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El hombre sin miedo II

en Grandes Series

El hombre sin miedo II:

El tatuaje dichoso, sabía que lo había visto antes, ¿dónde? No lo recuerdo. Pero estaba seguro que lo había visto. Al menos había algo evidente, no era taurino. Algo dentro de mí, me decía que era un tema militar. Lo sabía porque yo había sido miembro de los “Grupos de operaciones especiales” G.O.E.     , aunque todo el mundo nos llama por nuestro antiguo nombre C.O.E. La razón es que alguien decidió cambiarnos de cuerpo a grupo, en síntesis seguíamos siendo los boinas verdes españoles. Os estaréis preguntando ¿cómo narices un tío como yo se enrola en el ejército, para terminar como plumilla?, bueno la cosa tiene una explicación sencilla.

Con diez y siete años era un chaval feliz, que vivía con mis padres en una pequeña localidad del sur del país. Mi padre era camionero y mi madre se dedicaba a criarnos a mi hermano pequeño y a mí. Era una vida feliz, llevaba bien las ausencias de mi padre, entre otros motivos por que cuando venía dedicaba su tiempo a nosotros. Siempre estaba allí, por muy cansado que estuviera. Nos llevaba a nuestras competiciones deportivas, nos tomaba el pelo, jugaba con nosotros. En fin, era genial, mi madre también lo es, pero como madre antigua, pues era un poco más seria.

La mala suerte, quiso que un accidente dejara a mi padre en la cuneta. Mi madre tenía que mantener a dos hijos. Lo que nunca había sabido es que mis padres no estaban casados y por ello la normativa negaba cualquier tipo de pensión, afortunadamente la cosa cambio hace unos años y ahora la cobra, pero durante esos años mi madre tuvo que ponerse a trabajar limpiando casas, yo era un chaval normal, muy buen estudiante, pero normal, por lo que ese palo hizo que madurase muy deprisa. Justo el día que volvía de recoger las notas de selectividad, estaba feliz, al día siguiente cumplía los diez y ocho años y además había sacado un siete y medio. Al llegar me encontré con algo que me devolvió de  golpe a la realidad, la casa estaba a oscuras y mi madre llorando, nos habían cortado la luz por falta de pago.

Estuve toda la noche madurando la idea, no pude dormir, así que al día siguiente. Mi madre la pobre no dejaba de llorar, además se estaba matando a trabajar para nada. Estaba decidido, era mayor de edad y podía hacerlo. Así que me fui al centro de reclutamiento, me informé y rellené la solicitud, di la dirección de un gran amigo mío para que mi madre no se enterara. Lo tenía claro, quería entrar en las COE, era duro pero lo que me atraía de verdad era que podía jugar a ser Rambo. Al llegar a casa, no le dije nada a mi madre para no preocuparla más, así que mientras llegaba la fecha para los exámenes de rigor, me di una vuelta por la zona para encontrar trabajo y poder ayudar con algo de dinero a la maltrecha economía. El día llegó y me levanté temprano para estar a la hora asignada yo le dije a mi madre que iba a una entrevista de trabajo. Ella accedió, pero un poco a regañadientes. Lo dicho, es que me presenté, hice las pruebas físicas y psicotécnicas. Como siempre he practicado deporte, no me costó trabajo pasarlas con buena nota.  Por lo que estaba dentro, tenía que presentarme en el cuartel en diez días, el problema era que cómo le decía a mi madre el tema para que no se mosqueara, porque ella quería a toda costa que siguiera con mis estudios. Al llegar a casa, cogí a mi madre y le dije con el semblante serio:

-        Mamá, tenemos que hablar….

-        Dime hijo, estás muy serio…

-        Mamá, me he alistado en el ejército.

-        ¿Queeee?

-        Lo que oyes, acabo de pasar las pruebas, en diez días me voy al cuartel.

-        Pero Paco, ¿tú estás loco? O mejor, ¿tú estás tonto?

-        No mamá, ni lo uno ni lo otro. Estoy harto de ver cómo te matas a trabajar para nada. No puedes con todo, necesitas que alguien aporte dinero a casa. Yo quiero estudiar, y esta es la mejor forma de poder compaginar las dos cosas.

