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AÑO 2112 - Capítulo III

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CAPITULO III

 

 

Eduard Person era el director de Jordan Componentes. Dirigía la empresa desde que se casó con Diana Jordan, la heredera de Patrick Jordan, su padre y fundador de la empresa. Diana, aunque controlaba la evolución de la empresa, confiaba en su marido para la gestión diaria del negocio y así ella podía dedicar todo su tiempo a regalarse una vida fácil y placentera. Aunque Eduard tampoco le andaba a la zaga.

 

P- Mañana me traen a una chica nueva, es virgen, pero de esto no puede enterarse mi mujer. Me lo tiene prohibido, nada de vírgenes en la empresa. Aunque tampoco me deja coquetear con las otras empleadas. Me ha amenazado con divorciarse si lo hago con una mujer.

Q- Ya, a mi me pasa lo mismo. Solo replicantes.

P- Si, y no veas el partido que les saca ella. Pero una virgen es muy distinto, es la primera vez que logro que me destinen una y me ha costado un dineral en sobornos, como para no poder desvirgarla.

Q- Pues procura que Diana no se entere.

P- Será un polvete y nada más.

Q- Y no la embaraces

P- ¡Que dices!, ¿para que están las píldoras? Ya le he cogido una a mi mujer sin que se diese cuenta. Las usamos tan poco que no sabe ni las que le quedan.

Q- Por cierto, a propósito de la nueva, ¿te has enterado de que quieren aumentar los cupos?

P- Algo he oído pero no se que hay de cierto

Q- Parece que sí, que va en serio lo de reubicar al mayor número de personas de los asentamientos en la residencial.

P- ¿Y entonces para que coño se crearon los replicantes?, rinden más y ya vienen especializados. A la gente habrá que enseñarles y para cuando empiecen a ser rentables ya nos habremos gastado una pasta que no vamos a poder recuperar nunca.

Q- Si, eso es cierto, pero necesitamos más población humana para que esto tenga futuro. Al final los replicantes van a terminar por ocupar nuestros puestos y acabaremos todos trabajando para ellos. Tenemos que controlar su crecimiento.

P- Pero con programarlos para servirnos evitamos ese riesgo.

Q- Cada día hay más voces que dicen que nos estamos exponiendo demasiado. Un día todo esto se nos irá de las manos y entonces será nuestro final. Necesitamos realizar más esfuerzos para regenerar el planeta y conseguir más zonas habitables donde reubicar a toda esa gente de ahí fuera. A la larga es para nuestro propio beneficio.

P- ¿Y acaso no lo estamos haciendo?, en pocos años hemos duplicado la zona residencial. Acuérdate de como estaba esto al principio, y si lo hemos logrado ha sido en gran medida gracias al trabajo de los replicantes. Las condiciones de ahí fuera no eran aptas para el trabajo de los humanos.

Q- Mira, no me gusta la política ni los políticos. Si estamos en estas circunstancias es porque ninguno hizo nada hasta que la situación pareció irreversible. Si quieren ampliar el cupo que lo hagan, mientras eso sirva para aumentar las posibilidades de futuro de la humanidad. Yo prefiero que recuperemos el planeta para la vida que tener que salir a colonizar otros, como han tenido que hacer tantos desgraciados.

P- ¿Aunque vaya en contra de tus propios intereses?

Q- Piensa como quieras, pero creo que no te gustaría estar en las circunstancias de la chica que vas a desvirgar mañana.

P- ¿Pero que dices?, ¿no has visto ningún documental de cuando había vida salvaje?, unos animales se comían a los otros para poder subsistir. Así fue siempre en este puñetero planeta. Y mañana a mi me toca ser el depredador y a la chica nueva ser la presa. Ley de vida.

Q- Pues que no se entere tu mujer que verás entonces quien se come a quien.

 

Al día siguiente en la empresa.

 

B- ¿Así que tu eres la nueva empleada? Marie, bonito nombre.

M- Gracias señor…

B- …Brian, me llamo Brian. Veo que tu informe es muy favorable. Sin duda el patrón se sentirá complacido. ¿Te han explicado en que consistirá tu trabajo?

M- No señor, me trajeron directamente aquí desde los barracones. Nadie habló conmigo.

B- Ya entiendo. Seguro que todo te resulta muy sorprendente. Ayer estabas en el asentamiento y hoy formas parte de esta empresa. Por cierto, ¿ese buzo que llevas te lo dieron en la zona de cuarentena?

M- Si señor Brian

B- Pues así no puedes presentarte al patrón, resultas muy poco femenina.

M- No tengo otra cosa para ponerme señor.

B- ¿Qué talla usas?

M- No lo sé

B- ¿No sabes tu talla?, no importa. Tenemos algún uniforme que te podría valer. Acompáñame al almacén.

 

Una vez allí le hizo entrega de una falda y una camisa como las que usaban las secretarias de recepción.

