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AÑO 2112 - Capítulo XVIII

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CAPITULO XVIII

 

El mismo domingo, poco antes de que llegase el momento, Brian le informó a Marie que Carlota les había vuelto a invitar a su casa. Marie entendió perfectamente de que se trataba y aceptó resignada las consecuencias. Era lo que su amado deseaba y quería complacerle.

Cuando llegaron al domicilio de Carlota la sorpresa fue mayúscula. Ahí estaba Diana, sentada en el sofá, con una copa en la mano y charlando animadamente con un hombre al que nunca antes habían visto.

C- Pasad y poneos cómodos

Brian no entendía nada. Quizá no les había invitado para lo que suponía. A pesar de la sorpresa, la cortesía siempre debía regir sus actos.

B- Buenas tardes Sra. Jordan

D- Buenas tardes Brian

Marie no dijo nada. Miró a Brian con perplejidad. No entendía lo que pasaba y desconfiaba de la situación.

C- ¿Lo de siempre? –preguntó Carlota dirigiéndose hacia el mueble bar-

El aspecto de Diana era radiante. Se había maquillado de tal forma que sus ojos resaltaban con un brillo especial y lucía un vestido corto que dejaba ver unas bonitas piernas. Brian nunca había mirado a Diana desde un punto de vista sexual, había sido la mujer de su jefe y ahora era su jefa directa, y aunque era una mujer elegante y con mucha clase, no era el tipo de mujer que le pudiese despertar deseo. Pero hoy parecía otra distinta, hoy si que estaba verdaderamente sexy.

C- Ya me perdonareis por no haberos avisado, pero Diana se ha “apuntado” a última hora, y como veis se ha traído a un guapo acompañante. Se llama Robert y es un replicante de última generación. Toda una joya. Como Marie bien sabe, Diana solo “consume” lo más exclusivo.

La presentación de Robert no dejaba lugar a dudas de que Diana también estaba allí para lo mismo. Brian se sentía incómodo con la presencia de su jefa y Marie estaba absolutamente desconcertada. Esto no era lo acordado con Carlota.

C- Tranquilos chicos, Diana esta al corriente de lo que pasó aquí el fin de semana. Aunque es vuestra jefa también es una mujer, como yo, y además es mi amiga. Diana y yo tenemos alguna que otra aventura que hemos vivido juntas y que os dejarían sorprendidos. Yo la he invitado y os pido disculpas por no haberos informado, pero os aseguro que si esta tarde la veis solo como a una mujer deseosa de sexo, tal y como me veis a mí, podremos pasar una velada tremendamente excitante.

En ese momento Marie se acordó de su amiga Karen y de que muy posiblemente debería pedirle a Diana un inmenso favor. Pensó que lo mejor sería hacer todo lo que le a ella le agradase y quizá así se la ganase un poco más.

M- Por supuesto Carlota. Diana es una mujer muy femenina, de eso puedo dar cuenta yo, y si ella está de acuerdo por nosotros no hay ningún problema. ¿Verdad cariño? –dijo dirigiéndose a Brian-

B- No… no… ninguno. Como Diana guste. –contestó confuso su esposo-

Era la primera vez que Brian se dirigía a ella por su nombre de pila. Aquello ayudaba a suavizar las lógicas distancias.

Por fin Diana tomó la palabra.

D- Cuando Carlota me contó lo que había sucedido me quedé atónita, no por ella, que sé perfectamente de lo que es capaz, si no por vosotros, en especial por ti, Marie. Después de todo por lo que tuviste que pasar no imaginaba que pudieses prestarte a este tipo de juegos. Y cuando me dijo que habías vuelto a quedar para este domingo y me invitó a venir… bueno… al principio me pareció una locura, pero luego me convenció y me pareció excitante la idea de veros de una forma tan distinta a como os veo cada día.

Carlota interrumpió bromeando

C- ¿Desnudos?

D- Acaso a Brian porque a Marie ya la he visto unas cuantas veces en la sauna. Y ella a mí.

