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AÑO 2112 - Capítulo XXI

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CAPITULO XXI

 

La presentación del nuevo sistema BAR había sido un éxito colosal. Las posibilidades que la nueva batería de gran capacidad ofrecía a prácticamente todos los sectores se traducía en un ingente número de pedidos que colapsaban la línea de producción. La presencia de Diana se hacía obligatoria en Asia. Y si Diana debía viajar, Marie debía acompañarla necesariamente.

M- Mañana me voy con Diana a Asia

B- ¿Para cuanto tiempo?

M- No lo sé, eso dependerá de cómo le vayan las cosas allí.

B- ¿Te ilusiona el viaje?

M- Estoy asustada. Tengo mucho miedo a volar.

B- No te quejes que eres una privilegiada. Yo nunca he salido de la residencial y tú  con veinte años ya vas a viajar a Asia. ¿Sabes donde os hospedáis?

M- Solo sé que vamos a una suite doble, para tener cada una nuestro propio dormitorio pero compartiendo habitación.

B- Si tienes oportunidad convence a Diana para que te lleve a ver las selvas que todavía existen. Es algo que no me gustaría morir sin poder verlo.

M- No sé, es Diana quien dispone la agenda. Ya tiene previstas muchas reuniones al más alto nivel

B- Sería muy importante para todos que llegase a un acuerdo para poder instalar una planta de fabricación allí. Aprende todo lo que puedas de ella, esto puede significar un cambio sustancial en nuestras vidas.

 

Marie no pudo evitar que una lágrima se deslizase por su mejilla

M- Te echaré mucho de menos

B- Yo también

 

- - -

 

La primera noche de ausencia de Marie, Brian la pasó casi en vela. Era la primera vez que dormía solo desde que la llevó a su casa. Su calor, su olor, su compañía era algo a lo que se había acostumbrado y que ahora le faltaba. Ya no se acordaba de lo que era dormir solo.

Al día siguiente en la oficina, recibió la visita de Carlota.

C- Hola Brian, ¿cómo estas hoy?

B- Triste y con mucho sueño

C- No te preocupes por Marie, está con Diana y eso debería tranquilizarte

B- No es eso, es que desde que la conocí no había vuelto a dormir solo y la he extrañado mucho.

C- Pobrecito… haberme llamado y hubiese ido a hacerte compañía

B- No te burles Carlota, estoy hablando muy en serio.

C- Ya lo sé, no pretendo burlarme, pero si te sientes solo puedes llamarme cuando quieras. Mira, si te parece, esta tarde cuando termines pásate por mi casa. Nos tomaremos unas copas y nos haremos compañía.

B- Yo ya sé el tipo de compañía que buscas…

C- Y que pasa, ¿es que ya no te gusta?

B- No me parece bien en ausencia de Marie

C- Puedes hacer lo que quieras. Yo hoy no pienso salir, así que estaré tranquilamente en mi casa. Si quieres venir, ya sabes…

La jornada laboral había sido una locura. Los pedidos entraban uno detrás de otro y la línea de producción no daba abasto. Por si fuera poco las noticias que llegaban de Asia no podían ser más esperanzadoras. Tendrían que implementar un segundo turno de producción o les iba a ser imposible atender las demandas del mercado.

Al finalizar la jornada, algunas horas después del horario habitual de salida, Brian se decidió a ir a visitar a Carlota. Su idea era tomarse una copa y si acaso relajarse un poco con su amante, aunque esto último no le parecía demasiado honesto a causa de la obligada ausencia de Marie.

C- Hola Brian, me alegro que te hayas decidido a venir

B- Bueno… si… es que hoy he tenido un día muy complicado y estar solo en casa me hubiese llevado a pensar únicamente en los problemas de producción.

C- No te preocupes tanto por eso. Hoy he hablado con Diana y parece ser que tiene prácticamente cerrado un contrato con una empresa de la zona que se hará cargo de una parte de la producción.

B- Confío en que así sea porque aquí ya no damos más de si.

C- Ahora relájate. Te prepararé una copa y tú mientras te puedes dar una ducha.

