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Para eso son los amigos

en Hetero: Infidelidad

Andrés y yo hemos sido amigos los últimos seis años. Lo conocí en la oficina, y nuestra amistad trascendió a nuestras vidas privadas. El año pasado, Andrés pasó por momentos muy duros cuando se divorció. Descubrió a su esposa de casi cinco años engañándolo y eso lo dejó devastado completamente. Nunca se lo imaginó y no lo esperaba. Liliana, mi esposa y yo, fuimos los únicos amigos que lo acompañaron en esos momentos dificiles. Liliana sentía pena por él y siempre me convencía de llamarlo para pasar un rato los tres. Ella y Andrés se habían visto varias veces en las cenas y reuniones organizadas por la empresa, y se habían hecho buenos amigos.

Andrés es un par de años años mayor que Liliana y 4 años menor que yo; y a la edad de 36 todavía tiene mucha suerte con las mujeres. Tiene ese carisma que les encanta a ellas, además de ser bien parecido, alto y fornido. También tiene un buen corazón y siempre puedo contar con él cuando lo necesito. Le gusta ejercitarse, y especialmente es fanático del ciclismo. Los dos pasamos muchos fines de semana en excursiones de 40 kilómetros que me dejaban destruido.

Desde su divorcio, Andrés y yo pasamos mucho tiempo los dos juntos. Cuando no estamos practicando ciclismo o ejercitándonos, viene a casa a cenar y a ver algún partido de fútbol. Hace algunos meses empecé a notar que Liliana coqueteaba más con él. Liliana y yo hemos estado casados por más de diez años. Lily es una mujer muy atractiva, metro setenta y tres de estatura, delgada, las tetas grandes y macizas, cintura estrecha y estupendas caderas. Aunque antes de conocernos ambos tuvimos nuestros asuntillos en la universidad, nunca habíamos buscado compañía fuera de la pareja.

Lily hemos hecho tríos en el pasado, pero nunca con nadie que conociéramos. Aunque ella siempre se ha mostrado coqueta y desinhibida con nuestros conocidos pero nunca imaginé que los deseara sexualmente, hasta que empezó el coqueteo con Andrés. Podía decirse que a ella le encantaba mostrarse ante él y a Andrés también le encantaba la atención que mi esposa le mostraba. No soy celoso, así que no protesté por aquellos coqueteos y siempre la pasábamos genial los tres juntos.

Alguna vez, mientras hablábamos acerca de nuestras respectivas vidas sexuales, Andrés me confesó que su ex y él no se entendían bien en la cama. Agregó que siempre se quejaba de que su polla era demasiado grande, y que por eso la lastimaba cuando tenían sexo. Yo había visto varias veces a su ex esposa y entendía por qué no le gustaban los miembros grandes. Era una mujer muy atractiva, pero más bien bajita. Tenía los pechos pequeños y un firme y pequeño trasero. En contraposición, Andrés mide casi un metro noventa y era lógico que tuvieran dificultades al momento de tener sexo.

Le dije a Andrés que mi esposa hace tiempo fantaseaba con la idea de disfrutar de una polla grande. Liliana hablaba de eso todo el tiempo y varias veces fantaseamos acerca de eso mientras lo hacíamos. Andrés me dijo que era afortunado de tener una mujer como ella, y que esperaba que él también pudiera encontrar la felicidad algún día. Luego empezó a hacerme más preguntas acerca de Liliana. Quería saber como nos conocimos, y si era tan atractiva como ahora cuando la vi por primera vez. Le contesté que sí, y que tuvimos sexo a los pocos días de conocermos. Le dije que Lily se veía tan bella, sino mejor, que en la época en que nos conocimos.

Pasaron los meses y Liliana y Andrés siguieron estando muy cercanos. Su amistad parecía inofensiva, y el hecho de que los dos fuesen ya adultos no me molestaba. Andrés y yo hablábamos bastante de sexo, y parecía listo para volver a salir con alguien.  Un día le mencioné como mi vida sexual había cambiado en los últimos tiempos. Liliana y yo lo solíamos hacerlo a menudo, pero ahora con suerte teníamos sexo una o dos veces al mes. No sabía si era porque habíamos sido demasiado descuidados en la cama, o si  había algún otro problema. Andrés me dijo que no me preocupara demasiado y que él no había estado con una mujer desde su divorcio. Agregó que entre el trabajo y recuperarse del divorcio, realmente no había tenido tiempo para conocer a nadie.