 

La situación ya parecía un poco más distendida

D- Como veis he traído compañía. Espero que no os sintáis incómodos. A Carlota seguro que le encantará.

C- ¡Oh!, seguro que si Diana, sobre todo si has pedido la configuración que me imagino, ja, ja…

D- Ya lo descubrirás. Y a ti Marie, ¿qué te parece que haya un replicante?

M- Nunca he estado con ninguno. Para mi será una experiencia nueva, con el permiso de Brian.

 

Brian se sentía desplazado. La complicidad entre las tres mujeres le colocaba un tanto al margen. Además no podía quitarse la idea de que Diana era su jefa y eso le cortaba mucho. ¿Tendría que follar con ella? A lo mejor se había traído el replicante para no tener que hacerlo con él. Lo que le asustaba era la idea de ver a Marie follando con otro, aunque fuese un replicante. No sabía como respondería. Si le ocurría lo mismo que cuando la vio en la grabación con el Sr. Person, podría resultar preocupadamente excitante.

 

Diana se levantó y se acercó a Brian

D- Me gustaría que esta tarde te olvidases de quien soy y me tratases igual que tratas a Carlota. Ella me lo cuenta todo.

Y cogiendo la mano de Brian, se la acercó muy lentamente hasta posarla sobre su pecho.

D- ¿Ves? Yo también soy una mujer, igual que Marie

Y tomó su otra mano y la colocó sobre el pecho de Marie

D- Dejemos que nuestros cuerpos nos digan lo que debemos hacer. Esta tarde tenemos que abandonarnos a los sentidos. Mañana será otro día.

 

Diana se volvió al sofá para sentarse junto a su acompañante. Carlota bebía de su copa mientras fijaba su mirada en la pareja. Marie decidió que lo mejor sería acompañar a su jefa en el sofá, sentándose al otro lado del replicante. Brian, inquieto y excitado, buscó la compañía de Carlota, quien en esas circunstancias le proporcionaba algo de seguridad.

B- Pero ¿cómo se te ha ocurrido invitar a Diana?

C- Es mi amiga

B- ¡Y mi jefa! Nos has puesto ante un dilema muy complicado. ¿Tú crees que mañana en la oficina la podré ver de la misma forma que antes?

C- Posiblemente no, pero eso que más te da. Tú haz tu trabajo y guárdale el respeto y las formas debidas  como siempre has hecho. Lo que pase aquí es cuenta aparte. Y no le des más vueltas o echaras a perder la velada.

B- Tampoco entiendo como ella ha accedido… al menos a que esté yo, porque con Marie ya veo que comparte muchas intimidades

C- Y verdaderamente no quería, pero insistí. Diana arriesga mucho estando aquí. No la defraudes, si te busca facilítale las cosas. Aprende de Marie, ella parece que ha entendido mejor que tú la situación.

 

En el sofá, Diana y Marie mantenían una conversación al tiempo que habían empezado a meterle mano sutilmente al replicante

D- Me dijo Carlota que hicisteis el amor las dos

M- En realidad lo hicimos los tres juntos, sola no sé si hubiese sido capaz.

D- Pero os besasteis y le hiciste sexo oral

M- Si, así fue

D- ¿Y te gustó?

M- Lo que realmente me sorprendió es que no me desagradó. Supongo que estaba muy excitada y solo era capaz de sentir sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo.

D- A mi también me besó Carlota en una ocasión

M- ¿Lo habéis hecho juntas?

D- No, bueno, quiero decir entre nosotras, porque juntas si que nos hemos montado alguna fiestecilla. Cuando me besó, estaba haciéndolo a la vez con dos replicantes. Allí donde la ves, se los merienda de dos en dos. Yo estaba a su lado viendo como disfrutaba y sin saber porque le acaricié un pecho. Entonces me besó. Es lo más que hemos hecho entre nostras.

M- A Carlota ya se le ve que esto le gusta mucho y rezo porque Brian solo sea un capricho pasajero.