Necesitaba darse una ducha relajante, por lo que no lo pensó dos veces. Cuando terminó, Carlota le acercó un albornoz.

C- Toma ponte esto, estarás mucho más cómodo así.

Ella vestía una bata de seda cruzada y sujeta únicamente por un cinturón. El relieve de sus formas se apreciaba con total claridad y evidenciaba la ausencia de ropa interior. Era la forma en la que a ella le gustaba ir por su casa.

C- ¿Te gusta mi bata que veo que la miras mucho o es que prefieres que me la quite?

B- Estás en tu casa, puedes vestir como más te guste

C- Y tú eres mi invitado, al que me apetece complacer para que te sientas a gusto.

B- Estoy muy a gusto así

Cuando Carlota se sentó, la bata se le abrió desde el cinturón hasta abajo, dejando a la vista de Brian su depilado sexo.

C- ¿Te encuentras mejor?, ¿te ha relajado la ducha?

B- La ducha si, pero tú estás volviendo a ponerme nervioso

C- ¿Por esto ya te pones nervioso? –dijo mientras se abría de piernas- Pensaba que ya estabas acostumbrado.

B- ¿Sabes lo que más me gusta y más me preocupa de ti?

C- No, dímelo tú

B- La capacidad que tienes para excitarme, ese morbo malicioso con el que tan bien sabes atraerme y esa habilidad seductora propia de la misma Mata Hari.

C- ¿Y quien es esa Mata Hari con la que me comparas?

B- Es un personaje histórico, una espía que seducía a sus victimas para sacarles información confidencial

C- ¿Y que información confidencial puedo sacarte a ti?

B- Ninguna, a mi solo me la pones dura.

C- Ya lo siento, no era esa mi intención…

B- ¿Ves? A eso es a lo que me refiero

C- Yo soy así Brian, se me ven las intenciones a un kilómetro, no lo puedo disimular, y tú me gustas, aunque solo para follar.

B- En eso coincidimos, porque yo no renunciaría a Marie por ninguna otra mujer, tampoco por ti.

Ambos amantes se sonrieron y se cruzaron una mirada llena de complicidad.

C- ¿Quieres cenar algo?

B- ¿Sabes cocinar?

C- Algo, aunque casi siempre tiro de comida preparada

B- Yo pensaba que con tu nivel social comerías alimentos naturales

A Carlota se le iluminaron los ojos

C- Te propongo una cosa…

B- Tus proposiciones me dan miedo

C- Esta es muy clara, sin segundas intenciones

B- Tú dirás

C- Si te quedas a pasar la noche conmigo encargo en el restaurante del edificio un cena natural para dos

Brian se quedó sin saber que responder

B- Eso es un golpe bajo. No me parece ético estando Marie fuera, sería como engañarla.

C- Se lo dices cuando vuelva. Ella sabe que tú y yo follamos de vez en cuando y a ella le parece bien.

B- Eso no es exactamente así pero no tengo ganas de discutir este punto. Además, me siento como si comprases mi compañía.

C- Bueno, algo así es, ¿te molesta que te invite a cenar para luego poder llevarte a la cama o es que eso solo pueden hacerlo los hombres?

B- A mi ya no necesitas seducirme

C- Así es mucho más divertido, cena y polvo, como nuestros abuelos.

Brian se quedó en silencio durante unos segundos

C- Entones… ¿aceptas la propuesta o no?

B- ¿Una cena natural?

C- Completamente, una ensalada de verduras frescas y luego un pescado recién sacado del mar, regado con un buen vino de la mejor reserva. ¿Hace o no?

B- Hace.

 

Al otro lado del mundo, Diana y Marie estaban inmersas en un ajetreante día de trabajo. Tras mucho tiempo sin verle, hoy tendría que compartir agenda con Eduard Person, quien estaba esperándolas en el hall del hotel.

P- Buenos días Marie, sigues tan guapa como siempre

M- Buenos días Sr. Person –respondió escuetamente-

D- Buenos días Eduard. Déjate de cumplidos que tenemos mucho trabajo por delante.

