miprimita.com

El hombre sin miedo 2.0: Introducción

en Grandes Series

El hombre sin miedo 2.0

Allí estaba yo, con cara de gilipollas, no podía imaginar que mi amigo Jacinto hubiese venido a verme en el culo del mundo. El bueno de Jacinto Molina, aunque los más allegados le llamábamos Paul Naschy, y no sólo por su nombre sino también su abundante vello corporal. Aunque parezca raro, él es agente del Centro nacional de inteligencia, también conocido como C.N.I., pero antes habíamos servido juntos en el cuerpo de las G.O.E. durante unos años. En esa época yo estudiaba la carrera de periodismo y él se preparaba para entrar en lo que los de dentro llaman la “casa”.

Aunque nunca habíamos perdido el contacto, es cierto que había pasado mucho tiempo desde la última vez, desde entonces, yo me había ido a vivir a Londres con Gabi, mi ex.

-       ¿Qué pasa Montoya?, parece que has visto un fantasma…-dijo Naschy entre risas.

-       Nunca imaginé encontrarte en el fin del mundo…-Contesté

-       No subestimes el poder de la “inteligencia española”, ¿por qué no tomamos algo y me cuentas que cojones haces aquí? - Respondió.

Entramos en un bar y entre copa y copa de Jack Daniel’s,  comencé a contarle un relato sobre mis dichas y desdichas, en especial con Gabi la mujer por lo que dejé todo en España para ir tras ella como un perrito faldero. Es duro tener que reconocerlo pero a pesar de que sigo pensando que ella es la mujer de mis sueños, a veces estos se vuelven pesadillas por culpa de las circunstancias. Estuve un año fenomenal con ella, yo conseguí una corresponsalía gracias a Augusto, mi mentor, y ella continuaba con los trabajos de modelo, todo iba razonablemente bien hasta que una tercera persona se entrometió.

Todo empezó a torcerse cuando mi novia, sabedora que estaba en el final de su carrera, pero seguía adorando el mundo de la moda, empezó a prepararse como fotógrafa y a matricularse en un máster de marketing internacional. Su objetivo estaba en hacerse un hueco en las bambalinas del mundo de la costura, un día tras un desfile se acercó una conocidísima editora de una revista de moda. Esta sabía perfectamente quién era mi chica y por supuesto cómo se había preparado, no vino a ver el desfile sino a ofrecerle un empleo como asistente, como era de esperar mi ex lo aceptó sin pensarlo dos veces. Ahí es cuando empieza mi calvario, viajes inesperados, pataletas infantiles de la diva de la moda que Gabi sufría en silencio y yo soportaba sabiendo lo importante que era para ella.

Los problemas se agravaron, cuando Augusto fue obligado a  dejar la dirección del periódico por los propietarios y a mí, que era digamos su “niño bonito”, me despidieron sin más contemplaciones. Al principio no fue tan mal, dedicaba mi tiempo libre a trabajar con un amigo a restaurar coches clásicos, hasta que un día escuchaba la conversación de la cabrona de la jefa de mi Gabi que le espetaba que hasta cuando iba a estar manteniendo a un gandul irresponsable como yo.

Yo, que nunca he sido un mantenido en mi vida que me enrolé en el ejército para poder ayudar a mi madre y a mi hermano pequeño económicamente, yo que había estudiado la carrera de periodismo mientras daba barrigazos contra el suelo con un CETME en las manos y estudiaba montado en un blindado tiroteado por franco tiradores en Mostar. Yo que resulté herido de gravedad por servir a mi país. ¡Valiente hija de puta!, ¡seguro que tiene el coño cerrado en falso por no haber hombres con estómago para follársela!

Después de esto, mi carácter se fue agriando por culpa de esta cabrona manipuladora, un día después del enésimo plantón de Gabi, por culpa de una reunión de última hora. Me limité a hacer el petate y salí de casa dejando una escueta nota que decía, “Esto no funciona, me voy”, no di un portazo, pero casi. Sin nada que hacer, pensé que lo mejor que podía era hacer un viaje, además no había gastado mucho del dinero que tenía por lo que alguien frugal como yo podía permitirme ese exceso.

-       Entiendo que quisieras poner tierra de por medio, pero cojones, ¡¡irte a Alaska!!-atinó a contestar mi compañero.

