primero que pilló, para encontrarse a Pepe en el suelo con espasmos y echando espuma por la boca, estaba ardiendo, algo iba mal, iba a llamar a urgencias, pero no encontró un teléfono al que llamar. Optó por avisar a la vecina la que abrió con la cadena echada al ver una mujer desnuda llamando a su puerta, no iba abrir pero ante la insistencia sólo le pidió que llamara a urgencias que su vecino se moría. A la buena mujer, le pudo más la curiosidad que su seguridad y aunque ver la imagen de Raquel desnuda, que debido a su mala vida parecía un Golum con tetas flácidas, intentando bajar la fiebre de Pepe con paños fríos. La pobre mujer accede a su petición y llama a emergencias.

Los sanitarios no tardaron mucho, aunque si lo suficiente para que la vecina le indicara que se vistiera, la chica al menos había podido ponerse una camiseta y un pantalón que le está enorme, pero no evita dar la nota. Se llevaron a Pepe y Raquel empujada por las circunstancias, se encontró con que iba camino del hospital en la ambulancia. Tras una estancia de doce horas en observación y con la tranquilidad de que a él le había bajado la fiebre, el médico le dijo que había sido por culpa de la tensión acumulada y quizá por la caminata de más de una hora a pleno sol que tuvo que soportar para llegar a su casa. Pepe, estuvo dormitando con fiebre toda la noche, al despertar, se encontró con la cara sonriente de alguien que no reconoció en principio.

¾     ¿Quién eres?...acertó a preguntar el con voz ronca.

¾     Raquel…la…la sin techo que te llevó ayer a tu casa, cuando llegamos te dio un ataque y tuvimos que llevarte de vuelta al hospital.

¾     Pero tenías pelo…

¾     Sí, al llegar a tu casa me pediste que me quedara contigo para cuidarte pero que tenía que asearme…¾ Raquel se dio cuenta que no había colado y se apresuró a reconocer su cagada¾bueno…no, es mentira, sólo te pedí permiso para ducharme pero tenía el pelo hecho mierda y me lo rapé con tu maquina…al salir te vi muy mal y la vecina llamó a emergencias. Llevo toda la noche aquí, el médico dice que nos dará el alta a medio día, intentaré que podamos ir de una manera más digna que la última.

¾     Gracias…por lo del pelo no te preocupes, cuando lleguemos a casa tiras la máquina y punto.

¾     No hay de que…Ahora duerme un poco, yo mientras intentaré procurar la forma de ir a casa

A medio día le dieron el alta, Raquel había conseguido que una enfermera los llevara a la casa de Pepe cuando cambió de turno. ¿Cómo lo había conseguido? Sencillo, le ponen las calvas y ella a cambio del servicio le había estado comiendo el coño y jugando con su clítoris en una de las habitaciones vacías que estaban reformando. A nuestra protagonista no le ha disgustado follar con mujeres, lo ha hecho con anterioridad aunque prefiere los rabos. Hacérselo a la señora en cuestión ha sido por pura desesperación, porque era bastante repulsiva, bajita muy gorda, y lo peor de todo, estaba reñida con el agua, por lo que el parrús  le olía a rayos. Pero tras comerse un coño viejo y hundido entre pliegos de grasientos, mientras jugaba con un clítoris pequeñito y con el dedo se lo metía por su culo gordo, le hubiese encantado ser hombre en ese momento para haberla puesto a cuatro patas y romperle el trasero sin avisar, tal y como le hizo aquel cubano durante unas vacaciones en la Habana. Recuerda con  como  la polla mulata entró sin avisar en su ano virgen, parecía que la estaban violando, pero una fuerza invisible evitaba que se apartara de él, quizá fueron los orgasmos que llevaba aquella noche, o el exceso de ron, o quizá era la curiosidad de la que le habían hablado sus amigas el caso es que ella se dejó llevar y ha de reconocer que le gustó tanto que llegó a correrse con la polla del cubano dentro del culo. Al terminar su parte, la enfermera cumplió con parte del trato, veinte euros y llevarles a casa de Pepe en su coche.

Esta vez el trayecto fue bastante más cómodo y corto. la vecina salió para interesarse y a abrirles la puerta de su casa nada más entrar al rellano, porque con las prisas se había quedado 

con las llaves de la casa del cenizo. Rosa, que así se llama, no es especialmente cotilla, pero el hecho de saber cómo es la casa de un personaje tan raro hace que haya espiado hasta el último detalle. La casa no puede ser más triste, no sé qué esperaba la buena mujer, la pobre se dio cuenta que no era más que un pobre desgraciado y se apiadó de él limpiándole la casa. Cuando se lo dijo, Pepe se iba a poner a gruñir, pero Raquel salió al quite para darle las gracias.

La señora lo había dejado todo impoluto, había limpiado el frigorífico los restos de la rapada y había lavado y cambiado tanto las sábanas como las toallas. No pudo mirar mucho, porque él le había pedido ayuda para ir al servicio. Como pudo lo sentó en la taza del váter para que hiciera sus cosas, cuando la avisó para terminar, ella se presentó con una palangana…¾Hueles regular…mejor será que te lave un poquito. –Con cuidado colocó a su enfermo apoyado contra el mueble del lavabo para lavarle el culo y desinfectarle las llagas que le habían salido de estar tanto tiempo tumbado.

No le daba ningún reparo, porque ya lo había hecho antes. Cuando era jovencita cuidó de Don Andrés el vecino de sus padres. Raquel se había quedado huérfana al poco de cumplir los diecinueve, al no tener ingresos y sin sus padres, ella no pudo asumir la hipoteca, veinte años pagando religiosamente no sirvió más que acordar liberarle de todo con el hecho de entregar las llaves. No terminó en ese momento en la calle porque el anciano le propuso que viviera con él, así lo hizo hasta que murió. Lo recuerda como una de las mejores épocas de su vida, con él aprendió un montón de cosas, consiguió sacarse el bachillerato y apuntarse a varios cursos que daba el INEM de contabilidad y técnicas de ventas. El vejete le enseño a hacer las tareas de la casa, porque la verdad, ella no tenía ni idea, pero al hombre el hecho de tener compañía a su edad le hacía bastante bien. Siempre se había valido por sí solo, más que nada por pura desconfianza hacia la gente, pero con la edad empezaba a necesitar ayuda a Raquel la conocía desde que nació y se podía fiar de ella. Al pasar un par de años ella era su único consuelo. Sobre todo cuando al pobre le dio un ictus que lo dejó inutilizado el lado derecho del cuerpo. Según él, se habían convertido en familia. A pesar de tener una hija, Don Andrés  no se hablaba con ella, siempre habían tenido una relación difícil, ella odiaba la disciplina del viejo profesor, las drogas, las malas compañías y demás. El detonante fue cuando la pilló follándose a un travestí después durante el velatorio de su madre. Él, maestro nacional, excombatiente de la división azul…ver a su hija, el único legado que iba a dejar en este mundo, siendo follada salvajemente por una tía que tenía unas tetas y una polla descomunal…el hombre con lágrimas en los ojos y el corazón hecho añicos, sólo acertó a decir…”fuera”. Soportar la vergüenza de que se enterara todo el mundo, porque había gente en la casa, y porque dedujo que era algo intencionado por ella, y tener que vivir con ello siendo objeto de burlas y más al saber que se había casado con el travelo que encima era el hijo de un antiguo “maquis”.