Marie había tratado de ser educada pero al mismo tiempo se había mostrado muy fría y distante. Trataba de que todo lo que le había sucedido en el pasado no influyese en su momento actual. Diana le estaba dando una oportunidad única y no quería desaprovecharla. Sin más preámbulos pasaron a una sala de reuniones preparada de ex profeso por el hotel. Junto a Diana, sentado a su derecha estaba el Sr. Person y a su izquierda la secretaria replicante haciendo las veces de traductora. Al lado de Person se sentó el jefe de proyectos y Marie lo hizo junto a la replicante. Enfrente los directivos de una poderosa empresa líder en la fabricación de una gran variedad de productos y que estaban interesados en la fabricación y distribución en exclusiva de la BAR para toda Asia. Sin duda, un contrato de envergadura.

Mientras, en casa de Carlota, Brian había dado buena cuenta de la mejor cena que probablemente hubiese comido en su vida, desde luego fuera del alcance de su hasta ahora humilde posición.

C- ¿Te ha gustado la cena?

B- Ha sido increíble, y pensar que hace cien años esto era lo que se comía todos los días…

C- El mundo ha cambiado Brian, y las cosas ya no son como eran. Hay que adaptarse.

Tras limpiarse los labios con suma delicadeza, Carlota se levantó y se dirigió hasta el amplio ventanal que daba acceso a la terraza, dejando caer la bata por el camino y permaneciendo desnuda, de espaldas a Brian y mirando al exterior.

C- Mira Brian, hoy la noche es clara y puedes disfrutar de un hermoso paisaje

B- Sin duda es muy hermoso –respondió sin levantarse de la mesa-

C- ¿Sabes? Cuando era niña soñaba con que un día pudiese vivir en un ático como este, con una gran terraza y disponer de las vistas que ahora tengo.

B- La vida te ha sonreído…

C- Pues tú tampoco te puedes quejar, diriges una importante empresa con un prometedor futuro y tienes una esposa ideal

B- La verdad es que después de todo no me puedo quejar. El destino ha puesto en mi camino a la mujer más encantadora de todo el mundo y me ha brindado la oportunidad profesional con que todo hombre sueña

C- … y también que la segunda mujer más encantadora del mundo te brinde sus favores

B- Solo soy un juguete del que dispones cuando te apetece

C- ¿Y a ti no te apetece?, porque yo diría que por lo que te asoma entre el albornoz estás disfrutando de lo que estás viendo

La visión de Carlota totalmente desnuda había provocado en Brian una erección indisimulable.

C- ¿Me acompañas a la cama?

Brian se levantó y la siguió al dormitorio. Las formas voluptuosas de Carlota le excitaban sobremanera. Eran el complemento ideal a las curvas suaves de Marie. El movimiento de su culo al caminar le provocaba un irrefrenable deseo de poseerlo. Por alguna razón esa noche se sentía especialmente excitado.

B- Nunca me has ofrecido tu culo

C- ¿Te gusta?

B- No sé si está disponible

C- Es posible, depende de si eres complaciente conmigo

B- No sé porque dices eso si siempre consigues de mi lo que te propones

C- Ven, acuéstate a mi lado y ya veremos lo que sucede

Brian se deshizo del albornoz y tumbó en la cama. Carlota se arrodilló a su lado y comenzó a acariciarle el pene mientras le besaba en el pecho. Él simplemente se dejaba hacer.

B- ¿Te has follado a alguno de tus empleados?

Carlota levantó levemente la cabeza y contestó

C- No, nunca. Yo no mezclo el trabajo con el placer

B- Pues eso no es lo que haces en la empresa de Diana

C- Es la empresa de Diana, no la mía.

Y antes de que Brian pudiese añadir nada más, Carlota se introdujo su pene en la boca. Sabía como le gustaba que se la chupasen pero ella se sentía incapaz de hacerlo tan profundo. A pesar de ello trataba de introducírsela todo lo que podía hasta que las nauseas le impedían continuar. Con los ojos húmedos por el esfuerzo intentó disculparse.