-       Ya sabes que mí no me gusta viajar en plan turista, quería hacer una proeza y por eso  decidí realizar la carretera Panamericana desde Alaska hasta Ushuaia, para ello tenía que empezar por buscar la mejor combinación para ir a la Anchorage, allí compraría un coche y una vez lo preparara me dispondría a realizar mi gran aventura. No te enfades pero, se lo dije a nadie, bueno a nadie no, sólo lo sabe mi hermano que sería mi enlace con el mundo. Para evitar sus sermones habituales decidí llamarle desde mi punto de partida de manera que no me diera mucho la brasa. Durante estos días me ha pasado unas cosas muy curiosas.-Le dije para acto seguido contarle los detalles de mi viaje:

El viaje hasta fue realmente largo, tuve que ir dirección Nueva York, de allí volé hasta Seattle y otra vez rumbo hasta Anchorage, si a eso le sumas que no quepo muy bien en los asientos de turista, pues os podéis imaginar que no me compliqué mucho la vida y me metí en el primer motel que vi para poder descansar.

Al día siguiente después de un desayuno típicamente americano, pregunté en la cafetería donde podía comprar un coche de segunda mano de confianza. El auto tenía que reunir unas  condiciones bien sencillas, tenía que ser barato, tenía que tener tracción integral, que tuviera una mecánica sencilla para poder reparar sobre la marcha y que no estuviera muy oxidado, aunque esto último sería muy complicado conseguirlo en Alaska con los problemas de la nieve y la sal. Alaska siempre la tenemos como un sitio frio e inhóspito, pero es cierto que durante los meses de verano es un auténtico paraíso. Esa fue una buena opción, si hubiésemos ido en invierno me habría topado con un auténtico infierno.

Siguiendo las indicaciones del dueño de la cafetería, visité unos cuantos concesionarios y compraventas, pero la verdad es que todo lo que me podía permitir era auténtica basura, bueno en realidad podría comprarme un coche nuevo, pero con toda la electrónica que tienen los coches de hoy no me veo pidiendo una grúa de rescate en una aldea apartada. Por eso necesitaba un coche con una mecánica sencilla, que pudiera arreglarse con pocos repuestos y que la mecánica fuera fiable.

Después de tres días buscando, vuelvo a cenar a la cafetería del primer día y me atiende una camarera ya entrada en años pero muy simpática que me pregunta que hago en Anchorage, yo le cuento mis planes y que llevo tres días buscando un coche para emprender mi viaje. Ella me mira con cara de loca y se parte de la risa, entonces me dice:

-Tengo una compañera que vende un Jeep Wrangler del 87, el coche tiene buena pinta, pero claro yo no entiendo mucho, ¿te la traigo?.

-Vale, pero tu jefe no me dijo nada cuando le pregunté. -Le contesto sin muchas esperanzas después de una mañana desesperada.

-Normal, lleva ofreciéndole una miseria por el coche a Pam desde hace un mes. Por eso no te lo dijo, espérame aquí…¡Paaaaannn!

Al cabo de un rato, me trae a una morena con unos rasgos mestizo entre occidental y amerindio, Es bajita con el pelo liso y moreno, pero sus ojazos negros hacen de Pan una belleza exótica. Una vez hechas las presentaciones, ella me cita para dentro de una hora que termina de trabajar e ir a ver el coche a su casa. Yo espero pacientemente mientras escribo un poco en mi portátil. Es curiosa esta sociedad rural americana, son terriblemente amables con la gente de fuera, pero al mismo tiempo son como las abuelas de mi pueblo, excesivamente curiosas, más que nada porque noto cómo detrás de mí la camarera más madura, intenta ver qué escribo. Al final del turno, Pam me lleva hasta su casa para ir a ver el coche. Las casas en esta parte del mundo son de madera pero están francamente bien acondicionadas para el frío y el calor. Al entrar al garaje me gusta lo que estoy viendo, un Jeep Wrangler del año 89 en color marrón chocolate, con llantas de aluminio, techo rígido (importante), suspensión levantada, cambio manual acompañando a un motor de seis cilindros en uve y cuatro litros de cilindrada.  Reviso los bajos con una linterna y me encuentro con dos sorpresas agradables, el coche está suspendido sobre soportes para que las ruedas y la suspensión no se deformen y los bajos están en un estado bastante bueno. No veo el motor sucio ni goteras, cuando conecto la batería y arranco observo que el motor suena bastante bien y que  el humo que suelta es el optimo, por color e intensidad. El interior se ve muy cuidado, los asientos son de tela y los relojes funcionan bien, salimos a dar una vuelta con él, veo que el motor responde tanto a la hora de acelerar como para retener, además las marchas y la tracción engranan correctamente, la dirección es precisa y como guinda del pastel tiene una emisora de radio bastante buena. Cuando apago el coche le pregunto:

-¿Cuánto estás pidiendo?

- Diez mil dólares…

-¿Quéee?, he visto al menos diez como este por bastante menos. –Le contesto echándome las manos a la cabeza.

-Cómo este no, bastante peores que este. -Responde ella sin inmutarse.- Mira ¿cómo me has dicho que te llamabas?.

-Paco Montoya.

-Eso, Paco...mi difunto marido adoraba este coche, invertía todo su tiempo libre en él, hace un año que murió cuando fue atacado por un Kodiak.

-¿A tú marido lo mató un oso?, -Le dije con cara incrédula.

-En México es normal ser víctima colateral de un enfrentamiento entre narcos y ¿tú te sorprendes de que aquí la gente muera devorada por un oso?

-Pues sí, entre otras razones porque soy Español. Mi país está en Europa, no en América.

-Upss, perdón. No te voy a engañar, odiaba a mi marido y a este coche, el dinero me hace falta para obtener el título de piloto civil y mejorar mi status. Son dos años y cada año la matrícula vale una pasta. Por eso no puedo bajar el precio, pero yo sé que tú sabes que estás comprando bien. Mira te lo dejo en ese precio y te llevas todas las herramientas,  las piezas que de repuesto que hay, este cabestrante que tenía nuevo y el Snorkel.

- Vale, con dos condiciones más, la primera que me dejes usar el taller de tu marido para poner el coche a punto y la otra es que me dejes que te invite a cenar para celebrar el trato. –Le dije ofreciéndole mi mano.

- Trato hecho. Mañana traes el dinero y formalizamos todo en tráfico.-Contestó con una sonrisa en los labios.

Ya tenía coche con un buen suministro de piezas extra para ponerlo al día, me dejó en el motel y me dormí tras crear un blog sobre mi viaje-aventura. Al día siguiente, le llamé para ir al banco el director nos atendió para hacer la transferencia desde mi banco en España al suyo, luego fuimos a tráfico a transferir el dinero, el coche se veía bastante mejor a la luz del día. Ella me dio una llave de su casa para que pudiera usar el taller y me dio un par de direcciones donde podría comprar el resto de cosas.

Durante la semana siguiente, no me junté con mucho con Pam, estaba preparando el coche, compré neumáticos nuevos y los viejos, aunque estaban a más del 80% los guardé para tener alguno más de repuesto, cambié las llantas de aluminio por unas de chapa que eran menos frágiles y mejores por si había que reparar alguna por el camino. Adapté el cabestrante en el morro del coche, cambié los aceites y los filtros. Compré un par para el camino, cambié la correa de distribución puse un motor de arranque, bujías, un carburador nuevo y un alternador nuevo, le instalé un salva cárter. Le cambié el equipo de sonido, por uno con USB y conexión para IPod. Como guinda le quité los asientos traseros para tener más sitio. En un tienda de artículos deportivos, compré material y le instalé un GPS y una emisora de radio para poder conectarme en caso de problemas. También compré un teléfono vía satélite por si las moscas. Después de unos días tenía todo preparado para mi aventura. El coche se veía precioso. Tenía los planos y el plan de ruta con distintas alternativas por si había problemas. Lo que no le conté a mi buen amigo fue lo que pasó entre Pam y yo esa misma tarde.

Mi ex había conseguido de mi hermano mi nuevo número de teléfono y se puso en contacto conmigo. Ella estaba muy cabreada y con la peor mala leche me dijo que la había dejado plantada y que no quería saber nada más de mí. Que su jefa llevaba razón y que era un mantenido, yo me cabree mucho y la mandé a la mierda mientras colgaba el teléfono con tan mala suerte que al dar un golpe a una llave revienta el filtro de la gasolina, haciendo saltar un chorro de combustible que me puso perdido. Pasé a la casa y le pedí permiso a Pam para ducharme y ella me dijo que no había problema que usara todo lo que quisiera.

