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AÑO 2112 - Capítulo XV

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CAPITULO XV

 

 

Las quejas de Brian por la excesiva carga de trabajo parecían dar su fruto finalmente. El ayudante que tanto reclamaba por fin llegaba.

 

D- Te presento a León, es un universitario joven y prometedor que va a hacer sus prácticas de fin de carrera con nosotros. Será tu ayudante. Su expediente es magnífico y estoy convencida de que te será de gran ayuda. Utilízale, ponle a prueba, si responde a nuestras necesidades le contrataremos para que sea tu ayudante fijo.

B- Así lo haré Diana, necesito que se ponga pronto al día. Aquí hay mucho trabajo por hacer y una ayuda me vendría genial. Ya sabes chaval, ponte las pilas y el trabajo puede ser tuyo.

L- Gracias por confiar en mí. Les aseguro que no les defraudaré. Pónganme a prueba y verán como no se han equivocado seleccionándome.

D- Eso espero. Ahora ya estás bajo las órdenes directas del Sr. García. Te deseo suerte.

Diana y Marie abandonaron el despacho. Carlota se quedó por unos instantes.

 

C- Ya tienes ayuda. Espero que ahora estés más relajado.

B- Si mañana tienes tiempo me gustaría hablar contigo.

C- Te escucho, dime

B- No, ahora no es el momento. Es algo privado.

C- ¿En serio?, no se si voy a poder pegar ojo esta noche…

B- Encima no te burles de mí

C- No me burlo, solo deseo que la espera merezca la pena.

Carlota salió del despacho para unirse a Diana y Marie.

B- Bueno León, aquí no hay tiempo que perder. Te explicaré lo más esencial que quiero que hagas…

- - - -

 

La misteriosa charla con Brian tenía confusa a Carlota, aunque preveía por donde iban a ir los tiros. Decidió antes hablar antes con Diana

C- Diana, tengo que decirte una cosa

D- Huy cuando empiezas así… ¿tengo que ponerme a temblar?

C- No seas exagerada mujer, que no se acaba el mundo.

D- Pues tú dirás

C- Creo que Brian va a tirarme los tejos

D- ¡Pero otra vez vuelves con las andadas!, ¿no quedamos en que le ibas a dejar en paz?

C- Esta vez no soy yo. Quizá me equivoque, pero mucho me temo que quiere algo de mi, algo en el ámbito sexual.

D- Carlota, yo no soy quien para meterme en tu vida personal, pero Brian es mi empleado y su mujer también, y no me gustaría que tus aventuras me trajesen malas consecuencias.

C- Ni yo quiero que te veas comprometida por mi culpa. Pero he preferido avisarte por lo que pueda pasar. No se lo que quiere, depende de lo que sea llevaré la situación de una u otra forma. No te preocupes por mí.

D- ¡Que no me preocupe!, ¡miedo me das!

 

Al día siguiente, en el despacho de Brian.

B- Ponte cómoda Carlota

C- ¿Cómo de cómoda?, ¿me he de quitar la ropa?

B- No te burles otra vez de mí

C- No me burlo, pero me tienes en ascuas.

B- No se como decirlo, pero tu sabes perfectamente que me provocas y te aprovechas de ello.

C- ¿Ahora yo soy la mala?, algo de tu parte pusiste tú también porque a tu pollita le encantó meterse en mi calentito nido.

B- ¿Ves?, a eso me refiero, siempre me estás provocando, de una u otra forma pero siempre me provocas. Hasta vistes distinto y muy sexy cuando vienes a verme al despacho.

C- Brian, soy mujer y a las mujeres nos gusta encandilar a los hombres

B- ¿También a los casados?

C- A esos a los que más, ja, ja…

B- Ya lo veo. ¿Te acuerdas de la propuesta que me hiciste?

C- Refréscame la memoria

B- Hacer un trío conmigo y Marie

C- Digo tantas cosas que ya no me acuerdo, pero oye, la verdad es que estaría muy bien, pero que muy bien…

B- Pues te tomo la palabra

C- ¡No me puedo creer lo que estoy oyendo!, ¿y tu dulce Marie está de acuerdo?