Su mentor, llevaba la higiene personal hasta el extremo y como Raquel lo sabía, por eso, diseñó un artilugio que con ayuda de poleas podía meter a su enfermo en la bañera para que estuviera limpio. Pero lo que más agradecía era cuando ella lo lavaba con cariño después de haberse hechos sus cosas encima. Él lo agradecía con lágrimas en los ojos, sobre todo al ver que esa “desconocida” se portaba con ella mejor que su propia hija. El hombre sólo había tenido el vicio de que le gustaban las mujeres más de la cuenta, ella lo sabía por la forma en que lo miraba, por eso siempre procuraba que todos los días tuviera un “descuido”, o bien se le iba una teta o bien enseñaba algo de su culo. Él sabía de sobra que su cuidadora lo hacía a propósito, pero ese juego hacía que estuviera expectante. Un día, mientras lo secaba en su cama y casi con lágrimas en los ojos, Don Andrés le pidió que le dejara ver sus tetas. El hombre lloró cuando sin mediar queja, Raquel se desnudó y cogió su mano para invitarle a tocar sus tetas. La chica conmovida, se arrodilló en su regazo con la intención de chuparle la polla, sabedora que un hombre con su edad y en su estado era materialmente imposible que se le pusiera dura. Pero a ella le daba lo mismo, sabía que aquello era algo de justicia para aquél hombre que había sido tan bueno con ella, se esmeró con tanto empeño que consiguió arrancar del pobre lo que seguramente era la primera eyaculación en muchos años. En el momento que ella puso su coño en su cara, supo que había sido un gran amante por la forma en que se lo comió, nunca nadie le hizo correrse de esa manera como la hizo aquél amante decrépito.

 Don Andrés murió a los pocos días, no sufrió, porque amaneció ya muerto en su cama. Fue un golpe muy fuerte para Raquel por el cariño que le cogió durante los últimos cuatro años. El anciano sabía que se moriría pronto, por eso, hacía tiempo que le había dado instrucciones sobre qué hacer una vez llegado el momento. Avisó a su seguro de decesos que el hombre llevaba pagando religiosamente más de cincuenta años. La chica, tuvo el detalle de avisar a su hija, pese a no tener contacto, el anciano siempre supo dónde localizarla. La verdad, es que nada más verla la odió, sobre todo cuando los vio llorando plañideras, era repugnante. Nada más terminar el sepelio, la hija se acercó a ella y le dijo:

¾     ¿Eres tú la guarrilla que se cepillaba al viejo?...

¾     No, Yo soy la única que lo cuidó…el único putón de la habitación eres tú, porque doña Engracia me consta que no.

¾     Mira zorra, no tengo el chichi pá farolillos, mañana a las diez de la mañana te quiero fuera de la casa.

Esa fue el final de la que probablemente fue la mejor etapa de su vida, con lo poco que tenía, se instaló en la casa de una amiga, se llevó un dinero en metálico que el hombre guardaba en la casa y que le había dicho que era para ella en caso de fallecer. El resto es otra historia.

Volvió a ver a Pepe durmiendo, le tomó la temperatura y observó que estaba bien. Decidió que tomaría una ducha para combatir el calor y hacer lo que para ella era el “máximo placer sobre la tierra”; masturbarse con el agua a presión de la ducha. Lo necesitaba, necesitaba volver sentirse limpia y útil, dos cosas que había conseguido gracias a él y un sentido de la oportunidad que creía perdido. Así que se sentó en la bañera y comenzó un ritual que había olvidado desde que la echaron por tercera vez de su casa. Antes de meterse en la ducha volvió a observar su cuerpo ajado, la piel áspera y sus tetas caídas sus caderas sin carne, hace unos años eran unas tetas perfectas gracias a la silicona. Un cuerpo antes precioso y ahora bochornoso que le hizo sentirse mal, se observó la vagina, sus labios exteriores eran grandes y oscuros, sabía que podría volver a ser bonita, pero su alma estaba cubierta de cicatrices, había aprendido por las malas lo que siempre le dijo Don Andrés, no ser tan confiada y ver los indicios.

Por lo menos se reconfortó algo cuando el chorro a presión salpicaba en lo único bonito que le quedaba, se limitó a dejar su vulva bien abierta ladeando los labios y buscar el placer negado durante mucho tiempo de una manera pasiva. Con el chorro templado, su cuerpo fue poco a poco entrando en un estado de bien estar, para pasar a convulsionarse y a respirar entrecortadamente, arqueando la espalda hasta meterse el puño en la boca para no hacer ruido, el orgasmo vino rápido, dejando por fin a Raquel en una atmósfera de relajación total. Para quedarse dormida dentro de la bañera llena de agua templada.

Se despertó sobresaltada al escuchar el timbre de la puerta, era Rosa con algo de comida, le pidió que se acomodara mientras se secaba y vestía. Una vez “arreglada”, le agradeció la visita y le insistió en que comiera con ella, la soledad unida a la curiosidad venció a la vergüenza, y  accedió a compartir mesa. La vecina, era una mujer de cincuenta años, su rostro era el de una buena mujer un poco amargada de la vida, no en lo económico, sino más bien en lo personal. A su edad estaba sola, algo que nunca planeó, el motivo de esta soledad era que siempre había alguien a quién cuidar. Primero fue su padre, luego su madre, sus sobrinos. Todo fue bien hasta que un día dijo ¡BASTA!, fue el día en que uno de sus sobrinos le pidió que se quedara con sus hijos. Su hermano, aún tuvo la poca vergüenza de echárselo en cara. Desde entonces no se habla, está sola, pero al menos no ya le toman el pelo.

En el único sitio donde se siente libre es en un pueblo de la costa almeriense. Allí es donde hace unos meses hizo una locura, se gastó todos sus ahorros, que eran bastantes, en una casa antigua de pescadores que empieza justo en la playa. Allí es feliz, su mayor afición es recorrer las calas en un barquito, buscar una cala solitaria y tumbarse al sol como su madre la trajo al mundo. Un bocadillo, una cerveza y un buen libro. Luego un bañito de vez en cuando en el mediterráneo. En cuanto a las otras necesidades…bueno, siempre hay un roto para un descosido, sólo folla con feos, es más fácil y más directo.

