miprimita.com

Una cita con mi ex

en Hetero: Infidelidad

Es viernes por la noche, y me estoy alistando para salir. Tú, mi querido esposo, entras al baño y me encuentras frente al espejo. Estoy aquí en todo mi esplendor, mi esbelta y voluptuosa figura de un metro setenta, con mis grandes tetas sujetas en un apretado brasier negro. Tu mirada me recorre entera y te das cuenta que mi redondeado trasero apenas está cubierto por un tanga y que estoy usando ligueros. Sabes bien que sólo uso medias de encaje y ligueros cuando tengo ganas de follar. Mientras me pongo el lápiz labial rojo oscuro, me preguntas a qué se debe que esté alistándome con tanto esmero.

“Oh, cariño, ¿no te dije? Voy a salir a cenar con Gabriel, tu jefe. ¿Sabes que me sorprendió muchísimo que justamente mi ex fuera tu jefe? Seguro que recuerdas cuando te hablé de él, ¿no es cierto? Fue cuando te conté acerca de la verga más grande que he tenido dentro de mí. Y claro, también está aquella vez que me acosté con él cuando todavía no era tu jefe pero tú y yo ya estábamos comprometidos. Pero sabes que he prometido serte fiel y no volvería a engañarte.

“En serio, te juro que es sólo una cena entre amigos, mi amor. Sólo quiero saber cómo ha estado y cómo así llegó a trabajar a la misma empresa que tú.” Me miro en el espejo y acomodo mis pechos para que el escote del brasier esté al máximo. Sonriendo, te pido dulcemente, “Cariño, sé buenito y alcánzame ese vestido negro que está en la cama.”

Con algo de dudas, me traes el apretado vestidito negro. La última vez que lo usé fue en nuestro aniversario, cuando primero fuimos a comer y luego regresamos a casa para una larga sesión de sexo. Por supuesto que, ya que tú sólo puedes penetrarme unas pocas veces antes de correrte, la sesión consistió en que yo te provocara todo el rato, consiguiendo que hagas toda clase de cosas por mí, y finalmente hundiste tu cara en mi entrepierna y lamiste y chupaste hasta que tu lengua ya no pudo moverse más.

Me colocó el vestido y hago que me subas el cierre de la espalda. Viéndome a mí misma en el espejo, puedo notar un poco el lazo del brasier, y el dobladillo del vestido apenas cubre la parte superior de mis medias. Finalmente decido no usar brasier. Me vuelvo a colocar el vestido y otra vez me subes el cierre posterior. El delgado material muestra el contorno del tirante de los ligueros, así como también mis pezones. Sonrío satisfecha por el resultado y te doy un besito en la mejilla. Luego camino al clóset de la habitación, donde guardo mi colección de ropa y docenas de zapatos. Después de buscar un poco, elijo un par de zapatos negros con tirantes de taco muy alto y una pequeña plataforma en la base. No se ven como los zapatos de una estrella porno, pero sólo porque son mucho más caros y elegantes.

Veo que tu pequeña pollita se endurece mientras me ves colocarme los zapatos, y viéndome vestida tan sexy. Me río y te doy un par de meneos en la polla por encima de los pantalones. “Mhh. Asegúrate de no masturbarte tanto mientras esté fuera. Quiero hacer buen uso de esto cuando regrese.”

Mientras camino a la puerta, te llevo de la mano conmigo. Luego miro hacia abajo. “Oh, estos zapatos no han sido lustrados en mucho tiempo. Necesitan que los hagan brillar. Cariño, sé bueno y límpialos para mí.” Estás por irte a buscar una toalla húmeda o un trapo, pero te retengo de la mano y sacudo mi cabeza mientras sonrío. “No mi amor… con tu lengua.” Sé perfectamente el efecto que mis órdenes tienen en ti. Siempre te gusta servirme. Pero ahora dudas, sólo porque tu esposa está a punto de salir a una cita con otro hombre, un ex - novio bien dotado que para colmo de males, también es tu jefe. Cojo tu entrepierna y la aprieto con suavidad, masajeando tu manicito y tus pequeñas bolas con mi mano por encima de tus pantalones. “¿Por favor, cariño?”