B- Ella aun no lo sabe

C- ¿No lo sabe?, y entonces como quieres que participe, le dirás “cierra los ojitos mientras me follo a Carlota”

B- Por eso no te preocupes, Marie estará de acuerdo

C- Vaya con Marie, debió aprender mucho con el bueno de Eduard.

B- Eso ha resultado ofensivo

C- Disculpa Brian, tienes razón, he sido muy grosera. Para enmendarlo, te invito este fin de semana a que vengas a mi casa. Y tu dulce Marie también puede venir… si quiere.

B- ¿Satisfecha?, hasta que no lo has conseguido no has parado. Espero que el domingo sepas estar a la altura de las circunstancias.

C- ¡Ja, ja, ja!, seguro que si, va a ser muy divertido.

 

- - -

Domingo. En el ascensor del edifico de Carlota

M- No sabía que Carlota viviese en un edificio tan elegante.

B- Carlota tiene su propia empresa y le va muy bien. Eso le permite costearse un piso en la zona más selecta de la residencial.

M- Si, por supuesto, pero todo este lujo sorprende tanto…

B- Planta ochenta y cinco. Ya hemos llegado.

M- ¿Qué puerta es?

B- Me temo que en esta planta solo hay una puerta

M- ¿Toda la planta es de Carlota?

B- Doscientos metros habitables más otros cien de terraza.

M- ¿Ya has estado antes en su casa?

B- Solo hasta la puerta. Nunca dentro de su casa. Esta va a ser la primera vez que entro. Lo sé porque me lo contó el Sr. Person.

M- Carlota ha sido muy amable al invitarnos

B- Carlota siempre es muy amable, ya lo verás…

 

El sistema de alerta detectó su llegada y la puerta se abrió. Una voz se oyó decir “Pasad y poneros cómodos, enseguida estoy con vosotros”.

Mientras accedían, las luces se iluminaban a su paso y un relajante fondo musical les acompaño hasta el salón.

 

M- ¡Esto es precioso!, ¡y cuanto espacio!

 

Uno de los  muebles se abrió mientras se oyó nuevamente la voz de Carlota “Serviros lo que queráis”. Marie se asomó a una inmensa cristalera que daba a la espectacular terraza desde donde se podía ver gran parte de la residencial.

M- Brian, esta casa es idílica, ¿te has fijado en la terraza?

 

Carlota irrumpió en la sala

 

C- Me alegro que te guste Marie

M- Hola Carlota, tienes una casa preciosa, estoy impresionada.

C- No te cortes, como si estuvieras en tu casa. Sal y disfruta de las vistas de la terraza.

 

Marie no pudo resistirse a la tentación y emocionada se apresuró a disfrutar de aquel espacio abierto que la encandilaba.

C- Hola Brian. Veo que finalmente habéis venido.

B- Carlota, solo te pido que no seas demasiado intimidante, a Marie hay que llevarla con mucho tacto.

C- Será como tú digas. Pero no me has dicho nada de mi vestido, ¿te gusta como me sienta?

B- Te sienta excitante.

 

Marie, deslumbrada por lo que estaba viendo les interrumpió la conversación.

 

M- Brian, tienes que ver esto, es precioso. Por cierto Carlota, tu si que estás preciosa, pareces otra con el pelo suelto y ese vestido tan favorecedor.

C- Gracias, algo tenía que hacer para no dejarme eclipsar por tu belleza.

B- Sin duda esta tarde voy a estar acompañado de las dos mujeres más bellas de toda la residencial. Me considero un hombre afortunado.

Durante un buen rato las charlas versaron sobre cuestiones más o menos intranscendentes en relación a la casa de Carlota, su vida profesional y su éxito en la vida. A pesar de lo banal de las conversaciones, Marie empezó a sentirse un poco incómoda por lo insinuante que se estaba mostrando Carlota, sobre todo porque encontraba respuesta en las miradas de su marido. Era evidente que a Brian le gustaba esa mujer.

M- ¿Y con todo el trabajo que tienes aun te queda tiempo para echarle una mano a Brian en la fábrica?

C- Ja, ja, Marie, ya me gustaría echarle una mano a tu marido, pero está muy enamorado de ti para permitírmelo.