C- Siento que no pueda hacértelo como te lo hace Marie.

B- Tú no eres Marie, tú eres Carlota y no tienes porque intentar parecerte a ella

C- Ya lo sé, Marie no te hubiese disuelto en la copa de vino un potenciador sexual

B- ¿Qué me has puesto el que? –respondió sorprendido-

C- La noche es larga y necesito que no te vengas demasiado pronto. Hoy quiero disfrutarte durante mucho rato y si consigues hacer que me corra varias veces te prometo que te entregaré este culito que tanto deseas.

Eso era lo último que Brian se podía esperar de Carlota. Lo había preparado todo para que la noche fuese larga e intensa y para ello no había dudado en ponerle drogas en el vino para que su virilidad no decayese.

B- No has jugado limpio conmigo, no me gusta lo que has hecho

C- Te aseguro que no te vas a arrepentir

 

Lo cierto es que ya llevaba un rato notando los efectos. Sufría una erección mayúscula y en esos momentos solo deseaba meterla cuanto antes en cálido nido de Carlota.

B- De acuerdo, ¿quieres sexo? pues vas a tener sexo, te lo aseguro

Brian se incorporó y colocó a Carlota de rodillas con la cabeza apoyada en la almohada. Se colocó tras ella y le susurró al oído

B- Te la voy a meter hasta que me supliques que pare

C- Si, por favor –respondió ella- haz que te tenga que suplicar

Y si mas dilación se la clavó hasta el fondo haciendo que Carlota emitiese un profundo gemido de satisfacción. Aferrado a sus caderas, Brian comenzó a penetrarla con fuerza y profundidad, golpeando su sexo con cada embestida. Desde el primer momento Carlota se sintió excitantemente follada, la fuerza viril que la droga proporcionaba a su amante se hacía notar cada vez que acogía su polla dentro de ella. Sus pechos se balanceaban al ritmo de cada golpe de cadera con penetraciones profundas y cada vez más rápidas. En condiciones normales Brian no habría soportado semejante intensidad y se hubiese corrido irremisiblemente, pero en esas circunstancias se sentía poderoso, con una fuerza desconocida para él y sin atisbo de ningún orgasmo inminente.

No sabía el tiempo que llevaba sin para de follar a Carlota, pero era mucho, y ella ya empezaba a sentir las consecuencias de semejante energía. No paraba de gemir y de mover la cabeza de un lado a otro, aferrándose con fuerza a las sábanas, preparada para desatar su primer orgasmo de la noche.

El primer grito quedó ahogado por la almohada, pero el segundo resonó en la habitación como si la estuviesen rasgando por dentro. Los gritos de Carlota sobreexcitaron a Brian quien todavía imprimió un mayor ritmo y fuerza, hasta el punto que Carlota tuvo que pedirle que se refrenase una vez hubo superado el orgasmo.

Brian, sudoroso y fatigado, le pregunto irónicamente.

B- ¿Tan pronto me suplicas que pare?

C- No seas idiota, acabo de correrme y estoy muy sensible. Necesito que ahora seas mucho más delicado.

Brian se retiró de Carlota y se tumbó en la cama.

B- Bien, entonces ponte tú encima y lleva el ritmo que más te guste

Carlota se sentó encima suyo y se introdujo aquella viga que Brian tenía por pene. Estaba tan mojada que se deslizó suavemente hasta cobijarse por completo dentro de su sexo. Al principio se movía lentamente, notando el recorrido total de la penetración, arriba y abajo, sintiéndola dentro de ella y moviendo las caderas circularmente para que ni un solo rincón de su interior se quedase sin sentir el roce de aquel inhiesto miembro. En esta ocasión no requirió de tanto tiempo para volver a alcanzar el clímax. Su excitación de inicio ya era importante y sus terminaciones nerviosas se habían sensibilizado tanto que poco tiempo transcurrió para que lograse un segundo orgasmo. Esta vez mucho más discreto, menos evidente, sin grandes gritos pero con unos gemidos reveladores de lo que su cuerpo sentía. Al mismo tiempo sus muslos se contrajeron para sentir mejor como la polla de Brian se movía por su sexo.

