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El tanga dorado de mi cuñada

en Fetichismo

No era la primera vez que tenía la suerte de quedarme a solas en casa de mi cuñada, y sin embargo mi corazón latía a mil por hora. Me había pedido ayuda con el ordenador, que no arrancaba, y ya mientras ella se duchaba yo había dado con el fallo y lo había solucionado. Sin embargo, no podía resistirme a la idea de curiosear entre su ropa, y esa era una oportunidad que no podía dejar escapar. Estuvo un buen rato en el baño, mientras yo me la imaginaba desnudándose, y sintiendo la caricia de su ropa íntima deslizándose hacia el suelo, para acabar a sus pies. ¡Quién pudiera estar allí dentro con ella!, sólo de imaginarlo mi cabeza daba vueltas, mientras trataba de concentrarme en solucionarle el problema con el ordenador, lo cual también me hacía ganar puntos, y aunque no veía factible un polvo con ella más que en mi imaginación, su reconocimiento me motivaba, aunque fuese una simple sonrisa de agradecimiento.

 
Salió del baño ya vestida, y pasó por la habitación para decirme que me dejaba sólo, y yo le dije que iba a llevarme un rato. Ella me dijo que no me preocupase, que iba a hacer varias compras y tardaría bastante. En mi cabeza traducía sus palabras a: "Tómatelo con calma, te he dejado mis braguitas en el baño, son todo tuyas...". En cuanto salió por la puerta no pude esperar ni un segundo, y me fui directo al cuarto de baño. Pensaba abrir el cesto de la ropa de lavar, pero ni siquiera fue necesario. Encima de la tapa de mimbre estaban enredados sus pantys negros y un tanga dorado super sexy, que inmediatamente captó mi atención, ya que lo conocía perfectamente de vérselo en el cajón de su ropa íntima. No solía vérselo en otro sitio que no fuese en el fondo del cajón, así que deduje que sólo se lo ponía en ocasiones especiales, y entonces recordé que dos días antes mi cuñada había tenido una boda, y deduje que ese era el tanga que había llevado a la boda. Era un modelo brillante de Triumph, con un pequeño broche con brilantes en el lateral. Realmente una maravilla, parecía hecho a propósito, como si supiese que me iba a alegrar el día dejando su ropa íntima allí tan a mano...
 
Lo primero que hice fue llevarme todo a la boca y aspiré profundamente. Sentí el aroma a mujer que me resultó muy familiar, e inmediatamente se me puso dura. Necesitaba por todos los medios disfrutar de su ropa sintiéndola sobre mi, y a pesar de que tuve la tentación de masturbarme inmediatamente, lo que hice fue desnudarme por completo y busqué algo más de ropa en el cesto, ya que el tanga iba a ser mi juguete y necesitaba tenerlo a mano. Entre su ropa usada había una especie de braga beige con una banda muy sexy imitando la piel de tigresa. Resultó ser una sorpresa muy agradable, porque ese modelito sí que no lo conocía. Me puse sus pantyssobre mi piel desnuda y el elástico se adaptó perfectamente a mis caderas, sintiendo en mi cintura la presión de la lycra negra con un toque brillante. El rombo de la entrepierna me rozaba en mi pene, que abultaba mi entrepierna. Entonces me subí las bragas de tigresa, mientras imaginaba a mi cuñada luciéndolas para su marido en plan felina. Pude contener mi erección gracias a las bragas, mientras adaptaba perfectamente la banda estampada a mis caderas. No podía sentirme más sexy...
 
Durante un buen rato estuve haciendo poses frente al espejo mirándome la entrepierna, el culito, las piernas, e imaginándome a mi cuñada vestida así. Desde luego ella sí que tenía unas caderas sexys, daría cualquier cosa por verla lucir sus encantos. Aunque supuse que ella llevaría las bragas debajo de los pantys, seguramente. Comencé una rutina de caricias y roces que empezó a elevar mi temperatura, mientras sentía mi pene latir ansioso por salir y desahogarse. Me concentraba en sentirme como una mujer, pero mi deseo de sentir mi pene erecto y listo para penetrarla me podía. ¿Qué hubiese pasado si ella me pillase de lleno vestido con su ropa íntima en su cuarto de baño?. Prefería no imaginármelo, desde luego no iba a abrir sus piernas para recibir mi pene erecto resbalando entre su vulva, sino más bien me caería una buena bronca. Prefería perderme en mi mundo de fantasía, al menos durante unos minutos más...
 
Mientras estaba disfrutando de un regalo tan especial que mi cuñada me había dejado, llevé mi mano izquierda hacia su tanga dorado, sin perder el ritmo de caricias en mi entrepierna, ya que el roce de la braga con los pantys me mantenía muy excitado. Me llevé su tanga a la boca y al sentir su olor, me sobrevino de inmediato el orgasmo más placentero que había tenido en varias semanas, y tuve que decidir en una décima de segundo si soltaba su tanga y me bajaba los pantys para no manchar su ropa o me dejaba llevar...
 
El estado de excitación en el que me hallaba sumido me pudo finalmente, y apreté mi mano aún más fuerte contra mis labios, cerrando los ojos mientras imaginaba que me adentraba entre las piernas de mi cuñada, disfrutando de una forma indescriptible aquel orgasmo, a la vez que sentía fluir una abundante y cálida corrida entre mis piernas, bajo la ajustada lycra...