Aquellas palabras habían dejado al descubierto las intenciones de Carlota. Le había dicho a la cara sin ningún rubor que le gustaba su esposo y que deseaba “meterle mano”. Al instante Marie se olió la encerrona. Todo cuadraba, la forma de vestir tan provocativa de Carlota para ser una visita de cortesía, sus gestos insinuantes enseñando más de lo que era aceptable, las miradas cómplices de Brian repletas de deseo contenido… No podía ser producto de la casualidad. Brian y Carlota se traían algo entre manos pero Marie no terminaba de comprender donde encajaba ella.

Brian detectó que Marie se encontraba incómoda. Carlota había sido demasiado directa y no tenía sentido seguir fingiendo una situación que tarde o temprano debería poner encima de la mesa.

B- Carlota es una mujer extraordinaria y ha hecho mucho por mí en todo este tiempo –dijo Brian dirigiéndose a Marie- además de ser una mujer muy bella.

Marie escuchaba en silencio

B- Tengo que ser sincero contigo Marie. Me cuesta mucho esfuerzo vencer los deseos que me invaden cada vez que Carlota está junto a mi. Por desgracia para esta situación, tenemos que vernos muchas veces por razones de trabajo, lo que agrava el problema e intensifica mis deseos.

Carlota interrumpió

C- Tú eres su esposa y tienes que entenderlo. Brian es un hombre que cualquier mujer quisiera tener a su lado, y yo no soy una excepción. No quiero robártelo, no es mi intención, él te quiere y no ha consentido en engañarte, por eso estamos ahora aquí.

M- Perdonadme, pero sigo sin entender para que estamos aquí. ¿Queréis que os de mi permiso para que os liéis?

B- No exactamente. No quiero que te quedes al margen. Me dijiste que no querías ser un freno para mi y que entenderías que tuviera una aventura con otra mujer, pero yo no puedo estar con Carlota si no te tengo a ti también.

M- Espera, espera, no se si he entendido bien, ¿lo que dices es que quieres es estar con las dos a la vez, o sea, que quieres que hagamos un trío?

C- Cariño, tu marido podía haberte engañado, pero ha preferido planteártelo de cara.

B- No quiero presionarte Marie. Sabes que últimamente las circunstancias que hemos vivido nos han impedido tener una relación sexual plena y quizá por eso mi deseo por Carlota ha ido en aumento. Probablemente estoy siendo un estúpido planteándotelo así, pero al final era decírtelo o engañarte. Escucha Marie, yo te quiero y no te cambiaría por nada ni por nadie. Lo que te proponemos es solo sexo, sin más trascendencia. Carlota está de acuerdo. Prefiero hacerlo de cara, con tu complicidad, que tener que estar sufriendo cada vez que Carlota me roce.

 

Marie se quedó pensativa unos instantes. La propuesta le había llegado tan de repente que no sabía ni que decir. Si era consecuente con sus propias palabras debería permitir que hiciesen lo que quisieran sin entrometerse, pero la propuesta iba mucho más lejos, la incluían a ella en sus juegos sexuales. No solo tendría que permitir que su marido follase con otra mujer, también debería verlo.

M- Me siento como una tonta. No se que pensar de todo esto, os juro que me habéis sorprendido. De verdad que ni me lo imaginaba. Que quieres que te diga, cariño, Carlota es buena y nos ha ayudado mucho. Mejor con ella que con otra. Aunque necesito hacerme a la idea.

B- Marie, no quiero que esto solo quede entre Carlota y yo, es verdad que deseo su cuerpo, pero necesito también tu calor.

M- ¿Y tendré que hacerlo yo también con ella?

C- Solo si tú quieres. No te predispongas a nada, deja que las cosas transcurran naturalmente y lo que tenga que suceder sucederá.

M- ¿Eres bisexual, Carlota?

C- Nunca he estado con una mujer, pero alguna experiencia reciente ha despertado mi curiosidad por experimentar en ese sentido.

M- Brian, como te dije estoy a tu entera disposición. Si quieres estar con Carlota, en cualquier momento puedes hacerlo, y si quieres que también yo esté con Carlota, solo tienes que pedírmelo. Es una mujer muy bella. Entiendo que la desees.