Andrés y yo habíamos planeado una salida en bicicleta para el siguiente fin de semana. Me levanté temprano ese sábado, y salimos alrededor de las seis de la mañana. Estuvimos fuera cerca de cinco horas antes de detenernos a comer algo. Luego decidimos regresar a casa y pasar tranquilos el resto de la tarde. Cuando llegamos Liliana preguntó, “¿Cómo les fue?”

“¡Estuvo brutal! ¡Creo que necesitamos mejorar un poco el físico!” dijo Andrés al tiempo que se reía.

“Yo soy quien necesita estar en mejor forma. Andrés tuvo que disminuir la velocidad varias veces para que pudiera alcanzarlo,” dije yo.

“Bueno, ¿por qué no van a descansar? Les voy a preparar una cena exquisita para esta noche,” respondió Liliana.

Eso sonó bien y Andrés y yo pasamos el resto de la tarde en la terraza, disfrutando el día y tomando unas cervezas. Liliana pasó por allí algunas veces, y advertí que por momentos estaba exhibiéndose ante Andrés. Estaba usando unos jeans muy apretados y un polo sin mangas muy escotado. Sus tetas se veían fantásticas, y pude ver que Andrés las miraba sin recato cada vez que ella se inclinaba.

Liliana cocina muy bien, y nos hizo una comida deliciosa esa noche. Al terminar, los tres nos sentamos en la terraza a pasar el rato. Abrí una botella de vino y empezamos a hablar acerca del divorcio de Andrés. Estuvimos hablando de eso una media hora y de repente la conversación se desvió hacia el sexo. Andrés dijo que su ex – esposa pensaba que su polla era demasiado grande para ella, y que por lo tanto el sexo con él no era tan bueno. Según Andrés, esa era la razón por la que su ex lo había engañado y por lo que todo terminó en el divorcio.

Liliana replicó, “¡Uau, no lo sabía! Qué pena escuchar eso. No puedo creer que no le gusten las pollas grandes. ¡A mí me encantan las vergas enormes, cuanto más grandes mejor!

Andrés se sintió un poco avergonzado, y luego los tres nos reímos con ganas. Liliana debía estar un poco mareada por el vino, no podía creer que hubiera soltado algo así enfrente de Andrés. Al rato mi esposa le propuso a Andrés jugar una partida de pool. Me senté y los observé desde el bar, y los dos caminaron hacia la mesa de pool. Liliana sabe jugar un poco, pero no es realmente buena. Ella y Andrés jugaron varias veces, y vi a mi esposa lucir sus tetas ante Andrés cada vez que tenía la oportunidad.

No tenía ningún problema con el hecho de que ella estuviese exhibiéndose de ese modo, y la verdad estaba empezando a sentirme algo excitado. Veía como Liliana se inclinaba ligeramente sobre la mesa mientras Andrés estaba parado del otro lado. Él no podía evitar mirar el escote de la camiseta de mi esposa. Era evidente que Liliana no estaba usando brassiere.

Liliana también se inclinó delante de él en una de las veces que jugaron. Pude ver los ojos de Andrés clavados en el hermoso trasero de mi esposa mientras Liliana estaba haciendo un tiro. Se veía extremadamente sexy inclinándose sobre la mesa, buscando el ángulo para su tiro, y casi podía ver las emociones y la excitación bullendo dentro de Andrés. No podría culparlo por querer ir hacia ella, arrancarle el jean y follarla salvajemente sobre la mesa de pool.

Jugaron por algo más de una hora y yo empecé a sentir los efectos del alcohol mientras seguía en el bar. Usualmente estoy en cama a las diez y con aquello de levantarme temprano y haber montado bicicleta por cinco horas, ya no tenía ninguna energía. Estaba listo para irme a dormir.

“No sé ustedes, pero yo estoy a punto de caer dormido,” dije poco después.

“¡Oh, está bien cariño! Andrés y yo vamos a jugar un poco más. Subiré a la cama en un rato,” contestó mi esposa.

“¡Ok!” dije mientras me dirigía a las escaleras.

Llegué a la habitación enseguida. Hice algunas cosas primero y luego me tumbé en la cama. Fue entonces que me di cuenta que había dejado mi celular abajo. No sin cierta frustración, empecé a regresar. Estaba a medio camino cuando escuché a mi esposa y a Andrés hablando en susurros. No entendía lo que estaban diciendo, así que me acerqué un poco más.