-        Pero, Paco…-Dijo mi madre entre lágrimas.

-        Mira, soy mayor de edad, no puedes evitar lo que ya he decidido. Te juro que en cinco años tendré una carrera universitaria.

-        Hijo….estoy orgullosa de ti. –Me dijo mi madre entre lágrimas.

-        Mamá no te voy a fallar, en cuanto me instale me pondré a trabajar duro para conseguir mis metas y poder ayudarte en todo lo que pueda. No es justo que te ocupes tu sola de todo, al final enfermarás y no podrás ocuparte de nada.

-        Dame un beso, ¿sabes?, te llevaré yo al cuartel.

-        Gracias mami.

Llegué al cuartel donde me esperaba este cambio importante en mi vida, el primer día fue relativamente sencillo, nos llevaron a conocer el cuartel, los mandos se presentaron. Nos asignaron las literas y nos dieron la ropa. Los que tenían que pasar por el peluquero pasaron y poco más. Al día siguiente…empezó el infierno de la instrucción, gritos, carreras, más gritos, más carreras, formación, más tiros, más práctica, pistas americanas. Acabamos hechos polvo, ese día renunció uno. Yo seguía a lo mío, estaba acostumbrado a hacer ejercicio. Pero esto era inhumano. Los meses de verano volaron hasta que juramos bandera. Entonces era cuando empezábamos a ver las notas y poder elegir destino en la medida de lo posible. Como comenté anteriormente tenía unas buenas notas, no era indisciplinado y muy maduro para mi edad. Entre sin más problema en el cuerpo. Fuimos destinados tras un pequeño permiso a nuestra unidad, donde según me dijo mi sargento instructor íbamos a vivir un auténtico infierno.

El día de la entrada en nuestro nuevo cuartel, fue más de lo mismo. Pero nuestra instrucción específica no fue un infierno, fue lo siguiente. Clases de submarinismo, supervivencia, salto en paracaídas, manejo de todo tipo de armas, al final de nuestro adiestramiento sólo quedábamos la mitad. Los mandos iban seleccionando a los más débiles y directamente los echaban del cuerpo. El último día de infierno, pudimos salir por primera vez de permiso, salimos un grupo de amigos a divertirnos un poco. Éramos jóvenes y la verdad es que como todo mi sueldo iba a mi madre, no tenía ni un duro con el que pagar las copas. Mis compañeros lo sabían, pero ellos se ofrecieron a invitarme a cenar con tal de que saliera del cuartel, ¡qué buena gente! El resto, pues durante los diez años siguientes, maniobras, guerra en Yugoslavia y  estudios. Mis mandos alucinaban conmigo, siempre me ponían de ejemplo y de hecho me invitaron a ir por las escuelas a dar charlas de reclutamiento. Pero eso no me gustaba, me gustaba la acción.

Terminé mi carrera de periodismo no en cinco años como le prometí a mi madre, lo hice en seis años. Pero porque estuve un par de años guerreando. Me gustaba el ejército, disfrutaba, pero un día en Bosnia, teníamos una misión de reconocimiento, un teniente recién salido de la academia muy capullo, nos mandó reconocer una zona plagada de paramilitares. Fue meternos en el ojo del huracán. Allí íbamos, nosotros ya veteranos cagándonos en la madre del teniente, mi sargento, mis compañeros de patrulla. Como veteranos que éramos fuimos realmente cautelosos, pillamos a un destacamento de paramilitares. En él, había más de cincuenta personas apresadas, sabíamos que iban a violar a las mujeres y luego fusilarlos a todos, por ello decidimos entrar en acción, nuestras conciencias no nos dejaría en paz de no hacerlo. Estaban abusando de una pobre chica que no tendría más de quince años, decidimos pedir apoyo. Pero cuando vimos que iban a fusilarla decidimos pasar a la acción. Con una intervención rápida pudimos entrar en el campamento y desarmar a todos sus componentes, llevándonos alguno por delante. El problema es que pudieron dar la voz de alarma a otras unidades cercanas y fuimos rodeados por fuego de mortero, estuvimos defendiendo a la gente inocente que había cautiva en el campamento. Un par de compañeros fueron heridos de gravedad, a mí me hirieron en el brazo pero no fue nada grave. Al final llegó la ayuda y los paramilitares huyeron. El problema es que la ayuda tardó por culpa del capullo del teniente que no quiso mandarla por entender que estábamos exagerando.