 

La aceptación por parte de Marie de mantener una relación a tres, serenó el estado de ánimo de Brian. Con todo, la situación seguía siendo muy complicada. Alguien debía romper el hielo y Brian no sabía como hacerlo para no violentar a Marie.

 

C- Creo que nos conviene a todos una segunda copa

M- Gracias Carlota, pero yo no puedo tomar más alcohol, prefiero un refresco

C- Venga tonta, te vendrá bien animarte un poco, te ayudará a desinhibirte.

 

Mientras Carlota preparaba la copa…

 

M- ¿Y tu Carlota, porque no te has casado?

C- No ha sido por falta de oportunidades, pero yo soy de espíritu libre y me gusta la independencia de que disfruto. Afortunadamente puedo permitirme muchas cosas que hacen que mi vida sea lo suficientemente interesante como para no necesitar a una misma persona constantemente a mi lado.

M- Y por eso te has encaprichado de Brian

C- Posiblemente, y porque estoy segura de que folla muy bien.

M- Eso te lo puedo asegurar yo.

C- Estoy convencida de ello, tanto como que tú tienes que ser una experta chupándole la  polla.

Carlota le había lanzado un torpedo en la misma línea de flotación. Ella tenía la cinta que le grabaron chupándosela al Sr. Person cuando le tendieron la trampa y de todo eso Brian no sabía nada y debía seguir sin saberlo. El aviso había sido muy contundente.

M- Soy muy entregada y muy complaciente porque Brian se lo merece todo. También a ti, si eso es lo que desea.

C- Toma este cóctel. Bébetelo y verás como mejoras el ánimo. Esta tarde entre ambas debemos hacer que Brian disfrute como se merece.

 

Brian se levantó con su copa y se dirigió hacia la cristalera perdiendo su mirada en el horizonte. Marie fue tras el y se colocó a su lado.

M- No sé lo que te habrá hecho o dicho esta mujer para que desees tanto estar con ella, pero en este punto lo único que quiero es que seas feliz. ¿Va ser esta la primera vez o ya te la has follado?

B- Lo hicimos una vez en mi despacho

M- ¿Te gustó como te lo hizo?

B- En ese momento tan solo podía pensar en ti

M- Me gustaría excitarte como lo hace ella. Comprendo que tiene mucha más experiencia que yo con los hombres y que sabe usar sus encantos perfectamente, pero yo quiero ser para ti todo lo que tú desees, tu puta si eso te excita, tu esclava si es necesario, lo que tú quieras.

B- Eres la persona a la que amo y eso es lo más importante. Todo lo demás es accesorio. Carlota es accesorio.

Mientras hablaban, Carlota se les acercó sigilosamente por detrás, posando suavemente sus manos en el culo de cada uno de los dos.

C- Son bonitas las vistas ¿verdad Marie? Seguro que a Brian le gustarían mucho más si además estuvieras desnuda.

Y sin dar tiempo a que reaccionase empezó a desbrocharle la blusa muy lentamente.

C- ¿Te gustaría que le acariciase los pechos? –dijo Carlota dirigiéndose a Brian-

B- Creo que a Marie le gustaría.

C- ¿Te gustaría que te los acariciase?

 

Marie no contestó. Simplemente se dejó hacer.

 

C- ¿Qué sientes cuando otras manos distintas a las de Brian te acarician?

M- Si son las tuyas me gusta

C- Sabes, son los primeros pechos de otra mujer que toco y me parece muy excitante. Son más duros que los míos, claro que también eres más joven. Pero mis pezones son más gruesos. ¿Lo quieres comprobar Brian?

 

Los pezones de Carlota se marcaban ostensiblemente en el fino y escotado vestido que se había puesto para la ocasión. Brian posó su mano sobre su pecho palpándole el pezón por encima del vestido. Carlota por su parte, terminó por quitarle la blusa a Marie dejándola desnuda de cintura para arriba.

C- Tienes un bonito cuerpo. Cuando yo tenía tu edad también tenía un cuerpo igual de precioso.

