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Jefe Cumplidor Cap. 4

en Hetero: Infidelidad

Aquella vez, la reunión terminó antes de lo previsto por lo que decidí adelantar mi vuelo de regreso a casa para el viernes en vez de retornar el domingo, como estaba planeado. Decidí no avisarle a Liliana para darle una sorpresa. Sin embargo, mi vuelo se retrasó y para cuando llegué al aeropuerto, ya eran más de las diez de la noche.

“¡Mierda!” pensé, “Este día está perdido. Bueno, por lo menos Liliana estará feliz de tenerme en casa algunos días antes.”

Cuando llegué a casa, me sorprendió un poco ver un Audi negro estacionado enfrente. No reconocí el auto al principio, así que imaginé que debía ser de una de las amigas de mi esposa, aunque me preguntaba que podría estar haciendo en casa tan tarde. Busqué por señales de luz en la casa pero no vi nada con excepción de un débil resplandor que venía de nuestra habitación. Entonces me pareció saber de quién era el auto.

Con el corazón en la garganta, entré con sigilo por entrada lateral. Abrí la puerta lentamente y con cuidado, tratando de no hacer ningún ruido e, inmediatamente, escuché el sonido de unos golpeteos rítmicos y lo que sonó como un fuerte gemido. Después de unos segundos, me di cuenta que estaba escuchando la cabecera de nuestra cama golpear contra la pared y los sonidos de una pareja follando frenéticamente.

Sentí que las piernas me temblaban y a duras penas podía caminar. Después de varios meses espiando y esperando pacientemente, ¿por fin iba a poder verlo de nuevo? ¿Finalmente iba a volver a ver a mi jefe follándose a mi esposa en mi propia casa? Hace tiempo que Andrés no se aparecía por casa y las últimas veces mi esposa había cerrado con llave la puerta de nuestra habitación.

Me quité los zapatos y me dirigí lentamente hacia nuestro dormitorio. Me detuve al final de las escaleras, algo temeroso de espiar porque no quería que me vieran. Sabía que a Liliana le molestaba que la viera follar con otros hombres sin su permiso y que inmediatamente se detendría y me echaría de allí, perdiéndome así de una de las cosas que más me excitan. Mi polla vibraba dolorosamente en mis pantalones cuando escuché a Liliana gemir y gritar, exigiéndole a mi jefe que la follara más duro, que le reventara la vagina.

Por lo que puedo decir Andrés la complació, porque el sonido de la cabecera golpeando contra la pared se hizo más fuerte y más frecuente. Después de cuatro o cinco minutos, el golpeteo se detuvo y yo me quedé paralizado. Escuché a Liliana decirle a mi jefe que quería cabalgar sobre su enorme verga y entonces escuché el sonido de los cuerpos cambiando de posición.

Después de unos instantes, escuché a Liliana gemir suavemente mientras Andrés le decía que se clavara toda su verga en el coño. Me arriesgué a echar una rápida mirada dentro de la habitación y me alivié al comprobar que por el momento estaba a salvo; Liliana estaba cabalgando sobre la verga de mi jefe de espaldas a mí; ninguno de los dos podía verme mientras los espiaba desde la esquina de la puerta de la habitación.

Mi jefe tenia ambas manos en las firmes caderas de mi esposa mientras ella se movía lentamente de arriba a abajo y en círculos, follando una de las pollas más grandes que yo había podido ver. Enardecido de lujuria, empecé a menearme la polla por encima de los pantalones mientras la verga de mi jefe rellenaba la apretada concha de mi infiel esposa. Más y más rápido, Andrés perforaba el coño de Liliana con furia, haciéndola chillar y gemir de placer como una auténtica zorra.

“¡Fóllame, cariño! ¡Reviéntame la vagina¡ ¡Méteme tu verga hasta el fondo!” gritaba desaforada Liliana al tiempo que mi jefe embestía su coño con más potencia, entrando y saliendo a una velocidad impresionante. “¡Me encanta tu verga! ¡La tienes enorme, amor, párteme en dos, reviéntame!”