Al volver al cuartel, nos recibieron como héroes, pero presentamos una queja del teniente por demorar la ayuda. Pero la cosa no llegó a menores un arresto y poco más. Se nos condecoró y a mí me mandaron para casa. Durante la convalecencia me llamó el redactor jefe de uno de los periódicos más importantes a nivel nacional, era Augusto. En la llamada me dijo que estaría interesado en conocerme. Como estaba de baja y no tenía nada mejor que hacer, quedé con él en la redacción del periódico.

Al día siguiente estaba tomando café con Augusto en lo que me sigue pareciendo algo místico, la redacción de un periódico. Sin más preámbulos, mi amigo me dijo:

-        He leído tu historial, no eres un miembro de las COE muy al uso. Cabo Primero, pero has rehusado entrar en la escuela de suboficiales. Eres licenciado en periodismo, por la UNED (Universidad a distancia), además con unas notas buenísimas. Hablas inglés fluido. Es alucinante. Huérfano de padre, estás manteniendo a una madre viuda y has ayudado a tu hermano a que saque la carrera de derecho y gane una oposición de técnico de la comunidad autónoma de la que procedes.

-        Gracias, pero ¿cómo sabe usted todo esto?

-        Bueno, soy periodista…..tengo mis fuentes, eso lo deberías saber cómo colega.

-        Ahora sólo soy soldado, aunque tenga la carrera de periodismo, sólo he escrito algún artículo en la revista de las fuerzas armadas y poco más.

-        Bueno, la pregunta es…..¿qué piensas hacer?

-        Pues…..no sé todavía, tengo veintisiete años….me gustaría dejar el ejército y dedicarme al periodismo.

-        Por eso te he llamado, necesito un periodista de investigación, el problema es que no puedo permitirme pagar uno.

-        ¿Entonces?

-        Bueno….te puedo contratar como Free-Lance….te pago una cantidad por artículo.

-        Pero no tengo experiencia. -Dije yo.

-        Si la tienes….tienes más experiencia que muchos, has estado en la guerra, eso es una experiencia que marca para toda la vida.

-        Experiencia como periodista ninguna, como soldado sí.

-        Mira, te prometo que voy a dedicarte tiempo, no voy a pagarte mucho por artículo, pero a cambio te iré puliendo defectos y enseñando cosas de la profesión. ¿Aceptas?  –me dijo mientras me extendía la mano como el que quiere cerrar un trato.

-        Acepto…., -le dije estrechando su mano, mientras pensaba que era justo lo que estaba buscando.

-        ¿Vives en Madrid?

-        No, pero puedo venir a vivir aquí.

-        Pero si no tienes pasta, va a ser difícil.

-        Bueno, la semana voy a cobrar el seguro de accidentes del ejército y tengo algún dinero ahorrado.

-        Vale, mira dentro de quince días te quiero aquí con ideas nuevas para investigar. Mientras llamaré a un amigo que es anunciante a ver si encuentra algún piso para alquilar.

-        En quince días nos vemos. Gracias Augusto, no te decepcionaré.

Al terminar la reunión, me volví a mi cuartel hablé con mis superiores y presenté mi renuncia. Ellos me despidieron con mucho afecto, sabían que había sido un soldado ejemplar y me desearon la mejor de las suertes. Además mi capitán, aceleró los trámites para que pudiera cobrar el seguro y las pagas por estancia en zona de conflicto.