D- Carlota nunca ha buscado la compañía de ningún hombre. Y eso que ha tenido muchos pretendientes, pero prefiere vivir sola y no comprometerse con nadie. Quizá por eso le guste acercarse a vosotros, le dais lo que necesita y no le creáis problemas.

Mientras tanto, Carlota y Brian continuaban con su charla

B- Parece que Diana y Marie fuese amigas de toda la vida

C- Diana le tiene mucho aprecio y no es de extrañar pues Marie es una gran persona. Ha encontrado en ella una asistente fiel y servicial. Se siente cómoda en su compañía y mucho me temo que hoy se va a sentir todavía más cómoda…

B- Eres una pécora, seguro que esto te lo has discurrido tú solita

C- Bueno, ¿acaso no es mejor número cinco que tres?

B- Pero esto te va costar un peaje…

C- ¿Si?, ¿y que es lo que se te ha ocurrido?

B- Que hoy, cuando me corra dentro de ti, lo haré en tu boca

C- Ya veo que te excitó mucho ver como Eduard se vaciaba en la boca de tu querida Marie

B- A pesar de tus maldades no me vas a hacer cambiar de idea. Podías empezar probando lo que te espera como colofón. Tu amiga Diana ya está haciendo lo propio con el replicante.

Diana había comenzado a chupársela a su acompañante. Marie, a su lado, contemplaba las artes felatorias de su jefa.

Carlota echo mano a la bragueta de Brian y sintió como la excitación de Brian iba en aumento.

C- Sabes Brian, recibiré gustosa tu corrida en mi boca solo si permites que esa bestia sexual se la meta a Marie por su estrechito culito

B- Eso no puedo aceptarlo. Yo todavía no se lo he tocado y no creo que esté preparada para hacerlo. Le dolería y no quiero someterla a eso.

C- ¿Y como sabes que le dolería? Que tú aun no se la hayas metido no significa que esté sin estrenar, ¿no es verdad Brian?

B- Te gusta hurgar en las heridas, ¿eh? pero te prometo que hoy te voy a dar tu merecido.

C- Pues si de verdad me lo merezco, adelante, entrega su culito y esperaré ansiosa a cumplir con mi merecido

B- Y te habrás de tragar hasta la última gota…

Carlota extrajo su polla de la bragueta y la abrazó con ambas manos.

C- Pero antes de que eso pase quiero sentirte otra vez dentro de mi sexo.

Se dio media vuelta y se reclinó sobre el respaldo de un sillón. Brian levantó su vestido y encontró el camino expedito. No llevaba ropa interior. Le pasó la mano por el sexo y comprobó que ya estaba muy húmeda.

B- Eres como una perra en celo. Aun no te he tocado y ya chorreas –introduciéndosela seguidamente-

El gemido de Carlota al sentirse penetrada hizo que las otras dos mujeres centrasen su atención en ella.

D- O tu marido es un portento de virilidad o Carlota estaba muy necesitada de macho.

M- O ambas cosas –respondió irónicamente Marie-

Marie contemplaba nuevamente a su esposo follar con Carlota. Era una sensación contradictoria y morbosa. Entre tanto, Diana había despojado a Robert de sus prendas inferiores, dejando a la vista su emergente virilidad.

D- Ven Marie. Este va a ser tu primer replicante. Te aseguro que no te va a decepcionar.

Mientras Marie permanecía de pie, mirando como follaban Brian y Carlota, el replicante le fue desabrochando la blusa. Estaba situado tras ella y podía sentir en su culo el roce de su erección. Diana permanecía sentada, observando como poco a poco le iba quitando la ropa. Brian y Marie cruzaban sus miradas. Fijos uno en el otro contemplaban lo que su pareja hacía.

Cuando Marie quedó totalmente desnuda, Diana la invitó a que se colocase a cuatro patas sobre el sofá, junto a ella y mirando a su esposo. Brian a su vez, la miraba fijamente sin dejar de follar enérgicamente a Carlota.