Perdió la virginidad casi a los cuarenta, antes de morir su madre, le pidió como última voluntad tener relaciones con un hombre, ella tuvo algún dilema moral, pero accedió porque era su único deseo. Quiso hacerlo a lo grande, sacó mil quinientos euros de la cuenta de su madre y contacto con una agencia de gigolós, sólo uno acepto a tener sexo con una anciana enferma. Cuando terminó, notó a su madre distinta, había rejuvenecido y su cuerpo tenía una vida que no había visto en años, no le extraña, el profesional era un auténtico superdotado. Cuando se quedaron solas, ella le pidió que por lo menos tuviera relaciones antes de que fuera demasiado tarde, pero que no malgastara su dinero –Eres muy guapa y no tendrás problemas para conseguir a alguien que te quiera hacer el amor.

Decidida a hacerle caso, aprovechó que por primera vez desde que le asignaron su puesto en el ministerio acudió a la odiada a la cena de navidad, para no estar intranquila contrató los servicios de una enfermera para que se quedara con su madre. Allí entre alcohol, comida copiosa y mala, se arrimó a un grupo de divorciadas que iban de caza. Al final de la noche se juntaron con un grupo de divorciados que buscaban lo mismo, pero no hubo suerte hasta que salió a tomar el aire. Hacía frio, pero le daba lo mismo, en su cabeza retumbaba entre la música y las risas estridentes de sus compañeras. Se encontró con Fermín que pertenecía a la cuadrilla de golfos que se había pegado a sus amigas, era bajito y gordo, pero había que reconocerle una cosa, era el típico tío con el que te partes de la risa. No sabía si funcionaría, pero decidió lanzar un órdago, todo o nada. Así que se abalanzó sobre él, sabía que no habría otra manera esa noche, por lo que acabó con el gordito en hotel, más que nada por seguridad. El tío era feo, pero suplía con ganas sus carencias, eso y que el cabrón del enano tenía un rabo bastante bueno. No le rompió el himen porque eso ya lo había hecho con “Chicho” su consolador, la comida de coño, unido a su habilidad con los dedos, hacía de su amante un remedio efectivo para lo suyo. Ella se había documentado con algún libro erótico, pero no  es lo mismo, chupar pollas no está mal, pero no haciendo un sesenta y nueve, aun así se entregó a todo lo que él le pedía. Su postura favorita, ella encima, el perrito está bien, pero el misionero no mola tanto con un tío un tanto pasado de kilos, tanto que hasta le dejó que le reventara el culo. Una inauguración completa, pudieron más los cuatro orgasmos previos y el cansancio que anularon su voluntad, pero sorprendentemente, le gustó. Finalmente, él se quedó dormido, verlo roncar le record. Se visitó y salió de la habitación para nunca más volver. Pero no puede dejar de sonreír cada vez que ve un encierro en la televisión, sobre todo cuando los mozos gritan “Viva San Fermín” ella siempre remata con un “Viva”. Lamentablemente, su madre murió al cabo de tres meses. Ella lo tenía muy claro y tras repartir la herencia ella se pidió una excedencia y se compró un pequeño SUV quería conocer la costa andaluza, en ese viaje conoció el  Cabo de Gata su rincón favorito del planeta.

Esa mañana estaba con cara de mala leche, porque su hermano se la había vuelto a liar. Habían acordado esperar a que el mercado estuviera mejor para vender la casa que sus padres tenían en la sierra, pero su hermano ávido de más, le había incitado a vender más rápido si cabe…por un lado se siente tentada a vender y así terminar la relación con él, pero por otro lado, a ella no le hace falta el dinero y quiere algo más, al final le dice que sí, pero que quiere conocer a los compradores. Su hermano se cabrea, ella sabe que le está engañando, pero sabe que en cuanto cierren la venta, ella le podrá mandar a la mierda y romper el último vínculo con ese sinvergüenza. Cuelga porque llaman como locos a la puerta.

Cuando abre ve a la mujer rara que traía al vecino de enfrente, un tío extraño, pero ver a la calva con el chumino al aire la ha puesto cachonda y curiosa a partes iguales. Por eso se encuentra delante de la calva compartiendo una fuente de macarrones que ha hecho. Las dos mujeres maduras se miran, con una mezcla rara de extrañeza y recelo, pero al cabo de un poco van intimando, el don de gentes de Raquel suma bastante al acercamiento entre ambas. Ella le pregunta el motivo por el que se ha afeitado la cabeza, la sin techo no le entra al trapo. A Rosa le da pena la chica tan guapa que le ofrece la posibilidad de prestarle algo de ropa. Se cruzan a su casa después de lavar la fuente y darle un caldo al enfermo, este se ha vuelto a quedar dormido, no tiene fiebre, así que tiene vía abierta para probarse los trapos.

La casa de la vecina, es minimalista, decoración sencilla y práctica, los libros son los adornos de la casa porque están por todos los lados del salón, el pasillo…cuesta creer que alguien haya podido leer tanto. Ella la lleva a su habitación que tiene un vestidor con ropa de todo tipo, algo que vuelve loca a Raquel. La ropa no es de marca, pero sí relativamente abundante. Rosa saca unos vaqueros y una camiseta blanca…además de una blusa y una falda de tubo, también saca unos pantalones piratas, con una camisa de rayas horizontales de color rojo…saca unas tenis blancas que están sin estrenar y le da un conjunto de bragas nuevas y un sujetador deportivo que no usa. Rosa deja tranquila a Raquel en la habitación, pero esta le pide que se quede con ella, quizá porque siempre le ha gustado ir de trapos con sus amigas, y parece una tontería, pero cree que así puede hacer algo que considera normal.

Se desnuda allí delante de ella como si nada, dejando delante de ella un pubis con algo de pelo que empieza a despuntar y unas tetas flácidas, lo que ella ve le hace llorar, mezcla de rabia y e impotencia, una mujer que había sido muy guapa y que ahora lo que veía era fruto del haber vivido en la calle durante demasiado tiempo. Rosa la abraza para que se desahogue a gusto, están abrazadas un tiempo hasta que se suelta y sale un segundo para volver cargada con crema de aloe, una palangana llena de agua tibia, una toalla, crema de afeitar y la una cuchilla nueva para que se depile bien. Raquel le pide ayuda, nunca antes se ha depilado el coño y por eso lo ha hecho tan mal.