Al salir del cuarto de baño, Pam me había dejado una camiseta y un pantalón de deporte de su marido y me pidió que esperara a que mi ropa se secara. Cómo ya era tarde, ella me ofreció quedarme a cenar y a ver una película clásica en la televisión. Yo estaba que echaba las muelas, por culpa de lo que había pasado y creo que ella lo había advertido. Vestía con una holgada camiseta y un pantalón corto de deporte y pedimos una pizza y unas cervezas. Una vez cenamos nos acomodamos en el sofá y empezamos a ver el Golpe, película que me encanta. Al principio mantuvimos una distancia, pero ella se fue acurrucando sobre mi pecho.

La falta de costumbre hizo que me pusiera muy bruto, y ella con una sonrisa picarona, me empezó a frotar la zona afectada y como uno tenía cierto afán de revancha y unas necesidades locas por meterla en caliente. Por lo que mi mano comenzó a meterse por la camiseta y noté unos pezones erectos y duros como piedras acompañando a unos pechos pequeños. Con la otra mano, me dediqué a incordiar su coño incendiario. Mis manos estaban desentrenadas después de mucho tiempo sin sexo, pero masturbar a una mujer es como montar en bicicleta, nunca se olvida.

Antes de darnos cuenta, yo estaba entre sus piernas comiendo un cuidadísimo coño, con su pelo en su sitio pero con la zona de la vagina perfectamente limpia. Mi lengua alternaba el clítoris con unas penetraciones entre sus labios vaginales. Pam es guerrera y se le nota por la forma con la que me agarra del pelo para no despegarme de ella, por el rabillo del ojo puedo verla con la camiseta levantada y una cara de gozo total. Consigo arrancarle un orgasmo que hace que mi cara se llene de jugo de vida. Es hora de que ella haga también su trabajo, por lo que me levanto para apoyar mis rodillas en el sofá y poner mi polla a la altura de su boca. Ella la mira con agrado, sabe le toca devolverme el favor. Agarra mi rabo y con una dulzura propia de ella empieza a lamer mi glande mientras juega con mis huevos. Poco a poco su lengua la recorre de principio a fin. Cuando la introduce por completo en su boca con un par de sacudas le aviso por que mi corrida es irremediable, ella sigue sin importarle lo más mínimo por lo que descargo mi leche en su boca y Pam la saborea en su boca para posteriormente tragarla como si tal cosa. Nos fundimos en un pronunciado beso en el que juntamos los restos de mi esperma con sus flujos vaginales. Mi polla no había perdido fuelle por lo que todo estaba listo para invadir su cuerpo, por lo dejé que ella se pusiera encima de mí para ir viendo como lentamente se iba empalando. Mi amante cabalgaba como una loca mientras mis manos estrujaban sus tetas o amasaban su culo, luego opté por ser un poco malo y opté por ponerla a cuatro patas y comencé a lubricar su culo con saliva y dilatar su ano, cuando estaba contento con el trabajo la ensarté poco a poco, hasta que los dos nos acomodamos y fui incrementando mis embestidas mientras le daba cachetadas, al final acabamos derrumbados por el placer que nos proporcionamos.

Tras esta experiencia, la pobre se quedó profundamente dormida y yo necesitaba aire fresco, así que me vestí y me volví dando un paseo hasta el motel donde me encontré la sorpresa en la habitación. Tras esta introducción,  decidí ir al grano:

-       Lobito, No creo que seas tan amigo como para seguirme al fin del mundo, ¿qué quieres de mí? -Le dije a Jacinto.

-       La casa no olvida a alguien tan valioso como tú, quiero ofrecerte un tema que puede interesarte.-Contestó mi compañero con gesto serio.

-       ¿Otra misión?, no gracias. De la última aún tengo secuelas.-Respondí.

-       Esta es importante.-Me contestó.

-       Todas son importantes.-Le corregí.

-       En esta nos jugamos los derechos y libertades que tú yo juramos defender como militares. ¿Qué sabes de las relaciones entre los movimientos de ultraderecha a nivel global?

CONTINUARA