Brian y Carlota tenían aproximadamente la misma edad. Marie era bastante más joven que ellos, una “delicatesen” como diría su amiga Karen, de piel suave y formas equilibradas. Carlota por el contrario era mucho más voluptuosa, algo más madura pero todavía con un cuerpo espectacular.

Los tres amantes se fundieron en un abrazo en el que Marie permaneció en medio de ambos, besándose con su esposo y recibiendo las caricias de Carlota, quien continuó deshaciéndose del resto de la ropa de Marie. Sorpresivamente, Marie giró su cabeza hacia un costado y levantó su brazo para abrazar la cabeza de Carlota a quien atrajo hasta su boca para besarla. Brian se deslizó por sus pechos y mordisqueo suavemente sus pezones hasta hacerle emitir un pequeño quejido ahogado por la boca de Carlota. Brian continuó descendiendo por sus caderas y su ombligo, para seguir por su vientre hasta alcanzar su sexo. Instintivamente Marie abrió las piernas para permitir que introdujese más cómodamente su lengua.

 

C- ¿Te gusta pequeña?, ¿te gusta como te come el coñito tu esposo?

Marie se mordía los labios y giraba la cabeza de un lado a otro en un claro gesto del placer que sentía entre sus piernas. Carlota retiró una de sus manos de los pechos de Marie, deslizándola por la espalda hasta colocársela entre las piernas. Con dos de sus dedos penetro desde atrás el sexo de Marie mientras la boca de Brian le estimulaba el clítoris por delante. Los movimientos combinados de ambos empezaban a disparar la excitación de la joven, quien se estremecía ante todo lo que le estaban haciendo.

Carlota saco sus dedos de la vagina de Marie y los colocó junto a los labios de Brian, quien al sentirlos los chupó ansiosamente. Seguidamente Brian se puso en pie y tras besar tórridamente a su amada, la hizo suavemente a un lado para centrarse en Carlota.

B- ¿Quieres descubrir como sabe el sexo de Marie?

Cogió de inmediato la mano de Carlota y la llevó nuevamente hasta el coño de la joven. Le introdujo los dedos y durante unos segundos, sin soltarle la mano, hizo que la masturbase. Después retiró su mano y la llevo a la altura de la boca de Carlota.

B- Saboréala

Carlota abrió la boca y le chupo los dedos. Lo hizo lascivamente, disfrutando del sabor de los flujos de Marie.

C- Ahora tú debes probar el mío.

Y dejo deslizar por sus hombros los tirantes del vestido que cayó livianamente hasta sus pies, mostrándose completamente desnuda y absolutamente bella. Por primera vez Brian podía admirarla como tantas veces la había imaginado. Sus pechos, sus caderas, su vientre, su sexo… todo estaba diseñado para vencer la resistencia del más casto de los varones. Sus curvas voluptuosas y femeninas invitaban a perderse entre su piel.

Carlota introdujo los dejos esta vez en su propio sexo y se los ofreció golosamente a Brian. Este cogió su mano y tiró de ella con cierta brusquedad para arrastrarla hasta el sofá, en donde la tiró en un gesto de superioridad. Apartó sus piernas con ambas manos y contemplo en primer plano su depilado sexo.

B- Así que este es el nidito que tanto le gusta a mi pollito.

C- Y está dispuesto especialmente para ti, deseoso y preparado para recibirte,

Marie observaba la escena desde la distancia. Brian se deshizo de sus pantalones y liberó su polla ansiosa por follarse nuevamente a aquella provocativa mujer.

B- Te la voy a meter hasta el fondo Carlota. Esta vez no vas a ser tu quien me folles, esta vez te follaré yo y voy a hacer que me sientas muy dentro.

 

Y levantándole las piernas hasta colocarlas en sus hombros, se la metió de una sola embestida hasta el fondo. Un gemido de satisfacción emergió de la garganta de Carlota.

B- Si Brian, fóllame con fuerza, quiero sentirte intensamente como entras y sales de mi.

Marie contemplaba como su marido follaba con Carlota. La escena le resultó contradictoria. Por un lado aquello le excitada pero por otro le dolía ver a su amado tener sexo con otra mujer. No sabía lo que hacer, si permanecer observando desde la distancia o acercarse para participar de una u otra manera. Su marido le despejó las dudas.