“Salta sobre mi verga, Lily,” le ordenó mi jefe. “Déjame sentir como saltas sobre mi verga y te la clavas hasta los huevos. Vamos hermosa, ¡móntame!”

Con la boca abierta, vi como las caderas de Liliana describían pequeños círculos mientras follaba como una experta el enorme miembro de Andrés. Mis ojos estaban mirando fijamente la unión en la que su polla se deslizaba adentro y afuera de la concha completamente afeitada de mi esposa, y fuertes y lascivos sonidos llenaban la habitación mientras Liliana estampaba su perfecto trasero contra los duros muslos de mi jefe.

¡Plaf…plaf…plaf…plaf! Un fuerte sonido llenó de repente la habitación cuando Andrés empezó a azotar el redondo trasero de Liliana con su mano abierta.

“¡Ssssssssí!” siseó Liliana lastimeramente, “¡Nalguéame, cariño! ¡Azótame el culo con fuerza! ¡Déjame marcas!”

¡Plaf…plaf…plaf…plaf! Las marcas rojas empezaron a notarse en el culo de Liliana debido a los fortísimos azotes de Andrés y yo podía ver con nitidez la impresión de su manaza en las firmes y temblorosas nalgas de mi esposa. La polla de mi jefe era un borrón que embestía repetidamente contra el apretado coño de mi esposa, haciéndola gemir de placer.

De repente, mi jefe se detuvo y sacó su hinchado miembro del coño mojado de Liliana. Me alejé rápidamente de la puerta para que no me vieran, pero sin dejar de menearme la polla. Andrés sacó a Liliana de encima de él y la hizo colocarse boca abajo. Se colocó encima de mi jadeante esposa y nuevamente la penetró, haciéndola gemir de placer.

 

"Ohhhhh," gimió lascivamente Liliana mientras mi jefe le llenaba por completo el coño con su gigantesca herramienta. Mi esposa arqueó su espalda y levantó su trasero en el aire, mientras Andrés empezaba a embestirla con fiereza.

“¡Úsala, amor, usa mi vagina, reviéntala bien!” chilló enloquecida Liliana. “¡Méteme tu verga hasta el fondo, papi!”

Mi propia polla empezó a palpitar pesadamente en mis pantalones mientras Liliana animaba a mi jefe a follarla más duro. “¡Fóllame tan duro como puedas! ¡Reviéntame la concha, pérforame, cariño, mi vagina es tuya! ¡Úsala, reviéntala!”

Liliana parecía poseída. Escuchar aquellas palabras tan cargadas de vicio y lujuria hizo que me mareara. ¡Mi esposa era un zorrón de cuidado y a mí me encantaba! “Si, Liliana,” pensé, “¡Hazle saber que puede follarte cuando le venga en gana!”

Aquella forma de hablar también afectó a Andrés, porque de repente disminuyó la velocidad de sus embestidas hasta quedar casi quieto para evitar correrse y llenar de leche el coño de Liliana.

Mi esposa, sin embargo, malinterpretó sus razones para detenerse y con un ronco gemido le preguntó, “Amor, ¿quieres metérmela por el culo de nuevo? ¿Eso es lo que quieres? ¿Por eso te detuviste? ¿Quieres reventarme el culo con tu verga gorda y dura?”

¿Por el culo? ¿De nuevo? Las palabras de Liliana me perforaron la cabeza y lentamente me senté en la alfombra mientras la sangre me subía a la cabeza. Hasta donde sabía, Liliana nunca antes había practicado el sexo anal, ciertamente no conmigo que jamás había podido siquiera intentar metérsela en su apretadísimo ano. Me calenté tanto al escucharla, que no sé cómo no me corrí, pero milagrosamente me pude contener.

Con su polla encajada hasta el fondo de su vagina, Andrés movió su cabeza de lado a lado. “Todavía no, Lily,” le respondió. “Quizás después; ahora mismo quiero que me la chupes y te tragues toda mi leche.”