Rosa, la tumba y le pide que se esté quieta, con la toalla moja su monte de venus, para acto seguido, ponerse una nuez de espuma de afeitar, su compañera desnuda totalmente siente algo raro que agita su respiración. La otra en cambio, con paciencia casi profesional, pone todo su saber en extender bien la espuma por todo, para acto seguido comenzar a rasurar con un cuidado exquisito, primero cerrando la vagina para desplazar la cuchilla de fuera a dentro, con suavidad, la cuchilla está caliente de estar sumergida en el agua tibia. Para apurar esta vez al contrario de dentro a fuera, esta parte es delicada, un mínimo corte lo fastidia todo, sigue esta vez por arriba, está bien y tarda poco en hacerlo. Por último la zona del ano y del perineo, con cuidado aplica el mismo tratamiento. Al terminar aclara y limpia con tacto impecable. Raquel se levanta para mirar el resultado en el espejo, pero su nueva amiga le dice que se vuelva a tumbar que aún no ha terminado.

Ahora vuelve con tiras de cera fría…cierto es que se ha afeitado el chichi, pero no las piernas ni el ombligo, por lo que el resultado es un poco cutre. Una vez más, la mujer hace gala de sus conocimientos para empezar a tirar y pegar, dando tirones secos y contundentes se termina una pierna, luego otra, el culete y por último las axilas y el bigote. Le pone una mezcla de aceite de argán y aloe por todo su cuerpo, dándole un masaje desde el cuero cabelludo hasta las plantas de los pies, le desbloquea la espalda y el cuello. Rosa hizo cursos de osteopatía y estética para cuidar mejor de su madre, se detiene con cuidado en los pechos, los masajea, Raquel tiene los ojos cerrados pero adivina la cara de vicio que tiene Rosa cuando llega al pubis, tiene que hacer un esfuerzo titánico para no meterle un dedo. En la cara le hace una limpieza de cutis con más potingues.  Para terminar la tapa con una toalla de baño y le dice que descanse que ya cuida ella de Pepe.

En aquél momento, Raquel recuerda la peor época de su vida, cómo el cabrón de Fredy la engañó. Aunque parezca mentira, nuestra indigente era una mujer de cierto éxito, cuando murió Don Andrés, ella se forjó una carrera de comercial, comenzó vendiendo tarjetas de crédito, seguros y terminó llevando una agencia inmobiliaria, ganó mucho dinero y lo gastó con la misma facilidad. Su pecado fue olvidar los sabios consejos de su mentor, no guardó y se fio en exceso de su socio/novio Fredy, un guaperas que llevaba las cuentas de la agencia, ella ingresaba el dinero y él se lo gastaba con la vecina del cuarto. Recuerda lo contenta que estaba cuando cobró la primera comisión por vender un piso, el dinero lo destinó a operarse el pecho, sus tetas eran bonitas pero siempre le parecieron un poco pequeñas. Su estreno fue en una fiesta swinger en las que ella fue tratada tanto por hombres y mujeres como una reina. El resto lo podéis  buscar en la Wikipedia, crisis, burbuja inmobiliaria, etc. Cuando la pobre Raquel quiso tirar de sus ahorros, Fredy se había largado con todo y sólo había dejado deudas. El descalabro a ella le dejó un cartel fatal, lleno de deudas con hacienda, la seguridad social. Todo ello la hizo caer en una depresión que la dejó mendigando en la calle.

Se despierta al principio un poco desorientada, se levanta con un poco de frío, ve que el tratamiento de Rosa ha surtido efecto, hacía mucho tiempo que no tenía la piel tan hidratada, la ausencia total de pelo por su cuerpo, le está empezando a gustar, pero no descarta que en el futuro se vuelva a dejar crecer su melena castaña. Se viste con la ropa que le ha dejado su amiga, le está grande, pero agradece llevar unas bragas de algodón tan cómodas y las zapatillas le vienen bien, se mira en el espejo y se emociona al ver que empieza a ver un atisbo de la mujer guapa que fue antaño.

Como es curiosa por naturaleza da una vuelta por la casa, no ve nada en especial, como advirtió antes muy limpia y pocos muebles, la tele está en su dormitorio y como era de esperar, el baño está lleno de todo tipo de potingues y cremas. Vuelve a cruzar el rellano, Rosa ha dejado la puerta entornada, al no verla en el salón se acerca a la alcoba del enfermo. Al entrar se encuentra a la mujer levantando la sábana y agitando la mano con una sonrisa en la boca, al dejarla caer, se crea una especie de tienda de campaña que le hacer reírse a las dos y tienen que salir de allí para no despertar al pobre chico.

Una vez en el salón se carcajean de lo que han visto, el friki se gasta un rabo descomunal. Rosa la mira contenta de ver lo guapa que está y se jacta delante de ella de tener un talento natural. Raquel la besa en la mejilla y la abraza con lágrimas en los ojos la mira y la vuelve a besar en las mejillas, sólo acierta a darle las gracias. Ella la consuela, con un simple, está bien…

Las dos se vuelve a ver en la cara, la sin techo tiene los ojos rojos de haber llorado, reconoce no haber llorado en mucho tiempo, pero que se encuentra bien, la cara de Rosa es asertiva y la mira con una mezcla de dulzura, le anima a seguir llorando mientras acaricia su cabeza pelona. Llora en silencio, una mezcla de pena y rabia por haberse abandonado y no haber hecho lo que siempre había hecho “plantar cara”. Deja de llorar y al levantar la cabeza, le dice a Raquel…

¾     Es la última vez que me compadezco de mí, no voy a volver a derramar una lágrima por mí, siempre he sido una persona optimista y alegre. Es hora de volver a reírme de la adversidad y encauzar mi vida. ¾Dijo mirando los ojos de color miel de su amiga.

¾     ¡Así me gusta!, si quieres yo te ayudaré…puedo tirar de amistades y buscarte un trabajo…

¾     Gracias, gracias, gracias…¾acertó a decir nuestra amiga con más lágrimas en los ojos.

¾     Ahora deja de llorar y vamos a tomar algo, llorar en ayunas es algo terrible…

La vecina prepara una jarra de té helado y lo acompañó con unos pastelitos que había hecho con la thermomix. Para que la sin techo se viniera arriba decidió que había que alegrar la infusión con un poco de whisky, el brebaje servido con mucho hielo y unas hojitas de menta se dejaba beber de manera sencilla. Las dos bebieron, con moderación al principio, pero la verdad es que era algo que entraba divino. Al cabo de dos horas y de haberse bebido más de los que debieran, están contentas, se parten de la risa con cualquier comentario, están seriamente achispadas, hasta tal punto que la vecina con voz de trapo, dice…¾Voy hacer la segunda buena acción del día.¾ Mientras, se levanta con dificultad, se acerca a la habitación de Pepe que está durmiendo, al levantar la sábana ve otra vez su precioso nardo y se lo lleva a la boca. Raquel se empieza a reír tapándose la boca…y se acerca para ayudar a  su compañera.