Brian disfrutaba como nunca, no solo por el propio placer que obtenía, si no por el maravilloso espectáculo sexual que Carlota le estaba brindando. Pocas mujeres sabían disfrutar del sexo como ella lo hacía.

Tras su segundo orgasmo, Carlota quedó tendida sobre Brian, rendida, todavía con su polla dentro manteniendo intacto todo el vigor del comienzo. Brian volvió a preguntar seguro de su increíble poderío.

B- ¿Ya tienes suficiente? porque yo todavía no me he estrenado

C- Si piensas que ya me he rendido significa que no me conoces para nada.

Y levantando su culo para extraer el pene de su sexo, se situó más arriba, justo a la altura de la boca de Brian.

C- Ahora quiero tu boca, sentir tu lengua acariciándome y lamiéndome hasta que consiga disfrutarte por tercera vez. Luego seré tuya para lo que quieras de mí.

El sexo de Carlota esta impregnado de un flujo vaginal que Brian degustó golosamente. Su clítoris estaba duro y extremadamente sensible. A cada roce de su lengua reaccionaba como si sufriese un garrampazo moviendo su culo hacia atrás de forma automática, aunque al instante volvía a colocarse para que Brian prosiguiese cómodamente con su quehacer.  A Carlota le encantaba cuando le introducía la lengua y recorría todo su sexo de atrás hacia delante para terminar en su clítoris. Asida a los tobillos de Brian, con su cuerpo arqueado hacia atrás, le ofrecía su sexo para que la hiciese disfrutar plenamente. Brian colocó ambas manos sobre su culo, empujando de él en un movimiento de vaivén que hacía que el sexo de Carlota recorriese su boca una y otra vez, hasta que finalmente cayó derrotada ante su tercer orgasmo.

Tumbada boca arriba sobre Brian con su sexo todavía sobre la boca de su amante, Carlota se recuperaba lentamente con las pocas fuerzas que aun le quedaban y a pesar de su debilidad era consciente de que todavía debía cumplir una promesa.

C- Me has dado todo lo que te he pedido, ahora es tu turno para cobrarte tu premio. Házmelo por detrás si eso es lo que deseas, pero te pido que lo hagas con mucho cuidado y delicadeza, no será la primera vez pero si la segunda, así que necesito que estés muy atento para no hacerme daño.

B- Vaya, yo pensaba que tenías más experiencia. Me sorprende ver a una Carlota tan asustada.

C- No estoy asustada, aunque no lo creas confío plenamente en ti, de lo contrario no te lo hubiese ofrecido.

B- Bien, no tienes de que preocuparte. Te lo haré muy despacio pero tendrás que aguantarme dentro hasta que me corra y con lo que me has puesto en el vino no creo que ocurra muy rápidamente.

C- Sabes como tomarte tu venganza, no te preocupes, aguantare todo lo que sea necesario. Abre el cajón de mi mesilla, allí encontrarás el lubricante que necesito.

Brian se levantó y cogió el lubricante, extendiendo una buena cantidad sobre su pene.

B- ¿En que posición quieres que te penetre?

C- Sobre mi, quiero verte la cara

Y tumbada boca arriba como estaba, Brian separó sus piernas y depositó otra buena cantidad de lubricante sobre su ano, el cual introdujo ayudándose de los dedos.

B- ¿Te duele?

C- No

Los dedos parecían entrar con facilidad, así que decidió intentarlo directamente con su pene.

B- ¿Estas preparada?

C- Si

B- Pues relájate y no opongas resistencia. Déjame entrar y poco a poco te irás acostumbrando y dilatando tu esfínter. Solo es cuestión de práctica.

Brian colocó su glande con extremo cuidado en la entrada de su orificio anal y ayudándose de su mano empujó lentamente para abrirse paso poco a poco dentro de su culo. La abundante lubricación permitía que Brian le entrase con facilidad, aunque la presión que su polla ejercía sobre el esfínter de Carlota le produjese cierta desazón. Brian atento, se detuvo de inmediato.