B- Marie, ven, colócate al lado de Carlota.

Obediente, Marie fue a sentarse junto a ella.

B- No te sientes, ponte a cuatro patas sobre ella

Brian tenía a las dos mujeres encaradas una sobre otra, perfectamente colocadas para elegir a quien de las dos metérsela. Bajó las piernas de Carlota de sus hombros hasta dejarla apoyada sobe el sofá. Se arrodilló para quedar a la altura de su sexo y continuó follándola. El sexo de Marie había quedado a la altura de la boca de Brian, quien comenzó a lamérselo al tiempo que penetraba a Carlota. En esa posición las caras de ambas mujeres estaban una frente a la otra, a solo unos pocos centímetros. Marie observaba desde arriba el gesto de placer de Carlota preguntándose si ella hacía lo mismo cuando su esposo la follaba. Carlota parecía absorta, perdida y entregada al intenso goce que la polla de Brian le proporcionaba cuando sintió el aliento de Marie sobre ella, igualmente jadeante por el placer oral que recibía. Abrió los ojos y acercó sus labios hasta contactar con los de Marie, quien reaccionó besándola y  entrelazando sus lenguas para fundiéndose en un largo y tórrido beso.

Brian se percató de la situación y decidió que era momento de cambiar de sexo. Se incorporó y se la metió a su esposa. Marie gimió cuando sintió como le entraba. También Brian suspiró en una evidente muestra de satisfacción. El sexo de Marie era más estrecho y recogido que el de Carlota, fruto de su juventud, mientras que el de Carlota, mucho más trabajado y experto, se había adaptado mejor para recibir todo tipo de calibres.

Carlota, al sentir que Brian salía de ella cuando más estaba disfrutando, comenzó a masturbarse para no disminuir la intensidad de su goce. Enseguida cogió una mano de Marie y la llevó hasta su propio sexo.

C- Mastúrbame tú

Las habilidades de Marie en la masturbación no eran precisamente su fuerte, ella casi no se masturbaba, quizá lo había hecho un poco más en los últimos tiempos en los que Brian no le prestaba demasiada atención. Por eso trató de hacerle a Carlota lo que a ella más le gustaba. Con las yemas de sus dedos buscó su clítoris y empezó a acariciárselo suavemente. Le costaba concentrarse en lo que hacía puesto que Brian la estaba llevando al séptimo cielo. Necesitada como estaba de sexo, ponía los cinco sentidos en disfrutarle, aunque procuraba atender lo mejor posible a Carlota.

Marie se corrió de forma inmediata. No era habitual en ella semejante predisposición al orgasmo, siempre le costaba un poco más llegar al clímax, pero esta vez se había dejado llevar por la ansiedad y su cuerpo no había tardado en responder a los estímulos, proporcionándole rápidamente una sacudida de placer que la hizo estremecer de puro deleite.

B- ¿Ya estás cariño?, ¿tan rápido?

Marie no contestó, simplemente se relajó dejándose caer sobre Carlota y permitiendo que Brian se separase.

Carlota reclamó nuevamente su turno y se colocó en la misma posición en la que había estado Marie.

C- Espero que ahora sepas hacerme a mí lo mismo que tu amada.

Brian se la metió desde atrás y comenzó a moverse lenta pero profundamente. Marie acariciaba los balanceantes pechos de Carlota que conforme Brian iba incrementando su ritmo se movían más bruscamente. Con la otra mano buscó nuevamente el clítoris de Carlota al que acarició con las yemas de sus dedos. El efecto combinado de la polla de Brian entrando y saliendo de su sexo y las caricias clitoriales de Marie, proporcionaban a Carlota una estimulación tan potente que le recordaba aquella ocasión en la que hizo su primera y única doble penetración con los dos replicantes. Pero Brian no era un replicante, era humano y su aguante estaba llegando al límite.

B- Carlota, si continuo me voy a correr enseguida, ¿aun no estás preparada?

C- Me encanta lo que me hacéis pero todavía no estoy a punto. Necesito un poco más.

Carlota se acordó entonces de su preciado juguete.