Te guío una vez más, esta vez a una silla que está en la sala. Luego de sentarme, cruzo mis piernas. Tú te arrodillas y tomas mi pie izquierdo en tus manos, luego empiezas a lamer mis zapatos sexys. Dejó escapar un suave gemido al verte así. “Mmh, sí, limpia mis tacos altos, cariño. Eres un buen chico.” Cuando mis zapatos ya están brillando, empujo uno de los tacos en tu boca y hago que lo succiones, casi como si yo te estuviera follando la boca con el taco. Tú gruñes, y puedo notar que tu polla se sacude en tus pantalones.

“Esto me ha puesto muy caliente, bebé. Ven lame aquí…” cojo tu cabeza, separó mis piernas y guío tu lengua hacia mi entrepierna. Te muestro cuan fácil es hacer un lado la tanguita y pronto estoy gimiendo de placer con la lengua de mi esposo lamiendo mis labios, empujando entre ellos, y hundiéndose en el pequeño agujero de carne que cubre mi sensitivo clítoris. Me mojo y me pongo más caliente, dejo que pruebes mis jugos, y estoy a punto de correrme en tu cara. Pero de repente, te aparto con suavidad. “Me tengo que ir, amor. Gracias por hacer que me mojara.”

Sonrío, le doy a tus labios cubiertos de mis jugos un ligero beso, y camino hacia la puerta. Y tú ves a tu esposa irse a una cita con un semental que tiene la verga enorme y con el que ella solía follar, vestida como una puta de alto vuelo, con su conchita mojada y excitada.

 *****

Dos horas después, tu celular timbra. Soy yo, tu dulce esposa. Sueno como si estuviera agitada y hago pausas aquí y allá mientras hablamos.

“Hola cariño. Mmh, sólo quería que supieras que… después de la cena, decidí ir a casa de Gabriel a tomar un trago. Mmh, bueno, el abrió una botella de champagne para los dos, y ya he tomado un par de copas…” Tú por supuesto, sabes que me pongo aún más sexy y traviesa cuando estoy mareada. “Sí… y vamos a estar… conversando un par de horas antes de que regrese a casa contigo. Ha sido EXCELENTE reconectarme con él. Tu jefe tiene un GRAN… corazón, así que realmente he podido abrirme con él. Es muy buen conversador y sabe escuchar. En verdad es… como antes, como los viejos tiempos. Mmhmmm. Te manda saludos, por cierto. Bueno amor, te tengo que dejar… Y no te olvides, espérame despierto.” Después de unos instantes de sonidos de movimiento, te digo con dulzura, “¡Te amo, cariño!”

*****

Pasan otras dos horas antes de que regrese a casa. Estoy feliz y achispada y de nuevo hago énfasis en lo genial que ha sido ver a Gabriel de nuevo, cuanto he disfrutado su compañía, y lo bien que me ha hecho sentir. Puedes ver que mis grandes tetas casi están saliéndose de mi vestido y yo te tomo de la mano y te llevo a la habitación. “Espero que hayas guardado algo para mí, cariño. ¡Porque yo si he guardado algo para ti!”

Te ordeno que te acuestes en la cama después que te desvistas. Yo sigo con mi vestido y los zapatos cuando subo a la cama, después de mi querido esposo. Primero, toco tu pequeña polla y consigo ponerla dura al instante. Te provoco con la punta de lengua hasta que casi estás listo para estallar. No es que haya tardado demasiado. Y luego llevo mi coño a tu cara, conmigo frente a tu endurecido y pequeñito miembro.

“Mmhh, lámeme, bebé,” te dijo al tiempo que desciendo y coloco mi coño mojado sobre tu cara. Una vez que mi concha está cubriendo tu boca, y tú no puedes responder, añado, “¡Asegúrate de hundir bien tu lengua, porque la enorme verga de Gabriel me llenó de leche hasta lo más profundo de mi conchita!”