B- ¿Te duele?

C- Es que la tienes demasiado gruesa para que pase por ahí

B- Si quieres lo dejamos

C- No, no, te he prometido que lo haría y lo voy a hacer. Ya sé lo que se siente, no te preocupes. Esto pasa solo al principio, luego ya es más fácil.

Y Brian continuó introduciéndosela. Carlota no se quejaba, pero sus muecas evidenciaban la dificultad de su ano para dilatarse adecuadamente. Se detuvo nuevamente esperando a que se fuese acostumbrado.

B- ¿Va todo bien?

C- Si, Si, sigue

Y nuevamente empujó un poco más adentro. Trataba de hacerlo lo más despacio posible, dándole tiempo a que se fuese acostumbrando a tenerle dentro. Entraba y salía de su culo muy lentamente, con mucho cuidado de no cometer ninguna brusquedad pero al mismo tiempo tratando de penetrarla cada vez más profundo. Brian prestaba mucha atención a los gestos de Carlota que eran el indicativo de cómo iba la cosa. Le resultaba curioso ver a la mujer que hacía con él lo que quería, completamente a su merced. Ahora se sentía poderoso ante ella y eso le excitaba.

Carlota era una mujer orgullosa y si le había prometido que lo haría, por mucho que lo pasase mal iba a cumplir con su palabra. Ya lo había hecho antes con un replicante y la cosa no fue mal, aunque en esa ocasión también disfrutaba de otro replicante follándole su sexo y las sensaciones eran distintas a las de ahora, cuando solo la estaban penetrando por el culo. A pesar de todo sabía que su ano se acabaría acomodando y que cesarían las dificultades iniciales.

B- ¿Mejor ahora? Siento que me resulta más fácil penetrarte

C- Si, ahora ya estoy  mucho mejor

B- No has elegido el mejor día para esto. No sé que me has puesto en el vino, pero siento la polla como si me fuese a estallar.

C- Me lo vas a decir a mí… pero ahora ya no pares. Házmelo y disfrútalo hasta que te corras.

Brian estaba decidido a correrse para no alargar demasiado el esfuerzo de Carlota, por lo que puso todos sus sentidos en el disfrute del placer que el culo de Carlota le brindaba. Poco a poco su nivel de excitación iba en aumento y en ese estado sus movimientos eran cada vez más rápidos e intensos. Carlota sentía que pronto se derramaría y aguantaba estoicamente sus embestidas en la confianza de que todo acabase lo antes posible. Finalmente Brian se corrió y lo hizo de forma muy intensa, vaciándose por completo en el recto de Carlota. Cuando acabó de correrse y su pene se retiró en un estado de semiflacided, Carlota sintió un alivio que la hizo suspirar indisimuladamente.

B- Me ha gustado mucho Carlota. Te lo agradezco porque sé que para ti no ha sido un rato demasiado agradable.

C- Antes me lo has hecho pasar bien a mi, así que no hay nada que agradecer. Además no ha estado tan mal, con un poco más de práctica terminará por gustarme. Pero todavía falta que cumplas una parte del trato.

Y Brian se recostó a su lado y le dio un beso de buenas noches en la frente.

C- Espera, no te duermas todavía, aun tengo que lavarme. Vuelvo enseguida.

B- No, no quiero que te laves. Esta noche dormirás así.

 

- - -

 

La reunión de Asia había finalizado con éxito y Diana tenía ya firmado un precontrato para la fabricación y distribución del BAR en esa parte del mundo. A la salida y mientras Diana se despedía de sus nuevos socios, Eduard se acercó a Marie.

E- ¿Podemos hablar un momento?

Educadamente Marie respondió

M- Claro, usted dirá

E- En primer lugar no me llames de usted. Creo que esos formalismos ya no se corresponden con la situación actual.

M- De acuerdo, como tu quieras

E- He de pedirte perdón por lo que sucedió la última vez que nos vimos. No tenía derecho a obligarte a hacer lo que hiciste. Lo siento por ti y por Brian, que no os merecéis lo que pasó.