La solterona se sienta sobre la cara de la sin techo mientras le come la polla a un pobre hombre plagado de escayolas. La imagen no puede ser más sub-realista. El rabo se pone duro y ella intenta abarcarlo con toda su boca pero que va, no sólo es largo, es muy gordo.

Por su parte, Pepe lleva un rato despierto, como siempre permanece callado, no ha podido masturbarse en días y agradece el detalle de su vecina que le está mirando a los ojos mientras le chupa los huevos. El hecho que esté medio sedado, hace que su polla no se ponga dura del todo, pero poco a poco va cogiendo algo de forma. Se pregunta «¿Cuánto tiempo hace que no se la chupan?», el hecho de reconocer que más de diez años y se asusta bastante, dejando volar su mente mientras Rosa con cuidado se ha puesto a cabalgar sobre su polla. Solo algún envite furioso lo saca de sus pensamientos, que le llevan a otra época en la que no era así ni mucho menos.

Él siempre había sido un chico dicharachero, un tío normal, esa persona no imprescindible pero sí necesaria y que pese a no ser un líder, la gente la suele echar en falta, buen amigo, buen hijo y colega…¿Qué falló?, nada y todo…bueno, a decir verdad, falló el puñetero diseño, puta asignatura que traía al pobre Pepe por la calle de la amargura, era un crack en matemáticas y física, las demás era bueno…pero el diseño, Dios le había concedido dos muñones para el dibujo. Pero si quería estudiar una ingeniería y debía aprobar, para conseguir entrar en la escuela de ingeniería informática. Llevaba un C.O.U. desastroso, por culpa de la mierda de asignatura, se esforzaba pero no entendía los conceptos. Todo iba de culo hasta una mañana en la que coincidía en el ascensor con Eva, su vecina de rellano, estaba triste porque por mucho que se había esforzado sólo había sacado un tres en el examen de dibujo técnico. Estaba tan triste que una lágrima, mezcla de dolor e impotencia resbaló por su cara. Esto no pasó desapercibido por la vecina que limpiándole con un pañuelo le preguntó. ¾¿Qué motivos tienes para andar así de triste?¾La pregunta pilló a Pepe desprevenido, sus ojos sólo veían una imagen borrosa de ella.

¾     ¿Es por una chica?¾insistió la vecina.¾¿Te persiguen los indios?, ¿Te quieren hacer vegetariano? O peor aún…¿tu padre te quiere hacer socio del Madrid?.

¾     Nooo, jajaja ¾ la última pregunta había conseguido una sonrisa a sabiendas de que él era un acérrimo seguidor del Atleti.¾ Es que soy un negado con el dibujo técnico y hoy me han vuelto a catear.

¾     Pero hombre…¿no sabes que soy aparejadora?, ¡puedo ayudarte cuando quieras!

¾     No creo, ¾dijo él, otra vez serio ¾ mañana es la recuperación y si no apruebo esta vez, me veo perdiendo un año.

¾     Entonces, no hay tiempo que perder, ve a casa y dile a tu madre que quedas conmigo a estudiar mientras yo preparo café, tenemos una noche larga por delante.

Tal y como vaticinó Eva la noche fue larga y muy dura, el pobre muchacho no sabía ni coger el cartabón, pero ella al cabo de un par de horas se dio cuenta que era más productivo empezar desde la base. Estuvieron repasando conceptos desde la simple línea recta pasando por las perspectivas, además de un par de trucos que ella había aprendido con el oficio. Pepe se acostó a las cinco de la mañana repasando una tras otras las láminas que habían hecho con su vecina. Estaba hecho polvo, pero consiguió hacer un examen digno. Convenció al profesor para que corregir el examen delante de él, al terminar, le estrecho la mano y le dio la enhorabuena por sacar un siete. ¾Si no hubiese estado vigilándote como lo he hecho, juraría que te has copiado ¾ le dijo su profesor.

Salió corriendo para casa con la esperanza de que Eva ya hubiese llegado, era absolutamente maravilloso, al abrir la puerta ante la insistencia de su llamada, él le enseñó su examen y se fundieron en un abrazo.

¾     Pídeme lo que quieras, esto te lo tengo que compensar de alguna manera ¾ le dijo Pepe.

¾     Ten cuidado con lo que pides…

¾     No, en serio…¡Pídeme lo que quieras!

¾     Primero te vas a echar una siesta, luego te duchas y una vez hayas hecho esto, veré que puedo hacer. Pero vete haciendo a la idea que me vas ayudar a limpiar el trastero este fin de semana.

¾     ¡Hecho!...­­—Dijo mientras la abrazaba y la levantaba en vilo.

¾     ¡Suéltame loco! Jajajaja. El sábado a las nueve te espero, te advierto que está lleno no te pongas tan contento.

Pepe era un hombre de palabra, pero la noche anterior, había celebrado su aprobado con creces y se le fue la mano con la priva. El resultado, llegar media hora tarde y una resaca descomunal. La cara de mala leche de Eva era más que evidente al ver el mal estado con el que acudió su pupilo, pero l

lo dejó escapar, necesitaba hacer hueco en el trastero y si Pepe pensaba que se iba a ir a dormir, iba listo. La mañana fue un infierno, todo gracias a un cóctel de resaca, falta de sueño, calor y trabajo. Aunque con dieciocho años todo se puede, la verdad es que el pobre acabó el trabajo a las dos de la tarde hecho un eccehomo.

Eva se lo pasó bomba puteando al pobre chaval, aunque reconocía que estaba de muy buen ver y no hubiera dudado ni un segundo en follárselo, sobre todo cuando pudo adivinar el bulto que  se gastaba en la entre pierna. Estaba muy cachonda de ver un cuerpo joven lleno de sudor, mojó las bragas de tal forma que tuvo que ir a casa a cambiárselas, demasiado tiempo sin tener una buena polla le estaba reconstruyendo el himen. Pero recuperó la razón en un aletazo de lucidez y por un momento se sintió como una pantera a punto de saltar sobre una presa indefensa. No era la única que se estaba calentando, porque Pepe, a pesar de la resaca se había fijado en culo poderoso de Eva, no era el típico culo “levis” perfecto y tallado a base de gimnasio, era muy grande pero hipnótico, era el típico de las actrices italianas de los cincuenta, algo perfecto, luego si le sumas el calor una camiseta y la ausencia de sujetador te encuentras con una parte superior en la que se adivinan unas tetas maravillosas.

Pero, al igual que ella, un momento de lucidez le hacen caer en la triste realidad. Nunca podrá acceder a semejante hembra, siempre se había sentido atraído por ella, de hecho se había hecho alguna paja pensando en ella. Sobre todo después de aquélla vez que tuvo la suerte de verla en bikini. Al final decide dejar de pensar en ella porque nota que su polla se va poniendo morcillona.