Dicho esto, Andrés desmontó a Liliana, que dejó escapar un débil gemido de protesta al sentir su coño temporalmente vacío. Sonriendo de lado a lado, Liliana hizo que Andrés se tumbara sobre la espalda y luego se metió el enorme y vibrante nabo de mi jefe en la boca.

 

"Mmmmmm, mmmmmm. Me encanta saborear mis jugos en tu troncazo,” le dijo Liliana a Andrés, mirándolo directamente a los ojos.

Mi jefe se mordió el labio inferior, tratando de no correrse en la boca hambrienta de mi esposa. Poco a poco, Liliana tragó más de la vibrante verga de Andrés, clavándosela hasta la garganta. Lentamente, mi esposa empezó a sacudir su cabeza arriba y abajo, succionando la polla de su amante. Podía escuchar y verla derramar su saliva y babear sobre la verga de mi jefe y, al poco rato, estirar la mano y empezar a acariciar las hinchadas pelotas de Andrés.

“¿Lo estoy hacienda bien, amor?” preguntó Liliana con voz ronca. “¿Te gusta cómo te la chupo? ¿Te la chupo mejor que tu esposa? ¡Apuesto a que ella no te masajea las bolas o te las succiona como lo hago yo!”

“¡Tú eres la mejor, Lily!” respondió Andrés tratando de recobrar el aire. “¡Eres la mejor hembra que he tenido! ¡Sandra nunca podría chuparme la verga así!”

 

Complacida de saber que en efecto, era mejor chupadora de pollas que la esposa de Andrés, Liliana cerró sus ojos y tragó tanto como le fue posible de la verga de mi jefe. Mi corazón latía con fuerza mientras veía diez, quince y luego veinte centímetros de la vibrante verga de Andrés desaparecer en la apretada garganta de Liliana. Después de que lograra meterse en la boca todo menos un par de centímetros, la mantuvo allí, clavada hasta el fondo de su garganta y sacudió la cabeza de lado a lado lentamente. Un grueso globo de saliva apareció en la comisura de su boca completamente abierta y se deslizó por la verga de Andrés para descender hasta los huevos.

Aun desde mi posición en la puerta, podía ver que las bolas de Andrés empezaron a contraerse y a apretarse mientras seguía alimentando a Liliana con su caliente tranca. Su respiración se hizo más elaborada y dejó escapar un fuerte y ronco gemido mientras la apretada garganta de Liliana rodeaba su tranca, excitándolo cada vez más.

Sin dejar de mirarlo, Liliana debió sentir que la verga de mi jefe empezaba a palpitar con fuerza dentro de su boca.

“¿Mpppphhhcorrer?" soltó mi mujer sin sacarse aquella tranca de la boca, “¿Mppptevasmmpppppacorrerppph?

Apenas podía entender que Liliana le preguntaba a mi jefe, con su boca llena de aquella dura y palpitante verga, ¡si estaba a punto de correrse! El cuerpo de Andrés se estremeció violentamente, y Liliana rápidamente se sacó aquel pollón de su hambrienta boca con una succión en el glande que produjo un fuerte chasquido.

 

“¡Sí, cariño, córrete! ¡Hazlo!” le gritó Liliana con frenesí. “¡Dame toda tu leche! ¡Córrete en mi cara, en mi boca, en mis tetas! ¡Dame tu semen, Andrés!”

En un frenesí de lujuria, Andrés se incorporó y completamente enardecido, tiró de los cabellos a Liliana y le clavó su verga hasta el fondo de la garganta. Mi jefe soltó un bramido animal y empezó a correrse. Liliana trató de tragarse todo pero aquello era una misión imposible. Luego de que le llenara la boca con gruesos chorros de semen caliente, Andrés le recubrió con su leche la cara, el cuello y las tetas. Era un espectáculo maravilloso, digno de verse.

Mi polla estalló al mismo tiempo que la de mi jefe, y no pude evitar mancharme los pantalones.

Liliana parecía mareada y confundida mientras Andrés seguía corriéndose en su cara. Podía oír el semen salpicar mientras su polla se sacudía y otro chorro de crema golpeaba la cara de mi esposa.