La mesa de pool y el bar están en un ambiente construido a desnivel y están conectados al resto de la casa por aquella escalera. Desde donde estaba podía verlos perfectamente, aunque ellos no se percataran de mi presencia. Y lo que vi fue a mi esposa besando a Andrés. Me quedé paralizado al instante y me senté en las escaleras completamente aturdido. No sabía como reaccionar, y me quedé allí por un minuto en una especie de trance, esperando a ver que era lo que iba a pasar.

Vi a Liliana meter mano en la bragueta de los pantalones de Andrés. Sintió como aquella polla crecía y le dio un par de meneos, mientras miraba a Andrés con una gran sonrisa. Al principio, él no sabía como responder a los avances de Liliana, y se quedó parado allí mientras ella empezaba a deshacerse de sus pantalones. Lentamente, ella descendió hasta quedar de rodillas frente a él. Lo miró sonriendo y deslizó hacia abajo sus bóxers lentamente, exponiendo su enorme polla. Aquella verga debía medir alrededor de 25 centímetros, y mi esposa la tomó con una de sus manos, que no llegaba a cerrarse alrededor del tronco, y empezó a pajearla con suavidad.

“¡Dios! ¡Tu verga es tan grande!” le dijo mi esposa unos segundos después.

Liliana empezó a masturbarlo con un poco más de fuerza, y al poco rato atrapó con sus labios la cabeza de aquella polla. A mi esposa le gusta chupar mi mucho más pequeña polla, pero la verga de Andrés estaba realmente en su liga. Se la mamó con fruición por varios minutos, tragándose entero aquel nabo. También le dedico un buen rato a succionar y sorber las bolas de Andrés, mientras sus manos agarraban con firmeza el trasero de nuestro amigo.

Luego se levantó y empezó a besarlo de nuevo. Al poco rato Andrés se deshizo del polito sin mangas de Lily. Sus hermosas tetas estaban ahora expuestas, y Andrés las cogió con ambas manos completamente excitado. Alguna vez me había comentado que le gustaban las mujeres con tetas grandes, y ahora estaba experimentado su fantasía.

Sus manos amasaron las tetas de Liliana un buen rato, mientras ella lo besaba con auténtica pasión. Pensé que quizás era el momento de intervenir, pero la emoción de ver a los dos juntos hacía que sintiera que mi propia polla estuviera a punto de estallar por la excitación.

Sentía una mezcla de emociones mientras seguía observándolos besarse y meterse mano como si fueran dos adolescentes. Andrés se quitó la camisa, mientras Liliana estaba sólo con los jeans. Entonces fue él quien le metió mano en la entrepierna. El cuerpo de mi esposa se estremeció al sentir los dedos de Andrés acariciando su hinchado clítoris. Podía notar que Lily estaba muy excitada, y sabía que una que llegaba a ese estado nada la iba a detener.

Luego de un rato Liliana giró y colocó sus manos en la mesa de pool, al tiempo que inclinaba su trasero hacia Andrés. Escuché que él murmuraba, “¿Y qué hay de…?”

“No te preocupes por él, ya está dormido. No podrá escucharnos desde aquí” le dijo ella.

Mi esposa se inclinó aún más y Andrés se colocó de rodillas detrás de ella. Le bajó los jeans lentamente exponiendo las nalgas del firme y redondeado trasero de Liliana. Luego hizo lo mismo con la tanguita, deslizándola hasta el suelo. Andrés no había estado con una mujer en bastante tiempo, y empezó a adorar el perfecto trasero de mi esposa con su lengua. Lo besó por todas partes y lo acariciaba con sus manos haciendo que Liliana dejara escapar suaves gemidos de placer. Andrés le dijo  que tenía un trasero perfecto y algunos minutos después se levantó y dijo, “¡Eres pefecta, quiero follarte ya!”

Mi polla estaba palpitando con más fuerza todavía, y Andrés se colocó detrás de Liliana.

“¡Oh dios Andrés! ¡Necesito tu enorme polla dentro de mí!” gimió Liliana calladamente.

No había visto a mi esposa ansiosa por sexo desde hacía mucho tiempo, y Andrés pegó su enorme erección al trasero de Liliana. Instantes después, empezó a penetrarla desde atrás, clavándole aquella tranca desde atrás. Liliana dejó escapar un gemido reprimido, y se sujetó con firmeza de la mesa de pool con ambas manos. Andrés la estaba follando con penetraciones largas y profundas y Liliana adoraba cada segundo de aquello.