Marie seguía sin asimilar completamente lo de ver a su esposo hacerlo con otra, pero estaba decidida a complacerle y no debía dejar ver sus dudas. Haría de tripas corazón y trataría de disfrutar como la última vez.

Por un instante Marie cerró los ojos, justo cuando se sintió penetrada. Fue una sensación extremadamente placentera. Era como si la polla de aquel replicante activase de golpe todas y cada una de sus terminaciones nerviosas y las sensaciones placenteras se multiplicasen. Era increíble lo que le estaba haciendo sentir.

D- ¿A que esto es especial? –le preguntó Diana-

Marie no podía responder. Todos sus sentidos estaban centrados en disfrutar de aquella experiencia tan extremadamente deliciosa. Apenas podía sostenerle la mirada a su marido. La cabeza se le vencía y los brazos apenas le podían sostener. Todas sus dudas se disiparon en un instante y se abandonó al disfrute total y absoluto de su sexualidad.

Diana acercó su mano para acariciar el pequeño pecho oscilante de Marie, que iba y venía fruto de la fuerza con estaba siendo penetrada. No pareció responder al estímulo de sus caricias.

Al otro lado de la habitación, Brian contemplaba como su amada disfrutaba inequívocamente con embestidas del replicante. Pero él era humano, y si continuaba follando a Carlota con tanto ímpetu acabaría por correrse de un momento a otro y no quería que eso pasase. Así que decidió parar, con el consiguiente disgusto de Carlota.

C- No Brian, no pares ahora, estoy casi a punto…

Sin decir nada, Brian cogió a Carlota de la mano y la llevo junto a los otros tres amantes.

B- ¿No quieres sentir tú también esa polla que está volviendo loca a Marie?

Y la colocó a cuatro patas al lado de su amada

B- Vale guerrero –dijo dirigiéndose al replicante- ahí tienes el más difícil todavía. A ver si eres capaz de complacer a estas dos hembras alternativamente.

 

Diana rompió a reír a carcajadas.

D- Brian, estas hablando de un gigoló de última generación. ¡Claro que puede con las dos! Incluso con las tres, y más de una vez.

Robert abandono el caliente y húmedo sexo de Marie para introducirla seguidamente en “nido” de Carlota.

C- ¡Oh, si! Esto es genial… no pares ahora y remata la faena que Brian ha dejado a medias.

De repente, las manos de Diana apresaron la polla de Brian. Éste se quedó petrificado, sin saber que hacer ni como reaccionar. Diana se acercó a él y se dispuso a chupársela.

Marie por su parte continuaba en la misma posición, todavía bajo los estimulantes efectos del trabajo del replicante, a la espera de que volviese a dedicarse a ella. A un lado, los intensos gemidos de Carlota acentuaban su excitación, y al otro, su jefa estaba dando buena cuenta de la polla de su marido. Con la cabeza apoyada en el respaldo contemplaba casi ausente la felación que Diana le estaba haciendo a Brian. Se sentía como drogada y solo deseaba volver a sentir al replicante otra vez dentro.

De repente, los gemidos de Carlota se tornaron alaridos cuando un terrible orgasmo sacudió todo su cuerpo. Fue tan intenso que incluso se le escaparon algunas gotas de orina.

Tras haber enviado a Carlota al séptimo cielo, Robert volvió a centrarse en Marie. Fue sentirla entrar y empezar a dispararse las sensaciones. Cuando la tenía dentro parecía crecer y ocuparla por completo. Los estímulos que recibía llegaban hasta lo más recóndito de su vagina, inundándola de un placer desconocido hasta ese momento. Todo ello solo podía terminar de una forma, con otro brutal orgasmo que no desmerecía para nada al de Carlota.

Una vez hubo satisfecho a ambas mujeres, Diana reclamó para sí al replicante. Brian trató de buscar acomodo de la boca de Diana a la boca de Carlota.

