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Parasofi.

en Voyerismo

¾ Otra vez, ¡mierda de coche!...­ ¾ se lamentaba César con rabia porque tenía que dejar de nuevo su ruinoso coche en el taller y visitar a sus clientes en autobús. Lo peor de todo, es que no podía hacer nada más hasta que cobrara el bonus que había alcanzado ese año, sólo le quedaba esperar un par de días para cobrarlo y comprarse la ganga que le vendía su tío. Estaba contento, pero este contratiempo no iba a ser barato y tendría que prescindir de otro capricho para pagar la factura del taller, no podía tirarlo al desguace, porque le había prometido a su padre que se lo iba a dar a su hermano en buen estado. El viaje tampoco era para tanto, tan sólo para cubrir el expediente y que el jefe viera que estaba comprometido con la empresa a pesar de que el año estaba echado. «Bueno, no hay mal que por bien no venga, podré ir leyendo la prensa y escuchando música», pensó.

Su mente frenó en seco, cuando vio pasar por el pasillo un monumento a las curvas, ni alta, ni baja, con sus carnes prietas y unas tetas que hacían perder la cabeza del hombre más sensato de la tierra, pero es que hasta sus labios carnosos eran para pecar. No se fijó mucho más en la cara, porque esas tetas abarcaban todo cuanto puede abarcar el cerebro un hombre normal y corriente como era César, y es que para rematar, tenía un culo redondito precioso. Todo se interrumpió cuando una señora de mediana edad le pidió que le dejara pasar a su lado, la vergüenza hizo que el bulto que le delataba bajara rápidamente.

Para su desdicha, la chica no viajaba sola, iba con su maromo. Que no hacía más que magrearle los melones y morderle la boca. Era una putada, porque semejante hembra no debía estar en manos de un niñato imberbe, él era un hombre de verdad, de los que sabían cómo complacer a una mujer…era una mierda, el mundo en verdad estaba mal repartido, él era un hombre que empezaba a tener éxito en la vida, se suponía que las tías tenía que recibirle con las bragas en la mano y estaba sólo. En cambio el pendejo de al lado estaba con un mujer bella y voluptuosa. No podía dejar de mirar descaradamente a su nuevo amor, sólo apartó la vista cuando ella se levantó para ir al baño del bus…César se imaginaba a la chica esta vez jugando con sus tetas, lamiendo sus pezones mientras con la otra mano se masturbaba metiéndose un dedo e un coño con pelo pero muy arregladito, tal y como al él le gustaban, peludos pero bien cuidados para poder comerlos y olerlos con la intensidad que merecen.

Sus pensamientos se sobresaltaron cuando ella salió del baño, se le notaba algo distinto, con una sonrisa burlona enseñó al afortunado mamón de su novio un trozo de tela con encajes. El con una sonrisa bobalicona, se abalanzó sobre sus tetas mientras ella se desabrochaba un par de botones para que pudiera meter mano entre su blusa. Su cara de gozo era una declaración de guerra. César quería ser él, sobar esas tetas, lamer sus pezones grandes y apretar ese culo carnoso y redondo. El miraba descaradamente pero a la pareja tampoco parecía molestarle demasiado, así que podía contemplar como esa diosa de la libido hacía que su polla estuviera a punto de romperle los pantalones. Sólo acertaba a oír una frase que ella repetía continuamente. ¾Ahora no, en cuanto lleguemos, lo juro.

El viaje fue un continuo sufrimiento para él, sólo su mente volaba hasta la suite de un hotel frente al mar, mientras descorchaba una botella de GH MUMM rosado, ella se arrastraba con mirada felina por la cama exigiendo su ración. Ella boca arriba y él vaciando el champán sobre su cuerpo, bebiendo de su pecho y escanciando en su entrepierna para que ella saboree un maridaje perfecto. La mente volaba hasta el momento en que la poseía con una voracidad propia de un salvaje. Sin preámbulos, sin caricias, sólo la penetración, ella estaba a cuatro patas mirando a un enorme espejo, así, el desde atrás podía observar el bamboleo de sus enormes cántaros, que mezclado con su cara de viciosa con sus labios que antes le habían lubricado su polla.  Sin duda agarrar esas nalgas y ver como grita pidiendo más fuerza a su amante.

Su fantasía termina bruscamente cuando el bus llega a su destino, la pareja se apea muy acaramelada, mientras que nuestro mirón los sigue hipnotizado por el movimiento sensual del cuerpo de ella. Se muere de envida cuando el novio le soba el culo y le muerde el cuello. Nuestro voyeur, sentía curiosidad, estaba ávido por saber más de ese cuerpo menudo pero muy contundente.

El corazón de César dio un vuelco cuando ve que la pareja se mete en cuartucho en la estación, joder… « ¿Qué hago?, se pregunta». Acerca el oído a la puerta y consiguió escuchar la voz de su ninfa que dice ¾Ves como lo bueno se hace esperar, dame tu colita que le voy a dar la mejor cubana de la historia. Nuestro “héroe” no pudo resistir la tentación y armándose de valor, entra el cuarto a gatas y con cuidado de no hacer ruido. Los amantes estaban tan ensimismados en lo suyo que ni siquiera se dieron cuenta del hecho de que tenían público observando.

El ver esos pechos superlativos, nunca antes había visto una cosa igual, tan bonitos, rematados por una areolas marrones oscuras preciosas. Ella era una maestra en ese arte amatorio, se notaba que le gustaba por los gemidos que emite. La chica sabe que no necesita más argumentos para ser deseable que esas poderosas razones tan bien puestas por la madre naturaleza. César daría todo lo que tiene por ser el novio de la chica en ese momento. No puede más y se saca su polla… comienza a masturbarse aunque no dura mucho debido al dolor de huevos que viene arrastrando durante las última hora , dos sacudidas fueron suficientes, tanto para el voyeur como para el amante que derrama todo sobre el canalillo de su amada.

Tras unos segundos de recuperación, los novios se asean y recomponen como pueden, justo antes de salir, la chica mira hacia donde está César y con picardía le guiña un ojo.

Fin.