Te siento temblando debajo de mí, casi luchando, pero estás tan excitado, no puedes evitarlo. Pronto, siento tu lengua empujando y hundiéndose en mi bien follado agujero, recorriendo mis labios hinchados. Estoy segura que en este momento ya puedes probar el semen de tu jefe, la leche que salió de la gigantesca tranca de mi ex. Su semen es delicioso y salado, quizás más de una corrida, y luego de estar en mi coñito por un buen rato está todo caliente y líquido, y va directo a tu boca. Aprieto los músculos de mi vagina para asegurarme que todo vaya a tu boca mientras te cuento de mi noche-esta vez siendo honesta por completo.

“Mmmhhh sí… He estado esperando toda la semana para follarme a Gabriel, desde que llamó diciéndote que ahora trabajabas para él. Y cómo él sigue siendo un semental, no pude evitarlo. Terminamos de cenar rápido, y en el camino a su casa, mamé y me tragué entera su enorme verga, o al menos todo lo que me entraba en la boca, inclinada en su regazo mientras el conducía. Si abrió una botella de champagne para los dos, pero antes de que tomáramos siquiera un trago, yo ya estaba en su regazo, cabalgándolo y clavándome su tranca hasta los huevos, hasta lo más profundo de mi mojado coño. Aun estando tan mojada, todavía fue difícil para mi pobre coñito ajustarse a su tamaño. Pronto, ya estaba follándolo muy rápido y fuerte, con furia, dios necesitaba correrme en esa polla monstruosa. Lo hice, y grité su nombre y arqueé mi espalda, y el tiró de mis pezones e hizo que me corriera aún más fuerte en su formidable herramienta.”

Veo tu polla sacudirse. A pesar de ti mismo, estás excitándote mientras me imaginas follarme a tu jefe de aquella forma. Sé que realmente te gusta ver cómo me corro de una forma bestial, y adoras que sea tan mala esposa, aun cuando me ruegas que no te engañe más cuando no estás excitado. Pero tan pronto como tu manicito se pone duro, esperas que lo haga una y otra vez.

“Mmh, sí, succiona el semen de tu jefe del coño de tu esposa. Gabriel folló mi conchita de mujer casada a conciencia. Pero primero te llamé, justo después de haberme corrido por primera vez. Con el celular en una mano, la copa de champagne en la otra y mis jugos recorriendo el tronco de su enorme verga, te hablé. ¡Fue difícil no volver a cabalgarlo como posesa en ese momento! Sentía cada centímetro de su tranca entrar taaan lentamente, adoraba cada segundo de aquello. Y luego dejé la copa a un lado y me puse en cuatro para él. Miré sobre mi hombro y lo vi trabajando su pollón de regreso a mi hambriento coño justo cuando te dije que te amaba.” Tiemblo de excitación, la lujuria me pierde. No puedo evitarlo; me encanta ser una puta, una zorra perdida.

Empiezo a pajear tu pollita. “Oh dios sí… succiona mi clítoris ahora, límpiame toda. Ohhhh… he sido una mala esposa. Me follé a tu jefe por toda su casa, en su cama, en el baño. Me hizo chillar de placer como una cerda, retorcerme y gemir y correrme tantas veces… ¡dios le rogué que reventara el coño de tu esposa hasta destrozarlo!” Tengo un orgasmo brutal en ese momento, e incluso sin la verga de Gabriel, es uno de los más intensos de la noche. En ese momento, tu polla empieza a eyacular en mi mano y en tu vientre. Sigo pajeándola, ordeñándola por completo. Una buena corrida para unas bolas tan pequeñitas.  

“Mmmmh. Eso es, buen chico. Ahora, por supuesto, no volveré a hacerlo más cariño. Seré una buena esposa en adelante. Seré buena y fiel. De hecho, he invitado a Gabriel mañana en la noche para que los tres posamos hablar acerca de esto y te pueda probar que puedo controlarme cuando él está cerca… incluso a pesar de que hasta ahora siempre he terminado abriéndome de piernas para él cada vez que nos hemos visto.”

Sonriendo, y con mi conchita cosquilleándome, me voy a tomar una ducha, dejando que te limpies el semen.