C- Acuérdate del trato. Lo primero es lo primero –le avisó Carlota-

Pero el replicante estaba ahora atendiendo debidamente a su jefa y no era cuestión de interrumpirla. El peligro residía en que ya no podría aguantar mucho más y que si la metía en alguna de las dos mujeres, acabaría corriéndose sin remisión, impidiendo “darle su merecido” a Carlota. Así que se colocó tras Marie y empezó a realizarle un excitante cunilingus.

El sexo de Marie había quedado extremadamente sensible, lo que provocó que las más leves caricias bucales de Brian la volviesen a estremecer. Otra de las consecuencias del paso de Robert era la dilatación que presentaba su sexo. Aquel replicante tenía la facultad de cambiar el tamaño de su polla a voluntad, al tiempo que actuaba eléctricamente sobre las zonas sensibles de la vagina, estimulándolas con mucha mayor intensidad. Conforme la vagina se iba acomodando al pene, éste aumentaba progresivamente de grosor y longitud, generando una mayor sensación de roce y profundidad, hasta el punto conseguir dilatarla de la forma en la había dejado. Brian sintió el deseo de introducirle la mano, porque seguro que en ese estado era posible, pero se lo pensó dos veces y continuó dándole placer con su boca.

Diana se había desprendido de su vestido y por primera vez Brian podía contemplarla desnuda. Tenía los pechos grandes y algo caídos, pero su cuerpo estaba bien formado y mantenía el vientre completamente plano. Unas bonitas piernas completaban a una mujer que todavía podía encandilar a los hombres.

Carlota, sentada ya en el sofá, buscó la boca de Marie para fundirse en un beso largo y profundo, mientras con su mano se acaricia el clítoris. Carlota recorrió con sus labios el cuello de Marie, lo que provocó que esta girase la cabeza para ofrecérselo más fácilmente. Mordisqueó su cuello y subió hasta el lóbulo de la oreja. Marie se volvió a estremecer. Brian continuaba en su labor de complacerla oralmente. Algo susurró Carlota al oído de Marie, que esta se incorporó, se bajó del sofá y se colocó de rodillas entre las piernas abiertas de Carlota. Inmediatamente comenzó a masturbarla; primero con un dedo, luego con dos, después con tres, y finalmente utilizó también su boca para estimular su clítoris. Brian se colocó junto a Marie y de forma combinada masturbaron a Carlota mientras ellos se besaban.

Los efectos de Robert eran demoledores. Diana ya no aguantó más y se corrió como una loca entre gritos y palabras soeces que sorprendieron tanto a Brian como a Marie, desconocedores de los clímax de su jefa.

Carlota le hizo un gesto al replicante para que se acercase, al tiempo que jadeante le decía a Marie

C- Marie, ahora déjate hacer, relájate y disfruta, porque Robert aun te guarda lo mejor

Marie no entendió a que se refería, pero en el punto en el que estaba cualquier cosa sería bienvenida.

C- Robert, quiero que a Marie le hagas el culito, muy despacio, muy suave, porque no sabemos si todavía es virgen. ¿Eres virgen Marie?

Marie no dijo nada. No quería mentir pero tampoco quería reconocer ante su esposo que el Sr. Person ya la había iniciado en la sodomía. Miró a su esposo resignada e inmediatamente hincó su boca en el sexo de Carlota.

El replicante se colocó tras ella y comenzó a lamer el orificio anal de Marie. Cuando notó que su esfínter se empezaba a relajar le introdujo un dedo. Todo iba bien. Brian permanecía al lado de Marie y observaba expectante aquel ritual previo a la penetración. Brian preguntó a Marie

B- ¿Te duele?

Marie movió la cabeza indicando que no, mientras continuaba comiéndole el sexo a Carlota.

El replicante entendió que ya estaba preparada y posicionó su pene en la entrada del ano. Lentamente lo fue introduciendo sin apenas resistencia. Había reducido notablemente su tamaño y no ofrecía excesiva presión en el esfínter de Marie.