Andrés bufaba de placer mientras Liliana tragaba las últimas gotas de semen que salían del glande. La cara de mi esposa estaba completamente cubierta del esperma de mi jefe y pensé que nunca se había vito tan sexy como en aquel momento, con el semen pegajoso y caliente de otro hombre chorreando por su hermoso rostro.

“¡Uau!” río Liliana excitada, “¡Qué tal corrida! ¡Creo que incluso ha sido más que ayer!”

Andrés se río y para mi sorpresa, besó a Liliana con ansias, lamiendo su propio semen. Aproveché la oportunidad para escabullirme al cuarto de invitados, ya que no estaba seguro que mi jefe se marcharía pronto. Cerré la puerta y me acosté en la cama, preguntándome como le iba a avisar a Liliana (y tal vez a mi jefe) que ya estaba en casa y que los había visto follar en mi propia cama. La casa estaba en completo silencio, y me debo haber quedado dormido porque de repente me desperté por los sonidos que venían de la habitación principal. Mientras terminaba de despertar, miré mi reloj.

Eran apenas las 4 de la mañana, pero al parecer eso no era impedimento para que mi jefe y mi mujer volvieran a lo suyo. Confirmando mis sospechas iniciales, no tardé mucho tiempo en escuchar la temblorosa voz de Liliana lloriqueando de placer, “¡Sí, métela, cabrón! ¡Métemela hasta el fondo, Andrés! ¡Ábreme bien la concha!” Era más que evidente que mi jefe se estaba follando de nuevo a mi esposa.

“¡Fóllame duro, cabrón!” gritaba enardecida Liliana. “¡Dame lo que el cornudo de mi marido no me da!”

Regresé al lugar desde donde había estado espiándolos más temprano. Pese a lo temprano que era, había suficiente luz para ver la acción y también para que mi jefe pudiera ver su polla penetrar una y otra vez en el coño mojado de Liliana. Andrés embestía cada vez más y más y rápido, más y más duro, y mi propia polla vibraba sin parar mientras lo veía coger de los tobillos a mi esposa y abrirle obscenamente las piernas. La polla del corneador se hundió aún más en la vagina de Liliana y ambos gimieron de placer en agradecimiento por aquellos centímetros extra.

Andrés estaba follándose a Liliana con más fuerza y potencia de lo que jamás había podido, y podía escuchar a la perfección los sonidos de su verga golpeando contra los gajos del sexo de mi esposa. También podía escucharlos a ambos suspirar y gemir con pasión al tiempo que se besaban con las bocas muy abiertas a cada momento.

Finalmente, después de 20 minutos de follar salvajemente, Andrés gruñó, “Liliana, ¿Puedo hacerlo?”

“¿Hacer qué?” preguntó Liliana haciéndose la inocente. “¿Qué quieres hacer?”

“Tú sabes” le respondió mi jefe jadeando. “¡Más temprano me lo pediste!”

“¿Te refieres a darme por el culo? ¿Eso quieres hacer, reventarme el culo, destrozarme el ano? ¿Eso quieres?”

“Sabes que sí”, contestó Andrés. “¡Sabes bien que me encanta romperte el culo!”

“¿Por qué te gusta tanto?” preguntó Liliana mientras lo miraba sonriendo con malicia, “¿Es porque lo tengo muy apretado, porque es algo prohibido o porque sabes que Julián nunca me lo hace por allí?”

“Por las tres razones,” respondió Andrés, con un hilo lujurioso de voz. “¡Por las tres putas razones!”

Mis piernas me fallaron nuevamente cuando escuché a Liliana decirle a mi jefe que iba a dejar que la cogiera por el culo. Yo he tratado, en varias ocasiones, de enterrar mi polla en el perfecto y estrecho ano de Liliana, pero la excitación y la actitud lujuriosa de mi mujer me abruman y me corro antes de poder siquiera meter la punta. La idea de que otro hombre fuera capaz de hacer lo que yo no podía, enterrar su polla dura en el apretado ano de Liliana, me excitaba más allá de lo imaginable, y mi polla vibraba obscenamente.