Cuando liquidé con el ejército,  también tuve que lidiar con mi madre. Ahora era el turno de mi hermano que podría ayudarla en el tema económico. Además ya cobraba la pensión gracias a un cambio en la legislación. Ella como buena madre, por un lado, veía bien que dejara las armas y más después del balazo en el brazo.  Pero irse de autónomo como ella decía era otra cosa. Le tuve que mentir diciendo que sólo era temporal. Aún cuando nos vemos, siempre me dice que debería buscarme alguna seguridad. Mi hermano me apoyó en mi decisión, siempre hemos tenido una relación excelente. Además me hizo un regalo chulísimo, un coche como gratitud por los sacrificios que había tenido que hacer por él y por nuestra madre. Entendéis ahora porqué le tengo tanto cariño a mi fiel mini.

No sé el motivo pero me vino a la cabeza María, mi compañera de armas y de sábanas. Ella fue la que me desvirgó, ella me explicó los secretos más íntimos del placer de la anatomía femenina. Cuando yo le preguntaba por qué tal o cual postura, ella siempre me contestaba con una sonrisa, “tengo una misión, es que inútiles sexuales como tú aprendan a complacer una mujer, indudablemente tú eres mi mejor alumno”. Recuerdo el primer día que me llevo a la cama en una pensión de mala muerte. Fue un auténtico desastre, me corrí nada más tocarme la polla con las manos. Ella fue muy dulce conmigo, me limpió con su lengua y levantarme mi polla con una maestría que nunca he vuelto a sentir en la vida, para luego llevarme a la cama y enseñarme los secretos del cunilingüis, lamer de arriba abajo, despacito acercándose al clítoris pero sin jugar con él, unas veces penetra con tu lengua y otras simplemente juega con los labios. Me enseño a marcar los ritmos durante la penetración, unas veces más lento y otras más rápida, a intuir todas y cada una de las posturas favoritas de cada amante y como debía meterla por el culo,  lubricación, dilatación y penetración. María murió en un accidente de circulación, provocado por una ingesta excesiva de alcohol combinada con una velocidad excesiva de su Honda CBR 600.  A veces la noto cerca, como la noche anterior, siempre creo que es ella la que me empuja a hacer lo que hice la noche anterior en el coche.

Estaba ensimismado con estos y otros recuerdos, mientras ojeaba fotografías de mi época militar, ¡Joder, soy gilipollas!, claro…..hostia……………..Había encontrado el tatuaje.

Lo era, estaba seguro. Coño, ¡cómo cojones se me había olvidado!, los SG….los mercenarios australianos. ¿Cómo los podría haber olvidado a esas cuadrilla de capullos? Recuerdo que algunos eran buena gente, soldados de élite, pero la mayoría eran auténticos monstruos. Una vez tuve un enfrentamiento verbal con uno de ellos por ametrallar a una ambulancia que recogía heridos. Nos liamos a hostias pero bien fuerte, al final nos separaron los compañeros, yo fui amonestado por mi superior, mientras que me felicitaba con la boca pequeña. Recuerdo bien el tatuaje una calavera con una boina y dos rifles ACR austriacos como tibias. Era algo exclusivo, que muy poca gente conoce. ¿Cómo puedes ser que un torero acabara con un tatuaje de mercenarios?, acababa de encajar otra pieza, pero el puto puzle era de lo más enrevesado, en la autopsia decía que el cuerpo tenía cicatrices antiguas, que un principio el forense no le prestó más atención por haber sido torero, pero un orificio así me sonaba demasiado. Quizá porque yo tenía otro parecido en mi brazo izquierdo.

-        Necesitaba información y sabía quién me la podía proporcionar. Jacinto Molina, para los amigos el hombre lobo, por su cantidad ingente de vello corporal y porque su nombre era igual que del gran Paul Naschy, una gran amigo mío compañero de armas especialista en comunicaciones, con el que serví varios años incluyendo unas “vacaciones” en Bosnia. Ahora era miembro del CNI (N.A. Centro Nacional de Inteligencia, vamos los espías españoles, para que nos entendamos), él podría informarme, estaba seguro. Decidí que debería probar suerte y llamarle, a esta hora estaría comiendo.

-        ¿Jacinto?

-        Sí, ¿quién es?

-        Soy Montoya, ya no reconoces la voz de un antiguo amigo.

-        Joder Paco, ¡Qué alegría!.......Sí, no creas que no, ahora que eres un famoso periodista, no te juntas con los antiguos colegas de armas. –Me dijo mi colega imitando voz afligida.