Diana se acercó al grupo y dejo caer un pequeño chorrito de gel lubricante sobre la polla de Robert. Enseguida se extendió y penetró en el recto. Brian miraba atentamente preocupado porque pudieran hacerle daño a su amada, pero Marie no se quejaba y continuaba como si nada estimulando a Carlota con su lengua. A Brian, contemplar esta escena le estaba excitando. Los gemidos de Carlota ponían la banda sonora a la tórrida situación. Era el momento de que Carlota cumpliera con su promesa.

Cuando Brian colocó su pene sobre los labios de Carlota la pilló por sorpresa, lo que le hizo reaccionar de forma instintiva. Estaba tan entregada a lo que Marie le hacía que ni siquiera tenía los ojos abiertos. Brian le recordó la deuda.

B- Ahora te toca cumplir con tu parte.

Marie había levantado su cabeza y estaba atenta a como Carlota se la chupaba a su esposo. Brian trataba de penetrarle hasta el fondo, pero Carlota lo evitaba girando la cabeza. Sentirla rozar en su garganta le producía arcadas. Marie esbozó una sonrisa de complicidad. Lo que veía le demostraba que a su esposo le gustaba como ella se la había chupado la última vez, profundamente y permitiendo que eyaculase dentro de su boca. Pero esa sonrisa se tornó por un instante en una mueca de dolor. El replicante estaba aumentando el tamaño de su pene y Marie comenzaba a notarlo, pero rápidamente recompuso su rostro y volvió a perderse entre los muslos de Carlota.

Brian continuaba con su intento de introducírsela hasta la garganta.

B- Venga Carlota, me lo has prometido

Pero cada vez que intentaba pasar de su garganta las arcadas le hacían desistir. No podía hacerlo. Brian se tendría que contentar con correrse en su boca.

Diana entretanto continuaba lubricando la penetración anal de Marie mientras acariciaba el suave culo del replicante, empujándolo para que las penetraciones fueran un poco más profundas. El problema era que al mismo tiempo que su polla crecía en longitud, lo hacia en grosor, y eso ya era demasiado para el castigado ano de Marie, quien nuevamente emitió un leve quejido de dolor.

Brian la miraba preocupado, quizá esta vez le había pedido demasiado, pero pronto disipó sus dudas pues la boca de Carlota le estaba llevando a la consecución del orgasmo. Su resistencia sucumbía víctima de unos carnosos labios que le estaban invitando a derramarse por completo. Marie enseguida reconoció el significado de los gemidos de Brian. Alzó la vista y contempló como se esposo se corría sin sacarla de la boca de Carlota. Le pareció excitante. Y también estaba encontrando excitante el sutil arte de la sodomía cuando era realizado con mucho tacto por un auténtico experto. Pero aun así no era suficiente para llevarla a conseguir otro orgasmo.

Cuando Brian se retiró de la boca de Carlota, ésta todavía mantenía sin tragar todo el semen que le había depositado. Miró pícaramente a Brian y atrajo la cabeza de Marie hasta ella para besarla. Al incorporarse, su culo se liberó de la polla del replicante. Brian pudo contemplar lo dilatado que se lo había dejado. Ambas mujeres acercaron sus bocas hasta besarse, permitiendo que los fluidos de Brian pasasen de una boca a otra, una y otra vez, hasta tragarlos completamente.

El momento clímax fue interrumpido por Diana

D- Toma Marie –le dijo ofreciéndole un pañuelo de celulosa- límpiate un poquito que te quedan restos de la batalla.

 

Marie no había venido preparada para hacerlo analmente, y aunque su higiene en todo momento era de lo más escrupulosa, la profunda penetración de Robert había llegado a zonas algo sucias.

Mientras Marie y el replicante fueron a lavarse, Carlota volvió con su deporte favorito; poner en aprietos a Brian.

C- Dime Brian, ¿qué te parece Diana?, como mujer me refiero, ahora que puedes verla desnuda

B- Es una mujer muy bella, de eso no hay duda

C- Sabes, a Diana no le gusta para nada el quirófano. Es toda natural, tal cual la ves. Con sus defectos naturales y…

Diana interrumpió

D- A Brian no le importa si he pasado o no por el quirófano. Yo me siento bien así, ¡y que narices!, me veo atractiva, y eso es lo que importa.