Termina el trabajo y Pepe quiere irse a casa a ducharse, hacerse una paja y dormir unas horas de siesta para irse de marcha, quiere aprovechar que sus padres se han ido de fin de semana para tener una gran juerga antes de encerrarse de cara a la selectividad. Pero ¡joder!…se ha dejado las llaves dentro de casa. Con cara de circunstancias vuelve a llamar a casa de Eva, ella tarda en abrir, está claro que está en la ducha. Quiere ver si puede pasar a su casa por el patio de luces, es arriesgado, pero debe intentarlo para no estar en la calle todo el fin de semana.

Eva abre, tal y como había sospechado, acaba de salir de la ducha, su aspecto limpio y su buen olor son un afrodisiaco para nuestro amigo. Ella se niega a que Pepe, corra ese riesgo, después de que le contara su plan. Para calmarlo, le invita a pasar y le dice que se duche en su casa y que le puede dejar un poco de ropa, puede dormir en el sofá, de todas formas sus padres regresarán mañana. Es eso o la calle, no hay más opciones y decide aceptar la oferta de su vecina. Al entrar, Eva se pone colorada de vergüenza tras darse cuenta que ha olvidado esconder el consolador, que ella apresuradamente recoge sin darse cuenta que al agacharse se le ha enseñado carne de más a Pepe. Este finge cierto pudor y hace que se da la vuelta, para que ella se sienta más cómoda. No puede más y en la soledad de la ducha él se ha hecho una paja de campeonato, no puede evitarlo, hace tiempo que se siente muy perturbado por Eva y hoy le ha demostrado que puede tener alguna posibilidad. Está a medio, cuando ella le pide permiso para entrar, el, protegido por una cortina de ducha opaca, se lo da. Ella le ha dejado unas toallas limpias y ropa de su ex que precisamente iba a tirar hoy. Nada del otro mundo, unos vaqueros y un polo de rugby bastante viejo. Puede valer.

Al salir de la ducha, ella está sentada con su albornoz, leyendo el periódico. Pepe le da las gracias, por acogerlo, Eva sonriente le dice que mejor así, le invita a un café y que se siente en el sofá a ver una película clásica, no se acuerda si es “Sed mal” o algo así por el estilo. A mitad de la película su compañera de sofá se queja de que le duelen los pies y el chico se ofrece a darle un masaje, sabe darlos bien, porque siempre se los da a su madre.

Eva se tumba y pone los pies en el regazo mientras el chaval le masajea suavemente la planta de los pies, los dedos, sube con delicadeza hasta la pantorrilla y baja otra vez, sus dedos por entre los dedos de ella. La vecina se relaja de tal manera que una parte de su albornoz se suelta y deja ver su coño,  nunca antes había visto algo igual, es grande, peludo, negro, y no deja ver su raja en toda su plenitud. Se queda tan ensimismado que ella se da cuenta enseguida de su error. La primera reacción es taparse, pero está tan a gusto que piensa, «Deja al chaval». Al final no puede evitar ver el bulto del pantalón del pobrecillo y que se vea un manchurrón de esperma. Al darse cuenta, el pobre sale corriendo por la casa avergonzado de lo que ha pasado, Eva sale detrás de él y arrepentida de lo que ha pasado le pide perdón, mientras le ruega que abra la puerta del baño.

Eva se siente avergonzada, quizá le ha salido la vena gamberra ha tenido apaciguada durante los años de matrimonio y divorcio frustrado. Pero da igual, el mal ya está hecho. El chaval abre la puerta sonrojado y víctima de la más absoluta frustración le dice que lo siente y que se va a casa de un colega. Su vecina le agarra del brazo y le pide que no lo haga y reconoce que es ella la que ha provocado todo, acariciándolo, se despoja de su albornoz y le pregunta:

¾     ¿Es la primera vez que ves a una mujer desnuda?...pero no te cortes…mírame.

¾     No…no…en la playa y alguna peli porno…–Responde Pepe mirando hacia abajo.

¾     Y bien, ¿qué te parezco?...¿estoy buena? ¿quién te gusta más las de las pelis porno o yo?.

¾     Tú…, siempre has sido tú y sólo tú, desde que te mudaste. –Responde Pepe en un arrebato de sinceridad– Eva, siempre he estado enamorado de ti, eres la mujer más guapa que he conocido, verte así es un sueño cumplido.

¾     Eres un adulador….y ahora me dirás que te has hecho pajas pensando en mí y todo…

¾     Pue sí Eva, sólo contigo, sólo he soñado contigo, te lo juro.

Eva abrumada por la sinceridad que destila Pepe en su confesión, se asusta y se vuelve a tapar, contrariada por el giro de los acontecimientos. Lo abraza y dándole un beso en la mejilla, le dice

¾     Pepe, soy una mujer mayor, no puede ser…no debí desnudarme, lo siento…

¾     No, Eva…no…eres muy buena y he cumplido un sueño, he estado enamorado de ti en secreto, sé que no puede ser, pero eras para mí como un amor platónico. Soy consciente que no puede ser y no me rebelo contra nuestro destino, simplemente lo asumo. Pero entiende que no pueda dejar de pensar en ti. Y lo siento pero esta imagen será la de mis pajas durante el resto de mi vida, porque sé que nunca lo haremos, sé que nunca serás mía en cuerpo, pero sí en mi mente. 

¾     Es lo más bonito que un hombre me ha dicho…­­– dice entre lágrimas. –Sé que te atraía, lo sabía, pero pensaba que era más bien un especie de capricho de un adolescente, ahora veo que no.

Guiados por la sin razón de la lujuria, le besa, le mete la lengua mientras con un deseo nunca sentido por ella, le desnuda, quiere sentir su piel por todo su cuerpo, lo desea, lo sabe porque hace tiempo que no le palpitaba el coño como ahora mismo. Suelta la correa del pantalón de su amante quiere ver lo que esconde sabe que es grande, porque esta mañana no ha podido reprimir echar un vistazo al paquete de su pantalón. Cuando consigue zafarse de él y se agacha una polla enorme casi le golpea en la cara cuando la libera de la presión del vaquero. Es monstruosa, no es que sea una amante experta pero la de su ex era una birria al lado de esta, la agarra con deseo, nunca ha hecho una mamada, le ha dado asco meterse una polla en la boca, su ex, siempre se lo pidió y sólo lo hizo una vez, el cabrón se corrió en su boca sin avisar, no sólo eso, sino que el muy desgraciado le sujeto la cabeza hasta que casi se ahoga, el gilipollas casi se queda sin polla cuando esta se la mordió como represalia.