Liliana empezó a gemir, “¡Oh dios! ¡Oh dios mío!”

Le encantaba la forma como Andrés estaba follándola con su enorme verga y luego de algunos minutos gritó, “¡Dame toda tu verga, Andrés! ¡Fóllame más duro!”

Entonces Andrés empezó a embestirla con fuerza desde atrás. El sonido de sus bolas grandes contra el trasero de mi esposa llenaba la pequeña habitación de juegos. Al poco rato Liliana dejó escapar un fuerte gemido, mientras su cuerpo se agitaba envuelto en un poderoso orgasmo. Su cuerpo temblaba muy fuerte, como nunca antes, yo estaba seguro que no la había visto correrse así en años. Al poco rato Liliana se dio vuelta y se sentó en el borde de la mesa. Andrés se colocó entre sus piernas y las separó para luego clavar su gran polla hasta el fondo de su vagina. Ella lo rodeó colocando sus piernas alrededor de su cintura y le rogó que la follara sin piedad, que la reventara.

No pasó mucho tiempo y Liliana estaba a punto de tener otro orgasmo. Su cuerpo ahora estaba recostado en la mesa de pool, y Andrés la estaba follando a conciencia, con una velocidad y potencia desmedidas.

Nuevamente, Lily dejó escapar un gemido, al tiempo que su cuerpo se estremecía sin control sobre la mesa. Su orgasmo fue tan poderoso que la atravesó como una descarga eléctrica, dejándola sin habla. Nunca antes había visto que ella tuviera un orgasmo  como ese.

No podía creer lo que acababa de presenciar, pero lo cierto era que estaba a punto de ponerse mejor. Andrés estaba a punto de correrse y Liliana le gritó, “¡Quiero que te corras en mis tetas!”

Entonces, apenas segundos después la verga de Andrés empezó a erupcionar. Él la sacó de la concha de Liliana en el último momento y empezó a disparar varios chorros de semen caliente y espeso en las tetas de mi esposa. Mi polla estaba a punto de estallar en ese mismo instante, y no podía creer cuánto semen había eyaculado Andrés en las tetas de Liliana. La leche chorreaba cubriendo los pezones y caía en gruesos goterones sobre el suelo.

Para entonces pensé que ya habían terminado, pero la verga de Andrés todavía conservaba buena parte de su dureza. Liliana se puso de rodillas frente a él al poco rato. Empezó a mamársela de nuevo y consiguió que se pusiera dura en unos minutos. Andrés disfrutó cada segundo de aquello, mientras los labios de mi esposa se cerraban fuertemente alrededor del tronco de su polla.

Al cabo de varios minutos, Andrés se tumbó en el suelo sobre la espalda. Liliana se colocó sobre él, le cogió la polla y después de acariciarse los labios de la concha un par de veces, se clavó aquella polla enorme hasta  los huevos, dejando escapar un gemido. Cabalgó a Andrés casi un cuarto de hora, y vi como sus hermosas tetas se bamboleaban arriba y abajo a un ritmo frenético. Estaba cerca de tener otro orgasmo cuando Andrés la atrajó hacía si, pegando su cuerpo al de él. La agarró con firmeza de las nalgas y empezó a clavarla fuertemente en su polla una y otra vez, y en poco tiempo Liliana perdía el mundo de vista, mientras gritaba y se agitaba en un orgasmo brutal.

Al poco rato, Andrés la tenía en cuatro patas. Se colocó detrás de su hermoso trasero y la penetró de una sola embestida, sin contemplaciones. Empezó a follarla salvajemente. Cogió sus dos brazos y atrajo el precioso cuerpo de Liliana hacia él. Ella podía sentir cada centímetro de la enorme verga de Andrés abriéndole el coño como nunca y empezó a gritar descontroladamente, “¡Oh, fóllame! ¡Qué rica verga tienes, cabrón! ¡Fóllame duro, hazlo!”

