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Isabel y Azucena, modelos por un día

en Lésbicos

Isabel y Azucena son dos amigas desde la época del instituto, la verdad es que muchos de sus amigos siempre dicen que se han juntado dos bellezas, porque las dos están para comérselas. A pesar de haber pasado los años, parece que ninguna de las dos haya pasado la barrera de los 40, porque sus cuerpos son la envidia de todas sus amigas. Hasta tal punto es así, que sus propios maridos una noche, cenando en casa de Isabel, les retaron a presentarse a un casting de maduritas, confesando que pocas cosas tenían más encanto que una madurita en ropa interior. Ambos coincidían en que les llamaba la atención que para ciertas prendas las modelos reflejadas en la publicidad eran mujeres como ellas, o incluso menos agraciadas...

 

Así que un día Azucena se lanzó y encontró en Internet una agencia que buscaba modelos de edad superior a 40, lo cual le llamó la atención y se lo envió a Isabel. Ambas decidieron en un café que esa misma semana se presentarían allí. No le dijeron nada a sus maridos, por si acaso, pero se pasaron la semana mandándose mensajes hasta que llegó el día. Se trataba de una empresa en una zona de oficinas, y cuando llegaron se dieron cuenta que no eran las únicas aspirantes, y lo cierto es que había nivel. Por allí se veían minifaldas atrevidas, piernas de vértigo y tacones de aguja....

 

Cuando llegó su turno, salió una chica y les pidió que pasasen a un despacho. Allí les recibió una amable señora que parecía la jefa, y rápidamente se percataron de que las paredes estaban empapeladas de bellos cuerpos en ropa interior. Entonces les comentó con un tono agradable y tranquilo que representaba a una firma de lencería que estaba buscando caras nuevas para promocionar sus productos, en concreto era una marca especializada en fajas y sujetadores, por lo que debían posar con estas prendas si les interesaba el trabajo.

Las dos amigas se miraron y sonrieron, decidiendo inmediatamente dar el paso. Entonces firmaron un papel y la chica les acompañó a una habitación con un taburete y un espejo, parecida a un probador, pero más grande y cómodo, había varios, y estaban intercomunicados por arriba y por abajo, de forma que se podía hablar y sentir el siseo de las demás aspirantes vistiéndose y desnudándose. Entonces les entregó la primera prenda y les pidió que se la pusiesen, a la vez que les entregaba un albornoz a cada una. Mientras lo hacía, les pidió algo más: "Por favor no utilicéis braguita o tanga, en la sesión de fotos se nota a veces la marca. No os preocupéis, esta todo nuevo y luego os lo podéis llevar a casa". Isabel estaba encantada, le habían dado un sujetador negro y una faja reductora del mismo color. Se desnudó y se quitó el tanga, para enfundarse en la faja, que al principio notó un poco fría, pero que rápidamente le produjo una sensación de calor intenso, sobre todo en la entrepierna.

 

Azucena a su vez recibió un culotte blanco con refuerzos en las caderas y en el vientre. Al principio le resultó un poco violento ponérselo sin bragas, pero al cabo de un momento estaba encantada. Se miró al espejo y pensó que si su marido la viese así, no le iba a durar mucho limpio, seguramente se correría antes de desnudarla. Ese pensamiento le hizo excitarse, y mientras sus pezones se marcaban bajo el sujetador blanco, pensó que seguramente el marido de Isabel iba a hacerse una buena paja si las fotos al final eran elegidas. Al fin y al cabo él era el instigador de esta situación, y conociéndole seguro que aprovecharía cualquier descuido para hacerse con ese culotte y pajearse, sólo había que tirar alguna indirecta sobre su existencia y dejarlo a mano...

 

La chica les pidió que dejasen sus cosas y le acompañasen a la sala de maquillaje, lo cual les sorprendió, porque no esperaban tal detalle. Se pusieron el albornoz y salieron de allí. Al coincidir se miraron y abrieron el albornoz para enseñarse las prendas, estaban encantadas. En la habitación contigua una chica les dió polvos de maquillaje, les peinó y les dió un poco de sombra de ojos, pero sobre todo les pintó los labios. Entonces les acompañó a la sala de fotografía, en la que había un bonito sofá y una decoración preciosa: "por favor, poneos cómodas en el sofá, sobre todo es muy importante que no se noten arrugas en la faja, deben queadr impecables". De hecho, una chica se ocupó de que les quedasen bien estiradas, metiendo el dedo por debajo del borde, y colocando la prenda perfectamente en su cintura. Isabel sintió el dedo de la chica rozar su entrepierna y se estremeció, mientras notaba sus pezones ponerse duros como piedras. La chica lo notó y le dijo para tranquilizarla: "perdona cielo, veo que es tu primera vez".

 

Entonces la fotógrafa les hizo una sesión en distintas posturas, y a continuación cambiaron de modelito. A Isabel le dieron un culotte blanco y a Azucena, que tenía un poco más de pecho le dieron una faja body de cuerpo entero, que le hacía un cuerpo absolutamente espectacular. La misma chica se ocupó de dejar las prendas perfectamente para las fotos, interviniendo cada vez que notaba alguna arruga inoportuna. Azucena sentía su cuerpo muy cómodo dentro de una prenda que siempre había asociado a mujeres mayores, y que ahora le estaba poniendo hasta un poco caliente, lo cual le desconcentraba de vez en cuando.

 

Cuando terminaron, las dos se metieron en el mismo cambiador y entonces Azucena le echó un piropo a su amiga, que le correspondió con otro análogo, pasándole la palma de la mano desde la cintura hasta el muslo, en un gesto de admiración por semejantes curvas. Este gesto hizo que Azucena, que estaba ya un poco excitada, sintiese un inmediato e inoportuno orgasmo, que no pudo reprimir. Es más, abrazándose a la cintura de su amiga, entreabrió las piernas y atrapó el muslo blanco de Isabel, frotando su entrepierna contra él, mientras sentía una convulsión que sólo le pedía apretar su sexo contra la pierna de Isabel y rozarse, sintiendo perfectamente su vagina empapada a la vez que ahogaba un jadeo de placer, y susurraba con los ojos cerrados: "joooooderrrrrrrr...".

 

Isabel se quedó de piedra, y sólo pudo cogerla de las caderas y aguantar el tipo mientras su amiga claramente se corría, atrapando su pierna entre las suyas...