B- Toma Marie, ponte esto. Creo que pueden ser de tu talla.

Marie se quitó el buzo que le habían dado quedando completamente desnuda con excepción de las braguitas de celulosa que ya no lucían demasiado curiosas. Durante unos segundos, Brian se quedó inmóvil contemplando la belleza de su desnudez. Aquella joven le recordaba a la geisha de la que habían abusado él y su amigo Adrián hacía unos días y no pudo más que sentir lástima por ella, sabiendo a lo que esa pobre chica debía someterse ese mismo día.

B- Creo que no deberías presentarte con esas braguitas. El problema es que no tengo nada para que te pongas.

Una vez se hubo vestido, el aspecto de la chica cambió drásticamente. Se soltó el pelo y apareció una belleza escondida hasta ese mismo instante. Sus ojos parecieron cobrar otra dimensión y su rostro, enmarcado por su negra melena, se mostró con un esplendor natural, limpio y puro. Los pechos se le transparentaban bajo la camisa y las piernas, esbeltas y torneadas, se exhibían casi completamente, ocultas en parte por una reducida falda.

M- ¿Entonces he de quitarme las bragas?

B- Siento no tener nada que darte, pero eso no creo que sea del agrado del patrón.

Y obedientemente se quitó las bragas de celulosa.

B- ¿Sabes porque te he vestido así?

M- Creo que sí, algo me han explicado.

B- Pareces buena persona. Siento que tengas que pasar por esto. El patrón no es mala gente, procura ser buena con él y no disgustarle.

B- Mira, ahí hay calzado para que te pongas. Elige un par de tu talla.

M- Pero yo nunca he llevado tacón.

B- Pues ya va siendo hora de que te lo pongas. No puedes presentarte con esos viejos mocasines.

Mientras caminaban en dirección al despacho del patrón, Brian no podía dejar de ver reflejada en esa chica la imagen de la geisha acurrucada y llorando junto al sofá. Era demasiado preciosa como para regalar su virginidad de una forma tan grosera. Pero él no podía hacer nada. Solo tratar de ser respetuoso con ella.

B- ¿Se puede?

P- Adelante

B- Le traigo a la nueva, Sr. Person.

P- Muy bien. Dile que pase.

B- Enseguida, Sr. Person.

La bella joven atravesó el umbral de la puerta dejando al patrón completamente ensimismado.

P- ¡Brian!

B- ¿Si, señor?

P- ¿Es esta la misma chica que hay en la foto del expediente?

B- La misma Sr. Person

P- ¡Sorprendente!

B- ¿Necesita algo más?

P- No, no, está bien, puedes retirarte. Que no me pasen llamadas. Ya te avisaré.

 

P- Vaya, vaya, así que tú eres Marie

M- Si señor

P- ¿Sabes porque estas aquí?

M- Creo que sí, señor, algo me han explicado

P- ¿Brian?

M- No señor, fue una compañera de los barracones

P- Entonces sabrás que he pagado una buena cantidad de dinero por ti

M- Eso me dijeron

P- No creas que hago esto muy a menudo. Eres la primera virgen que me han asignado. También es una situación nueva para mí.

M- Señor, yo solo quiero que me acepte en su empresa. No quiero volver a los asentamientos. Haré todo lo que me pida.

P- Eso es una buena actitud. Pareces una buena chica.

 

A pesar de la comprensión de la situación, Marie se mostraba evidentemente nerviosa.

 

P- No tengas miedo, no soy ningún ogro. Eres demasiado hermosa como para hacerte daño. Y tienes unos pechos muy bonitos.

 

La transparencia de la blusa permitía que el Sr. Person los contemplase nítidamente.

P- Imagino que el resto de tu cuerpo estará a la altura de la belleza de tus pechos. Me agradaría poderte contemplar en toda tu plenitud.

A pesar de su nerviosismo, Marie reaccionó de forma inmediata despojándose de la blusa y dejando caer la falda hasta sus pies.

P- ¿Puedes darte la vuelta?

Obediente se mostró de espaldas.

P- ¡Impresionante!, tienes uno de los culos más perfectos que he visto, ni hecho a medida para una replicante. Y unas piernas bellísimas. Ven, acompáñame al baño.

Por si fuera poco, la titubeante elegancia de su caminar a causa de los tacones, terminaba por componer una figura espectacular.

P- Quiero que te laves bien el sexo y el culo.

M- ¿El culo también? -respondió inquieta-

P- ¡Ja, ja! No es para lo que piensas, aunque no te digo que algún día también te lo pida. Lávate bien.

El Sr. Person permaneció en silencio, contemplando como Marie se lavaba mientras disfrutaba de la virginal belleza de su desnudez.

P- Ven, ahora túmbate en el sofá y abre las piernas

M- Señor, le ruego que tenga cuidado…

P- Tranquila chiquilla, no quiero que guardes un mal recuerdo de este momento.