Nuevamente, a los pocos minutos Liliana estaba gritando de nuevo, su cuerpo temblando y envuelto en un orgasmo que parecía iba a hacerla estallar de placer. Su rostro estaba aplastado contra la alfombra, y sus brazos estirados en el suelo. Lo único que estaba en el aire era su adorable trasero, y Andrés lo embestía con su gigantesca tranca. La folló todavía varios minutos antes de que su cuerpo empezara a tensarse. Jadeando, advirtió que estaba a punto de correrse, y empezó un mete y saca frenético contra el coño de Liliana.

Ella gimió, casi gritó, “¡Eso es, no te detengas! ¡Dame toda tu verga! ¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Me voy a correr!”

De repente, Andrés gruño y jadeó como un animal salvaje y gritó que se estaba corriendo. Empezó a eyacular con fuerza dentro de la concha de Lily, y ella alcanzó otro intenso orgasmo que se unió al de él. Me quedé en shock cuando él se corrió dentro de ella, pero con la tensión sexual entre ambos no debía estar sorprendido en absoluto.

“Oh dios Andrés, eso estuvo buenísimo,” dijo Liliana a los pocos segundos al tiempo que se volteaba a mirar a Andrés. Estaba exhausta y su cuerpo descansaba en el suelo.

Me levanté a prisa y regresé a mi habitación. Me metí a la cama con una impresionante erección, y esperé a que Liliana viniera. Pretendí estar dormido cuando apareció, diez minutos más tarde. Debía haber estado enojado, pero me sentía completamente excitado. Cuando Liliana se desnudó y se metió a la cama, no le di tiempo a reaccionar y empecé a besarla y acariciarle todo el cuerpo. Succioné con fuerza sus preciosas tetas, en las que Andrés acababa de correrse, y mi lengua recorrió su cuerpo entero hasta llegar a su coño.

Podía percibir el olor del semen de Andrés, y eso sólo hizo que me excitara aún más. Perdí el control por completo, y mi lengua se  hundió entre las piernas cerradas de mi esposa, que se abrieron con lentitud. Empezó a gemir a los pocos segundos que sintiera mi lengua juguetear con su hinchado clítoris. Al poco rato no pudo resistirse más y abrió completamente las piernas. Mi lengua ahora podía saborear a los dos. Succioné y lamí con dedicación el coño de mi esposa y ella empezó a gemir, “¡No te detengas! ¡Voy a correrme cariño, no te detengas!”

Le comí el coño con fruición, y mi lengua empezó a entrar y salir de su coño todavía húmedo y caliente por el semen de Andrés. No tardé en hacer que estuviera a punto de correrse. Liliana colocó sus manos en mi cabeza y me pegó más contra su entrepierna. Sentía sus piernas apretadas firmemente alrededor de mi cuello, y entonces ella empezó a gritar, presa de un nuevo orgasmo. No la había tenido así en mucho tiempo, y su cuerpo tembló y se sacudió terriblemente los siguientes minutos.

Le expliqué que había visto todo lo que había pasado entre ella y Andrés. Al instante ella trató de disculparse, pero la interrumpí y le  dije que no tenía ningún problema con ello. Le dije que entendía por qué lo había hecho y cuán excitado me había sentido al verlos. Sin decir nada, Liliana empezó a chuparme la polla. No lo había hecho en meses, y antes de darme cuenta empecé a correrme en su boca. Nunca antes me había dejado hacer eso, y por primera vez pude ver mi semen escapar por las comisuras de su boca y caer en el tronco de mi polla.

Ella no podía creer que no estuviera enojado, y tampoco podía explicar qué era lo que le había pasado. La sola idea de estar siendo follada por la enorme polla de Andrés había sido demasiado para ella a tal punto que la había hecho perder el control por completo. Me dijo que nunca antes había hecho algo remotamente parecido.

“¿Te gustaría volver a follar con él?” le pregunté

“No lo sé… ¿quizás? No lo sé” me respondió nerviosa.

Acordamos no hablar con Andrés de lo ocurrido y todo siguió prácticamente igual que antes. Varias semanas después, Andrés regresó a visitarnos el fin de semana y se quedó en casa. Como de costumbre, salimos a ejercitarnos un poco y regresamos hacia el mediodía. Liliana no estuvo en todo el día porque salió con unas amigas, pero al regresar nos preparó otra cena fantástica. Luego los tres estuvimos conversando y tomando unos tragos hasta que ella nos dijo que estaba cansada y se fue a dormir. Yo no tardé en seguirle los pasos poco después de las once. Andrés se quedó viendo la televisión un rato más, pero al cabo de media hora lo escuché subir a la habitación de invitados.

