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El tanga de Lucía

en Autosatisfacción

PRIMERA PARTE

Marta y su marido salían a correr todos los fines de semana, la verdad es que desde hacía años habían cogido la rutina de hacer deporte a primera hora, y después casi siempre caía un polvo, sobre todo porque eso de correr en mallas de lycra a ambos les "ponía" especialmente a tono.

 

Unos meses atrás se les había unido Lucía, una amiga de Marta que se había mudado cerca de su casa y era bastante deportista. A Marta le encantaba poder tener algo de conversación femenina, y a su marido lo que le gustaba era que Lucía tenía unas tetas que le ponían a cien, pero no sólo eso. El culito de su mujer era sexy, pero Lucía tenía esa belleza exhuberante y morbosa de la que sus muslos brilantes era la guinda del pastel. Así que a él le perdía la fantasía cuando salía con ellas, y si los discretos pechos de su mujer le gustaban, el vaivén de los pechos de Lucía le mareaba, y ya su mujer le había dado un toque de atención un día: "Oye cariño, córtate un poco, que se te va a salir". Él era consciente de que asistir a ciertas conversaciones le provocaba una excitación inmediata, y además Lucía tampoco se cortaba nada. Hoy al llegar le dice a su mujer con total naturalidad: "Hoy he optado por tanga, como tú, a ver qué tal", a lo que ella le respondió: "Yo ya me he acostumbrado, al principio era incómodo, pero ahora me mola. Incluso sin nada, como te sientas más cómoda". Su marido disimulaba, pero sólo podía imaginar a Lucía en tanga, lo cual no le bajaba la erección.

 

En la anteúltima vuelta, después de varias quejas, de repente Lucía se para en seco, y les dice: "Esperad, chicos, joder, no puedo más". Marta y su marido se miran y a los dos minutos sale Lucía de detrás de unos arbustos, con el tanga en la mano (rosa!!!), y tirándolo a una papelera se reincorpora y dice: "hale!, a tomar por culo tanga!". Él no pudo evitar mirar hacia la papelera, y Marta le pilló de marrón, a lo que le dirigió una mirada de desaprobación. En la siguiente vuelta, él se fijó en que el tanga seguía allí, veía algo rosa a través del mallado de la papelera, y cuando terminaron la última vuelta, les dice: "Chicas, yo daré un par de vueltas más". Marta, que le veía venir, le dijo: "no serás tan cabrón...", a lo que Lucía, pensando que se refería a que iba a hacer más deporte que ellas le dice: "Déjale tía, cuanto más en forma mejor es el polvazo...".

 

Por suerte era pronto y no había mucha gente, se acercó a la papelera con el culotte a punto de reventar, y recogió el tanga de Lucía con desesperación. Lo primero que hizo, mientras notaba que aún estaba calentito, fué llevárselo a la boca, y olerlo. Era acojonante el aroma de esa mujer, así que sólo pudo tumbarse sobre la hierba, sacar su polla completamente dura, y hacerse la paja más salvaje que recordaba en los últimos meses, tanto que mientras sentía penetrar el aroma de los flujos vaginales de su amiga por sus fosas nasales, sintió el latigazo de varias cálidas salpicaduras de esperma sobre su abdomen...

SEGUNDA PARTE

Esa mañana no se me estaba dando bien la carrera por el parque. No hacía más que cruzarme con tías buenas y me desconcentraba, ya que no podía dejar de seguir sus culitos envueltos en lycra con la mirada hasta que desaparecían a lo lejos...

 

Especialmente me había puesto cachondo una pareja de amigas que iban acompañadas de un tío muy afortunado, no podría decir cuál de las dos estaba más buena, ya que aunque una tenía más pecho, a mi también me dan mucho morbo las mujeres con poco pecho. No me las quitaba de la cabeza, y además me había fijado en que en una de las ocasiones en que me crucé con el trío, estaban esperando a una de ellas, que salió de entre unos arbustos, seguramente no habría podido aguantarse y tuvo que improvisar un baño entre los arbustos, una lástima no pasar por allí un minuto antes. Entonces caí en que al incorporarse al grupo, había tirado algo rosa a la papelera...

 

¡Un momento!: Las toallitas normalmente no son rosas, ¿no?. Una duda morbosa me impulsó a ir más deprisa, sería muy excitante curiosear en la papelera... Así que aceleré el ritmo y al pasar por la salida, ví que ya se iban a casa. Me entretuve en examinar en detalle sus culitos, las dos estaban buenísimas, y eso que no eran jovencitas precísamente. Ansiaba llegar a la altura de la papelera en cuestión, y cuando ya la veía a lo lejos, mi ritmo cardíaco se aceleró, no sabía exactamente porqué.

 

Estaba a unos 60 metros, cuando sentí que alguien me adelantaba muy rápido. Joder, era el tío sólo, que parecía tener mucha prisa. Me volví y comprobé que ellas ya no estaban. Al reanudar la marcha, pude ver al tío ir directo a la papelera, para recuperar algo rosa. Definitivamente no era un kleenex... No pude evitar acercarme sigilosamente, mientras me daba la impresión de que se lo acercaba a la cara. No había gente por los alrededores, así que seguí con mi plan de saciar mi curiosidad. El tío se metió entre unos arbustos, y encorvándose un poco, se sacó la polla del culotte de lycra gris, y por el aspecto que tenía, entendí que lo que vendría después...

 

Cuando empezó a masturbarse, sentí mi pene endurecerse, y entendí que lo que tenía en la mano era un tanga de su amiga, lo cual me obligó a sacar el pene y empezar a masturbarme también, agazapado en un arbusto. No hacía más que pensar en la mujer que había tirado allí sus bragas, no sabía la razón, pero el tío acababa de soltar una buena corrida oliéndolas. Me moría de envidia, y por un momento pensé en unirme a la fiesta, pero se me quitó la idea de la cabeza rápidamente, porque se levantó, y guardando su pene en las mallas, envuelto entre el tanga rosa, se fué corriendo. Todavía con el recuerdo de la escena, y pensando en el regalito que le acababa de dejar la tía buena a ese afortunado, me dejé ir y solté una corrida monumental...