M- Por mi parte no hay nada que disculpar. Es agua pasada.

E- También lamento todo lo que paso anteriormente. Sin que sirva de excusa te diré que desde la primera vez que te vi me dejaste impresionado y solo deseaba encontrar un momento para estar contigo. Debía haber pensado un poco mas en ti y no haberte forzado de la forma en que lo hice. Pero eso ahora ya no tiene remedio, ni las consecuencias de mis actos tampoco. Solo espero que no me guardes rencor.

M- Solo me duele no poder haberle ofrecido a Brian algo que no hubiese sido mancillado antes por usted.

B- Comprendo que estés dolida, pero yo no sabía que os amabais. Realmente fui muy egoísta.

Diana, que se había despedido ya de los asiáticos, interrumpió la conversación

D- Bien, todo ha salido a pedir de boca. Creo que deberíamos celebrarlo.

El resto de la jornada transcurrió como se esperaba en un día así. Una comida por todo lo alto con un sinfín de manjares que Marie no había probado en toda su vida, que se alargó hasta bien tarde.

De vuelta a la habitación, Diana le preguntó a Marie

D- ¿Qué te decía Eduard al finalizar la reunión?

M- Nada, solo preguntó que tal me iba la vida

D- Se que la presencia de Eduard te tiene que resultar incómoda, pero lo necesito para sacar adelante este proyecto. A mi también me duele recurrir a él, pero los sentimientos no deben influir en los negocios. De todas formas lo vamos a ver poco, tiene que instalarse aquí una buena temporada mientras todo esto se pone en marcha.

M- No te preocupes por mí, no voy a ser ningún inconveniente ni te voy a crear ningún problema.

D- ¡Ja, ja!... claro que tu no eres ningún problema, al contrario, me vas a venir muy bien para llevarlo bien controlado. ¿Te apetece ponerle un digno broche a este día?

M- Si, claro

D- ¿Estás segura?

Marie se quedó dubitativa. No había entendido el sentido de su proposición.

D- Normalmente estas cosas las hago con Carlota, pero dado que Brian y tú tenéis una relación tan abierta, quizá te apetezca que llamemos a un replicante para relajarnos de tanta tensión.

M- Es que… no sé… sin que esté presente Brian no me parece apropiado. Sería como engañarle.

D- A veces eres demasiado cándida, pero respeto tu criterio. Desde luego Brian no sabe la suerte que tiene por tenerte a su lado. En fin, yo si que voy a regalarme un poco de felicidad. Si cambias de opinión, estaremos en mi habitación.

Marie se quedó en su habitación tumbada en la cama pensando en todo lo sucedido ese día, sobre todo en la conversación con Eduard y en su relación “abierta” con Brian como la había definido Diana. Deseaba que llegase pronto un nuevo día para retornar a su casa y reencontrase con su amado. ¿La habría echado de menos?

Mientras, en la habitación contigua, Diana había contratado los servicios de un replicante de lujo y se estaba dando una alegría al cuerpo que por los gritos que emitía parecía disfrutar salvajemente. Si Brian hubiese estado allí probablemente habría aceptado la invitación de Diana. Ya que había decidido no participar, se consoló en soledad imaginando que su amado le hacía el amor de todas las formas posibles.

- - -

Cuando Diana y Marie llegaron a la residencial ya casi estaba anocheciendo. Un taxi trasladó a Marie del aeropuerto hasta su casa. Cuando abrió la puerta, tiró la maleta y corrió a abrazarse con su amado.

M- ¿Me has echado de menos?

B- Si solo has estado fuera dos días

M- Ya, pero ¿te has acordado de mi?

 

Brian no sabía si decirle que había pasado la noche en casa de Carlota. Por un lado le parecía lo más honesto, pero por otro pensó que podría sentarle como un jarro de agua fría a tenor de cómo había sido su llegada.

B- Claro que me he acordado de ti. La cama resulta muy fría cuando se duerme solo.