Desperté a eso de las dos de la mañana con ganas de tomar un vaso de agua y me sorprendió que Liliana no estuviera durmiendo a mi lado. Me levanté y casi enseguida oí las voces que provenían del cuarto de Andrés, al final del pasillo. Me acerqué con sigilo, la puerta estaba entreabierta y se podía ver casi toda la habitación. Aunque el cuarto estaba en penumbras, podía distinguir perfectamente lo que estaba ocurriendo allí.

Liliana estaba gritando, completamente desinhibida, sin importar que yo pudiera escucharla, mientras recibía la verga de Andrés bien adentro de su vagina. De hecho, me sorprendí de que no haber escuchado antes sus gritos. Acompañando los gemidos de mi esposa, los lujuriosos jadeos de mi amigo se mezclaban con el sonido de la cabecera de la cama al golpear la pared mientras él embestía su cuerpo por detrás del de ella.

“¡Que rica verga! ¡Aaahh qué buenoooo! ¡Clávame hasta el fondo, Andrés! ¡Tú sí que sabes cogerte a una hembra, cabrón!”

De vez en cuando, las nalgadas que Andrés le daba la hacían bramar de placer. Era una escena impresionante. Liliana se abría ella misma las nalgas para facilitar la entrada de la verga de nuestro amigo, que se hundía poderosa hasta el fondo de su vagina para después salir.

A estas alturas, los gritos de mi esposa se escuchaban nítidamente, alternándose con el golpe seco, violento de la pelvis de Andrés impactando brutalmente contra las nalgas de Liliana cada vez que su enorme verga se hundía en la concha de mi esposa.Cada cierto rato, Andrés le sacaba la verga de la vagina y, tomándola del cabello sin consideraciones, le daba vuelta metiéndosela en la boca hasta la garganta. Los gritos de Liliana se volvían entonces guturales, salvajes, hasta que su amante, a punto de acabar, la volvía a su anterior postura clavándola otra vez con fiereza.

“¡Que rica verga tienes! ¡Reviéntame cabrón, destrózame la concha!”

Ninguno de los dos se percató de mi presencia. Regresé a la habitación y no pude contenerme. Me hice una paja recordando todos los detalles de lo que acababa de presenciar. Luego me metí en la cama y volví a quedarme dormido.

Desperté nuevamente dos horas después. Liliana todavía no había regresado. Me levanté como un zombie y caminé hacia la habitación de invitados. La puerta seguía estando abierta. Esta vez, Liliana estaba arriba y cabalgaba furiosamente la verga de Andrés. Mi esposa respiraba fuertemente y jadeaba de placer mientras se follaba a nuestro amigo. El sonido obsceno y húmedo de su coño alrededor de la polla de Andrés se escuchaba a la perfección.

Otra vez me quedé allí observándolos, hipnotizado. Perdí la cuenta de cuántas veces Liliana se corrió. Parecía tener un orgasmo cada vez que, en cada movimiento, se clavaba el nabo de Andrés hasta los huevos. No miento si digo que estuvo cabalgándolo por más de veinte minutos. Finalmente, el cuerpo de él adquirió la rigidez previa al orgasmo. Entonces cogió de las nalgas a Liliana y la clavó una y otra vez sobre su herramienta con una fuerza y velocidad inusitadas. Una y otra vez, la verga de Andrés se hundía en la concha de mi esposa, mientras ella dejaba escapar un largo gruñido gutural, poniendo los ojos en blanco, arqueando la espalda mientras un orgasmo ciclópeo recorría su cuerpo.

Él también se corrió y todavía estuvo dándole verga a Liliana por unos minutos más hasta que ella se derrumbó sobre su pecho y se quedó allí, con la verga de Andrés todavía dentro de su vagina. En silencio, volví a marcharme.

Liliana regresó casi al amanecer. Yo estaba dormido, pero desperté al sentir la concha de Liliana en mi cara. Cuando encontró su objetivo empezó a restregármela en la boca. Terminé con la nariz y la boca untadas con los jugos de su vagina y el semen de Andrés.

“No te muevas, estoy a punto, no te atrevas a moverte, ¿me escuchaste? ¡Oh dios, oh dios, oh que bueeeeenoooo!” gimió mientras volvía a correrse.

Luego de eso se quedó tumbada a mi lado, su brazo sobre mi pecho. No dijimos nada más y nos quedamos dormidos.