Pepe no es así, ella no se la mete en la boca, pero se deleita con mirarla es hipnótica, la coge si miedo, su polla es poderosa y desafiante, sin saber cómo, la está lamiendo y le gusta, toda ella sin apenas vello, debido a la juventud de su amante. Es hipnótica y una fuerza oculta hace que al final sin asco ninguno, se la introduzca en la boca, primero el prepucio, limpio y reluciente, se nota que el niño está operado de fimosis y su glande queda todo fuera, huele a limpio, a joven nada raro ni asqueroso, conforme la va chupando descubre que le gusta, que es apetecible y que le pone más cachonda todavía.

El alucina, la mujer de sus sueños se la está chupando, es considerado sabe que a las chicas no le agrada tragarse el semen, y con cuidado la avisa apartándola. Ella lo agradece con un lametón en sus pelotas y le hace terminar haciéndole una cubana para que su semen se estrelle contra sus pechos y su cuello. Como un caballero que es, la ayuda a levantarse mientras se despoja completamente del pantalón y se queda tan desnudo como ella. Lame sus tetas llenas de restos de su esperma, lo deja limpio, su sabor viscoso no le da asco entre otras razones porque es suyo.

Ella lo lleva a su santuario, su alcoba a la que no deja entrar a nadie, no le gusta que anden tocando sus cosas, pero esto es distinto, ahora el joven es suyo, lo va a marcar con el sello del recuerdo de la primera vez, una marca que estará para siempre durante el resto de su vida. Lo tumba, bocarriba para que se ella quién controle la penetración, de hecho, no está segura de que eso le entre bien pese a lo mojada que está, por eso como precaución decide darle un repaso de saliva antes de que su coño se atragante con semejante tranca. «Con cuidado, despacito se va diciendo ella», se va dejando caer sobre él, notando como esa “pedazo de polla” la va taladrando las entrañas, parece que no va a caber pero una vez más se equivoca, encaja a la perfección, se queda quieta un ratito para que todo se adapte, no quiere que ninguno se haga daño, mientras el agarra fuerte su culo, no es tan duro como aparenta pero le gusta más que sea así lo estruja con sus manos y lo amasa como si fuera un pan de pueblo.

Ella ya se adaptado por fin y empieza a disfrutar como una loca, de pequeños saltitos a empezado a subir y a bajar por toda la extensión. Se ha corrido ya, pero no es el gordo que espera, quiere uno que le provoque espasmos y que la derrumbe por completo, mientras toca el vientre duro de su oponente, nada que ver con la barriga fofa de uno que ella sabe. Es todo ganancia desde luego. Pepe por su parte, está alucinado, nunca antes su polla ha sentido algo tan agradable como estar dentro de un coño, ni por asomo una mamada es mejor que esto. Su pene está feliz, el más. Está agarrando

las tetas cuando de repente su amante se cae en redondo encima de él, con temblor de piernas y respiración entrecortada. En un principio se asusta, porque piensa que algo malo le ha ocurrido, cuando le pregunta si está bien, ella sólo le puede decir en la gloria.

El gran “Oh”, ¡por fin!, hace años que no lo siente y casi se desmaya. Se queda abrazada a él, con su rabo dentro, porque aún le aguanta. Pepe no se da por vencido, y ahora quiere hacer el misionero, se pone encima de ella que la verdad está para pocos trotes y comienza a bombear ella sólo le pide que tenga cuidado, pero claro una oportunidad así no puede dejarla escapar, se abraza con sus brazos y sus piernas, el entra y sale primero lento y luego con ímpetu, tanto que al final ella se corre no una ni dos, sino cinco veces más hasta que al cabo de bombear un rato se corre y se derrumba encima de ella.

Del cansancio se quedan dormidos. Ella se despierta cuando escucha trajinar en la cocina, Pepe ha hecho una tortilla de patatas, bastante decente la verdad y un poco de pasta a la carbonara que le parece alimento de los dioses, está desnudo cubierto con un delantal que lo convierte en una delicia para ella. Siempre quiso que esto ocurriera, se da cuenta que tiene un cuerpo diez pero que lo mejor es su pedazo de rabo. Ella lo abraza por detrás, el nota sus tetazas en su espalda, está hambriento, pero sabe que lo de antes ha sido el primer round. Hoy va a cumplir su sueño y espera que se cumpla al 100%. Aparta la comida del fuego y apaga el gas, se da la vuelta y contempla a su amada, su pelo negro largo y rizado, sus ojos verdes y su piel morena las tetas grandes y sus pezones marrones. Su coño muy peludo, muy negro, precioso, no se ha lavado y ve como se le marcan los chorretones de semen y fluidos. Él ha visto que en las películas los hombres le comen el coño a las mujeres y quiere probar, además quiere ver toda su anatomía de cerca.

Comen mirándose con lujuria, los dos están deseosos de seguir, pero están tan hambrientos…no hablan, sólo él cuando termina se levanta y la lleva en volandas a la cama, para tumbarla y complacerla con la boca. Nunca le han hecho un cunniligus, se deja hacer. Él en cambio sólo lo ha visto en las películas, cuando se acerca, puede ver su pedazo de raja, un coño morenito con unos labios muy desarrollados e hinchados debido al polvo anterior. Él le pasa una lengua como si fuera un cachorro lamiendo su plato de leche, encuentra el clítoris y lame, ella reacciona gimiendo, ha encontrado la forma, sigue, lo lame y prueba succionarlo, ella se retuerce y le agarra del pelo para que no pare. “Este cabronazo tiene un don” piensa ella mientras se corre otra vez.

Ahora quiere probar algo distinto, la pone a cuatro patas, lo ha visto en muchas pelis, y es cuando la mete poco a poco como ella pide cuando el encuentra su forma, es una gozada la mete y la saca sin piedad, ella se ha vuelto como loca y berrea, le mete un dedo en el culo, Eva no está ya para remilgos y se deja hacer nunca antes le habían tocado el culo, pero ya le da lo mismo, con el dedo gordo y la polla ella se siente una diosa del placer pero su cuerpo no tiene fuerza para más se derrumba y el la penetra estando ya tumbada sobre la cama. El chico encara su pene por el agujero del culo, pero ella le pide que no lo haga alegando el tamaño de su pene. Él es un buen chaval y decide estarse quieto, ella como agradecimiento le hace correrse con su boca y se traga todo.

Acaban durmiendo de puro cansancio, él ha tenido su primera experiencia y la verdad no puede quejarse. Para ella ha sido la vez que mejor la han follado, no es que su marido lo haga mal, pero la virilidad del chico deja en entredicho todo lo antes conocido, la ha dejado tan llena que le ha hecho perder la cabeza.