Definitivamente prefería ocultárselo. Solo esperaba que no se enterase nunca, ya que ahora, después de lo que le había dicho, lo entendería como un engaño en toda regla.

Marie estaba radiante, exultante de alegría y con unas ganas inmensas de hablar. Le contó todo lo que vio, la grandiosidad de aquella urbe que no terminaba nunca, los bosques y la naturaleza de desde el aire pudo contemplar, la suntuosa comida que todo el equipo disfrutó una vez firmado el acuerdo, y hasta el polvo que Diana se obsequió con un replicante y al que ella rehusó amablemente la invitación.

M- Me masturbé sola pensando en ti mientras oía los gemidos de Diana en la otra habitación.

Brian se sentía culpable. Marie le había guardado fidelidad en su ausencia y él no. Se comprometió a no volver a hacerlo nunca pero creyó que por esta vez no debía enterarse. Así sería mejor.

Marie hizo de repente un gesto de sorpresa y se retiró pidiendo disculpas

M- Casi lo olvido. Perdóname un minuto.

En un instante Marie volvió ante Brian vestida con el uniforme que su esposo le había pedido que llevase siempre puesto.

M- Estaba tan ensimismada contándote todo lo que he vivido que casi me olvido de ti.

Mientras decía estas palabras se soltó el pelo y balanceó la cabeza para desplegar su esplendida cabellera.

M- Mi conejito también te ha echado de menos –dijo Marie mientras abría sus piernas mostrándose explícita ante su esposo-

Brian recordó el brebaje que le preparó Carlota y deseaba poder tenerlo ahora para darle a Marie todo el placer que ella se merecía. Aun sin él, Brian siempre había sabido llevarla a los mejores orgasmos, por lo que tomó la iniciativa inmediatamente.

Con cierta brusquedad, giró a su esposa y la colocó de cara a la pared, con las manos apoyadas en lo alto. Se situó tras ella y metió sus mano por detrás bajo la falda hasta alcanzar su sexo. Comenzó a masturbarla mientras besaba ansiosamente su cuello. Marie se entregó sumisa a sus juegos dejándole hacer a voluntad. Sentía los dedos de su amado introduciéndose en su sexo y acariciándole el clítoris. Así estuvieron durante unos minutos durante los cuales Marie iba incrementando su placer y deseando cada vez más intensamente ser penetrada. Pero no dijo nada, dejó que su esposo decidiese si la iba a follar o simplemente la llevaría al orgasmo únicamente con caricias. Cuando ya casi estaba a punto, notó como Brian colocaba el pene sobre su sexo para penetrarla. No podía esperar un segundo más y movió su culo hacia fuera introduciéndoselo ella misma con ese movimiento. Estaba tan mojada que se deslizo suavemente en su interior, haciéndole emitir un inevitable gemido de placer. No necesitó de demasiado tiempo para alcanzar el orgasmo. Se corrió intensamente mientras Brian continuaba follándola una y otra vez, cada vez más fuerte, lo que hizo que su orgasmo pareciese interminable. Por fin Brian se corrió, vaciándose dentro de ella y llenándola con su esperma. Cuando él se retiró, Marie continuó en la misma posición, con las manos y rostro apoyados en la pared y esperando que desde el interior su sexo, el semen de Brian brotase gota a gota y se deslizase por sus muslos para satisfacción de su esposo.

Brian contemplaba como la mezcla de su esperma con los flujos vaginales se deslizaba por las inmóviles piernas de Marie. Eso era algo que le encantaba ver. Con cuidado, tomo una de esas gotas con la yema de su dedo para seguidamente pasárselo a su esposa por los labios. Marie aceptó el obsequio y abrió la boca para lamer el dedo.

B- Esta será nuestra comunión, las esencias de nuestros cuerpos fundidas en una gota de la que nunca podrán separarse.

Y dicho esto, tomo una mano de Marie y llevándola entre sus muslos, recogió otra gota que esta vez tomó él lamiéndola de sus dedos.

Marie se giró y besó apasionadamente a su esposo. Para ella ese gesto había significado una declaración de amor inquebrantable.