B- Es que eres atractiva, si me permites que te tutee, tienes el encanto de esa madurez producto de la belleza de una juventud que ha dejado su impronta.

C- ¡Que bueno,  pides permiso para tutearla a quien hace un rato te la estaba chupando! Eres la monda Brian…

D- ¡Para ya Carlota! y deja al bueno de Brian en paz. Te lo querías follar y ya te lo has follado, para ya de incordiarle.

B- No se preoc…, perdón, no te preocupes Diana, ya se como es Carlota y reconozco que tiene la especial habilidad para provocarme en todo momento. Quizá sea eso lo que me gusta de ella.

D- ¿Y Marie?

B- A Marie la amo, la necesito en todo momento a mi lado, no solo para follar

 

Carlota intervino simulando estar dolida

 

C- ¿Así que a mi  solo me quieres para follar?

Y Diana intercedió

D- ¡Venga Diana! Si tú nunca has querido a un hombre para más de dos polvos…

B- Entonces debo sentirme halagado, conmigo ya ha superado esa cifra

 

Mientras los tres conversaban, Marie contemplaba bajo la ducha el impactante cuerpo desnudo del replicante.

M- Una pregunta Robert. ¿Cómo puedes regular el tamaño de tu miembro?

R- Estoy programado y construido funcionalmente para cumplir ese requisito.

M- ¿Pero como la haces?

R- Lo hago simplemente

M- ¿Y ahora puedes hacerlo?

R- Si, por supuesto

M- Entonces muéstrame el mayor tamaño que seas capaz de conseguir

Y el pene del replicante empezó a crecer y a endurecerse, hasta alcanzar una longitud y grosor inimaginables para Marie

M- ¡Dios mío! ¡Pero si eso no le puede caber a nadie!

R- No puedo responderle, mis archivos son eliminados una vez cumplo mi cometido. Pero si me han preparado para llegar a este tamaño es que tiene que haber quien lo requiera. La vagina puede dilatarse mucho, usted misma me ha permitido llegar al 75% de capacidad y probablemente hubiese admitido más tamaño.

M- ¿También has crecido tanto en mi culo?

R- No, ni mucho menos. Al más mínimo gesto de incomodidad por su parte reduzco el tamaño. Voy probando como se siente más cómoda y cuando encuentro el punto adecuado me regulo.

M- Pues es una pena que no tengas recuerdos, vivir sin pasado debe ser muy triste

R- Mi consciencia no es como la de los humanos, ustedes adquieren experiencias durante su vida que les generan recuerdos, yo la tengo toda en un solo microchip, y la voy ampliando también con mis propias experiencias, pero los datos personales y los detalles concretos son eliminados por seguridad.

 

En el salón, los otros tres integrantes continuaban conversando, todavía desnudos.

D- Debéis tener muy claro que esto que ha pasado debe quedar exclusivamente entre nosotros, forma parte de nuestra intimidad. Mañana las cosas deben ser como han sido siempre. Esto no cambia nada, aunque pueda ocurrir más veces.

B- Por supuesto Sra. Jordan, por mi parte no ha cambiado nada, desde este instante las cosas ya vuelven a ser como antes

D- Así es como debe ser, Brian, pero aunque esperases con las formalidades a que me vistiese tampoco pasaría nada

C- ¡Ja, ja, ja… eres tremendo Brian,  ¿no te da vergüenza mirarle el culo a la Sr. Jordan?

D- ¡Basta Carlota!, por favor… es que no tienes arreglo… Voy a darme una ducha y me visto. Luego podéis ir vosotros dos si queréis.

Diana se dio la vuelta en dirección al cuarto de aseo, dejando ver su culo moviéndose con un grácil vaivén al caminar.

C- Brian, no permitas que ese culito pase hambre

D- ¡¡¡ Carlota !!!