C- Marie, en ese mueble tengo un aparato muy especial, ábrelo y enseguida veras de lo que se trata.

Al abrirlo enseguida vio lo que evidentemente era un pene de látex, como los que se usaban en la antigüedad.

C- Es una réplica de los originales. Fóllame con él.

Marie se situó tras Carlota permitiendo que Brian descansase un poco, y empezó a metérselo muy despacito por su coño.

M- ¿Te gusta que te folle con esto?

C- No es lo mismo que una de verdad, pero resulta muy estimulante. Ahora solo necesitaría que lo acompañara el calor de una boca.

Marie miró a Brian esperando que él se pusiese a lamer a Carlota, pero se encontró con que su amado le invitó a que lo hiciese ella misma. Nunca antes lo había hecho y no se veía capaz de meter su lengua en el sexo de Carlota ni de cualquier otra mujer. Los besos y las caricias las había admitido e incluso disfrutado, pero eso ya parecía demasiado para ella. Pero Brian no parecía dispuesto a liberarla de ese compromiso puesto que inmediatamente ofreció su polla a Carlota para que se la chupase. No le quedaba otra opción, debía hacerlo.

Acercó su boca al depilado sexo de Carlota que se encontraba ocupado por el pene de látex que ella misma le estaba metiendo. Con mucho cuidado comenzó a lamer con la punta de su lengua el clítoris de Carlota, quien a su vez estaba dando buena cuenta de la polla de Brian.

C- Más fuerte Marie, con el aparato y con tu lengua, más fuerte y más rápido, estoy casi a punto.

Marie trató de seguir las instrucciones de Carlota. Incrementó el ritmo con el consolador y la presión de su lengua al lamerle. Carlota sintió la inminente llegada de su orgasmo y del de Brian.

C- No te corras en mi boca Brian, métemela y hazlo dentro de mí.

Brian estaba también tan a punto que casi no le dio tiempo a cambiar de ubicación. Fue metérsela y correrse brutalmente. Marie continuaba lamiendo a Carlota mientras Brian se vaciaba inevitablemente apurando sus últimas sacudidas. Finalmente Carlota también se corrió. Sujetó con fuerza la cabeza de Marie para que no pudiera apartarla de su sexo y experimentó un orgasmo especialmente excitante resultado de combinar al mismo tiempo sexo oral y penetración. Esa nueva experiencia bisexual le resultó extremadamente placentera.

Brian se había corrido pero todavía continuaba dentro de Carlota. Carlota se había corrido pero todavía recibía las caricias bucales de Marie. Los tres continuaban unidos como si ninguno quisiese que aquello concluyese. Había sido una satisfactoria experiencia para todos.

Cuando todo finalizó y el matrimonio se disponía a regresar a su casa, Carlota les lanzó una invitación.

C- Espero y deseo que no sea esta la única vez. Te prometo Marie que no voy a comprometer a tu esposo en la oficina, pero a cambio necesito vuestro compromiso de que volvamos a repetir esta experiencia, y a ser posible con más compañía. ¿Estáis de acuerdo?

M- Si Brian está de acuerdo, por mi no hay ninguna objeción. Haré lo que el me pida.

B- Estoy seguro de que habrá una próxima vez, pero antes tenemos que hablarlo más despacio. No quiero que esta situación se nos vaya de las manos.

De camino a casa Brian le preguntó a Marie.

B- ¿Te has sentido muy incómoda?

M- Menos de lo que pensé. Al principio no me gustó ver como te follabas a Carlota, pero enseguida comprendí que ella nada tenía que ver con lo nuestro, que no era mas que un capricho, que por que lo hicieras con ella no ibas a dejar de quererme. Lo sentí cuando me penetraste, sentí que lo disfrutabas incluso más que con ella y yo te disfruté también, tanto que me corrí al poco de recibirte. Me voy con unas sensaciones muy positivas de todo lo que ha pasado.

B- Gracias Marie. Gracias por ser tan comprensiva conmigo.

Aquella noche todavía tuvieron ganas y fuerzas para amarse un par de veces más. Esta vez ellos dos solos, íntimamente, para entregarse todo su amor.