Pepe ha esperado a que ella duerma para hacer la maniobra arriesgada de saltar de un balcón a otro, con un movimiento atlético lo consigue, el motivo, necesita sus apuntes con desesperación, sabe que su madre le va a reñir y su padre lo castigará si no aprueba la selectividad, el castigo consistirá en no hacer el inter-rail ese verano y es algo que el chaval considera como un pequeño paso iniciático, antes le ha dejado una nota a su amante. El follar con su madurita ha hecho algo raro en su cabeza, se está concentrando como nunca, los temas más difíciles abren su mente como nunca antes lo había conseguido, se pasan las horas hasta que se da cuenta que está amaneciendo. Se ha empollado todo el examen y se lo sabe cómo nunca. Se va la cama y duerme como un campeón durante horas y sólo despierta con el ruido del timbre. Es Eva, se ha despertado y ha visto el posit. Le echa una bronca de cojones por haber hecho semejante locura, pero él le explica sus motivos. Como no se los cree, empieza un juego, le va preguntando temas y él responde hábilmente a todos, ella se lo recompensa, aunque creo que el premio es mutuo porque el chaval se vuelve a empeñar que da gusto. La cosa se prorroga hasta la llegada de los padres de él, momento en el que se despiden no sin antes quedar a “repasar” el examen de dibujo técnico.

Las notas de la selectividad son espectaculares, pero algo ha ocurrido en la mente de Pepe. Una especie de cortocircuito en su cerebro lo ha transformado completamente, ya no le gusta ir por ahí con los amigos que al final lo dejan por imposible y pasan de él. Su vida durante los siguientes seis años se limita a follar con la vecina y estudiar, lo han convertido en lo que hoy es, un hombre gris, apático, sin alegría por nada más que en el momento en que se va a follar con su chica, y digo bien, su chica, porque acaban viviendo juntos a pesar de la negativa de sus padres, que están desesperados al ver que su hijo se ha convertido en un autómata.

Eva está tan enamorada que hasta que la madre de él no le canta las cuarenta, no se da cuenta del problema que acarrea. Ella está intenta por todos los medios dar con el problema, lo castiga sin sexo durante semanas, pero es sólo cuando follan, hacen Pepe vuelve a ser el de antes, alegre, divertido y chistoso durante un par de días, luego se transforma en un ser taciturno, entonces la madre de él le pide, le implora a ella que no lo abandone nunca. La felicidad es el lapso de tiempo entre las putadas que te ofrece el destino, y ese periodo no es excesivo. Un día no te encuentras bien y tras unas pruebas te detectan un linfoma en grado cuatro, Pepe busca desesperado una financiación que ayude a salvar a su Eva, pero es imposible, al final sólo consigue alargar algo el proceso, del dinero nadie consigue entender que con su sueldo de programador lo haya conseguido, aunque no le ha servido para nada, su mujer ha muerto, ella no quiso casarse y le dejó tirado, convirtiéndolo en un autómata, que no sintió ni pena ni dolor cuando sus padres murieron, que no tiene amigos ni compañeros y que ahora está sólo con su vecina y una sin techo de tetas vacías que sabe muy bien de donde ha salido.

Pepe se corre al fin, acto que lo saca de sus pensamientos y empieza a reírse nada más darse cuenta de la escena, que siendo honestos, parece sacada de una película de Berlanga. Se ríe de tal manera que las costillas le duelen pero no puede dejar de reírse, una señora mayor y una sin techo, calva se disputan su polla como si fueran dos perros royendo un hueso. Las chicas cubiertas de lefa se alertan, no esperaban esa forma de proceder y se ríen con él a carcajada limpia. «Por fin ha salido de su estado catatónico», piensa Raquel. La verdad es que viendo como las ha puesto de leche, debe llevar demasiado tiempo sin descargar.

¾     Tengo hambre chicas…­–Pepe al fin dice algo. –¿podéis hacerme algo de comer?, lo haría yo, pero en este estado.

¾     Podrías comernos el coño –Responde Rosa que sigue medio chispa por culpa del té helado gracioso…–Nosotras te hemos traído a la vida comiéndote el nardo, ¿Qué menos?.

¾     Podría, pero para satisfacer a dos hembras tan exigentes necesito algo de comida decente en mi cuerpo.

Raquel se levanta dándole la razón, al fin y al cabo el pobre ha estado al borde de la muerte, no conviene forzarle mucho, prepara algo suave, una papilla de frutas y galletas maría para él y otra jarra de Té con chispa para las chicas. Cuando vuelve, Pepe se da cuenta que ha debido de ser un pibón de joven pero la calle envejece prematuramente, a pesar de tener la misma edad. Ella parece tener diez años más, en cuanto a Rosa, morena bajita y caliente, sus ojeras la delatan como una mujer solitaria, en eso se siente identificado con ello, es la primera vez que ve una mujer desnuda desde que murió su Eva y que decir de tener relaciones.

Se da cuenta que son dos mujeres extraordinarias, le han ayudado, le han traído de vuelta, parece como si hubiera despertado de un coma que ha durado muchos años, después de la merienda, Rosa que está tremendamente borracha, le planta el culo en la cara y le pide que se lo coma, él al principio le parece nauseabundo, pero cuando mete la lengua sabe bien, está muy limpio y decide comerle el ojete, mientras la buena de Raquel vuelve a la carga con la polla. Está preparada y lubricada para por fin ensartarse la polla en su coño lampiño, mira a los ojos de él como queriendo decirle algo, pero es la sensación de llenarse su vagina con un pene no antes usado la que le da esa intensidad en la mirada. Poco a poco está ensartada, se queda quieta con una respiración entrecortada, hasta que poco a poco empieza a moverse, a Pepe le duele, pero no se queja, el dolor le hace sentirse vivo otra vez y decide olvidarse de él para comerle los pezones a la vecina salida que tarda muy poco en correrse, no ha terminado de resollar cuando la sin techo la aparta de un empujón, para ensartarse ella, a el muchacho le resulta extraño ver esas tetas vacías y le dan una sensación asquerosa el ver esos pellejos colgando pero le da igual. A Raquel, en cambio, le parece lo más maravilloso el verse ensartada por el muchacho que por momentos nota como su tez ceniza va tornado en un color más rosado, está tan caliente que tarda poco en correrse, pero no se recrea, porque su compañera le paga con la misma moneda.

Termina el juego con ellas dándole una mamada proverbial, Pepe está tan cansado debido a su debilidad que se queda durmiendo enseguida, ellas se quedan acostadas cada uno a su lado, los tres han recuperado la felicidad perdida.

Epilogo:

Dos mujeres y un hombre caminan de la mano por una playa del Cabo de Gata, una mujer de mediana edad va en el centro, los vecinos conocen a la más bajita, es Rosa, los otros dos son desconocidos, una chica muy guapa con el pelo al uno y unas tetas operadas preciosas. El chico es un tío muy simpático que lleva loca a todas las mujeres de la playa nudista. Los tres han formado una especie de alianza, han vuelto a la vida y han dejado de ser grises.