-        Siempre ha sido como las madres, recriminando el poco caso que les haces.

-        ¿Estás comiendo donde sueles hacerlo?, le dije yo.

-        Sí, acabo de sentarme aún no he pedido y estoy solo, si quieres.

-        Sí ya lo veo, sigues follando menos que el caballo de la Pegaso, dije yo a su espalda.

-        Joder que alegría….dijo Jacinto, levantándose para darme un abrazo.

-        Te veo bien, Jacinto…sigues haciendo kick boxing

-        Claro que sí, eso me hace descargar la adrenalina que acumulo en este trabajo. ¿Qué te trae por aquí?

-        Sigues siendo tan directo como siempre.

-        Bueno, sé que no te presentas así como el que no quiere la cosa, sólo para comer con un antiguo compañero de armas.

-        Sí, es cierto…no puedo engañarte. Necesito que me orientes.

-        Bueno, sabes que hay información que no puedo darte, tendría que matarte.

-        Tus ganas chaval. –Mientras nos reíamos con estruendosas carcajadas.

-        Bueno, dime que necesitas y veré lo que puedo hacer, ¿vienes a hablar de toros, no?

-        Más o menos. -Le contesté.

-        Ahora no, esta noche pásate por esta dirección, ahí podremos seguir con esta conversación. –Me dijo mi colega de armas mientras me deslizaba una dirección escrita en un papel.

-        Hasta la noche.

Terminamos de comer entre risas y recordando anécdotas, fueron dos horas deliciosas, con un auténtico amigo. Al subirme al Mini, mi cabeza echaba humo. No sabía en lo que andaba mi víctima, pero era realmente gordo, sobre todo si el CNI estaba detrás. Iba absorto en mis pensamientos cuando noté que me iba siguiendo un coche. Yo actué como si nada y enfrasqué a mis perseguidores en un callejeo por el casco antiguo de Madrid, callejuelas por las que sólo una moto o un coche de reducidas dimensiones como el mío podía ir y venir, al final la suerte estuvo de mi lado, un furgón de reparto ocupaba el sitio justo para que pudiera pasar una berlina como la que me seguía, así conseguí despistarles. Luego, paré en una tienda de telefonía y compré un móvil de usar y tirar. Desconecté la batería del mío para que no pudieran rastrearme y dejé el coche en un parking de una gran superficie. Cogí un autobús, luego subí al metro y así hasta cuatro veces una vez me cercioré de que no me seguía  nadie, llamé a Mónica la secretaria de Augusto. Necesitaba una información que sabía que su jefe tenía a mí disposición, así que quedé con ella en una habitación de un hotel donde sabía que no pedían el carnet de identidad para registrarme. Había comprado un pack de higiene, ropa interior limpia y un par de camisas para aguantar un par de días y cerciorarme de que no me seguían. Estaba duchándome cuando sonó la puerta, salí liándome una toalla a la cintura y al mirar por la mirilla vi que era ella.

-        Pasa…dije yo mirando mientras tiraba de ella.

-        ¿Qué pasa Montoya?, dijo ella seria.

-        Nada, sólo que estoy paranoico, ¿me has traído lo que te pedí?

-        Aquí lo tienes.

-        Gracias guapa….siéntate mientras me visto.

Estaba desnudo en el cuarto de baño cuando noté que una mano me tocaba el culo, me di la vuelta y era Mónica con una sonrisa pícara.

-        Vaya armatoste que te gastas, pirata.

-        Mónica….

-        Ni Mónica ni hostias…..la de pajas que me he hecho pensando en ti, me dijo mientras me agarraba de la polla para metérsela en la boca.

-        No lo hagas…..aaaggggg

-        Calla, canalla, o es que prefieres a jovencitas como la taurina.

-        Noooo estaaaaaaaaa biiiiiennnnnnnn.

-        Sí  que lo está….unnnn, mmmuuuuuuuuuu, por lo menos a mi me sabe bien.