Andrés utilizó una de sus manos para untar el ano de Liliana con lubricante. Lentamente y con cuidado, lubricó cada rincón del perfecto ano de mi esposa, y luego utilizó el mismo lubricante para preparar su verga. Luego metió primero uno, y luego dos dedos dentro del orto de Liliana para prepararla para lo que venía.

Liliana estaba boca abajo, mirando por sobre su hombro y siseando malévolamente, “Métemela, cariño. Méteme tu enorme verga en el culo. Entiérramela hasta los huevos. ¡Hazme sentirla toda!”

Gemí suavemente mientras miraba como Andrés empezaba a hundir su polla en el trasero de Liliana.

"Nnnngghhhh," se quejó ruidosamente Liliana al sentir primero la cabeza de aquel pollón entrando en su ano y luego varios centímetros más, hasta que mi jefe logró enterrar la totalidad de su miembro en el culo de mi esposa. Empezó a follarla lentamente, dejando que Liliana se acostumbrara al tamaño de su tranca mientras no dejaba de perforar aquel maravilloso orto. En la penumbra, su pene lucía como un taladro enorme que intentaba abrirse camino hasta el fondo del culo de Liliana.

“¡Está bien!” gruñó Liliana mientras la gruesa tranca de su amante abría sus nalgas completamente, “¡Ya puedes métermela con fuerza; se hace más fácil cada vez que entra! ¡Reviéntame el culo, amor!”

Aun cuando Liliana le había dado luz verde, mi jefe la penetraba por el ano lentamente y con cuidado. Sabía que aquello no iba a durar mucho, pronto Andrés sucumbiría a la tentación de reventarle el culo a mi esposa.

"Ohhhhh, Lily," gimió Andrés completamente extasiado. “Está muy apretado y caliente. ¡No sé cuánto tiempo más podré resistir!”

“Está bien, cariño” respondió Liliana, completamente empalada por la enorme verga de su amante. “Mi culo es para ti… ¡sólo para ti! ¡Reviéntamelo como quieras! ¡Házmelo despacio y hasta el fondo o simplemente rómpemelo con todas tus fuerzas!”

Andrés tomó en serio aquellas palabras y pronto estaba follando por el culo a mi esposa cada vez más rápido y más fuerte; enterrando su gruesa tranca en el apretado ano de mi mujer a un ritmo frenético. Liliana lo ayudaba enterrando su magnífico trasero en sus muslos, ¡y me sorprendió ver que Andrés había podido clavársela hasta los huevos! Mi jefe hizo ladearse ligeramente a mi mujer y pude ver que Liliana se estaba masturbando como loca, acariciándose el clítoris mientras Andrés no dejaba de darle verga.

Liliana seguía frotándose el clitoris mientras mi jefe no casaba un segundo de perforarle el culo desde atrás. “Ohhhhhh Dios! ¡Ssssssí, cariño!” gemía abandonada mientras Andrés le rompía el culo sin piedad. "Unghhhh, unghhhh aggghhhh, ¡hazme sentirla! ¡Fóllame duro! ¡Reviéntame el culo!”

La polla de Andrés empezó a vibrar y supe que ya no resistiría más tiempo. De repente, el cuerpo de Liliana se puso rígido y ella empezó a gritar y a gemir mientras se retorcía en un orgasmo. No había nada que Andrés pudiera hacer sino aguantar mientras el cuerpo de Liliana convulsionaba y su clítoris detonaba. Mi esposa se sacudía y temblaba, aullando y gritando de placer, mientras la enorme verga de Andrés seguía firmemente enterrada entre sus nalgas.

En medio del frenesí lujurioso, pude escuchar a mi jefe gritar que se estaba corriendo, pero su voz era ahogada por los gritos y chillidos de Liliana. Me convencí a mí mismo de que pude ver su verga vibrar mientras disparaba un chorro de semen tras otro en el ano de mi esposa. Liliana siguió corriéndose inclusive hasta un poco después que él colapsó y terminó tirado a su costado, completamente exhausto.