Bueno, necesitaba descargar tensión  así que agarré a mi inesperada amante y la llevé a la cama, donde la desnudé, era una mujer de rompe y rasga….lo que más me sorprendió fue su ropa interior….extremadamente sexy, parecía como si se hubiese preparado para ocasión. No creo que nadie lleve un body tan sensual para ir a trabajar. Le quité el tanga de seda y le bajé las copas del sujetador para no perder el tiempo en desnudar a mi amante. Tenía un coño enorme, rasurado, con unos labios superlativos y un clítoris de tamaño king size. Me gustaba comer coños, pero esto era un festín en toda regla, un atracón de lujuria que no pensaba compartir con nadie. Por fin, tenía a mi merced a la mujer que más cachondo me ha puesto en los últimos años, pero por ser tan formalito nunca me había atrevido a realizar mi sueño, aunque pude observar que era más sencillo de lo que parecía, ella estaba tan cachonda perdida que nada más tocarla tuvo un orgasmo. Mi lengua correteaba por los pliegues de sus labios inferiores y la follaba con mi apéndice bucal, mientras ella me agarraba fuertemente del pelo para evitar que saliera corriendo. Su olor era fuerte e intenso, pero siempre me ha parecido muy afrodisiaco y ha disparado mis más bajos instintos, recuerdo haber tenido experiencias sexuales con compañeras después de haber estado sin ducharnos durante varios días y nunca me ha importado comérselo.

Después de jugar un ratito, la tenía totalmente rendida a mi merced, con todo abierto para mí solo. Ella tumbada sobre su espalda, yo de rodillas enfrente jugando a rozar su abertura con la punta de mi inseparable amigo. Es un juego divertido donde ambas partes disfrutan,  te hace creer que eres el dueño de la situación, es mentira, siempre mandan ellas. Al final acabas entrando del todo, culeando como un descosido, hasta que ella decide que cambies de postura, cosa que viene bien para poder alargar tu aguante. Entonces ella te domina por que te monta como una amazona experta, pero es una gozada porque puedes jugar con sus pechos enormes, que están en plena forma pese a los años. Para mi sorpresa, al tiempo que se mueve contrae los músculos de su vagina para incrementar tu placer. Succiona mi polla como si quisiera tragarme entero. No aguanto más, me voy el camino de no retorno llega a su fin, haciendo de mi rabo un surtidor con vida propia, que inunda la estancia húmeda de su coño.

Los dos nos abrazamos entre jadeos, noto como mi cosa va haciéndose más pequeña dentro de ella, pero veo en su cara una sonrisa picarona de satisfacción. Los dos hemos cumplido un sueño. Estamos así un rato hasta que ella como buena secretaria que es me dice.

-        ¿Tú no te tenías que hacer algo?

-        Sí, tengo que echar un vistazo a la documentación que te he pedido, pero se está tan a gusto así.

-        De eso nada…a currar. -Me dice mientras se despega de mí para dirigirse a la ducha.

-        Podríamos ducharnos juntos, le digo con una sonrisa bobalicona.

-        No, que me jodes el pelo y he ido esta tarde a la pelu.

-        Joder…joder….joder. -Estaba claro, la muy golfa lo había preparado todo.

-        Anda, ponte con lo tuyo mientras me ducho que te prometo que habrá más veces, has cumplido con nota. Me dice mientras me da un beso.

Mónica lleva razón, falta menos de una hora para mi reunión con el hombre lobo y tengo que echar un vistazo a la documentación que me ha traído. En ella observo que la documentación sigue siendo incompleta, tengo que encontrar la llave para completar el puzle, esto es de vital importancia y la clave me la tiene que dar Jacinto, estaba tan absorto en mis cavilaciones que no me di cuenta de que mi amante estaba ya vestida completamente. Ella me dio un beso en la mejilla y con una sonrisa en la boca me dijo:

-        Adiós, tigre.

-        Adiós, mi diosa. –Le contesté, mientras le daba un azote cariñoso.

La acompañe hasta la puerta, no pude reprimir mirarle ese esplendido culo que la naturaleza le había concedido, me fui al baño y di una ducha rápida, para salir un poco arreglado a la cita que tenía pendiente.

Continuará….